Karin suspiró por…a saber cuánta vez. Miró las paredes de piedra que conformaban su habitación temporal. Lo único significativo allí era una cama, una mesita de noche, un armario y un escritorio con una silla. El lugar carecía de cualquier decoración o cosa que le diera un valor personal. Las paredes estaban desnudas y todo gritaba genérico.
Suspiró, otra vez. Lo estaba haciendo mucho últimamente. No sabía si había tomado la mejor decisión cuando aceptó la oferta de Orochimaru. Sí, nadie la maltrataba y ya no era un botiquín médico andante, pero tampoco era como si fuera a tener una vida feliz y tranquila aquí.
Salir de Kusa y librarse de cualquier conexión con ellos había sido uno de sus grandes deseos en la vida. No podías amar una aldea que usó a tu madre hasta la muerte y prácticamente estaban haciendo lo mismo contigo. El hecho de que su muerte ocurriera cuando solo tenía 8 años y ese mismo día ya empezaron a explotarla no ayudaba.
No, ella siempre quiso irse. La única razón por la que no lo hizo antes era porque no tenía a dónde ir y temía que la persiguieran por su kekkei genkai. Después de todo, esos bastardos consideraban que ella era de su propiedad como lo fue su madre.
La propuesta del sannin fue buena tal como la planteó y llegó en un momento en que estaba desesperada y solo quería huir. Escapar de ese pueblo, ir a un lugar donde no sería explotada por su linaje y adquirir conocimientos que la harían una kunoichi e investigadora de primera era una idea tentadora. El único precio era servirle y serle leal, lo cual consideró un precio bajo por su libertad. Sí, parecía un buen trato. Eso fue hasta que llegó a ese lugar.
Dentro de lo que cabía, no tenía espacio para quejarse. La habían sacado de allí y estaba en un lugar donde nadie la trataba mal ni la usaban. Sin embargo, ella sabía que las cosas no serían tan fáciles más adelante.
Nada más llegar a la base, fue prácticamente confinada a su cuarto asignado. Eso no quería decir que no pudiera salir, pero cada vez que lo hacía un shinobi la acompañaba a donde sea que fuera. Bien podría considerarse una prisionera en cierta forma.
Y luego llegó el gran descubrimiento. Una noche, aprovechando su ojo de Kagura, un kekkei genkai que tenía y todo el mundo confundió con simples habilidades sensoriales, salió de la habitación sin ser vista y recorrió las instalaciones. En una de las áreas que no la dejaban entrar, se encontró con un laboratorio, uno de tantos, y escuchó una conversación entre un grupo de científicos y asistentes.
Básicamente, Orochimaru la quería por sus genes Uzumaki. Quería obtener muestras frescas de sangre, tejido y chacra para sus experimentos. ¿Cumpliría su parte del trato de entrenarla e instruirla? Sí, pero solo hasta donde él considerase conveniente. Esa noche no pudo pegar ojo pensando en lo que acababa de descubrir.
Lo estuvo meditando por unos días y llegó a una conclusión. Actuaría como su fiel subordinada hasta que tuviera una oportunidad de escapar de forma segura. Mientras tanto, intentaría aprender todo lo que pudiera. Cuanto más fuerte y más informada estuviera, mejor. Además, por lo que había oído, cuanto más útil se presentara para el sannin, más posibilidades tendría de seguir recibiendo entrenamiento y no ser solo un conejillo de indias.
¿Y luego? Bueno, tenía varios planes e ideas. Siempre quiso encontrar a un buen hombre, casarse y formar una familia. Tener una casa hogareña rodeada de naturaleza o al menos un jardín grande donde sus hijos e hijas pudieran jugar y divertirse. Tal vez podría encontrar al chico que la salvó la vida en el Bosque de la Muerte. Era guapo y ya lo salvó una vez. Podría verse en el futuro con él. Solo de pensarlo ya se estaba sonrojando.
Sacudió la cabeza para despejar sus pensamientos. No era el momento para soñar despierta. Al día siguiente sería trasladada a otra base. No había sido informada de dónde estaba esa otra base, pero poco importaba. Ella estaba feliz de dejar ese país y alejarse de esa asquerosa aldea. Ya tenía todas sus cosas preparadas para partir.
De repente sintió temblar la tierra. Escuchó gritos por los pasillos y gente corriendo de un lado a otro. Sin tener ni idea de lo que estaba pasando, y sintiéndose algo nerviosa y asustada, usó su ojo de Kagura para sentir lo que pasaba.
Pudo sentir múltiples firmas de chacra asaltando la base y luchando contra los shinobis que estaban aquí, los cuales caían como moscas. Las firmas de chacra eran todas grandes, pero había una que destacaba entre el resto. Era la más grande de todas. Tan grande como el océano. Pero lo que más llamó su atención fue cómo se sentía. Era sumamente cálida, como un sol en miniatura. Podía decir que la persona a la que pertenecía era alguien bueno pero con una determinación de hierro.
Tan sumida estaba en esa sensación, que no se dió cuenta de que dicha firma se acercaba más y más a ella. No fue hasta que abrió la puerta que empezó a ser consciente de la realidad otra vez.
Observó a la persona frente a ella. Parecía que tenían la misma edad más o menos. Tenía el cabello rubio como el sol, los ojos tan azules como el océano, una piel ligeramente morena y tres marcas de bigotes en cada mejilla. Su cuerpo tampoco estaba mal.
Se sonrojó sin poder evitarlo. Todo en él gritaba poder, pero su expresión pacífica también denotaba amabilidad. Su sonrisa suave, su mirada amable. Sus piernas amenazaban con temblar ante su presencia.
-Hola - la saludó con voz tranquila.
Tuvo que contenerse para no gritar como una colegiala enamorada.
-Hola - saludó con una voz ligeramente más aguda de lo que normalmente tenía. Su sonrojo se hizo más profundo.
Le sonrió cálidamente. Ella sentía que se derretía.
-Me llamo Naruto Uzumaki. Encantado de conocerte - se presentó.
Sus ojos se abrieron a más no poder. No podía creer que hubiera otro Uzumaki vivo. Menos aún que estuviera frente a ella. Rezó a todos los dioses que conocía para que esto fuera real y no un sueño.
-Yo…soy Karin Uzumaki - finalmente dijo.
-Lo sé. He venido a por ti. No podía dejar que alguien de mi clan estuviera en las garras de esa serpiente de Orochimaru.
Por primera vez desde que lo vio, su rostro dejó de mostrar una sonrisa para formar un ceño fruncido.
Un suave calor se formó en su pecho. Alguien había ido a por ella. Alguien había ido a rescatarla. Se sentía como si estuviera en una de esas historias de fantasía. El apuesto caballero en su brillante armadura salvando a la princesa.
-¿Vamos? - le preguntó con gentileza mientras señalaba la puerta.
-Sí. Deja que recoja mi maleta - le respondió inmediatamente. Realmente quería irse de ese lugar con su gallardo salvador.
-¿Necesitas que te ayude? - se ofreció caballerosamente.
-Eh, oh, sí, gracias - dijo con un sonrojo notable.
El joven sacó un pergamino de almacenamiento y selló la maleta. La chica tuvo que contener un suspiro de enamorada.
Como cualquier Uzumaki, amaba el fuinjutsu. Que pudiera hacerlo lo hacía aún más atractivo a sus ojos. Ni siquiera se paró a pensar que tal vez solo sabía usarlo y no hacerlo. Aunque este no era el caso.
-¿Vamos? - volvió a preguntar felizmente.
Ella solo asintió y lo siguió muy de cerca, casi rozando su costado. En ese mismo momento había decidido que él era el indicado para ella. Nada en el mundo la alejaría de él. Cumpliría todos sus sueños hogareños a su lado. Después de todo, todo Uzumaki amaba a la familia, y cuanto más grande mejor.
Hola, espero que os haya gustado el capítulo. Sé que la última parte es un poco cursi, pero es que la escribí desde la perspectiva de Karin. La verdad, me estaba riendo mientras lo escribía al pensar el contraste entre cómo lo veía ella y cómo lo veía Naruto.
Comentarios a las reseñas:
AEVRS: sí, ya se estaban tardando, ¿no? *guiño, guiño*. Eso por descontado. Los Uzumaki aman a su familia y Kusa descubrirá por las malas lo que pasa cuando te metes con uno de los suyos. Sí, Gaara será el godaime kazekage. Naruto irá a su "coronación" más adelante.
Alex Hatake: gracias. No sabes lo feliz que me hace leer comentarios así.
Votaciones:
1º. Chica de Konoha:
Yakumo Kurama: 11
Yugao Uzuki: 13
Hana Inuzuka: 6
Kurenai Yuhi: 4
Tenten: 1
Shizune: 1
Shiho: 0
Tsubuki: 0
2º. Shizuka:
Sí: 9
No: 4
