Capítulo 16
El señor Darcy se levantó temprano para ordenar los últimos documentos y terminar su trabajo en Rosings. Él ya había hablado con el administrador y le había explicado todas las reparaciones que debía hacer en los meses de verano y cuando debía comenzar las cosechas y las siembras. Solamente debía escribir una carta al procurador de Lady Catherine y otra al magistrado del pueblo para terminar su trabajo. Ambas cartas debían contener detalles específicos de disputas entre inquilinos y sus posibles soluciones. Por esta razón, al señor Darcy no le pareció bien que su prima ingresara al estudio a interrumpir su trabajo.
"Anne, ¿qué haces aquí?" preguntó el señor Darcy molesto. La noche anterior él no había dormido bien pensando en Elizabeth. Él sabía que llegando a Londres todo cambiaría y no estaba seguro de lo que debía hacer.
"No entiendo por qué me preguntas si sabes muy bien porque estoy aquí. Mi madre está de un ánimo terrible porque ustedes se van pasado mañana y dice que debo aprovechar cada instante que estés aquí. No te preocupes, le pedí a la señora Jenkinson que se sentara en el sillón que está fuera del despacho por si mi madre intenta crear una situación comprometedora. Ahora, puedes seguir trabajando y yo seguiré bordando este pañuelo para Georgiana."
Al señor Darcy no le gustaba que Anne fuera tan ruda con él, pero comprendía que su madre siempre la estaba presionando, y hasta sentía compasión por ella. El señor Darcy siguió trabajando y se olvidó que su prima estaba allí.
Mientras bordaba, Anne miraba a su primo pensando cuando decir lo que tenía planeado. Ella sabía que tenía que decir las cosas de la manera más casual posible para que su primo no se diera cuenta de lo que estaba tramando.
"Me imagino que Georgiana va a extrañar mucho a la señorita Bennet. Además, no va a ser fácil encontrar a alguien con su simpatía y determinación. Debo confesar que me gusta mucho como no se intimida ante las preguntas impertinentes de mi madre."
"Perdón, Anne, pero no comprendo de qué estás hablando."
"Lo siento, no quise ser indiscreta. Olvida lo que he dicho."
"Prefiero que me expliques."
"Es que no quiero interrumpir tu trabajo."
"Ya me has interrumpido, Anne."
"Está bien, pensé que tú sabías y por eso te hice el comentario. Escuché a la señorita Bennet hablando con la señora Collins sobre vivir con su hermana," explicó Anne.
"Yo también escuché ese rumor. Al parecer, la señorita Bennet le ha contado a todos que piensa dejar de trabajar para mí, pero menos a mí," dijo el señor Darcy con amargura.
"Pero es lógico que la señorita Bennet quiera vivir con su hermana si ella se ha casado y tiene un hogar para ofrecerle." Aquello que Anne le relató a su primo era cierto, ella efectivamente había escuchado a Elizabeth conversando con Charlotte, pero lo que agregaría a continuación, era algo que ella había inventado.
"¿La señorita Jane Bennet se casó?" preguntó el señor Darcy.
"Sí, y ahora quiere que su hermana también se case para que tenga su propio hogar. Según escuché, el nuevo marido de la hermana de la señorita Bennet tiene muchos amigos importantes y con mucho dinero. Si te soy franca, Darcy, no creo que a la señorita Elizabeth le cueste mucho encontrar esposo. Yo nunca había conocido a alguien que fuera la perfecta combinación entre belleza y simpatía."
"Seguro el nuevo marido de Jane Bennet debe ser algún comerciante conocido de su tío o de la señora con la que trabajaba," pensó el señor Darcy en voz alta.
"Probablemente, y por eso creo que la señorita Elizabeth encontrará marido en muy poco tiempo. De hecho, lo más probable es que su nuevo hermano ya tenga varios amigos para presentarle. Mi madre siempre dice que a los comerciantes exitosos les gusta casarse con hijas de caballero porque creen que de esa forma pueden limpiar el origen de su dinero."
El señor Darcy se puso de pie, se sirvió un vaso de agua y le dio la espalda a su prima mientras observaba el jardín desde el ventanal del despacho. Él necesitaba procesar todo lo que su prima le estaba contando y encontrar una solución a aquel inesperado conflicto.
Anne sintió ganas de reír al ver al señor Darcy tan afligido, pero sabía que debía continuar hablando para lograr su objetivo lo antes posible. Ella quería provocar a su primo para hacer lo que deseaba pero no quería.
"Espero que todo salga bien para la señorita Bennet. Como sabes, el necio de Collins es el heredero del señor Bennet, y ahora ella no tiene nada. Si casa con un buen hombre recuperará su estatus y no tendrá que trabajar."
"Si se casa con un comerciante, no recuperará su estatus," dijo el señor Darcy sin mirar a su prima.
"Bueno, tal vez no su estatus como la hija de un caballero, pero si volverá a tener una vida segura y protegida. Antes de que se vaya, le diré a la señorita Bennet que me escriba, no quiero perder el contacto con ella. Estoy segura que me divertiré mucho leyendo sus cartas y cuando me cuente de los bailes a los que asistes y de los muchos pretendientes que tendrá. La señora Jenkinson me ha dicho que hay muchos comerciantes que son casi o más ricos que muchos caballeros. Me imagino que su hermana le regalará muchos vestidos bonitos y ella podrá pasear por todo Londres…" Anne siguió hablando por varios minutos, mientras el señor Darcy seguía mirando por la ventana.
De repente, el señor Darcy vio a Georgiana y Elizabeth caminando en el jardín. Su hermana hablaba muy animada y Elizabeth escuchaba. Él notó que Elizabeth parecía triste, como si no hubiera dormido bien, como si algo le preocupara. Él había pasado tanto tiempo observándola, que creía conocer muy bien cada uno de sus gestos.
'¿Será que estás preocupada por tu futuro, mi querida Elizabeth? Tengo que hacer algo para ayudarte, para que nunca tengas que separarte de nosotros,' pensaba el señor Darcy mientras miraba a Elizabeth.
Por su parte, Anne estaba contenta con los resultados de su plan. Si todo salía como ella lo había planeado, muy pronto ella sería libre. Ella se había dado cuenta que a Elizabeth no le agradaba mucho su primo, pero sabía que una mujer en su situación, jamás se atrevería a rechazar a un caballero como Fitzwilliam Darcy.
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"¿Qué te parece este nuevo vestido, Louisa?" preguntó Caroline emocionada.
"Es muy bonito y te queda muy bien," replicó Louisa.
"Es una suerte que haya mandado a hacer este vestido unas semanas atrás. Hubiera sido un desastre tener que repetir vestuario en una reunión tan importante como esta. Espero que tu marido esté listo, no quiero llegar tarde porque quiero pasar todo el tiempo que sea posible junto a la Condesa Matlock y la nueva Baronesa Norton."
"Arthur está listo, fue a hablar con el cochero. Estamos esperando a Charles, me dijo que quería acompañarnos y que estaría listo en cinco minutos."
"¿Charles? ¿Qué le pasó que cambió de opinión?"
"No lo sé, Caroline. Pero ha estado tan triste en los últimos días que me dio mucha felicidad verlo más animado. Creo que le hará bien salir de casa."
"Tienes razón, en los últimos días no ha querido salir a ninguna parte, le hará bien ir con nosotras. Si tenemos suerte, Charles puede conocer a la mujer de su vida hoy," dijo Caroline y continuó admirando su vestido en el espejo.
El valet del señor Bingley le ayudó a atar su corbata y luego se retiró. El señor Bingley estaba contento y optimista. Después de casi una semana, por fin él recibió noticias de su procurador. Al día siguiente, él pensaba ir al almacén del señor Gardiner en Cheapside. Si todo salía como lo había planeado, en unos días más él podría localizar a Jane y ofrecerle su protección. El señor Bingley sabía que eso le traería problemas con su familia, y algunos de sus amigos, pero nada de eso le importaba. Jane Bennet era la mujer que él amaba y estaba dispuesto a todo por ella.
Cuando el señor Bingley estuvo listo, fue en busca de su familia para partir rumbo a casa de los Brown. Esa noche él se sentía feliz y lleno de esperanza y no deseaba quedarse solo en casa esperando que las horas pasaran.
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Jane iba sentada en el carruaje al lado de su esposo. Ella se sentía tan feliz que no podía evitar sonreír todo el tiempo. Andrew era un hombre cariñoso, atento y parecía que siempre sabía lo que ella quería. Jane aún se preguntaba por qué cuando lo conoció pensó que no era un hombre guapo, si cada vez que lo miraba pensaba que no podía haber otro hombre tan guapo como él en todo el mundo.
Por su parte, Andrew cada vez que podía miraba a Jane. Él llevaba la mano de su esposa entre las suyas y sentía que ese pequeño gesto lo hacía sentir inmensamente feliz. Cuando conoció a Jane, él pensó que era una de las mujeres más lindas que había conocido. Pero ahora, que además conocía su noble corazón y su dulzura, él estaba seguro que no podía haber ninguna mujer más hermosa o perfecta que ella. Él se sentía profundamente enamorado de ella y deseaba hacer todo lo posible para hacerla feliz. Jane era su esposa y el amor de su vida.
"¿Cómo te sientes, querida?" preguntó Andrew besando a Jane en la mejilla.
"Me siento muy bien. Este vestido que me regaló tía Amanda es muy hermoso," replicó Jane acariciando la barbilla de su marido.
"Clara y Matilda dijeron que con ese vestido pareces una princesa salida de un cuento de hadas, y yo estoy de acuerdo con ellas," susurró Andrew en el oído de su esposa.
"No sabes cuando te agradezco que me acompañes hoy porque sé que preferirías estar en casa."
"No te voy a mentir, querida. Me llama mucho más la atención pasar una velada con mis sobrinas y tú, pero sé que es importante que nos vean juntos. No quiero exponer a mi querida esposa a rumores maliciosos. Afortunadamente, tía Amanda se quedó con las niñas. Para ellas es como una especie de abuela y la quieren mucho."
"Gracias, Andrew, por darme una familia y por aceptarme en tu vida," dijo Jane sin poder derramar unas lágrimas. Ella no podía evitar emocionarse cuando su esposo le hablaba con tanta ternura.
"Jane, mi bella esposa," dijo Andrew y le besó los labios suavemente. Justo en ese instante, el carruaje se detuvo. "Creo que llegamos, querida."
Andrew bajó del carruaje y luego ayudó a Jane a bajar. Después le ofreció su brazo y caminaron rumbo a la entrada.
"Darcy está en Kent, pero regresa en pocos días. Bingley, quiero que me ayudes a convencerlo de que se quede unos días en Londres. Le hará bien participar en lo que queda de la temporada. No me gusta que esté todo el año encerrado en Pemberley como un ermitaño," dijo la Condesa.
"Mi Lady, creo que usted conoce muy bien a su sobrino y sabe que nadie puede convencerlo de que haga algo que no desea," explicó el señor Bingley.
"Qué cosas dices, Charles. No se preocupe, mi Lady, nosotros hablaremos con el señor Darcy. Es que somos sus amigos más cercanos, casi como si fuéramos familia," dijo Caroline con su mejor sonrisa. Ella estaba muy contenta conversando con la Condesa Matlock.
"Se lo agradezco mucho, señorita Bingley," dijo la Condesa. A ella no le gustaba que aquella señorita interrumpiera en todo momento la conversación que ella estaba tratando de tener con el señor Bingley. Por eso se alegró tanto cuando vio a Andrew y Jane ingresando al salón. "Bingley, señorita Bingley, me disculpan, pero debo ir a saludar a Lord y Lady Norton que acaban de llegar."
En cuanto la Condesa se retiró de su lado, Caroline fue en busca de Louisa. Ella estaba conversando con unas señoras mientras su marido bebía brandy y conversaba con unos caballeros. El señor Bingley, fue donde estaba su cuñado porque no le interesaba conocer a nadie esa noche.
"¿Qué te parece Lord Norton, Louisa? Es alto, y aunque no es un hombre al que yo consideraría guapo, debo reconocer que tiene el porte propio de los hombres nobles," dijo Caroline.
"A mí me parece guapo, además tiene apariencia de ser simpático. Usualmente los caballeros con título suelen ser muy presumidos," dijo Louisa mientras observaba a Andrew. "Me imagino que la mujer que está tomada de su brazo debe ser su esposa."
"Es lo más probable, querida. Si yo me hubiera casado con un barón, tampoco le soltaría el brazo," dijo Caroline provocando las risas de su hermana. "¿Qué te parece si nos acercamos a la señora Brown para que nos presente a los invitados de honor?"
"Buena idea, Caroline, pero esperemos unos minutos. Cuando hayan terminado de hablar con los anfitriones y la Condesa, debemos acercarnos."
Louisa y Caroline observaban de lejos a la pareja. Ellas sólo podían ver al Barón Norton porque su esposa estaba de espaldas. Ellas aprovecharon de observar los detalles de su vestido y peinado y concordaron que eran muy elegantes.
"Es un gusto recibirlos en mi casa," dijo la señora Brown. "Mucha gente vino especialmente para conocer a la nueva Baronesa Norton, y debo decir, que quedarán muy impresionados cuando descubran lo hermosa que es usted, mi Lady," dijo la señora Brown. Ella estaba feliz que el debut en sociedad de Lady Norton fuera en su casa.
"Muchas gracias, señora Brown. Mi esposa y yo estamos muy agradecidos por su invitación, y por supuesto, deseamos hacer una donación a la hermosa causa que usted patrocina," dijo Andrew.
Después de conversar unos minutos con sus anfitriones, Jane y Andrew saludaron a la Condesa Matlock y hablaron con ella por algunos minutos. Después de eso, Andrew vio a algunos caballeros a los que conocía y decidió presentarles a su esposa.
El señor Bingley y el señor Hurst se acercaron a Caroline y Louisa para hacerles algunas preguntas sobre los recién llegados.
"Es la primera vez que Lord Norton y su esposa asisten a un evento social. Los rumores dicen que ambos estaban de duelo," dijo Louisa.
"Me parece que Lord Norton está presentando a su esposa a algunos conocidos. Si nos quedamos aquí, tendremos la posibilidad que Lady Margaret nos los presente," dijo Caroline.
El señor Bingley, el señor Hurst, Louisa y Caroline observaban como los recién llegados saludaban a unos caballeros. Luego, Jane y Andrew caminaron en dirección donde ellos estaban, y entonces pudieron ver quién era la nueva Baronesa. Por su parte, Jane inmediatamente notó cuatro pares de ojos que la miraban con asombro. Entonces, el señor Bingley, no aguantó ni un segundo más y se acercó a ellos.
"Señorita Bennet, no sabe el gusto que me da verla. Si usted supiera todo lo que he hecho para localizarla desde el momento que me enteré de la muerte del señor Bennet. Pero ya no es necesario porque…"
"Buenas noches, señor. Disculpe, ¿pero quién es usted?" preguntó Andrew tomando posesivamente la mano de su esposa.
Jane no pudo evitar sonrojarse, pero no de vergüenza sino de ira. Ella no comprendía porque el señor Bingley se atrevía a hablarle de esa manera y decirle esas cosas en frente de su esposo. Pero ella no iba a permitir que él o nadie más le arruinaran la velada.
"Querido, déjame presentarte al señor Bingley. Él fue vecino de mi padre por unos meses que vivió en Hertfordshire. Señor Bingley, este es mi esposo, Lord Norton," dijo Jane.
El señor Bingley no supo qué decir, sólo miraba a su querido ángel del brazo de aquel hombre sin comprender lo que estaba pasando. Por su parte, Louisa, Caroline y el señor Hurst tampoco sabían qué hacer.
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"Prima Elizabeth, no deberías perder la oportunidad de ir a Rosings. No creo que nunca más vuelvas a recibir una invitación tan generosa, sobre todo, ahora que tus circunstancias han cambiado tanto," dijo el señor Collins. Él disfrutaba mucho recordándole a Elizabeth que ya no era la hija de un caballero sino una mujer sin dinero ni consecuencias.
"Querido, a Eliza le duele la cabeza, creo que será mejor que la dejemos descansar," dijo Charlotte para evitar que su marido siguiera perturbando a Elizabeth.
"Yo también siento mucho no poder ir a Rosings, pero mañana a la hora del desayuno, usted puede contarme todo lo que ocurrió, y sobre todo, lo que dijo Lady Catherine. Ella siempre tiene algo sabio que compartir con los demás," dijo Elizabeth.
"Tienes razón, prima Elizabeth, Lady Catherine siempre es muy generosa con su sabiduría…"
"Querido, a Lady Catherine no le gusta que sus invitados lleguen tarde."
"Tienes razón, querida, es mejor que nos vayamos ya."
En cuanto Charlotte y su esposo abandonaron la casa parroquial, Elizabeth se fue a la pequeña sala de estar para escribirle a Jane. Pero no pudo, ella se sentía muy triste y prefirió salir a caminar para despejar su mente.
Elizabeth sabía que debía conversar con Georgiana pero prefería hacerlo en Londres. Ella no podía pasar ni un minuto más cerca de aquel hombre, no después de lo que escuchó el día anterior.
El señor Darcy estaba impaciente esperando la llegada de Elizabeth. Él deseaba conversar con ella, saber un poco más de sus planes y hacerle comprender que no era necesario que sacrificara su vida. Él había tomado una decisión, y sólo esperaba poder estar en Londres para comunicarle su decisión.
Cuando los Collins llegaron sin Elizabeth y dijeron que ella estaba enferma, el señor Darcy se preocupó mucho. Él la había visto un poco decaída y quería cerciorarse que estaba bien. Entonces, le explicó a su tía que debía revisar algunos documentos, pero que regresaría luego. Aunque Lady Catherine protestó, el señor Darcy no la escuchó porque dejó la habitación lo más rápido que pudo.
Cuando iba camino a la casa parroquial, él vio a Elizabeth caminando en dirección al prado que bordeaba la laguna y decidió seguirla.
Elizabeth iba concentrada pensando en Jane, su madre y sus hermanas. Pese a todo lo que había pasado, ellas estaban mejor y con esperanza de recomenzar y tener una vida mejor que la que dejaron atrás. De repente, una voz le habló y la sacó de sus pensamientos.
"Señorita Bennet, la señora Collins nos informó que estaba un poco enferma. ¿Se siente bien?" preguntó el señor Darcy muy nervioso.
"Sí, señor. El caminar me ha hecho bien y ya casi no me duele la cabeza. Gracias por preguntar," replicó Elizabeth. Aunque no fue su intención, ella sonó muy cortante.
El señor Darcy notó a Elizabeth triste, perturbada y nerviosa. Entonces, recordó todo lo que Anne le había dicho y pensó que ella tal vez estaba así porque se había resignado a aceptar una vida lejos de él. Por eso, pensó que no era necesario esperar llegar a Londres y que no deseaba esperar ni un segundo más para decirle todo lo que había soñado con decirle en tantas ocasiones.
"Señorita Bennet, en vano he luchado contra estos sentimientos, pero ya no puedo continuar ocultando lo que siento por usted. Señorita Bennet, permítame decirle cuánto la admiro y amo."
Elizabeth no podía creer lo que acababa de escuchar y estaba segura que estaba en medio de un sueño que repentinamente se había transformado en pesadilla.
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Muchas gracias a todos los que dejan comentarios y siguen la historia con entusiasmo.
Estamos cerca del final de la próxima etapa, al menos que cuando esté escribiendo se me ocurran algunas nuevas ideas.
En el próximo capítulo, Caroline intentará desacreditar a Jane, mientras Elizabeth le dirá al señor Darcy todo lo que piensa de él
¡Nos vemos pronto!
Saludos,
Yo
