Basado en la serie: "Digimon" ⒸBANDAI ⒸAkiyoshi Hongo · Toei Animation


Plantando semillas

by: Atori

oneshoot


Suspiraba una y otra vez como si estuviese todo perdido.

Su acompañante, sentado enfrente, la miraba con compasión y sin saber qué decir para animarla.

—No sé qué hacer… —repitiendo esa frase por cuarta vez—. Creía que la informática me apasionaba, pero —suspirando con pesadez— tras investigar de cómo serán las clases en la universidad… —sentenciando con otro suspiro—. Es muy difícil.

—No lo veas como si fuera tu única salida, Miyako san. Hay otras carreras que seguro que podrían interesarte.

Miyako lo miró con una media sonrisa, agradecida por sus palabras de esperanza.

—Es que… No es solo eso —con la mirada perdida, se giró hacia el ventanal.

La pequeña cafetería donde estaban era muy acogedora. Situada en un segundo piso, las vistas eran maravillosas. Sobre todo, en aquel mes de diciembre, donde las luces navideñas ya estaban adornadas en los árboles y las personas iban de aquí para allá, preparándose para las festividades que se aproximaban.

—Todos tienen una meta o un sueño en su vida desde hace tiempo —continuaba—. Hikari chan queriendo ser profesora de jardín de infancia; Iori kun aspirando a ser abogado —lo siguiente, lo espetó con cierto resentimiento—; hasta Daisuke siente un fuerte deseo de convertirse en un cocinero de ramen, porque le gusta mucho el ramen. Y a mí, de lo que me gusta… Lo veo complicado y sin ganas de seguir con la informática.

—Quizás es que tengas más vocación para otra cosa, y no lo sabes. Taichi san no sabía qué carrera escoger hasta su segundo año de instituto.

—Pero, yo estoy a punto de acabar segundo de instituto —espetó con cierta desesperación y ganas de llorar—. Y no sé de ninguna otra carrera que me motive. ¡Estoy en blanco!

Miyako se sentía tan desesperada, que apartó las lágrimas con el puño de su jersey. No quería llorar. Ya no era una niña. Pero, era tanta la frustración que sentía.

—De verdad, que todos me dais una envidia de saber lo que queréis hacer para vuestro futuro. Incluso tú, Ken —mirándole con ojos acuosos—. Mientras que yo…

El mencionado se compadeció de ella. Le ofreció su pañuelo para que se secara las lágrimas. Y eso es todo lo que pudo hacer. Como un cobarde, desvió la mirada, escuchando como Miyako trataba de aguantar las lágrimas, al tiempo que se sonaba la nariz.

—Perdona

Tras un corto tiempo, Miyako había pronunciado esas palabras, sintiéndose un poco más tranquila.

Ken volteó la mirada. Sus ojos estaban algo rojos y las lágrimas aún amenazaban por salir. Pero eran los restos que quedaban del llanto contenido de Miyako.

—¿Por qué?

—Por invitarte a tomar algo para quejarme como una niña pequeña.

Pero es que Miyako no tenía a nadie a quién confiárselo. Sentía que, si se lo contaba a Hikari o a Sora, acabaría enfadándose con ellas, porque tomaría sus palabras de aliento con un doble sentido, de que en el fondo no la comprendían.

Podría confiar en Mimi, pero lo único que le diría es que no se preocupase y que se dejara llevar por la corriente. Pero sentía que eso no era lo correcto. Ella no podía vivir la buena vida y aprovecharse del poco sustento económico que generaba el 24 horas de su familia.

—No te preocupes —le contestó él con una pequeña sonrisa y colocando su mano sobre la suya a modo de ánimo.

Miyako trató de sonreír agradecida, pero fue inútil. Mirando su propia taza de té, solo pudo ver un único futuro en ella.

—Quizás es que no esté hecha para estudiar una carrera universitaria. Y mi única salida sea hacerme cargo de la tienda de mis padres.

La expresión de Ken se transformó a una preocupada. Miyako no parecía muy entusiasmada con esa idea, pero trataba de ocultárselo con una falsa sonrisa.

—Sería lo mejor tanto para mí, como para mis padres —continuaba sin cambiar de expresión.

Con sus hermanos mayores en la universidad, el coste para que un cuarto hijo quisiera ser, también, universitario sería pesado. La tienda no generaba tantos ingresos cómo para poder permitírselo. Aún así, Miyako estaba convencida de que sus padres harían un enorme esfuerzo por ella. Pero, ¿a qué costo? ¿A que sus padres se sobreexplotaran trabajando? No podía permitirlo. Pesaría mucho sobre su conciencia. Quizás, si obtuviera una beca… Pero si ni siquiera sabía qué carrera escoger…

—¿Y por qué no te vienes a la academia de policía conmigo?

Ken lo había soltado en un acto desesperado debido a la expresión pesimista de Miyako.

Tras ver cómo la cara de Miyako había asombro y un leve rubor en sus mejillas, se percató de que podría interpretarse de otra forma, por lo que trató de arreglarlo.

—Quiero decir… —carraspeando todo nervioso e igual de sonrojado que ella—. Puedes apuntarte una vez que termines el instituto y no hace falta que vayas a la universidad. Y una vez graduado de la academia, hay muchas áreas en la que podrías especializarte como policía o guardia de tráfico… Incluso ascender a inspectora o detective…

Miyako sonrió y para relajar el ambiente, le dijo.

—Guardia de tráfico, ¿eh? Seguro que sería alguien muy dura y pondría multas a diestro y siniestro.

Con el ambiente relajado y el derrotismo pasado de página, Ken sonrió con ella, siguiéndole la corriente.

—Con tu carácter, ningún conductor se atrevería a cometer una infracción.

—¡Ya te digo! —riéndose—. Aunque ser policía de la división criminalista como deseas tú, me gusta mucho más. Atrapar a los malos para que dejen de cometer injusticias, sería un orgullo para mí como persona. ¿Te imaginas a los dos trabajando en un caso y resolviéndolo en segundos? ¡Seríamos un dúo mucho mejor que Sherlock Holmes y el Dr. Watson! —comentaba emocionada.

Ken se reía, mientras tomaba un sorbo de su té. Miyako seguía hablando con emoción sobre cómo sería esa vida juntos como futuros inspectores de policía. Sus lágrimas de frustración se iban desvaneciendo, para dar paso a la ilusión. La recordaba a aquellos tiempos en cuando era una niña llena de ingenuidad y alegría. Pero también, directa en lo que pensaba y en lo que se proponía.

Verla hundida y comida del coco sobre qué carrera estudiar, le había dejado impotente sobre cómo poder ayudarla. Pero ahora, la veía firme en querer entrar en la academia de policía junto a él como si fuera lo más apasionante de su vida.

Estaba convencido que trabajar con ella nunca sería tedioso.

—…y cuando sea la mejor mujer detective y pasados los treinta años, me retiraré para cuidar de los hijos. Creo que tres sería un buen número.

Miyako hablaba tan emocionada, que hasta ya había formado un plan de vida. Un plan de vida que, mientras fuesen novios, él estaría incluido.

—Me gusta mucho tu plan. Pero tres hijos… —dijo él todo tranquilo, y luego la miró por el rabillo del ojo—. Habrá que ir practicando.

FIN


Como la gran mayoría sabe, yo rechazo todo lo que sucede en Kizuna y Beginning. De ahí que en este fic kenyako, expuse un futuro para Miyako, la cual es la razón por la que la vemos en el epílogo como ama de casa.

Espero que os haya gustado y espero ver arts de Ken y Miyako como inspectores de policía.

'Atori'