Capítulo 5: Amistades de arriba y abajo.
A la mañana siguiente, tras los eventos de la velada que habían pasado el trío más singular del hotel, las cosas parecían mantenerse con cierta calma y habitualidad. A petición de Alastor, no se les menciono nada de lo acontecido a ningún otro miembro del hotel alegando de que no hacía falta preocupar a sus compañeros por nimiedades, en palabras de Alastor "cualquier insípido intruso será en el acto desmembrado y devorado, por lo que no hay que preocuparse" les había asegurado su servidor en los breves instantes en que tanto Charlie como Vaggie se cruzaron por "fortuna" con él de camino al gran salón. En un principio Charlie incitó al demonio radio para acompañarlas y que viera el programa de actividades que se llevarían a cabo hoy. Alastor declinó amablemente la oferta mencionando que tenía algunos asuntos pendientes que resolver, los cuales no tenían forma de ser pospuestos por mucho más tiempo. Y sin mediar otra palabra o hacer mención de las actividades que realizaría, Alastor desapareció en forma de sombra dejando atrás su habitual risa que ponía de los nervios a Vaggie.
—Generalmente me da igual lo que ese retorcido ser haga, pero últimamente le estas dando demasiadas libertades Charlie, y ahora que todos los demonios importantes lo han vinculado con el hotel deberías exigirle que te mantenga enterada de sus actividades, ahora que figura como parte del equipo de manera "oficial"—argumento Vaggie haciendo una clara referencia a como el demonio de la radio se había presentado formalmente ante todo un comité infernal de demonios poderosos hace tan solo unas horas—sus acciones podrían echar abajo nuestras metas con el hotel o peor, ponerte a ti en peligro.
La preocupación de la chica era evidente por su novia, sin embargo, la rubia negó delicadamente mientras la tomaba de las manos.
—Vaggie, entiendo lo que me dices, pero tampoco tengo a Alastor trabajando para mí, va y viene porque así lo quiere, no estamos atados bajo algún contrato, así como tú tienes tus sospechas sobre él, yo he decidido confiar en Al, después de todo, no ha hecho más que ayudarnos estos últimos días y pienso que perjudicarnos no está en sus planes por el momento así que procuremos darle su espacio—la chica no era tan ingenua para realmente pensar que Alastor era solo ayuda y fidelidad genuina, debía haber algún otro detalle que aún era invisible a su vista, pero hasta no estar segura no haría un juicio sobre su compañero—además, contigo a mi lado sé que alguien estará atenta a lo que trame Alastor—finalizó la chica.
Vaggie, aunque más tranquila, no dejó de sentir cierta sensación de precaución, como si debiese estar más atenta de lo normal, se sentía como un animal al que el peligro acecha.
Al entrar al gran salón Husker las recibió con un trago ya servido en su habitual puesto de trabajo, su cara perpetuamente de mal humor las miró por unos momentos antes de dejar escapar un suspiro de irritación.
—¿Y bien? ¿Qué será hoy jefa? —preguntó el felino levantando una copa de cristal adelantándose a su afeminado inquilino araña y preparándole algo que le calmara esa mañana. Vaggie miró atenta ese detalle, preguntándose si Husk era considerado o simplemente era bueno en su trabajo.
—¿Angel aún no se levanta? —preguntó Charlie a su cantinero, el cual negó con fastidio.
—Princesita araña llegó hecha mierda anoche, aparentemente no tuvo el mejor día en el trabajo—se limitó a decir Husk—sin embargo, Niffty ya fue a levantarlo para que no se perdiera el desayuno y las actividades que le tengan preparadas para el día de hoy.
Ambas asintieron y agradecieron su par de bebidas a Husk, este dejó escapar una sonrisa de superioridad, le gustaba cuando las personas parecían disfrutar sus preparados, más de lo que se permitiría admitir.
—¡Demonios! ¡Puta jaqueca! ¡Puto Valentino! ¡Y putos contratos de mierda! —chilló Angel Dust entrando apenas de pie al lugar. Llevaba unas gafas puestas quizá para detener un poco de la luz del día que ya plagaba la mayor parte del hotel. El demonio araña se quedó estático al ver a sus dos anfitrionas de pie al frente de la cantina del lugar, lo cual hizo empeorar su mal genio, aunque fuera un poco. Realmente no deseaba verlas ese día, solo quería ahogar sus penas en un poco de alcohol y quizá luego en algún callejón oscuro
—¡Angel! ¡Qué bueno verte despierto! Hoy tenemos muchas actividades en las que podemos trabajar para…
—Lo siento princesita, pero hoy estoy más jodido que de costumbre, ni siquiera tengo la energía para aparentar que les sigo el juego a ti y a la tabla a tu lado, así que les agradecería que no contaran conmigo hoy—Angel tomó asiento frente a la copa que Husk ya le había preparado, le agradeció con un guiño de ojo y se lo bebió de un trago para seguidamente pedir otro igual.
—Disfrútalo, no sólo te lo tragues—alego él demonio felino.
—Papacito, puedo disfrutarlo mientras me los trago, lo hago todo el tiempo—respondió seductoramente Angel para el desagrado de Husk.
—Pues ojalá lo disfrutaras perrita, porque solo puedo servirle tragos a miembros e inquilinos y sino vas a participar en las actividades de estas dos, entonces creo que no entras en ninguna de las dos partes—se burló mordazmente Husk.
—Eres un jodido vendido, gatito
—Mejor que una perrita llorona—Angel realmente se sintió ofendido ante el comentario de Husk—o vamos, ahora te vas a poner emocional, si tanto despreciaras tu trabajo no andarías de zorra arrastrada cada vez que te llaman.
—Mira quien habla, el gato mascota del demonio de la radio, porque no vas y se la chupas a Alastor para variar—Husker tomó a Angel desde su corbatita jalándolo hasta que sus frentes chocaron una con la otra. La mirada del demonio felino realmente descolocó un tanto a Angel, pero este no se echó para atrás—¿Ahora te vas a poner emocional?
—No tienes ni la más remota idea de lo que ese cabrón es capaz, así que ni te atrevas a decir pendejadas sobre mí
—¡Oigan! Chicos, vamos a calmarnos, estoy segura de que ambos no estan exactamente satisfechos con los contratos que pactaron, pero si se detuvieran a entender al otro, estoy segura de que encontrarían más similitudes entre sí que diferencias—intervino Charlie poniéndose en medio de ambos.
—No tengo nada en común con este saco de pulgas, además no eres nadie para hablar princesita, no sabes lo que es vivir atado a alguien, a un psicópata de mierda—mencionó Angel con algo de resignación—no puedes entenderlo y siquiera haces algo para cambiarlo, si realmente te importáramos, Niffty, pulgoso o yo nos liberarías de nuestras putas ataduras y así podríamos brincar y bailar en este puto juego que te inventaste. No me sorprendería que esa boba de ahí este atada a ti de alguna forma—acusó Angel a Charlie. Vaggie se levantó enojada por el comentario del único inquilino del hotel, sin embargo, fue la misma Charlie quien la detuvo.
—Sus contratos van más allá de mi jurisdicción
—¿En qué sentido, princesita? ¿Papi no te deja?
—Mi abuelo—contestó Charlie—el regalo del libre albedrio, las decisiones que toman en vida o muerte forman parte natural del regalo que se le dio a la humanidad, la libertad de escoger y hacer con sus vidas lo que deseen, pero al mismo tiempo hacerse responsables de lo que esto conlleva. No hay nada que pueda hacer ante una de las leyes más antiguas. Lo siento Angel, me es imposible quitarte ese peso a Husk, Niffty o a ti, por mucho que me gustaría—explicó Charlie, no deseaba ser dura con ninguno, pero debía explicarlo, quizá muchos pecadores aún no se daban cuenta de eso, pero, el libre albedrio había sido un regalo, pero mal utilizado, era la condena de cualquiera.
—¿Y exactamente cómo voy a redimirme si mi alma está atada a la de ese cabrón? —habló con tristeza y fastidio Angel—tienes idea, lo que se siente estar en este jodido lugar, haciendo tus malabares de niña rica, sin saber a ciencia cierta que tu plan si quiera contempla una situación como la mía, estoy atrapado Charlie—Angel se dejó caer sobre la barra, realmente estaba agotado.
Charlie se sintió no solo mal, hasta cierto punto, inclusive se sintió como un fraude, ella tampoco estaba segura de cómo funcionaba la redención, si quiera si era posible algo como eso, tan solo estaba intentando el sueño que alguna vez su padre le había confiado. Quiso darle algún animo a su amigo, pero quizá cualquier cosa que saliera de su poca podía ser tratada como otra forma de llenarle la cabeza de una falsa esperanza a Angel.
—El señor Alastor me contó alguna vez que todo contrato se puede romper, por muy fuerte que sea este—la pequeña Niffty hizo acto de presencia, alertando a más de uno, algunas veces desearían ponerle algún cascabel a esa pequeña para escucharla acercarse.
Charlie miró con curiosidad a la pequeña ciclope, intrigada por sus palabras.
—¿Exactamente a que se refería Alastor cuando te dijo eso?—inquirió la rubia a su pequeña empleada.
—Oh bueno, no creo recordarlo con claridad, pero era el señor Alastor mencionó que una invaluable acción puede otorgar la verdadera libertad—explicó la pequeña pelirroja con una sonrisa.
—¿Y eso exactamente en que nos ayuda? Es tan claro como sangre de rata en una coladera—exclamó Angel.
—Un acto de verdadera libertad…—repitió Charlie.
En otra parte del pentagrama.
Alastor caminaba tranquilamente como de costumbre, alegrándose de que su mera presencia causara tantos gritos y miradas de pánico entre los pecadores. Esa caminata le estaba sentando bien a su humor, quizá tanto como devorarse a un pecador o dos como aperitivo para la cena. Su andar le llevó hasta el local de una de sus más queridas y antiguas amigas, Rosie. Para su deleite y como siempre, fue recibido con amabilidad y carisma, algo que según él sobraba en el barrio caníbal, adoraba pasearse por ahí claro, pero sobre todo le gustaba visitar a su querida amiga de banquete. Al abrir la puerta, se alegró de ver a la demonio caníbal tan activa como siempre, con su impecable manera de ser y por supuesto su "voraz" sentido del humor.
—¡Alastor! ¡Alastor! ¡Si mis ojos aún pudieran brillar de emoción te aseguro que en estos momentos serían dos solecitos de verte! ¿Qué te trae a mi humilde local, bribonzuelo? —exclamó una pálida entidad al otro lado del mostrador del local. Una demonio de estatura alta, enfundada en un vestido rojo y sombrero del mismo color con un par de plumas negras de gran tamaño. La sonrisa de la demonio caníbal era ancha, quizá tan ancha como la de Alastor y a diferencia de sus ojos abismalmente negros, su sonrisa demostraba cierto brillo de peligro.
—¡Rosie, querida! ¡Es bueno ver que el negocio está que sangra de lo lindo! —saludó Alastor a su amiga mientras miraba con emoción el cuerpo mutilado de algún espécimen nuevo que había llegado hasta el local de Rosie, este chorreaba de su néctar rojo carmesí por todo el mostrador lo cual no hizo más que abrirle el apetito al demonio ciervo—aunque me atrevería a decir que el verdadero encanto del negocio está en la despampanante sonrisa de su dueña—le alagó el demonio de la radio a su compañera.
—Que bribón tan encantador has resultado ser, Alastor, siempre tan cautivador. Sin embargo, no creas que no he notado tu ausencia estos años, las cenas anuales no son lo mismo sin ti bribonzuelo y aunque me siento excluida de tus planes, también noto que has venido a mí por un favor—se aclaró ella saliendo de su lugar en el área del mostrador para ir junto a su amigo al mismo tiempo que con un ademan dos de sus empleados se encargaban del trabajo—Zestial había comenzado a creer esos chismes sucios de que, tú querido, habías caído en manos divinas. ¡Puras calumnias! Le dije yo y mírate, dándome siempre la razón.
—Tan equivocado no está Zestial, he caído en las "divinas" manos de una joven demonio belle—le contó esté mientras le tendía su brazo para invitarla a dar una vuelta por ahí.
—¡Querido! ¡¿Dices que has caído rendido a los brazos del amor?! Alastor, debes contarme todos los detalles de la chica en cuestión, hazlo sin reparos querido amigo, entre más sepa de ella, mejor sabre de sus gustos en la mesa, de hecho y si me permites, me ofrezco para hacer un banquete en honor a la feliz pareja—una carcajada por parte de Alastor dejó un tanto confundida a su amiga.
—Rosie, Rosie. La chica en cuestión es mi socia, nada de parejas, solo negocios, ya me conoces—se aclaró él.
—Así que una socia ¿eh? —preguntó ella. Su sonrisa no hizo más que ensancharse debido al interés que crecía respecto a la plática—Alastor, perdón que lo diga, pero, tú no eres exactamente un ser al que le guste tener "socios" prefiero el termino… ¿Qué termino sería apropiado? ¿Marionetas? —se carcajeó la demonio —así que dime, ¿Qué hace tan especial a esta mujer? para que mi alegre amigo la consideré una "socia" ¿A caso quieres hincarle el diente? ¿Algo apetecible para el gusto de un voraz comensal? —mencionó ella goteando un poco de sangre de sus blancas encías.
—Querida, Rosie. No haces, sino que se me habrá el apetito admito. Pero en realidad estoy a disposición de su majestad la princesa Charlotte, un negocio entre la pequeña hija de nuestro soberano y señor estrella de la mañana, y tu agradable servidor. Un pequeño escenario para mi entretenimiento, tan simple como eso.
—Debe ser muy simple, tan simple que has venido a pedirme un favor ¿Todo está marchando bien, Alastor? Me llegaron rumores de un apuesto demonio ciervo haciendo acto de presencia en una fiesta llena de elites demoniacas, haciendo de chaperón a la princesa infernal y luego, míranos, charlando horas después mientras pienso "Oh Alastor querido, acaso solo has venido a visitar a esta humilde servidora para cobrarte un favor"—dramatizo la mujer sin perder en ningún momento su sonrisa, pero no por eso sonando menos convincente con su papel.
—No puedo cobrarle nada a tan hermosa dama, todos los actos que he tenido hacia ti, mi humilde amiga, ha sido de genuina amistad, sería de mal gusto que siquiera pensase en hacer algo tan poco caballeroso de mi parte. No, no querida Rosie, vengo para que yo quede en deuda contigo—la pecadora levanto una de sus cejas mostrando cierta confusión y asombro.
—Alastor, no haces sino confundirme, pillo. Aleja tanto jugueteo y dime de una vez que has venido a buscar, buen amigo—declaró Rosie acomodándose mejor en su asiento. No estaba enojada, pero tanto misterio la hacía sentir como que le estaban tomando el pelo.
—Me gustaría contar con tus servicios en el Hazbin Hotel querida amiga—repuso sencillamente el demonio radio ensanchando su sonrisa al notar como las cuencas negras que tenía por ojos Rosie se ensanchaban de la sorpresa.
—¿Acaso has perdido el juicio buen amigo? No es que no me interese acompañarte en una de tus aventuras para variar, pero ya dirijo un negocio y no me va eso de ser ayudante de otros, Alastor—mencionó algo irritada, eso último.
—Nada de eso querida, sólo puedo verte como una igual. Sin embargo, la realidad es que el Hotel necesita una alma sofisticada y refinada para tomar un mejor curso, mi querida demonio belle apenas y comienza a abrir sus alas, necesita de una maestra que le enseñe algunos cuantos trucos para ganarse a los pecadores—explicó Alastor.
Mientras conversaban Alastor chasqueó sus dedos a lo que acto seguido una mesa con té y aperitivos servidos se materializo delante de ambos. Rosie, agradeció el gesto comenzó a servir algo del contenido de la tetera que Alastor había invocado para ambos y con un ademan sirvió a la mesa un plato de lo que parecían ser rebanadas de carne cruda, sin embargo, a diferencia de casi todo lo que llegaba al infierno, esa carne no parecía estar pudriéndose o en descomposición. Ambos comenzaron a degustar las ofrendas que se habían dado.
—Querido, yo diría que tu presencia es más que sofisticada y refinada como para todo el hotel, no veo mi lugar en todo esto—Alastor se carcajeó ante el alago.
—Amiga querida, aunque pueda ser cierto y gracias por notarlo, la realidad es que me veo en una encrucijada personal de la que no puedo hablar abiertamente en estos momentos, algo esta comenzando a ocupar mi tiempo y esfuerzos, no puedo hacer de consejero todo el tiempo para nuestra demonio belle y siendo completamente sincero contigo, no puedo pensar en alguien mejor. Zestial, no podría conectar con Charlie de la forma necesaria para que ella le hiciera caso; Carmilla no tiene el temperamento para instruir a alguien que no sea sus adoradas hijas, además…
—Ninguno de ellos tendría genuino interés en hacer de consejero de la princesa Charlie, sobre todo si no saben todo lo que tu retorcida pero brillante mente planea detrás. Alastor ¿Es acaso que realmente me necesitas tanto como lo haces ver? —preguntó ella, pavoneándose un poco de su posición mientras con una sonrisa para nada disimulada dejaba entrever lo emocionada que estaba.
—Como si fueras otra parte de mí Rosie, como si fueras el aire que respiré en vida, te necesito como nunca podré explicártelo—terminó por declarar el demonio radio. Su intención era conseguir el favor de Rosie a toda costa, después de todo dos cabezas piensan mejor que una y siendo precisamente esas dos cabezas, nada podía salir mal—no tendrías porque cerrar tu negocio, no me gustaría matar de hambre a todo el barrio caníbal después de todo, yo mismo delegaría algunas de mis almas descarriadas para que te ayudasen y así tuvieras el tiempo de pasarte por el hotel.
Rosie sonrío.
—El negocio no me preocupa, soy muy capaz de manejarlo mientras hago de nana de la princesa. Lo que realmente quiero que me digas es que es lo que ganó yo con esto amigo, ya sabes, favor por favor—tras lo dicho, ahora fue Alastor quien sonrió, pero su sonrisa fue antinatural, fue de excitación, de depredación.
—Rosie, dime querida ¿Cuándo fue la ultima vez que devoraste a un Overlord?— mencionó Alastor atrayendo toda la atención de su amiga a él.
La respiración de Rosie se volvió entrecortada, le costaba respirar debido a la emoción que las palabras de Alastor le habían provocado. Se llevó una de sus manos a su pecho intentando que su corazón no se le saliera por muy bobo que el pensamiento le pareciera, mientras que con su otra mano intentó cubrir su boca en un intento de ocultar de Alastor aquella expresión tan bochornosa de ella, una de deseo y hambre. Rosie sintió debajo de sus dedos la salivaba que pedía sangre y sus dientes afilados que reclamaban carne.
—¿Entonces, es un acuerdo mutuo? ¿Querida?
Rosie apenas y se dio cuenta que Alastor se había materializado detrás suyo en forma de sombra, mientras se pegaba más a ella justo a su oído para susurrarle aquellas palabras.
—Eres un bribón, Alastor—dejó escapar ella sin aliento.
Alastor ensancho su sonrisa triunfal. Tenía lo que había ido a buscar. El demonio radio reverenció desde atrás a su compañera, dándole espacio para que pudiera recomponerse, después de todo era un caballero y sabía muy bien que a Rosie le apenaba mostrar ese lado suyo frente a los demás por muy allegados que fueran a ella. Le tendió un pañuelo a su amiga mientras terminaba por expresarle su gratitud, y sin más que decir, Alastor se despidió mientras desaparecía materializándose como una sombra en la habitación e inclusive cuando su presencia parecía haberse ido, su voz aún hizo acto de presencia una última vez antes de apagarse por completo.
—Será un honor trabajar contigo como antaño, querida Rosie.
Mientras los hilos comenzaban a tejerse en las profundidades del pentagrama, el cielo se agitaba en repercusión. Como al estanque que removía una gota.
—¡Los exterminios sufrirán una pausa momentánea! —gritó autoritariamente un ser celestial a otras dos figuras en la sala en la que se encontraban. Sera, un serafín, delegada de las incursiones al infierno y antiguamente parte de la corte celestial que fue encomendada a crear el universo. Ella extendió sus tres pares de alas cubriendo la luz que entraba por detrás de ella ensombreciendo el lugar—Adán, los temas de la existencia no son fáciles incluso para mí o para ti, esas almas que creemos exterminar siguen siendo una creación de padre, por lo que nos corresponde hacernos cargo.
—¿Y que piensas que voy y hago allá abajo? ¿Crees que me voy de picnic al pentagrama? Me hago cargo de mi extirpe descarriada, de los despojos de almas que no lograron su redención, yo si que me estoy haciendo cargo Sera, mientras que tu ríes y bailas con tus partículas de luz celestial por todo el cielo junto a Emily yo soy quien se encarga del trabajo de campo—reclamó Adán, el primer alma humana de la tierra—quizá es mi lado humano el que a llegado a aceptar la posición en la que me encuentro, pero no se me olvida que ellos provienen de mí por tanto es mi deber el hacerme cargo ¿no es así?, además han comenzado a tener ideas peligrosas sobre el dominio infernal ¿Acaso esperaremos a que algún descarriado se le ocurra la brillante idea de atacarnos? ¿Una segunda revuelta de ambas partes? La eternidad es larga, pero me gustaría hacer algo más con ella que librar un conflicto celestial.
—No me estoy retractando de mi encomienda Adán, que te quede claro eso. Sigo creyendo que el camino para exterminar la maldad es este, pero las circunstancias han cambiado y las palabras de la hija de Lucifer ya han llegado a los cielos, la idea de otra oportunidad en la que los pecadores finalmente se rediman.
—Alto, alto, alto. Déjame te refresco la memoria, los humanos solo tenemos una oportunidad ¡Una oportunidad, Sera! Así fue conmigo, así fue con Lilith, Eva, Caín y Abel. Estas almas no son especiales en ninguna forma, las reglas son iguales para todos nosotros, eso me lo dejaron claro cuando Lucifer se inmiscuyo en mi primer matrimonio y me hizo adolecer el segundo—recordó Adán con molestia al antiguo ser que tanto despreciaba—la redención de la que habla la princesita ya pasó y eso no va a cambiar, ya han pasado siglos y todo sigue igual, alguien como ella no podría cambiar en nada las circunstancias—Adán se apartó de Sera—cuando quieras que vuelva a hacerme cargo, ya sabes que estoy disponible para ti, andando Lute, dejemos a su santidad con sus pensamientos—la tercera entidad en la sala salió de su lugar alejada del centro de la plática, la figura femenina se encaminó hasta Adán y tras una reverencia a Sera por parte de Lute, tanto ella como Adán abandonaron el sala de reunión.
—Adán nunca va a cambiar la forma en la que ve las cosas, su lado humano aún le guarda rencor a Luci por lo que le hizo—otro ángel quien aparentemente había ocultado su presencia de todos había hecho acto de presencia ante Sera. Sus alas eran de un gris oscuro, y su cabello de un tono plateado cenizo, este le daba esa aura característica de lo divino, aunque diferente al resto, con su semblante serio y apagado, muy diferente al resto de sus hermanos.
—No ha sido fácil para nadie, todos hemos tomado nuestras decisiones Azrael, incluso tú—le señalo el serafín a su hermano.
—Oh sí, y tu eres la que has sufrido más ¿No es así? Primero desterrando a Luci, alejando a Emily de posiblemente cometer los mismos "errores" que su hermano mayor, mientras al mismo tiempo le ocultas a nuestra pequeña hermana la encomienda que le diste a Adán para exterminar a las almas pecadoras de su descendencia, ¿Se me olvida algo? —Sera lo miró sin emoción, no había palabras después de todo—Quizá estoy siendo muy duro contigo, los ángeles somos menos flexibles con nuestras decisiones, pero cuando tomamos una la seguimos hasta el final, como los guardianes celestiales que somos.
—¿Has venido hasta acá sólo para decirme cosas que ya se, hermano?
Azrael dejó escapar un suspiro de cansancio y algo de incomodidad.
—No hermana, en realidad la idea simplemente se me atravesó. Lo que me trajo hasta aquí hoy es la búsqueda de respuestas—Sera lo miró extrañada—Últimamente el trabajo de trasladar almas me ha mantenido alejado de casa así que seré claro ¿Quién a estado husmeando en mi biblioteca privada? Más importante aún, debo reportar la desaparición de unos cuantos compendios de mi biblioteca—el cuerpo de Sera de estremeció y su cara reflejó la espantosa sensación que le provocó el escuchar aquellas palabras de Azrael.
La situación se estaba saliendo de control.
Luego de su animosa charla con Rosie, Alastor había decidido volver al hotel, claramente la caminata de regreso no fue igual de placentera, la mayoría de las almas en las calles habían sido lo suficientemente inteligentes como para evitar el camino que lo vieron tomar en un principio por lo que no hubo gritos o alaridos de terror, una pena. Por otro lado, ya había tenido de una buena charla por lo que su día no podía haber ido mejor.
Al llegar al hotel, su primera acción fue llamar a Niffty. Tan solo con decir su nombre la hizo aparecer por uno de los ductos de ventilación del hotel, la pequeña iba con un insecto grande en una de sus manos mientras que con la otra jugueteaba con un cuchillo.
—¿A que juegas pequeña? —preguntó Alastor con verdadera intriga.
—Estoy firmando acuerdos de guerra con los insectos, pero se complicaron un poco y hubo que improvisar—se carcajeó tenebrosamente la chica mirando al insecto en sus manos detenidamente mientras le pasaba el cuchillo por diferentes partes de su cuerpo.
—Niffty querida, tu retorcido sentido del humor siempre es un gozo para mí—la felicito Alastor dándole palmaditas suaves en su cabeza—No te demores mucho con los tratados Niffty querida, mañana tendremos visita y el hotel debe verse como una cordial bienvenida para Rosie—la pequeña ciclope se alegró al escuchar aquel nombre corriendo apresuradamente para ir en busca de sus utensilios de limpieza y con la intención de presionar los acuerdos de guerra con los insectos.
Alastor la miró irse juguetonamente, aun corriendo con insecto y cuchillo en mano.
—Es bueno ver que te apareces para variar—Husk se presentó delante de él con botella en mano y su usual cara de poco amigable—las niñas te estuvieron buscando durante un buen rato del día.
—¿Ocurrió algo interesante que deba saber, Husker? —quiso saber Alastor. Una cosa era que Charlie y Vaggie lo abordaran directamente cuando deseaban algo de él, pero hasta donde el recordaba Husker nunca había sido bueno pasando recados o más bien, mostrando cierta atención con sus compañeras.
—Ya sabes como es esto, el tema de Angel con Valentino—simplifico el demonio gato.
—Con que era eso—mencionó Alastor restándole importancia con su tono de voz, mientras le daba la espalda a Husker para dar el tema por zanjado.
—¿No vas a hacer nada al respecto?
—Claro que no, Husker amigo. No gano nada de liberar a Angel Dust de su miseria. Todo lo contrario, perdería parte de mi entretenimiento, ya sabes lo que dicen Husk; entre más dramática la trama más fuerte la carcajada—se burló el demonio radio alejándose del lugar. Sin embargo, Husker le detuvo su andar tomándolo por el brazo. La cabeza de Alastor giro sobre su cuello en un movimiento más allá de lo natural a lo que Husk se intimidó un poco aflojando su agarre, pero sin quitar su mano de él.
—Sabes bien que la niña de papi no piensa igual que tú y su noviecita la va a seguir a donde quiera que vaya ¿Qué vas a hacer cuando te veas envuelto entre Valentino y la niñas debido a Angel Dust? —le preguntó su felino compañero.
—Valentino o cualquiera de los Vees no es nada para mi Husker, me reiría sobre sus fríos y rígidos cuerpos si así lo quisiera, pero me aburriría rápido sin su presencia que me recuerda lo flojos e insignificantes que son con sus acciones. Yo no me preocuparía por Charlotte o inclusive Vagatha, pero ya que te viste reflejado en el joven Dust, puedes hacer con tu tiempo libre lo que te plazca—finalizó Alastor siendo liberado por Husk que lo miraba sin gana.
—Hablas pura basura—bufó el demonio gato yéndose por el otro lado dándole la espalda a Alastor.
Alastor desapareció en forma de sombra moviéndose rápido por todo el hotel hasta dar con la habitación de su socia y la novia de esta. Tocó dos veces para no ser inoportuno y cuando recibió respuesta entró viendo a sus dos colegas en pijama con montones de papeles sobre la cama que compartían. Escaneó un poco a Charlie quien lo miraba con intriga.
—¿Tengo algo en la cara? —preguntó Charlie a Vaggie debido a que no estaba segura porque Alastor la miraba tan fijamente. Vaggie negó, regresando su mirada a Alastor algo irritada pensando que se trataba de una broma tonta del anfitrión del hotel.
—Es bueno ver que no tuvieron problemas con mi ausencia, el hotel sigue en pie y no hay un agujero nuevo que tapar, vamos mejorando—se burló Alastor paseándose de un lado al otro mirando la decoración de la habitación.
—¿Necesitas algo? —preguntó Vaggie algo exasperada.
—Un buen trago y algo de jazz—respondió él de forma relajada—en realidad, venía a informarles de una invitada, estará con nosotros mañana.
Charlie saltó emocionada.
—¿Una nueva inquilina? —preguntó Charlie a lo que Alastor ensancho su sonrisa.
—Dime Charlotte ¿Alguna vez tuviste una tutora?
