Hola lectores!
Un gusto estar de vuelta por aquí con una nueva actualización que promete ser el inicio de un caos irreversible.
Infinitas gracias por todo el amor que recibí en mi ultima publicación de facebook! Sigo con bastantes nauseas y fatiga, pero cada vez mejor.
Mil gracias tambien por sus hermosos reviews:
- Cbt1996: AJAJAJAJ Kagome refregándole en la cara la verdad a Naraku es todo lo que me da años de vida, ha sido bastante entretenido escribirlo. Inuyasha ha admitido no odiarla y eso es un paso gigantesco para alguien como él, sin embargo se vienen malas decisiones en torno a eso, no por nada nuestro prota es brutalmente arrebatado y posesivo... Mil gracias por tu amorcito Cin! Nos leemos pronto!
- Karii Taisho: Nuestro Inuyasha esta cayendo rendido por Kag y la verdad es que me encanta jaja, veamos que tal avanza su relación en este cap, aunque no voy a mentirte, estamos cada vez mas cerca del drama. Un abrazo!
- joiscar: Me encanta eso! Amo que Inuyasha saque ese lado adorable solo con Kag y es lo que mas me encanta destacar. Efectivamente se vienen problemillas bastante pronto, ya sabes como amo el drama. Mil gracias por tu review!
- kcar: Necesitaba escribir ese pequeño pero importante momento de intimidad entre los dos, compartiendo el significado de sus tatuajes, mas que las escenas subidas de tono, ese es justo el momento exacto en el que ambos han bajado la guardia. Espero este cap te guste! Es la antesala de uno intenso
- Marlenis Samudio: Tal cual, la conversación sobre los tatuajes ha sido la parte mas importante de su acercamiento y me alegro de que lo notaras, todo el lemon es una cosa, pero esa conexión unica y confianza lo es toodo!. Me he demorado con este cap, pido perdon jiji. Un abrazo enorme!
- Rosa Taisho: AJAJAJA sobre lo de Kag sentandose en su cara, creeme cuando te digo que Inuyasha tampoco lo ha olvidado. Me alegra mucho leer que disfrutaras el cap amiga mía! Nos leemos pronto!
- naomi-nakuru: Que felicidad leer que lo has disfrutado! Espero este cap te guste tambien, un abrazo enorme naomi!
- Rocio K Echeverria: Lindaaa! Sabes como amo tus comentarios. Inuyasha efectivamente se asusta rápido con los sentimientos, pero por ahora que no se ha dado cuenta de que en verdad no solo no la odia si no que ha comenzado a quererla estamos a salvo jaja, cuando se de cuenta ufff, paciencia. Este cap es la antesala del drama, seguimos con todo! Ya te extrañaba montones!
- Kayla Lynnet: Amiga mia mil gracias por tu comentario! Adoro leer que te gusta lo que escribo. El Inuyasha de este fanfic es medio bruto con respecto a sus sentimientos y creeme cuando te digo que si bien sabe que no la odia, aún no tiene idea de que ha comenzado a quererla. Me gusta tambien escribir el como sólo ella saca ese lado adorable y delicado, sabiendo que en verdad nuestro Inu es un mafioso peligroso, esto me entibia el corazón ajajaj. Espero leerte en una proxima actualización. Un abrazo!
- Carli89: Es que amo escribir de Inu y Kag cuando finalmente dejan entrever aaalgo de sentimientos que se asoman por ahi, va a estar complicado que sean full adorables y melosos por el momento, pero vamos pasito a pasito y eso lo hace aun mas epico. Todas deseamos muy en el fondo de nuestro corazoncito a un Inuyasha posesivo y sobreprotector, asique creeme, te entiendo ajajja. Mil gracias!
- Ladyahomehigurashi: lindaaa muchas gracias! He estado mejor con mis sintomas desagradables, por eso he aprovechado de publicar apenas pude! Feliz de que disfrutes mi historia, Inuyasha y Kagome son fuego por donde se les mire ajajaj, nos leemos pronto!
- Megoka: mi deseo mas profundo era que Inu y Sessh se llevaran bien al final del anime :c y si bien se cumplio a medias nunca fue suficiente para mi corazoncito ajajja por eso en general me gusta plasmar esta clase de relación entre ellos, dónde siguen teniendo pequeñas discusiones y Sesshomaru sigue intentando ser quien manda, pero donde el amor fraterno va por sobre todo. Inu y Kag estan apenas comenzando!
- Angela Inukag: Sesshomaru es el hermano sobreprotector y poco arrebatado que debe poner en su lugar a su hermano menor :c, sabiendo que en verdad Inuyasha es todo lo contrario y que puede traerle problemas a su familia, ya verás de lo que hablo con este cap... ajajaj Falta aun para que Kag conozca a Touga e Izayoi! Pero estoy ansiosa por ello! Mil gracias por leerme!
El cliffhanger de este cap esta bastante intenso asique pondré todo de mi parte para actualizar pronto, lo prometo.
Ya somos casi 2.000 en la pagina de facebook! Agradecida de su cariño y apoyo!
Un abrazo virtual.
Frani
Capítulo 11.- Decisiones arrebatadas.
'
Inuyasha
A la mañana siguiente desperté desorientado. Entreabrí mis ojos intentando acomodarlos poco a poco a la luz y cuando intenté incorporarme sentí un peso sobre mi lado izquierdo. Kagome Russo dormía plácidamente a mi lado, abrazada a mi brazo como si su vida dependiera de ello y con su cabello largo y ondulado repartido sobre la almohada. Su piel blanca destacaba en contraste con las sábanas oscuras y su respiración acompasada me hizo pensar por un instante que incluso si ya no sentía mi brazo, podía perderlo y vivir sólo con uno, valía la pena si eso permitía que ella siguiera durmiendo así de tranquila.
Sus bonitos bucles azabache fueron tentación perfecta para mis dedos, los que se enredaron entre ellos con delicadeza, admirando cada onda desordenada sobre su rostro. Estuve en ello por unos minutos o tal vez horas, encantado con la sensación agradable de tranquilidad que su presencia me hacía sentir.
De pronto su cuerpo se estiró lentamente bajo las sábanas, recordándome al instante la gracia felina que la caracterizaba en cada uno de sus movimientos. Sus ojos chocolate se entreabrieron poco a poco y al lograr enfocarme me sonrió, para luego dejar caer sus párpados otra vez.
– ¿Llevas mucho tiempo despierto? - Preguntó somnolienta en voz baja.
– Un rato. - Respondí escueto. No era necesario caer en detalles banales, "un rato" podían ser un par de minutos o un par de horas, a nadie le importaba demasiado.
– ¿Y no me despertaste?
– Lucías muy tranquila mientras dormías, no quise interrumpir eso. - Bostezó de forma adorable mientras volvía a acomodarse.
– La verdad es que no dormía tan bien desde hace mucho, mucho tiempo.
Apenas unos segundos después sus ojos se abrieron de golpe y se sentó en la cama, cubriendo su torso con las sábanas.
– ¡Tengo que volver a casa! ¿Qué hora es?
Puse los ojos en blanco y la sujeté por la cintura cuando hizo el amague de salir de la cama, girando sobre mi eje para dejarla bajo mi cuerpo. La besé con hambre y fui correspondido de inmediato, con el toque tímido de su lengua sobre la mía justo antes de morder suavemente su labio inferior para separarme.
– ¿Vas a irte sin desayunar otra vez? - Pregunté mientras bajaba mi rostro a su cuello. - La primera vez es perdonable, la segunda me lo tomaré brutalmente personal.
Jugueteé con mis garras sobre su abdomen plano y sentí su jadeo cerca de mi oído, arrancándome una sonrisa al instante.
– ¿Qué hora es? - Volvió a preguntar.
Miré el reloj adosado a mi muñeca izquierda.
– Cerca de las ocho de la mañana.
Movió su rostro para mirarme fijo, mientras sus manos se posaban en mis mejillas.
– Te lo tomarías brutalmente personal…
– Brutalmente. - Repetí y ella sonrió.
– Si me quedo a desayunar y luego me voy. ¿Te parece justo?
– Hmm… Me conformo.
Me sonrió nerviosa e intentó zafar sin éxito. Bajé mi rostro hasta el suyo para atrapar su boca una vez más, deseoso de continuar en ello por el resto del día. Sentí sus manos suaves acariciar mi rostro, correspondiendo a mi caricia a la vez que una de mis piernas rozaba su centro con toda intención y la abrazaba por la cintura con uno de mis brazos. De inmediato cortó el beso, pegando su frente a la mía mientras intentaba recuperar el aliento.
– Inuyasha… - Exclamó con dificultad.
– ¿Hmm?
– De verdad necesito comer algo… Comestible.
Sonreí y la solté, consciente de que quedarnos en la cama y seguir con nuestro juego significaba que no quedaría tiempo para desayunar. Me levanté y le entregué su bata, con la que se cubrió rápidamente en un intento de ocultar su cuerpo de mi vista.
– ¿Te gusta el huevo con tocino? - Pregunté mientras caminaba a la cocina.
– ¡Me encanta! - Gritó.
Me concentré todo lo que pude en el aceite hirviendo sobre el sartén y no en el exquisito aroma que su cuerpo expelía a unos cuantos metros de mí, mientras se sentaba en la encimera, moviendo sus piernas como una niña pequeña.
– ¿Te gusta cocinar? - Preguntó.
– A veces, depende de mi estado de ánimo.
– ¿Y cómo está tu ánimo ahora? - Sonreí.
Feliz.
– Neutral. - Respondí mientras revolvía el huevo a medio cocer.
Sentí sus pasos acercarse, sentí el aire cambiar de dirección y sin embargo no me sentí en ningún momento bajo amenaza, por el contrario permanecí allí, fingiendo demencia hasta que sentí sus brazos pasar por sobre mi pecho y abrazarme por la espalda, provocando una primera reacción tensa e instintiva.
Ese era el primer abrazo que recibía de Kagome Russo y si bien mi mente me gritaba que yo jamás dejaba a nadie acercarse tanto, por primera vez me obligué a bajar la guardia y disfrutar la sensación.
– Gracias. - Susurró a mis espaldas.
Apagué el fuego y me giré para verla de frente, sujetándola por la cintura para mantenerle cerca.
– ¿Por?
– Hacerme sentir que tomo mis propias decisiones.
Se estiró de puntillas y me atrajo hacia ella tomando el par de mechones que enmarcaban mi rostro, pegando su boca a la mía en un beso corto y delicioso que me revolvió el estómago de una manera agradable. Al separarnos me sonrió y si bien tuve impulsos de abrazarla, me limité a acariciar su mejilla derecha con el dorso de mi mano.
– ¿Y si te quedas el resto del día? - Pregunté.
– Ambos sabemos que no es una opción. - Respondió recargando su rostro en mi mano. - Alguien tiene que responder por tu ataque de anoche, ni siquiera sé si Bankotsu está vivo, de hecho, mi padre debe estar hecho una furia.
Suspiré y asentí.
– Escucha, Kag...
El ruido del ascensor al abrirse me hizo levantar la mirada. Tuve pocos segundos para actuar, sin embargo me alejé de su cuerpo como si quemara y me giré hacia la comida recién preparada, dándole la espalda.
'
Kagome
Me giré hacia el ascensor esperando ver a Sesshomaru, sin embargo fruncí mi ceño cuando quien apareció fue la chica menuda de cabello castaño, demasiado concentrada en la pantalla de su celular para siquiera notar mi presencia.
– ¡Adivina quién trajo waffles para desayunar! Fui a la cafetería de la esquina y asumí que tendrías resaca luego de la fiesta, asi q…. - Sip, pude notar el odio cuando levantó su mirada hacia mí. - Vaya, no sabía que tenías visita.
Me recargué en la pared más cercana y miré a Inuyasha una última vez. Su rostro había perdido toda calidez y se cruzaba de brazos
– Buenos días Sango. - Exclamó Inuyasha. - Justo estábamos por desayunar. - Exclamó en modo sugerente, mirándome al pronunciar la última palabra. - ¿Te sumas?
Sango me miró fijo, mientras yo me cruzaba de brazos y me negaba rotundamente a bajar la mirada, sabiendo que ese era un duelo silencioso que no podía perder.
– ¿Qué haces aquí? - Preguntó.
– Desayunando, ¿Y tú? - Respondí.
– Me refiero a qué haces aquí tan temprano, con una bata como única vestimenta.
– ¿Necesitas que responda eso?
Caminó hacia la encimera y dejó la bolsa de papel repleta de waffles sobre ella. Se sentó frente a los dos y apoyó su rostro en sus palmas para luego sonreírme.
– ¿Tu padre sabe que estás aquí? - Preguntó.
– Sango… - Inuyasha la miró de forma reprobatoria. - Si te quedas a compartir espero un mínimo de madurez de tu parte. - Ella lo miró y guardó silencio. - Kagome… - Levanté mi mirada hacia él. - ¿Té o café?
– Café. - Respondí y él me miró extrañado, como si esperara una respuesta diferente. - Necesito despertar un poco.
– Entonces ya no eres "Russo", ahora eres "Kagome". - Exclamó Sango y yo me encogí de hombros mientras me sentaba frente a ella.
– Siempre he sido ambas, ¿Hay alguna diferencia?
– No lo sé, ¿Hay alguna diferencia, Inuyasha? - Preguntó a su mejor amigo y este la ignoró mientras servía el agua hirviendo.
– ¿Quieres tostadas o waffles? - Me preguntó Inuyasha.
– Tostadas. - Después de todo siempre había sido más de cosas saladas para el desayuno y el huevo con tocino olía delicioso.
Se sentó tranquilamente a mi lado, revolviendo su café en silencio mientras Sango me asesinaba con la mirada.
– ¿Puedes dejar de mirarme mientras como? - Pregunté. - Si me detestas tanto lo mejor que podrías hacer es ignorarme.
– Yo hago lo que quiero.
– No si eso me influye y actualmente me estás molestando. - Exclamé. - No tengo tanta paciencia como crees.
– ¿Y qué vas a hacer, dispararme de nuevo? - Sonreí.
– Es una opción.
– No tienes armas bajo esa bata. - Musitó molesta.
– ¿Estás segura de eso?
Inuyasha suspiró a mi lado y entonces decidí ignorarla y seguir comiendo, sólo por no arruinar su desayuno, sin embargo Sango insistió.
– Asi que… te estás cogiendo al heredero del clan enemigo. - Exclamó la chica justo antes de dar una mascada a su waffle. - ¿Demostración de rebeldía o es que Inuyasha realmente te llama la atención?
Sonreí.
– No te equivoques con las preguntas Sango, tu y yo no somos amigas.
– Es sólo una pregunta.
– Ni siquiera sabes si cogimos.
– Llevas una bata de él…
– ¿Y? El vestido formal era sumamente incómodo.
– Entonces… ¿Me dices que pasaste la noche aquí y que absolutamente nada pasó entre los dos?
El ruido del tazón de café al ser puesto de golpe en la mesa nos sobresaltó a ambas.
– ¿Podemos dejar de hablar de esto? - Interrumpió Inuyasha. - Realmente es bastante molesto estar en medio de una discusión sin sentido entre dos mujeres que no saben perder y que ignoran a propósito mi presencia aquí, si cogimos o no no parece tener tanta relevancia para mi, ¿para ti si? - Me preguntó.
– En lo absoluto.
– Entonces… ¿Pueden llevarse bien por 30 minutos? - Ambas lo miramos en silencio. - Perfecto, gracias.
Y así el desayuno terminó siendo un fastidio para los tres, de hecho, Inuyasha no volvió a dirigirme la palabra ni tampoco la mirada. Recogió mi taza incluso antes de que pudiera terminarla por completo y luego desapareció en su habitación. Lo único que me dio indicios de que estaba tomando una ducha fue el ruido del agua al abrir la llave.
– No tengo intenciones de discutir contigo cada vez que nos veamos, Sango. - Exclamé cuando el silencio se hizo brutalmente incómodo. - No te conozco en lo absoluto y tú tampoco a mí.
– ¿Qué te hace pensar que nos seguiremos viendo? Inuyasha, Sesshomaru y yo volveremos a Japón en algunos días.
Asentí y me puse de pie. Algo en esa afirmación me deprimía un poco.
– Es cierto, olvídalo, no sé por qué me esfuerzo.
Caminé hacia la habitación, vi la puerta entreabierta del baño y entré para buscar mi vestido y mis zapatos, abandonados allí desde la noche anterior.
– ¿Ya te vas? - La voz ronca de Inuyasha desde la ducha me petrificó en mi lugar.
– Sip.
El ruido del agua se apagó y permanecí allí, dándole la espalda y sin atreverme a mirarlo.
– Puedo acompañarte…
– Es una pésima idea, ¿cómo no se me ocurrió antes? - Me hizo girar tomándome por la cintura y me arrepentí en ese mismo momento de mi bocota sarcástica.
Su cabello estilaba, sus manos aún húmedas se sintieron tibias sobre la bata y me esforcé por no bajar la mirada de su barbilla, sabiendo que incluso si llevaba una toalla amarrada a la cintura, mis hormonas no serían capaces de soportarlo.
– ¿Cuando vuelvo a verte? - Musitó.
– ¿Quieres volver a verme? - Sonrió.
– Tal vez.
– Déjame ver el caos que me está esperando en casa, luego de eso hablamos.
Bajó su estatura para besarme, sin embargo escuché los tacones de Sango a la distancia y me alejé de golpe, apoyando mis manos sobre su pecho.
– Me cae mal tu mejor amiga. - Susurré y él sonrió.
– A mi igual a veces. Es una buena persona… Sólo un poco desconfiada. - Asentí. - La verdad es que se parecen bastante, ahora que lo pienso.
Me acerqué a la puerta y me apoyé en ella para cerrarla. Deshice el nudo que sujetaba la bata en su lugar y la dejé caer por mis hombros, ejerciendo cada movimiento bajo su mirada atenta. Mi corazón latió con rapidez, traicionando mi intento de lucir mi desnudez en confianza. Subí la tela de mi vestido por mis piernas y acomodé los tirantes sobre mis hombros.
– ¿Me ayudas con el cierre? - Pregunté y él me sonrió.
Se acercó poco a poco hasta tomar mi cintura bajo sus manos dominantes, me hizo girar en un solo movimiento rápido y por un instante, sentirme atrapada allí entre la puerta y su cuerpo envió un pequeño escalofrío agradable por mi espalda, terminando justo entre mis piernas. Sus dedos delicados sujetaron el pequeño cierre y lo subieron con lentitud, preocupándose en todo momento de no dañar mi piel en el acto.
Al terminar tomó mi cabello en un manojo y me atrajo hacia él, pasando una de sus manos por mi estómago y escondiendo su rostro en mi cuello.
– Si Sango no estuviera aquí… - Susurró contra mi piel y yo apreté mis puños intentando controlarme, mientras subía lentamente hasta apretar mis pechos en sus palmas.
– ¿Qué pasaría si ella no estuviera aquí? - Susurré, a la vez que sentía sus besos cortos y húmedos sobre mi yugular.
Sus colmillos rozaron suavemente mi piel, atrapó mi mentón con delicadeza entre sus dedos y me hizo girar para rozar sus labios con los míos, justo antes de soltarme de golpe.
– Supongo que jamás lo sabremos. - Exclamó y me sonrió travieso. - Te he pedido un taxi, debe estar por llegar. - Asentí y me agaché levemente para ajustar mis tacones y sus correas a mis tobillos. - Escríbeme cuando llegues.
– ¿Y si no quiero? - Contesté intentando ganar al menos esa batalla orgullosa.
Se encogió de hombros.
– Lo harás de todos modos.
Fruncí el ceño. Parte de mi deliraba con esa actitud dominante que predominaba en su carácter… La otra parte, la más rebelde, intentaba resistirse a ello.
Abrí la puerta y salí de allí sin mirar atrás, ni siquiera cuando Sango resopló al verme salir de la habitación.
'
Al bajarme del taxi frente a la mansión caminé con la frente en alto por el jardín y subí uno a uno los escalones de la entrada, intentando demostrar valentía, aún cuando un escalofrío recorría mi espalda por el miedo. Abrí la puerta y encontré a la servidumbre uniformada y aún ordenando, colocando los muebles del salón uno a uno en su lugar.
Mi padre apareció bajando las escaleras, lentamente, sabiendo que estando en su dominio ni siquiera tenía que correr para alcanzarme.
– A mi oficina, ahora. - Exclamó dándome la espalda.
– Voy a cambiarme de rop…
– Ahora. - Insistió.
Suspiré y asentí, siguiéndole de cerca.
Yo misma cerré las puertas al entrar, para luego sentarme frente a él en su escritorio. El silencio se tornó incómodo por unos segundos, hasta que finalmente volvió a hablar.
– Tu prometido fue encontrado anoche en nuestro jardín, completamente inconsciente y golpeado, no recuerda nada de lo que sucedió, así de graves fueron sus lesiones. ¿Asumo que tienes información para mí?
– ¿No tienes grabaciones?
– Sucedió en un punto ciego. - Bien, podía usar eso a mi favor.
– Yo lo golpeé. - Una de sus cejas se arqueó. - Estuvo intentando abusar de mi a vista y paciencia tuya durante toda la noche y no fuiste capaz de defenderme, tuve que hacerlo yo misma.
– Tu lo golpeaste…
– ¿Dudas de mis capacidades? - Me sonrió.
– Jamás lo haría. - Se puso de pie y caminó a uno de los ventanales. - El problema es que no se si aún no ha quedado lo suficientemente claro, pero él será tu dueño absoluto en un par de meses cuando se casen, y eso significa que puede hacer lo que se le de la jodida gana contigo.
– Ajá, cuando estemos casados, mientras eso no suceda no voy a dejar que me ponga una mano encima. ¿Qué pasa si deja de ser mi prometido? ¿Vas a informarle al próximo que ya no soy pura y casta?
Me miró serio, parado de pie justo a mi lado.
– ¿Dónde estuviste anoche?
– Donde una amiga. - Una carcajada salió espontánea de sus labios.
– ¿Amiga? Tu no tienes amigas. - Fruncí mis labios.
– ¿Por qué adelantaste el compromiso? - Contrapregunté.
– No me has dejado opción, ha sido difícil lidiar contigo los últimos días.
– ¿Porque he exigido tu respeto?
Golpeó la mesa con sus puños, sobresaltándome en el acto.
– ¡Porque has intentado herirme con cada una de tus palabras! ¡Tú, mi propia sangre! - Gritó. - ¡Anoche me has mentido en la cara, con toda intención de hacerme daño, fingiendo que tu y el menor de los Taisho tienen algo! ¿No he sido lo suficientemente bueno contigo? ¡Te he entregado todo y más! Y aún así dudas de mi y me acusas de asesinar a tu madre, ¿Tienes idea de cuánto la amaba?
– Anoche dijiste que…
– Anoche estaba molesto. - Fruncí mi ceño, incrédula.
– Estuviste a segundos de matarme a mí…
– Y me arrepiento profundamente.
Tan acostumbrada estaba a ser golpeada que me encogí cuando estiró su mano hacia mi cabello y mi corazón latió rápidamente, listo por si tenía que huir.
– Eres la razón de mi existencia Kagome, no hay nada en el mundo que me importe más que tú. - Peinó mis bucles con cuidado, aunque aún demasiado brusco si lo comparaba con el toque de alguien más. - … Y busco lo mejor para ti, quiero que tengas un esposo que te ame y te respete…
– Ja, has escogido pésimo. - Su mano apretó mi cabello con fuerza, obligándome a mirarlo. - Suéltame. - Ordené.
– La familia Lombardo es la clase de familia que necesitamos como aliados.
– Entonces esto no es por mi bienestar, sino por tu conveniencia. - Tiré de mi cabello hasta soltarme, sintiendo el ardor en las raíces con aquellos bucles que fueron arrancados por sus manos.
– Sono stanco, Kag (Estoy cansado, Kag) - Se alejó de mí sacudiendo los restos de mi cabello de sus manos y volvió a su asiento. - Debo viajar a Nápoles hoy en la noche por una reunión de negocios, debo también remediar las consecuencias de tus errores con la familia Lombardo. Volveré mañana por la tarde y espero de corazón que podamos hablar en mejores términos.
Fruncí mis labios.
– No voy a casarme con Bankotsu, ese es el punto final de esta discusión. - Exclamé antes de ponerme de pie y salir de su oficina.
Subí rápidamente hasta mi habitación en el segundo piso. Ahí me di una ducha y busqué ropa limpia justo antes de caminar hacia la habitación de Kouga, aún un poco sorprendida al no ser recibida por él al llegar y di un par de toques en su puerta.
– ¿Wolf? - Nada, no obtuve respuesta.
Estaba dispuesta a tocar una vez más, sin embargo la puerta se abrió, dejándome ver a quien buscaba, con su cabello desordenado y ojos entrecerrados.
– Buenos días cariño, ¿Todo bien? Luces destrozado. - Me sonrió.
– Lo siento, me acosté muy tarde anoche. - Dio un bostezo y restregó sus ojos.
– ¿Me acompañas hoy? Tengo algunos asuntos que resolver. - Asintió.
– Dame 10 minutos.
– Perfecto. - Y me cerró la puerta en la cara.
Fruncí mi ceño, eso no era algo habitual en él.
Solo por curiosidad permanecí apoyada en la pared, esperando a que saliera. Grande fue mi sorpresa cuando quien abrió la puerta nuevamente fue mi odiosa prima Ayame, con sus tacones en las manos y su vestido a medio cerrar.
– Vaya vaya… - Exclamé sobresaltándola. - ¿Taisho no cayó en tus redes, prima?
– ¡Kag! Buenos días. - Sonreí.
– Al parecer agotaste las energías de mi guardaespaldas... - El aludido apareció tras la puerta, mirándome como ojos de perro asustado. - Di que dormiste en mi habitación, o vas a traerle problemas.
Ayame asintió y yo volví a mirar a Kouga.
– Tienes cinco minutos para alistarte. - Exclamé antes de dar la vuelta y bajar las escaleras.
Lo esperé en mi auto, sentada en el asiento de copiloto.
Inuyasha Taisho (10:50 AM): ¿Llegaste bien? ¿Estás bien?
Sonreí. Sin embargo no contesté. Iba a jugar un rato con su paciencia.
Inuyasha Taisho (10:51 AM): ¿Nos vemos hoy?
Guardé el teléfono entre mis piernas, sin embargo vibró apenas unos minutos después.
Inuyasha Taisho (10:55 AM): No es gracioso hacerse de rogar.
Me reí y entonces la puerta de copiloto se abrió, obligándome a guardar la compostura. Kouga se sentó a mi lado, con el cabello aún mojado y suelto, dejando una estela de perfume que invadió el espacio cerrado del auto.
– Kag, lo sient…
– No necesitas pedirme perdón. - Interrumpí.
– ¿Ah no? - Sonreí.
– No, sólo preocúpate de cumplir con tu trabajo a la hora que corresponde, el resto me da igual.
Guardó silencio y asintió.
– ¿Dónde vamos? - Preguntó mientras yo tecleaba sobre la pantalla de mi celular.
Kagome Russo (10:57 AM): Te enviaré las coordenadas del lugar.
Kirito Usumake (10:58 AM): Estaré esperando allí.
– Quiero ver a un amigo.
– ¿Qué clase de amigo?
– Ya verás…
'
Inuyasha
Me dediqué a cambiar las sábanas y ordenar la habitación hasta que sentí una presencia molesta mirándome desde el marco de la puerta.
– ¿Sigues aquí? Eres mi mejor amiga y te adoro, pero hoy particularmente estás colmando un poco mi paciencia. - Sango frunció el ceño antes de volver a hablar.
– ¿Si te acostaste con ella, no? - Me giré a mirarla sin responder. - No lo entiendo, ¿Es parte de tu plan?
– ¿Mi plan?
– Aún quieres destruirla, ¿no?
Sonreí. ¿Aún quería eso?
– ¿Dudas de mi? - Suspiró.
– Sólo me asusté un poco al verlos juntos, no pensé que lo lograrías, en nuestra última conversación dijiste que no era tan sencillo ganarse su confianza.
– Sobreestimé su inteligencia, supongo. - Parte de mi sabía que era incorrecto hablar así de ella, parte de mí se sentía horriblemente culpable. - Ninguna palabra de esto a mi hermano, ¿Vale?
– Vale. - Al obtener finalmente las respuestas que buscaba dio media vuelta para desaparecer
– Por cierto… - Sus pasos se detuvieron. - No vuelvas a aparecer en mi departamento sin avisar, ya habíamos hablado de esto ¿no? - Asintió. - …No creo que sea necesario volver a repetirlo.
Me miró fijamente por unos segundos, justo antes de que mi hermano apareciera también en el marco de la puerta.
– ¿He enviado invitaciones para una reunión y no me he enterado? - Pregunté sarcástico.
– Necesito hablar con mi hermano a solas, Sango. - Exclamó, ignorándome.
Sango asintió y se acercó hasta mí para depositar un beso en mi mejilla antes de salir. Cuando el silencio volvió a reinar miré a Sesshomaru mientras me cruzaba de brazos.
– ¿Qué sucede ahora?
– Bankotsu Lombardo, triturado a golpes en el jardín de la mansión Russo, ¿Te suena?
– En lo absoluto. - Respondí.
– Entiendo que es un imbécil desagradable, pero no golpeas a la gente sólo por eso.
– Dijo algo que me molestó, es todo. Ni siquiera lo he matado, solo necesitaba callarlo por un momento.
Miró a su alrededor.
– ¿Y Kagome?
– ¿Por qué estaría aquí, en mi habitación, la heredera Russo? - Me miró con una expresión neutra.
– No soy estúpido, Inuyasha. - Sonreí y suspiré mientras estiraba el edredón sobre el colchón.
– Se fue temprano. - Sus ojos dorados me juzgaron. - Estoy un poco harto de tu actitud de mierda, ¿Sabes? Todo el tiempo juzgando a los demás… ¿No te agota un poco?
– Quiero lo mejor para nuestra familia y tus decisiones infantiles no lo son.
– Es una pena. - Exclamé sarcástico.
– ¿Cuál es el plan con Russo?
– ¿Vives tu vida en torno a planes? Quizá sólo me la he cogido porque tenía ganas, no tengo intenciones de casarme o fugarme con ella, ni ella tampoco conmigo, relájate un poco.
– ¿Le dirás eso a Naraku Russo cuando descubra lo que has hecho con su hija?
– Tal vez, sería divertido ver su reacción.
– Tienes una prometida esperando en Japón.
– Y estoy a 10.000 km de distancia por el momento, ¿No puedo buscar diversión sin que lo arruines?
Guardó silencio por unos segundos antes de volver a hablar.
– Kagome es un problema, hermano, eso es lo único que voy a advertirte. Bellísimo problema, pero problema de todas formas. Su padre ha intentado matarla hace menos de 48 horas por no llegar a casa, ¿Estás dispuesto a arriesgar la vida de alguien más por tus impulsos?
Mi sonrisa burlesca desapareció al instante con esa última revelación.
– ¿Cómo que intentó matarla?
– ¿No te lo ha dicho? - Nop, no lo había mencionado. - Naraku sospecha de ustedes y no tengo tiempo para detenerme a pensar si te salvo a ti o a ella.
Un sentimiento de angustia se alojó en mi pecho, después de todo la chica no había contestado mis mensajes recientes y era de Naraku de quien estábamos hablando.
– No necesito ser salvado. - Exclamé antes de buscar mi abrigo negro en el closet. - Grábate eso en la cabeza.
– ¿A dónde vas?
– Déjame en paz. - Respondí antes de salir.
'
Kagome
– Kouga… - Musité y él me miró con atención. - No quiero preguntas durante esta reunión, sólo acata mis órdenes en el momento indicado.
Mi guardaespaldas sólo se limitó a asentir.
Me bajé del auto cuando nos detuvimos frente a una cafetería pequeña a las afueras de la ciudad. Al cruzar la puerta de vidrio miré a cada mesa buscando a Kirito, quien me sonrió al cruzar miradas.
– ¿Los Taisho no eran suficiente protección para un diamante tan valioso como tú? - Preguntó mirándome y luego a Kouga.
– Kouga este es Kirito Usumake, el amigo del que te hablaba. - Respondí. - Kouga Wolf es mi guardaespaldas.
– Comprendo. ¿He escuchado esta mañana rumores sobre un compromiso recientemente anunciado? - Sonreí.
El tipo debía tener un informante bastante bueno rondando a mi familia todo el tiempo y eso en particular acababa de romper un poco de mi confianza.
– Tristes noticias… pero ciertas, ahórrate las felicitaciones por el momento y muéstrame lo que te he pedido.
Asintió y me extendió una carpeta negra sobre la mesa. Al abrirla un montón de documentos ordenados por fecha captaron toda mi atención.
Cuando Kirito había asegurado haber pasado su vida investigando a mi padre no había exagerado en lo absoluto. Todos sus negocios, tanto los legales como los ilegales estaban allí, con fecha y personas involucradas, negocios que muchas veces yo misma había orquestado a petición de mi progenitor, convirtiéndome en una cómplice que tarde o temprano también iría a la cárcel si es que alguien de la ley decidía velar por la vocación y las buenas costumbres y no por las millonarias sumas de dinero que mi padre utilizaba para mantenerlos de su lado.
– La policía no va a ayudarte… - Exclamó.
– Lo sé.
– ¿Y entonces para qué me has solicitado la información?
– Para saber que tan bueno eres investigando y cuánta información manejas sobre los Russo. - Exclamé sin mirarle, aún demasiado intrigada en las páginas. - Sólo me queda preguntarte algo… ¿Fuiste tú quien robó los archivos confidenciales de mi familia?
– Define qué archivos.
– ¿Fuiste tú quien me hizo creer que Inuyasha Taisho era quien los había robado? - La confusión reflejada en su rostro sólo aumentó. - Vendría perfecto para tu plan, considerando que eso reviviría las rencillas entre ambas familias, obteniendo quizás tu deseada venganza sin involucrarte demasiado.
– No tengo idea de lo que estás hablando. - Me miró fijamente y me concentré en leer su lenguaje corporal. No parecía estar mintiendo, sin embargo mi naturaleza desconfiada me hizo seguir mis instintos.
Esa pequeña e inofensiva reunión tenía un final distinto en mi mente, sin embargo ahora mismo Kirito Usumake parecía una bomba que podía estallar en mi cara tarde o temprano.
– Kouga… - No tuve que decir nada más, al segundo siguiente mi guardaespaldas tenía una pistola apuntando directo a la entrepierna de Kirito, justo por debajo de la mesa. - ¿Nos acompañas, Kirito? - Pregunté sonriéndole y él sólo frunció los labios.
Dejé un billete sobre la mesa para pagar la cuenta, tomé la carpeta entre mis manos y me puse de pie, siendo seguida por Kouga y mi nuevo rehén, saliendo de la cafetería como si todos fuéramos grandes amigos de toda la vida.
Me subí al asiento de copiloto mientras Kirito se sentaba en los asientos traseros y yo lo apuntaba con un arma el resto del camino.
– ¿Este siempre fue el plan? ¿Asesinar al único que sabe la verdad sobre tu madre?
– Corrijo: No sabes la verdad, simplemente haces juicios de valor en torno a suposiciones.
– Yo no robé tus jodidos archivos.
– Y yo no confío en tí… Pero no te lo tomes personal, en realidad no confío en nadie.
Kouga manejó hasta llegar a un bosque alejado con un acantilado. Apunté mi arma a la cabeza de Kirito y lo obligué a permanecer de rodillas.
– ¿Quién es tu informante?
– Trabajo solo.
Apunté y disparé a su muslo derecho, regocijándome en el dolor de sus gritos.
– Quien. Es. Tu. Informante. - Repetí.
– ¡No voy a decírtelo! - Di una patada a sus espaldas, haciéndole caer de cara a la tierra, a la vez que uno de mis tacones presionaba justo donde estaba su reciente herida de bala.
– Sabes cual es el problema Kirito… - Lo hice girar en el suelo. - No me gusta tener gente vigilándome cuando yo no he dado mi consentimiento. - Hundí el tacón aguja en el agujero en su muslo y él bramó de dolor. - No me gusta sentirme observada.
– ¡¿No querías destruir a tu padre?! - Asentí.
– Voy a hacerlo por mi cuenta eventualmente… Y tener a alguien como tú revoloteando donde no corresponde es un problema.
Apunté hacia su frente mirándolo fijamente y de pronto el sonido de mi celular me distrajo. Contesté sin mirar.
– ¿Estás en tu casa? - La voz ronca y particular del menor de los Taisho provocó un latido errático de mi corazón.
– Nop. - Respondí cortante.
– ¿Dónde estás?
– Ocupada.
– ¿Puede que hayas olvidado mencionar en nuestras conversaciones que tu padre había intentado matarte?
– ¡Eres una escoria igual que tu padre! - Gritó Kirito, probablemente en un intento desesperado de que alguien, quien fuera que estuviera en la llamada, lo ayudara.
– No me pareció relevante, no es algo nuevo. Escucha, de verdad estoy ocupada ahora, ¿Puedo pasar por tu departamento mas tarde?
– ¿A quién estás torturando?
– Inuyasha… - De verdad no tenía tiempo para una conversación.
Pasaron apenas unos segundos antes de su respuesta.
– Mi departamento parece estar siempre lleno de visitas de mierda… Juntémonos en otro lugar, te envío la dirección en unos minutos, voy entrando a un lugar complicado.
– Perfecto. - Y corté.
Di una última mirada a mi víctima antes de quitar el celular que llevaba en sus bolsillos, estaba bloqueado, pero tenía mis métodos para entrar y averiguar lo que necesitaba.
– Muchas gracias por tu ayuda, Usumake, no estarás vivo para disfrutarla, pero tendrás tu venganza tarde o temprano. Es una promesa.
Di un disparo entre sus oscuras cejas y cerré los ojos antes de inhalar profundamente, esperando sentir algún atisbo de culpa, sin embargo nada apareció.
Probablemente si era una escoria después de todo.
Inuyasha Taisho (13:50 PM): Hotel Palazzo Parigi a las 10
Kagome Russo (13:50 PM): Anotado.
'
Inuyasha
Bloqueé el teléfono luego de enviar la dirección y levanté la vista, encontrándome con unos ojos rojizos que me escudriñaron en cada movimiento.
– Lamento eso, tenía una reunión por agendar. - Me excusé.
– La verdad es que mentiría si dijera que tu visita no es una sorpresa. - Naraku me sonrió. - Sin embargo es un mal momento, tengo un viaje programado.
– Será bastante corto, ¿podemos hablar en tu oficina?
Me miró con desconfianza, sin embargo asintió.
– Seguro.
Me guió por un enorme pasillo hasta el lugar, allí el aroma denso a roble y puro consumido me hizo arrugar la nariz.
– ¿Entonces? - Preguntó sentándose tras su escritorio.
– ¿Te esforzaste mucho en conseguirle esa mierda de prometido a tu adorada hija?
– ¿Disculpa?
– Bankotsu Lombardo tiene varios planes fantásticos en mente para su prometida, abusar de ella mientras duerme es uno de tantos…
– Bankotsu es justo la clase de prometido que Kagome necesita. - Bastardo.
– Asumo que te han pagado enormes cantidades de dinero por este compromiso, sin embargo estoy seguro de que podrías encontrar mejores postores.
– ¿Cómo quién?
– Como yo, por ejemplo. - Sus ojos rojos me miraron confundidos. - Estoy dispuesto a pagarte el triple de lo que la familia Lombardo te ofreció por la mano de Kagome, a cambio de que me dejes hacer lo que me plazca con ella.
