Saludos preciosuras
Ranma 1/2 y sus personajes no me pertenecen, son absoluta propiedad de la extraordinaria y cruel Rumiko Takahashi.
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En esta vida y en las siguientes
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Capítulo 11
"Arrebol"
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— ¿Qué tal está? — Consultó Ryota.
— Me gusta el instrumental, me recuerda un poco a Watch me de The Phantoms.
— No la he escuchado, la buscaré — cuando la encontró le dió reproducir —. Tienes razón, se parecen bastante. ¿De qué país son originarios?
— Son de Escocia. Creo que le pueden competir a la par a los británicos o a los estadounidenses — comentó mirando a su hijo.
— Hay de todo para escoger.
— ¿Quién irá por la comida hoy? — preguntó Hideki dejando de lado su libro.
— Ya sabes el método — Kai se preparó.
Los cinco se ubicaron en círculo colocando una mano detrás de la espalda.
— Uno.
— Dos.
— Tres.
— Ya no deberíamos decidir así, está más que visto quién perderá — se burló Yuki—. No sé puede ser bueno en todo, amigo — dijo mirando a Raiden.
— Algún día les ganaré — metió las manos en sus bolsillos comenzando a caminar.
La semana de exámenes ponía de cierto humor a los universitarios, algunos parecían ansiosos, otros parecían estar camino a una ejecución y otros como Ryota parecían muy relajados, su hijo tenía excelentes notas. Tampoco a él le costaba mucho, la vida que llevó quizás lo preparó para algo así, también podía reafirmar su teoría de que en su vida actual, era mucho más inteligente. Caso contrario Kai y los demás, estaban sufriendo mucho por esa semana, no habían parado de estudiar tratando de equilibrar sus promedios y conseguir avanzar al siguiente semestre.
Tampoco era malo jugando. Solo era una excusa para permitirles que siguieran estudiando y que no sé distrajeran, de paso también le servía para ir a ver a su maestra favorita.
— Pareces con sueño — dijo al verla bostezar.
— Es una semana complicada para todos — trató de estirarse —. ¿No deberías estar estudiando? — interrogó mientras le prestaba atención.
— No es necesario, tengo todo controlado — puso un café frente a ella y una bolsa de panes al vapor.
— ¿Ahora te dedicas a vender comida?
— Digamos que soy malo jugando piedra, papel y tijeras. Es mi castigo — señaló la bolsa llena de refrigerios que llevaba.
— ¿Cómo va Kai? — preguntó mientras intentaba masajearse los hombros.
— Déjame a mí — se levantó y le hizo retirar sus manos, comenzó a aplicar suaves toques en busca de relajar esa zona —. Relájate — la regañó al verla tensarse —. El estrés es malo para la salud. Y por Kai, no te preocupes, está estudiando mucho y se que lo logrará, yo lo cuidaré así que despreocúpate. ¿Mejor? — indagó mirándola por encima de los hombros.
— Mucho mejor — suspiró aliviada.
— Te has quedado sin palabras — dijo observándola.
— Para nada — desvió la mirada.
Dió la vuelta para verla y sonrió al notarla avergonzada.
— Te creo. Ya tengo que irme, nos veremos pronto, Akane — susurró despacio cerca de ella antes de marcharse.
Lo odio.
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Luego de una semana bastante atareada, había conseguido subir notas y dejar todo listo. Se encontraba tranquila sentada esperando a sus amigos y lista para disfrutar de unos merecidos días de vacaciones. También le tocó aguantarse la arrogante sonrisa de Raiden, cuando le fué a decir que había pasado sin problemas como le dijo con anterioridad y que debía felicitarlo. A veces no entendía cómo podía tener una actitud así, ni quién lo aguante. Tampoco es que ella fuera la persona más paciente del mundo.
— Akane, disculpa que te hiciéramos esperar — Ukyo la saludó agarrándola de las manos.
— Que gusto volverte a ver, Akane — Ryoga se sentó junto a ella.
— Los he extrañado mucho a ambos — dijo sonriendo —. Debemos reunirnos más seguido, a veces parece como si viviéramos en diferentes ciudades — acusó.
— Bueno últimamente si hemos viajado mucho, mi suegra no está muy bien de salud. Y si lo dejo ir solo — lo señaló —. Posiblemente, lo vuelva a ver en un año.
Rieron ante lo mencionado. Sin importar los años, la orientación de Ryoga no había mejorado en lo absoluto.
— Debería aprender a usar el Gps tal como me dijo Aiko — mencionó pensativo.
— Lo tuyo ya no es una cuestión de aprender, cariño. Creo que te perderías igual — mencionó Ukyo.
— Deberías tener un poco más de confianza en mí — se encogió de hombros ofendido.
— Confío, pero en otros temas — aseguró dedicándole una mirada amorosa.
Observaba a sus amigos hablar, hace años cuando se enteró que ellos tenían una relación, le sorprendió mucho. Luego se alegró por ellos, habían conservado esa amistad por mucho tiempo, lo que en un principio fue una rivalidad con Ukyo, cambió después de que Ranma y ella se casaran. Eso fue la solución a todos los problemas que tenían años atrás y fue el fin de todas las prometidas, que de alguna manera hicieron su vida a raíz de eso. Sentía un poco de envidia, en el buen sentido de la palabra, al verlos juntos. Después de todo, ellos tenían lo que ella deseaba tanto. Una vida a lado de la persona que amas.
— ¿Akane? — llamó nuevamente.
— ¿Si? — respondió al salir de su trance.
— Te estábamos llamando, pero no respondías — comentó Ukyo.
— ¿Cómo has estado? — preguntó ahora Ryoga observándola.
— Bastante bien, ya saben entre todos mis pendientes. Me doy tiempo para todo y ahora disfruto de mis vacaciones — dió un sorbo a su café.
— Hace días, vimos a tu papá y se quejó de que no descansas lo suficiente.
— Ya conoces a mi papá, Ukyo. El siempre se queja por todo y por eso se tomó un tiempo de relajación, según dijo él, está viviendo dónde Kasumi por una temporada — resopló recordando lo mucho que se quejaba su padre últimamente. Ella no necesitaba demostrar nada a nadie, sino a ella misma. Por eso realizaba varias actividades, porque se sentía segura de poder con todo.
— Ya está a cierta edad, tendrás que tener paciencia — dijo Ryoga haciendo una mueca. Su padre era igual.
— Todos los padres son iguales — le dió la razón Ukyo —. ¿Y los mellizos están bien?
— Lo están. Hoy fueron a pasar el rato donde un amigo de ellos — respondió sonriendo.
— Los niños crecen rápido — mencionó pensando que su hija, ya era toda una señorita —. Cómo padres sólo nos toca verlos crecer y estar para ellos siempre que nos necesiten.
— Pero harías un escándalo si ella te presentara algún novio — comentó divertida.
— Eso es otro asunto, para eso está muy pequeña aún — aseguró molesto.
— Yo tengo dos hijos disponibles, nunca me han presentado alguna novia. Podríamos emparentar, Ryoga — quiso molestarlo.
— Ja. Además mi hija no se lleva muy bien con tus hijos — recalcó en tono serio.
— La rivalidad que tuvieron ustedes dos, sigue presente en ellos. No entiendo el motivo.
— Hablando de eso Akane, sé que es algo que hemos conversado antes. Pero en verdad creo que debes darte otra oportunidad, ha sido mucho tiempo y tú más que nadie mereces ser feliz — Ukyo la miró muy seria.
— Soy feliz — respondió sin inmutarse —. Ni sé con quién podría salir — comentó mirando a la nada —. No es algo que me interese.
— Eres muy terca. Solo piénsalo un poco. Sabes a lo que me refiero. Si lo que te preocupa es buscar a alguien, hay muchos métodos.
— ¿Cómo cuáles? — cuestionó suspirando.
— Citas a ciegas, podrías tener una buena experiencia y sino te gusta, simplemente no lo vuelves a ver — la volvió agarrar de las manos —. Escúchame, estoy segura que a él, le gustaría que fueras feliz con alguien más. Cuando tus hijos ya no estén contigo, tendrás a alguien a tu lado, para compartir buenos y malos momentos. Es necesario, Akane — aseguró.
Sabía lo insistente que podía ser Ukyo en algunos temas. Tampoco podía negar que también lo había pensado, solo no sabía si estaba preparada para algo así. En los últimos meses se había sentido sumamente confundida, por la presencia de cierta persona y no le gustaba sentirse así. Puede que se termine arrepintiendo de aceptar o quizás le ayude a aclarar su mente.
— Está bien — aceptó sin estar convencida totalmente.
— No te vas a arrepentir, me alegro mucho por ti, Akane. Te recomendaré una aplicación que me comentó Aiko — sacó su celular mostrándole la aplicación.
— ¿Y tú qué piensas sobre esto? — preguntó a Ryoga que se mantenía al margen.
— ¿La verdad? — la vio asentir —. Pues... Creo que Ranma sería capaz de aparecer como fantasma, solo para impedir que salgas con alguien — se comenzó a reír de la idea.
— ¡Ryoga! — lo regañó por su broma.
— Lo siento, cariño. Pero ella me preguntó — trató de defenderse.
Suspiró pensativa, no sabía qué pensaría Ranma sobre algo así.
— Akane — murmuró a sus espaldas.
Ella se asustó un poco y luego volteo lentamente para verlo. Lo observó de pies a cabeza, se encontraba definitivamente irreconocible a simple vista, pero ella conocía de sobra su voz para saber quién era.
¿Por qué estará vestido así?
Siguió mirándolo, estaba vestido con un terno negro, corbata y bien peinado, comúnmente siempre iba con su cabello totalmente revuelto. Se veía sumamente elegante, hasta parecía otra persona. Sin contar esas gafas negras que llevaba.
Sonrió al verla mirarlo tan fijamente.
— ¿No vas a saludarme? — cuestionó.
— ¿Qué haces aquí? — preguntó cuando reaccionó.
— Tengo unos asuntos pendientes. Me da gusto verte — comentó mirando a las otras dos personas.
Par de traidores. Como pueden aconsejarle algo así a Mi Akane.
Llevaba rato en ese lugar, está vez no la estaba siguiendo, fue pura casualidad. Pero al verla ahí, decidió escuchar de qué hablaban e intervino porque le molestó esa última parte de la conversación.
— ¿No me estarás siguiendo? — volvió a preguntar.
— Me has descubierto — dijo con una falsa sorpresa —. Quisiera, pero hoy tengo algo más que hacer. Debo irme — caminó y se sentó en una mesa a metros de ellos.
Lo observó por varios segundos, pedir algo para beber y luego cruzó las piernas tranquilamente.
Que se traerá entre manos ahora.
— ¿Quién es ese? — consultó Ryoga aún mirándolo.
— Es un estudiante de la universidad y amigo de mis hijos — respondió girándose nuevamente.
— No es alguien normal — aseguró — Puede desaparecer su presencia completamente y la manera como se mueve sin hacer el mínimo ruido.
— Tienes razón, ni siquiera lo noté hasta que habló — mencionó Ukyo.
— Siempre es así, él también práctica artes marciales. Tiene un gran nivel de combate — respondió quitándole importancia.
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Le dió vuelta a su taza y miró la hora en su reloj. Percibió el sonido de unos coches y fijó su vista en la entrada del lugar.
Ya llegaron.
Alrededor de ocho personas ingresaron al local, todos completamente vestidos con elegantes ternos, al encontrarlo se dirigieron a dónde él estaba.
— Señor Raiden, un gusto saludarlo — se inclinó respetuosamente.
Los demás hombres lo imitaron.
— El gusto es mío, Señor Mihashi. Tomen asiento y dígame ¿Que necesita de mi? — preguntó directamente.
— Tenemos una buena propuesta para usted, por eso hemos venido.
— Entiendo. ¿Pero venir hasta aquí?. Actualmente me encuentro realizando mis estudios en esta ciudad, no he estado al frente de los negocios de manera directa. No sería más fácil que se contactaran con mi padre, ¿Por qué vino conmigo? — cuestionó observándolo.
— Lo hicimos de esta forma, porque la situación lo ameritaba, Mi señor. Sabemos de su fama y del éxito que tiene en todo lo que maneja, así que no podíamos hacer esta propuesta a nadie más, que no fuera usted. Su padre es un empresario magnífico, sabemos de sobra eso. Aunque — hizo una pausa —. Estamos al tanto que en los últimos años, las mayores decisiones de las empresas Saejima, las toma justamente usted. Lamento si le hemos ofendido y si hemos insistido tanto en una reunión con su persona.
— Tiene muy buenos informantes. Entonces — se inclinó un poco sobre la mesa — ¿Cuál es su propuesta? — el hombre le entregó unos papeles.
Cuando lo contactaron hace días, investigaron todo sobre esa empresa. Era mentira decir que no los conocía, todo eran solo formalidades. Ellos sabían mucho sobre él y de la misma forma él sabía todo sobre ellos. Entendía las razones para ir directamente a tratar ese negocio de manera personal, tenía muchos riesgos de inversión. Cuando lo consultó con Kenji ambos pensaban lo mismo, los riesgos no se comparan a las posibilidades.
Notó como el hombre frente al estaba expectante a recibir una respuesta de su parte. Tampoco era tan malo para torturarlo, ya había tomado la decisión mucho antes de reunirse con él.
— Señor Mihashi — lo llamó —. Es un buen negocio — dejó los papeles en la mesa —. Tiene mi aprobación, déjeme decirle que también voy a invertir directamente en su empresa.
— Se lo agradezco mucho, Mi señor. No sabe lo que significa para mí, tener su confianza.
— Mi asesor se pondrá en contacto con usted, para ultimar los detalles. Esté atento — se puso de pie —. Un gusto hacer negocios con usted — estrecharon las manos.
Caminaba despacio por la vereda, sabía que lo estaban siguiendo, no era algo que le preocupara. Eran pésimos en ocultarse, los notó desde que salió del restaurante.
— ¡Jefe! — gritó alguien delante de él.
Sabía quién era, pero prefirió hacer como sino lo escuchara. Iba directo a su auto dispuesto a irse de ese sitio.
— Espere por favor — suplicó frente al auto.
— ¿Qué quieres? — preguntó de mala gana.
— Jefe, necesitamos su ayuda. Estamos en serios problemas.
— ¿Y por qué tengo que resolver tus problemas?
— Llegaron unos tipos de Osaka, ahora están instalándose en la ciudad. Quieren que todos nos sometamos a ellos — trató de explicar.
— ¿De Osaka? — cuestionó saliendo del auto.
— Si, tienen nexos con las mafias de esa ciudad y ahora están haciendo una alianza con los de Tokio. Quieren hacer de Nerima su nueva base de operaciones. Estábamos intentando hacer que se vayan, cuando nos atraparon, yo logré huir y por eso vine en su búsqueda. Por favor, ayúdenos — se tiró al piso rogándole.
¿Sabrán que estoy aquí?
— Sube — dijo —. Indícame la dirección.
No tardó demasiado en llegar al lugar, era un sitio bastante desolado. Cuando bajó Godo caminaba detrás de él. Al dar la vuelta encontró a un grupo muy numeroso de hombres y a otro grupo de rodillas.
— ¡Hey! — llamó la atención de los presentes.
Cuando se volteo el que parecía el jefe puso una cara de susto total.
— Dragón negro, señor. No esperaba verlo aquí — hizo una inclinación —. Si hubiera sabido que usted estaba en este lugar, hubiera ido a presentarle mis respetos. Por favor, perdóneme.
— Así que eres tú — se puso frente a él.
—Si, mi señor. Me alegra verlo tan bien. ¡Muestren respeto al dragón negro! — gritó para que todos hicieran una reverencia.
— ¿Por qué están aquí? — dijo cruzándose de brazos.
— No sabíamos que este lugar era su territorio, solo recibimos órdenes. Nos iremos inmediatamente, solo no se enoje.
— Ya estoy enojado — mencionó aguantando las ganas de reírse.
— Por favor, señor. Tenga piedad de nosotros — rogó.
— Les daré unos minutos para que desaparezcan de aquí. No los quiero ver más, tampoco quiero enterarme que están nuevamente en Osaka — advirtió —. Uno, dos, tres...
Cuando comenzó a contar, el jefe del grupo dió la señal para que se fueran y todos corrieron. A los minutos ya no quedaba nadie, salvó los del grupo de Godo. Luego él también se retiró, no sin antes recibir múltiples agradecimientos del grupito. Fue un día raro, pero aún tenía algo más que hacer.
— Hola, Poulsen. Soy Raiden. Necesito que me ayudes con un asunto, es importante te enviaré los detalles — cortó la llamada mientras ingresaba a su casa.
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Se estaba arrepintiendo de esa magnífica idea de Ukyo. Se sentía incómoda con ese vestido, ¿Y de que se supone que hablaría con un desconocido? ¿Qué tal si era un maniático? Lo que supo decirle Ukyo fue que ella podía noquear de un golpe a alguien así. Tenía razón, pero igual pasaría un mal rato. Volvió a suspirar con resignación y se vio al espejo, dejaba todo en manos de su suerte.
Había llegado muy temprano al parecer, entre más temprano terminara con eso, mejor para ella.
Así que tan bonita para verte con un desconocido. Bueno Ranma, prepara tu mejor actuación y tu mejor cara de sorpresa.
— Vestido rojo, mesa central junto a la ventana — comentó sentándose.
— ¿Raiden?
— Akane. Así que tú eres mi cita de hoy — dijo fingiendo sorpresa.
— ¿Qué? — cuestionó sin entenderle.
Él solo le mostró su teléfono, dónde se apreciaba el pequeño chat que compartió con su cita.
— También estoy sorprendido — mintió poniendo una expresión seria.
— No puede ser cierto — mencionó viéndolo.
— Pero lo es — sonrió —. No está mal — dijo solicitando atención a un camarero.
— ¿Qué necesidad tienes de algo así? — lo interrogó sin creer que eso estuviera pasando.
— Soy un hombre soltero, a veces es aburrido usar el modo convencional. Quería vivir algo diferente y emocionante — se excusó sonriendo.
— Ok, me voy — mencionó poniéndose de pie.
— ¿A dónde?
— A mi casa. ¿A dónde más iría? — respondió.
— Pero tenemos una cita. ¿Me dejarás plantado? — la miró detenerse.
— ¿Para qué quieres una cita conmigo? — preguntó mirándolo.
— ¿Por qué no? Es realmente la pregunta. Ya estamos aquí — le hizo un gesto para que se sentara.
Ella se sentó de mal humor y la escuchó quejarse.
— Entonces, en tu tiempo libre sales a citas a ciegas "porque son emocionantes". Haces extraños negocios y eres una especie de ¿mafioso? — interrogó mientras comía.
— Soy realmente impresionante — dijo divertido.
— Hablo en serio.
— Yo también — ella lo miró enojada —. Bueno, no te pongas así —. Suspiró rascándose la barbilla —. Lo de "negocios extraños" son totalmente legales. Ese hombre que viste ayer, es el dueño de una empresa exportadora multinacional, estaba buscando inversores para una expansión y vino a verme personalmente, porque yo me encargo de evaluar y aceptar sub empresas en las que invertimos, también tengo mis propios negocios. ¿Convencida? — consultó antes de seguir.
— Algo.
— Qué carácter — se quejó y ella lo miró nuevamente de mala forma —. No soy un mafioso. Se que me seguían ayer, son muy malos siguiendo a las personas. El tipo con el que me encontré a la salida es alguien de la universidad, hace meses lo asusté un poco, debido a que buscaba pelea sin motivo. Desde ese momento me tiene miedo y me llama "Jefe" — tomó de su bebida antes de continuar —. Cuando vivía en Osaka me gané cierta fama y el apodo de "Dragón negro" digamos que en mis tiempos libres, me dedicaba a darles una paliza a los miembros de las mafias, los golpeé tantas veces que comenzaron a verme como un superior. Y en Osaka soy un hombre muy respetado por todos esos grupos, soy el temible dragón negro, quien acabó con todas las estructuras mas poderosas de esa región — aseguró orgulloso.
— Fascinante — dijo fingiendo aplaudir.
— No te burles, que todo es cierto — masculló molestó.
— Así me siento yo, cada que tú comienzas con tus burlas.
— No seas vengativa.
Se detuvo a admirarla, estaba demasiado hermosa. Y más esa sonrisa disimulada le producía demasiadas sensaciones encontradas.
— No lo soy y deja de mirarme así.
— ¿Así como?
— Así — lo señaló.
— No sé como sea "así" — se rió al verla poner los ojos en blanco.
— Eres demasiado insoportable — confesó con cansancio.
— Soy muchas cosas y tú estás hermosa hoy, por eso te miraba.
Ella no respondió solo comió deprisa.
Qué facilidad tiene para decir cosas así como si nada. Y yo muy tonta, me pongo nerviosa con un simple halago.
— Si, quiero un Domaine Leroy — pidió al camarero. Este solo asintió antes de retirarse.
— ¿Qué acabas de pedir? — preguntó intrigada.
— Un vino, es de una reserva especial. Quería que lo probaras.
— Parece caro, no sé mucho de vinos. Pero recuerda que yo no soy millonaria — aclaró señalándole con el tenedor.
— Todo corre por mi cuenta. Soy un caballero, por sino lo sabes aún — mencionó.
— Mejor no diré lo que pienso, luego te sabrá mal la comida — lo miró reírse.
El camarero llegó con el vino y les sirvió inmediatamente.
— Parece que te gustó — señaló al verla terminarse la copa en poco tiempo.
— Tenía curiosidad sobre que tenía de especial y ahora sí lo entiendo. Me gustó su sabor y la acidez es perfecta, el aroma es increíble también.
— Lo describiste a la perfección, cuando te canses de tu profesión, puedes volverte catadora de vinos — bromeó sirviéndole más.
— Parece una buena profesión, pero no creo ser apta para ella. No soy muy buena con el alcohol — confesó tomando la copa —. No deberías beber tanto, aún eres menor de edad — afirmó.
— Tengo buena resistencia al alcohol. Aunque no me gusta emborracharme, solo lo hago en ocasiones especiales.
— No me sorprende viniendo de tí. Creer que serías capaz de comportarte como alguien de tu edad, es demasiado. Tampoco me sorprendería que hicieras otro tipo de cosas — dijo con cierta molestia. Lo imaginaba teniendo algunas novias y que iba coqueteando con todas por igual.
— No sé a qué te refieres con "otro tipo de cosas " — pidió la cuenta.
— Nada importante.
— ¿Lista? — preguntó y ella lo miró con desconcierto.
— ¿Para qué? — consultó al levantarse.
— Para seguir con nuestra cita. ¿No habrás creído que esto sería todo?
— Si lo creía. ¿Y a dónde se supone que quieres ir?
Lo notó sonreír y hacerle un gesto para que lo siga.
Iban a paso lento por las calles, no comprendía a dónde quería llevarla. Solo notaba como él la miraba de reojo sin decir nada. Hacía un buen clima ese día, no hacía ni frío, ni calor. Así que podría describirlo como un día perfecto, para dar un paseo. El viento traía consigo el olor del otoño. Se sentía bastante tranquila, en un principio no le gustaba nada la idea de esa cita y tampoco podía negar que sintió un alivio, cuando él apareció. Si quiso irse, fue porque no le parecía correcto quedarse. Estar cerca de ese extraño chico, le daba mucha tranquilidad y le hacía feliz, siempre conversaban sobre muchas cosas y de a poco conocía más sobre quién era él, le daba un cierto aire enigmático, pero a la vez simple. Cada que llegaban a un semáforo él la detenía, como si pensara que ella no prestaba atención, estaba pensativa, pero tampoco tan distraída.
— Mira — señaló al cielo —. Es un atardecer perfecto — comentó sin perder detalle de la vista que tenía enfrente.
— Es precioso, siempre he pensado que días así crean recuerdos únicos.
— Depende con quién lo compartas, para que resulten tan especiales. Los momentos especiales, son únicos y son guardados en nuestros recuerdos por la eternidad. Así en los momentos difíciles podemos recordarlos y ser felices nuevamente.
Al verlo sonreír su rostro era iluminado por el color rojizo que reflejaban los rayos del sol. Su corazón comenzó a latir sin motivo, no sabía si era por sus palabras o por lo hermoso de ese atardecer. Pero sintió que era un momento sumamente especial y algo que no sentía hace mucho tiempo, se instaló en su pecho, sonrió sin poder evitarlo y se permitió disfrutar de las sensaciones que la embargaban en ese momento.
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— ¿Tenía que ser de terror? — comentó acomodándose en el asiento.
— Me gustan las películas de terror. Ya va a comenzar, haz silencio Akane.
— Tu eres quien está hablando — se quejó agarrando sus palomitas.
Le hizo un gesto para que guardara silencio.
Él habla más fuerte que yo y se queja.
Era muy buena esa película, ella como amante de las películas de terror conocía de eso y estaba muy emocionante la trama. También se estaba asustando demasiado, lo cual le hacía apretar con fuerza el mango del asiento.
— Buuu — dijo cerca de su oído mientras le tocaba el cuello con el dedo.
— ¡Idiota! — le tiró un golpe directo a la cara.
— Oye, eso me dolió — se quejó sobándose.
— Te lo mereces por chistoso — dijo enojada y escuchó quejas de la gente cercana a ellos.
Observó cómo se encogía en el asiento y se quejaba en un tono demasiado bajo.
Nunca se lo diría, pero a ella le gustaba esa actitud infantil de él. Le recordaba tanto a su Ranma.
— Te dije que sería una buena película.
— Está bien, lo acepto. ¿Feliz? — preguntó viéndolo.
— Muy feliz, ahora vamos a lo que sigue — comentó alegre.
— ¿Hasta qué hora piensas que voy a quedarme? — consultó revisando la hora.
— Todavía es temprano, no seas aburrida — fingió estar triste y pateó algo que había en el suelo.
— Vamos. Pero deja de quejarte.
— No me quejaría, si alguien no quisiera irse cada dos por tres.
— Estoy intentando ser buena contigo — aseguró quitándole importancia.
— Lo dice quien me golpeó hace algunos minutos.
— Te lo ganaste.
Iba a responderle pero vio cómo dos personas conocidas estaban tiradas en la calle, les escuchaba gritar y cantar. Sin duda estaban bien borrachos.
Debería ignorarlos y dejarlos ahí tirados.
Se giró dispuesto a dejarlos y luego se arrepintió.
— Espérame un minuto, Akane — resopló y se acercó a ellos —. Par de idiotas — los golpeó con su pie levemente.
— ¿Quiénes son? — preguntó llegando a dónde él estaba.
— Mis amigos, creo que tendré que llevarlos a casa.
Estaba molesto. Por más que quisiera, no podía dejarlos tirados. Adiós a su cita, todo quedaba a medias por culpa de esos dos. Cuando se les pasara la borrachera les daría una paliza.
— Te ayudo — agarró a Roderick haciendo que se levantara.
El también agarró a Kenji y los llevó hasta el auto, una vez dentro comenzó a conducir en dirección a su casa.
Roderick y Kenji, los mataré.
Apretó el volante enojado y notó a Akane mirarlo. Intentó tranquilizarse para que ella no notara su enojo.
— ¿Así que aquí vives?
— Así es. ¿Te gusta? — preguntó aún llevando a Kenji sobre sus hombros.
— Es una casa muy bonita, me gusta la decoración — comentó fijándose en los detalles.
— Los llevaré a sus cuartos, no tardaré— aseguró cargando a ambos.
Tiró a ambos de mala gana en la cama y los acomodó para que durmieran. Ese par no tenía remedio, siempre causando problemas. Cuando volvió a la sala, la observó mirar interesada algunas de las fotos que estaban en ese lugar.
— Así que antes usabas el cabello largo y una trenza — dijo riendo por la fotografía donde hacía muecas graciosas.
— Hace años. Me lo corté por un accidente, el tipo mayor que estaba cargando, casi es rebanado por una hoja de una cortadora de pasto y al salvarlo perdí mi querida trenza, luego de eso no me volví a dejar crecer el cabello, más por insistencia de mi madre, a ella no le gustaba mi estilo.
— Luego de escuchar tus historias, entiendo que tú verdadera vocación es salvar personas. Es algo muy honorable y valiente de tu parte — confesó dejando la fotografía en su lugar.
— Es la primera vez que dices algo bueno de mí. Claro, después de llamarme mafioso — sonrió de buen humor.
— Era muy sospechoso. ¿Qué querías que pensara? — indagó al voltearse.
— Debías confiar en mí, no es tan difícil — aseguró sentándose en el sofá —. No me gusta como terminó nuestra cita. Faltó algo más.
— No salgas con ideas raras — notó ese brillo en sus ojos y supo que algo se le había ocurrido.
— Ya verás — se movió por el lugar encendiendo algo y a los minutos comenzó a sonar una suave canción —. Si me permite, My lady — dijo extendiendo la mano de manera caballerosa y haciendo una ligera reverencia.
Ahora que se percataba habían movido la ubicación de los muebles y la música ya estaba preparada. Hasta la sala estaba en ambiente para algo así. Era bastante raro.
— ¿Enserio? — lo vio asentir. Suspiró y tomó su mano.
— ¿Sabes una regla muy importante de las citas a ciegas? — dijo mientras ambos daban pequeños pasos propios de la música que bailaban.
— No lo sé. Pero cuéntame — agarró con firmeza su mano.
— Lo que pasa en la cita, se queda en la cita — apresó su cintura acercándola más hacia él.
— Entonces debería olvidarlo todo — comentó sonriendo —. Bailas bastante bien.
— Recibí clases de etiqueta y baile, odié mucho todo eso, pero aprendí bastante. Y ahora veo una razón, para odiarlas un poco menos — fijó su mirada en ella.
— En ocasiones se te olvidan tus buenos modales — percibía su mirada sobre ella.
— Solo cuando quiero — disfrutaba de su embriagante aroma. Tenerla tan cerca era malo para su autocontrol.
Ella soltó un largo suspiro mientras posaba sus brazos alrededor de su cuello, para acompañar la suave melodía. Estuvieron varios segundos sin decir nada, solo disfrutando de la cercanía que compartían.
Cuando sus miradas se encontraron, tragó saliva y su corazón se detuvo por un momento. Había pasado demasiado tiempo esperando para volver a estar con ella de esa forma, tenerla tan cerca era una hermosa tortura.
— ¿Puedes prometerme algo? — preguntó sin perder el contacto.
— ¿Qué debo prometer?
— Que sin importar lo que pase. No me odiarás y no te alejarás de mí.
— ¿Por qué te odiaría? — dijo algo dudosa.
— Promételo.
— Está bien, lo prometo — aceptó al verlo tan serio.
Se inclinó lo suficiente para que sus labios se rozaran, sintió como ella temblaba. Sus miradas no se habían apartado en ningún momento, perdido completamente en ese instante juntó sus labios, disfrutó de las sensaciones que le producía esa íntima caricia, cuando ella comenzó a corresponderle, su mente se nubló por completo, lo cual le hizo profundizar el beso, volviéndose una caricia desesperada y exigente. Sus manos no se quedaron quietas y comenzaron a recorrerla haciéndola soltar pequeños gemidos.
Entonces la vio abrir completamente los ojos, supo que venía lo inevitable. Le propinó una sonora cachetada.
— ¡Cómo te atreves!
Si ese era el precio a pagar, no le parecía tan malo.
Al menos que valga la pena.
La agarró de la mano y la jaló hacia él, volvió a besarla está vez sin darle oportunidad de apartarse. Cuando se dió por satisfecho, la soltó y señaló su mejilla mientras le sonreía.
Ella elevó la mano dispuesta a repetir su acción anterior, la notó detenerse bajando su mano y apretando sus puños. Por un momento creyó que no lo golpearía, pero a los segundos volvió a sentir su mano contra su mejilla.
— ¡Me voy! — gritó caminando a la salida.
La siguió sin decirle nada y la vio voltearse molesta.
— No me mires así, no tienes como irte y es tarde. Te llevaré a casa, no haré nada más — intentó convencerla
Sonrió cuando ella subió a su auto sin decir nada y se apresuró para subir también. No le dirigió la palabra en todo el trayecto. Pero tampoco estaba del todo mal, al menos no hubo amenazas de parte de ella. La conocía y sabía que no estaba del todo molesta.
— Nos vemos mañana — dijo cuando ella bajó del auto.
— Idiota — gruñó antes de cerrar la puerta con fuerza.
Si era un idiota, pero un idiota muy feliz.
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Wikipedia informa
The Phantoms: es una banda de indie rock.
Catador de vinos: es una persona especializada en probar el sabor, olores y las sensaciones que produce ingerir el mismo.
Bueno en realidad la banda si la conozco, me gusta el rock.
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Benani0125: Respecto a tu interrogante, diría que ambos sufren por igual. Ambos en situaciones distintas, pero compartiendo una misma historia.
Bayby Face: El está viviendo lo que más desea, solo que no del modo que quiere. Tengamos fé que el trenzudo hará de las suyas. Y sobre Nabiki ella anda por ahí haciendo algunas cositas, justo en el próximo capítulo que por cierto ya lo tengo escrito, doy una pequeña pista de lo que anda haciendo nuestra estafadora favorita.
Vanesa112: La pesadilla de Ryota no era sobre Ranma en sí. Sino sobre su infancia, dónde tuvo que presenciar algo que lo afectó bastante.
Kirara822: No es bonita una relación así? Creo que eso es lo lindo del amor. Y si Ryota carga con mucho. Sobre lo otro, todo tiene una consecuencia.
Rankane7939: Eso fue un súper maratón. Cumplida la actualización.
Vero.Guti: Gracias por tus palabras, sinceramente intentó mejorar en lo que es posible. Cómo dicen, nadie nace sabiendo, pero se puede ir aprendiendo. No sé porque me das un aire de ser alguien importante en este fandoms. Me asusto al verte comentar. No mentira es broma, siempre es bien recibido todo mensaje.
Erlyn Ortiz: Me alegro que te gustara y gracias por tu comentario.
Arianne Luna: Gracias por tu apoyo cada semana.
Y un agradecimiento también a los comentarios de los puntitos. Los llamaré punto 1 y punto 2. No sé sus hermosos nombres, por eso les puse un apodo.
Nos vemos preciosuras, muy pronto.
