Su voz era como el sonido apacible de las olas . Era el dios de los mares, hermoso Sin embargo también era un resentido y vengativo

pov de medusa.

Siento su mirada sobre mi, sin escrúpulo alguno. El miedo que siento puede ser presagio de algo horrible que aún no puedo discernir. Simplemente debo salir de ahí y aguardar a que mi señora necesite de mis servicios como buena sierva.

— No eres como tus hermanas. —

Le escucho decir mientras toca un mechón de mi cabellera.

— No, — Respondo en automático. — Soy mortal, humana. — Ni siquiera sé por qué respondo a sus cuestionamientos, cuando debería dar vuelta.

Juro que los dioses del Olimpo son extremadamente atractivos. Debe ser por ello que siempre consiguen lo que desean.

Le veo relamer sus labios y los cuales se humedecen. El celeste de su mirada se clava cada vez más en mí. No tengo opción, iré al templo para fingir que muestro mis respetos a mi diosa y tal vez el rey de los mares se esfume entre la espuma del océano.

Camino sobre la colina que me lleva al templo. No miro hacia atrás para evitar que el me siga. Justo a la entrada, las lámparas yacen encendidas sobre los pedestales. Las columnas se iluminan con el fulgor que emiten. Ah sido exitosa mi llegada. ahora estoy a salvo. Pienso y sujeto mí pecho.

Sin embargo, sin preveer, soy tomada por el brazo y me lleva a un lugar entre las columnas. Al girarme lo veo, es él. Cómo antes, tengo la sensación de conocerlo, esa cara, sus ojos, las hebras celestes de su cabellera, no tal vez es paranoia. Ahora solamente puedo sentir su cuerpo pegado al mío y su respiración tan cercas de mi cara. Ese aliento embriagador.

'Estoy dentro de un sueño perverso'

Athena vino a mi mente una y otra vez, en cada toque que injurió hacia mi. Las lámparas se extinguen. Pensar en Athena no ayudó, tratar de gritar su nombre no fue suficiente para lograr que el dios de los mares me tomara en contra de mi voluntad y de mi voto. No fue violento, pero eso ya no importa. Fuí mancillada frente a la figura de Athena, mi honra fue arrancada sin ningún motivo. Si, admito que sentir su calor me volvió vulnerable e inclusive dejé de luchar cuando sus labios cubrían mi desnudez y quemaban como el fuego. Yo solo podía cerrar mis ojos y aguardar el final. He pecado en contra de lo que soy y lo que representa mi señora. Y la culpa viene a mi cuando su cuerpo agotado cae sobre mi figura. Pero... Y Athena, no vino, no me escuchó, ¿ será ese mi castigo por haber corrompido el templo?

Al final se levantó y creí que se iría sin más. Eso no sucedió. me cubrió con su peplo de seda y acarició mi mejilla. Deja un beso en mis labios y sonríe. Sin darse cuenta de que ha cometido algo imperdonable.

— Ahora sé que Zeus no se equivocó al dar importancia a los rumores. Eres hermosa y ahora eres mi mujer. —

Dice y es cínico. Pero baja su mirada cuando ve el par de lágrimas sobre mis ojos. Golpea el piso con su puño, como si el se... no, los dioses nunca lamentan su actuar. Trata de abrazarme pero el temblor de mi cuerpo lo hace retroceder. Se levanta y mira tal vez la realidad, ¿ por qué? le pregunto y el se agita. Mira sus manos y ahora parece comprender lo sucedido. El agua lo cubre y desaparece llevándose a mi victimario.

Se fue, sin embargo, yo debo ir y tratar de que ninguna de las chicas descubra mi fatalidad.

Ya no soy digna de regresar a ella. No volveré a el templo. Ahora sé que la virtud de la cual fui ungida solo me trajo la desgracia. Estoy sucia, no seré capaz de ver a mi señora a los ojos. Tal vez ella ya lo sabe y no volverá a mí.

Los días pasaron y continué con solo mis rutinas personales. Demetria viene y me ayuda a olvidar un poco. Le enseño lo que puedo para ser una sacerdotisa. Aunque, ya no puedo, es por ello que decido mentirle y decirle que ya no se honrará más en el templo a Athena, que nuestra señora ah dejado de querer nuestra presencia. No deseo que ellas u otra joven sufra lo mismo que yo. Ya no es seguro. Con tristeza ella acepta. Su cara casi infantil finge sonreírme y yo la abrazo como una hermana mayor. Es nuestra despedida, ella irá a delfos y se encontrará con sus padres de nuevo. Es mejor así.

Fin del punto de vista de medusa.

Templo

La misma diosa estaba sentada sobre el diván que acostumbraba tener siempre listo. Habían sido semanas en las que Medusa no había ido al templo. Los fieles habían reducido sus visitas considerablemente. la poseedora de la sabiduría se preocupó. Por más que intentó llamar a su sierva, esta nunca respondió. Una paloma blanca se adentró al templo llevando en el pico un jazmín. ella sabía a qué se debía. fragancias exquisitas inundaron sus fosas nasales.

El templo comenzó a llenarse de flores y colores hermosos. La primavera dentro de su templo.

— No necesitan ser tan ceremoniosas. Saben que son bienvenidas cuando deseen. —

Y tres mujeres aparecieron detrás de las flores y arbustos coloridos. Eran hermosas, una rubia con el cabello ondulado hasta la cintura con ojos color avellana, portando solo una seda rosada por vestimenta . La segunda, otra igual de bella pero con las cabellera rojiza y ojos celeste, cubierta por un largo vestido gris.

Y por último la mujer de cabellos rizados y plateados, cuyo rostro firme e indomable reflejaba la repulsión al centrar su vista hacia la hija de Zeus. Hera.

— Algo verdaderamente malo debe ocurrir en el Olimpo como para que ustedes lleguen sin mediar un saludo siquiera. —

Ante el mutismo de las tres deidades ella continuó.

— Habría preparado algo para ofrecerles.— se levantó tomando a Nike entre sus dedos.

— No es por cortesía nuestra visita Athena.— La reina del Olimpo por fin profirió unas palabras.

— Bien, eso me hace pensar que su visita será corta. — encaró a Hera.

— ¿es que acaso escondes a esa mujer?— dijo airosa la reina del Olimpo

— Lamento no poder entender a qué te refieres esposa de Zeus.

Las tres mujeres se cruzaron de brazos pero Hera río con descaro.

— Te dices pura y tienes como sacerdotisa a una cualquiera. A eso me refiero pequeña ingenua. —

Athena sintió su corazón latir. Era una calumnia.

— No tengo tiempo para tus calumnias Hera. — Dijo firmemente. — Además, si dices que mi sacerdotisa ah perdido su pureza, debió ser por obra de alguno de sus esposos, ¿ me equivoco? —

Les miró desafiantes, aunque ellas le miraron de forma reprobatoria.

— Podría enumerar las veces que sus esposos les han engañado a diestra y siniestra. ¿ De verdad pretenden escandalizar por otra más? —

Las mujeres contenían su irá, la hija de Zeus era muy atrevida.

— Lo imaginé. — Dió media vuelta y camino un par de pasos.

— ¿ A caso no vez que tú templo fue el testigo de la falsa devoción de tu sierva?— Hera dió el golpe certero.

Athena se paralizó al escuchar aquello. oprimió su agarre sobre Nike.

— Mentira...— trató de creer

— No lo es Athena.— ahora la reina del inframundo tomó palabra.

— Lo cierto es que tú sierva te ha ocultando tal infamia por qué sabe que te faltó.— continuó Hera.

— Medusa no es así. Ella hizo un voto de castidad, ustedes desean crear duda en mi con sus falsas acusaciones. — Les miro con reproche. — Y si así fuera, ¿ quién de ustedes es la ofendida,? — les señaló con Nike.

La pelirroja y la peliplata se miraron. Hasta que la rubia salió por detrás de ellas y con semblante neutro miró directo a los ojos a la pelilila.

— Mi esposo suele venir a la tierra. El atractivo que el posee encanta a las humanas, supongo que ella quedó prendada de su atractivo. No dudo que ella lo sedujo valiéndose de su posición. — Por fin una risa se figuró en el rostro de la nereida. — En sus sueños la nombra. Y recientemente dijo ante mí insistencia, que desea tenerla como concubina.—

Athena se quedó estupefacta. ¿ Cómo algo así pudo haber pasado debajo de sus pies?

— Llámala, podremos preguntarle, si Anfititre tiene razón, solo existe un camino... Sabes cuál es, hija de Zeus.—

Athenea debía poner fin a esa calumnia. Cerró los ojos y aguardó unos instantes.

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Medusa salió de la playa y subió hasta el templo. La voz maternal de Athenea le había llamado. Era el momento justo de saber que deseaba su señora ahora. Se sentía triste y desamparada.

Entró al templo y se maravilló con la vegetación y las flores más bellas. Observó a las cuatro mujeres sobre las escalinatas de mármol.

Enseguida supo su lugar y se arrodilló h frente a ellas. Ninguna objeto algo. Sólo se dedicaron a mirarla.

— Mi señora manda y yo obedezco. — evito decir sierva.

— Supongo que sabes que estas mujeres no pertenecen a la humanidad. —

— Lo se Athena. —

— Seamos un poco más prácticas hija de Forcis y Ceto. — Hera se alzó altiva y se colocó frente a Medusa. — Dime, ¿ Seduciste a Poseidón?—

Athena pudo haber parado en ese instante, pero sin embargo decidió dejar que Medusa respondiera.

Las sacerdotisa colocó sus manos sobre el piso. Le acusaban de algo que ella no cometió.

— Es mentira.— dijo en un hilo de voz.

— Veo que te sientes ofendida. Cuando la afrenta la cometiste tu, en este mismo lugar. ¿ No es ilícito jurar lealtad a Athena y mancillar su templo ? Hipócrita.— Dijo al final y rió sintiéndose victoriosa.

— Entonces es cierto Medusa. — Athena leer observo con incredulidad.

las lágrimas inundaron los verdes ojos de la sacerdotisa. No podía creer que su señora no le defendiera o que tomara como ciertas las afirmaciones de la reina del Olimpo.

— Bien, entonces solo queda una cosa más por hacer. — Perséfone alzó la voz. — recibirás tu castigo. —

Anfititre sabía que las otras juzgarian y castigarían a la mortal. Demostrando así, que los celos y venganza que las otras demostraban, ella también poseía. Pero se alegró en no ser ella quien tuviera la tarea de castigar a la mortal.

— Están pidiendo un castigo para una humana que ni siquiera ah podido defenderse. Se les olvida que es mi fiel servidora. Yo soy quien determinará si es que ella falló. —

Se acercó a ella y se arrodilló frente a Medusa.

— Tus lágrimas me hacen creer que flaqueaste ante la presencia de Poseidón.—

— Mi señora, yo no pedí que sucediera. Sin embargo, si admito que manché mi voto y su templo... fue testigo de ello. — Se limpió el rostro.

— Te violó... — Su rostro se angustió. — ¿ Por qué no me lo dijiste? Te habría escuchado. Debiste haberme llamado. ¿ Por qué no lo hiciste?— Parecía haber reproche en las palabras de Atenea

— Lo hice mi señora rogué con mi alma que usted me ayudara... pero no me escuchó. —

Athena se levantó. no podía creer lo que su sierva afirmaba. No sabía que Poseidón había bloqueado todo tipo de contacto en su propio templo. Por el contrario, dudó.

— Yo te habría escuchado Medusa, te habría auxiliado. —

— Pero si debió notar mi desesperación y dolor. —

Athena le miró creyendo que tal vez ella mentía. Ella era la diosa de la sabiduría.

—¡ Basta! , ¿No vez como pretende culparte y quedar como la fiel y devota?. Es simplemente inaudito, debes castigarla Athena, por qué ah atentado contra los dioses. — Hera fue clara.

— Debes castigarla Athena. No puedes dejar que de nuevo una humana sea capaz de ofenderte. — Perséfone se mostró firme.

— Aracne era soberbia. Me desafió y obtuvo un claro y justo escarmiento. Pero a ella...— Dijo observando a Medusa inundarse en llanto y pena.

—¡ Es hipócrita ! Ella atrae a los fieles con falsedad, le veneran a ella, debes darte cuenta. Son atraídos por su belleza y solo te usa como instrumento para aumentar su soberbia y vanidad. —

La sisaña que sembraron en el corazón de Athena sé acrecentó rápidamente, le hizo tomar una drástica decisión. Levantó su báculo y le apuntó directamente a el rostro. No había tiempo para titubeos.

— A partir de ahora tus cabellos serán serpientes de las cuales aborreces, te arrastrarás por el mundo como una de ellas, y tú mirada que puede cautivar a cualquiera, ahora será maldecida y petrificara a cualquier hombre que te mire. Será así, hasta el final de tus días. Ese será tu vestido por faltar a tu palabra.— No podía ocultar los celos que ella como diosa también muy en el fondo ocultaba y descargó toda su furia sobre la mortal.

Medusa podía escuchar el desprecio en cada palabra maldecída por su señora. Al instante la joven comenzó a retorcerse del dolor atroz que significaba . Su cuerpo se transformó en una Gorgona, tal y como Atenea había dicho. Al culminar, Medusa, se alzó sobre su nueva fisionomía y el zizeo constante de las serpientes sorprendió a las diosas. Era un horror.

Aún conservaba el torso de una humana aunque cubierto por las escamas. y su rostro, tenía ese toque hermoso que siempre poseía, sin embargo ahora parecía despiadado y frío. los ojos verdes, cálidos, ahora eran amarillos y con las característica que las serpientes poseen.

Las tres diosas rieron al ver la obra de Atenea. Estaban más que complacidas.

— Que quede acentado como prueba de que ningún humano puede cometer afrenta alguna sobre un Dios. El monstruo que ahora eres es resultado del atrevimiento . —

— Destierrala, ahora pertenece al mundo de sus hermanas criaturas detestables. Debe ir al sitio que le corresponde. —

Hera y Anfititre sentenciaron.

Una risa escandalosa y tenebrosa escapó de los labios de la ahora Gorgona.

— Me han castigado, pero no por ello evitarán que sus esposos continúen siendo lo que son. No soy el único monstruo aqui. Pobres e ilusas mujeres. — les señaló con desdén

Rió a carcajadas tal vez su cordura también se había esfumado. Pronto calló y miró a Athena. A ella le dió una mirada triste y decepcionada.

— Yo te adore más que nada en el mundo Ahora sé que fue un error. Pero no seré la única en recibir el desprecio de los que me miren, algún día, serás recordada como la diosa que cometió el peor error, castigando a la mujer que Poseidón violó y dejó preñada con su progenie. —

Athenea se tapó la boca al escuchar la declaración. ¿ Que había hecho? .

— Medusa, ¿ que haz dicho?— Trató de indagar pero la Gorgona se agitó violentamente y salió del templo para salir de ahí ante la mirada sorpresiva de las deidades.

En un parpadear las tres divinidades desaparecieron. Ya no había nada que hacer ahí. Athena cayó de rodillas lamentándose de sus acciones.

.

.

.Una espesa bruma apareció y con ella el dios del inframundo. Tenía una sonrisa de oreja a oreja.

— Me complace verte errar. Añore este día. Sabía que tú sabiduría no era del todo acertada. —

— ¿ Ustedes planearon esto, acaso? —

— No te sigas equivocando sobrina. Yo solo venía a llevarme a tu sierva. Pero por lo que veo, mi hermano se adelantó y causó sólo la desgracia para la joven. — acomodó su cabello detrás de su capa. — Es una lástima, habría sido un buen prospecto de concubina no sé, tal vez la madre de alguno de mis hijos. —

— Son despreciables...— Dijo con la mandíbula apretada. —¡ Largo...!—

Y tal y como llego la bruma negra se llevó al emperador del inframundo.

Cabaña de Shaina

El dios del sueño, había sido testigo de su obra. La cosmoenergia que la guerrera desprendió fue el alimento perfecto para el.

— Vaya, no es tan poderoso como un guerrero de oro, pero esto me mantendrá oculto aún. Athena no sospecha que estoy aquí. Con suerte, obtendré más cosmo energía y podré llegar a ella y sumirla en el mundo de los sueños, por la eternidad, lo cual será favorable para que alguno de sus tantos enemigos gobierne a los humanos, no, ese seré yo. Ella posee un cuerpo humano, deberá ser fácil. Yo solo necesito absorber el cosmos de alguien poderoso y tendré mi cuerpo naturalmente—

Una ligera neblina hizo desaparecer a Morfeo. La nueva amenaza había sido expuesta.

Shaina se despertó, sintiéndose cansada, en el reloj aún no eran las cinco de la mañana, pero ella sentía haber dormido una eternidad. Sintió un escalofrío y sus ojos estaban hinchados. Había llorado mientras dormía. Rememoro el sueño de principio a fin. Que pesadilla.

Se levantó y ducho. Debía salir a entrenar para alejar las imágenes de su cabeza. El sueño había superado su imaginación. Era indignante, aunque conocía el mito de Medusa, nunca habría representado algo tan horrible.

Fue hacia una ladera. tomó asiento bajo un árbol joven. Inclusive las ganas de entrenar se habían esfumado así que solo decidió ir a ese lugar donde todos los templos dorados se alzan hermosos.

Se abrazo las piernas y la máscara hacía rato le había dejado a un lado.

Escuchó hojas quebrarse, tal vez algún animal rondaba por ahí. No le dió más importancia. Hasta que sintió una presencia detrás de ella. Volteó sin poner su máscara sobre su rostro.

— ¿ Que haces aquí?— dijo sin darle importancia y regresó su vista al paisaje.

— ¿ Que hago aquí? — rió burlón — ¿ que haces tú aquí? te vi desde que comenzaste a subir. —

— Mentiroso, te habría sentido.—

— Eso es lo importante, Estás demasiado distraída, que no fuiste capaz de notarme. —

— La guardia ésta semana recae en Jabu e Ichi.— Trató de evadirlo.

— Si los ví en los alrededores —

— Ahí está entonces. Ahora sigue tu camino —

— Vaya no creí que ausentarme unos meses haría que me trataras como un imbécil desconocido. —

Shaina rodó los ojos.

— Déjame en paz. No estoy de humor. Por favor déjame sola.—

— ¿Aún sigues enojada por lo de la cueva.? Ya, dijiste que me habías perdonado, bueno ambos lo hicimos. — dijo colocando la pesada caja de Pandora sobre el suelo. — Imagino que te está sucediendo algo y como siempre estás de mal humor. — dijo acomodándose a un lado de ella. — Puedes decirme, si deseas

— ¿ y por qué lo haría?— ella oprimió más el agarre entre sus piernas. No podía dejar de pensar en Medusa.

— De verdad estás mal. Estás muy temperamental. Ya subí hasta aquí. Creo que merezco que me digas que sucede. — insistió.

Pero hubo un silencio de un par de minutos. Hasta que ella desarmada por la mirada zafiro, por fin relajó un poco su agarre y habló.

— No lo sé...eres un compañero de armas... . —

— Solo somos eso, de acuerdo.—

Ella lo observó visiblemente molesta.

— Ok está bien. compañero.— prefería no hacerla rabiar.

— Es solo que he tenido últimamente malos días.—

.— A que te refieres con malos días— El ojiazul no dejó de observarla ni un segundo.

— ¿ alguna vez haz soñado algo y que recuerdes con detalles los sucesos? — ella no sabía cómo explicarle al dorado.

— Tengo el sueño muy pesado cuando me doy el lujo de descansar. Por lo regular, no suelo soñar, cuando lo hago, solo recuerdo un par de situaciones absurdas y ya. Cómo vez no hay mucho que decir.— se masajeó los hombros. — a ti te sucede lo contrario¿cierto?—

La joven guerrera se recargó de nuevo en el árbol.

— ¿ conoces el mito de Medusa?—

— ¿Ese dónde es abusada por Poseidón en el templo Atheniense y la diosa enfurecida le castiga convirtiéndola en una Gorgona?— Sacó una barra de caramelo de menta y se echó a la boca. — Es un buen cuento para ir a dormir. —

— Tal vez en realidad sucedió. Digo, tenemos a la Athena misma viviendo en persona aquí, en este sitio llamado santuario, somos personas con habilidades extraordinarias...— Suspiró — Yo no creo que halla sido un mito.—.

— Tal vez si tienes razón, pero bueno, no podemos comprobarlo, así que solo se quedará como parte de la historia antigua. —

La joven comenzó a soltar un par de lágrimas. El sueño rondaba por su mente como un recuerdo, atormentandola. Al darse cuenta de ello el hombre a su lado le reconfortó dándole una palmada en el hombro.

— Te contaré lo que yo creo que sucedió.—

— Está bien tenemos tiempo antes de que salga el sol. Así que el caballero de la octava casa es todo oídos.—

Ella le sonrió un poco aliviada.

Continuará...