¡Larga vida a la Reina del Tex-Mex!
Sinopsis: México y Estados Unidos rinden tributo a un gran ícono musical.
ADVERTENCIA: Este one-shot fue realizado con la consciencia de que la persona mencionada aquí no fue un personaje ficticio, sino alguien real, así que fue escrito con todo el respeto posible hacia esa persona, y con el único objetivo de honrar su memoria.
El parque memorial de Seaside estaba tranquilo ese día. Allí, una joven mexicana se encontraba frente a una tumba cercada con acero negro, y rodeada con arbustos y flores de pétalos blancos y violetas. Con delicadeza, la chica se inclinó para depositar al pie de la tumba las rosas que traía consigo.
— Tal vez ya no estás con nosotros, pero tu legado sigue presente —susurró—. Nunca habrá nadie igual a ti, tú fuiste única.
México se incorporó y retrocedió unos pasos. Se quedó de pie, con las manos en los bolsillos de su chaqueta de mezclilla, y contemplando en silencio la sepultura.
Unos minutos después, escuchó el ruido de pasos caminando hacia el sitio donde se encontraba ella. Giró la cabeza, y se sorprendió al ver a Estados Unidos con un ramo de rosas blancas entre sus brazos, similar al suyo. Al reconocerla, el norteamericano también se mostró asombrado, pero se contuvo de gritar su nombre.
— No esperaba verte aquí —dijo en un tono sereno, inusual para quienes estaban acostumbrados a su voz extrovertida.
— Lo mismo digo yo.
La mexicana sabía que aquel lugar, así como el motivo por el que se encontraban allí, no eran los elementos indicados para comenzar una de sus pláticas llenas de comentarios sarcásticos y burlones. Por lo que dejó que el norteamericano mostrara sus respetos a la persona que descansaba en aquella tumba. Después, el joven de cabello rubio se acercó y se colocó a su lado.
— No puedo creer que ya casi hayan pasado treinta años —dijo México después de un largo silencio, sin apartar la vista de la tumba.
Estados Unidos asintió con pesar.
— I know, yo tampoco puedo creerlo. Todo pasó muy rápido. Recuerdo haber escuchado la noticia como si fuera ayer. Sólo desearía que.. —se interrumpió—. No importa...
México miró de reojo a su vecino del norte.
— Desearías que siguiera viva, ¿no es así?
El estadounidense suspiró con tristeza y asintió. México lo comprendía a la perfección.
Ambos países recordaron aquel fatídico día. La noticia del prematuro fallecimiento de aquella celebridad había llegado a sus oídos, y los había dejado perplejos. En ese momento, y desde sus respectivos hogares, los dos odiaron con todo su ser a la persona que había sido capaz de arrebatarle la vida a una persona llena de carisma y talento.
Estados Unidos se presentó al funeral, y entre la multitud distinguió a México. Se asombró al descubrir que la chica había viajado desde su hogar hasta Corpus Christi para despedirse de la artista. Cuando se reunió con ella, ambos observaron el cortejo fúnebre desde lejos, bajo un manto de dolor compartido, y reconociendo la inmensa pérdida que había sufrido el mundo de la música.
— Pobre chica, era tan joven… —dijo México en aquella ocasión.
Estados Unidos permaneció en silencio por un momento antes de responder.
— Me hubiera gustado decirle lo maravillosa que era… —dijo con suavidad, mostrando por un instante una sonrisa, antes de que ésta fuera reemplazada por un semblante triste.
— Sí, sé a qué te refieres.
La mexicana reconocía que aquella persona fue un ícono tanto en la casa del estadounidense como en la suya. A pesar de sus diferencias históricas y tensiones ocasionales, tanto Estados Unidos como ella sentían una profunda admiración por la artista.
Ese recuerdo hizo que México regresara al presente, y que riera de forma leve.
— ¿Quién lo hubiera pensado?
— ¿Qué? —le preguntó el norteamericano con intriga.
— Que existió alguien que nos hiciera tener algo en común, por lo menos una vez en nuestras largas vidas…
Una pequeña sonrisa se asomó en el rostro de Estados Unidos.
— Heh, supongo que sí.
Ahora que lo remarcaba su vecina, el norteamericano pensó en cómo esa bella cantante los había unido de una manera que nunca hubiera imaginado. Su fama les había mostrado que era posible superar las barreras culturales.
Entonces, Estados Unidos pensó en algo que ayudaría a mitigar el ambiente.
— Y…¿cómo llegaste hasta este lugar? —preguntó mientras se rascaba la nuca.
— No fue fácil convencerlo, pero Texas me trajo. De hecho está esperando afuera.
— Oh, I see… Y… ¿a dónde irás después?
— Voy a buscar donde desayunar por lo menos un cafecito y un pan, antes de volver a casa.
— ¡Entonces yo invito! Conozco un buen sitio. Y de paso podemos escuchar algunas canciones en mi auto.
México le dirigió una sonrisa sincera.
— Está bien, gringo. Jalo.
Contento, Estados Unidos sacó de su chamarra su teléfono celular, y marcó el número de Texas.
— Hey Texas, it´s me… Yes, I´m with her right now… I´ll take care of her, you can go home… Drive safely! —colgó la llamada—. Bueno, vamos.
Ambas naciones comenzaron a caminar con pasos lentos hacia la salida del cementerio. Por alguna razón, querían tomarse su tiempo.
— Por cierto, creo que nunca te lo he preguntado —dijo de repente Estados Unidos—, ¿cuál es tu canción favorita de ella?
México pensó su respuesta por unos breves segundos, antes de responder.
— Bueno, siempre me gusta escuchar Como la Flor y Amor Prohibido.
— ¡Oh, ésas son buenas! A mí las que más me gustan son No Me Queda Más y Dreaming Of You, aunque claro, todas sus canciones son geniales…
— ¡Espera! ¿Te sabes la letra en español de las canciones? —interrumpió incrédula la chica morena.
— Uhm… solo un poco. Digo, apenas puedo saludar y decir adiós, contar hasta diez y pedir comida en español, pero aún así es un comienzo…
México rio ligeramente ante su comentario.
— Pues te felicito por hacer el esfuerzo. Estoy segura de que a ella también le hubiera gustado saberlo.
Antes de apresurar un poco más el paso, ambos países voltearon a ver por última vez a la tumba. Con una sonrisa melancólica, se despidieron en silencio de la cantante a la que le tenían mucha estima.
— Adiós/Bye Selena…
