¡Hola a todas! ¡Espero estén teniendo un feliz domingo! Les agradezco se apunten a un capítulo más. Les recuerdo que es un Anthonyfic y que la historia constituye una adaptación de mi autoría, sin fines de lucro, hecha únicamente por cariño a Candy y Anthony, y a su sin igual amor. ¡Un abrazo!
"UNA VISIÓN DE AMOR"
CAPÍTULO XXXVI
Un carruaje alquilado se estacionó frente al ingreso de la Mansión Andley, y Stear y Archie bajaron rápidamente de este, dejando al cochero sorprendido, corriendo ellos dentro de la mansión.
"¡Señoritos!", dijo el mayordomo principal, impresionado de verlos y viéndolos pasar corriendo frente a él sin detenerse en el ingreso.
"¡Hola, Stephen! ¡Por favor, págale al cochero y vea lo de nuestro equipaje!", le dijo el muchacho de lentes y cabello negro.
"¡¿Dónde está Anthony, Stephen?!", dijo Archie deteniéndose un momento sin dejar de avanzar también, caminando aun dando la espalda a su hermano.
"En el salón del té del primer nivel, señorito Archibald.", contestó el empleado apresurado. "Pero ellos- ¡Señorito!"
"¡Gracias, Stephen!", dijo y él y Stear asintiendo, corrieron hacia uno de los pasillos de la mansión.
La pecosa acababa de tomar a la pequeña Hope en sus brazos desde el moisés, para llevarla junto a Anthony y a sus dos padres, cuando el primero de los jóvenes Cornwell irrumpió en el recinto, deteniendo sus pasos.
"¡Stear!", dijo Candy sorprendida.
"¡Candy!", dijo Stear al ver a la pecosa con un bebé en brazos. Candy lo miraba de vuelta igual de sorprendida.
"¡Candy…!" dijo Archie con igual asombro, deteniéndose junto a su hermano al entrar tras él a la sala. "¡Pero si ya nació!", exclamó con sorpresa el elegante muchacho, llevando su mano a su cabeza.
"¡Y no nos avisaron!", dijo Stear impactado llevando su mano a su pecho.
La risa de Anthony en el otro extremo de la habitación los hizo salir de su asombro en un segundo, haciéndolos notar por primera vez a su primo sentado a la mesa de té, acompañado de sus dos sorprendidos suegros Britter.
"¡Anthony!", dijo de pronto Stear volteándose a verlo.
"¡Bienvenidos, Stear y Archie!", les dijo el rubio con una sonrisa sincera, poniéndose de pie. "¡No los esperábamos tan pronto!"
"Anthony… ¡Pero si te ves muy bien!", le dijo el confundido inventor al verlo pararse, se habían preocupado tanto por él al enterarse.
"Candy… pero tú aún estás…", dijo Archie confundido de notar de pronto su pancita, visible bajo la cobija del bebé que tenía en sus brazos.
Candy sonrió divertida, "Sí, Archie, aún estoy esperando. ¡Pero llegan justo a tiempo para conocer a nuestra nueva pequeña!", dijo la pecosa feliz.
"¡¿Su nueva pequeña?!", exclamaron ambos hermanos sorprendidos.
Los padres de Candy se pusieron también de pie y Anthony caminó hacia la pecosa, llamándolos con su mano a acercarse también, "Vengan", les dijo sonriente, "Aproxímense."
Los jóvenes, todavía confundidos, ataviados aun con sus abrigos de viaje se aproximaron mistificados a la joven pareja.
"Stear y Archie… por favor, déjenme presentarles a la nueva integrante de nuestra familia, nuestra bella hija Hope White Brower Britter."
"¡¿Su hija…?!", repitió Stear.
"¿Hope White…?", repitió Archie sin entender.
La pequeñita rubia estaba despierta y miraba distraídamente desde los brazos de su nueva madre a los rostros - difusos para ella – pero apuestos y sorprendidos para todos los presentes, de los dos jóvenes Cornwell que la miraban con la boca abierta.
"¡Candy…! ¡¿pero cómo…?!", dijo Stear entonces. "¡No sabía que eso fuera posible…! tener uno primero y hasta después el otro", dijo ingenuo, ganándose una carcajada de todos los presentes a su alrededor, menos de su hermano.
"¡Stear!", le dijo Archie dándole un golpe en el hombro para que reaccionara.
"¡Hey!", se quejó el joven inventor, viendo enojado a su hermano, sobándose el hombro.
"¡No, Stear!", dijo Anthony divertido sacudiendo la cabeza. "Lo que sucede es que Candy y yo hemos decidido adoptar a una pequeña bebé que conocimos y que nos robó el corazón", les dijo Anthony abrazando a su pecosa a su lado y besando su sien con cariño, compartiendo con ella una espléndida sonrisa, mientras ella sostenía a la bebé en sus brazos. La pecosa contenía sus lágrimas al oírlo explicárselos así.
Stear y Archie sonrieron conmovidos. Candy lo veía tan embelesada - como nunca antes la habían visto verlo así -. La joven rubia aún estaba extasiada de que su apuesto esposo aceptara su idea de adoptarla, tras ella habérsela propuesto tan solo tres días atrás, luego de saber por la tía abuela que la pareja Owen se había retractado de improviso de su intento de adopción, abandonando la ciudad sin previo aviso, sin buscarla más o dar otra explicación. Solo Anthony sabía que parte del dinero prometido había sido entregado por la anciana a la pareja, con el ruego de que siguieran su camino a Ohio olvidando el asunto de la adopción, petición que ambos esposos estuvieron felices de aceptar junto con el dinero.
"¿La adoptaron entonces los dos?", se quedó sorprendido Archie.
"Así es," dijo Candy contenta como nunca.
"Wow…", dijo Stear, mirando a la pequeñita en sus brazos. "¡Es muy hermosa tu pequeña, Candy! ¡Felicidades…!"
"¡Gracias, Stear! - Mira, amor, ¡ellos son tus tíos Stear y Archie! Conócelos porque jugarás con ellos mucho cuando crescas -", le dijo con cariño la rubia a la pequeña. Archie se atrevió a tocar su manita y ella estrechó su dedo en su agarre.
"¡Cielos!, ¡qué fuerte que es!", se maravilló su ahora elegante tío. "¡Felicidades a ambos, Anthony!", dijo entonces sincero.
"Gracias, Archie.", dijo orgulloso el rubio.
"Como ven, chicos, mi querida Candy, sin quererlo, ¡ya me hizo abuela!", dijo la señora Britter aproximándose a los sorprendidos muchachos también, llamando su atención en el salón.
"¡Tía Caroline!, perdón, por no saludarles, ¿cómo está?", dijo Archie volviéndose a saludar como debían.
"Tío Robert.", dijo Stear estrechando su mano. Ambos muchachos saludaron a sus tíos.
"Gusto en verlos, muchachos." Dijo el caballero mayor. "Es una sorpresa verlos tan pronto aquí. Los creía aun en Canadá."
"Es que nos enteramos por un telegrama de parte del tío William, traído por mensajero desde nuestras oficinas en Seattle hasta Vancouver, avisando que Anthony había tenido una recaída por causa de nuestros primos Legan, y decidimos de inmediato adelantar nuestro regreso a Lakewood", dijo Archie. "Pero te vemos muy bien, Anthony", comentó mirando a su primo de pie y sin bastón.
"Gracias por su preocupación, Stear y Archie.", les dijo Anthony conmovido. "Pues sí, es verdad, estuve tres semanas de descanso por ese desagradable encuentro – que ya les contaré -, pero ya me siento mucho mejor ahora. De hecho, ahora incluso logro caminar ya sin ayuda del bastón. Así que entre todo creo que deberé agradecerle al tonto de Neil por la pelea que tuve con él, además del gusto de romperle la cara, me ayudó a corregir el dolor en mi espalda." Sonrió.
"¡Qué bien!", dijo Archie. "Tendré que golpearlo la próxima vez que lo vea para agradecerle."
Los tres primos rieron por lo dicho.
"Y por eso mismo, si no fuera por los padres de Candy que vinieron ayer," continuó Anthony, "ustedes ya no nos hubiesen encontrado aquí, sino en la Mansión Brower", les dijo.
"¿En serio?", dijo Stear sorprendido.
Anthony asintió.
"¿Y la tía abuela?", dijo de pronto Archie, notando su falta en el salón.
Candy se entristeció un poco, "Pues me temo que ella tiene una fuerte jaqueca esta tarde. Ha tenido muchas recientemente", dijo la rubia con cierta preocupación.
Los jóvenes se sorprendieron y vieron a Anthony y leyeron entre líneas su expresión, y ya no preguntaron más.
"No es nada grave, muchachos", dijo Anthony para calmar su preocupación. "El doctor Miller ya la revisó, yo se lo pedí", dijo, haciendo alusión a su llamado para atenderla, para molestia de la anciana que solo presentaba un grave caso de berrinche. "Pero la verán en la cena - si no antes -, cuando se entere que ustedes están aquí", les dijo su primo confiado.
"Los extrañamos mucho, Stear y Archie." dijo Candy más contenta. "Es bueno tenerlos de regreso con nosotros. Tienen que contarme todo sobre su vida en Canadá, y si han visto a Patty y a Annie."
"Ellas te mandan muchos saludos, Candy. A ambos.", dijo entonces Stear. "Están en Vancouver. Se apenaron mucho de no acompañarnos en este viaje, pero tú sabes que ellas dependen de sus padres, así que vendrán hasta finales de abril como estaba planeado."
"No se preocupen. Yo entiendo, pero me alegro mucho de que estén bien", dijo sincera la pecosa. "Y de que hayan podido verse.", dijo con una sonrisa alusiva, haciendo apenarse a los dos primos.
"Además, las líneas telefónicas a Canadá creo que ya casi están reparadas.", agregó Archie para distraerla. "Podrías intentar llamarlas mañana. Cuando salimos de Vancouver, aún no funcionaban."
"Eso haré, Archie. Gracias.", la pecosa no se daría por vencida de sacar lo que sentía le ocultaban. "Mientras tanto, bienvenidos otra vez, Stear y Archie", les dijo la rubia.
"Gracias, Candy", sonrieron los hermanos, admirando lo feliz y hermosa que se veía Candy, con su bebé en brazos, y estando tan embarazada. Anthony besó su sien otra vez haciéndola brillar aún más en su aura de felicidad.
"Pero… ¿Cómo es que se decidieron a adoptarla?", preguntó entonces Archie.
"Es una larga historia, Archie," les dijo Anthony comprendiendo su curiosidad, viendo cómo sus primos se quitaban sus abrigos para darlos a uno de los mayordomos mientras los padres de Candy se aproximaban a ver a la bebé.
"Pero vengan," les dijo entonces, "siéntense con nosotros para que platiquemos." Les dijo guiándolos a la mesa, dejando a Candy de pie junto a su mamá, conversando. "El tío me comentó que ustedes también tienen buenas noticias para nosotros desde Canadá.", les comentó.
"¡¿Eso te dijo?!", preguntó Archie sorprendido y un tanto destanteado de a qué se refería con eso. Los tres primos se sentaron a la elegante mesa de té.
"Sí, me dijo que cerraron nuevos contratos con el gobierno", continuó Anthony, tomando asiento.
Tras ellos la tía Caroline hacía cariñitos a la bebé, junto a su esposo, que no se cansaba de hacerle caras graciosas a su nueva nieta. La bebé sonreía, a pesar de no distinguir bien a su abuelo, haciendo sonreír feliz a la pecosa, contenta de ver a su papá aceptarla tan abiertamente y con el mismo cariño que la había aceptado a ella cuando pequeña.
"Ah… ¡pues sí!," dijo Archie aliviado de esclarecer que el tema era sobre negocios. "A pesar del clima, nos ha ido muy bien como proveedores en esa área y en la manufactura también. ¿No es cierto, Stear?"
"Cierto, Archie." Dijo el joven de lentes con una mirada cómplice y una sonrisa pícara que denotaba una felicidad que iba más allá del tema de los negocios.
Anthony lo detectó de inmediato e iba a preguntar al respecto cuando su esposa intervino.
"Lo bueno es que llegaron a tiempo para tomar el té con nosotros, chicos. ¡Hasta hay pastel de chocolate! Hay lo prueban. ¡Yo lo hice!", sonrió la rubia orgullosa.
"¡Qué bien, Candy!", dijo feliz Stear viendo con hambre la tarta sobre la mesa.
"Hija, nosotros ya comimos.", dijo su madre al ver que platicaba con sus primos. "Ve con ellos, yo me haré cargo de Hope junto con tu padre", dijo la señora Britter sorprendiendo a su esposo que pensaba sentarse otra vez a tomar más té. "Luego la llevaremos a la guardería con Dorothy, y descansaremos tu padre y yo un poco antes de bajar a la cena", le dijo.
"Gracias, mamá.", dijo contenta la rubia, feliz y agradecida de que sus padres se hubiesen tomado tan bien la noticia de la adopción de Hope y ahora estuvieran allí para ayudarla. La tía abuela no se le había acercado mucho los últimos días.
Con cuidado Candy pasó a la bebé a su nueva y feliz abuela, mientras Dorothy ya se encontraba a la entrada de la sala esperando sonriente por la pequeña también. Candy fue hacia la mesa principal donde conversaba contento su esposo junto a sus primos, mientras sus padres se marchaban acompañados de Dorothy, y los tres jóvenes Andley, al verla acercarse, se pusieron de pie - como los caballeros que eran -, para que Candy se sentara a la mesa junto con ellos. Anthony le ayudó galante con su silla como siempre.
"Gracias, amor.", dijo la rubia, sentándose como la linda premamá que era, mientras una de las mucamas le servía una nueva taza de agua caliente y limón. "Gracias, Sonia."
"Señora.", le sonrió gentil la mucama. Cambiando de tetera para servir té a los demás comensales.
"Es una pequeña preciosa la de ustedes, Anthony…" dijo el más joven de los Cornwell, aceptando su taza de té negro. "Pero… ¿cómo se decidieron a adoptarla tan pronto? ¿Lo sabe ya el tío William?", preguntó.
"Aun no, Archie", respondió Anthony. "Los padres de Candy recién se enteraron ayer al llegar de Nueva York. Es algo muy reciente en realidad. A penas comenzaremos con el papeleo tras regresar a casa.", dijo el rubio.
"Lo bueno es que ustedes ya están aquí en Lakewood, porque planeo realizar su bautizo en dos semanas, antes de que nazca Matthew", dijo Candy contenta. "Será una ceremonia pequeña."
"De hecho, esta misma noche pienso hablar con el tío William al respecto", comentó el rubio también.
"Pero cuéntennos, Anthony… ¿cómo llegó a ustedes?", dijo entonces curioso Stear y la charla se volcó entonces en la narración de cómo las circunstancias habían traído a la pequeña al lado de los esposos Brower.
Horas más tarde, tras el feliz recibimiento de Stear y Archie por parte de la tía abuela – al ella bajar a buscarlos al enterarse de su llegada -, y luego de una cena algo tensa por la seriedad de la matriarca ante la negativa de Anthony de cambiar la fecha de partida de los rubios para el día siguiente, siendo seguidos la siguiente semana por su ahijada Caroline y su esposo Robert, trasladándose también a la mansión Brower, Anthony dejó a su esposa unos momentos platicando con sus suegros y sus primos en la sala - habiéndose retirado temprano la tía abuela para sorpresa de los Cornwell -, y se dirigió a realizar la llamada que tenía pendiente a Chicago desde el despacho.
Tras esperar unos minutos en el auricular del teléfono, tras contestar la llamada uno de los mayordomos en la otra mansión Andley, la voz de su tío se escuchó finalmente del otro lado de la línea.
"¡Anthony!, ¿cómo estás?, ¿cómo seguiste?"
"¡Tío William, buenas noches!", sonrió el rubio de escuchar finalmente a su tío por el auricular. "Estoy muy bien, tío. Muchas gracias. Mejor que desde la última vez que hablamos", le dijo.
"Me alegra escucharlo, sobrino. Me sorprendió tu llamada a esta hora. ¿Pasó algo?"
"En realidad, sí." Le dijo el rubio menor.
"¿Está bien Candy?", preguntó de pronto preocupado.
"Ella está bien, tío William, no te preocupes. Gracias a Dios, va muy bien con su embarazo, casi ocho meses. Pero sí se trata de algo referente a ella… y que nos atañe a ambos como pareja, tío William. La decisión final se tomó hace solo dos días, y por la visita sorpresiva de mis suegros ayer, te estoy hablando hasta hoy ya que es algo que atañe a la familia."
"Pues, dime Anthony. Me tienes en ascuas."
El rubio dudó un momento en continuar, pero tomó valor y prosiguió.
"Tío William, te cuento que Candy y yo hemos decidido adoptar una recién nacida como hija."
Silencio.
"¡¿Que qué?!", no pudo dejar de exclamar su tío sorprendido desde el otro extremo de la línea luego de un momento.
"Dije, tío, que Candy y yo hemos decid-"
"Sí, eso lo entendí, Anthony", dijo el patriarca interrumpiéndolo con seriedad. "¿Pero por qué decidieron algo así? - ¿Y su hijo…? - Él está a punto de nacer. Acabas de decir que Candy tiene casi ocho meses", dijo el rubio mayor desconcertado.
"Lo que sucede, tío William, es que se dio la circunstancia de que una bebé naciera en el pueblo de Lakewood y que en el parto falleciera la madre, su único familiar. Candy se prestó a cuidar de la pequeña desamparada mientras se le conseguía un hogar y bueno, tú la conoces, tío, con el paso de los días se encariñó con ella y tras pedírmelo, estuve de acuerdo en adoptarla."
Silencio en el otro lado de la línea otra vez.
"La tía abuela, por supuesto no estuvo de acuerdo. Y aunque hizo lo que pudo por evitarlo, Candy al final quiso quedarse con la pequeña. Su nombre es Hope. Hope White Brower Britter. O lo será tan pronto se concrete la adopción. Aunque bajo las circunstancias, tendré que consultar primero con mis abogados."
William Albert se quedó pensativo todavía.
Anthony espero un momento más, antes de consultar. "¿Lo desapruebas, tío William?", dijo de pronto un tanto descorazonado.
"No…. Por supuesto que no...", dijo William Albert recostándose en el respaldo de su sillón ejecutivo. "Solo… me sorprende. Eso es todo." Le dijo. "¿Será ella entonces su primogénita? ¿Hope?"
"Considerando los trámites para la adopción, creo que existe la posibilidad de que técnicamente Matthew nazca antes, pero de todas formas, a Candy y a mí ese detalle no nos interesa. A ambos se les tratará igual, como hijos propios. Hasta pienso parecerán gemelos por las edades."
William sonrió en Chicago, "Sigues sorprendiéndome, sobrino", le dijo.
"Espero que para bien, tío", le comentó Anthony, sonriendo también, casi lo podía ver en su mente frente a él mirándole divertido.
"Siempre, Anthony." Le respondió el patriarca orgulloso.
"Gracias.", respondió suave Anthony. "Y también por eso te llamaba," continuó. "Sé que estás atareado con los arreglos de tu boda, tío, pero nos gustaría mucho que tú y Charlotte asistieran aquí a su bautizo dentro de dos semanas. El párroco, en deferencia a la familia, aceptó realizar la ceremonia, aunque Hope aún no esté registrada legalmente a nuestro nombre, y significaría mucho para nosotros si ustedes pudieran asistir. Porque, en realidad, tío William, Candy y yo quisiéramos pedirles que ustedes dos aceptaran ser sus padrinos."
Esta petición sorprendió grandemente al rubio mayor, pero supo controlarse. "Pues… por mí encantado, Anthony. Deja que le comente a Charlotte al respecto y yo te confirmo mañana."
"Gracias. Llámame a la otra casa, por favor, tío. Porque mañana regresamos con Candy a la Mansión Brower."
"¿No se quedarán en la Mansión de las Rosas?"
"Preferimos volver a casa, tío William. Venimos para acompañar a la tía abuela, pero ya es hora de que volvamos. Mis suegros se quedarán una semana más y luego se nos unirán. Y como Archie y Stear vinieron hoy de sorpresa, la tía abuela ya no estará sola."
"Así que los muchachos llegaron antes", dijo William.
"Así es. Vinieron a verme por lo de mi recaída, pero terminamos sorprendiéndolos con un nuevo miembro en la familia y que ya me siento mejor."
"Qué bien.", dijo el patriarca. "Está bien, Anthony, me alegro mucho de escuchar que todos están bien y déjame decirte que, conociendo a Candy y lo que ella ha vivido… es el mejor regalo que pudiste darle."
Anthony exhaló sonriendo también, "Lo sé, tío. Y gracias. Gracias por comprenderlo también."
"Descuida, Anthony." Le dijo. "Y no te preocupes por la tía abuela, con el tiempo se le pasará." Le comentó. "Bien, te llamaré mañana entonces."
"Gracias, tío. Hasta mañana. Y saluda a Charlotte y al señor Stewart de mi parte."
"Lo haré, sobrino. Saluda a Candy de mi parte también, y dile que me alegro mucho por la pequeña Hope."
"Muchas gracias, tío William. Se lo diré." Anthony sonrió. "Se pondrá muy contenta. Feliz noche."
"Feliz noche, sobrino." Dijo William, y ambos colgaron. William se quedó pensativo tras la llamada.
Al salir del despacho, William Albert se topó con una figura familiar esperándolo paciente en una de las sillas decorativas del pasillo.
"¿Me esperabas?", sonrió de inmediato viendo a la bella joven ponerse de pie y sonreírle al acercarse él hacia ella. William tomó su mano y besó su dorso galantemente, viéndola a sus bellos ojos grises. Charlotte le sonrió.
"No quise interrumpirte, amor.", le dijo la joven de cabello castaño hasta la cintura y hermoso vestido color perla. "Me dijeron que habías recibido una llamada de última hora, pero no quería retirarme sin darte antes las buenas noches. Por eso pedí permiso a papá de esperarte unos minutos más."
"Me alegra que te los concediera." Sonrió William, acercándose a abrazar delicadamente la esbelta figura de su prometida e inclinándose hacia sus labios, la besó con ternura y pasión contenida que ella respondió con familiar soltura, haciéndolo sonreír complacido. Al separarse finalmente, ambos suspiraron contentos.
"Solo faltan tres meses dos días…", dijo William para sí mismo, con sus ojos cerrados, recordándose convencerse.
Charlotte rió bajito al escucharlo, abriendo sus ojos, "Llevas bien la cuenta, amor." Le dijo feliz.
"Debo hacerlo, señorita Stewart", dijo el rubio mayor abriendo sus ojos verdes, mirándole. "Es el tiempo que me falta para que usted sea totalmente mía…", le sonrió.
Charlotte se sonrojó, pero contenta le devolvió la sonrisa ilusionada. "Entonces comenzaré a contar también los días que faltan para la boda, futuro esposo mío", le dijo.
"Pues de ser así, eso merece otro beso de buenas noches, futura esposa mía.", le dijo William Albert embebido en su conversación, inclinándose otra vez sobre sus labios, pero esta vez abrazándola totalmente hacia sí, haciéndola retroceder unos pasos contra el muro del pasillo y dándole por primera vez a su amada una muestra de la pasión y del amor que la esperaba al final de esa larga espera para ambos. Sus labios se buscaron con amor y desespero, mientras sus manos por primera vez se acariciaban atrevidas sobre la ropa. Al detenerse William de aquel impulso, los dos jóvenes se miraron tratando de recuperar el aliento, mirándose en silencio a través de miradas cargadas de amor y de prometedor deseo.
"Te amo, Charlotte.", le dijo el alto rubio mirándola sin aliento.
Ella le sonrió, y poniéndose de puntitas, besó sus labios tiernamente una vez más. "Y yo a ti, William Andley." Susurró de vuelta. "Nunca lo olvides", le dijo sincera.
"Charlotte, - ¿estás aquí? - ¿Charlotte?", la voz de su padre los hizo separarse de inmediato y ajustar sus trajes y cabellos aprisa. William Albert tomó su mano y la sorprendió haciéndola caminar junto con él por el pasillo hacia donde se escuchaba venir la voz. Justo cuando la figura del caballero asomaba por la esquina, los dos jóvenes venían caminando por el pasillo de la mano, caminando a paso calmo hacia él.
"Aquí está, señor Stewart.", sonrió William como que allí no pasaba nada. "Justo ahora íbamos a buscarle.", le dijo con su mejor cara de póquer, soltando la mano de su hija. Charlotte a su lado, se veía feliz pero sonrojada.
"Bien, William," dijo algo desconfiado el caballero de bigote blanco y cabello oscuro, al ver a la que consideraba su pequeña. Charlotte se pasó del lado de su padre. "Bueno, te deseamos feliz noche entonces. Que descanses, William."
"Que descansen ustedes también, señor Stewart", el joven Andley hizo una leve inclinación hacia el caballero, "Charlotte", le dijo y besó discreto la mano de la joven en despedida.
"Buenas noches, William.", dijo la joven con una leve sonrisa, y se retiró hacia el final de pasillo tomando el brazo de su padre, para dirigirse junto con él a su habitación asignada, a la par de la de su padre, en el ala opuesta a donde se encontraba la de William. El joven patriarca suspiró viéndola marchar. Ya mañana le contaría a su prometida lo sucedido con su sobrino, y sobre su petición, que esperaba estuviera gustosa en aceptar. Por lo pronto, lo único que estaba en su mente esa noche era la larga espera que aún tenía frente a él hasta el día de su boda.
Horas después en Lakewood, alguien tocaba a la puerta de la habitación de la señora Elroy.
"¿Quién es?", dijo la matriarca extrañada desde la silla del escritorio en su habitación. Una sola lámpara iluminaba su escritura. Ya con su bata y ataviada en su ropa de dormir tras ayudarla a prepararse su mucama particular hace horas, la tía abuela – como le pasara las últimas dos semanas – no había logrado todavía conciliar el sueño y se había puesto a adelantar unas cartas.
"Soy yo, tía abuela", la sorprendió la voz de Anthony desde fuera. "¿Puedo pasar un momento?"
Continuará…
¡Gracias por leer!
¡Hola otra vez! Muchas gracias a quienes siguen la historia y encuentran un poco de alegría en ella. Les agradezco sus comentarios queridas Julie-Andley-00, Anguie, Sharick, Guest 1 y Guest 2. ¡Mil bendiciones!
Me enfermé un poco estos días, pero como prometí, aquí les comparto un capítulo más. Espero haya sido de su agrado.
¡Les deseo un feliz inicio de mes!
¡Feliz domingo!
lemh2001
3 de marzo de 2024
P.D. Se actualizará el jueves 7 de marzo. ¡Hgs!
