-Este fic es una adaptación del manga y anime "Versalles no Bara" de Riyoko Ikeda junto a la película de 1979 "Lady Oscar" de Jacques Demy, la película conmemorativa de 1989 "La Revolución Francesa" y la película "Maria Antonieta: La Reina Adolescente" de Sofía Coppola. Los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, más los personajes de carácter secundario y modificaciones las personalidades, hechos y trama corren por mi cuenta y mi entera responsabilidad. Les sugiero oír "Born to Die" de Lana del Rey para Sakura, "Ceremony" de New Order para Ino y "Avril 14th" de Aphex Twin para el contexto del capitulo, temas que pertenecen a la banda sonora de la película "María Antonieta: La Reina Adolescente" de Sofía Coppola.
Guardar animadversiones no era algo propio de Sakura, por lo que luego de aquella noche en que Sasuke había llegado tarde por...obvias razones, fingió o pretendió que nada había ocurrido y ambos continuaron tratándose como de costumbre solo que Sasuke llevaba sobre su conciencia lo que consideraba una vergüenza y Sakura le había perdido ligeramente el respeto que le tenía, pero no más, prueba de ello fue su entrenamiento aquella tarde en el jardín de la mansión Haruno en que ambos se enfrentaban con espadas y sosteniéndose la mirada. Sakura por su parte vestía holgada camisa blanca de cuello alto, cerrada por un corto pañuelo blanco, pantalones marrón oscuro y largas botas de cuero negro, con su rizos rosados recogidos en una corta coleta anudada por una cinta negra; por otro lado el Uchiha vestía una holgada camisa blanca de cuello en V, pañuelo alrededor del cuello y sobre la camisa una chaqueta azul oscuro sin mangas, pantalones negros y botas de cuero de igual color, con su rebelde cabello azabache ligeramente despeinado como siempre. En un momento de descuido por parte de Sasuke, Sakura golpeó más fuerte la hoja de su sable con la suya, desarmándolo rápidamente y adueñándose de su sable con que lo amenazó apuntando el filo a su yugular y dando por terminado su combate.
—Has mejorado mucho, Sasuke, ya no podre confiarme— celebró Sakura en voz alta, no pudiendo decir que ganaría si él no perdiera la concentración.
—Por favor, apenas estoy a tu nivel— protestó Sasuke sin dudarlo, —no puedo superar tu agilidad y rapidez— intentar alcanzarla era todo cuanto estaba en su poder.
Ambos entrenaban a diario desde que eran unos niños, sus capacidades estaban a la par y no es que Sasuke quisiera jactarse de ello—es más, estaba siendo humilde—, pero en ese momento su mente se hallaba en otra parte; aunque había vuelto a regresar tarde a casa ahora se debía a que frecuentaba círculos sociales de la clase baja en Paris, actualizándose de los últimos rumores y del caos que imperaba en la capital a causa del descontento de la gente...querría hablar a Sakura de ello, pero no sabía si ella—como aristócrata que era pese a ser alguien de mente abierta—tendría la mente abierta o despreciaría sus preocupaciones, ¿No era lo que estaban haciendo todos los nobles al fingir que Francia no era un polvorín a punto de estallar? Arqueando una ceja ante las palabras de Sasuke y su evidente desconcentración, Sakura simplemente negó en silencio, callando su miedo de que estuviera pensando en…esa fulana a la que seguramente estaba frecuentando y por lo que llegaba tarde algunas noches de la semana, ella ya se había acostumbrado a mentirle a Mikoto para proteger a Sasuke y evitar que a Uchiha se preocupara, pero esperaba que él supiera lo que estaba haciendo. Apareciendo en el umbral del patio y cruzando las manos tras su espalda, el general Kizashi Haruno observó atentamente a su "hijo" y heredero, ¿Un padre podría sentir mayor orgullo de su hijo que él en ese momento? Lo creía imposible.
—¡Sakumo!— llamó el General haciendo que su hija y el Uchiha se aproximasen a él.
—¿Sí, señor?— asintió Sakura esperando que la presencia de su progenitor no se debiera a una mala noticia.
—Tengo maravillosas noticias— previno el Haruno ansioso de compartir la buena nueva. —Por disposición real, se te ha asignado el rango de Coronel— reveló esperando su expresión de satisfacción para sentirse todavía más orgulloso.
—Pero ya soy comandante de la guardia real…— recordó la pelirosa, extrañada a más no poder ante este reconocimiento que no había pedido.
—Y lo seguirás siendo, pero ahora a ello sumas el grado de Coronel— diferenció Monsieur Kizashi ante la confusión de su hija. —No dudo que la reina haya intercedido por ti— la amistad y deber de su hija para con la reina daba frutos que ninguno de ellos hubiera esperado, estaba claro.
Desde que sus majestades habían subido al trono y sido formalmente coronados como reyes de Francia hace poco más de un año, los nobles de Versalles no hacían más que postrarse a sus pies y suplicar favores para promover a algún miembro de sus respectivas familias; Sakura le había suplicado ostensiblemente a su progenitor y a su madre que no osaran hacer aquel espectáculo y por lo que había podido sentirse tranquila…hasta ahora, abriendo los ojos como platos a causa de la sorpresa y dejando libre un quedo suspiro al apartar la mirada. Querría negarse a esta promoción pero conociendo a su siempre generosa reina, Ino Yamanaka, la pelirosa comprendió de inmediato que no tendría sentido, mañana temprano le dejaría claro que quería mantener su salario tal como estaba y que no precisaría de regalos ni reconocimientos pomposos, pero si su reina quería honrarla Sakura no se sentía quien para negarse. En contraste con el General Kizashi quien se mostraba orgulloso por el reconocimiento a Sakura y aunque él sintiera lo mismo, Sasuke simplemente observó a su amiga en silencio, ¿Eran correctas estás decisiones por parte de la reina? Tenía amigos en los círculos sociales de la ilustración en Paris y le habían dicho que la reina no era vista como una dama digna de admiración sino más bien como una niña caprichosa.
Pero fuera de ello; si, estaba muy feliz por Sakura.
Corte de Versalles
Al convertirse en reina de Francia, Ino había creído que las responsabilidades y expectativas para con ella disminuirían, su madre le había hablado tan poco de su rol como Reina y Emperatriz en su natal Austria que, solo habiéndola visto dichosa y plena sentada en su escritorio y lidiando con asuntos de estado, Ino había aceptado que el ser monarca era algo divertido y que brindaba profunda satisfacción…pero desde que había subido al trono junto a su esposo Choji lo que sentía era todo menos eso. Aunque paulatinamente había podido deshacerse del molesto ritual para vestirse por las mañanas, pudiendo tener intimidad y ser asistida únicamente por sus doncellas más cercanas en lugar de cortesanos frívolos, el protocolo continuaba siendo rígido en extremo y en ese momento de la tarde-noche la Yamanaka estaba frustrada y molesta a más no poder, reunida en el comedor junto a su esposo para comer juntos…mientras todos los nobles de la corte estaban de pie en la misma habitación y observándolos con ojos críticos; Choji comía con naturalidad y buen apetito como siempre pero Ino por otro lado apenas había provocado un bocado de su plato y no podía evitar temblar al saberse observada, ¿En qué había cambiado su vida al haberse convertido en reina? Las frustraciones eran las mismas; seguía sin obtener libertad, su matrimonio seguía sin consumarse y a ojos de todos ella era la única culpable.
Sentada en su lugar a la mesa, la ahora reina Ino Yamanaka de Francia portaba un bello vestido de seda rosa brillante de escote cuadrado decorado con un encaje tan fino en el contorno que parecía pequeñas plumas, un margen enmarcaba el centro del corpiño y escote del vestido, las mangas se ceñían a las muñecas y la falda se dividía en dos, una inferior rosa pálido y una superior rosa brillante. Su largo cabello rubio estaba prolijamente recogido de manera alta para despejar su rostro exponiendo unos pequeños pendientes de oro con un cristal rosa en el centro y masificando su aspecto con una boina francesa rosa brillante decorada por plumas como las que simulaba su vestido. Por el rabillo del ojo no podía evitar contemplar asombrada la manera en que su esposo el rey Choji devoraba la comida de su plato y pedía incluso más mientras que ella ni siquiera deseaba probar nada de lo que había sobre la mesa, ¿Cómo podía soportar tanto escrutinio? Deberían poder despedir a esos cuervos que los rodeaban para cuando menos comer en la intimidad y como pareja que eran, para poder interactuar. Con solo ver como discurría la noche hasta ahora, Ino deseó darse un baño e irse a dormir cuanto antes, al menos así podría estar sola porque incluso tratar de consumar su matrimonio la irritaba ya que todos estaban al pendiente de ello.
Negando en silencio cuando un sirviente se acercó y le ofreció algo más, Ino decidió iniciar un proyecto para buscar su propia felicidad…
Ojala y una persona pudiera mantenerse al margen de la realidad, ojala la vida privada de alguien no fuera la comidilla de todos pero desgraciadamente esa no era la situación en un lugar como Francia, la vida de la reina Ino y su matrimonio sin consumar con el rey Choji eran carne cañón para los rumores; se comentaba que el joven y tímido rey era impotente y que la bella reina era frígida…o incluso lesbiana. Ya que no había una amante o favorita hacia quien volcar su odio en este joven reinado, los rumores se enfocaron en criticar la actitud de la reina que les parecía demasiado frívola por sus gastos, por su actuar al salir de Versalles por las noches y acudir a las fiestas de Paris, a la Opera, los bailes de máscaras y a apostar en los salones de juegos de azar. Pronto este comportamiento por parte de la reina detonó la creación de libelos o pequeños folletos que contenían escrituras venenosas hacia la joven soberana de Francia e imágenes satíricas o pornográficas de ella o de su esposo el rey. Esa mañana, los guardias del Palacio habitualmente serios no podían evitar encontrarse reunidos y riendo mientras contemplaban dichos libelos, hablando de lo que quizás hacia la reina con sus "amigas" la princesa Matsuri y la duquesa Tenten que en las sátiras pornográficas eran representadas como sus amantes.
—¿Qué está pasando?, ¿Por qué no están en sus puestos?— increpó Sakura apareciendo tras sus hombres que se tensaron como arcos manteniéndose firmes ante su superior. —¿Qué es eso?— cuestionó viendo que uno de sus hombres sostenía un papel en sus manos. El hombre bajo la mirada, lo que molestó a Sakura quien le arrebató el documento de las manos abriendo los ojos de indignación ante lo que veía. —Salgan de mi vista y vuelvan al trabajo, ¡Ahora!— gritó sin aceptar replica alguna.
Bajando al unísono la mirada ante su superior, los hombres inclinaron la cabeza ante su Comandante y procedieron a retirarse cuanto antes y de la forma más ordenada posible mientras Sakura cerraba los ojos y suspiraba sonoramente, esforzándose por no querer hacer mil pedazos el documento en sus brazos enguantadas. Cuando los pasos se escucharon lejanos y no vio a nadie cerca suyo, Sakura bajo la mirada hacia sus manos y observó la sátira pornográfica que le resultaba insultante y de pésimo gusto, digna de una sentencia de muerte incluso, ¿Quién osaba hablar mal de la reina y burlarse de ella de semejante manera? Representándola como…una ramera promiscua, ¿Quién divulgaba semejantes mentiras si su honorable reina era virgen e incorrupta? Doblando el documento en un fino rollo que sostuvo en su mano derecha, Sakura emprendió rumbo hacia los aposentos de su soberana para poder hablar con ella y comunicarle estos hechos aunque deseara callarse con tal de protegerla. Era una suerte que Sasuke no estuviera cerca al hacer que cambiaran las herraduras de su caballo ese día o ella sentiría vergüenza de mostrarse tan emocional e indignada delante suyo. ¿A dónde habían llegado? Sus soberanos llevaban cuando más casi dos años en el trono y la gente ya los odiaba. ¿Por qué?
Los cambios que estaban sucediendo en su mundo no le estaban gustando.
En el momento en que Sakura se presentó en los aposentos de la reina, Ino se hallaba sentada sobre un sitial de su sala de recepción leyendo "Las Confesiones", un libro de uno de los tantos pensadores de la ilustración que tan bullida; y aunque por dentro sintiera pena, dignación y dolor, la Yamanaka solo dejo libre un suspiro cuando recibió y observo el libelo que su amiga le entregó. Esperaba que ningún soldado malintencionado que la reverenciara a su paso se masturbara imaginándosela en escenas tan depravadas, solo eso podía pedir en su interior, esbozando una ligera sonrisa al encontrar su mirada con la de su amiga y lamentando que ella hubiera visto algo así. Los cotilleos de la corte y los rumores en torno a su persona le daban igual, le eran intranscendentes pues eran orquestados por gente malvada, venenosa y envidiosa, ¿Qué conseguiría intentando frenar estos libelos e historias que iban de boca a boca? Perdería el tiempo pues las personas siempre tendrían opinión propia, solo gastaría saliva; ya le había escrito a su madre la Emperatriz Miyuki para hablarle de la situación pero restando importancia a lo mismo para no preocuparla y se lo había dicho al embajador Shikaku. Ino sabia la verdad que era lo importante, se sabía virgen y seguiría siéndolo hasta que su matrimonio se consumara, ¿Por qué discutir con rumores estúpidos e infundados que seguirían de cualquier manera?
—Ya lo he visto, Sakura, y otros mucho peores— sosegó Ino tratando de restar importancia a la situación.
—¿Nada de esto le molesta, Majestad?— preguntó la pelirosa frunciendo el ceño con extrañeza y sorpresa entremezcladas.
—¿Por qué debería?— rebatió la Yamanaka arqueando una ceja con sapiencia. —La gente siempre tendrá una opinión y no tengo poder para reinar sobre las mentes de mis súbditos, solo aspiro a reinar sobre sus corazones y eso es algo por lo que debo velar— Dios sabía que ello era una de sus mayores preocupaciones diarias. —Ya asigne el presupuesto correspondiente de mi asignación a la caridad, que es mi deber— recientemente estaba apoyando una causa orientada a los niños con discapacidades.
—Si tratase de hacer resaltar sus buenas obras…— mencionó la Haruno buscando una forma de ayudar a su soberana a limpiar su imagen.
—La caridad existe para los desfavorecidos, no para vanagloriarse de ello— contrarió Ino de inmediato pero apreciando las buenas intenciones de su amiga. —Créeme, Sakura, estos panfletos me molestan tanto como a ti, pero no voy a hacer caso a lo que dicen— eran solo tonterías y no dejaría que opacaran su orgullo dorado.
Admirando la sabiduría de su joven soberana, Sakura contempló la imagen de dignidad de Ino quien portaba un elegante vestido de seda rosa pastel perfectamente entallado su figura, con el corpiño decorado por líneas verticales blancas, el contorno del corpiño y los hombros decorado por encaje en forma de pétalos, mangas acampanadas con líneas verticales blancas y dobladillo en forma de pétalos con largos holanes blanco, falda doble; una lisa e inferior, y una superior con líneas verticales blancas, y su largo cabello rubio perfectamente recogido de manera alta y adornado por rosas en distintos tonos a juego con su vestido y haciendo resaltar unos pequeños pendientes de diamante en forma de lagrima. Paralelamente Ino observó a su amiga quien debido a su nuevo cargo como Coronel de la Guardia llevaba un atuendo ligeramente distinto; la guerrera militar que ahora portaba era de color rojo con hombreras y muñequeras igualmente doradas sobre una impoluta camisa blanca de mangas holgadas, pañuelo blanco alrededor del cuello y que era adornado por un broche dorado con un rubí en el centro, pantalones blancos y largas botas de cuero negro con su sable permanente en su cadera, teniendo su cabello rosado peinado en una corta coleta anudada por una cinta negra y llevando su sombrero de pluma bajo el brazo.
—Tengo cosas mucho más importantes en que pensar— mencionó Ino cambiando de tema y poniéndose de pie con elegancia.
—¿Cómo en qué, Majestad?— preguntó Sakura con inevitable curiosidad.
—Mi esposo el rey ha accedido a mi petición y me ha obsequiado el Palacio de Trianon— comunicó la Yamanaka sonriendo deslumbrante de alegría. —Por fin podre tener la casa de campo con la que tanto he soñado y ser feliz, libre— era un proyecto que deseaba llevar a cabo desde hace tiempo y ahora podría. —¿Me acompañarías a examinar el lugar?— invitó pidiéndoselo amablemente a su querida amiga.
—Sera un honor, Majestad— aceptó la Haruno inclinando la cabeza respetuosamente.
—Y en el camino podrías comentarme que lo que sepas de ese lugar— sugirió la reina entrelazando su brazo al de Sakura mientras procedían a abandonar la estancia.
—La verdad es un palacio similar a un templo, según tengo entendido— inició Sakura no habiendo estado nunca allí pero si habiendo escuchado del lugar, —el fallecido rey Jiraiya obsequió el lugar a su primera favorita y amante oficial...— relató obteniendo el interés absoluto de su amiga y soberana
Una voz en el subconsciente de Sakura le dijo que quizás la decisión de su amiga y reina era errada, al fin y al cabo merecía querer defenderse de cualquier maledicencia que se dijera sobre ella ya que su pueblo debía respetarla y admirarla. Si Sakura se indignaba porqué hablaban mal de su reina, ¿Cómo es que Ino no buscaba a la persona detrás de todo esto para que la castigaran por divulgar mentiras? Quizás era demasiado bondadosa o benigna al no pensar en castigar ni sancionar al o los responsables tras ello ni tener intención de informar de ello a su esposo el rey. Sasuke siempre le decía que tendía a imaginar lo peor o ser alarmista cuando en realidad aquello era nada y Sakura se esforzó por convencerse de ello mientras relataba a su amiga y soberana la historia del Palacio conocido como Le Petit Trianon mientras abandonaban el Palacio de Versalles y subían al carruaje de la reina en compañía de las dos leales doncellas de esta. Escuchando con atención el relato de Sakura, Ino se esforzó por olvidarse de sus problemas y preocupaciones, se sintió querida y normal con su amiga en lugar de odiada, juzgada o despreciada, sentires que experimentaba habitualmente al ser escudriñada por la corte, o ahora vilipendiada e injuriada por su pueblo cuyo amor trataba de ganar. Ser reina era mucho más difícil de lo que había imaginado, pero ella sentiría manteniendo su dignidad en todo momento…
Palacio de Trianon/Versalles
Cuando el carruaje se detuvo tras un pequeño trayecto de alrededor de tres kilómetros, Sakura fue la primera en levantarse y abrir la puerta tendiendo la mano a su soberana quien bajo sujetándose la falda para no tropezar y tras ella bajaron sus doncellas que observaron con admiración el edificio ante ellas pero quizás no con la misma emoción que su reina quien esbozó una radiante sonrisa al contemplar la estructura. El palacio conocido como Le Petit Trianon era un palacete pequeño, sencillo y de aspecto muy femenino, de inspiración neoclásica, rodeado de amplios jardines botánicos muy bellos pero que de inmediato Ino comprendió interferirían con el jardín paisajista ingles que ella tenía en su mente, mas no haría destruir todo sino más bien "trasplantarlo" a otro lugar, quizás al jardín del rey en Paris. Exteriormente el lugar era tan hermoso y sencillo, tan natural que cumplió con todas las expectativas de Ino, instándola a desear ver su interior y por lo sujetó la falda del vestido para no tropezar, corriendo cuanto antes hacia la pequeñas escaleras que le permitirían ingresar en el lugar con sus doncellas siguiéndola lo más rápido posible, y tras ellas Sakura quien se mantenía digna y respetuosa como siempre. Nada más entrar y ver el espacio tan amplio, los ventanales y cortinas, Ino quedó prendada del lugar pues era todo lo que concebía en su mente para poder comenzar a crear un oasis:
—Es absolutamente hermoso, un lienzo magnifico en que plasmar mis ideas— declaró Ino conteniéndose para no chillar de la emoción y viendo a sus doncellas asentir ante sus palabras. —Me imagino un mobiliario perfecto para reuniones, juegos y para sentirme…normal, libre— este sería su refugio y escape de cualquier protocolo. —Estarás invitada a esas reuniones, por supuesto, y también Sasuke, siempre— agregó enfocando su mirada en Sakura.
Sonriendo muy sutilmente para no deslucir en su rol de Comandante de la Guardia en presencia de las doncellas de su reina que se sonreían entre si y hablaban de lo hermoso del lugar, Sakura agradeció profundamente la invitación de su soberana y se esforzó por mantener las formas ya que le resultaba algo irrisorio imaginarse a Sasuke en una reunión del té con su soberana o rodeado de aristócratas...muchos no lo sabían pero la reina Ino privilegiaba los sentimientos de las personas a su estatus, por eso los nobles de la corte no la querían ya que no les daba los beneficios que ellos pedían en política o nuevos títulos nobiliarios. Regresando su mirada hacia los amplios ventanales, Ino sabía que era egoísta de su parte querer alejarse de Versalles y de la nobleza encorsetada pero si su madre había hallado la felicidad en su rango de Emperatriz de Austria, ella aspiraba a lograr lo mismo en Francia lejos de la corte y la política, además no podía emular a su progenitora pues su rol como mujer no era formar parte de la política y sus preceptores religiosos se lo habían enseñado; una buena mujer se sometía a su marido y en cualquier caso a Ino no le agradaba la política. Solo cobraría importancia cuando llevara en su vientre el heredero de Francia y eso aún se vislumbraba lejano pues Choji y ella no mostraban nuevos avances por consumar su relación en el dormitorio, por lo que podía darse ciertos lujos.
—Perdón que hable sin permiso, Majestad, pero la veo algo triste— comentó Sakura como si pudiera adivinar sus pensamientos, situándose a su diestra y hablando en voz baja para que las doncellas de su soberana no escucharan. —¿Acaso ocurrió algo entre el rey y usted?— inquirió esperando poder ayudarla de ser así.
—No, su Majestad ha sido muy atento y tierno conmigo— tranquilizó Ino volviendo la mirada con una ligera sonrisa de lo más sincera. —¿Habrás escuchado que he comenzado a frecuentar los juegos de azar?— más bien afirmo la reina viendo asentir a su amiga. —Y ha pagado algunas de mis deudas, que no son considerables— en realidad pagaba lo que a ella le hacía falta, pero no todos sus gastos cabe añadir.
—Confió en usted, Majestad— aceptó la Haruno inclinando la cabeza con respeto.
Al escuchar aquello, Sakura respiró mucho más tranquila, en una ocasión Sasuke le había comentado la preocupación que sentía de que la opinión pública—el pueblo—se volviera contra la reina Ino por sus gastos en los juegos de azar, fiestas de máscaras o en los bailes de la ópera, y Sakura naturalmente no había sabido que decir pues jamás osaba reprochar a su soberana, se conformaba con servirla y apoyarla, entendía tan bien su sentir como mujer que en ningún momento se le cruzaba por la cabeza regañarla pero ahora comprendía que las preocupaciones del Uchiha era infundadas. Los libelos maliciosos que se escribían sobre su persona no abarcaban únicamente su intimidad de manera pornográfica sino que también exponían su cuentas o gastos en ropa, joyas, zapatos y juegos de azar pero mucho de lo que se hablaba era mentira, Ino jamás se permitiría gastar de forma extrapolada ni desmedida pues en su naturaleza de austriaca estaba el ser medida en el dinero que le correspondía, no le había pedido a su esposo el rey que le diera un presupuesto mayor que el que tendría cualquier otra reina y si ocasionalmente le pedía dinero extra era para sus obras de caridad, no para sí misma. ¿Qué clase de soberana seria si se comportara como una niña caprichosa? Era completamente consciente de sus responsabilidades.
—Lo que me sucede es que envié a mi madre la Emperatriz Miyuki un retrato mío en que portaba los ajuares franceses— comunicó Ino finalmente y sabiendo que podía ser sincera. —Mis cuñados me habían dicho que me veía como la perfecta reina de Francia, pero ¿Sabes lo que dijo cuándo lo recibió? Que parecía una vulgar y extravagante actriz, que no era la hija que ella recordaba— la reina tuvo que esforzarse para que no se le quebrara la voz al pensar en ello. —Todos me dicen que es lo que debo hacer y yo intentó cumplir con dichas expectativas pero no tengo a ningún guía sensato a mi lado, más que tú— nadie la veía como una mujer o hija.
No sentía que su vida hubiera cambiado fuera del hecho de que las responsabilidades eran mayores junto con las expectativas y sumado a ello comprendía que lo que se le había perdonado como ligereza siendo delfina ahora nadie se lo perdonaría como reina, por ende trataba de mantener una conducta decorosa asistiendo a sus círculos sociales y fiestas con sus amigas la princesa Matsuri y la duquesa Tenten o con sus cuñados los príncipes Choza y Torifu a quienes también acusaban de ser sus amantes, ¿Es qué creían que era una autentica mesalina para acostarse con cualquiera? Fuera de ello, el corazón de la Yamanaka estaba apesadumbrado por el desaire de su madre para con su retrato y por no saber exactamente que se esperaba que hiciera, ¿Por qué nadie podía ayudarla? Siempre presente en el círculo de amigos de su reina, Sakura sintió que se le oprimía el corazón al escucharla, siempre trataba de ayudar a Ino a llevar sus cargas, había trabado amistad con la princesa Matsuri e incluso con la frívola duquesa Tenten quienes eran personas muy queribles, ¿Por qué nadie podía entender que su soberana se sentía sola? La desconsoló saber que ni siquiera su madre la Emperatriz Miyuki era capaz de hablarle como una guía sino solo como una jueza, ni siquiera Sakura con su visión seria del mundo tenía todas las respuestas, ¿Cómo podía hacerlo Ino? Todos eran demasiado duros e inhumanos con ella.
—Mi madre era la epitome de la felicidad en su rol de reina y Emperatriz...pero yo no siento eso— confesó Ino sintiendo todo menos alegría en su nuevo papel. —Busco la misma alegría, siendo un ejemplo de castidad mientras espero a cumplir con mi rol de mujer y esposa, una vez que mi esposo el rey se sienta preparado para cumplir con su deber de hombre— esperaría pacientemente sin importar lo que pasara. —Y comprendo que no me sentiré realizada hasta que nuestra unión se consume, no porque no lo amé sino porque todo lo que deseó es tener mi vientre lleno y producir un heredero para Francia— entonces sería realmente feliz pues sería madre.
—Me tranquiliza escuchar la conciencia que tiene de su situación y responsabilidades, Majestad— suspiró Sakura no habiendo querido tocar esos temas con ella antes.
—He sido consiente desde que llegue a este país, aun sabiendo que muchos me odian— respaldó la Yamanaka alzando una mano al aire al ver que su amiga quería discutir. —No necesitas objetar, pues se bien que sientes lo mismo, esa tención en el ambiente por el hecho de que soy una austriaca y que sé siempre me recriminaran sin importar lo que haga— había escuchado el mote "la austriaca" hasta el cansancio. —Como mujer que eres al igual que yo, Sakura, debes entender y saber en lo más íntimo que nuestra única verdadera y suprema necesidad en la vida es amar y ser amada como respuesta— lo había tenido claro desde siempre, pero nunca antes como ahora. —Un día querrás lo mismo que yo, espera y veras— estaba segura de ello.
—¿Ser madre?— repitió la Haruno con absoluta incredulidad. —No, imposible, nunca— le resultaba totalmente impensable.
En la mente siempre seria y reservada de Sakura—al ser criada como hombre—el imaginarse convirtiéndose en madre le era ridículo, había visitado en el pasado a sus hermanas que por cierto ya tenían hijos y muchos, había visto sus vientres prominentes y quizás había sentido un cosquilleo en su interior imaginándose que se sentiría tener un hijo pero nunca se había imaginado como ellas en el espejo; tampoco había sentido atracción particular por el sexo opuesto, aunque mentiría si dijera que no sentía algo muy confuso, de hecho y hace varias noches soñaba sentir un peso sobre su cama que la hacía abrir los ojos encontrando el rostro de Sasuke muy cerca del suyo, algo que había comenzado a soñar desde que sabía él había llegado a casa tras frecuentar a una prostituta. Se encontraba pensando en Sasuke mucho a diario a decir verdad pero dudaba que él la viera como una mujer fuera del apodo cariñoso que le había puesto y por el que ya todos la conocían, Sakura. Arqueando una ceja ante la seguridad con que Sakura se expresaba, Ino ahogo una carcajada rememorando las palabas de sus hermanas mayores en Austria; nunca había que decir nunca, la vida de alguna forma siempre encontraba manera de empujar a una persona a todo tipo de circunstancias, como a ella misma al conocer al conde Sai hacia tantos años, un amigo que debía confesar evocaba sentimientos platónicos en ella, pero nada más.
—¿Y por qué no?— preguntó Ino abiertamente a su amiga. —Tienes todo lo necesario para poder hacerlo, exceptuando una sola cosa. ¿A qué crees que me refiero?— se llevó una mano al mentón con falso aire pensativo.
—Un hombre, Majestad— obvió Sakura y sintiéndose extraordinariamente bien por poder hablar de su sentir de mujer con su amiga la reina.
—Sí, un hombre; una de esas enigmáticas criaturas de voz grave y tacto salvaje, o torpe— definió la Yamanaka con voz seria pero tono ligero. —¿Has amado a un hombre alguna vez, Sakura?— preguntó sintiendo curiosidad sobre la vida de su amiga.
—A un amigo, lo amo como a un hermano…— asintió la Haruno sin dudarlo, mas apartando la mirada al no saber cómo definir su sentir por Sasuke, —aunque a veces hace que me sienta muy extraña y confusa, hace que despierten en mi sentimientos que considero impropios— querer acercarse a él más de lo debido le parecía impropio.
—Quizás el amor sea confuso e impropio— consideró la reina en voz alta habiendo sentido lo mismo que ella muchas veces. —Cuando conocí a mi esposo no sentí nada particular pero el tiempo me ha hecho amarlo— aún estaba aprendiendo de ello, la verdad. —Solo Dios sabe que es realmente el amor, creo que hemos de buscarlo por nosotras mismas o conquistarlo en tanto nos sea posible— si tenían la oportunidad pues como aristócratas se esperaban ciertas cosas de ambas al ser mujeres. —Ven, sigamos recorriendo el lugar— invitó, sugiriendo así que cambiaran de tema.
Quizás el amor mismo estaba hecho para no ser comprendido, ¿Acaso la existencia humana no se basaba en su mayoría en encontrar a esa persona con quien se habría de compartir la vida? Ino sabía que no tenía que buscar, su madre ya había elegido a Choji para ella desde su más tierna infancia y aunque muchas veces la Yamanaka se encontraba cavilando sobre si lo amaba realmente, se había acostumbrado tanto a tenerlo a su lado que no sabía que ocurriría el día de mañana si algo los separaba, probablemente se desmayaría y su vida se convertiría en un infierno, cierto era que también pensaba en el conde Sai pero sabía que nunca podrían ser más que amigos, era guapo pero sería impropio y había que conocer sus propios límites. Asintiendo ante las palabras de su reina, Sakura siguió los pasos de su soberana hacia las escaleras que conducían a la planta alta siendo seguidas por las doncellas de la reina; ¿Sería posible que Sasuke tuviera las mismas dudas que ella tenía? Querer abrazar a su amigo en momentos espontáneos del día o acercar mucho su rostro al suyo sin duda no era una conducta propia entre camaradas, y si lo hacía probablemente pondría nervioso a su amigo lo que no era su intención. Quizás eran solo sus sentimientos de mujer saliendo a la superficie pero tendría que controlarlos mejor.
Convertirse en una mujer era demasiado complicado.
El sol comenzaba a cruzar el cielo para ocultarse lentamente en el horizonte cuando el carruaje en que viajaba la Comandante de la Guardia Real cruzaba las calles de Paris en dirección a la mansión de la familia Haruno tras finalizar su jornada de trabajo, la propia reina Ino le había permitido retirarse antes tras regresar a Versalles luego de visitar el Petit Trianon. Observando las calles de Paris atestadas de gente como de costumbre, Sakura esbozó una sonrisa al pensar en su soberana la reina Ino y en lo tranquila que se sentía después de sus conversaciones con ella, más si de cierto Uchiha se refería y que se encontraba sentado en el asiento frente a ella, observándola atentamente, lo sentía aunque ella enfocara o intentara enfocar su atención en otra cosa. Ajeno a la razón tras la alegría de Sakura, Sasuke se quedó prendado por la forma en que sus mejillas se mostraban sonrosadas, en la suave brisa que mecía su cabello recogido en aquella corta coleta…aunque no lo pareciera—porque ambos eran muy buenos ocultándolo—, se había desarrollado una tensión creciente entre ambos luego de que él llegase a casa tras frecuentar a…aquella dama de mala reputación, si Sasuke no conociera a Sakura pensaría que ella había sentido celos pero su amiga en realidad valoraba mucho la dignidad y virtudes de las personas por lo que consideraba impropio que él se hubiera comportado así, mas ya lo habían dejado atrás.
—¿La reina estaba feliz?— preguntó el Uchiha finalmente tratando de no embelesarse por la pelirosa.
—Mucho, tiene toda clase de planes respecto al palacio de Trianon e incluso sueña con hacer del lugar una villa— contestó la Haruno desviando la mirada hacia él y rememorando los proyectos que su entusiasta soberana tenía en mente.
—Grandes sueños para alguien tan ocupada— consideró Sasuke en voz alta, sin estar seguro de si aquello era sensato teniendo en cuenta la posición de la reina.
—No es tan extraño, es joven y no tiene hijos de los que preocuparse— contrarió Sakura empatizando con su soberana y conociendo sus gastos, —es normal que quiera ocupar su tiempo en algo y no presionar al rey— era muy noble de su parte.
—¿Y ya te invitó a tomar el té en su villa?— indagó el azabache en tono bromista.
—Sí, y también a ti— respondió la pelirosa viéndolo sonreír ladinamente.
—Dime, Sakura— pidió el Uchiha meditando la presente situación. —¿No te parece que la reina está gastando demasiado en artículos o cosas superfluas?— inquirió conociendo las expectativas del pueblo sobre sus jóvenes soberanos.
—Gasta, cierto, pero no tanto como se cree— diferenció la Haruno al tanto de todo y habiendo escuchado la verdad de boca de la reina. —Es costumbre que Francia se encuentre a la vanguardia del resto del mundo en lo que a moda refiere e Ino simplemente sigue a sus predecesoras, pero incluso sus gastos son moderados— por lo que veía; los hermanos del rey, sus mujeres y muchos nobles gastaban aún más dinero.
—Te creo entonces, al fin y al cabo estás con la reina y sabes mejor que nadie que hace o como se conduce— asintió él sintiéndose más tranquilo ante sus palabras. —Ojala y el resto del mundo pudiera ver eso; la gente habla que la reina descuida sus obligaciones y satisface sus caprichos con el tributo del pueblo— pensaban de la reina como si fuera la amante del rey y no su esposa, —pero por lo que tú me dices la gente es ignorante y se deja llevar por libelos insultantes y sin fundamento— peligrosos por cierto, ya había leído algunos que le habían entregado al azar en las calles.
—Esperemos que ello no conduzca a nada negativo— suspiró ella únicamente.
Ambos entendían—pese a formar parte de mundos distintos, ella como aristócrata y él como plebeyo—que la realidad que conocían comenzaba a cambiar, el Antiguo Orden tan ejemplarmente seguido por todos los súbditos y nobles de la dinastía francesa hasta ahora comenzaba a tambalear a causa de la peligrosa era de las ideas; la ilustración imperaba, ya no se creía lo que se contaba, se alentaba a investigar y comprobar todo personalmente, la guerra de América por independizarse de Inglaterra cruzando el Atlántico atraía la atención y todos en Francia no podían evitar preguntarse si en algún momento sería posible hacer algo así. Acceder al conocimiento de manera libre era revolucionario pero desafiante y anhelado al mismo tiempo, especialmente para aquellos que pertenecían a las clases más bajas, Sasuke no podía negarlo como plebeyo que era pero también era leal a su vida con la familia Haruno. Como una nota discordante, el carruaje en que ambos viajaban dejo de moverse y el coro de voces de las calles comenzó a hacerse más grande como si hubiera una multitud reunida y así era, cuando Sakura volvió la mirada por la ventana del carruaje frunció el ceño al ver el tumulto de gente que se extendía a lo largo de la vía, bloqueando el paso a su carruaje y al de aquellos tras o delante de él. Cuando la Haruno pretendía levantarse de su lugar, Sasuke lo hizo primero.
—Espera, veré que pasa— advirtió el Uchiha a su amiga, abriendo la puerta y bajando del carruaje, acercándose a la primera persona que encontró en su camino. —¿Qué sucede?, ¿Por qué está bloqueado el camino?— interrogó confundido por el tumulto.
—Un niño robo unas monedas al duque Yakushi— contestó un hombre ligeramente mayor que él.
—¿El duque Yakushi?— repitió Sakura, apareciendo a la diestra de Sasuke e incapaz de quedarse atrás.
El duque o también conocido como príncipe Kabuto Yakushi era uno de los tantos nobles que residían en Versalles, procedía de la alta nobleza que integraba la corte y sus antepasados estaban estrechamente relacionados con la familia real francesa, de ahí su poder e influencia, además era amigo natural y compañero de andanzas con el duque Orochimaru, Sakura los había visto juntos y si el duque Orochimaru era falto de escrúpulos y arrogante, no dudaba que el duque Kabuto debía tener mucho en común con él. Tratando de avanzar en medio del tumulto de personas presentes y sintiendo los pasos de Sasuke seguir los suyos, Sakura trato de distinguir lo que ocurría en plena calle, sabiendo los extremos—lo había visto con Hinata hace tiempo—a los que podía llegar una persona guiada por el hambre. En el centro de la calle y con las personas formando una especie de semi circulo para observar lo que acontecía se hallaba el duque Kabuto Yakushi elegantemente vestido y a sus pies un niño de cuando menos cinco años que se hallaba de rodillas cual suplicante, entre ambos se encontraban desperdigadas unas cuantas monedas de oro que el pequeño había robado o había intentado sustraer del carruaje del duque, que para desgracia suya se había dado cuenta y lo que el infante sabia podía ser causal de muerte, los nobles no necesitaban de excusas para matar a alguien que fuera parte de la plebe.
—Perdóneme, señor, no sabía lo que hacía— rogó el pequeño niño con lágrimas deslizándose por sus pálidas mejillas. —No he comido hace días, perdón— había querido ayudar a sus padres a comer al tratar de robarle esas monedas.
—De acuerdo, te perdonó— consintió el duque Yakushi con aparente benevolencia. —Puedes irte— permitió alzando la mano en señal de que dejaba libre al pequeño.
—Gracias, señor— agradeció el infante, esbozando una sonrisa y levantándose lentamente del suelo.
Aquella era una imagen benevolente y que indudablemente enterneció a los presentes, un noble que muchos podían ver como frívolo y arrogante perdonaba a un niño pequeño quien por necesidad había tratado de robarle, trajo esperanza a la gente que presenciaba la escena…o así fue hasta que de su cinturón el duque extrajo una pequeña pistola de aspecto elegante y apuntándola al pequeño le disparo sin miramientos, rompiendo el pequeño eco de murmullos y haciendo el silencio con el eco de su disparo mientras el pequeño caía al suelo inerte ante el certero y letal disparo. El silencio fue velozmente roto por el desconsolado llanto de la madre del pequeño que irrumpió entre el tumulto, corriendo a abrazar a su hijo ahora muerto y tras ella se hallaba el padre del pequeño. A lo largo de su vida Sakura había presenciado múltiples injusticias, las veía a diario ejemplificando el trato desigual de los nobles para con los pobres o plebeyos pero nunca como ahora, y sin titubeos se abrió camino entre el gentío presente, avanzando tras los pasos del duque Kabuto Yakushi quien, como si fuera inocente de la reciente muerte, dio media vuelta para regresar sus pasos a su carruaje, solo que Sakura lo detuvo cuando este pretendía subir, sujetándolo de los hombros y encarándolo. Sakura sentía a Sasuke un paso tras ella pero la ira que sentía era demasiada para calmarse, menos al escuchar el llanto de la mujer que había perdido a su hijo, una inocente criatura.
—Alto, señor— advirtió la Haruno sosteniéndole la mirada al duque y arrinconándolo contra su carruaje. —¿Cómo oso cometer semejante crimen?— cuestionó indignada a más no poder ante lo que había presenciado.
—¿Qué más le importa a usted, señor? Estos desgraciados se multiplican como conejos y caen como moscas— obvió Kabuto viendo al Comandante ante él como un hombre. —En nada le afecta a usted ni a mí, y cuando menos queden de ellos, mejor— nada más escuchar aquello, Sakura se lanzó al cuello del hombre para asfixiarlo, pero la fuerza de este la hizo a un lado antes de recibir una bofetada que le volteo el rostro. Golpear a alguien en el rostro con un guante era un símbolo inequívoco; se desafiaba a un duelo. —Señor, exijo una satisfacción ante esta ofensa— demando el peligris ofendido por tamaña macula hacia su persona.
—Y yo acepto su desafío con sumo placer— asintió Sakura de inmediato, acomodándose la guerrera y manteniendo la frente en alto.
—¿Armas?— cuestionó el Yakushi queriendo acordar el duelo lo más rápido posible.
—Pistolas— contestó la pelirosa ciñéndose a las reglas entre caballeros.
—¿Quién lo asistirá?— inquirió el peligris teniendo a su propio padrino en mente.
—Mi compañero y hermano— señaló con la cabeza a Sasuke tras ella sin necesidad de voltear a verlo para saber que él la apoyaba, sabía que siempre lo hacía.
—¿Lugar?, ¿Hora?— interrogó Kabuto pues el desafío ya era cosa concreta.
—Chantilly, al alba— comunico la pelirosa sin apartar la mirada de él.
—Espero nuestra cita con ansiedad ciertamente anticipada, señor— suspiró el duque sosteniendo la mirada al Comandante de la Guardia Real.
—Y yo, señor— reafirmo la Haruno con idéntica opinión pero motivos muy distintos.
Libre de más acusaciones por parte del Comandante de la guardia y agraviado en su orgullo, el duque Yakushi procedió a subir a su carruaje en tanto la Haruno daba media vuelta y regresaba sus pasos hacia su propio coche con Sasuke caminando cuando mucho dos pasos tras ella y mortalmente preocupado por la decisión que había tomado mientras abría la puerta del carruaje y la veía subir antes de unírsele al interior. El cochero continuó con su camino hacia la mansión de la familia Haruno mientras se dispersaba la multitud. Los duelos no eran cosa novedosa en la Francia del siglo XVIII, era algo que existía desde la antigüedad pero que se practicaba formalmente desde el siglo XV—de ahí las tradicionales justas o torneos medievales—, tendía a ejecutarse con distintas armas según se placiera hacer por parte de los duelistas; entre la nobleza se usaban armas de filo como las espadas hasta herir al oponente durante el duelo o pistolas ejecutando un disparo desde determinada distancia, acordando que aquel que saliera herido o muerto perdía irremediablemente. Al duelo no solo asistían los contendientes sino también los padrinos de ambas partes y podían luchar o no dependiendo como se acordara el duelo. Escuchando aun el llanto de los inocentes madre y padre que habían perdido a su hijo, Sakura se convenció más que nunca que su decisión era acertada, necesitaba eliminar a ese hombre…
Tan pronto como llegaron a casa, Sakura pidió una taza de té a Mikoto y procedió a retirarse a su habitación deseando estar a solas con sus pensamientos, solo que Sasuke no se lo permitió, entregándole la taza de té y quedándose a observar la forma inquieta en que su amiga de toda la vida se paseaba por su habitación en tanto él se hallaba sentado sobre uno de los sitiales y la seguía atentamente con la mirada. Para esa hora de la noche y en que sol ya había desparecido del horizonte, Monsieur Kizashi ya debía estar enterado de todo aunque no lo hubiera manifestado así, pero quizás no contaba las horas para el duelo con ansiedad como Sakura o temor como Sasuke. En si un duelo era un combate en que se enfrentaban dos personas que se hubieran desafiado individualmente, por lo general caballeros y era un proceso ritualizado y reglamentado como consecuencia de un reto o desafío previo. Este desafío tendía a surgir a partir de una enemistad nacida de una ofensa tenida por alguna de las partes o ambas, por lo que todo se hallaba vinculado a los conceptos del honor y la venganza. Levantándose de su lugar mientras Sakura dejaba la taza de té sobre la mesita en el centro de la habitación y se paraba ante los ventanales, Sasuke ahora fue quien no pudo evitar pasearse cual león enjaulado de solo pensar que Sakura saliera herida o peor, muriera en el duelo. ¿Cómo podía ella estar tranquila?
—El honor…— gruñó Sasuke deteniendo su andar y voltear a ver a la pelirosa, —cualquiera que sea su significado no vale más que tu vida— no podía valerlo, no para él. —Ese sujeto ni siquiera sabe cómo te llamas. Dime, ¿Lo sabe?— cuestionó a Sakura quien solo aparto la mirada. —¿Por qué arriesgas tu vida para defender tu nombre si él ni siquiera lo conoce?— ese hombre ni siquiera parecía saber que ella era mujer.
—Pero yo sé cómo me llamo— contrarió ella sin arrepentirse de la decisión que había tomado. —¿No lo entiendes?— por lo visto no o no despotricaría tanto.
—No puedes ir, no permitiré que lo hagas— insistió él, negándose a permitir que le ocurriera algo si estaba en su poder impedirlo. —Te ataré si es necesario, pero no permitiré que vayas— no se perdonaría no hacer nada.
Esto no se trataba simplemente de los sentimientos que Sasuke tuviera por ella sino por el hecho de que habían crecido juntos, se habían acompañado en lo bueno y lo malo hasta el día de hoy en que la naturaleza los había llevado a ser un hombre y una mujer, Sasuke no dudaba de las capacidades de Sakura sino todo lo contrario, pero para honrar su amistad haría cuanto fuese necesario para protegerla, si ello estaba en su poder. Escuchando pasos acercarse en el corredor, Sakura alzó un dedo contra sus labios para chistar a Sasuke, sujetándolo de brazo, guiándolo hacia una puerta secretaba que se abría junto a su cama e instruyéndole que se ocultara ahí por un momento; estaba segura que los pasos que escuchaba eran de su padre y aunque en el pasado él hubiera querido que Sasuke se convirtiera en un modelo de inspiración masculina para ella, que una mujer de su edad y posición se encontrara a solas con un hombre seria mal visto incluso si se esperaba de ella el comportarse como un hombre. Apenas Sakura cerró la puerta secreta y se alejó de esta para aparentar normalidad, las puertas de su habitación se abrieron permitiendo el ingresó de su padre el general Kizashi quien sostenía entre sus manos una pequeña caja de aspecto cuadrado y forrada en cuero desgastado, esbozando una sonrisa de lo que parecía ser orgullo mientras observaba a su hija, o hijo y heredero mas bien.
—Señor— saludó Sakura inclinando la cabeza ante su progenitor.
—Sakumo, acabo de oír las noticias— mencionó Kizashi únicamente observando a su hija. —¿Qué me dices?— preguntó solo si ella quería hablar del tema.
—Nada, señor, ¿Qué puedo decir?— señaló ella encogiéndose de hombros y sabiendo lo que se esperaba de ella. —Ya está hecho— no podía retractarse, eso estaba claro.
—Ignoró tus motivos para aceptar este duelo y no voy a cuestionarlos, pero tu defensa del honor de la casa Haruno me colma de gran orgullo— el Haruno bajo la mirada a la caja que sostenía y que abrió revelando su contenido a su sorprendida hija. —Esto me lo dio mi padre la víspera antes de mi primer duelo, que gane por supuesto— habían sido suyas y ahora era momento de entregarlas a su heredero.
Ya que desde principios del siglo XVIII se tendía a usar pistolas en los duelos entre caballeros, se fabricaban artesanalmente bellos pares de pistolas de duelo para uso de los nobles ricos, y sin embargo Sakura nunca había tenido ocasión de ver las que poseía su padre…hasta este día. Se trataba de dos pistolas exactamente iguales hechas de madera resistente y muy bien conservadas, que en palabras de su progenitor habían pertenecido a su abuelo y antes de este a su bisabuelo que había sido un cazador experto, Sakura lo reafirmo cuando tomó una de las pistolas y la sostuvo entre sus manos, examinando con genuino interés la empuñadura del arma que era sumamente sólida, hecha de hueso sin duda. En otras circunstancias y de tener mayor tiempo de planeación, el general Haruno habría aconsejado a su hija batirse en duelo empleando espadas que eran una segunda naturaleza para ella desde su infancia, pero ella no era una maestra en armas de filo sino en toda clase de armamento, la había visto aprender a manejar las pistolas a los doce años desde sus primeras partidas de caza y tenía una puntería excepcional, podía derribar a un ciervo a casi cinco metros de distancia en un solo intento y como padre orgulloso Kizashi estaba convencido de que mañana su hija elevaría aún más el honor de los Haruno al ganar el duelo.
—Las empuñaduras se tallaron de un hueso de pantera— comentó Kizashi ante el evidente interés de su hija por aquellas armas.
—Gracias, señor— asintió Sakura conmovida por la confianza de su progenitor. —¿Y si muriese?— debían considerarlo como una posibilidad en cualquier caso.
—No morirás, te he entrenado bien— negó el Haruno sonriendo ladinamente y orgulloso de su hija. —Descansa, hijo mío— aconsejó para que se desempeñara apropiadamente.
Su hija era una persona de mente ágil y ocupada, en ocasiones podía dormir únicamente una o dos horas por la noche y despertar a la mañana siguiente para cumplir con sus responsabilidades sin mostrar señal de agotamiento, pero incluso alguien obseso por el trabajo como Kizashi comprendía que aquello no estaba bien, y si quería que su hija ganara el duelo y saliera airosa de ello debía velar porque durmiera; buscaría a Sasuke para que la despertara temprano pues era el deber de ese muchacho ser el padrino de su hija en el duelo. Sin necesidad de demostraciones de afecto y viendo a su hija como su igual, Kizashi se retiró de la habitación y un segundo después la puerta secreta junto a la cama de Sakura se abrió revelando a Sasuke quien únicamente dejo libre un suspiro. De nada serviría que se opusiera, el general Kizashi estaba de acuerdo y sabía bien que Sakura no osaría desafiarlo sino todo lo contrario, haría lo necesario para enorgullecerlo y ello lo frustraba todavía más porque estaba fuera de su poder oponerse o hacer que Sakura desistiera, era imposible. Sentándose sobre la cama y dejando sobre sus muslos la caja que contenía las pistolas que se usarían en el duelo, sosteniendo una entre sus manos, Sakura dejo libre un sonoro suspiro mientras Sasuke cerraba la puerta secreta y se detenía junto a ella, sabía que él querría decirle algo para hacerla cambiar de opinión pero no tendría caso.
—Supongo que de nada servirá que proteste— obvió Sasuke solo recibiendo silencio a cambio. —Buenas noches— se despidió pasando junto a ella en dirección a la puerta.
—Espera, Sasuke— llamó Sakura viéndolo detenerse a unos pasos de las puertas. —Quédate conmigo esta noche, como cuando éramos pequeños— pidió casi con un hilo de voz pues sabía que era una debilidad emocionalidad. —Antes todo era sencillo…ahora es muy complicado— antes pasar tiempo juntos no era mal visto como ahora, antes no se sentía tan confundida por sus sentimientos hacia él.
—No podemos retrasar el reloj, hemos crecido— reconoció el Uchiha sonriendo ladinamente y sintiendo lo mismo. —Me quedare— asintió volteando a verla.
Hacia menos de una década compartir habitación y la misma cama como si fueran iguales no habría sido reprochado por nadie de su entorno, pero ahora era terriblemente mal visto, cualquiera podría pensar que él buscaría aprovecharse de su amiga por su condición de mujer pero en realidad Sasuke le guardaba a Sakura el mayor de sus respetos y no permitiría que sus sentimientos románticos y su pasión por ella nublara su juicio y lo hiciera agredirla en forma alguna. Apagando las velas de la habitación por su amiga quien dejo la caja con las pistolas del duelo sobre su mesa de noche, Sasuke se acercó a los ventanales en un arrebato emocional, esta podía ser la última vez que viera el mundo que lo rodeaba con algo de afecto pues no sabría qué hacer si perdía a Sakura; volvió la mirada sobre su hombro para decirle algo pero se contuvo al verla profundamente dormida y con la cabeza sobre la almohada. Sonriendo ladinamente, Sasuke supuso que ni siquiera ella reconocía lo agotada que se sentía por su deber como Comandante de la Guardia y confidente de la reina, tomando una manta de armario de la habitación y acercándose a la cama para cubrir a Sakura, recostándose en el espacio vacío junto a ella y viéndola dormir. Sintió su corazón y el de ella—dormida—latir aún más rápido cuando ella se movió para abrazarlo.
Ser un hombre y una mujer era demasiado complicado, ¿Por qué no podían ser algo más?
Aposentos de la Reina/Palacio de Versalles
Por su parte y desconociendo lo que iba a ocurrir, la reina Ino se encontraba a solas en sus aposentos y observándose ante el espejo mientras sus doncellas terminaban de ayudarla a vestirse para el baile que había esa noche en Paris y al que pretendía asistir; a esa hora su esposo el rey ya estaba dormido por lo que no la echaría en falta. Ino portaba un elegante vestido de seda aguamarina grisáceo de escote redondo ribeteado en encaje en el contorno para formar nubes y detalles de flores de lavanda con la misma tela, de corpiño ceñido a su esbelta figura y mangas ceñidas hasta los codos donde se formaban elegantes holanes de encaje y falda de dos capas que realzaban sus caderas con el amplio miriñaque, y su largo cabello rubio estaba peinado de manera alta y decorado por plumas azul suave resaltando unos pendientes de diamante en forma de lagrima a juego con un brazalete en su muñeca derecha. La reina estaba muy feliz, veía el palacio de Trianon como el símbolo de su independencia, era su lugar y espacio exclusivo, estaba determinada a hacer de aquel lugar su refugio para alejarse de la corte y poder ser libre, tanto tiempo como le fuera posible. Las puertas de sus aposentos se abrieron permitiendo el ingreso de su gran amiga la princesa Matsuri quien vestía tan elegante como ella.
—Matsuri— reconoció Ino volteando a verla con una radiante sonrisa, —¿lista para el baile?— más bien afirmo con una cantarina risa de emoción.
—Lamento decepcionarla, Majestad, pero traigo noticias— negó la pelicastaña con expresión triste preocupando a su reina, —no voy agradables— agregó queriendo prepararla para lo que iba a decir.
—¿De qué se trata?— preguntó la Yamanaka temiendo lo que iba a escuchar. —Me estas asustando, amiga— comentó temiendo que se tratara de su esposo el rey.
—Se trata de lady Sakura— inició Matsuri haciendo que su amiga se acercara rápidamente hacia ella nada más escuchar eso. —Según me han contado, fue desafiada a un duelo por el Duque Yakushi— comunico no pudiendo postergar la inevitable noticia.
Habiendo pasado aquel día con Sakura recorriendo el Petit Trianon y hablando de sus sentimientos como mujeres aristócratas en un mundo de hombres que poco y nada entendía de ellas, Ino parpadeo con extrañeza y total incredulidad ante lo que escuchaba de labios de su amiga Matsuri pero pronto comprendió que aquello era verdad, no solo porque lo dijera su mejor amiga en la corte y en la vida, quien nunca le mentía en forma alguna, sino porque un duelo era una reacción a una ofensa. Ino no tenía todos los detalles, no sabía si habían ofendido a Sakura pero dudaba que ella hubiera ofendido a alguien, quizás el duque Yakushi la había malinterpretado pero en cualquier caso la reina de inmediato tomó la resolución de no intervenir, no le correspondía ni siquiera como soberana de Francia. Los participantes de un duelo correctamente planteado no eran perseguidos o de ocurrir esto no eran encarcelados, por ello es que Ino sentía que no podía ni debía intervenir ya que—aunque Sakura fuera mujer—este era un asunto entre caballeros y que por tanto no atañía a la corona, ni siquiera su esposo el rey Choji podría intervenir pues la ley amparaba a los duelistas. Dando un paso más cerca de su amiga cuyas manos entrelazo con las suyas en señal de apoyo, Matsuri pronto envolvió sus brazos alrededor de su reina a quien amaba como una hermana y que era tan sensible en circunstancias como esta.
—Por Dios…— suspiró Ino cerrando los ojos un momento y rompiendo ligeramente el abrazo, —quisiera intervenir, pero ello no me corresponde ni mucho menos si quien desafió a Sakura fue un príncipe de sangre— consideró en voz alta, pegando su frente a la de su amiga la princesa que tanto la entendía.
—Por lo que oí, el duque habría disparado a un niño indefenso que robo unas monedas que él llevaba— mencionó Matsuri, habiendo investigado lo más posible al respecto para mantener informada de ello a su amiga y soberana.
—¿Y el duque no cuenta con bienes suficientes para lamentar la sustracción de unas cuantas monedas?— cuestionó la Yamanaka, comprendiendo las razones de Sakura para ofender al duque y aceptar el duelo. —Pobre pequeño— Dios lo tuviera en su gloria. —Matsuri, por favor haz que investiguen a la familia y los compensaré por semejante crimen— encomendó queriendo ayudar a esa pobre familia.
—Así se hará, Majestad— asintió la princesa de inmediato, previendo que su amiga hiciera eso debido a su buen corazón y alma altruista.
—También asignaré dinero extra a la caridad este mes, especialmente a los huérfanos y madres que hayan perdido a sus hijos— decidió la reina, incapaz de olvidar sus responsabilidades como otros pensaban que si hacía. —Estoy en contra de la violencia, pero si Sakura sale ilesa del duelo no puedo condenarla— meditó en voz alta estudiando la situación. —Es aristócrata de sangre como nosotras, ¿Qué mensaje enviaría?— los duelos no eran algo ilegal para la nobleza.
—Los duelos son combates entre caballeros— reafirmó Matsuri viendo la lógica de su amiga, —teóricamente y si ella sale vencedora en el duelo, la ley habrá de ampararla y protegerla— nada la condenaría si ganaba el duelo y mataba al duque.
Aunque lo aceptaran con aquella naturalidad propia de su tiempo, hablar de la muerte no era algo agradable para ninguna de las dos y no por el hecho de que fueran mujeres sino porque como aristócratas habían crecido alejadas de la violencia como muchos nobles de la Europa del siglo XVIII, incluso tras la legendaria Guerra de los Siete Años que había enfrentado a Francia y Austria hasta antes de que se pactara la alianza que la reina Ino representaba con su matrimonio con el rey Choji. Los duelos se realizaban o desarrollaban por voluntad de una de las partes—el desafiante—para lavar un insulto, ofensa o injuria realizado contra su honor, el objetivo no era matar generalmente al oponente que se desafiara en el duelo sino simplemente propinar una derrota para lograr satisfacción y restaurar el honor del desafiante; por esto es que Ino prefería mantenerse al margen no pudiendo intervenir a favor de Sakura como quisiera. Había creído que ascender de Delfina a Reina de Francia significaría que podría privilegiar y proteger a sus amigos sin importar el rango que estos tuvieran pero dejando libre un suspiro de decepción, la Yamanaka cada día comprendía que era todo menos libre, mas no iba a darse por vencida, quería ser su propia persona y buscar tan siquiera un ápice de felicidad, ¿Era tan malvada por desear solo eso?
—Ahora no tengo deseo alguno de ir a ninguna fiesta— suspiró Ino apesadumbrada y abrazándose a sí misma. —¿Me acompañas a rezar?— pidió a su querida amiga.
—Siempre, amiga— asintió Matsuri de inmediato. —Y quizás luego podamos organizar un paseo nocturno por los jardines del Palacio— sugirió mientras ella y su amiga la reina procedían a abandonar lentamente la estancia. —Siempre dices lo mucho que te gustan las puestas de sol— rememoró con tal de animarla.
—Una maravillosa idea, e invitare a ello a la duquesa Tenten, a los hermanos de mi esposo y sus mujeres— la Yamanaka casi chillo de emoción ante la sola idea, —así nos divertiremos todos— en familia y amigos todo sería mucho mejor.
Entrelazando su brazo al de su gran amiga la princesa Matsuri quien era como un ángel en su camino, Ino reemplazó su expresión pensativa y de preocupación por una sonrisa de alegría ante la maravillosa sugerencia de su querida amiga, decidió que no tenía por qué descuidar su propia búsqueda de la felicidad, su esposo el rey podía continuar durmiendo que ella apenas acudiera a rezar a la capilla del Palacio procedería a celebrar un paseo nocturno por los jardines junto a sus grandes amigos, entre ellos su querida Madame Tenten. Aunque apreciaba el corazón bondadoso de su querida amiga la reina, teniendo en común su piedad y devoción religiosa, Matsuri también entendía que su amiga tenía un gran fulgor interior que la instaba a buscar su felicidad o realización personal a falta de un hijo en su vientre, algo que se vislumbraba imposible con su matrimonio aun sin consumar. Sin dudarlo y aunque las fiestas o divertimentos no fueran lo suyo, Matsuri quería ver feliz a su amiga y la instaría a buscar realización personal y alegría tanto como le fuera posible, ¿No es lo que haría una amiga? Sin embargo y aunque sus ánimos fueran renovados ante nuevos planes nocturnos, Ino rezó de todo corazón porque Sakura venciera en el duelo y pronto ambas pudieran abrazase como las amigas que eran…
Jardines del Palacio/Versalles
—Maravillosa idea salir a ver el amanecer— comentó Torifu, sosteniendo una botella de champagne mientras cruzaba el prado de los jardines del Palacio.
—Giren conmigo, ¡Vengan!— animó Ino, absolutamente feliz de poder desentenderse del protocolo.
Mucho más acostumbrada a experiencias de libertad por su dorada infancia en Austria mientras que Francia era todo protocolo y severidad—lo que ella detestaba, por supuesto pero no así su nueva patria que amaba y admiraba con el alma—, Ino giró en círculos riendo como una niña al ver la falda de su vestido ampliarse a causa de la suave brisa de la madrugada sumado al miriñaque que hacia parecer más amplias sus vestiduras, un contraste divertido de observar si se comparaba con sus cuñadas las duquesas Seramu o Hanami que tenían problemas para caminar, sujetándose las faldas para no tropezar como sus amigas la princesa Matsuri y la duquesa Tenten quienes incluso se quitaron los zapatos para andar mejor entre la hierba. De la mano de sus cuñados los duques Choza y Torifu quienes cargaban todo lo necesario para disfrutar del amanecer que pronto ocurriría, Ino corrió por las escaleras hacia el lago del jardín, desplomándose sobre la hierba y abrazando a sus cuñados que amaba como hermanos, riendo cantarinamente y más cuando sus cuñadas y sus amigas se unieron a ella. El momento fue perfecto mientras lentamente el sol comenzaba a emerger del horizonte atrapando la atención de todos los presentes y haciendo sonreír a la reina Ino por los recuerdos que ello evocaba en su mente…extrañaba su tranquila infancia en Austria y a su familia, pero ya había aceptado su nueva vida aquí en Francia.
—¿No les parece lo más hermoso que han visto en la vida?— preguntó la Yamanaka ante el silencio y contemplación de sus amigos, cuñados y cuñadas.
En otras circunstancias habría tratado de invitar a su paseo a su esposo el rey, pero Choji tenía la costumbre de dormirse temprano para poder salir de cacería muy temprano antes de proseguir con sus deberes como soberano y en su larga jornada podían pasar casi todo el día si verse por lo que su tiempo de interacción como pareja era limitado, por no decir nulo. Irrumpiendo el declive de sus pensamientos y que comenzó a tornarse melancólico para ella, su cuñado el duque Torifu abrió la botella de champagne que sostenía de forma sonora sobresaltándola no solo a ella sino también a sus amigas la princesa Matsuri y la duquesa Tenten que rieron cantarinamente una vez paso el susto, ayudando a su otro cuñado el duque Choza a extraer de su valija las copas de champagne para servir la bebida que su hermano menor acababa de abrir. Cuando todos tuvieron una copa de champagne en las manos, acordaron brindar por el nuevo día que comenzaba y por los que vendrían, por la posibilidad del futuro y que—Ino al menos era consciente de ello, no sabía si sus amigos o cuñados si—no todos tenían. Bebiendo lentamente el contenido de su copa y degustando el sabor a licor, tratando de olvidar sus propias preocupaciones, Ino desvió la mirada al sol que emergía lentamente en el horizonte, y sabiendo que el duelo de Sakura pronto tendría lugar, cerró los ojos y rezó por su amiga y protectora:
Sakura, espero que venzas en tu duelo con el duque Yakushi.
Chantilly, lugar del duelo
El lugar seleccionado para el duelo fue el castillo de Chantilly en la ciudad del mismo nombre, un lugar de jardines amplios al que los aristócratas podían asistir y cuya hermosa capilla con ventanales daba una vista clara del jardín en que se batirían el duque Yakushi y la Comandante Haruno, teniendo a Dios como testigo de sus motivaciones para ejecutar dicho desafío. Era una costumbre antigua pero muy seguida que los duelos entre caballeros se efectuaran al amanecer y esta vez se siguió dicha regla en que el duque Kabuto Yakushi y la Coronel Sakura Haruno se hallaban presentes con sus respectivos padrinos y un testigo de confianza que actuaría como intercesor o mediador. En el proceso del duelo se empleaban armas iguales para que el duelo resultase justo, en este caso las armas de la familia Haruno y que fueron revisadas para comprobar que fueran apropiadas antes de ser cargadas y entregadas a los dos contendientes del duelo. Usualmente se consideraba que solo los caballeros—aristócratas o muy adinerados, y también se aceptaba que fueran mujeres—tenían un honor que defender y, por lo tanto, la clase social alta era la que calificaba para realizarlo. Apretándose nerviosamente las manos, Sasuke observó como el intermediario entregaba una pistola al duque Yakushi y a Sakura, al igual que hacia el duque Orochimaru que también obraba como testigo.
—El duelo se realizara de acuerdo a las prácticas establecidas entre caballeros de la nobleza— comunicó el intermediario observando a los duelistas. —Ambos duelistas se colocaran de espaldas; yo iniciare el conteo, ambos darán diez pasos, giraran y efectuaran sus disparos cuyo resultado determinara quien ganara— comunico mientras ambos duelistas no apartaban la mirada el uno del otro. —Si uno de los contendientes muere, será considerado igualmente valido que si alguno saliera herido seriamente y se declarara una victoria rotunda— advirtió para que quedase claro.
Normalmente la parte ofendida y que reclamaba el duelo debía decidir si este era a muerte o primera sangre; si la parte que recibiera una herida seria quien perdía el duelo o si se debía matar al contendiente. En esta oportunidad y sin necesidad de dejarlo claro, se determinó que aquel que muriera perdería de igual manera que si una de las partes salía herida pues se consideraba por ambas partes que el agravio era demasiado, Sakura en particular—y sin apartar la mirada del duque Kabuto—había tomado la resolución indisoluble de acabar con aquel hombre, estaba en contra de matar a alguien por sus actos aun si este era un malvado pero se sentiría impotente y culpable si permitía que alguien tan inescrupuloso como el duque hiciera daño a alguien más y para evitarlo estaba dispuesta a condenar su alma. En el caso de los duelos en que se emplearan pistolas, ambas partes podían disparar un tiro y el desafiante se consideraba satisfecho incluso si ninguno de los contendientes acertaba en su disparo, pero se podía continuar hasta que uno de los duelistas resultase herido o muerto como se prefiriera, y un intercambio de más de tres series de disparos se consideraba bárbaro y ridículo por la falta de puntería, ello no preocupaba al duque Kabuto que se consideraba un tirador experto y dudaba del Comandante Haruno.
—Se inicia en forma oficial el duelo entre el duque Kabuto Yakushi y el Coronel de la Guardia Imperial de su Majestad, Sakumo Haruno— anunció el intermediario teniendo a su derecha al duque Orochimaru padrino del duque Kabuto y a su izquierda a Monsieur Sasuke padrino de la Comandante Haruno. —Los padrinos del duelo serán el duque Orochimaru de Orleans y Monsieur Sasuke Uchiha sirviente del Comandante— decretó como correspondía. —Se inicia el conteo...— comenzó de ipso facto.
Para un duelo de pistolas de un solo tiro, las partes debían ubicarse espalda contra espalda con sus armas cargadas en la mano, y caminar un número prefijado de pasos, volverse al oponente y disparar, que fue lo que tanto el duque Yakushi como la Comandante Haruno procedieron a hacer mientras el intermediario presente en el duelo contaba lentamente los pasos de ambos; uno, dos, tres, cuatro, cinco…En un duelo como el que estaba teniendo lugar, ambas partes podían intencionalmente errar el disparo con el objetivo de cumplir las formalidades del duelo sin pérdida de vida u honor, pero Sasuke sabía que esto era a muerte, todo terminaría cuando el duque Yakushi o bien Sakura dejara de existir…y eso solo hacía que su corazón latiera cada vez más rápido al no saber qué sucedería, confiaba en Sakura y en sus capacidades pero esto iba más allá de cualquier cosa. Seis, siete, ocho, nueve, diez...Apenas finalizó el conteo, el duque Yakushi y la Comandante Haruno voltearon para verse a través de los diez pasos que los separaban y apuntando en la dirección del otro antes de disparar de inmediato levantando pequeñas nubes de la pólvora liberada por sus disparos. Sakura supo que había ganado al no sentir el impacto de la bala y al ver caer cual peso muerto al duque Yakushi a quien todos—salvo Sasuke—corrieron a auxiliar.
—Está muerto— anunció el intermediario del duelo, dando la victoria a la Comandante Haruno.
Una vida es una vida, pensó Sakura únicamente no sintiendo nada particularmente positivo por lo que acababa de hacer, claro que no se arrepentía pues sentía que matando al duque Yakushi había protegido a inocentes de su crueldad, ¿Pero no existían otros mucho más malvados que él?, ¿En qué la hacía mejor tomar una vida incluso si se trataba de un malvado? No queriendo pensar en ello, Sakura aceptó de regreso su pistola usada por el ahora fallecido duque Yakushi y regresó la que cargaba en su mano a la caja que Sasuke estaba sosteniendo, sin que ninguno de los dos articulara siquiera una palabra, procediendo a retirarse del lugar al ya no haber motivo por el que seguir ahí. Sosteniendo la caja con las pistolas de la familia Haruno, Sasuke se aproximó a los caballos de ambos, guardando la caja en su alforja antes de sostener las riendas del caballo de su amiga quien subió a este con un rápido movimiento; Sasuke la veía apesadumbrada, sabía que no se sentía mejor persona por matar a alguien pero hacer algo así por honor y para querer proteger a otros hacia que la admiración de Sasuke por ella fuera aún mayor. Entregándole las riendas a Sakura quien se mantuvo cabizbaja, Sasuke no le entrego estas hasta que ella desvió la mirada para encontrarla con la suya, veía sus lágrimas y sabía que esto la había afectado pero no había salido más débil de esto sino mucho más fuerte y hermosa a sus ojos.
—Agradezco a Dios que no hayas sido tú— comentó Sasuke únicamente sabiendo que nada de lo que le dijera seria duradero ni la tranquilizaría como ella quería.
Era una auténtica locura pero en ese momento Sasuke comprendió que sin importar los rangos que los separaran, tenía todo el derecho de amar a la mujer que había atesorado en su corazón como su amiga desde la infancia, ella era la única persona que podía entenderlo, verlo como su igual y estar ahí para él como él para ella; la había querido desde siempre y ese afecto se había convertido en amor y admiración, y sabía que ese sentir no haría más que crecer con el paso del tiempo. Sakura sabía que quizás debería agradecerlo, solo tenía diecinueve años, aún tenía toda la vida por delante y había probado que era tan fuerte y capaz como cualquier hombre en su educación militar, por ello había ganado, el haber recibido la educación de un hombre le había abierto las puertas a oportunidades que la mayoría de las mujeres ni siquiera conocían…pero sin embargo Sakura no se sentía así, a su mente vino su conversación con la reina Ino el día anterior, aceptando las riendas de manos de Sasuke y sonriendo ligeramente, sintiendo su corazón latir más rápido, ¿Cómo es qué él podía decir las palabras perfectas para animarla? Presionando el estribo de su caballo que comenzó a andar lentamente, Sakura espero a que Sasuke subiera a su caballo y la alcanzara para que pudieran regresar brevemente a la mansión Haruno y luego acudir a su trabajo en el palacio de Versalles. Su vida no podía detenerse sino que debía continuar…
PD: Saludos mis amores, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo :3 se bien que no había hablado de actualizar esta historia sino "El Rey de Konoha" pero sentí que la había dejado olvidada, esperando y agradeciendo como siempre su apoyo, deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado:3 las próximas actualizaciones serán una historia nueva que tengo en mente, luego nuevamente "A Través de Las Estrellas", "La Reina Olvidada", "Kóraka: El Desafío de Eros" y "Queen: The Show Must Go On" :3 como siempre esta historia esta dedicada a mi querida amiga DULCECITO311 (disculpándome por la tardanza, pero esperando que el capitulo sea de su agrado), a laus963 (disculpándome por la demora, agradeciendo su apoyo y prometiendo que el romance en la trama no le decepcionara), a Kiome (prometiéndole no abandonar la historia y dedicandole todos y cada uno de los capítulos de esta historia), a UchihaMun (agradecida por su apoyo y sus halagos a este despreciable intento de escritora, dedicándole cada capitulo de esta historia), a ktdestiny (honrada profundamente por su reconocimiento y agradeciendo cualquier sugerencia que se quiera hacer), por supuesto a YessCristopher (dedicándole este capitulo y los que siguen por sus hermosas palabras) y a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos y hasta la próxima.
Prejuicios Hacia la Reina & Duelo Entre Caballeros: Algo que recalco a lo largo de todo el capitulo es la mala imagen que el pueblo tiene de su reina, no porque Ino—María Antonieta—sea extremadamente frívola sino porque los rumores y calumnias de la nobleza entorno a ella por no darles los beneficios ni riquezas que ellos quieren, distorsionan su imagen y ya que el pueblo no la conoce acabaran por creerse estas historias de ella hasta odiarla sin razón. Como señalo también, y pese a sus gastos en cosas "egoístas", juegos de azar o desdeñando el protocolo, María Antonieta no gastaba las grandes sumas que tanto se han hecho creer históricamente sino que su presupuesto era alrededor de 1/10 en relación con la corte de Versalles. El duelo entre Sakura y el duque Kabuto esta tomado del anime "La Rosa de Versalles" pero también de la película "Lady Oscar" de Jacques Demy, realizando una adaptación y mescla de ambas versiones, explicando en esas escenas en que consistía un duelo para la época, las reglas, motivos y maneras en que se ejecutaba, así las razones de Sakura para aceptar el desafío y su sentir por tomar la vida de alguien aunque fuera malvado. La escena en que Ino, cuñados, cuñadas y amigas ven la puesta de sol es algo real ya que la reina María Antonieta organizaba paseos así por los jardines de Versalles.
Una Nueva Historia: el primer capitulo o prologo que tengo previsto publicar la próxima semana, si todo sale bien, no tiene nada que ver con mis historias anteriores y no me refiero a trama, época o personajes sino porque en lugar de Naruto, me enfocare en Dragon Ball. Fue uno de los tantos animes que vi en mi infancia pero que al volver a ver en este punto de mi adultez no ha podido evitar despertar preguntas en mi, ¿Qué habría ocurrido si la trama estuviera enfocada a ser un relato coherente de ciencia ficción con una trama seria y enemigos serios? Quiero explorar la complejidad de la raza Saiyajin, sus sentimientos, explorar a los personajes que integran el universo de Dragon Ball y dar un giro a la historia pero basándome en la obra original de Akira Toriyama por supuesto. ¿Qué me dicen?, ¿Se apuntan a acompañarme en esta nueva aventura?
También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "Avatar: Guerra de Bandos" (una adaptación de la película "Avatar" de James Cameron y que pretendo iniciar pronto), "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer), "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutsuki en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul") :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
