-Este fic es una adaptación del manga y anime "Versalles no Bara" de Riyoko Ikeda junto a la película de 1979 "Lady Oscar" de Jacques Demy, la película conmemorativa de 1989 "La Revolución Francesa" y la película "Maria Antonieta: La Reina Adolescente" de Sofía Coppola. Los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, más los personajes de carácter secundario y modificaciones las personalidades, hechos y trama corren por mi cuenta y mi entera responsabilidad. Les sugiero oír "Primadonna Girl" de Marina para Ino & Choji, "Born to Die" de Lana Del Rey para Sasuke & Sakura, y "Kill Em With Kindness" de Selena Gomez para el contexto del capitulo
Luego de un día entero de celebraciones, festejos y bendiciones abundantes en honor al hijo de su hermano Torifu, Choji simplemente se volcó a encargar se los asuntos de estado que le competían como rey, cada vez más convencido por intercesión de sus consejeros de que debería enviar fondos a América y su guerra de independencia contra Inglaterra, el enemigo más antiguo de Francia, por lógica era su deber mantener esa enemistad y aunque no estaba a favor de ninguna guerra esto era una cuestión de prioridades, y un rey tenía muchas de ellas por lo que no fue extraño que Choji recién pudiera dirigirse a los aposentos de su esposa cuando se ocultaba el sol. Según había escuchado, su esposa Ino se había quedado durante horas junto a su cuñada Hanami, cumpliendo lo que se esperaba de ella como reina y luego había retornado a sus aposentos, mas siendo increpada en su camino por la clase baja que había podido asistir al feliz alumbramiento y que le habían reprochado a Ino el no poder concebir un heredero aun lo que a él le dolía como nada en el mundo, indicando a las doncellas de su esposa presentes en la sala de sus aposentos que se quedasen en su lugar mientras el avanzaba hacia las puertas de su habitación privada, necesitando estar a solas con su esposa. Indiferente mientras escuchaba como las puertas de sus aposentos se abrían y cerraban, Ino permaneció recostada sobre su cama y observando el techo, con rastros de lágrimas secas en sus mejillas mientras sentía a su esposo recostarse a su lado y lo que solo la hizo desear llorar.
—Ino— llamó el Akimichi en vano pues su esposa no volvió la mirada hacia él. —¿Qué sucede?— preguntó entrelazando una de sus manos contra la suya.
—Nada— respondió la Yamanaka en un suspiro, no sabiendo por dónde empezar.
—Habla conmigo, por favor— pidió Choji deseando ayudarla pero no pudiendo hacerlo si ella no lo permitía.
—No me siento segura aquí— declaró Ino por fin y con la voz quebrada. —Tu familia, la corte…todo este mundo me asusta e intimida más de lo que puedo expresar— había creído que podría con ello pero ahora no estaba tan segura. —No sé si está mal o no, pero todo lo que quiero es irme de aquí. Ni siquiera sé si tendría caso, si cambiaria algo pero me siento como un pez fuera del agua— antes habría creído que el tiempo lo solucionaría pero ahora no estaba tan segura. —Quizás en Austria no me sentiría así…quiero volver a mi país— extrañaba su hogar, a su madre y hermanos.
—Ino, no me dejes— imploró él tras nada más escucharla. —Sé que no he conseguido nada en todo este tiempo, pero te prometo que voy a protegerte, con mi vida— se comprometió siendo su deber como esposo. —No me dejes, por favor— rogó sin apartar sus ojos del rostro de su esposa.
En ese momento Choji lamento no decirle más seguido a su esposa lo mucho que la amaba, podía ver que si ella estaba sufriendo en ese momento en gran parte se debía a su propia negligencia como esposo por no poder ayudarla, protegerla y a su reputación, y sí que en privado había intentado encontrar al o los responsables de libelos y panfletos tan dañinos sobre ella pero parecía ser mucho más fácil crearlos en relación a encontrar a los responsables, los oficiales de policía o comisarios de Paris estaban atados de manos aparentemente; y pese a lo inmensamente inútil y culpable que se sentía por no poder cambiar la situación, no se imaginaba viviendo sin su esposa, la necesitaba a su lado y quería tener una vida con ella. Aunque ahora todos sus hermanos y hermanas estuvieran desposados como ella misma, Ino siempre había tenido presente que de volver a Austria encontraría a su madre la Emperatriz Viuda Miyuki y a su querido hermano mayor Deidara que era el Emperador tras el fallecimiento de su padre Inoichi hacía ya tantos años, no estaría sola sino protegida mientras que en el momento presente y en Francia se sentía como en un pequeño bote a la deriva, sola y sin la menor idea de que hacer o sin saber si sobreviviría, casi parecía como si a diario todo lo que hiciera estuviera mal, los libelos perniciosos que circulaban sobre su persona…y sin embargo, volviendo finalmente la mirada hacia su esposo a su lado, ¿Choji decía que deseaba seguir teniéndola a su lado?, ¿No eran meras palabras de consuelo para animarla? Ella solo se sentía como un fracaso.
—¿Realmente me quieres aquí, contigo?— cuestionó Ino sin poder creer que su presencia fuera necesaria en Versalles o Francia.
—Con todo mi corazón— asintió Choji sin dejar de observarla, —eres lo único que he querido en mi vida y no creo que eso cambie— era su primer amor y el único.
—Entonces elijo quedarme, por ti— asintió ella en un suspiro, no sabiendo si era lo correcto pero sintiendo que la vida volvía a ella por sus palabras.
—Podremos con esto, haremos que funcione, lo sé— prometió él, estrechando la mano de ella entre las suyas a fin de disipar lo mejor posible sus miedos.
El miedo y las críticas de Ino no eran solo de ella, Choji también sentía miedo, escalofríos y mucha incomodidad de su propia familia, les tenía un profundo afecto a sus tías Yoshino, Leiko y Yumiko, también amaba a sus hermanos Choza y Torifu...pero era muy diferente de ellos, a diario se sentía presionado, acorralado e intimidado en lugar de como parte de ellos, ¿Cómo no entender lo que Ino sentía? Pero por supuesto que Choji desearía poder hacer más y mejorar la mala reputación que libelos y panfletos malintencionados estaban creándole a su esposa, y trataría de lograrlo desde su posición de rey que le quitaba tiempo, libertad y opciones, pero interiormente se comprometía a intentar consumar su matrimonio aunque ninguno de los dos hubiera avanzado mucho con sus esfuerzos. Decirse sorprendida era un eufemismo para Ino, sabía que Choji la amaba porque se lo decía en varias ocasiones pero era tan tímido con ella cada vez que intentaban intimar y sin tener del todo claro lo que hacían, que ella se había resignado a la idea de ser solo dos piezas en un juego político, ¿Pero realmente la vida le estaba poniendo delante la posibilidad de ser feliz?, ¿Realmente era útil, necesaria y valiosa para alguien, para su esposo y rey? Esbozando una sonrisa y acercándose a su esposo para recostarse sobre su pecho, quien la envolvió en sus brazos, Ino tuvo esperanza de que todo podría cambiar para mejor, quería creer que las cosas aún podían cambiar para mejor y que ella misma podría cumplir con el deber inculcado por su madre y por el que había venido a Francia en primer lugar…
1776
Como reyes de Francia desde sus respectivos roles como rey absoluto—en el caso de Choji—y reina—en el caso de Ino—, Choji e Ino tristemente gozaban de muy poco tiempo para dedicarlo el uno al otro por no decir nulo, las responsabilidades simplemente parecían absolverlos a ambos aunque mucho se esforzaran por intentar cambiar tan solo un poco el protocolo y por lo que los breves momentos de intimidad lejos de las presiones de la corte eran más que bienvenidos, ambos de pie en lo alto del tejado de Versalles donde en ocasiones el joven rey se dedicaba a ayudar a los ingenieros en la mantención del lugar y desde donde hoy Ino y él se encontraban contemplando serenamente la belleza de los jardines, Choji observando la naturaleza y su verdor a través de un catalejo, ensimismado. Sonriendo al ver lo relajado que se encontraba su esposo y deseando poder verlo más de esa forma, la reina Ino portaba un femenino vestido rosa pastel de escote redondo y favorecedoramente entallado a su figura, ribeteado en encaje en el centro del escote y los laterales del corpiño, de mangas ceñidas hasta los codos donde daban paso a elegantes holanes y la seda se encontraba estampada a todo lo largo con rosas y decenas de flores de gran belleza, con su largo cabello recogido en un moño alto repleto de rizos y formando una corta coleta que caía sobre su hombro, resaltando la guirnalda de perlas con un dije en forma de flor de lis alrededor de su cuello, a juego con la pulsera en su muñeca izquierda y los largos pendientes de oro que casi le rozaban los hombros.
—¿Puedo?— consultó Ino señalando el catalejo de su esposo sostenía y regresándolo a la realidad.
—Claro— asintió Choji no pudiendo negarse y tendiéndole el catalejo a su esposa que no tardó en observar a lo lejos con él. —Es glorioso— suspiró maravillada y contemplando el verdor en el horizonte. —Cuando quitas a toda la gente— agregó con una ceja arqueada y volviendo la mirada hacia su esposo que sonrió para sí.
—Ojala siempre pudiéramos estar así— correspondió el Akimichi pensando igual que ella, —pero siempre hay obligaciones que nos separan— consideró en voz alta pues no podían cambiar la realidad. —Lo siento por hablar así…— se disculpó temiendo arruinar el momento con sus palabras.
—No pasa nada, merecemos tener nuestros pequeños secretos— sosegó la Yamanaka negando ligeramente. —Eres un buen rey, Choji, solo lamento por mi parte no poder hacer más para ayudarte— fue su turno de disculparse. —Ser la hija de la gran Emperatriz Miyuki no es como todos creen— su madre no la había preparado para su rol de reina.
—Ni ser nieto del rey Jiraiya— secundó él con idéntico sentir. —Pero no importa, haremos lo mejor que podamos— ello era todo cuanto ambos podían prometerse.
A diario Ino se encontraba temblando de nerviosismo, sus tutores e institutrices habían profundizado en su innato don heredado de su fallecido padre el Emperador Inoichi de agradar a la gente, algo muy apreciado en Francia, su talento para el baile, el manejo fluido del idioma y por supuesto que el protocolo, etiqueta y demás pero no le había enseñado nada de lo que se esperaba que hiciera como reina o de los hechos bien realizados ni sobre como encajar, Ino solo tenía claro que debía ser leal a su natal Austria, pero también a Francia o seria vista como una enemiga, y aquella inestabilidad no podía evitar hacer que se sintiera inútil. A diferencia de Ino quien había tenido la fortuna de gozar de una educación e infancia libre en su mayoría pese a nacer como hija de la gloriosa Emperatriz Miyuki; Choji había recibido desde una edad muy temprana una educación volcada en su futuro reinado como nieto del fallecido rey Jiraiya y su heredero más directo, pero nunca le habían enseñado como tomar decisiones ni sentirse debidamente preparado para ser rey, tenía todos los elementos para saber que hacer pero nula experiencia de gobierno ni consejeros que él tuviera la certeza entendieran al pueblo, simplemente debía confiar en ellos porque habían servido a su abuelo y ya. Observando intensamente en los ojos del otro y deseando que nada perturbase su paz, Ino y Choji advirtieron la llegada de un sirviente que los reverenció respetuosamente a ambos…aparentemente su tiempo en privado ya había terminado y como siempre era por demás escaso para ambos.
—El deber llama— suspiró Choji no teniendo opción, pero eligiendo despedirse con una sonrisa.
—Es una lástima— sosegó Ino manteniendo su sonrisa. —Daré un paseo por el jardín con mis damas— mencionó por su parte para alejarse de los asuntos de estado.
—Me reuniré con mis ministros— correspondió el Akimichi agradeciendo su comprensión.
Según el embajador Shikaku transmitía a su madre la Emperatriz Miyuki en Austria, Ino era la persona más descuidada que podía existir si de política se trataba, simplemente no se interesaba o trataba de evadir cualquier asunto remotamente serio pero esto no era del todo así, en efecto Ino evadía los asuntos de estado pero no porque le fueran inútiles, indiferentes ni nada sino porque cada vez que intentaba tomar una decisión, todos juzgaban que o bien tomaba partido por su natal Austria o bien que estaba del lado de los enemigos de Francia, por ello ni siquiera trataba de privilegiar a sus amigos poniéndolos en cargos de importancia, excepto al esposo de su querida amiga la condesa Tenten y a quien había nombrado Ministro de Correos pero no sin antes consultarlo con su esposo. Observando los hermosos ojos de su esposa e inclinándose para besarla en la mejilla, Choji le susurró una pregunta, si podría visitarla esa noche y encontrando su mirada con la de ella que asintió torpemente muy entusiasmada y sonrosada a la par, sin apartar la mirada de él que se retiró junto a su sirviente para cumplir con su deber pero sabiéndose observado por su esposa y que lo siguió con la mirada hasta perderlo de vista; no es como si con solo desearlo pudieran consumar su matrimonio y Choji era consciente de ello, aunque no sucediera nada entre Ino y él poder disfrutar de un par de horas solo hablando y estando juntos al dormir le era más que suficiente, las presiones seguían ahí pero podían olvidarlas.
Aunque solo fuera brevemente.
Luego de llevar a cabo el nombrado paseo con sus doncellas por los jardines del Palacio como le había mencionado a su esposo, la reina Ino se mentalizó y acomodó ligeramente sus rizos rubios así como la tela de su vestido y regresó al interior para participar en las actividades de la corte, desearía estar mucho tiempo a solas en sus aposentos pero como reina tenía otros deberes, mas supo instruir a una de sus doncellas para que acudiera a extender una invitación a su guardiana la comandante Sakura Haruno para que estuviese presente. Recorriendo velozmente los pasillos del palacio hasta llegar a sus aposentos y poder cambiarse de ropa, la reina emergió como la representación misma de una diosa y que acaparó la atención en el umbral del salón de juegos donde todos los nobles se pusieron de pie para reverenciarla y recibirla; portaba un elegante vestido de seda celestre brillante repleto de bordados florales de color plateado decorado por encaje de igual color en el contorno del escote redondo, así como en los holanes en que continuaban las mangas ceñidas hasta los codos, con el miriñaque ampliando sus caderas y masificando su presencia, y su largo cabello rubio estaba peinado en un moño alto salvo por una corta coleta que caía sobre su hombro derecho, y la cima de su peinado era decorado por una serie de mariposas que relucían contra la luz como los diamantes que componían las guirnalda alrededor de su cuello y los pendientes que le rozaban los hombros, pero por muy inalcanzable que se viera esto no le impidió notar la presencia de un amigo muy querido.
—Conde Sai, no me informaron de su regreso— la reina acercó sus pasos al conde a quien tendió la mano, —me alegra volver a verlo— recibió viendo a este inclinar la cabeza ante ella.
—Y a mí estar en su presencia, Majestad— correspondió Sai besando caballerosamente el dorso de la mano de su reina.
—No se aleje otra vez— condicionó la reina sonriendo pícaramente. —Continúen, por favor— consintió a todos los demás nobles presentes.
El conde Sai era un ferviente admirador de la reina Ino, desde el primer momento en que había puesto sus ojos sobre ella se había sentido conquistado por su belleza, intelecto, inocencia y caridad, era un hombre de pasiones y que se daba sin reserva los placeres, a tal punto que era reconocida su reputación como mujeriego pero que no se aplicaba en este caso, indudable era el hecho de que la reina Ino era una mujer hermosa y muy deseable pero no pensaba en ella de esa forma, solo con admiración, contemplándola ahora entre fascinado y embobado mientras tomaba asiento ante una de las mesas y formando grupo de juegos a una prudente distancia de su reina, no queriendo ni pudiendo permitir que se esparcieran rumores infundados y maliciosos sobre su inocente relación. Tomando asiento ante una de las mesas y donde ya se encontraban aguardando por ella sus amigas la princesa Matsuri y la condesa Tenten, Ino recibió agradecida las cartas antes de comenzar a jugar, no apostaba dinero esta vez o no una gran suma, todo lo que quería era disfrutar el tiempo y sentirse libre, además de pasar tiempo con queridos amigos como el conde Sai a quien observó brevemente por el rabillo del ojo, ajena a la impresión de este y que se ahogó con el sorbo de champagne que bebía, levantándose apresuradamente de su asiento y rumbo a la salida en cuyo umbral se detuvo. De pie en el umbral del salón, siempre estoica, Sakura golpeó ligera y repetidamente la espalda del conde Sai para evitar que se ahogara, respirando más tranquila al verlo recuperarse prontamente.
—Gracias, me salvo la vida— apreció Sai volviendo la mirada hacia el joven aristócrata.
—De nada, Monsieur— asintió Sakura manteniéndose firme en su lugar como guardia.
—¿Está de servicio o es un invitado?— consultó el conde intrigado por su presencia.
—Un invitado, como usted— contestó la comandante siempre estoica aunque sonriendo ligeramente.
—Entonces, ¿Por qué no está jugando a las cartas?— se aventuró a preguntar el pelinegro extrañado. —Hay damas preciosas sin compañeros, inmensamente aburridas y sin saber qué hacer— obvió señalando a las solitarias damas que daban vueltas por el salón.
—No juego por la misma razón que usted; no quiero— respondió la pelirosa manteniendo la distraída sonrisa en su rostro.
—¿No es increíble?— jadeó Sai observando el salón y genuinamente impresionado.
—¿Qué?— inquirió Sakura siguiendo su mirada y no entendiendo el motivo de su sorpresa.
—Si yo regresara a Suecia y le contara a mi padre que las mujeres en la corte francesa se vestían como hombres; o me tacharía de loco y mentiroso, o me creería y me prohibiría que volviera— aclaró el conde observando a las particulares damas.
La reina Ino lo había mencionado tiempo atrás y simplemente podía parecer una burla pero no lo era, efectivamente y entre las damas elegantemente ataviadas en sus hermosos vestidos y que se abanicaban al caminar se encontraba otro grupo de damas pero que vestían ropa de hombre y sus característicos peinados, inspiradas en lady Sakura como guardiana de la reina y por la gran comodidad que esta forma de vestir les brindaba, ajenas a las palabras del conde Sai pero no siendo el caso de lady Sakura que frunció el ceño y volvió su furiosa mirada hacia el noble sueco antes de hacer abandono del salón de juegos pero no sin antes reverenciar respetuosamente a su reina, caminando con su sombrero de plumas bajo el brazo y sin detenerse, haciéndose oír por los pasillos debido al golpe de la suela de sus botas y sin detenerse, no importándole si el conde Sai la seguía o no, deseando poder golpearlo pero no pudiendo hacerlo o sí que se metería en muchísimos problemas. Sorprendido por la reacción del joven aristócrata y oficial, no creyendo haber dicho nada remotamente hiriente u ofensivo para provocar su reacción, el conde Sai se apresuró en seguir sus pasos o en intentar darle alcance más bien, sorprendido por el veloz andar del joven de cabellos rosados a la par que lamentando tener que alejarse de su joven y hermosa reina, pero el deber de un caballero era disculparse si había obrado o se había expresado mal, y él lo haría aunque no pareciera tenerlo claro…
Libre de obligaciones como de costumbre—por no acompañar a Sakura—y matando el tiempo haciendo nada mientras esperaba a que Sakura estuviera libre y pudieran volver a la mansión de la familia Haruno, Sasuke se sintió aliviado en el momento en que vio a Sakura aparecer en la entrada del gran palacio con su sombrero de plumas bajo el brazo, pero su alivió pronto se convirtió en preocupación tan pronto como su semblante habitualmente sereno expresó molestia, incomodidad y una furia contenida que Sasuke pocas veces le había visto, ¿El motivo? No lo tenía claro, no sin preguntarle, pero pudo intuir la respuesta a su duda cuando tras los pasos de la hermosa pelirosa y en la entrada del palacio apareció un noble elegantemente ataviado y que siguió a la Haruno con la mirada antes de negar visiblemente confundido y regresar al interior del palacio. Ya sea que hubiera intuido, supiera o bien desestimase de cualquier forma que el conde Sai la seguiría para disculparse por sus palabras—no sabiendo o notando que ella era una mujer, algo entendible siendo un extranjero y no habiéndola tratado como el resto de los nobles ya fueran amigos o enemigos—, Sakura siguió en silencio su camino hasta donde estaba el carruaje esperándola como siempre, con Sasuke siguiendo sus pasos y que le abrió la puerta para permitirle subir e ingresar en completo silencio. Debería contarle todo a Sasuke, pero sentía que sería más una molestia que otra cosa y por lo que simplemente se sentó en silenció en su asiento mientras él ingresaba y se sentaba frente a ella.
—¿Sucedió algo?— interrogó Sasuke sin apartar su mirada del semblante de la pelirosa.
—Nada— respondió Sakura no queriendo dar detalles de lo ocurrido. —Tengo el permiso de la reina, podemos ir a casa— sosegó si es que eso le preocupaba.
—Sakura, ¿Quién era el sujeto que te seguía?, ¿Te dijo algo o causo algún problema?— insistió el Uchiha no pudiendo solo olvidar el tema. —Solo necesitas confirmarlo y volveré a partirle la cara— aseguró dispuesto a lo que fuera necesario por ella.
—Solo vamos a casa— suspiró la Haruno agradeciendo su preocupación, mas no siendo necesario de su parte insistir.
Desde niños, Sasuke siempre había sido la parte fuerte de los dos y no tenía nada que ver con que el Uchiha fuese hombre sino porque era muy protector con ella, no porque fuese una mujer sino porque era unos meses menor que él y este sentía que debía velar por sus seguridad, del mismo modo Sakura siempre se sentía segura a su lado y sentía que podía contarle todo pero en este caso no, Sasuke no podía ayudarla en esto y por lo que permaneció en silencio en una indiscutible señal que el Uchiha dio al cochero para que emprendieran rumbo a la mansión de la familia Haruno, sumiéndose ambos en un incómodo silencio. Sasuke era silencioso por naturaleza, era algo que disfrutaba y por ende había hecho que Sakura se acostumbrase a lo mismo, pero en este caso el silenció le resultó sencillamente insostenible, suspirando mientras escuchaba el trote de los caballos contra el suelo y su respiración contra el aire, ¿Desde cuándo Sakura y él tenían secretos?, ¿Desde cuándo algo era lo suficientemente malo que ella sentía no poder compartirlo con él?, ¿Es que no lo habían compartido todo, desde niños? Si fuera un problema al azar Sasuke no insistiría, pero veía la angustia en los ojos de Sakura, ella misma rehuía a su mirada, ¿Qué podía ser tan malo como para que ella sintiera vergüenza? Apoyando uno de sus brazos en el costado de la puerta del carruaje, en el umbral de la ventana, la Haruno intentó concentrarse en contemplar el exterior en su camino e ignorar la intensada mirada del Uchiha sobre su persona, quizás si seguía así él probablemente olvidaría el asunto.
—¿No dices nada, Sakura?— cuestionó Sasuke cansado de tanto silencio. —¿Piensas que ya no es apropiado discutir las cosas con los sirvientes?— la pelirosa simplemente apartó la mirada. —Dios, odio que me ignores— bufó molesto a más no poder.
—No estoy ignorándote, solo quiero olvidar lo que paso— respondió Sakura por fin y harta de interrogatorios. —El sujeto que viste en la entrada y siguiéndome era el conde Sai, amigo de la reina— explicó resolviendo parte de las dudas del Uchiha que solo la observó en silencio. —Dijo que dudaba que fuera bien visto en Suecia que una mujer vistiera de hombre— resumió molesta de solo recordarlo. —Es una tontería pero me molesto— debería estar acostumbrada a críticas como esas.
—No es una tontería, porque eres una mujer, que el resto del mundo no lo vea es otra cosa pero yo sé quién eres— discutió el Uchiha entendiéndola de inmediato. —Todo estará bien, ¿sí?— intentó sosegar acercando su rostro al de ella y sin dejar de observarla. —Solo sé quién quieres ser, el resto del mundo puede irse al diablo— él la amaba tal y como era, no podía ser más perfecta de lo que ya era.
Ser mujer siempre había sido un reto para Sakura y Sasuke lo había entendido desde su primer encuentro siendo solo unos niños, por mera naturaleza y lógica debería de ser una mujer en todos los sentidos pero la habían educado como a un hombre y su mente siempre estaba en conflicto, miles de conflictos que Sasuke deseaba dispersar para permitirle ser feliz o cuando menos estar en paz, eso era todo cuanto deseaba y día con día intentaba hacerlo posible, alargando una de sus manos sobre el costado de la ventana del carruaje y entrelazándola con la mano enguantada de Sakura. Siempre muy cerca de Sasuke, con solo a unos centímetros de distancia uno del otro, Sakura no pudo evitar preguntarse si los ojos del Uchiha siempre habían sido tan intensos y dulces al contemplarla, sintiéndose atraída por él y como si fuese un imán, acercando su rostro al suyo lentamente y presionando sus labios contra los de Sasuke quien se paralizó de golpe, no pudiendo creer que aquello estuviera sucediendo ni de forma tan imprevista…debía ser un sueño. No teniendo experiencia con el sexo opuesto o los hombres para ser más clara, ni mucho menos con los besos, Sakura se mostró dócil bajo el tacto de Sasuke quien lentamente acunó su rostro con una de sus manos, moviendo sus labios contra los suyos, permitiéndole devorar su boca e intentando torpemente hacer lo mismo, solo rompiendo el beso y marcando las distancias cuando sintió que le faltaba el aliento, apoyando su frente contra la suya.
¿Por qué había sido eso? Sasuke eligió no preguntar.
Encontrar un momento privado para simplemente dejar las responsabilidades de lado era inmensamente difícil para Choji como rey, mas no imposible y por lo que hallando finalmente un espacio de tiempo organizó una tarde para montar a caballo con su esposa y visitar su residencia, el Petit Trianon y donde no acostumbraba a ir, por un lado porque Ino llevaba un estilo de vida fervoroso, distendido y bacanal que no iba para nada con él, pero Choji apreciaba las diferencias entre ambos y respetaba sus gustos dispares por lo que simplemente intentaba que pudieran coincidir lo más posible y disfrutar del tiempo que tuvieran a su alcance aunque este fuera escaso. Siempre elegante, Ino porta un sencillo vestido blanco de cuello alto y cerrado, de mangas holgadas que se ceñían en las muñecas y falda lisa, sin necesidad de miriñaque debajo, y sobre el vestido una capa superior color turquesa claro con opacos bordados que formaban una chaqueta de cacería sin mangas y una falda lisa, con botines de cuero debajo y su largo cabello rubio estaba peinado en un mono alto salvo por dos mechones que formaban dos coletas que caían sobre sus hombros. De pie muy cerca de su esposa y acariciando a su caballo, Choji también vestía de manera bastante informal; camisa blanca de cuello alto con pañuelo anudado, de mangas holgadas que se ceñían en las muñecas, corto chaleco marrón oscuro sin mangas, pantalones de igual color y botas de montar, observando a cada momento y con gran intensidad a su hermosa esposa quien atraía su atención con su sonrisa.
—Es maravilloso que hayas podido encontrar un momento para nosotros dos— apreció Ino infinitamente agradecida y volviendo la mirada hacia su esposo.
—Ya era tiempo, últimamente apenas nos vemos— justificó Choji apartando la mirada ligeramente sonrojado.
—Tal vez podamos hacer un picnic en los jardines— ideó la Yamanaka en voz alta. —Tengo muchos planes para modificarlos al estilo inglés— compartió pudiendo ser sincera con su esposo.
—¿Por qué inglés?— inquirió el Akimichi extrañado, no era partidista ni nada pero era sabido que los enemigos eternos de Francia eran los ingleses.
—Uno de nuestros visitantes, el conde Sekiya, nos invitó a su residencia y me enamoraron sus jardines— sonrió ella y aun visiblemente fascinada según se notaba. —Démonos prisa o alguien vendrá a detenernos— apremió a su esposo y queriendo disfrutar lo más posible de su tiempo juntos.
Sonriendo por primera vez en todo el día y todo debido a su esposa, Choji se acercó para tomar las riendas del caballo de Ino y permitirle subir sin contratiempos; este era su pequeño secreto, oficialmente se suponía que Ino no debería montar a caballo, su madre la Emperatriz Viuda Miyuki lo prohibía pues implicaba un severo riesgo de sufrir un aborto—motivo por el que en público solía montar en burro, un animal más bajo, seguro y humilde así como aceptable para su autoritaria madre—, claro que esto no sucedería en su caso porque su matrimonio no se había consumado pero debían guardar las apariencias, mas en privado ambos montaban a caballo, Choji volviéndose a su caballo y al cual subió velozmente. Encontrando su mirada con la de su esposo, Ino haló ligeramente de sus riendas, presionando sus botines contra los costados de su yegua blanca que no tardó en trotar entre relinchos de emoción, prontamente alcanzada por el purasangre de su esposo, ambos moviéndose al mismo ritmo y volviendo la mirada hacia el otro de vez en vez. A una distancia lo suficientemente prudente como para no resultar incomodos ni invasivos, dos guardias reales bajo las ordenes de la comandante Sakura Haruno siguieron a la pareja real para garantizar su seguridad, por lo que estos bien pudieron decirse a solas, riendo por lo bajo al encontrar sus miradas y sintiéndose más cercanos que nunca el uno del otro. Al llegar al Petit Trianon, ambos eligieron un lugar de los jardines donde desplegaron un mantel que traían y las sirvientas se encargaron de tener la comida preparada.
—Ino, gracias— mencionó el Akimichi hasta entonces en profundo y reflexivo silencio.
—Oh, ¿Por qué?— preguntó la Yamanaka con extrañeza y no creyendo haber hecho nada especial.
—Por ser tú— respondió Choji por su parte y siendo algo más que obvio en su mente.
—Entonces yo también debo darte las gracias— correspondió Ino observándolo con una deslumbrante sonrisa.
Puede que Choji no fuera el esposo que había soñado tener de pequeña ni había sido exactamente igual al retrato que le habían presentado hace ya más de seis lejanos años, pero era mejor, no era el hombre más apuesto pero era tierno, atento, dulce, sensato y siempre trataba de hacer todo para que ella fuera feliz, Ino simplemente no concebía una existencia en que no lo tuviera a su lado y ambos eran inmensamente felices juntos, solo desearían no tener que pensar tanto en las presiones y expectativas que los rodeaban, pero podrían vivir con ello, se había enamorado de todas formas después de todo aunque lo que primara en su unión fuese la política y los asuntos de estado en lugar de los temas del corazón. Pensando en lo mismo que Ino aunque no lo manifestase de esa forma en ese momento, siendo alguien más lacónico y de pocas palabras en su mayoría, Choji acercó su rostro al de ella y la besó castamente en la mejilla, sonriendo ladinamente al ver la sonrisa que se adueñaba de sus labios así como el sonrojo que cubría sus mejillas; sus hermanos, sus consejeros, todas las personas de su mismo sexo que conocía y que tenían el valor suficiente cuestionaban su inexperiencia con las mujeres y no pocos le sugerían que tuviera una amante experimentada con el fin de saber cómo consumar su matrimonio pero Choji se negaba a traicionar a su esposa con otra mujer, si su fallecido padre no había traicionado a su madre, él tampoco lo haría, esperaría a que el asunto se resolviese solo. A su propio modo era inmensamente felices juntos…
Meses Después
Al final y pese a todas las promesas que Choji le había hecho, las cosas no habían cambiado mucho con el paso de los meses, su esposo el rey siempre se encontraba ocupado con los asuntos de estado—lo que ella entendía, añorando profundamente su tiempo juntos y que era tremendamente escaso—, el conde Sai había vuelto a partir de la corte enlistándose en la guerra de la independencia americana, tanto por idealismo sincero así como para evitar que se inventaran rumores infundados de su honesta amistad relacionándolos como amantes, una consideración que Ino apreció de todo corazón. Con su vientre vacío y en continua espera de que su matrimonio se consumase para engendrar al próximo Delfín y futuro rey de Francia como se esperaba hiciera, Ino decidió volcar toda su creatividad en su propio espacio privado que era el Petit Trianon, por un tiempo se había concentrado en realizar en este todo tipo de celebraciones y lo hizo decorar a su atojo, pero estos divertimentos fueron efímeros en mantener su interés y por lo que finalmente, rememorando sus días más felices en su natal Austria, tomó la decisión de crear una villa o aldea aledaña al pequeño palacio. Reunida a la sala de sus aposentos en el Petit Trianon mientras sus doncellas jugaban a las cartas, la reina Ino sostuvo admirada los planos diseñados por Tokuma Hyuga primer arquitecto del rey y jefe de obras del proyecto en cuestión, todo se veía como ella había esperado o concebido en su mente desde el principio.
—Es preciosa, exactamente como me la imagino— habló Ino recuperando por fin el aliento. —No le falta de nada; los pequeños cobertizos, los almiares, los palomares, incluso los boñigos de vaca— nombró mientras observaba los planos. —Es sublime— reafirmó volviendo la mirada hacia el talentoso arquitecto.
Poder ayudar a la reina en su creación era todo un sueño en la mente del arquitecto Tokuma Hyuga, su joven soberana tenia ideas muy claras en mente y ambos se entendían perfectamente ya habiendo trabajado juntos en la remodelación de los jardines del Petit Trianon en ayuda con el jardinero encargado, trasladando todas las valiosas plantas al jardín del rey en Paris y demoliendo los invernaderos de experimentación, algo que inicialmente no había parecido tener sentido pero que había creado jardines absolutamente hermosos e innovadores en relación con el Palacio de Versalles, y por lo que ahora Tokuma se permitió sonreír, bajando la mirada y agradeciendo que se valorara tanto su trabajo. Pero el arquitecto no podía darse todo el crédito, Tokusa Sekiya el diseñador de los jardines del rey había ayudado en la concepción de aquella villa, y que decir de la inigualable participación de la reina quien se había involucrado desde el principio en todo, siendo patrocinadora—lógicamente—pero también jefe de obras, si la villa llegaba a terminarse exitosamente todo sería gracias a ella y su incuestionable genio creativo. Pabellones, salones de música, un templo dedicado al dios del amor sobre una isla y miradores…todo ello seguía construyéndose en los jardines del Petit Trianon y era sublime de crear, pero inconcebible de no ser por la exquisita visión y colaboración de su reina que lentamente dejo los planos sobre la mesa baja frente a ella, alzando por fin la mirada hacia el arquitecto pero manteniendo en todo momento su deslumbrante sonrisa.
—No quiero nada en nuestro esquema que apeste o manche innecesariamente los dedos— mencionó la reina al arquitecto que tomó cuidadosamente nota mental de todo. —Preferiría que ninguno de los campesinos que formen parte en mi villa fuera viejo; las lecheras deben tener mejillas rosadas y los pastores hombros anchos— prosiguió con ideas muy claras en su mente. —Me gustaría pasear por la arboleda, recogiendo vallas y sin pensar en nada— manifestó con una sonrisa llena de entusiasmo. —Quiero que la aldea sea mi escape de todo protocolo, una pintura viviente compuesta de personas reales haciendo cosas reales. ¿No es demasiado?— preguntó al arquitecto y con sincera preocupación.
—En absoluto, Majestad— negó el arquitecto Tokuma, no pudiendo pensar nada semejante. —Yo personalmente pintare las grietas en las paredes de las viviendas y escogeré a los campesinos con esmero— se comprometió queriendo cumplir con todas sus expectativas. —Todo se hará según su visión, y lo que usted pueda siquiera soñar— no merecía menos que eso sino lo contrario, todo lo que quisiera.
—Muchas gracias— sonrió Ino totalmente maravillada con su compromiso y lealtad.
Emocional y siempre animada como era la reina, Ino se levantó del sitial en que se hallaba y por lo que en respuesta el arquitecto Tokuma hizo lo mismo, siendo sorprendido por un cálido abrazo de su soberana—lo que claramente lo tomó por sorpresa—que rompió este con una gran sonrisa, tomándolo de las manos y girando efusivamente, contagiándole al arquitecto su alegría así como a su doncellas presentes y que se sonrieron entre si. Pese a su exterior de mujer frívola, arrogante y orgullosa, Ino era ingenua, romántica y consciente de como todas estas creaciones en su dominio que era el Petit Trianon le estaban costando la simpatía de la opinión pública, pero estos la habían rechazado tanto por solo dejarse guiar por lo que decían libelos creados por gente malintencionada que Ino simplemente se había cansado de guardar las apariencias, era consciente de que lo que se le había consentido como Delfina en cuanto a frivolidades no se le perdonaría ahora siendo reina, pero era una mujer que deseaba ser feliz y que por encima de todo estaba dispuesta a asumir la responsabilidad de sus actos. Su madre la Emperatriz Miyuki ya le había escrito—siempre temerosa de que su hija pudiera ser repudiada ya que el matrimonio seguía sin consumarse—para reprocharle sus gastos y creaciones, alegando que debería concentrarse en concebir un heredero, pero Ino era medida con sus gastos y sabía que no gastaba tanto dinero como otros nobles de la corte y por lo que prefirió seguir su propio juicio por ahora, porque buscaba la felicidad.
Siempre se haría responsable de sus actos, fueran cuales fueran.
Sorprendiendo a dos de los guardias encargados de la seguridad de Versalles bajo su mando y que estaban riendo y cotilleando en lugar de cumplir con su trabajo, Sakura les arrebato un nuevo libelo pornográfico de las manos, era el segundo en la jornada de la mañana y que ella enrolló en sus manos tras contemplarlo; uno retrataba a la reina junto a la condesa Tenten como si fuese su amante lesbiana y el segundo libelo representaba al rey como un cornudo y retratado en el documento como un cerdo, el animal más bajo por asociación. Apretando los documentos enrollados entre sus manos y teniendo que contenerse para no romperlos ni despedazarlos en su camino, Sakura intentó serenarse y pensar en quemarlos en un lugar privado de los establos, de ser por ella los reuniría y desaparecería todos, pero incluso ella como Comandante de la Guardia Real tenía sus límites, por lo que intentó mantenerse lo más estoica que le fue posible al caminar, quitándose el sombrero al cruzar a las dependencias de los establos, arrojando los libelos enrollados al fogón que encontró en su camino, contemplando como ardía el papel pero esbozando una sonrisa al sentir a alguien situarse a su lado. Sasuke y ella no habían hablado del abrupto beso compartido y por deseo de ambos, no habían hablado sobre si había atracción el uno por el otro ni nada o si su amistad había cambiado en algo debido al beso, es como si ni siquiera lo hubieran considerado y por lo que ambos disfrutaron de estar en silencio de pie uno junto al otro, gozando de la presencia del otro y cierta atracción en el aire.
—Nuevos libelos sobre la reina, ¿cierto? Lo veo en tu cara, no necesitas decirlo— obvió Sasuke siendo el primero en romper el silencio. —Te propongo algo— inició rondando a la Haruno con sus pasos y situándose en frente suyo. —Tú, yo, pistolas, pólvora, botellas de vino vacías y el bosque, como cuando éramos niños— sugirió sosteniéndole la mirada, perdido en sus orbes esmeralda.
—Solo si tú consigues las botellas— aceptó Sakura sonriendo ladinamente y observándolo de arriba abajo.
No podía describir cómo y cuándo habían comenzado a cambiar las cosas, solo que en un momento Sasuke y ella habían sido muy buenos amigos, como hermanos y que actualmente ella lo veía como lo que era; un hombre y ella una mujer, en su mente revivía el beso que habían compartido, el sentir de los labios de Sasuke contra los suyos y deseosa—sin saber si estaba mal y no pudiendo pedirlo por temor a obrar mal y contra lo que siempre le habían inculcado—de que él volviera a besarla. Por inercia, Sakura pensó en la reina Ino con quien había compartido conversaciones de índole femenina y privada en que de hecho había aludido a Sasuke y se había sincerado respecto de sus sentimientos como nunca antes había hecho con nadie más, ni siquiera con ella misma, pero lentamente estaba sintiendo atracción por Sasuke y deseó por algo que siempre había estado ahí pero que desconocía y ahora le era llamativo, además del hecho de que el Uchiha era un hombre devastadoramente guapo. Observando el rostro de Sakura y creyendo ver una chispa muy particular en sus hermosos orbes esmeralda, Sasuke tuvo el deseo de alargar una de sus manos y acariciar sus mejillas pero tuvo que contenerse al advertir la presencia de alguien observándolos y la Haruno tenía una valiosa reputación que mantener por lo que más le valía protegerla; curiosa por la razón del Uchiha para frenar sus sentimientos y que coincidían mucho con los propios, Sakura volvió la mirada encontrando a una de las doncellas de la reina y que inclinó la cabeza respetuosamente ante ella:
—Lady Sakura— saludó la doncella de nombre Demiya. —La reina pide que se reúna con ella en una cita privada— transmitió siguiendo lo estipulado por su soberana.
—¿En sus aposentos?— preguntó la Haruno solo para estar segura y recibiendo un asentimiento como respuesta. —Iré enseguida— respondió antes de volverse hacia el azabache. —No te olvides de esa oferta, Sasuke— aclaró sonriendo a modo de despedida mientras lentamente se alejaba de su lado.
—No lo haré— correspondió el Uchiha sonriendo ladinamente, entusiasmado por contar con su aprobación.
La verdad había pasado mucho tiempo desde que Sakura y él solo habían podido ser amigos como en su niñez y pre adolescencia, hoy tenían muchas responsabilidades con las que lidiar pero siempre encontraban tiempo para ellos dos, Sasuke en particular y que tras el duelo entre Sakura y el duque Kabuto Yakushi había tomado consciencia de que podía perder a quien amaba y que más le valía disfrutar de las pequeñas cosas mientras aun la tenía a su lado, solo saberla a salvo y poder contemplarla era suficiente. Siguiendo a Sakura con la mirada junto a la doncella de la reina en su camino hacia el interior del palacio hasta perderla de vista, Sasuke se preguntó ¿Qué tan evidentes eran sus sentimientos por Sakura? Su enamoramiento provenía de sus días de infancia y se había convertido en amor ahora que eran mayores, ¿Pero el amor no era entre dos personas? Pedir que Sakura le correspondiera era demasiado y él lo tenía muy presente aunque fuera su único deseo egoísta poder acceder a su corazón. Pero ajeno a la sonrisa en los labios de Sakura en su camino, Sasuke no sabía que ella también tenía un lugar especial en su corazón para él, no era un amor romántico en ese momento—habiendo notado que el corazón del Uchiha estaba permanentemente ofrecido para ella, en bandeja de plata cabe añadir—, pero un rincón de su corazón latía por el Uchiha y empezaba a corresponder a la atracción de él, porque sería un crimen no hacerlo pese a que no fuese correcto o eso le habían enseñado. El fruto prohibido siempre era apetitoso o eso se decía…
Estar a solas con su amiga la reina Ino, ambas recostadas sobre la cama de esta y con una bandeja de dulces entre ambas no era precisamente lo que Sakura tenía en mente en lo referente a una audiencia privada pero no iba rechazar la oportunidad, simplemente olvidarse del deber y preocupaciones para poder ser solo una mujer—pudiendo expresarse con libertad estando junto a su amiga y soberana, apreciando infinitamente su vínculo—y hablar de ello con otra de su mismo género y que también llevaba una vida complicada. Cabe mencionar que nada más cruzar el umbral de la habitación y encontrarse ambas a solas, la reina Ino se había explayado en disculpas inconmensurables sobre todo el tiempo en que ambas habían estado separadas, en que no habían hablado o en que la Yamanaka sentía que no había sido una buena amiga, lo que tocó el corazón de Sakura quien no podía dejar de sonreír mientras estaban recostadas sobre la cama, ella solo escuchando las insistentes y continuas disculpas de su soberana. Puede que realmente no necesitase disculparse con Sakura, pero Ino se encontraba continuamente rodeada de personas y teniendo que pretender llevarse bien con ellos para tratar de no generar más enemigos de los que ya tenía, muy pocas veces podía ser sincera y por lo que sentía que debía velar por sus verdaderos amigos con todo lo que tenía, y en ocasiones daba tan por sentada la presencia de Sakura como su guardiana que no la recompensaba lo suficiente por arriesgar su vida y dedicarse a ella todo el tiempo, literalmente.
—He sido terrible, una terrible amiga por no invitarte a mi presencia últimamente— se lamentó Ino como una niña avergonzada. —¿Me perdonas?— preguntó parpadeando tiernamente en señal de súplica.
—Ino, eres tu quien debería perdonarme— discutió Sakura no pudiendo culparla, —las responsabilidades de la guardia siempre me mantienen lejos— no solo de ella sino también de Sasuke.
—Tienes a Sasuke como compañía, no puedo culparte— difirió la Yamanaka prometiendo invitar al Uchiha a su próxima audiencia privada. —Bien, nada de lamentaciones entonces, ¿sí?— decidió ya que ambas se disculpaban por igual. —Mejor háblame del último complot que desbarataste para deshacerse de mí— bromeó sonriendo pícaramente.
—Habla en serio, por favor— reprendió la Haruno entre seria y riendo ligeramente.
—Hablo en serio, algunos dicen que podrían enviarme a un convento— suspiró la reina volviéndose hacia la pelirosa.
Aunque nadie lo dijese, Ino era consciente en todo momento de que era una soberana a punto de perder su corona, no por los libelos que circulaban y difamaban tanto su imagen como soberana sino por su matrimonio sin consumar y que perfectamente podría ser anulado si Choji no la quisiera a su lado, si no la amara, pero anular su matrimonio no era una opción, sabía demasiado por haber estado en Francia tantos años primero como Delfina y actualmente como reina aunque ella se considerase sustituible, los nobles franceses no la veían así que era la verdadera cuestión, lo único claro para Ino es que lo que ella quisiera era irrelevante y que el deber era lo único importante; el fracaso no es una opción, Ino casi entornó los ojos de solo pensar en el lema de su madre la Emperatriz Miyuki a quien tanto temía decepcionar. Notando continuamente una mirada muy particular y de incuestionable amor cada vez que veía al rey Choji junto a su reina y que era evidentemente única en su mente, Sakura estaba segura de que no habría anulación ni nada remotamente parecido, puede que ya fuesen seis años de un matrimonio no consumado y por ende sin hijos pero ello no quería decir que esta situación fuese a durar para siempre, una vez que el matrimonio culminase en la concepción de un heredero—ansiado por todos en el reino—todos estos libelos perniciosos que ella no dejaba de encontrarse desaparecerían, la calma seria todo cuanto reinaría y todos estos problemas serian cosa del pasado.
—Son solo rumores, el rey no se desharía de ti, es evidente que te ama— sosegó Sakura no teniendo dudas de ello.
—Lo sé, pero muchas veces me pregunto si es suficiente— confesó Ino en voz alta y pudiendo sincerarse.
—Esta corte debería sentirse honrada de tenerte— consideró la Haruno pudiendo entender sus razones para sentirse insegura. —Esta familia no te merece— profundizó pese a saber que estaba mal emitir una opinión de la familia real.
—Eso es...— suspiró la Yamanaka sentándose de golpe sobre la cama al oírla.
—¿Eso es qué?— repitió la pelirosa visiblemente confundida mientras la observaba.
—Voy a organizar una velada musical, ¡Y voy a cantar para mi esposo!— decidió la reina eufórica de alegría. —Obras de teatro, recreaciones, toda una compañía teatral conmigo al frente— enumeró con ideas completamente nuevas en mente.
—¿Estas segura?— preguntó Sakura solo para estar segura y sin atreverse a cuestionarla.
—Así tendré a la corte en mis manos, eso es lo que necesito, al menos por ahora, en tanto demuestre que los cotilleos o rumores me son indiferentes— asintió Ino muy segura de su nuevo rumbo. —Llamen a la princesa Tenten, es urgente— ordenó en voz alta a sus doncellas y que ya escuchaba moviéndose fuera de la habitación. —¡Es tan emocionante!, ¡Renací!— chilló de emoción y levantándose de la cama.
En las cartas de su madre la Emperatriz Miyuki—no era el caso de su correspondencia con su hermano mayor el Emperador Deidara, que era bastante más comprensivo— todo eran críticas, literalmente ella nunca buscaba entenderla o ponerse en su lugar, mas Ino no pensaba discutir pues Austria no era Francia y mientras siguiera en ese suelo seguiría su propio criterio o acabaría muerta por pena capital, su papel de reina era duro e Ino deseaba de todo corazón que alguien la hubiera preparado debidamente para el rango que ocupaba hoy, pero al no tener ya esa posibilidad todo lo que podía hacer era desempeñarse lo mejor posible y aprender con forme la marcha, y tratando de mantener un buen ánimo en todo momento. Escuchando a su reina parlotear sobre todas las ideas que tenía y que involucraban la participación de su querida amiga la princesa Matsuri, Sakura primero parpadeó enormemente confundida y no teniendo claro en qué momento le había dado ideas a su reina para llevar a cabo algo así, casi boqueando de sorpresa por lo mismo antes de alargar la mano y tomar un dulce del plato que degustó placenteramente en lugar de hablar, ¿De qué le serviría discutir, solo para empezar? Cuando a Ino se le metía algo en la cabeza muy pocas personas podían hacer que cambiara de opinión y ni aunque la conocieran durante años como ella, además Sakura no tenía como juzgar los actos de Ino si su histrionismo le granjeaba la aprobación de los nobles y con quienes parecía encontrarse en continua tensión desde su subida al trono como esposa del rey.
Nadie tenía el derecho de juzgar a Ino de no estar en su lugar.
PD: Saludos mis amores, me disculpo por haberme ausentado pero siempre me tome un tiempo para mi durante Semana Santa, mas he regresado y espero cumplir lo que ustedes esperan de mi, agradeciendo como siempre su apoyo, deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado:3 Las próximas actualizaciones serán "Dragon Ball: Guerreros Saiyajin", luego "Kóraka: El Desafío de Eros", y si todo sale bien "Más Que Nada En El Mundo" :3 Esta historia esta dedicada a mi querida amiga DULCECITO311 (esperando que el capitulo sea de su agrado), a laus963 (disculpándome por la demora, agradeciendo su apoyo y prometiendo que el romance en la trama no le decepcionara), a Kiome (prometiéndole no abandonar la historia y dedicándole todos y cada uno de los capítulos de esta historia), a UchihaMun (agradecida por su apoyo y sus halagos a este despreciable intento de escritora, dedicándole cada capitulo de esta historia), a ktdestiny (honrada profundamente por su reconocimiento y agradeciendo cualquier sugerencia que se quiera hacer), por supuesto a YessCristopher (dedicándole este capitulo y los que siguen por sus hermosas palabras) y a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos y hasta la próxima.
Inspiración & Cambios en la Trama: Fuera de emplear parte de la trama de "Marie Antoinette" de Sofía Coppola y "Lady Oscar"—la película live action—de Jacques Demy como bases para trama de la historia fuera de lo que nos mostró el anime, ahora también sumo a la trama la serie "Marie Antoinette" estrenada entre Octubre de 2022 y Febrero de 2023 si de agregar escenas entre Choji e Ino se trata pues fuera de todas las justificadas criticas negativas, el factor romántico entre Luis XVI y María Antonieta fue algo que la serie representó muy bien. También he de aclarar que elegí no representar como amantes a Sai e Ino—Fersen y María Antonieta—porque históricamente y si bien se rumoró que pudieron ser amantes—lo que también se represento en la ficción—, nada avala ni confirma que esto haya sido así y yo quiero ser lo más respetuosa y precisa posible con la última reina de Francia. Fuera de la trama original comienzo a incluir elementos propios como la paulatina atracción que Sakura comienza a sentir por Sasuke, y que comencé a plantear desde hace ya varios capítulos pero que ambos no comentan pese a ya haber compartido un beso juntos, por temor a arruinar la amistad y profundo vinculo que sienten el uno por el otro, algo que se ignoró totalmente en el anime y que se represento muy por encima en la película de Jacques Demy, pero en lo que yo pretendo profundizar porque como Sasuke dice, pese a haber sido educada como un hombre, Sakura no deja de ser una mujer.
También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer), "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutsuki en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul") :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
