Capítulo 10: El primer día de clase de Elvira.
Una vez se quedó sola con los niños Elvira los observó con una sonrisa mientras los pequeños recuperaban el aliento que habían perdido tras las advertencias del aterrador profesor Snape. Ella dijo:
-Bueno chicos, vosotros sabéis quién soy, ahora yo tengo que saber quiénes sois vosotros. Voy a pasar lista y seguro que pronto me aprenderé vuestros nombres.
Les sonrió y empezó a pasar lista, llegó a Morgana Fox, la niña de la noche anterior, le dijo:
-Hola, Morgana, ¿Está bien Lestat? ¿Lo has dejado en el dormitorio? - La niña se ruborizó y dijo:
-Sí, señorita, lo de anoche no se volverá a repetir, es que es muy pequeño y seguía asustado por el viaje en tren.
Elvira la miró enternecida, esa niña tímida, morena y de ojos negros le caía muy bien.
-No te preocupes pequeña, no me enfadé, yo también tuve un gatito a tu edad.
Los niños la miraban sorprendidos. Siguió pasando lista. Cuando acabó les preguntó si tenían alguna idea sobre la asignatura, tenía que ver por donde empezar. Les preguntó por su estado de sangre, un descarado Gryffindor estuvo a punto de protestar, pero ella lo hizo callar:
-No tengo prejuicios sobre ello, yo soy mestiza y he vivido muchos años entre muggles. Sólo quiero saber si alguno ha ayudado a algún familiar a preparar pociones o si tenéis alguna idea de cómo se enciende un fogón como éstos con seguridad, no quiero que tengáis un accidente, no es lo mismo que el de una cocina y sé bien que los nacidos de muggles seguro que no han visto algo parecido en sus casas. Tengo que saber de dónde partimos.
Los niños se tranquilizaron y contestaron sus preguntas. Algunos que nunca habían visto nada de pociones de primera mano, habían pasado tiempo leyendo el libro de pociones, así que más o menos podía empezar con las normas básicas de seguridad, les dijo que si no cumplían con ellas adecuadamente serían castigados sin excusas, especialmente si se hacían daño o herían a algún compañero. Los niños la miraban con un poco de miedo, sabían que debían obedecerla. Para que no se les olvidara las normas, Elvira hizo aparecer un pergamino con las normas de seguridad escritas, usó un hechizo para crear duplicados de los pergaminos de normas para todos los niños, las repartió y les dijo que las pegaran con un hechizo en la primera página en blanco del libro, todos lo hicieron más o menos rápido. Les explicó cómo se hacía una poción sencilla, fueron al almacén a por los ingredientes, ella les advirtió que preparar pociones se parecía un poco a cocinar, pero no era lo mismo, debían medir y hacerlo con cuidado porque si ponían más cantidad de un ingrediente o menos de la adecuada, la poción se podría estropear o estallar un caldero si no se ponían en el orden adecuado. Estuvieron preparando una poción sencilla para el catarro leve, no era muy complicada y más o menos la iban preparando bien, los que tenían dudas preguntaban sin temor, Elvira les advirtió que preguntaran sin miedo, que ella estaba allí para ayudarlos. La clase transcurrió sin incidentes reseñables, pocos niños no consiguieron hacer una poción perfecta, ella les dijo que no se preocuparan que la próxima vez lo harían mejor, era cuestión de practicar, poner atención en clase y, por supuesto, estudiar. Les mandó tarea para el próximo día, recogió las muestras etiquetadas de ese día y las puso ordenadas en su escritorio. Al terminar la clase, los niños salieron más o menos contentos, Morgana se despidió de ella tímidamente, en ese momento Severus salió de su despacho y se acercó al escritorio.
-Creo que ha ido bastante bien para ser la primera clase de pociones de su vida.
-Pues sí, después de tu discurso estaban aterrados con la idea de ganarse un castigo y trabajaron muy bien a pesar de ser tan pequeños.
-Por lo que he oído, no se han peleado entre ellos ni han hecho tonterías, a esa edad es un milagro, los de primer año suelen dar problemas el primer día de clase.
-Ya, pero les di una lista de normas de comportamiento y seguridad, hice que las pegaran en su libro para que las tengan siempre presentes, y les dije que quien no lo cumpliera sería castigado…así que mientras no se les olvide, no habrá problema.
-Esperemos que no se les olvide.
Elvira se acercó a Severus, esa era la última clase del día, después del almuerzo tenían la tarde libre, ese día era el único de la semana en que tenían la tarde libre. Elvira recogió y limpió el aula rápidamente, cuando iba a lavar los calderos, Severus le recordó que hoy tendrían una alumna castigada, Elvira le dijo:
-¿En serio la vas a castigar por lo del gatito?
-No te preocupes que no será tan duro como crees, esos niños han sido tan cuidadosos que apenas hay ningún resto pegado al fondo, no tendrá que frotar mucho. Además si los otros se enteran de que le he levantado el castigo, perderé la fama de cabrón despiadado que tanto trabajo me ha costado conseguir… - Severus le sonrió con sorna.
-Eres terrible, bueno, vamos a almorzar, no debemos tardar mucho, me gustaría mandarle la carta a Margareth antes de la cena, ¿Podremos usar una de las lechuzas del colegio? Es que ella está ahora dando clases de herbología en una escuela de California, vaya que las necesiten y tarde en llegar a su destino.
-No te preocupes por eso Elvira, yo tengo una lechuza propia en la lechucería. Se llama Midnight.
Se fueron a almorzar, charlaron con los demás sobre qué tal había ido la primera mañana de clases, Minerva bromeó con Severus diciendo que vio salir a los niños de primero muy contentos de su aula y por lo que averiguó preguntando a uno de los críos, le dijo que estaba segura que les había encantado su nueva profesora, Severus le dijo que sabía que les fue bien, que estuvo vigilando desde el despacho y sólo tuvo que decírselo a los niños para que se portaran bien. Entonces dijo Albus:
-Eso y que seguro que todos querían congraciarse con una profesora tan encantadora. Los niños cuando quieren pueden ser muy obedientes y eficientes.
-Vamos que conmigo no quieren obedecer y trabajar bien porque no les caigo bien.
-¿Desde cuándo te importa caerle bien a los alumnos? - Severus se quedó pensativo:
-Pues desde nunca, Albus y no creo que me importe jamás.
Toda la mesa del profesorado se echó a reír. Elvira y Severus se miraron, a él casi se le escapó una sonrisa. Terminó el almuerzo y fueron a la habitación de Elvira sin perder tiempo, no querían comentar nada de sus posibles avances por si no salía bien, Severus odiaba cuando algún intento no salía bien y lo miraban con lástima. Llegaron allí, se quitaron las capas para estar más cómodos y mientras Elvira iba al baño lo dejó en el sofá de su sala de estar leyendo la revista muy concentrado. Cuando salió del baño, Severus ya había terminado de leer y se había levantado y parecía buscar algo un poco nervioso.
-¿Dónde están los pergaminos, las plumas y los sobres? - Elvira le dijo:
-Espera un momento, ¿no están en el cajón de arriba del escritorio?
-¡Oh, sí! ¡Aquí están!
Elvira estaba sorprendida por su reacción.
-Pero, ¿Qué pasa? - Él se acercó a ella y la atrajo con fuerza a sus brazos, la cogió por la cintura y la subió dando vueltas con ella en sus brazos, ella dio un grito sorprendida de nuevo por su fuerza y por su entusiasmo.
-¡Bájame, Severus! ¡Te vas a hacer daño!
-No te preocupes por eso ahora mismo, hay que celebrar que has hecho un avance. Has tenido que venir tú para conseguir algo. - La bajó sin soltar su cintura, se miraron a los ojos.
-Gracias. - Dijo Severus con sinceridad.
Entonces Severus le dio un beso en la mejilla, estaba deseando darle un beso en los labios pero no quería meter la pata. Elvira se sonrojó ligeramente.
-De nada, para eso estoy aquí. Además es todo un placer verte contento. - Se soltaron de los brazos del otro a regañadientes.
Redactaron rápido la carta para Margareth, escribieron la dirección en un sobre y subieron rápido a la lechucería. Tenían tanta prisa por mandarla que ni siquiera se molestaron en ponerse las capas de trabajo. Se cruzaron con un par de alumnos de sexto año de Gryffindor y un Huffelpuff de último curso que miraron extrañados por primera vez a su profesor de pociones sin su ondeante capa. Llegaron a la lechucería y Severus fue directamente a la percha que ocupaba su lechuza, Midnight empezó a aletear contenta de ver a su dueño, Elvira se acercó también y vio una lechuza de tamaño mediano y color negro con intensos ojos amarillos.
-Ten cuidado, le suele picar a los extraños, es un poco arisca.
-Me lo imagino, dicen que las mascotas terminan pareciéndose a sus dueños…
Elvira le guiñó un ojo y compartieron una breve sonrisa. Midnight miró a Elvira con curiosidad y cuando Elvira intentó acariciarla se dejó y restregó su cabeza cariñosamente contra sus dedos.
-Vaya, eso sólo lo hace conmigo.
-Creo que le he gustado. A mi también me gustas, pequeña. - Dijo dirigiéndose a la lechuza.
-Los animales te adoran, lo cual entiendo perfectamente. - Le sonrió a Elvira, ella dijo:
-¿Crees que podrá llegar? California está muy lejos, Severus.
-Claro que sí, es una lechuza muy fuerte y eficiente, además sabe que soy generoso con ella y cuando es un viaje largo tendrá una buena recompensa, además en la carta hemos escrito que la lechuza esperará la repuesta, así que mientras espera podrá descansar. - Severus ahora se dirigió a Midnight.
La lechuza movió su cabeza parecía que había entendido sus órdenes. Severus ató y aseguró bien la carta en la pata del pájaro y la hizo subirse a su brazo. Llegaron al gran ventanal y la lechuza salió volando de inmediato.
-Bueno, ahora sólo queda esperar, vamos a tomar el té, ya casi es hora. - Dijo Elvira.
-Está bien, vamos.
Bajaron rápido y tomaron el té sin perder tiempo, planearon las clases del día siguiente y calcularon las posibilidades para mejorar la poción calmante de Severus con esa planta. Fueron al comedor a cenar, entraron juntos y charlando. Todo transcurrió con tranquilidad y a todos les sorprendió que Severus ya hubiera asignado un castigo. Cuando les contaron el motivo del castigo, algunos le quitaron importancia. Elvira les dijo que no sería tan terrible para la pobre niña, que ella se encargaría de supervisar el castigo.
-Además, es una niña muy buena, no creo que vuelva a ser castigada, me ha caído bien y ese gatito era una auténtica monada, era gris plateado con ojos verdes, me recordó a un gato que tenía a su edad, tenía unos ojos verdes igual de bonitos que los de ese gatito, pero el mío tenía el pelo negro brillante, lo atropelló un coche cuando estaba de vacaciones de navidad en casa de mis padres a los 18 años, aún echo de menos a mi pequeño Heathcliff. - Hermione la miró sorprendida por el nombre que eligió para su gato.
-¿Le pusiste Heathcliff? ¿Cómo el protagonista de Cumbres Borrascosas?
-Sí, me gustaba mucho ese personaje, tan oscuro y misterioso y a la vez apasionado…yo quería mucho a ese gato, era adorable y estaba siempre pegado a mi. - Severus observaba a Elvira hablar de su gatito y se le ocurrió una idea para agradecerle su ayuda con su investigación. La cena transcurrió tranquila y cuando terminó todos se retiraron a sus despachos y habitaciones. Severus y Elvira llegaron al aula de pociones y Morgana ya estaba esperando su llegada en la puerta del aula.
-Buenas noches profesor, señora, he venido cuando he terminado de cenar para no llegar tarde, no quiero ganarme otro castigo. - Dijo la niña mirando al suelo ruborizada. Severus dijo muy serio:
-Está bien, niña, me gusta que cuando castigo a alguien llegue puntual, no me gusta nada que además de tener que buscaros un castigo me hagáis esperar y perder mi tiempo. - Elvira suspiró:
-Como si tú fueras a hacer algo, si soy yo quien me quedaré con ella. Tranquilo que seguiré tus instrucciones, señorita Fox, vendrá conmigo y lavará los calderos que han usado sus compañeros durante las clases de hoy sin usar magia, como sabes debe hacerse a mano para que no alteren las pociones que se hagan más adelante. - Morgana pareció un poco asustada por la perspectiva de tener que fregar tantos calderos.
-No te preocupes pequeña, no es tan terrible como parece, sólo ha habido clase de pociones por la mañana. Ven conmigo.
Entraron los tres, Severus se retiró a su despacho por si hubiera algún problema y Elvira se quedó leyendo para sus clases del día siguiente y la niña empezó a trabajar diligentemente. Morgana se dio cuenta de que Elvira no le había mentido y en casi una hora había terminado con la mayoría de los calderos, Elvira fue a supervisar qué tal iba la niña y observó satisfecha que lo estaba haciendo muy bien, le quedaba sólo un caldero para terminar, estaba en ello y al terminar Morgana dijo:
-Señorita Elvira, ya he terminado, ¿puedo irme a dormir ya?
Elvira revisó de nuevo los calderos, les dio el visto bueno y dijo:
-Vamos a decirle al profesor Snape que has terminado, de todas formas ha sido él quien te ha castigado. - Entraron en el despacho, Morgana aún asustada medio escondida detrás de Elvira.
-Profesor Snape, la señorita Fox ya ha terminado con los calderos, los he revisado y están perfectos. Creo que ya puede ir a dormir.
-Lo comprobaré yo mismo, si están bien podrá irse. No es que no me fie de usted, señorita Elvira, sabes que soy meticuloso.
Severus revisó los calderos y comprobó que estaban perfectos. Le dijo a Elvira que, como era tarde acompañe a Morgana al dormitorio para que no ande deambulando por ahí. Elvira acompañó a la pequeña y pudo charlar un rato con ella, era una niña mestiza, su madre era muggle y había enfermado, murió hace 6 años, vivía con su abuela paterna, sólo la tenía a ella, su madre no tenía familia y su padre murió cuando se negó a unirse a los mortífagos, su abuela era miembro de la Orden del Fénix y consiguió protección para ellas cuando su padre fue asesinado. El gatito era el regalo de cumpleaños de su abuela. Elvira estaba impresionada por todo lo que había pasado esa niña. Llegaron a la puerta de la sala común de Slytherin, dieron la contraseña y la niña se despidió de Elvira, la cual le prometió que algún día le enseñaría una foto que tenía de ella a su edad con su gatito y su uniforme escolar. Morgana le dijo que le encantaría, porque siempre le habían gustado mucho los gatos. Se desearon buenas noches y Elvira volvió al despacho de Severus. Él seguía allí, releyendo por tercera o cuarta vez la revista que ella le había dado. Cuando entró sin llamar levantó la vista y la miró con cariño:
-Has tardado, ya iba a ir a buscarte.
-Hoy no nos toca ronda, he estado charlando con Morgana, ¿Sabes lo que le pasó a su familia?
-Sí, hay muchos niños en la misma situación por culpa de ese psicópata, por suerte ella tiene aún a su abuela.
-Ya… bueno, ¿queda algo más por hacer aquí esta noche?
-No, te acompaño a tu puerta.
Llegaron en unos minutos, charlando un poco y al darle las buenas noches, Severus la besó de nuevo en la mejilla, antes se aseguró que no había nadie cerca, por supuesto. Se fue rápidamente después de separarse de ella, aunque no quería hacerlo, ninguno de los dos quería separarse del otro. Fueron cada uno a su dormitorio, se prepararon para pasar una noche más por separado y se acostaron tras poner su alarma habitual. Tardaron en quedarse dormidos… pensando obsesivamente el uno en el otro… y cuando se durmieron soñaron el uno con el otro, como casi cada noche desde que se encontraron de nuevo.
