Capítulo 2. Reina de Corazones I.

–¡Felicidades por su próxima boda, Doctora! –la felicitó una enfermera en nombre de todos sus compañeros mientras le regalaba un bonito ramo de flores. Los sanitarios aplaudían contentos, excepto Spinnel, que miraba cómo Sakura aplaudía disimuladamente.

–Pronto celebraremos una fiesta en nuestra nueva casa. Estáis todos invitados. –dijo la Dra. Madoushi, que tenía su pelo recogido al igual que en la reunión que tuvieron el primer día de trabajo de Sakura.

Tan sólo por su porte se notaba que sería una boda de alto postín. Incluso las revistas del corazón se habían hecho eco de la boda, ya que además de ser una reconocida doctora, el novio formaba parte de la alta sociedad.

Cuando el entusiasmo se calmó y la gente volvió al trabajo, el Dr. Takashi Yamazaki sostenía una revista donde salía Madoushi con su prometido brindando felizmente.

–Su Majestad brilla con luz propia. –dijo Yamazaki a otro compañero, mientras el Dr. Terada se sentó a su mesa con cara aburrida.

–Felicidades. –le dijo Terada a Madoushi, que tenía su mesa al lado, donde colocó el ramo.

–Gracias. –dijo Madoushi. Entonces, vio que Sakura la observaba. –Por cierto, voy a dejar que Noda, el médico residente, realice su primera operación de cáncer de colon. Tú serás su segunda.

–De acuerdo. –dijo Sakura sonriente.

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Ya en el quirófano, la operación de cáncer de colon estaba en curso bajo la supervisión de Madoushi y las miradas de varios estudiantes.

–No seas gallina y corta de una vez. –dijo Madoushi al notar las dudas del Dr. Noda.

–Sí. –dijo Noda, que la forma de guiar de Madoushi le ponía más nervioso, en lugar de tranquilizarle.

–Piensa en las operaciones como un entrenamiento. –le dijo a Noda, al que veía bastante nervioso. De hecho, quemó más de la cuenta.

–Lo siento. –dijo Noda apurado. –Succión, por favor. Fórceps Korcher.

–Aparta. –dijo Madoushi apartándolo de mala manera. Madoushi comenzó a operar con gran habilidad. –Sujeta esto.

–Sí. –dijo Noda sosteniendo el fórceps.

–Mirad, chicos. Siempre hay una primera vez para todos. –dijo Madoushi mientras continuaba operando. –Sólo pensad que estáis operando a una rata de laboratorio. No seréis médicos de verdad hasta que no os hayáis cargado al menos a tres pacientes.

Sakura levantó los ojos hacia Madoushi durante un momento, impresionada con la naturalidad y frialdad con la que dijo aquello. A Sakura se le hizo patente la pobre escala de valores de aquella mujer.

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Tras la operación, Sakura acompañó a Madoushi a pasar consulta.

–Así que es una contracción del esófago. –dijo Madoushi.

–Sí. Prácticamente sólo lleva dieta líquida. –explicó el hombre, que fue a acompañar a su madre.

–Déjeme un momento. –Madoushi palpó a la anciana por la zona afectada.

–En otro hospital nos dijeron que sería difícil que mi madre resistiera la operación que requiere, pero queremos una segunda opinión. Me da pena que tenga que llevar una dieta líquida de por vida. –dijo el hijo de la paciente. –Tenía la esperanza de que en un hospital universitario se pudiera aplicar algún otro procedimiento.

Tras palpar a la mujer, Madoushi puso el CD con las pruebas aportadas por el otro hospital. Entonces, sonrió al ver la radiografía.

–El esófago se ha estrechado considerablemente. No se preocupe. Hay una forma. –dijo Madoushi.

–¿De verdad? –dijo el hombre esperanzado.

–Usted déjemelo a mí. Seguro que mejorará. –dijo Madoushi.

Sakura no comprendía cómo la doctora le había dicho eso a la paciente. El esófago era demasiado estrecho, por eso decidió preguntarle a ella directamente.

–¿Está considerando un balón de dilatación? De esa forma la invasión en la paciente sería mínima. –preguntó Sakura una vez que se marchó la paciente con su hijo mientras Madoushi no le quitaba ojo a las pruebas con el esófago de la paciente.

–No seas tonta. Este caso es perfecto para NOA. Voy a eliminar esa contracción en el esófago superior y trasplantarla al intestino delgado, incluyendo vasos sanguíneos. –explicó Madoushi.

–Pero no hay precedentes de NOA en la cirugía digestiva. –dijo Sakura. –Además, esa cirugía llevaría más de diez horas. Con la condición física de la paciente…

–Precisamente por no haber precedentes es tan significativa. Con NOA los tiempos se reducirán. Es cierto que hay riesgo, pero es el único método para una cura completa. ¿No crees? –preguntó Madoushi.

–Sí, pero…

–A la paciente simplemente le podemos decir que se sentirá aliviada de quitarle esa contracción al utilizar la última tecnología. De todas formas no comprenderían los detalles. –dijo Madoushi sacando el CD y metiéndoselo en el bolsillo de la bata antes de salir, seguida por Sakura. –Si tenemos éxito realizando un injerto vascular al esófago con NOA seguro que seremos el centro de atención. Sería un desperdicio no realizarlo ahora. Me da la impresión de que me quieres decir algo.

–No, en absoluto. –fingió Sakura, que lo que pensaba decirle se lo diría de otra manera. Aún así, Madoushi insistió.

–No puede haber progreso en el tratamiento médico si vamos con miedo. No podrás hacerte un nombre en el mundo de la medicina si temes al fracaso. –dijo Madoushi, obviando el hecho de que la paciente no reunía las condiciones para someterse a ese procedimiento. –Ya lo dije en quirófano. Las cirugías son entrenamientos y los pacientes son los ratones.

Flashback.

En los pasillos del Hospital Universitario de Tomoeda, una niña castaña de catorce años corría desesperada hacia los quirófanos.

¿Por qué?¡Papá! –al ver la camilla, con el cuerpo inerte de su padre se temió lo peor. Efectivamente, se apresuraron a cubrir su cara con la sábana. El Dr. Terada tiraba de la camilla mientras que Spinnel se colocó delante de la niña.

Su condición empeoró durante la operación. –explicó Spinnel.

¿Qué ha pasado en la operación? –preguntó una desesperada y llorosa Sakura.

Espera al informe médico. –dijo Spinnel fríamente mientras la cirujana se escabulló rápidamente sin dirigirle una sola palabra a la niña.

A continuación, a Sakura se le cayó el libro de tapa dura de color rojo púrpura.

Fin del flashback.

Entonces las palabras de Spinnel cobraron más sentido todavía.

Flashback.

¡Si hubiese cambiado a una operación convencional quizás tu padre no hubiera muerto, pero ella insistió con la cirugía laparoscópica hasta el final!¡Fue Madoushi la que mató a tu padre!

Fin del flashback.

Mientras vio como Madoushi se alejaba, Sakura apretó el puño. La acababa de marcar como su próximo objetivo.

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Durante un descanso de su turno, Sakura salió a la parte trasera del hospital. En aquel momento estaba lleno de gente, puesto que habían sacado a la mayoría de niños ingresados en el ala pediátrica para celebrar el hanami, la contemplación de los cerezos en flor.

Sakura no dejaba de mirar aquel cerezo, lo que la llevó a un bonito recuerdo del pasado.

Flashback.

Con frecuencia, cuando Sakura salía de clases, se dirigía al hospital y siempre que su padre tenía un rato iba con ella justo donde estaba aquel cerezo. Incluso se había convertido en un hábito para ellos celebrar el hanami bajo el cerezo del hospital. Su padre era un hombre muy ocupado por su trabajo, pero siempre sacaba algo de tiempo para estar con ella y que ese tiempo fuera de calidad.

Sonríe, Sakura. –le dijo su padre preparando el temporizador de una cámara de fotos mientras las flores de cerezo volaban a su alrededor. Una vez preparada, Fujitaka se colocó junto a ella e inmortalizaron aquel momento. Esa era una de las fotografías que más apreciaba, hasta el punto que la enmarcó y la tenía sobre su mesita de noche.

Fin del flashback.

Tras haber rememorado aquel momento, Sakura despertó de sus pensamientos.

–No te muevas. –escuchó Sakura. Allí, un hombre de unos treinta y ocho años la apuntaba con una cámara fotográfica y disparó pese a la cara de pocos amigos que llevaba Sakura. –Gracias.

Cuando el hombre se apartó la cámara de la cara, a Sakura le resultó familiar.

–Tu forma de contemplar los cerezos es realmente expresiva. –dijo el hombre acercándose a ella. –Es una pena que no permanezcan en flor más tiempo. Pero si estuvieran más tiempo en flor, supongo que estaría tan borracho que no podría ni trabajar. ¿Nos conocemos?

Al decir aquello, Sakura volvió a recordar, puesto que era una frase que su padre solía decir.

–No. –dijo Sakura.

–Dra. Sakura Asumi. Departamento Digestivo. –dijo el hombre, que consiguió leer la identificación antes de que se diera la vuelta.

–Yo soy Yue Tsukishiro. Escribo para la sección médica del diario Maicho Shimbun. –dijo Yue ofreciéndole una tarjeta de presentación. –Vengo muy a menudo a este hospital, así que, si quieres, puedo darte la fotografía que…

–No, gracias. –interrumpió Sakura. –A pesar de mi nombre, los cerezos no son mi cosa favorita.

De esa manera tan cortante, Sakura emprendió el camino hacia el interior, pero antes de entrar, volvió la mirada para ver a Yue seguir sacando algunas fotos al cerezo.

Flashback.

Aquella primavera, Fujitaka y Sakura fueron a celebrar el hanami al cerezo del hospital, pero aquel año invitaron a un paciente que iba en silla de ruedas y a su hermano mayor. El niño se llamaba Yukito y tenía nueve años. Se llevaba muy bien con Sakura, que de vez en cuando le hacía compañía al salir de clases. Su hermano mayor era Yue. Apenas acababa de licenciarse en periodismo y siempre estaba muy pendiente de su hermano.

Aquel día no sólo celebraban el hanami, sino también el cumpleaños de Sakura.

Es una pena que no permanezcan en flor más tiempo. –comentó Fujitaka. Entonces, le dio su regalo. –Feliz cumpleaños, Sakura.

Su padre le acababa de regalar una edición en tapa dura de "Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas".

Fin del flashback.

A pesar de haber reconocido a Yue, que tenía un aspecto mucho más maduro que la última vez que lo vio, Sakura se había mostrado indiferente. Simplemente, tenía otros asuntos de los que ocuparse.

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Ya era noche cerrada y el coche se paró frente a un exclusivo restaurante tradicional.

–La decisión de implantar NOA ya está tomada. –le dijo Hien Li a Madoushi, que iban en el coche con Eriol Hiragizawa, que era abogado y se ocupaba de los asuntos jurídicos del hospital. Al escuchar la conversación, Eriol se quitó la insignia que todos los juristas japoneses llevan en las solapas, como si al no llevarla ya no se rigiera por ningún código ético.

–¿En serio? Gracias. Todo lo que tenemos que hacer ahora es producir resultados. –dijo Madoushi.

–No importa el sacrificio. Tenemos que utilizarlo por el futuro de la medicina, así como por nuestro propio futuro. –dijo Hien. –¿Lo entiendes, no?

–Obtendré resultados que te satisfagan. No fallaré. –dijo Madoushi.

Entonces, Eriol, que era moreno y llevaba gafas, bajó del coche. Allí esperaba Maki Matsumoto, que le hizo un gesto con la cabeza a modo de saludo. A continuación bajó Hien y Madoushi.

–Profesor Li, me alegro de volver a verle. –dijo Maki recibiendo a Hien.

–Traigo una nueva profesora. –dijo Hien. –La Profesora Madoushi.

–Gracias por venir. –dijo Maki.

–¿Profesora? Venga, no exageres. –le dijo a Hien al no tener oficialmente el estatus de profesora, aunque ejerciera funciones formativas en el hospital.

Una vez dentro del restaurante, los comensales continuaron hablando de Madoushi mientras les servían la cena.

–Hien, yo creo que Madoushi no sólo es guapa y sofisticada, sino también buena cirujana y tu perfecta subordinada. –dijo Eriol.

–Este abogado nuestro es un adulador. –dijo Madoushi.

–Bueno, los médicos os ganáis la vida con el bisturí, y los abogados con la palabra.

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Por su parte, Sakura, ya en casa, tenía delante el bloc dedicado exclusivamente a la Dra. Madoushi. En él tenía montones de artículos donde ella era la protagonista. En algunos de ellos estaba acompañada del Profesor Li. Además, vio una fotografía del Profesor Li, que a veces salía con un joven castaño que se le parecía mucho. Por su aspecto intuía que era su hijo pero no estaba segura. Así que, como era una foto que no debía de estar allí, la puso en la pared junto con el resto.

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Un nuevo día llegó al hospital. Sakura caminaba por el pasillo ajena a que estaba siendo vigilada por una niña castaña en silla de ruedas con una sonrisa traviesa. Entonces le lanzó una cucaracha de goma. A pesar de no esperarlo, Sakura no se asustó mucho.

–¿Te has asustado? –preguntó Nakuru dejándose ver. Sakura le sonrió mientras recogía el bicho.

–Más o menos. –dijo Sakura sonriéndole y devolviéndole el juguete.

–Venga ya, no seas aburrida. –dijo Nakuru, consciente de que no se había asustado nada. –Me hubiera gustado que hubieras gritado o algo.

–¡Nakuru! –la llamó un joven castaño muy guapo. A pesar de ser médico, el se sentía más cómodo llevando sólo el pijama de hospital, por lo que no llevaba bata. Especialmente teniendo que estar continuamente detrás de Nakuru. –¿Qué haces aquí?

–Déjame en paz, Residente. –dijo Nakuru tirándole la cucaracha.

–¿Ya estás jugando otra vez con estas idioteces? –preguntó el joven atrapando el bicho al vuelo. Entonces se dio cuenta de la presencia de Sakura. –Lo siento.

Sakura se fijó en la identificación del joven. Se llamaba Shaoran Li. Al leer aquello terminó de confirmar que el joven que vio en la foto era el hijo de Hien Li.

Nakuru empezó ella misma a mover su silla seguida de Shaoran.

–Disculpa. –dijo Sakura antes de que acabara de marcharse. –¿Qué le pasa a esa niña?

–¿A Nakuru Akizuki? Un leve problema cardiaco. Ha estado aquí un tiempo, pero no consigo hacerme con ella. –reconoció Shaoran. –Por cierto, soy Shaoran Li.

–Yo soy Sakura Asumi. –se presentó ella sonriéndole. Aquella sonrisa cautivó al joven, que por un momento se quedó un poco ido. –¿Estás bien?

–Es que…es la primera vez que no me preguntan si soy el hijo del Profesor Li.

–¿De verdad?

Entonces, Shaoran recibió un empujón de Nakuru, haciendo que este acabara casi abrazado a Sakura.

–¡Venga Residente! –dijo Nakuru huyendo de allí.

–Lo siento. –se disculpó Shaoran. –Bueno. Me voy antes de que Nakuru derrumbe el hospital. Adiós.

–Adiós. –dijo Sakura sonriéndole.

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Tras el encuentro con el hijo de Hien Li, Sakura se dirigió con Madoushi a la habitación de la paciente a la que pensaba aplicarle NOA.

–Mañana a las ocho les explicaremos los detalles de la operación, una vez que hayamos analizado los resultados del TAC en 3D. –dijo Madoushi. Entonces comenzó a palpar a la paciente, que se quejó un poco. –¿Le duele? No noto nada anormal.

–Tenemos un restaurante en el que servimos comida occidental. Cuando mi marido murió mi hijo se hizo cargo del restaurante, pero le está costando encontrar el sabor del estofado que hacía su padre, que es nuestro plato más representativo. –comenzó a decir la paciente.

–Por aquí está bien. –dijo Madoushi, que hizo caso omiso de lo que le estaba contando la paciente, lo que no pasó desapercibido para Sakura.

–Está trabajando duro para poder mantener el restaurante abierto. Sólo quiero vivir para decirle que el estofado sabe igual al que hacía su padre. –dijo la mujer.

–Muy bien, nos vemos mañana. –dijo Madoushi cuando terminó el examen. Sakura hizo una inclinación hacia la paciente y salió tras Madoushi. –Los viejos siempre están con sus batallitas.

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Cuando Madoushi acabó su turno se fue a su apartamento, situado en un edificio de lujo. Tras dejar sus cosas, se fue a la piscina del edificio.

–Creía que te estabas preparando para los juegos olímpicos. –dijo Keiichi, el prometido de Madoushi mientras esta acabó de hacerse unos largos y subía por la escalera. Al salir, su prometido la cubrió con una toalla.

–Gracias. Para los cirujanos nuestro cuerpo es muy valioso. Debemos estar en forma. –dijo Madoushi.

–Parece que todo lo relacionas con tu trabajo. –dijo él.

–Por supuesto. Nuestros pacientes nos confían su vida. –dijo Madoushi.

–Lo sé. Te dejaste la piel al tratar a mi abuelo. –dijo Keiichi.

–No he olvidado a tu abuelo ni un solo día. –dijo ella. –Pero a pesar de haberlo operado, no pude salvarlo.

–Hiciste lo que pudiste. –intentó animarla su prometido.

–Es lo que se supone que tenemos que hacer los médicos. –dijo ella sonriéndole.

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Antes de subirse a casa, Sakura entró en el restaurante español que tenía abajo. De hecho, le alquilaba la habitación a Kero, el dueño del restaurante.

Kero era un hombre risueño y de aspecto bonachón. Siempre probaba platos nuevos y a pesar de que presumía de servir comida española, lo que servía apenas se le parecía. Aún así, aunque era un restaurante pequeño más parecido a una taberna, le funcionaba lo suficiente como para poder llevar una vida más o menos normal. Tenía un aspecto muy familiar, hasta el punto que tenía una pared cubierta de fotografías.

–Aquí tienes tu vino. –dijo Kero alegremente mientras Sakura cenaba en la barra. –Venga, di algo. Me siento como un extraño.

–Porque lo eres. –dijo Sakura con toda confianza.

–Oh, venga Sakura. Me esfuerzo mucho por animar a mi hija después de un duro día de trabajo. –dijo Kero, que a pesar de que Sakura no era su verdadera hija, él la sentía como tal. –A eso se le llama amor parental.

–¿Qué?¿Padre? –preguntó Chiharu, la camarera que tenía Kero trabajando.

–¿No te lo he contado? Sakura es hija de un viejo amigo mío. –explicó Kero yendo hasta la pared para señalar una fotografía. Era una copia de la foto del cerezo que Sakura tenía en su mesita de noche. –Pero ahora ella es mi hija.

–Digamos que Kero me adoptó. –dijo Sakura.

–¿En serio? –dijo Chiharu, que no sabía nada de aquella historia.

–¡Buenas noches, amigo!¡Bienvenido! –recibió Kero a un cliente con buen ánimo. Lo que Sakura no se esperaba es que el cliente fuera Yue Tsukishiro.

–¡Vaya!¡Qué coincidencia! –dijo Yue al reconocer a Sakura. –¿Me recuerdas del otro día? En el hospital. Eres aquella doctora.

Pero Sakura no dijo nada y siguió cenando.

–Señor, tiene un lugar muy acogedor. –dijo Yue a Kero, que le servía agua. –Se ve un poco descuidado, pero seguro que la comida es deliciosa.

–Gracias. –dijo Kero con buen ánimo.

–Empezaré con una copa de vino tinto, y la comida se la dejo a su elección. –dijo Yue sentándose en la barra junto a Sakura.

–Marchando.

–Parece que esté vinculado por el destino al Hospital de Tomoeda. –dijo Yue. –Mi hermano pequeño estuvo hospitalizado en ese hospital hace muchos años y lo visitaba todo el tiempo.

Sakura sólo asintió sin decir nada, evitando a toda costa la mirada de Yue. No quería que la reconociera.

–Noté por tu identificación que trabajas en el Departamento de Cirugía Digestiva. Estás con el Profesor Li, ¿no? ¿Eres nueva? –preguntó Yue.

–Sí.

–Por cierto, ¿es verdad que vais a eliminar una contracción del esófago con NOA? –preguntó Yue con una Sakura cada vez más incomodada. –Esa Madoushi es increíble, ¿no crees? Como doctora nueva en el hospital, ¿admiras a una persona con un hambre de poder como ella?

–No especialmente.

–Entiendo. Supongo que no sois del mismo tipo. ¿Por qué decidiste ser médico? –preguntó Yue.

–¿Perdón? –preguntó Sakura, mirando a Yue por primera vez.

–Aquí tiene, Señor. –interrumpió Kero sirviéndole la cena y el vino a Yue. –Aquí tiene nuestra recomendación del día: pastel de cordero.

–Si es un restaurante español, ¿por qué sirve pastel de cordero? –preguntó Yue, que hasta donde él sabía, ese plato era británico.

–¿Qué te debo? –preguntó Sakura.

–¿Cuántas veces tengo que decirte que no hace falta que me pagues nada? Eres mi hija. –dijo Kero.

–¿Qué? ¿Sois padre e hija? –preguntó Yue. –Porque no os parecéis en absoluto.

–Eso es porque… –cuando Sakura notó que Kero iba a señalar la fotografía de la pared, tiró la copa de vino de Yue con la mano "accidentalmente" para distraer la atención. No podía permitirse el lujo de que nadie descubriera su verdadera identidad o sus planes podrían verse comprometidos.

–Lo siento. –se disculpó Sakura. Entonces a Yue le sonó el teléfono.

–¿Diga? Está bien, iré ahora mismo. –dijo Yue antes de colgar. –Tengo que volver al trabajo.

–Vaya, qué lástima. Espero que vuelva. –dijo Kero. –Hoy invita la casa.

–Pero…

–En serio, no te preocupes. –insistió Kero.

–Gracias. Volveré otro día. Nos vemos, Sakura. –se despidió Yue.

Cuando Yue se marchó Sakura salió y volvió a entrar por la puerta que daba acceso a los apartamentos de ese mismo edificio, hecho que no pasó desapercibido para Yue, que se quedó observando al final de la calle.

Una vez arriba, Sakura volvió a mirar la foto con su padre. Siempre estaba risueño y le pedía a Sakura que sonriera. Entonces comenzó a recordar todo lo que le había contado Spinnel, o las palabras de Madoushi sobre lo que es un médico o una cirugía.

–¿Y tú te haces llamar médico? –se dijo Sakura con rabia contenida. Entonces abrió el libro y encontró la ilustración que buscaba. Después, enganchó un artículo en la pared de los objetivos. Muy pronto completaría su venganza con ella.

Continuará…