Capítulo 2
La voz de la experiencia
Salió de la ciudad y estuvo recorriendo la ruta 21, rodeada de lagos, colinas y mucha naturaleza; la siguiente parada era pueblo Ocre y no estaba muy lejos de allí, tan sólo a unos pocos cinco kilómetros mal contados, por lo que aceleró el paso para llegar lo antes posible.
Los más recientes acontecimientos aún reverberaban en su memoria, aunque para Rizzo no eran más que un simple recordatorio de cómo no ser en la vida. Siempre había hecho las cosas a su manera y como mejor le había convenido, más de una vez le habían llamado la atención debido a ello, pero no podía importarle menos. Se consideraba un espíritu libre, y nadie tenía por qué decirle cómo o por qué debía vivir su vida de acuerdo a unas reglas establecidas. No le gustaba nada que le dijeran lo que tenía que hacer, él se labraba su propio camino, y lo que pudieran pensar al respecto se la traía sin cuidado. ¿Por qué debería? Después de todo, consideraba que no debía nada a nadie.
Pensó por un momento en entrenar un poco, pero enseguida lo desechó al considerar que ya tendría otra ocasión para ello y aceleró el paso para llegar cuanto antes a su destino. Terminó de recorrer la zona peatonal que bordeaba la carretera, pasando por un sendero de montaña que rodeaba un alto risco; al llegar más o menos a la mitad del recorrido, una sorpresiva y abrupta voz le detuvo.
-¡Buenos días!
Alzó la vista, extrañado, y vio entonces a un hombre subido en lo alto del peñasco, mirándole con gesto interesado; era un hombre de mediana edad y ojos oscuros, pelirrojo y con un estilo tribal de lo más resultón, con una larga coleta que le llegaba hasta la cintura. Vestíauna camiseta negra, con una túnica de color crema encima, adornada con motivos naranjas, negros y rojos y un pantalón del mismo color, raído por los bajos. Calzaba unas sandalias negras con base de madera y llevaba seis poké ball colgadas del cuello.
Antes de que pudiera contestar siquiera, el hombre bajó de la elevación de un solo salto, cayendo de pie a su lado y dirigiéndose directamente a él.
-Vaya, vaya ¿qué tenemos aquí? A juzgar por tu aspecto, debes de ser un entrenador que acaba de empezar su viaje ¿verdad?
La forma en la que le abordó, observándole atentamente de arriba abajo, dejó un tanto descolocado al muchacho, el cual inquirió de seguido.
-Así es… ¿y quién es usted exactamente?
-¿Yo? Oh, no soy más que un hombre entrado en años que ve a la gente pasar… me llamo Mirto, encantado.
-Rizzo…-murmuró el chico, dándole la mano no muy convencido.
-Así que Rizzo… es curioso, pero puedo notar en ti un aura de fuerza bastante singular, algo me dice que no eres como los demás entrenadores promedio. Me recuerdas a cierta persona que llegué a conocer hace un par de años… mas algo me dice que no pensáis igual, eso por descontado-murmuró Mirto, como si lo estuviera analizando detenidamente.
-¿Y qué es usted exactamente? ¿Psíquico, chamán, mentalista?-inquirió el chico, un tanto molesto.
-Huy, menudo carácter… sí, realmente eres un chico con mucha garra, lo supe nada más verte.
-Oiga, mire, no sé lo que quiere de mí ni me importa, así que si no tiene nada más que decirme…
-¡Tranquilo, muchacho, no era mi intención ofenderte! Aunque respondiendo a tu anterior pregunta no soy nada de eso, simplemente soy una persona que ha viajado mucho y he visto de todo, he conocido a muchas personas, muchos puntos de vista y muchas formas de pensar. Tú tienes la tuya y no voy a hacer que cambies de parecer, es tu seña de identidad y la necesitas para reafirmarte a ti mismo. Después de todo necesitamos algo a lo que atenernos ¿cierto? Es una forma de conocernos a nosotros mismos.
De alguna forma, esas palabras hicieron que su incipiente cabreo se relajase y empezase a ver a ese extraño y espontáneo hombre con otros ojos; de alguna forma había averiguado que él tenía una forma de ser muy concreta y la había aceptado tal y como era. Muchas personas siempre se lo habían echado en cara, recriminándole y exigiéndole que debía de cambiar, que debía de negarse a sí mismo. Mas ese hombre no le dijo nada de eso, cosa que le llamó gratamente la atención.
-¿Entonces no me va a espetar que soy un maleducado y que debería lavarme la boca con jabón?
Mirto le miró por un momento y soltó una sonora carcajada, añadiendo de seguido.
-¿Quién soy yo para juzgar? ¿Sabes por qué este mundo es tan interesante? Porque hay un millón de formas de pensar, y esas formas de pensar son las que dan forma al mundo. Puede que algunas sean un tanto discutibles, eso desde luego, pero aun así existen y si están ahí es por algo. En la diversidad está lo bueno ¿sabes? Y eso es lo que más me gusta.
Los dos se miraron por un momento, Rizzo guardó silencio aún un tanto desconfiado aun a pesar de todo, a lo que Mirto comentó.
-Veo que no pareces muy convencido… está bien, no pasa nada, después de todo no pretendo imponerte mi punto de vista, simplemente lo comparto contigo. Vivo en pueblo Ocre, está a pocos kilómetros de aquí; cuando tengas tiempo ven a verme, tal vez tenga algo que satisfaga tu curiosidad como entrenador.
Y, tras esas palabras, se fue de allí, despidiéndose de él previamente. Aun a pesar de sus reticencias, Rizzo en parte se encontraba ciertamente impresionado por la forma de ser de ese hombre. De hecho, era el primer adulto que le había aceptado tal y como era, sin tratar de aleccionarle ni nada por el estilo. Desde siempre casi todas las personas con las que había tenido contacto habían tenido problemas a la hora de congeniar con él debido a su forma de ser, hasta Matís tardó lo suyo en depositar su confianza en él al principio. Sin embargo no era el caso de ese tal Mirto, el cual parecía dispuesto a pasar por alto sus impertinencias, cayéndole bien casi al instante. Por lo que decidió darle una oportunidad, decidiendo ir a verle más tarde en cuanto pudiera. Terminó de atravesar los pocos kilómetros que quedaban y finalmente llegó a su destino.
Pueblo Ocre era una localidad pequeña, situada entre terrenos elevados y naturaleza, como la mayor parte del suroeste de Teselia; sus casitas de piedra oscura y con tejados rojos a dos aguas formaban un núcleo de población eminentemente residencial pequeño pero denso en el que todos los vecinos se conocían y el ambiente era típicamente rural, con algún que otro comercio disperso. En la plaza había una alta torre del reloj hecha de piedra, rodeada por un pequeño parque; el centro pokémon se situaba justo al lado, en frente de la carretera principal. Dado que no sabía muy bien cuánto tiempo le tomaría estar allí, decidió reservar una habitación y, una vez asentado, preguntó a la gente de por allí por la casa de Mirto, siguiendo sus indicaciones hasta finalmente encontrarla. Situada al norte de la localidad y no muy lejos de la salida, se trataba de una casita de lo más mona y cuca, de aspecto mucho más rural y campestre ya que estaba hecha enteramente de madera; contaba además con un extenso jardín delantero con un campo de batalla en él. El hombre se encontraba justo delante de la verja de entrada sentado en una silla de madera, nada más verle le saludó con entusiasmo.
-¡Rizzo, me alegro de verte, muchacho! Por lo que veo has venido a verme…
-Buenas. Sí, me ha llamado la atención esa oferta suya…
-Ah, eres de los que van al grano ¿eh? Bien, bien, entonces tendré que satisfacer tu curiosidad. Nos conocimos ésta mañana pero no pude ver a tus pokémon ¿me los enseñas?
Rizzo accedió y sacó a oshawott, el cual le miró con gesto curioso.
-Oh, un oshawott, tengo entendido que son muy virtuosos con sus vieiras…
-Sí, sobre todo este-afirmó el chico, haciendo que su pokémon se hinchiera de orgullo.
-Se nota que congeniáis bien, aunque si lo que quieres es ganar las medallas y aspirar al campeonato no es aconsejable tener sólo un pokémon ¿no crees? A las afueras del pueblo comienza la ruta 20 y allí viven un montón de especies, sobre todo en el rancho Ocre, que no está muy lejos de aquí. Te aconsejo que vayas a visitarlo, en cuanto hayas atrapado a otro ven a verme, puede que tenga algo para ti-le sugirió Mirto entonces.
-Ya veo por dónde van los tiros… está bien, después de todo no he empezado a entrenar aún, me vendrá bien empezar a calentar un poco-aceptó el chico.
-¡Ésa es la actitud! Sigues dándome buenas vibraciones, que conste…
-Cómo se nota que no me conoce…-murmuró Rizzo, socarronamente.
-Me hago una idea aproximada, pero se puede conocer a alguien mucho mejor no sólo por sus palabras o sus gestos, sino también en un buen combate. Pule un poco tu estrategia primero y regresa cuando estés listo.
-De acuerdo.
Sin tardar mucho más, se dirigió allí con la recompensa en mente y con los primeros rayos de la tarde calentando ese lado del cantón.
¡Seguimos con Pokémon! He estado fuera unos días, pero retomo los siguientes capítulos con ganas.
En éste en concreto no pasa gran cosa, volvemos a ver a Mirto tras estos dos años, y he aprovechado para ir perfilando un poco a Rizzo, el cual va a ser una persona bastante conflictiva de por sí y va a chocar con mucha gente, salvo por algunas excepciones. El tío se considera una persona libre, con todo lo que ello conlleva y confundiendo muy fácilmente libertad con libertinaje. Habrá mucha chicha que cortar con él, eso por descontado.
Y nada más de momento, para el siguiente capítulo puedo adelantar que se viene una chica que va a poner los puntos sobre las íes muy rápido, comentad, dejad reviews y todo eso.
