Capítulo 12
Mugre y entretenimiento ligero
A la mañana siguiente Rizzo se despertó más pronto de lo que a él le hubiera gustado, ya que el rufflet le estuvo picoteando en la cara constantemente hasta que finalmente no tuvo otra opción que levantarse.
-¡Agh, vale, vale, ya estoy despierto!-masculló el chico, levantándose como un resorte.
Desayunaron lo poco que tenía a mano rápidamente y se pusieron en marcha; la tormenta de arena había remitido en mayor medida y se podía caminar bien sin muchos problemas. La arena seguía cayendo pero con menor intensidad, por lo que fue sencillo salir de la casa de piedra donde se refugiaron, retomando el viaje alcanzando la autopista elevada y yendo todo recto bajo ella. Rufflet seguía con dolores en las alas, por lo que Rizzo lo tuvo que llevar en brazos todo el rato.
Tras mucho caminar bajo el amparo de la autopista elevada llegaron al otro extremo del desierto; la gran intersección en forma de T se podía ver desde ese punto y era claro indicativo de que ciudad Mayólica ya estaba cerca, por lo que apretó el paso para llegar lo antes posible.
Cerca de allí había un desvío que daba directamente a una parte del desierto en la que se encontraba el castillo ancestral, una de las edificaciones con más años de toda Teselia. Pero debido al terremoto sucedido a principios de año, hubo una serie de corrimientos de tierra que taponaron por completo los únicos accesos a éste; tanto la única torre que quedaba en pie, que ahora estaba hundida en la arena, y un acceso subterráneo a las cámaras inferiores del castillo, estaban completamente aislados y ahora era imposible volver a acceder a su interior.
Pero dado que no tenía intención de desviarse Rizzo se dirigió directamente hacia su destino, pasando la intersección y llegando a una zona asfaltada donde pudo acelerar el paso sin que se le metiera más arena en las zapatillas. Incluso la tormenta de arena dejó de estar casi presente, quedándose en una ligera brisa que no levantaba ni un solo grano de arena del suelo.
-Bof, por fin, trazas de civilización, qué ganas de salir de aquí…-masculló el chico, harto de tanta arena.
No quedaba nada para llegar, pero antes de ver el acceso a la ciudad se encontró con una especie de avenida techada que se encontraba situada justo antes de entrar a la localidad.
-¿Y esto?-inquirió el chico.
Se acercó a un gran cartelón en el que se podía leer el siguiente mensaje: Gran inauguración de la Galería Unión, el novedoso centro comercial lineal y techado; día 28 de junio a las 12:45 horas.
-Veintiocho de junio a la una menos cuarto… pues ahora mismo-observó el chico, mirando su videoemisor.
Entró en la llamada Galería Unión y se quedó bastante asombrado por lo que vio; y es que el sitio hacía honor a su nombre, consistiendo en una alargada galería de suelo amarmolado tan brillante que parecía estar hecho de cristal, brillaba tanto que hasta reflejaba las coloridas luces de neón que decoraban un techo de media cúpula muy característico y resultón. Los negocios se repartían de manera lineal a ambos lados de la galería, aprovechando muy bien el espacio disponible.
Un poco más delante de las oficinas principales, vio a una gran muchedumbre agolpada frente a un escenario, donde el propietario la estaba inaugurando; una cinta roja cortaba el paso entre ambos sentidos.
-Y es un gran honor para mí, como propietario y también como usuario, inaugurar el centro comercial más novedoso hasta la fecha, y no es para menos. ¿Alguno de ustedes ha oído hablar de un centro comercial que de concesiones a los autónomos para montar sus negocios? ¿O que simplemente adquiera sus productos mediante sencillos trámites de comercialización? ¡Pues así es la Galería Unión, porque une personas, de ahí su nombre! ¡Damas y caballeros, la Galería Unión queda oficialmente inaugurada!-exclamó el propietario, cortando la cinta.
La gente aplaudió a rabiar y en cuanto retiraron todos los materiales de la inauguración, los puestos y negocios comenzaron a abrir para que la gente pudiera echar un vistazo; Rizzo vio una cafetería y aprovechó para tomarse un café, ya que apenas había desayunado en el desierto. Tras eso estuvo ojeando un poco el resto de tiendas y establecimientos, encontrándose con un centro de rehabilitación y SPA para pokémon, en el que dejó un rato a rufflet para que le miraran las heridas de sus alas; en pocos minutos se las dejaron como nuevas y el precio no resultó ser muy caro, tan sólo setenta yuans por cabeza. Cerca de ese negocio, vio una tómbola en la que sacó un billete y le tocó una ensueño ball, un nuevo tipo de poké ball que se había empezado a comercializar en Teselia recientemente. Poco antes de llegar a la salida vio un bazar en el que pudo comprar algunos medicamentos para pokémon y unos refrescos para él. Nada más salir del lugar, se encontró en ciudad Mayólica.
-Bueno, pues ya estamos aquí…-murmuró Rizzo.
Rufflet estiró sus alas en ese momento, acordándose de él y dirigiéndose al pokémon.
-Ah, es verdad, que ya estás bien… bueno, pues puedes irte ya ¡vamos, vuela!
Dándole un poco de impulso hacia arriba al lanzarlo, el pokémon volador agitó sus alas y alzó el vuelo rápidamente.
-Allá va…
Le observó volar hasta llegar a cierto punto más allá de donde él se encontraba, pero enseguida pudo ver como daba la vuelta y regresaba hasta donde estaba él, aterrizando a su lado.
-¿Qué pasa, por qué has vuelto?-inquirió el chico, extrañado.
Rufflet se subió a su hombro y se puso a picotearle la cara, como esa misma mañana.
-¡Auch, para, me haces daño! Espera ¿quieres venir conmigo?-inquirió el chico, pillando la indirecta enseguida.
El pokémon asintió con la cabeza, con mirada decidida, sin embargo abrió sus alas y le mostró una mirada retadora, animándole al respecto.
-Ah, ya veo, quieres luchar primero…
Rufflet volvió a asentir con la cabeza, en un gesto lleno de determinación.
-Muy bien entonces… ¡vamos, magneton, empieza con impactrueno!-exclamó el chico, sacándolo.
El pokémon acero eléctrico comenzó a cargar energía en su cuerpo, pero en ese momento rufflet puso tal cara que le amedrentó, bajándole de ésta forma la velocidad; rufflet aprovechó entonces para atacar inmediatamente después, lanzándose con sus garras brillando y asestándole una fuerte cuchillada que no le hizo gran cosa, pero que notó igualmente.
-¡Onda trueno!
Magneton atacó primero, pero rufflet rasgó el aire, esquivando con facilidad las descargas paralizantes y contraatacando acto seguido.
-Vaya, da pelea, me gusta… ¡chispa!
El pokémon acero eléctrico se envolvió en electricidad y se echó sobre el tipo volador, alcanzándole y dándole de lleno; la sacudida fue de impresión y dejó a rufflet medio frito y echando humo. Aun y con todo el pokémon volador tenía visos de seguir luchando, cosa que en parte impresionó al chico, el cual se terminó de convencer del todo al respecto.
-¡Ahora!-exclamó Rizzo, cogiendo la ensueño ball que le tocó en la tómbola y lanzándola.
La ball lo cogió sin problemas y lo retuvo en su interior, dando varios toques hasta que finalmente saltó el seguro; la recogió del suelo y se la puso en el cinto junto con las demás. Ya sólo le quedaba un hueco más para completar su equipo.
-¿Cuál será el siguiente?-se preguntó, mientras se dirigía hacia el centro pokémon para coger una habitación.
Pasó al lado de la estación radial, la estación central del metro de la ciudad, y en pocas zancadas se personó allí. En cuanto tuvo una habitación fue a dejar un par de cosas en ella y luego estuvo visitando un poco la ciudad; gracias al metro, todas las zonas de la ciudad estaban conectadas subterráneamente y en la superficie apenas había problemas de tráfico o de congestión, lo que facilitaba enormemente las cosas a la hora de moverse y verlo todo.
Su primera parada fue el gran estadio y la cancha al norte, donde se disputaban encuentros deportivos de todo tipo. Se pasó primero por la cancha, donde estuvo viendo un partido de tenis femenino; no era un deporte que le llamara especialmente la atención, pero sólo por ver falditas al vuelo y escuchar gritos de lo más sugerentes, valió la pena la hora y media de partido. En el gran estadio vio a un equipo de fútbol americano, pero como sólo estaban de entrenamiento lo descartó enseguida para no perder más tiempo. No pensaba quedarse muchos días allí, por lo que todo lo que pudiera ver rápidamente le ahorraría bastante tiempo.
-Vale, a ver a dónde puedo ir ahora…-pensó el chico, mirando un mapa que cogió en el centro pokémon.
-¡Anda, Rizzo, cuanto tiempo sin verte!-exclamó en ese momento una voz femenina que le era familiar.
Extrañado por que alguien se dirigiera a él con esas formas levantó la vista por encima del mapa, viendo entonces de quién se trataba.
-Oh, Bel, eres tú…
-¡Hola, hola, me alegro de volver a verte! No sabía que estabas por aquí ¿has venido por la medalla?
-Sí, claro…-murmuró él, sin muchas ganas de hablar con ella.
-Ah, entonces has de enfrentarte a Camila… mucha suerte entonces, la vas a necesitar.
Ese comentario llamó la atención del muchacho, bajando el mapa e inquiriendo al respecto.
-¿Suerte, y eso por qué? ¿Qué tiene esa Camila?
-Ah, yo misma me hice esa pregunta hace ya dos años, cuando estaba de viaje como tú… y es que Camila es genial en todos los sentidos, lo suyo es arte en estado puro-murmuró Bel, con un gesto melancólico dibujado en su rostro.
-¿Arte? Oh, no ¿Otra pintora?-inquirió el chico, temiéndose otro Camus.
-¡Qué va, es modelo profesional! Es inteligente, hermosa y muy carismática, además, en batalla es electrizante, más te vale que entrenes duro si quieres ganarla.
Rizzo no dijo nada a ese comentario, sin saber muy bien qué más decir al respecto; dado que apenas habían vuelto a hablar tras la pertinente entrega de su pokémon inicial no tenía mucho trato con ella, sintiéndose un tanto incómodo y sin saber qué más decirla. No era una de esas chicas con las que solía hablar de buenas a primeras, por lo que en ese sentido se encontraba un tanto perdido. Aun así Bel no lo tuvo en cuenta, o bien no se percató de ello, ya que en ese momento comentó.
-Por cierto ¿a veces te da la sensación de que te gustaría volver a casa o a cualquier otro lugar y rápidamente además?
-Pues… sí, supongo, aunque no entiendo a qué viene eso…-masculló el chico, confuso.
-¡Pues aquí está la respuesta! ¡MO2, vuelo!-exclamó Bel, dándole la pertinente MO.
Rizzo la cogió mientras que ella se explicaba.
-Con esta MO y un buen pokémon volador estarás en casa o en cualquier parte rápidamente. Puedes quedarte con esa copia, la profesora tiene un montón en su laboratorio.
-Oh, gracias…
-Vale, a ver… bien, estoy cerca ¿quieres venirte? Estoy estudiando algo que puede que te interese-comentó ella en ese momento.
-¿De qué se trata?
-Ven conmigo y lo verás.
Llevado por la curiosidad siguió a la chica hasta la ruta 5, adentrándose en una arboleda cercana con una especie de radar en sus manos, al tiempo que le explicaba.
-Con la introducción de nuevas especies en el cantón algunas se han adaptado de formas distintas al nuevo entorno, lo cual le ha dado una nueva oportunidad a la profesora para su investigación acerca del origen de las especies no endémicas de Teselia. Muchas de ellas no parecen haber variado sus patrones de comportamiento, entre los que se incluye costumbres como la anidación o los terrenos de caza…
Fue entonces en ese preciso instante cuando se oyó un suave gruñido no muy lejos de donde se encontraban, cosa que llamó la atención a los dos por igual.
-¿Y eso?-inquirió Rizzo, extrañado.
-Ah, está cerca… veamos…
La chica echó a andar y, guiándose por la señal del radar, se acercó a una serie de árboles que destacaban por ser particularmente frondosos y estar muy cerca los unos de los otros. Acto seguido, se guardó el radar y fue comprobando los árboles uno por uno, echando un vistazo entre sus troncos pasando la mano por ellos mientras los iba palpando. En un momento dado pareció encontrar lo que estaba buscando, anunciando de seguido.
-¡Ah, aquí!
-¿El qué, qué hay?
-Justo aquí, mira esto-indicó la chica, posando su mano entre dos árboles muy juntos.
Rizzo la imitó y, para su sorpresa, pudo notar como si hubiera un hueco lo suficientemente ancho entre ambos como para colarse sin hacer un excesivo esfuerzo.
-Eh, aquí hay una abertura…
-Sí, intenta pasar por ella.
Poniéndose de lado y metiendo un poco la barriga pudo deslizarse entre los dos árboles, logrando colarse dentro; delante de él había una larga fila de frondosos matorrales y un poco más adelante se veía una tenue luz. Una suave brisa azotaba las ramas de los árboles por encima de su cabeza, oyéndose por todo el lugar.
-Atención que voy…-anunció Bel, colándose ella también.
-¿Qué es este sitio?-inquirió el chico, intrigado.
-¡Justo lo que andaba buscando! Se trata de un claro oculto, son como madrigueras donde determinadas especies suelen establecerse frecuentemente, se cree que con un poco de suerte puede aparecer un pokémon con unas habilidades fuera de lo común. Vamos a echar un vistazo.
Caminaron un poco hacia delante y en un pequeño claro vieron a un pokémon que se entretenía limpiando varios viejos utensilios de cocina con su cola.
-Oh, qué mono, es un minccino…-observó Bel.
Rizzo hizo mano de su pokédex para informarse.
-Minccino, el pokémon chinchilla; se saludan entre sí frotándose la cola y limpiándosela a conciencia.
-¿Y qué tiene de especial?-inquirió el chico en ese momento, no muy convencido por su aspecto.
-Eso no lo sabremos hasta que lo capturemos… ¡ahí va!-masculló ella, aprovechando y lanzándole un veloz ball.
Sin que el pokémon se diera cuenta siquiera, la ball le golpeó y lo cogió rápidamente; dio varios toques rápidos hasta que saltó el seguro.
-¡Qué bien, a la primera!-exclamó Bel, contenta por su captura exprés.
Lo sacó para ver sus características con la ayuda de su pokédex y, tras un rápido chequeo, comentó.
-Ah, ya veo, su habilidad es encadenado… vaya, eso sí que es raro, un minccino no suele tener una habilidad como esta.
-Oh… ¿Y qué efecto tiene?
-¿Encadenado? Hace que movimientos de golpe repetitivo como plumerazo o doblebofetón actúen las cinco veces que se suelen dar. Vaya, qué curioso es este minccino…-mumuró la chica, acariciándolo.
-Ya veo… ¿y suele haber más claros ocultos como éste?-inquirió Rizzo, curioso al respecto.
-Claro, aunque es un poco difícil percibirlos, como has podido ver. Si algo bueno ha tenido el proceso de reavivamiento al introducir especies nuevas es que ha cambiado el comportamiento de especies autóctonas frente a las nuevas, por lo que es una gran oportunidad para investigaciones y observaciones. Si encuentras alguna especie interesante no dudes en avisarme.
Tras las explicaciones Bel recogió a su nuevo pokémon y salieron del claro oculto; nada más hacerlo la cálida y brillante luz del día les cegó por unos breves momentos, al tiempo que la chica comentaba.
-¡Ah, qué día más radiante! Por cosas como estas es por lo que me gusta tanto ayudar a la profesora, ir de aquí para allá es estimulante, me recuerda a cuándo estaba de viaje, como tú…
-¿Ah, sí?-inquirió él, sin mucho interés.
-Sí, al principio no sabía muy bien qué hacer ni qué sacar en claro de mi viaje, pero tras empezar a ayudar a la profesora fue cuando todo cobró sentido. Aunque bueno, supongo que tú lo tendrás muy claro, después de todo estás reuniendo las medallas…
Ése comentario dejó repentinamente callado al chico, el cual no supo muy bien qué decir a continuación.
-Pero bueno, por mi parte ya he terminado por aquí, le llevaré éste minccino a la profesora, seguro que la será de utilidad en sus investigaciones. Nos vemos, Rizzo.
Sin decir nada más, Bel sacó a un mandibuzz y se marchó montada sobre ella, despidiéndose de él con la mano y alzando el vuelo. Rizzo no volvió a abrir la boca, demasiado absorto en sus pensamientos como para darse cuenta de que se había quedado solo.
No había nadie más cerca, lo único que había a su alrededor era él mismo y un inusitado y desconcertante silencio, tan solo roto por los sonidos ambientales que le rodeaban, como el suave viento, los pokémon ocultos en la hierba alta cercana y el zumbido de algún que otro coche pasando por la carretera cercana. Por un instante no supo qué más hacer, como si hubiera olvidado por completo la razón por la que estaba allí. Bel se había ido hace escasos minutos, pero se sentía como si hubiera estado solo todo el tiempo, suspendido en un hondo vacío a la espera de que algo o alguien lo llevara de vuelta a la realidad. Sus poké ball descansaban en el cinto, expectantes, y por un momento le dio la sensación de que hasta sus pokémon se habían sobresaltado. Rizzo frunció el ceño, como si no terminara de ubicarse del todo. No era la primera vez que le pasaba, de pequeño también se solía abstraer de esa manera, aunque hacía ya tiempo desde la última vez. Hasta ahora. Fue entonces cuando una pregunta que Mirto le hizo hace ya una semana atrás volvió a reverberar en su mente.
¿Qué es lo que te motiva a hacer el viaje?
Si bien en su momento supo darle una respuesta, ahora era como si esa réplica le eludiera una vez más, sin saber muy bien qué pensar o decir al respecto. Un tanto frustrado el chico se revolvió el pelo, al tiempo que se volvía a espabilar rápidamente.
-Bah ¿qué más dará? ¿Acaso necesito una razón?
Y, tras esa divagación, regresó a ciudad Mayólica.
Si algo le gustaba de su trabajo, es que le permitía viajar y estar en contacto con muchos lugares y personas de lo más variopintas. Era su primera vez en Sumatra, y aunque esa mañana iba a estar ocupado aprovecharía para dar una vuelta en cuanto terminara con el asunto que tenía entre manos. El trabajo iba primero, el resto, después. Después de todo siempre había sido muy metódico y extremadamente aplicado, haciéndolo de manera impecable y profesional. Y ésa vez no iba a ser menos.
Aun a pesar del calor y la humedad imperante eso no paraba a los comerciantes del mercado del centro de Medan, el cual tenía una gran actividad; comerciantes de sedas, tapices, sales, carnes y pescados, artesanos y muchos otros anunciaban sus ofertas a voz en grito. Al otro lado del enorme lugar, en un puesto cercano a la salida norte, un hombre de avanzada edad estaba ordenando varios libros de temática filosófica por orden alfabético; no llamaba mucho la atención y apenas anunciaba sus libros. Una vez que terminó se sentó en una silla tras el mostrador y observó a la gente pasar, la cual apenas se paraba a echar un vistazo a su mercancía; eso podía llegar a ser un tanto contradictorio, pero incluso alguien como él podía aprovechar eso a su favor. Por lo que, sin esperar mucho más, se acercó a él con gesto interesado, fijándose en los libros. Esto llamó la atención del anciano, el cual se dirigió directamente a él.
-¿Busca algo en concreto, señor?
-Sí, he oído hablar que en este mercado vende un filósofo varias de sus obras y resulta que estoy interesado en un par de ellas, su nombre es Sumra…
-Pues está usted de suerte, señor mío, puesto que soy yo.
-Oh, eso es estupendo, le estaba buscando señor Sumra. Soy un pensador como usted, he llegado a leer algunas de sus primeras obras y me encanta la percepción que tiene acerca del saber, es sistemático y contundente, fomenta la inteligencia y eso me gusta.
-Muchas gracias por sus palabras, me alegro ver que alguien se interesa en estos campos de la filosofía, de un tiempo a esta parte no se cultivan tanto como antes y se están perdiendo algunos preceptos de la vieja escuela a éste lado de Indonesia-murmuró Sumra, muy agradecido por sus palabras.
-¿Podría charlar con usted un momento? Espero que no le importe, no le robaré mucho tiempo…
-En absoluto, pase por favor-indicó Sumra, apartando la lona que cubría el acceso al interior de su tienda.
Una vez dentro, se pusieron cómodos y estuvieron hablando acerca del saber y la percepción, los dos campos donde Sumra se movía como pez en el agua, demostrándolo con una disertación metódica y muy sincera.
-El simple hecho de saber, que no conocer, condiciona en gran medida la percepción del mundo y de la vida, cuanto más amplio sea el conocimiento más crecemos como personas. El hombre sabio no se vanagloria en su propio juicio ni en sus capacidades, sino que es consciente de que hasta él posee límites, sabiendo que el conocimiento no se puede aprehender fácilmente, esforzándose y luchando para alcanzar de esta forma la sabiduría más plena y pura.
-Es realmente curioso, noto que de alguna forma sus preceptos han cambiado en mayor medida frente a sus obras más antiguas ¿a qué se debe la razón de dicho cambio?-inquirió el hombre, curioso al respecto.
Ante esa pregunta Sumra esbozó una leve sonrisita, como si hubiera recordado algo distante en el tiempo, hasta que finalmente explicó.
-Durante los últimos años estuve inmerso en un proyecto en el cual estuve colaborando con muchos otros pensadores del mundillo, compartiendo conocimiento e instruyéndolo a todos aquellos que estuvieran interesados. Al final dicho proyecto no llegó a buen puerto y acabamos separándonos, más la experiencia me enseñó mucho. En ése sentido, y aun a pesar del fracaso experimentado, pude llegar a aprender más al respecto, puede que reedite algunas de mis viejas obras para adaptarlas a mis más recientes experiencias.
-Entiendo, debió de ser muy enriquecedor…
-Desde luego, de cierta manera pasé de ser un mero profesor a un alumno más, fue una experiencia completamente nueva para mí, y me permitió ver más allá de mi propio conocimiento. Recuerdo especialmente a una gran criatura que, en pocas palabras, me enseñó más que toda una vida estudiando y aprendiendo de libros y de otros maestros que tuve años atrás. Puede que relate más en un nuevo libro…
-Lo espero con ansias entonces.
Hubo un breve silencio en el cual pudieron descansar por un momento, percatándose entonces de lo sedientos que estaban, siendo Sumra el primero en sugerir.
-¿Una taza de té?
-Sí, por favor, permítame ayudarle.
-Es usted muy amable.
Mientras Sumra hacía el té en un pequeño camping gas, el hombre sacó unas tazas que localizó en un arcón cercano y estuvo echando azúcar en ellas; en un gesto casi imperceptible, movió entonces la muñeca ligeramente, vertiendo unos polvillos blancos de un tubo que conservaba en la parte oculta de la manga de su camisa.
Una vez que el té estuvo listo se la ofreció directamente y el anciano se sirvió, para luego hacer lo mismo con la otra taza, la cual se quedó él. Sumra removió un poco con una cuchara y dio un pequeño sorbo.
-Ah, mucho mejor…-murmuró el sabio, saboreándolo.
-Sí, yo también estaba un poco seco ¿por dónde íbamos?
-Ah, sí, acerca de ese proyecto…
-Cuénteme más, por favor, suena intrigante, no ha dado muchos detalles…
-Lo cierto es que no tenía intención de explayarme mucho puesto que quiero reservarlo para mi nuevo libro, pero dado que ha mostrado tanto interés y me ha escuchado tan atentamente, creo que se lo puedo agradecer con una pequeña píldora de información previa.
-Vaya, muchas gracias por su confianza, me honra. Antes ha mencionado a una criatura ¿a qué se refería exactamente?-inquirió el hombre, intrigado.
-Es una larga historia, pero lo cierto es que no se trata de ningun subterfugio aunque lo parezca, es exactamente lo que implica, una gran critatura, la más sabia que he conocido en toda mi vida, concretamente un dragón blanco de ojos azules…
-¿Oh?
-Así es, y su nombre es re…
Sumra quiso continuar, particularmente emocionado, sin embargo por un instante se quedó callado, sintiéndose extraño por momentos; su corazón comenzó a latir cada vez con más y más fuerza, presa de un súbito dolor, al tiempo que su cabeza comenzaba a irse. De golpe y porrazo vomitó todo el contenido de su estómago, al tiempo que un fuerte hedor a almendras amargas hacía acto de presencia. Sus músculos se contrajeron, presa de fuertes convulsiones, respirando cada vez más y más lento, al tiempo que su boca se contraía y sus labios se amorataban. Alzó una mano en dirección hacia el hombre en un gesto de auxilio, el cual no hizo nada por ayudarle, hasta que finalmente dejó de sentir.
En cuanto Sumra dejó de moverse, el hombre probó su té, libre de veneno, y lo dejó en la mesa.
-Agh, muy dulzón para mi gusto.
Limpió las dos tazas a conciencia antes de marcharse y dejó allí el cuerpo, mientras se mezclaba entre la multitud del mercado.
¡Regocijaos, regocijaos! ¡He regresado! XDDD ok, ya está.
Vale, antes que nada, pedir disculpas por haber estado tantísimo tiempo sin subir nada, circunstancias personales me han tenido un tanto parado tanto por inspiración como por ganas de escribir, ya que he estado ocupado con una mudanza más (tranquilos, no habrá mas, estoy al fin en casa), viviendo ya definitivamente en Bilbao, y entre eso, las clases de euskera (oso zaila da, hala ere), la actividad en mi canal de YouTube (al cual le he tenido que bajar), entre otras cosas, me daba poco tiempo (y ganas, no os lo voy a negar). Pero bueno, estoy de vuelta, a ver si puedo mantenerme un poco, hablemos del capítulo.
Es otro capítulo de transición en el que pasan unas cuantas cosas, pequeñas en su mayoría, pero determinantes en ciertos aspectos, en el siguiente capítulo veréis por qué. También he aprovechado para meter un momento que seguramente os habrá dejado ciertamente extrañados, y sí, Rizzo no sólo tiene problemas de conducta, lo he hecho expresamente y reiterará a lo largo de toda la historia, será importante de cara a futuro, ya lo iremos viendo. Finalmente volvemos a la parte más truculenta de la historia y que mueve la subtrama policial, ya os dije que la trama se pondría más seria en ese sentido, y el assasssin aún tiene trabajo por delante, así que sí.
Y eso es todo de momento, comentad, dejad reviews y nos vemos en el siguiente capítulo. ¡Nos leemos!
