Capítulo 17

Fría como el hielo

Los siguientes días pasaron lenta y pesadamente. Keldeo no faltaba a la cita diaria de entrenar por lo menos cuatro horas por la mañana, despertándose siempre a las siete de la mañana y matando por dentro a Rizzo en el proceso cada vez que lo hacía.

-En serio, ya para, si quieres me levanto a las nueve, pero no más despertarme a las siete, te lo suplico-masculló el chico un día, muerto de cansancio.

-Lo siento, estoy acostumbrado, siempre nos levantábamos a esa hora y por eso, cuando dan las siete, ya estoy despierto. Además, siempre viene bien tener un horario fijo, deberías probar y no dormir tanto.

-Socorro…

Al menos el pokémon singular no le hacía estar las veinticuatro horas entrenando, cosa que agradecía, ya que al menos le daba para tener algo de tiempo para él, visitando la ciudad.

Un día, estando en el hall de uno de los hoteles de visita, sucedió algo que no se esperaba para nada. En el centro de la recepción a modo de decoración había una escultura con forma abstracta que llamaba ampliamente la atención nada más verla; su solo aspecto daba la sensación de estar hecha de hielo, cosa que pudo comprobar él mismo en cuanto posó levemente la mano en ella, teniendo que apartarla enseguida para no quemársela debido al frío intenso que despedía.

-Vaya…

-No está permitido tocar la escultura-le llamó la atención un botones al verle.

-No estaba seguro de si era de hielo o no…

-Pues lo es, de hecho es hielo proveniente de las cuotas más bajas del monte Tuerca, lo mantenemos fresco mediante refrigeradores que hay debajo de él-explicó el botones con todo detalle.

-Entiendo…

Dado que no había mucho más que ver por allí fue a marcharse, pero en ese justo momento eevee salió él solo de su nivel ball y se acercó a la escultura.

-¡Oye! ¿Y a ti quien te ha pedido que salieras? ¡Vuelve ahora mismo!-exclamó su entrenador, molesto.

Sin embargo eevee hizo caso omiso de su orden y se aupó hasta la escultura, mirándola fijamente con los ojos haciéndole chiribitas, como si hubiera algo en el hielo que lo atrajera intensamente.

Rizzo fue a devolverlo a su ball cuando el pokémon tocó el hielo; nada más hacerlo, eevee comenzó a brillar con intensidad envuelto en un aura azul intensa.

-¡Ah! ¡Eevee!-exclamó el chico, alucinado, ya que no se esperaba para nada que fuera a evolucionar así sin más.

Su forma comenzó a cambiar, tanto las orejas como su cola comenzaron a crecer, estilizándose en consonancia, al tiempo que su cuerpo se alargaba y se hacía más grande, las patas se abultaban y la cabeza se redondeaba un poco más, al tiempo que dos protuberancias comenzaban a crecer a ambos lados de la misma hacia abajo. Tras unos momentos de brillo ininterrumpido, el pokémon se mostró con una forma muy distinta, de color azul y con un pelaje sumamente fresco que brillaba como el hielo. Su entrenador se informó de inmediato.

-Glaceon, el pokémon nieve fresca; al reducir su temperatura corporal, su pelaje se congela y se convierte en afilados pinchos que puede disparar.

-Vaya, así que glaceon… menuda suerte-murmuró el chico, casi sin creérselo.

Y, además, había aprendido nuevos ataques como canto helado y colmillo hielo.

-Genial, glaceon, vuelve-indicó el chico, devolviéndolo a su ball.

Muy interesado por la súbita evolución, y especialmente animado al respecto, regresó al centro pokémon para practicar un poco con esos nuevos ataques mientras que el resto de sus compañeros observaban. Había varias dianas en uno de los terrenos y estuvieron practicando la puntería con canto helado; glaceon podía formar hasta siete cantos rodados helados que luego lanzaba repetidamente, era un ataque vertiginoso y muy rápido que permitía golpear en primer lugar. Todas las dianas acabaron siendo usadas.

-Muy bien, glaceon. Podría venirnos bien en el siguiente combate de gimnasio…-pensó el chico en voz alta.

Ante eso, el pokémon hielo inclinó la cabeza hacia atrás, con orgullo; en ese justo momento una voz murmuró con galantería.

-No ha estado mal, pero está claro que se encuentra a años luz de mi tipo hielo…

Rizzo se dio la vuelta y se encontró entonces con una chica de su edad, de pelo largo y liso, tintado de azul claro hielo y con los ojos de color aguamarina; llevaba una camiseta que marcaba bastante, de colores muy similares y muy bien conjuntada.

-¿Qué quieres decir?-inquirió el chico, sin saber bien a dónde quería llegar a parar.

-Es sencillo, tu glaceon no está mal pero mi pokémon de tipo hielo le da mil vueltas-resumió ella, con tanta chulería como la suya.

-Qué maja… eso dices tú, pero seguro que al final te acabarías dando con un canto en los dientes-aseguró él, aplicando aún más chulería si cabía.

-¿Quieres verlo acaso? Vamos a comparar ¿te parece?

Nada más decir eso, sacó al pokémon pertinente, el cual resultó ser un vanillish. Él por su parte se informó rápidamente.

-Vanillish, el pokémon nieve helada; enfrían el aire a su alrededor y crean partículas de hielo mediante las cuales congelan a sus oponentes.

-Veamos, mi vanillish es mucho más alto y más ancho, es capaz de levitar en el aire y puede regenerar partes de su cuerpo si bebe agua… ¿cómo lo ves?-inquirió ella en ese momento.

-Muy bonito, pero yo pensaba que te estabas refiriendo al aspecto en combate, no el aspecto en físico…

-Ah, bueno, pero eso también… ¿quieres verlo?-inquirió ella, esbozando una sonrisita autosuficiente.

-No me lo perdería por nada del mundo… ah, por cierto, si gano yo te invito esta noche a una copa-añadió Rizzo.

La chica sonrió entonces con desdén, aceptando su condición sin muchos miramientos.

-Me parece bien… por mi parte voy a sacar al resto de mi equipo, si no te importa.

Su equipo estaba compuesto principalmente por pokémon de tipo hielo, entre ellos un cloyster, un delibird, un glalie, un frosslass y, curiosamente, un ponyta que le llamó la atención rápidamente, comentando de seguido.

-¿Qué hace ese ponyta ahí? No te pega por lo que estoy viendo…

-Bueno, quizás no, pero me viene bien tenerlo, para frenar a mis oponentes… tú ya me entiendes…-explicó la chica, sin entrar en mayores detalles.

-Ya veo, para parar su debilidad con la misma moneda. Interesante…

Buscaron un campo libre y el combate dio comienzo sin árbitro, siendo Rizzo el primero en atacar.

-¡Vamos a empezar con ataque rápido!

Glaceon se echó a la carrera para abalanzarse sobre su oponente, pero cuando estuvo a punto de alcanzarlo, la chica indicó.

-¡Armadura ácida!

El cuerpo de vanillish se licuó por un momento, aumentando de esta manera sus defensas y haciendo que el golpe posterior no fuera tan eficaz como debería. Aun así, Rizzo no cejó, indicando de seguido.

-¡Ataque arena!

Un buen puñado de arena lanzado en el momento justo sirvió para cegar al pokémon hielo y desorientarlo momentáneamente, aprovechando para contraatacar.

-¡Mordisco!

Acto seguido, glaceon se echó sobre vanillish y le mordisqueó por todos los lados.

-¡Vamos a frenarlo! ¡Viento hielo!

Un frío e intenso viento incidió sobre glaceon, sin hacerle gran daño, pero obligándole a apartarse.

-¡Canto helado!

Esa vez glaceon atacó primero, al tiempo que las bolas de hielo golpearon repetidamente a su oponente, pero apenas le hicieron gran cosa debido a la mejora defensiva previa.

-¡Acércate a él y disparo espejo!-indicó la chica entonces.

Vanillish se movió rápido y, en cuanto estuvo al lado de glaceon, hizo brillar su cuerpo antes de soltar una serie de proyectiles metálicos que incidieron sobre éste, haciéndole buen daño.

-¡Aguanta ahí, colmillo hielo!-exclamó Rizzo.

-¿En serio sigues yendo con físico? No eres muy listo…-murmuró ella, no muy motivada.

Aun así, glaceon se acercó a su contrincante y le asestó varias dentelladas con sus dientes envueltos en una fina capa de hielo, sin hacerle gran daño.

-¡Quítatelo de encima, vanillish!

-¡Ahora, contraataca con última baza!

Glaceon se alejó por un momento y reunió toda la energía en forma de estrella, soltándola justo después. El ceño de la chica se contrajo, comprendiendo entonces por qué atacaba con todo, pero enseguida se puso en guardia, ordenando de seguido.

-¡Intercéptala con rayo hielo!

Un poderoso rayo helador rasgó el aire y se encontró con la última baza, haciendo fuerza sobre éste hasta que al final explotó sobre sus cabezas, llenando de humo el campo.

-¡Chuzos!

De entre el humo surgieron una serie de chuzos de hielo que cayeron directos sobre glaceon, el cual no tuvo tiempo para esquivarlos todos, acabando tirado en el suelo un tanto magullado.

-¡Arriba, glaceon, ataque rápido!

-¡Armadura ácida!

Y, una vez más, su ofensiva no sirvió de mucho, costándole cada vez más hacerle daño; otro viento hielo alejó a glaceon, el cual se encontraba contra las cuerdas. La chica aprovechó entonces para opinar al respecto.

-¡Ja, ja, ja! ¡Menuda pena! Ese glaceon apenas está entrenado y se nota que ha evolucionado hace poco ¿verdad? le falta técnica, y que le enseñen a realizar un ataque de tipo hielo en condiciones.

-¡Qué buen monólogo! ¡Vamos, glaceon, ni se te ocurra ceder!-masculló Rizzo.

-¡Es inútil, rayo hielo!

Vanillish atacó primero y el rayo hielo fue directo hacia él, el cual apenas podía moverse, contemplando atónito como se acercaba el rayo hielo; sin embargo, antes de que le alcanzara algo se puso delante de él y detuvo el ataque con su cuerno.

-¿¡Pero qué diablos…?!-musitó la chica, sin creérselo.

-¿¡Keldeo?!-masculló su entrenador, extrañado.

El pokémon singular le miró de reojo, añadiendo de seguido.

-No permitiré que ningún compañero mío pase por lo mismo que pasé yo.

Lucario, que estaba allí también junto con los demás observándolo todo, lo miró con gesto imperturbable, pero al final esbozó una ligera sonrisa de orgullo; al otro lado del campo, ponyta observó a keldeo con un ligero rubor en sus mejillas y una mirada llena de admiración.

-¿Qué es esto? ¡No valen sustituciones!-exclamó la chica, contrariada.

-¡No he sustituido nada, ha sido keldeo el que ha decidido interferir! ¡No puedo negarle que quiera socorrer a un amigo!-murmuró Rizzo, comprendiendo a su pokémon.

-¡En tal caso atacaré igualmente! ¡Vanillish, disparo espejo!

-¡Keldeo, disípalo con rayo burbuja!

El tipo hielo atacó primero, lanzando los proyectiles metálicos hacia él, pero keldeo se movió deprisa y un ristra de burbujas hizo frente a los proyectiles con facilidad, quedando ese intento de ataque en nada.

-¡Dale con espada santa!

-¡Páralo con viento hielo!

Keldeo echó a correr él primero con su cuerno en alto y brillando, al tiempo que vanillish extendía sobre él una fuerte corriente helada que incidió sobre él con fuerza. Aun así, y usando el poder de espada santa como escudo, atravesó el viento hielo hasta encontrarse cara a cara con vanillish, el cual no tuvo tiempo a nada. El golpe fue tremendo y lo tiró al suelo, completamente KO.

-¡Ah, vanillish!-exclamó la chica, sin creérselo.

Ponyta relinchó, encantada, y se echó sobre un sorprendido keldeo, el cual no la vio ni venir.

-¿Qué hace tu ponyta?-inquirió Rizzo, extrañado.

Ella echó un vistazo y vio que se encontraba haciendo carantoñas a keldeo, el cual se dejaba hacer extrañado, sin saber muy bien a que venía todo eso.

-¿¡Cómo, tonteando precisamente con él?! ¡De eso nada, señorita, vuelve ahora mismo!-exclamó ella, devolviéndola a su poké ball.

-Anda, entonces es hembra… vaya, parece que le has caído bien, keldeo, tú ya me entiendes…-murmuró el chico, divertido.

-Pues no…

Su entrenador quiso replicar, alucinado, pero la chica habló en ese momento.

-¡Igualmente sigo pensando que tu glaceon es débil, además, no ha sido él el que ha derrotado a vanillish, por lo que no me vale, al menos para mí!

-Ja, por mí de acuerdo, pero te he derrotado igualmente así que… te espero a las once-añadió el chico, con gesto un tanto insolente.

Ella quiso replicar, pero finalmente no le dijo nada y se retiró, molesta.

Esa misma noche Rizzo la vio en el bar del centro pokémon a la hora acordada y se sentó a su lado en la barra.

-Al final has venido-observó el chico.

-Pf, después de una derrota una copa sienta de maravilla… la verdad es que ese tal keldeo tuyo es muy fuerte-murmuró ella, pasando un dedo sobre el borde de la copa que se estaba tomando.

-Sí, es el mejor de mi equipo. Aunque no estamos aquí por él… una caipiriña-pidió el chico al camarero en ese momento.

-Si te refieres a glaceon ya te di mi opinión-le recordó ella, dando un rápido sorbo a su bebida.

-Eso ya lo sé… aunque ahora que lo pienso, no me dijiste tu nombre.

-¿Acaso estoy obligada?

Ante eso Rizzo la sostuvo la mirada durante unos segundos, esbozando una juguetona sonrisita y, en ese momento, alzó su copa para brindar con ella.

-Por las victorias.

-Y por las derrotas también.

Las dos copas chocaron entre sí, produciendo un sonoro clinc que resonó durante al menos varios segundos; los dos dieron un sorbo largo, mientras dejaban pasar el tiempo, y Rizzo volvió a hablar acto seguido.

-Entonces… ¿no me lo piensas decir?

-No por ahora… si lo quieres saber, tendrás que sacármelo-le retó ella, sonriéndole mordazmente.

-Aunque sea con sacacorchos.

-Por mí vale.

Se sostuvieron la mirada por unos segundos; a Rizzo le dio la sensación que ésta era tan fría como un rayo hielo. Y, por eso mismo, le estaba resultando irresistiblemente encantadora. La chica se acabó su copa de un solo trago y le quitó su gorra con mucha parsimonia.

-Devuélvemela inmediatamente-ordenó el chico sin alzar la voz.

-Ven a por ella…-susurró ella, alejándose de él.

Y, como si fueran dos niños pequeños, empezaron a perseguirse por todo el centro pokémon, sin perderse de vista en ningún instante; siguiendo su blanca y mágica estela que dejaba a su paso, como si fuera una ninfa, Rizzo no tuvo problemas para ubicarla allá donde iba, hasta podía oler su perfume, que se impregnaba a todos los lugares y olía igual que el hielo seco. Finalmente la acorraló bajo el hueco de las escaleras.

-Ya eres mía…-gruñó él, con voz grave.

-Oh, no, me has atrapado… ¿qué me vas a hacer ahora?-inquirió ella, con aire inocente.

Rizzo la cogió de la muñeca y recuperó su gorra; justo después, se lanzó a por ella. No opuso resistencia alguna y se rindió a él; por un momento el chico pudo jurar que sus labios eran tan fríos como el témpano y, por esa misma razón, se le quedaban pegados a los suyos. La dio una serie de besitos en el cuello y ella suspiró, a lo que él la susurró al oído.

-No te alteres tanto o te derretirás.

Ella le hizo caso omiso y tomó la iniciativa después; le puso contra la pared y le rodeó por el cuello, revolviéndole el pelo tras la nuca. Rizzo posó sus manos en sus caderas y ella las contoneó lentamente. Parecía una musa. Por un momento ella se despegó de él y le miró con unos ojos tan brillantes que parecían dos copos de nieve; parecía que trataba de hipnotizarle, aunque él se sentía como si ya lo estuviera. Y, sin apenas moverse, se dejó llevar hasta su habitación, donde ella cerró por dentro.


Europa y su idiosincrasia era otra cosa completamente diferente, y en eso Italia tenía mucho que decir, diferenciándose mucho de Asia y Oceanía. Y Milán era un ejemplo perfecto de ello. La alta y grandiosa figura de la catedral con sus numerosos pináculos góticos sobresalían por encima de los tejados, bañados por los rayos de un sol que calentaba con inusitada fuerza sus tejas a primera hora de la tarde. Aun a pesar de esto a él no le importaba, prefiriendo eso a la humedad más propia de Oriente. Después de todo no estaba allí haciendo turismo.

Pasó la catedral y empezó a callejear por las cercanías hasta localizar la plaza Mercanti, con su viejo pozo al lado de un quiosco cerrado. Continuó todo recto y giró a la izquierda en la siguiente intersección, yendo por una calle contigua.

Fue allí, concretamente en el portal numero siete, donde se detuvo y clicó en el telefonillo el piso 5-2. Tras unos pocos segundos de espera, desde el otro lado cogieron y se pudo oír.

-¿Sí?

-Buenas tardes ¿es usted el señor Giallo, el teólogo?-inquirió el hombre, en un perfecto italiano.

-Así es ¿Quién es?

-Soy un antiguo alumno de la universidad de Roma, usted me dio clases, señor Giallo. Fue sobre todo su disciplina la que más me impulsó a seguir sus pasos y me gustaría agradecérselo personalmente, además de consultar algunas cosas con usted.

-Ah, por supuesto, suba suba-indicó Giallo, al tiempo que le abría el portal.

El hombre empujó la puerta sin mucho esfuerzo y subió por las escaleras, ignorando el ascensor; una vez ante la puerta llamó al timbre y el anciano no tardó nada en abrir.

-Bienvenido a mi humilde hogar, pase, está en su casa.

Pasaron al salón, donde estuvieron hablando un buen rato.

-Así que un egresado de La Sapienza, qué bien. El caso es que he tenido tantos alumnos que me es imposible acordarme ¿de qué promoción es usted?

-Soy de la promoción del 86, de los pocos con matrícula de honor de hecho.

-Ah, sí, espere un momento, déjeme hacer memoria… ¡Ah, sí! ¿Carono, verdad?-inquirió Giallo en ese momento.

-Justo, Matrocelli, de Sicilia, concretamente de Palermo, mi madre era oriunda de allí, tenía una mercería…

-¡Sí, sí, ya me acuerdo! que alegría, madre, que alegría, hacía mucho que ninguno de mis antiguos alumnos me visitaba…

-Pues ya ve, el caso es que intenté contactar con usted hace ya un tiempo, pero me fue imposible dar con su paradero, por lo que me llegaron a contar estuvo un largo tiempo inactivo y nadie supo nada de usted durante bastantes años ¿dónde se encontraba?-quiso saber el hombre, con curiosidad.

Giallo miró al suelo, como cortado por la pregunta, pero al final habló enseguida.

-Me embarqué en un ambicioso proyecto del que me ofrecieron formar parte, pero tras un tiempo en él lo dejé al no haber viabilidad alguna. Siento no haber podido atenderle en su momento…

-Oh, no pasa nada, lo importante es que ha vuelto, tenía ganas de hablar con usted…

-Me alegro, responderé encantado a todas sus preguntas… aunque antes que nada ¿un té fresquito?-sugirió entonces el sabio en ese momento.

-Por favor, afuera hace un calor espantoso.

Giallo se ausentó unos minutos, mientras que el hombre esperaba en el salón pacientemente y sin inmutarse siquiera; enseguida el anciano regresó con una bandeja del té y sirvió dos tazas de té con un chorrito de limón.

-Oh, no, espere, a mi me gusta sin limón-comentó el hombre en ese momento.

-Oh, vaya, qué contrariedad… no se apure, ahora se lo cambio-murmuró el teólogo, llevándose la taza a la cocina y dejando la suya allí.

Fue entonces cuando el hombre esperó a que desapareciera por la puerta y en cuanto se encontró solo, deslizó bajo su camisa un pequeño tubito de metal que desenroscó con sumo cuidado y vertió en la taza unos finos polvillos blancos que se diluyeron instantáneamente en la bebida. En cuanto Giallo regresó, no se notaba nada.

-Perdone, es la fuerza de la costumbre, yo siempre lo tomo con limón…

-No se preocupe, está bien…

Ambos dieron un sorbo a sus respectivos tés, al tiempo que Giallo retomaba la conversación enseguida.

-Y dígame ¿qué le ha traído hasta Milán?

-Principalmente mi nueva investigación acerca de la verdad subyacente en los ideales de las guerras en Oriente Medio.

Las cejas de Giallo se elevaron en un gesto curioso, al tiempo que comentaba.

-Curioso nombre... ¿puedo preguntar a qué se debe?

-Es temporal, aún lo estoy pensando, pero creí necesario recalcar bien el concepto, es por eso por lo que quería consultarlo con usted...

Giallo abrió la boca para hablar, visiblemente interesado, pero en ese preciso momento algo le hizo detenerse, como si no estuviera del todo bien; fue entonces cuando el teólogo comenzó a toser con mucha fuerza y a ahogarse entre convulsiones, cayendo al suelo con estrépito y arrastrando consigo todo el juego de té. Por su parte, el hombre probó su taza antes de que el anciano dejara de moverse y, una vez que estuvo quieto, murmuró.

-Muy agrio para mi gusto.

Lo retiró, limpió la taza con sumo cuidado y abandonó el lugar rápidamente, borrando toda pista de su estancia.


¡Más Pokémon! Bien, me dio tiempo a subirlo antes de marcharme, me iré unos días a Mallorca por lo que no subiré nada, hablemos un poco del capítulo.

Se ha introducido a un personaje que reiterará a lo largo de la historia y será una debilidad de Rizzo, por así decirlo; son muy parecidos tanto en actitud como en forma de ser, su relación será muy de altibajos, y puede que en algún momento de la historia las cosas se establezcan, quien sabe. De momento no tiene nombre, en el próximo capítulo se revelará cuál es, pero de momento es la chica, por así decirlo. Opté por hacer evolucionar ya a eevee ya que el acceso al monte Tuerca no está disponible hasta el término de la historia, y tampoco iba a hacerle esperar tanto, por lo que preferí hacer un pequeño apaño medianamente lógico.

Por otro lado, seguimos con la subtrama policial, que sigue ahí, en el fondo, pero será importante de cara a futuros capítulos, ya se irá viendo por qué.

Y nada más, ya continuaré cuando vuelva, comentad, dejad reviews y todo eso. ¡Nos leemos!