SORPESA!

¿Creyeron que solo habría una reunión familiar? Pues nooo, y como regalo por el día de reyes, les traigo el capítulo 13.

Cbt1996: Pagaría por ver tu cara al ver lo que dijo Sesshomaru; y es que no pude evitarlo, el amo bonito tenía que molestar a Inuyasha sí o sí. Ahora sí, espero estés lista para este capítulo, prepárate para el inicio de drama. Esto apenas es algo de lo mucho que hará Koga.

Shikon de Oz: Gracias por tus palabras. Me da gusto que puedas sentir las emociones de los personajes. Espero que este capítulo intenso logre transmitir los sentimientos de Kagome e Inuyasha.

Rocio K. Echeverria: Me alegrar leerte por aquí y que bueno que ya estés al día con esta historia. Gracias por amarla. Kikyo y Koga serán un gran dolor de cabeza para nuestro InuKag, eso es seguro, la pregunta es: ¿Trabajarán juntos, o no?

Rosa Taisho: Izayoi es un amor, todas la queremos como suegra jajaja. Creo que todos se asustaron con el comentario de Sesshomaru, pero no pude evitar escribirlo, tenía que molestar de alguna manera a su hermano además de darle un poco de humor al capítulo. Por desgracia Inuyasha no está, y algo fuerte está por suceder.

ADVERTENCIA: Este capítulo contiene escenas muy fuertes y expresiones subidas de tono.


CAPITULO 13: YO TE PROTEGERÉ

Narra Kagome

La tarde fue muy amena y divertida. Mis nervios iniciales se habían disipado conforme avanzaba el tiempo, y por el cálido recibimiento de la familia de Inuyasha; me sentí como si estuviera en mi propia casa, y a pesar de ser una familia con un apellido importante, en ningún momento me hicieron de menos, al contrario, me trataron como alguien más de la familia.

-Ya estás más tranquila, ¿Cierto? -La voz de Inuyasha me sacó de mis pensamientos

-Si, tu familia me trató muy bien. Y tú mamá es un verdadero amor.

Rio ante mi comentario y mientras compartimos una risa cómplice, la noche se extendía ante nosotros; la luz de la luna iluminaba el camino mientras Inuyasha conducía hacia mi departamento. Al llegar, nos despedimos con un largo beso; Inuyasha mordió suavemente mi labio inferior, dejando un rastro de pasión en el aire.

-Nos vemos mañana, mi pequeña. -Susurró con ternura.

-Hasta mañana, amor.

Lo vi alejarse perdiéndose entre la luz de la luna, y aunque la noche se volvía más silenciosa, mi corazón resonaba con la calidez de los momentos vividos. Subí hasta mi departamento con una gran sonrisa en mi rostro, la cual se borró de inmediato al abrí la puerta y encender las luces.

-¿Qué haces aquí? -pregunté muy sorprendida y asustada a la vez- ¿Cómo entraste, Koga?

-Se te olvida que me diste la llave de tu departamento, querida Kag. -Respondió con sarcasmo, sentado cómodamente en el sofá.

-Y piensas que soy tan estúpida cómo para no cambiar la chapa de la puerta. -mi molestia era evidente, y aunque los nervios quisieron traicionarme, pude ocultarlo muy bien-. Dime ¿Cómo demonios entraste?

-Eso es lo de menos, "pequeña". Así es como te llama ese imbécil, o ¿Me equivoco?

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, ¿Cómo sabía que Inuyasha me llamaba "pequeña"? Mis pensamientos se agitaron en un torbellino de confusión y preocupación intentando adivinar desde cuándo nos vigila y peor aún, ¿Por qué lo hacía?

-No tienes derecho a entrar aquí, Koga, y menos sin mi permiso. -Mi tono fue firme, aunque mi corazón latía con fuerza.

-Vamos cariño, estoy aquí porque aún te extraño. -La nostalgia en su voz intentaba ablandar mi postura, pero yo no cedí.

-Eso no te da derecho a irrumpir en mi vida, nuestra historia quedó en el pasado. -Respondí con determinación, manteniendo una distancia segura.

-Kagome, aún siento algo por ti y no puedo simplemente dejarlo ir. -Sus ojos intentaban buscar complicidad, pero solo encontraron firmeza en los míos.

-Lo siento, pero necesitas marcharte. -señalé hacia la puerta- No hay lugar para ti aquí.

Koga no apartaba su mirada de la mía, como si buscara alguna huella del amor que alguna vez sentí por él. Sin embargo, ya no quedaba nada de ese sentimiento; solo quedaban las cicatrices del dolor, el sufrimiento, las inseguridades y los miedos que me llevaron a cerrar mi corazón. Gracias a Inuyasha, he logrado sanar esas heridas poco a poco y entregarme por completo a un amor más genuino.

Enfrentarlo en mi departamento se volvía un desafío, pero el aliciente era claro: la fortaleza que encontraba en la conexión con Inuyasha. Sus brazos protectores y su amor incondicional me daban la fuerza necesaria para superar cualquier sombra del pasado.

-Yo sé que aún me amas, Kagome -insistió Koga, rompiendo el silencio con su afirmación.

-Lo que hubo entre nosotros ya no existe, mi corazón le pertenece a Inuyasha ahora. -Respondí con firmeza.

-Yumi quiere verte, al menos…

-No Koga -lo interrumpí- no te atrevas a utilizar a tu hija. -grité desesperada-. Tus manipulaciones ya no funcionarán conmigo

-No estoy tratando de manipularte 'cachorrita'.

El escucharlo llamarme de esa manera hizo que mi corazón diera un brinco inesperado. En el poco tiempo de nuestra relación, esa era la forma cariñosa de referirse hacia mí. Sin embargo, los recuerdos que evocaba esa palabra solo eran de soledad, angustia y sufrimiento; si lo pensaba bien, nunca hubo un momento en que realmente fuera feliz como lo soy con Inuyasha.

-Es la última vez que te lo pido, Koga. -mis ojos comenzaban a nublarse por las lágrimas que amenazaban por salir-. Lárgate ahora mismo

-Por favor cachorrita, hazlo por Yumi, ella te ama, y te ha extrañado todo este tiempo, al igual que yo. -Dijo mientras se acercaba peligrosamente hacía mí; por inercia me iba alejando de él-. Kagome, ese tal Inuyasha sólo te quiere para unas cuantas noches y después te desechará.

-Cállate

-Nadie quiere a una mujer tan insignificante cómo tú cachorrita, solamente yo puedo soportar estar a tu lado.

-Cállate, por favor -supliqué, mientras buscaba con desesperación mi celular en mi bolsa y Koga se dio cuenta.

-¿Qué harás? - Su mirada era burlona, y sentí un nudo en el estómago- ¿Llamarás a esa bestia para que te rescate? -sentí un vuelco en el corazón cuando no encontré mi celular. Seguramente lo había dejado en el auto de Inuyasha o en casa de sus padres.

Estaba completamente sola, sin forma de comunicarme con Inuyasha, y necesitaba sacar a Koga sin llamar la atención; lo último que quería era armar un escándalo en el edificio. Mi cuerpo empezaba a temblar, su mirada comenzaba a mostrar odio, comportándose de manera similar al día que terminé mi relación con él. Pero esta vez había algo más; sus ojos estaban enrojecidos, vidriosos, y sus pupilas completamente dilatadas.

-Koga, estás drogado -afirmé, asustada.

-Tú tienes la culpa de que haya recaído -respondió con voz ronca y agresiva-. Desde que me dejaste, lo único que pude hacer fue recurrir de nuevo a las drogas.

La situación se volvía más peligrosa, y mi mente trabajaba a toda velocidad buscando una solución. Era crucial manejar la situación con precaución para evitar conflictos mayores.

-Vamos a tranquilizarnos para hablar mejor las cosas, ¿te parece? -dije en un intento de relajar la situación

-Ven aquí Kagome -Koga me agarró fuertemente del brazo y me atrajo hacia él

-Koga, me estás lastimando -quise alejarme, pero él hacia su agarre más fuerte

-La única manera de tranquilizarme es dándome lo que le das a esa bestia. -Se acercó a mis labios, pero moví la cabeza evitando cualquier contacto con él.

Pegó su frente a la mía y suspiró frustrado, me tomó del mentón y me obligó a mirarlo. En ese momento sentí más miedo al notar más odio en su mirada; correr era imposible. Mi corazón latía aceleradamente, mi cuerpo seguía temblando y mis lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas. Koga comenzó a reír al verme tan vulnerable.

-¿Por qué te comportas así? -preguntó burlonamente aventándome al sofá- No creo que con ese idiota te hagas la difícil. Sólo dame una noche de sexo y te juro que nunca más volveré a molestarte.

Cómo pude, me levanté lo más rápido posible y estampé mi mano en su mejilla. No iba a permitir que me hablara de esa manera; la Kagome ingenua y sumisa que había conocido en ese tiempo ya no existía más. Koga, sorprendido por mi actitud, se tocó la mejilla y me miró con incredulidad.

-Maldita zorra.

Caí nuevamente en el sofá, y sentí un fuerte ardor en la mejilla y sentí mis labios húmedos. Me limpié y al ver mi mano, supe que era sangre. Koga me había dado una fuerte bofetada y por el impacto rompió mi labio inferior. El miedo se acrecentó, mis lagrimas salían con más fuerza y solo pensaba en salir huyendo de ahí.

-Dime ¿cuánto te paga ese imbécil para que le abras las piernas? -dijo mientras se desabrochaba el cinturón.

-Koga, tranquilízate. -mi voz temblaba, quise correr, pero Koga me tomó del cabello y volvió a aventarme al sofá.

-¿A dónde crees que vas?

La fuerza que poseía era impresionante, jamás lo había visto así. Ya no solo me asustaba su actitud, ahora tenía miedo por lo que fuera capaz de hacer.

-Te vi en el antro Kagome. -se subió a horcajadas sobre mí-. Vi cómo te restregabas en el cuerpo de ese idiota. -comenzó a besarme el cuello y yo intentaba alejarlo de mí

-Koga, suéltame

-Los vi encerrarse en el maldito baño, y cuando me acerqué, te escuché gritando su nombre como una cualquiera. -No podía creer lo que escuchaba, ¿Desde cuando nos estaba siguiendo?- Te voy a enseñar que yo te pudo hacer gritar más que esa bestia.

-Koga, DÉJAME -grité lo más fuerte que pude. Me tenía atrapada entre el mueble y su cuerpo, y no podía moverme.

-Cuando estabas conmigo te hiciste la inocente y nunca quisiste que te follara. -Subió la falda de mi vestido y comenzó a acariciar mis piernas. Sus caricias quemaban y dolían, y solo provocaban repulsión en mí.

-Koga, por favor -supliqué- no hagas algo de lo que te puedas arrepentir.

-Yo te enseñaré a sentir el verdadero placer, y te haré gritar como la verdadera zorra que eres.

-NO, -en ese momento rasgó mi vestido dejando mi sostén como única prenda-. SUELTAME POR FAVOR. -apreté los ojos esperando lo peor.

-MALDITO HIJO DE PERRA, SUÉLTALA. -Escuché un fuerte golpe y sentí el peso del cuerpo de Koga desaparecer.

Al abrir los ojos, vi a Inuyasha correr para levantar a Koga de la camisa y darle otro golpe. Sus ojos ambarinos estaban llenos de furia y odio; en cambio Koga, a pesar de los golpes que estaba recibiendo, tenía un sonrisa sombría en su rostro.

-INUYASHA -grité mientras lloraba y trataba de cubrirme- DÉJALO

-LO VOY A MATAR KAGOME

-NO VALE LA PENA INUYASHA -Me acerqué a Inuyasha y lo abracé por la espalda- Por favor. -Supliqué

En ese momento, Musso entró con otros dos guardias, agarraron a Koga y lo sacaron del departamento

-Algún día serás mía, Kagome -Dijo antes de desaparecer con los guardias de seguridad.

Caí sentada en el suelo, abrazándome a mí misma mientras las lágrimas brotaban con fuerza. Inuyasha se arrodilló y me abrazó fuertemente, acariciando mi espalda. Me aferré a él como una niña pequeña, lloré igual o peor que el día que Koga destruyó el amor en mí.


Narra Inuyasha

Después de dejar a Kag, decidí hacer una parada rápida en una tienda de autoservicio para comprar algunas cosas. Al regresar al auto, el sonido de un teléfono llamó mi atención; al mirar a mi alrededor, descubrí que provenía del teléfono de Kagome, que seguramente se había caído de su bolsa durante la despedida. Sin dudarlo, dejé las compras en el asiento trasero y me dirigí de nuevo hacia su departamento. Conociéndola, es probable que ni siquiera se haya dado cuenta de que lo dejó atrás.

Cuando llegué, subí de inmediato por el elevador, y al abrirse las puertas, pude escuchar los gritos de Kagome

-NO, -la puerta de su departamento estaba abierta-. SUELTAME POR FAVOR. -Corrí y vi a Koga intentando abusar de ella. Sentí mi sangre herví y me lancé hacia él.

-MALDITO HIJO DE PERRA, SUÉLTALA. -Le di un fuerte golpe y logré aventarlo lejos de Kagome.

Corrí hasta él, lo levanté por la camisa y comencé a golpearlo. La furia y el odio se habían apoderado de mí, solo pensaba en acabar con él por haberse atrevido a tocarla; Koga no respondió ninguno de mis golpes, por el contrario, solamente sonreía como si de una broma se tratara.

-INUYASHA -Los gritos de Kagome me regresaron a la realidad. Estaba llorando desesperadamente- DÉJALO -En ese instante giré para verla.

Me dolió verla tan asustada, tan vulnerable, con la ropa desagarrada, y aún en su estado me pedía que lo dejara en paz. Estaba a punto de soltarlo cuando vi sangre en los labios de Kagome y su mejilla roja, el maldito la había golpeado. La poca cordura que había en mí desapareció, solo tenía ganas de acabar con él de una buena vez.

-LO VOY A MATAR KAGOME. -grité y volví a golpearlo con más fuerza

-NO VALE LA PENA INUYASHA -Sentí el cuerpo de Kagome pegarse a mi espalda y sus brazos rodearon mi cintura. Estaba temblando-. Por favor. -Suplicó con la voz entrecortada

En ese momento, Musso entró con otros dos guardias, seguramente escucharon el escándalo. Agarraron a Koga y antes de salir, el muy imbécil amenazó a Kagome.

-Algún día serás mía, Kagome -Dijo antes de desaparecer con los guardias de seguridad.

Kagome cayó al suelo, intentaba cubrirse con los pedazos de tela de su vestido, se abrazó a si misma mientras lloraba con fuerza. En ese instante me arrepentí de no haber bajado con ella, de haberla dejado sola a la merced de ese tipo. Si tan solo la hubiera acompañado, no habría vivido este momento tan doloroso. Me arrodillé frente a ella, la abracé con fuerza aferrándola a mi cuerpo y acaricié su espalda tratando de reconfortarla, algo que sabía que sería imposible en ese momento.

-Llora Kag, desahógate -dije abrazándola con más fuerza- Ya estoy contigo mi pequeña

-Inuyasha, te juro que yo no lo dejé entrar. -dijo entre sollozos

-No me tienes que jurar nada

Kagome se aferró a mí con fuerza, y aunque sus lágrimas seguían cayendo, sentí que su temblor empezaba a disminuir. La sostuve con cariño mientras sus sollozos se fueron calmando poco a poco.

-Koga… -suspiró- él estaba en el antro

-Lo sé, ahora estoy más que seguro. -La ayudé a ponerse de pie.

Con cuidado, la llevé a su habitación para que se recostara un rato, mientras tomé una maleta que estaba entre su armario, la coloqué en su cama y comencé a guardar en ella su ropa. Kagome me vio con el ceño fruncido sin comprender lo que estaba haciendo.

-Inuyasha, ¿qué haces?

-Ya no puedes seguir viviendo aquí, Kag. -dije mientras seguía guardando sus cosas- Por ahora solo nos llevaremos esto. Mañana con más calma vendremos por lo demás.

-Espera, -se sentó a la orilla de la cama- ¿qué es lo que estás diciendo?

-Que a partir de hoy te irás a vivir conmigo. -dije determinantemente. Kagome me miró con sorpresa- Me hubiera gustado proponértelo de otra forma, pero esto cambia las cosas. No puedes seguir aquí.

El silencio incómodo se apoderó de la habitación. Kagome me miraba con una mezcla de sorpresa y confusión, y yo intentaba explicarle la situación de la manera más delicada posible.

-Inuyasha, no puedes simplemente llevarme contigo así porque sí. ¿Y qué pasa con mi departamento, mis cosas, mi vida?

-Yo me encargaré de todo, Kag. No puedes quedarte aquí después de lo que pasó. -Me senté a su lado y tomé sus manos.- No te preocupes, pequeña, cuidaré de ti.

Kagome asimilaba lentamente mis palabras, pero aún parecía dudosa.

-Inuyasha, no quiero ser una carga para ti.

-No lo eres, Kagome. Solo quiero protegerte. -Me miró a los ojos, asintió y se aferró fuertemente a mí.

-Gracias, Inuyasha. Si no hubieras llegado…

-Shhh -la interrumpí acariciando su labio roto mientras ella hacía una mueca de dolor- No vale la pena recordarlo, Kag. -Besé su frente

Terminé de empacar sus cosas, asegurándome de llevar lo esencial. La ayudé a cambiarse de ropa y salimos del lugar hacia mi auto. Sabía que, a partir de este momento, nuestras vidas darían un giro importante, pero estaba decidido a estar ahí para Kagome en cada paso del camino.

En algunos momentos, los sollozos apagados de Kagome resonaban en el interior del auto, como una triste melodía que acompañaba el peso de lo ocurrido. Al llegar, noté cierta serenidad en su semblante, pero sabía que la tormenta emocional persistía en su interior. La guie hasta mi habitación y dejé su maleta a un lado de la cama.

-Aquí tienes una toalla. Imagino que querrás tomar un baño para relajarte. - Le entregué la toalla y continué - Estaré en la cocina preparándote un té. Tómate el tiempo que necesites.

Mientras Kagome se dirigía al baño, me encaminé a la cocina para preparar una taza reconfortante de té. Elegí cuidadosamente una mezcla relajante que pudiera ayudar a disipar la tensión que la envolvía. Mientras esperaba, mi mente repasaba la serie de eventos que nos habían llevado a este punto, y sentí un fuerte deseo de brindarle consuelo y seguridad a Kagome.

Me acerqué silenciosamente a la habitación, llevando consigo la taza de té caliente. Al entrar, encontré a Kagome recostada en la cama, sumida en un llanto silencioso. Coloqué la taza sobre la cómoda y me recosté a su lado.

-Pequeña -susurré, envolviéndola en un abrazo reconfortante-. Todo está bien ahora, estás conmigo.

-Inuyasha. -giró hacia mí y se aferró con fuerza, buscando consuelo-. Solo abrázame.

La abracé con más fuerza, sintiendo la necesidad de ofrecerle la seguridad y la calidez que anhelaba en ese momento. No eran necesarias las palabras; solo estar allí para ella era suficiente. Entre el silencio roto por sus sollozos, compartimos un abrazo que trascendía las palabras y se convertía en un refugio ante las tormentas emocionales. Sería una noche larga para Kagome.