Nada de Katekyo Hitman Reborn o Harry Potter me pertenece, solo la historia y uno que otro agregado que aparecerán más adelante en la historia.


Overconfidence Effect

Capítulo 14 - Haru

-... otra vez, qué pena. - Has de cuenta que no oyes nada, has de cuenta que no oyes nada…

- Oh ya olvidalo, no es ninguna novedad. - Sin pausa alguna: - ¿Viste la revista qué salió ayer?, te juro que Keisuke está cada vez más guapo…

Sin pensarlo dos veces, salió por la puerta más cercana y le dijo adiós a la escuela hasta mañana. Nadie apreciaba sus disfraces o sus intentos, y tan bien que le había salido su último disfraz, ¡le puso hasta luces!, ¿acaso nadie sabía lo difícil que era eso?

Bueno, era hora de ir a buscar más material. Y torta. Si, un trozo o dos le alegraría la semana.

••••••

- ¡Haru les dijo que la dejaran en paz desu! - En serio, llevaba rato pidiendo que la dejaran en paz, pero no.

Justo lo que le faltaba, acosadores que no tenían nada mejor que hacer, ¡ni siquiera tenía nada valioso en el bolso!, ¡solo un par de-¿eh?

- ¡HIII! - ¿Y ahora qué hacía?, ¡¿qué demonios hacía?!

No sabía nadar, nunca aprendió a nadar, ¿y quién demonios lanza a una dama por un puente por todos los cielos?, no era- ¡HIIIIIII!

••••••

-... bien? - Oyó muy cerca, y al mismo tiempo muy lejos. - Hey, ¿me estás…?

Algo la sacudió mucho de un momento a otro, y gracias a eso abrió los ojos para ver qué rayos estaba molestando tanto solo para toparse con un par de ojos chocolate que la miraban con preocupación. Otra sacudida, una más fuerte, y antes de verlo venir estaba escupiendo agua y viendo un muro, alguien tratando de ayudar dándole palmaditas inciertas en la espalda.

Grandes ojos caramelo la saludaron minutos después, una vez que se sentía lo suficientemente bien como para moverse un poco y mirar.

Tenía una chaqueta encima que no era de ella, estaba en pasto y su acompañante estaba empapado de pies a cabeza, un bolso pequeño a su lado que no daba mucha información.

- ¿Estás bien? - Incierto, temeroso, y su acompañante se alejó un tanto, como si temiera alguna clase de malentendido.

Fue en este punto que se dio cuenta que era un chico, y de que estaba empapado porque ella también lo estaba. Y estaba allí porque había ido a rescatarla, ¿por qué estaría allí de otra forma?

- Arigato… - Era… era un chico lindo, ahora que lo veía bien.

- ¿Seguro que estás bien? - La única razón por la que el chico no le tocó la frente fue por temor a incomodarla. Hizo el intento y luego bajó la mano mucho más rápido de lo que la subió. - El 911 sabrá que… - Del mismo modo que inicio se apagó, su vista yendo a algo entre el pasto que lo desinfló visiblemente.

Un teléfono. Un teléfono nuevo. Un teléfono que estaba tan empapado como ellos.

- Gracias. - La salvó. La salvó.

¿Por qué otra razón estaría empapado de los pies a la cabeza y tendría sus… pertenencias, porque el teléfono tenía que ser de él, en el mismo estado?

- ¿Eh? - La vista del chico volvió a ella, pestañeando un par de veces en pura confusión. - N-No, no es necesario… - Intentó negar con las manos e incluso sus mejillas comenzaron a tomar color.

Antes de verlo venir estaba enfrente de él, sus manos apresando las ajenas y a escasos milímetros de su cara solo para decir:

- Muchas gracias por salvar a Haru, desu.

Nadie le había pedido nada. Eran completos extraños. Y aquí estaba. Podría haberla sacado del agua y haberla dejado con alguien e irse, o simplemente irse.

Esas mejillas enrojecieron horriblemente junto con el resto de la cara, y lo que siguió fue completamente inesperado:

- ¡Hhhhiiiiiiieeeeeeeee!

••••••

- Haru te dará otro desu. - De todas las cosas, el chico estaba más preocupado por ese teléfono que por verse mojado.

El chico staba estornudando, la brisa no lo estaba ayudando y francamente ella no sabía cómo alguien podía estar tan nervioso. Ya más que le había asegurado que no estaba molesta ni que le iba a hacer nada. Toda la ropa seca, que no era mucha, había terminado en sus manos a insistencia del chico. No es que hiciera mucha diferencia, pero viéndolo estornudar cada rato… Tenía dudas.

- N-No, está bien. - Antes de que pudiera contratar e insistir que era lo menos que podía hacer, el chico la tomó de la mano y jalo.

A dónde sea que iban era urgente, y no se atrevía a preguntar porque hasta ahora el chico había sido muy bueno con ella, dudaba mucho que fuera a hacerle algo malo ahora. Lo hubiera hecho cuando estaba inconsciente, ¿no?

Hizo una doble toma al ver que se dirigían a un restaurante de todas las cosas, y de verdad era allí porque el chico ignoró por completo el cartel que decía "cerrado" y entró como si nada, ella justo detrás.

Por el aspecto de la tienda, no tenía mucho de haber cerrado. Un hombre de mediana edad estaba limpiando con desánimo una de las mesas. Ante el sonido de la campanilla, esa actividad fue dejada y por obvias razones:

- Está cerrado, ¿acaso no saben…? - Debía de verse como ratas mojadas solo por como el señor se les quedó mirando. Un estornudo fuerte fue lo que hizo mover las cosas, por así decirlo. - ¿Qué les pasó?, a ver, tengo unas toallas por aquí…

Más rápido de lo que se hubiera esperado estaba en ropa limpia, aunque no de dama, seca y bebiendo un té caliente. Desde donde estaba podía oír perfectamente los "regaños" de un señor que, al igual que ella, estaba preocupando por un chico qué aún ahora estaba estornudando. Hablando del chico, aún estaba mojado, pero esta vez era el agua caliente de una ducha.

-... dicho desde el principio. - A diferencia de ella, el señor estaba siendo más firme con el chico que ella.

Aparte del género, estaba casi segura que era porque el chico estaba más mojado que ella cuándo llegaron aquí y los estornudos no estaban ayudando a la paz mental del señor.

Y solo Dios sabrá que habría visto el señor que ella no vio, cuando estaban en la ducha incluso si fue por un momento. Algo había cambiado en ese señor y no sabría qué. Puso sushi a calentar. Sushi. Y una vez que pasó lo que sea que pasó, el señor no se dejó decir no.

- Ahora, ¿se puede saber qué andaban haciendo ustedes dos? - Como un gato mojado que recién lo secaron con una toalla, el chico le dio mala cara al hombre que lo había forzado a recibir ese secado.

- Unos ladrones se metieron con Hari desu. - Para no decir otra cosa peor. - Haru terminó en el río. Haru creyó que se iba a ahogar, desu. - La experiencia fue horrible. No se lo recomendaba a nadie.

- Qué. - Al menos alguien estaba tan indignado como ella. Gracias.

- Haru despertó gracias a él. - Y de pasó: - Y Haru no sabe su nombre, desu. - Ya se estaba cansando de decirle solo chico en su cabeza.

Ambos hombres pestañearon antes de que el más viejo se recuperara y le dijera al más joven:

- Uno pensaría que eso sería una de las primeras cosas que harías chico. - No le veía la gracia, de verdad que no.

- ¿No? - Ante esta visible confusión, cualquier diversión se esfumó. - No es importante. - Solo por su expresión, de verdad creía tal cosa. - Tsubasa, un placer. - Agregó ya como una cortesía, llevándose una mano al cuello en señal de nerviosismo antes de estornudar un par de veces.

- Ven aquí. - Un par de leves empujones y pronto el recién presentado estaba en un rincón, con mantas y un té caliente en manos que no deseaba tomar. - ¿Supongo que entraron aquí para pedir ayuda?, hay lugares más cercanos si vienen del río. - Unos cuantos, pero…

Miro de reojo a Tsubasa, y no fue decepcionada:

- Una corazonada. - Parecía una verdad.

Tsubasa había tenido el sitio en mente. Nunca dudo.

••••••

- ¡Hhiiieeee! - A pesar del susto y de la incomodidad, Tsubasa no le negó.

- No se va a ir, y te va a pegar el resfriado muchachita. - Le sacó la lengua al anciano y besó a Tsubasa de la mejilla, ignorando todo el nerviosismo y los leves intentos de apartarse de ella.

- Haru trajo torta~ - Canturreo, finalmente dejándolo en paz. - ¿Tsubasa-san quiere torta, desu? - Qué dijera que si, un verdadero sí.

Ya no sabía con que animarlo. Andaba medio decaído, todo por un teléfono. No ayudaba que el anciano no lo dejaba ir, y ella en su lugar tampoco lo haría. Tenía fiebre alta. Y vómito.

Era un resfriado bastante agresivo tomando en cuenta lo que pasó y de dónde se originó.

- ¿De chocolate? - Hizo una doble toma ante el extraño y repentino ánimo.

- ¡Con fresas y crema! - Con que le gustaba el chocolate, ¿eh?

- Después de almorzar, no hice sushi para nada jovencitos. - Tsubasa saltó levemente en el sitio porque fueron apuntados por un cuchillo de cocina sin ver. - Y más vale que no dejes nada está vez, hice el que más te gusta por eso mismo. Ni una excusa, eres puro hueso y piel como es. - Todo eso sin mirar, y ante el sonrojó avergonzado de Tsubasa, quién estaba mirando a cualquier lado menos a ellos ahora, algo tenía de verdad la acusación.

Tomando en cuenta que Tsubasa no quería realmente los dulces que le traía, tal vez…

Toda la preocupación de Tsubasa parecía estar en un teléfono que, por más que intentaban revivirlo, estaba listo para ser sepultado o llevado a un técnico especialista en teléfonos nadadores. Aún tenía que conseguirle uno, pero cada vez que quería ver el modelo Tsubasa la detenía y le decía que no hacía falta. ¿Así como uno hacía algo?, ¿hmm?

- Chocolate, ¿uh? - Tsubasa no la miró, solo se sonrojó más si era posible.

Su debilidad. Ya la tenía. ¡Perfecto!

••••••

-... pero…

- Sin peros jovencito, ahora siéntese. - Un cuchillo señalando una banca, y un chico que se sentó con un puchero.

A eso fue que llegó, justo a tiempo para ver a Tsubasa llevarse un rollo de sushi a la boca y masticar con desánimo antes de que fuera golpeado levemente en la cabeza en regaño. Esto ya había pasado varias veces porque no había sorpresa por parte de ninguno, ni de los clientes.

Aún ahora los clientes los miraban, específicamente al anciano, como si estuvieran viendo algo tanto triste como asombroso.

- ¿Al menos puedo ayudar en algo? - Una queja, una queja en toda regla. - Casi nadie viene a pedir aquí, tienes meseros. - Buen punto. Muy buen punto.

- ¡Tsubasa-san! - Como no la habían notado no sabía.

- Anda ya, tu novia está aquí. - Una leve risa.

- ¿Mi que? - El chillido hubiera sido divertido en otras circunstancias. - ¡No somos novios! - Gracias a Dios nadie le creía eso, por más verdad que fuera.

- Solo devuelvelo en una pieza, y no vayan lejos, ¿me están oyendo?

- Hai~

Negaciones o no, quejas o no, Tsubasa en verdad no le negaba o daba verdadera pelea. No parecía molestarle la atención, solo lo incómodaba.

¿Cuándo volvería a encontrar a otro chico tan lindo como Tsubasa?, era el único que en lugar de decirle rara solo le decía que fuera feliz. Era la única persona que no se reía de ella, sino que le preguntaba de dónde venía la idea, que planeaba hacer y más.

Era… extraño.

Pero era encantador.

Por no hablar de que la había salvado, a costa de su propia salud porque aún tenía tos aquí y allá. Ya estaba mejor, afortunadamente. De otra forma el señor Tsuyoshi no le dejaría hacer nada de nada.

- ¡Hey! - La queja unificada a ese chillido fue imaginario. Nadie lo oyó.

- Haru encontró un puesto de chocolate caliente con malvaviscos desu~ - Tal vez así tendría mejor cara ante una pequeña salida.

Y si seguía insistiendo que no hacía falta que le consiguiera un teléfono iba a llegar con uno y punto. A ver si así se le ocurría decirle que no.

- ¿Hay un puesto de chocolate caliente con malvaviscos? - Bien podría haberse oido el "¿desde cuando?"

Eh, técnicamente ni siquiera era un puesto. Iban a una linda tienda. No podía vivir sin sus tortas, y Tsubasa no podía vivir sin chocolate. ¡Era perfecto!