Aclaración: La historia original pertenece a la maravillosa NightBloomingPeony, yo solo la traduzco con su permiso. Los personajes son de Stephenie Meyer.

Thanks Bianca for allowing me to translate it.

Nota: contiene escenas sexuales, por ellos es clasificación M.


The Devil Next Door

Capítulo 4. Avenge

POV Edward

Estaba completa e irremediablemente jodido.

Nunca había planeado que esto sucediera. Diablos, ni siquiera había previsto la posibilidad.

Mi existencia había sido tan sencilla hasta hacía poco. Apenas me había cuestionado su aburrido y repetitivo fluir. Yo era Edward Masen, el vampiro centenario que no tenía ni idea de quién era su creador. Edward Masen, el hombre que viajaba de una ciudad a otra constantemente, con el único propósito de cazar gente vil, robarles y deshacerse de las pruebas una vez cometido el acto. Edward Masen, el hombre que no recordaba nada de su vida humana.

No Edward Masen, jodidamente enamorado de Isabella Swan.

No, enamorado habría sido mejor. Porque la gente se desenamoraba todo el tiempo. El amor era un asunto peligroso, y muy frágil. Yo no lo había sentido, sólo lo había presenciado desde lejos, a través de la ventana de la mente de las personas. Jugaba con las sinapsis de sus blandos cerebros de tal manera que parecía ridículo. Por supuesto, Tanya habría argumentado que lo que ella y yo tuvimos hace una década podría clasificarse como amor. Por desgracia, para mí había sido un reto especialmente molesto, pero necesario.

Las pocas personas que me conocían siempre me acusaban de ser demasiado tenso. Demasiado severo. Demasiado rígido. Y todos ellos, sin falta, me sugerían gratuitamente que necesitaba echar un polvo, aunque sólo fuera para relajarme un poco. Y ahí fue donde Tanya entró en juego. El único problema era que, incluso después de nuestra aventura de meses, nada había cambiado en ese sentido, si es que aquellos conocidos tenían razón. Resultó que el sexo no era la clave para cambiar las tendencias rígidas de uno.

No me lo echó en cara cuando le dije que no sentía nada profundo por ella, al menos por fuera. Porque por dentro ya me estaba maldiciendo de cien maneras diferentes, convencido de que ambos estábamos perdiendo la oportunidad de amar de verdad. De todos modos, yo creía que no existía tal cosa, pero entonces no había conocido a Bella.

Porque lo que esta frágil y tentadora humana había despertado en mí era mucho más aterrador que enamorarme. Despertó en mí la segunda necesidad más ardiente que puede tener un vampiro, aparte de la sangre: la necesidad de una compañera. Había oído historias antes, por supuesto, pero apenas se comparaban con experimentar la sensación de primera mano. No me di cuenta de que era algo más que una mujer a la que ansiaba poseer cuando me siguió en la noche. Ni cuando se lo reproché. Ni cuando la tomé como un demonio. Ni cuando casi cedí ante el anhelo de drenarla de toda esa sangre perfecta. Ni siquiera cuando decidí marcharme, para mantenerla lo más lejos posible de mi sed y mis afilados dientes.

No, sólo me di cuenta cuando estaba lejos de Port Angeles y sólo pensaba en ella. Cómo sus ojos parecían tan cálidos, contando historias que su mente misteriosamente silenciosa no podía. Qué tentadores eran sus labios. Cuánto me gustaba oírla decir ―y gemir, y gritar― mi nombre. Lo divertida que había sido la bromita que hizo justo antes de dormirse. Lo frágil que era en realidad y, concretamente, cómo nadie la protegía adecuadamente del duro mundo que la rodeaba. Había mentirosos, psicópatas, asesinos y violadores ahí fuera, y su sentido de la conservación era, como mínimo, cuestionable. Yo podía protegerla. Resultaba terriblemente irónico, teniendo en cuenta que yo también era la mayor amenaza para su especie, pero era extrañamente cierto.

Pero, ¿por qué ella? ¿Por qué, de entre todas las personas, una humana tenía que ser la que desencadenara mi deseo más primario?

Intenté ignorar el nuevo anhelo, al principio. Pero no podía ignorarlo cuando mi propio ser parecía haber sido reprogramado para preocuparse únicamente por la humana quebradiza que había dejado atrás. No había paz para mi mente, ni siquiera cuando cazaba. Así que, naturalmente, cambié un poco mi estilo de vida: si antes sólo iba a pubs y discotecas a cazar, ahora lo hacía a diario, sólo para tener la oportunidad de estar rodeado de tantos pensamientos que ahogaran los míos. Apenas funcionaba, pero era mejor que estar solo.

Al principio, intenté ignorar el nuevo anhelo. Pero no podía ignorarlo cuando mi propio ser parecía haber sido reprogramado para preocuparse únicamente por la frágil humana que había dejado atrás. No había paz para mi mente, ni siquiera cuando cazaba. Así que, naturalmente, cambié un poco mi estilo de vida: si antes sólo iba a pubs y discotecas a cazar, ahora lo hacía a diario, sólo para tener la oportunidad de estar rodeado de tantos pensamientos que ahogaran los míos. Apenas funcionaba, pero era mejor que estar solo.

Cuando llegué, la ciudad ya estaba cubierta de nieve. Tanya llegó, como era de esperar, elegantemente tarde, y yo la esperé en un pub demasiado sucio para atraer a suficiente gente. Este lugar parecía no tener ni pies ni cabeza: sus paredes de ladrillo desnudo contrastaban con el parqué de plástico barato, la música estaba lo bastante alta como para dificultar las conversaciones humanas, pero no lo suficiente como para superar el sonido del único televisor que dominaba la pared frente a mí. Entre las repetitivas canciones de Abba y las noticias sobre los últimos accidentes de coche que se entremezclaban, no pude evitar preguntarme por qué este lugar tenía clientes.

Tenía una cerveza delante de mí a modo de apoyo, y aunque su olor a malta resultaba extraño para mis sentidos, supuse que también lo habría sido para los humanos, sobre todo si estudiaban el líquido dorado y descubrían las pequeñas motas negras inidentificables que flotaban en él.

Tanya me hizo esperar una hora, pero no podía culparla. Si ese era el precio que tenía que pagar por haberme portado como un imbécil con ella diez años atrás, que así fuera. Cuando apareció, todos los ojos se volvieron hacia ella. Llevaba un vestido tan ajustado que parecía que sus curvas iban a salirse de él en cualquier momento, y sólo llevaba una chaqueta de cuero para protegerse de la nieve. Era guapa, supongo. Un tipo convencional de belleza, pero aún así contaba. Sin embargo, mientras observaba sus rizos rubios como fresas moviéndose arriba y abajo mientras se acercaba a mi mesa, sólo podía pensar en mechones caoba y ojos chocolate.

―Hola, forastero ―me dijo.

―Hola, Tanya.

Pude ver su lucha interior en cuanto a qué hacer a continuación, así que le quité el peso de encima y fui primero a abrazarla. No me pasó desapercibido el hecho de que mi olor parecía despertar algo en ella. Sus ojos, ya oscuros, parecían haberse vuelto completamente negros cuando la solté y la invité a tomar asiento.

―Casi me hiciste creer que habías muerto durante unos años ―añadió. "Hasta que Peter me dijo que le iba bastante bien solo, al menos. Uf, necesito concentrarme".

―Mis disculpas.

Puso los ojos en blanco, pero al mismo tiempo se quitó la chaqueta y sacó pecho. Sabía que yo podía oír sus intenciones, pero en realidad no le importaba.

―De todos modos, no podía decir «no» cuando me llamaste. Después de todo, somos amigos, ¿no?

Tanya levantó una ceja y se pasó la lengua por el labio inferior, y supe que era su jugada. Tal vez en otra vida, habría caído voluntariamente en sus redes. Pero ahora mismo, nada en ella, ni en ninguna otra mujer que no fuera Bella, ―en realidad― me invitaba a entrar.

―Claro que sí ―respondí―. Por eso llamé. Necesitaba una cara amiga.

"Veremos si es sólo eso. Ese jersey resalta mucho sus músculos. No me importaría verle sin él".

Ignorando su cerebro, intenté centrarme en otra cosa, como el borracho del bar, que murmuraba cosas sin sentido para sí mismo.

―Así que de repente necesitas amigos. ¿Por qué?

Me encogí de hombros.

―La eternidad a veces se vuelve solitaria.

―No si sabes divertirte ―me guiñó un ojo, gesto al que siguió inmediatamente una retahíla de flashbacks indecentes protagonizados por sus conquistas.

―Cada uno a lo suyo.

―No me digas que vuelves a vivir la vida célibe.

―Bueno… sí y no.

La vida célibe no podía implicar lo que ocurrió entre Bella y yo la última noche que la vi. Me aferré a esos recuerdos con rapacidad: cómo ella había estado más que ansiosa por dejarme llevar la iniciativa, cómo seguía queriendo más y más y más, cómo nunca estuvo ni siquiera cerca de pronunciar su palabra de seguridad…

Las cosas que habría hecho sólo para poseerla de nuevo.

―Eso suena críptico, pero no me sorprende.

―Cuéntame lo que has estado haciendo ―ofrecí, en un intento de cambiar la conversación hacia una nueva dirección.

Y por suerte para mí, hablar de sí misma era uno de los muchos pasatiempos de Tanya. No tenía las historias más interesantes, pero me sacaban de mis casillas. Escuché sus historias con paciencia, prestándoles toda la atención de que fui capaz. La mayor parte del tiempo había estado ocupada haciendo las mismas cosas: discutiendo con sus hermanas, saliendo de fiesta y acostándose con hombres humanos y cuando tenía sed bebiendo de ellos hasta que ya no respiraban.

Una cosa destacaba en medio de todo lo demás. Me habló de un clan con residencia permanente en el noroeste del Pacífico. Los conoció de pasada, sólo para descubrir que subsistían a base de sangre animal. Ambos nos reímos de esta anomalía, y la idea en sí sólo sirvió para avivar el ardor en nuestras gargantas.

Cuando inspiré profundamente, de repente fui más consciente de la dulzura que flotaba en el aire. Tanya me lanzó una mirada significativa, mi postura repentinamente tensa me delató.

―¿Cuándo comiste bien por última vez? ―preguntó.

―Hace cinco días. Puedo aguantar más, pero con toda esta charla sobre esos monstruos de Washington…

"Lo sé, a mí también me dio sed. Aunque podría compartir".

Sonreí ante la promesa oculta en su voz.

―Tenemos métodos bastante diferentes ―respondí, segundos después―. Así que quizá no sea la idea más sabia.

―Oh, yo te dejaría mirar ―me guiñó un ojo, bombardeándome intencionadamente con una retahíla de imágenes de ella bebiendo de sus parejas justo después de alcanzar el clímax.

―Soy muchas cosas, pero no un voyerista.

―Eres demasiado joven para estar completamente seguro.

―He vivido más de un siglo, yo no me llamaría joven ―contraataqué.

―Sin embargo, en el fondo sigues teniendo veinte años.

Suspiré, sin decir nada más.

"Así que eso significa que no hay posibilidad de nada más esta noche. No es que quisiera más. Aunque…. no me importaría exactamente".

―Tanya ―interrumpí sus pensamientos―. No te he llamado para eso.

―Obviamente ―se rió.

―Ese capítulo está cerrado. Sabes que somos amigos.

―Lo dejaste jodidamente claro.

Nos sentamos en silencio durante un rato, y rápidamente me encontré tratando de concentrarme en otra cosa. La televisión parecía la opción más fácil, así que la elegí. Con los ojos clavados en la pantalla, escuché a la presentadora de las noticias. Hablaba de unas protestas poco pacíficas que estaban teniendo lugar en Los Ángeles. Miré atentamente, sabiendo que si mi inmersión se rompía, estaba más que perdido. Había hecho un trabajo bastante decente al no pensar en ella. Habría sido una pena hacerlo ahora.

Las noticias cambiaron a algo sobre un crimen pasional. Un hombre había matado a su mujer durante un episodio psicótico después de enterarse de que había llevado galletas a su nuevo vecino. Y la cara del maldito cobarde estaba borrosa, por supuesto. La cárcel era un destino demasiado amable para un monstruo como él. Tenía las manos cerradas en apretados puños cuando la presentadora de las noticias empezó a hablar de nuevo, esta vez sobre lo que describió como «un caso de lo más peculiar».

Al parecer, el intento de violación de un hombre había salido terriblemente mal cuando su víctima le dio una patada en los huevos con tanta fuerza que había conseguido romperle uno de los testículos. El hombre se encuentra ingresado en un hospital de Siracusa, donde ocurrió todo. En cuanto a su víctima, aparecía en la pantalla, de espaldas a la cámara, hablando con un periodista.

Se me encogió el corazón cuando vi su pelo. Y cuando abrió la boca para responder a la primera pregunta, sentí como si hubiera muerto por segunda vez.

―Carajo ―logré decir, mirando y escuchando con incredulidad.

―¿Qué es eso? ―murmuró Tanya.

―Cállate un segundo, por favor.

"Grosero."

¿Qué posibilidades había de que ocurriera algo así? Una entre un millón parecía demasiado generosa.

No, esa no podía ser Bella. Se suponía que debía estar en Port Angeles, preparándose para las vacaciones de invierno, en ningún lugar cerca de Siracusa. Se suponía que estaba en su casa, a salvo de estos depredadores. Sin embargo, era inconfundiblemente ella, porque podía reconocer ese brillo caoba y esa voz suave en cualquier parte. ¿Qué demonios hacía tan lejos de su casa? ¿Qué había cambiado tras mi marcha?

La noticia terminó demasiado rápido, dejándome completamente desconcertado, con más preguntas que respuestas. Una pequeña parte de mí sintió alivio porque, de algún modo, ella estaba bien. Pero la mayor parte estaba preocupada por si volvía a ocurrir. No podía permitir que volviera a ocurrir. A nadie, pero especialmente a ella. Ni siquiera pensé cuando empecé a hablar de nuevo.

―Necesito irme. Ahora mismo.

―¿Qué? Sólo ha pasado una hora, no seas ridículo.

―Te lo compensaré en otro momento, es urgente.

Tanya frunció el ceño, su enfado visible y claro. Me puse la chaqueta y me apresuré a entregarle el dinero de lo que ambos habíamos pedido.

―Lo siento ―le dije―. De verdad.

Me fui acompañado por la decepción mental de Tanya, pero ahora mismo no importaba. Siracusa estaba a dos horas de Lake Placid. Tal vez incluso más rápido. Una vez que estuve lo suficientemente lejos de la civilización, empecé a correr, consciente de que tenía un propósito muy claro.

Encuentra a Bella.

Asegúrate de que esté a salvo.

Y mata al maldito bastardo que se atrevió a ponerle las manos encima.


Hola

Y Edward de vuelta a Bella, no puede negar que la necesita como su pareja, ¿qué creen que pase ahora? Aunque quiera alejarse de Bella no podrá, y ella... nop tampoco por lo que parece.

Gracias por sus comentarios a: lolitanabo, jacke94, mrs puff, EriCastelo, Car Cullen Stewart Pattinson, Anon1901, Pelu02, Sindey Uchiha Hale Malfoy, Mapi13, Lizzye Masen, Annalau y Cassandra Cantu. Gracias también a sus favoritos y alertas.

Me disculpo por el retraso, pero la vida no espera, y se junto actividad escolar de mi hija y trabajo por lo que se me complico actualizar el sábado, este próximo ya me estoy adelantando para que pueda traerles a tiempo el capítulo.

Espero sus comentarios del capítulo, son mi única paga, gracias por tomarse unos momentos más para dejarlo.

Saludos.

P.D. para adelantos en mi grupo de Facebook Fics IsisJanet, esta vez si habrá adelanto el miércoles y mañana en el grupo Elite.