Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.

Capítulo 8

Edward

No podía creer que me había vuelto un envidioso de mierda.

No hablaba de que no sintiera felicidad por Emmett y Rose, ellos tendrían un hijo. Lo cual sabía me daba gusto, me sentía alegre por ellos, porque simplemente no podía ser de otra manera.

Pero tampoco podía negar el deje de malestar que sentí al escuchar a Emmett decirme emocionado que será padre. Esa sensación que se instaló en mi pecho… Fue una especie de envidia.

Ahora no solo era un amargado resentido, sino envidioso.

Sacudí la cabeza de un lado a otro y me concentré en la carretera, sosteniendo con una mano el volante.

Bella me había llamado, me avisó que estaba en casa y los niños con ella.

Al fin había ocurrido un milagro, estuvieron en su horario normal de clases sin una sola llamada de atención, sin hacernos pasar otra vergüenza más.

Así que no sabía si relajarme y ponerme optimista o simplemente estar más atento por si algo nuevo venía. Y no hablaba de nada positivo.

Desde que llegaron a nuestras vidas no había encontrado un solo motivo para sentirme feliz. Al contrario, me habían quitado mucho, sin mencionar mi valioso tiempo con mi mujer.

Mi padre decía que no debía ser tan negativo. Que viera lo positivo por tenerlos conmigo, ¿lo positivo? Carlisle no entendía que estábamos viviendo un calvario por tenerlos en casa. Por ello le era fácil opinar.

Él desconocía que nuestra nueva casa quedaba tan lejos que debíamos conducir por más de cuarenta minutos para llegar a las oficinas. Que los restaurantes nos quedaban a una hora de distancia y que la escuela de ellos hacíamos más de una hora, dependiendo del tráfico.

Ahora llegaba a casa y no había paz, sino disturbios, quejas, gritos y regaños.

― Al fin llegas ―Bella me recibió con un fuerte abrazo.

Envolví mis brazos en su cintura y enterré mi rostro en su cuello, siempre llenándome de su delicioso aroma a flores. Con ansias de ella, besé sus labios.

― No empiecen.

Me separé de Bella al escuchar la voz de Rosalie. No había puesto la debida atención a que ella estaba sentada en el área de la cocina. Agitó su mano, tenía una sonrisa inocente en sus labios rojos.

― ¿Qué haces aquí? ―le pregunté.

No es que fuera molesto sino que era extraño que nos visitara tan tarde. Por lo regular sucedía cuando tenían trabajo o Emmett la acompañaba, lo cual ninguna de las dos cosas eran el caso.

― Vine a poner orden a tus hermanos ―respondió burlona.

Eché un vistazo en toda la estancia. No había rastros de ellos por ningún lado, sin contar el hecho del silencio sepulcral que había.

― ¿En dónde están? ―murmuré, buscando el rostro de mi mujer.

Atrapé sus mejillas y me sentí mejor al ver su sonrisa.

― Haciendo sus deberes escolares ―reveló―. Rose fue un poco severa, bueno, demasiado severa, muy estricta y pudo lograr que le hicieran caso.

Sorprendido y más que nada incrédulo miré a Rose. Ella se incorporó y se acercó a nosotros.

― Si necesitan de mi ayuda ―dijo― pueden llamarme a cualquier hora ―nos dio un guiño antes de soplar un beso y salir por la puerta principal.

― ¿Qué diablos hizo? ―Quise saber.

Bella cruzó los brazos bajo sus senos y con la barbilla me señaló hacia el estudio. No quise perder tiempo y caminé hacia ahí; la puerta abierta me permitió ver que los tres estaban sentados alrededor del escritorio haciendo tareas, cada uno parecía concentrado en las libretas.

― ¿Qué hizo? ―insistí, mirando a Bella.

Mi mujer tomó mi mano y me llevó con ella de nuevo a la sala de estar. Ahí me senté en el sofá, esperaba que me dijera la fórmula mágica para controlar a los niños. La hice sentarse en mi regazo.

― Rose les dijo que la trabajadora social ya tenía listas las nuevas casas de acogida a donde irían. Les inventó cada historia que me dio lastima que fuera tan cruel con ellos.

No sabía cómo sentirme. Quizá en el fondo me sentí indignado y con unas profundas ganas de defenderlos, de hablar con ellos y decirles que todo estaba bien. Que se quedarían con nosotros en casa.

Miré a Bella. Su semblante lucía sereno y luego de muchos días logré percibir tranquilidad en su mirada, ella estaba en paz y era lo único que importaba.

― Tal vez desde un principio debimos de ser más estrictos con ellos ―comenté―. Si a Rose le funcionó, quiere decir que es el único modo de que ellos puedan obedecernos.

― Conoces a Rose ―murmuró―. Sabes bien qué si yo soy impaciente y no mido mis palabras, ella es mil veces peor que yo y, con esto te digo por la forma en que se expresó con ellos, fue desalmada. Hubo un momento en que preferí intervenir para que los dejara en paz.

― Pero funcionó ―insistí, una de mis manos se deslizó a su cuello y hombro―. Seamos honestos, Bella, nosotros hemos fallado con ellos.

Asintió.

― Somos los adultos. Debemos ser más inteligentes y acotar a sus berrinches, no lo hemos hecho bien. Somos tan poco pacientes, que si ellos se enojan nosotros también. No estamos eligiendo el mejor camino ―meditó.

Exhalé. Comprendía y aceptaba que sus palabras eran ciertas. No podíamos continuar en el estira y afloja, no cuando era el cuento de nunca terminar. Necesitábamos soluciones y hacer cambios.

― ¿Qué propones? ―Pregunté.

La sonrisa de Bella fue extensa.

― Dialogar. Es la única manera de poder acercarnos y llegar a conocernos para nuestra propia paz.

― Ellos no aceptan dialogar, ni siquiera nos dan los buenos días, nena.

― Seamos más inteligentes que ellos, no les demos escapatoria, Edward.

― Bien, hagámoslo. Mas no sé si funcione.

Entrelazamos nuestros dedos.

Caminamos más confiados hasta el estudio, podía sentir la alegría de Bella al sostener con fuerza mi mano. Nos quedamos un momento sin decir nada, tan solo observando que ellos estaban haciendo sus tareas; fue cuando Benjamín se percató de nuestra presencia.

De forma torpe juntó sus libros y se puso de pie, dispuesto a huir. Sus hermanas no dudaron en repetir su acción al mirarnos.

― Nunca nos vamos a entender si siempre están huyendo ―articuló Bella mientras cerraba la puerta sin darles opción de escapar.

Me observó ceñuda. Estaba pidiendo mi intervención al ver que solo me quedaba callado.

Me aclaré la garganta.

No sabía por dónde empezar. Tal vez, siendo menos hostil y más agradable con ellos.

Me forcé a sonreír, aunque no fue tan fingido como creí.

En realidad no los conocía y debería de empezar por ser más empático.

Soltándome un poco, llevé las manos a los bolsillos de mi pantalón y los miré sin dejar de sonreír, estaba intentando ser el tipo más agradable.

― Lo que dijo Rose… ―dudé en decir― no ocurrirá.

Los tres seguían petrificados y con un miedo reflejado en sus miradas.

― Hablemos ―añadí.

― ¡No! ―Benjamín se negó y caminó hacia mí, enfrentándome. El miedo había desaparecido de sus ojos y ahora me veía con resentimiento―. No queremos estar aquí, ni contigo ni con ella ―señaló a Bella― no los queremos, así como tú tampoco querías a mi mamá.

Resoplé. ¿Qué saben ellos?

― ¡Esa mujer tampoco me quiso! Me despreció desde antes de nacer, así que no puedes opinar por situaciones que no sabes.

La mano de Bella descansaba en mi pecho.

― ¡Mentira! ―Gritó Benjamín―. ¡La abandonaste! La hiciste sufrir y por tu culpa tenía vicios.

Reí de nervios. De verdad estaba haciendo amago de la poca paciencia que tenía.

Le sostuve la mirada. Benjamín era un chico alto y tenía un carácter difícil, podía asegurar que era igual que yo.

― No voy a discutir ―dije―. No me interesa saber que mentiras dijo esa mujer de mí, lo único que te diré es que mi historia está en un maldito registro de adopción, dile a mi madre que te permita leerla y te darás cuenta quién demonios miente.

Benjamín seguía con su fiera mirada, no sabía si estaba procesando mis palabras o de plano no le importaban en absoluto. Entretanto Bree, consolaba a Olivia, la cargó en sus brazos y la abrazaba con fuerza mientras la arrullaba.

Bella se acercó y yo la seguí.

― ¿Qué le pasa? ―le preguntó.

Bree sacudió la cabeza y se negó a responder. Tan solo estaba calmando el llanto de Olivia.

Era la primera vez que la escuchaba llorar de forma tan desconsolada.

La niña seguía llorando entrecortadamente en los brazos de su hermana mayor, tenía las piernas y brazos aferrados al delgado cuerpo de Bree.

Benjamín también se acercó y fue que logró cargarla para ser él quién la arrullara.

― ¿Está enferma? ―Quise saber.

Rápidamente recordé las palabras de la trabajadora social. Olivia solía ponerse mal cuando discutían delante de ella.

― Oye… ―Bella amorosamente le habló, apenas tocando la pequeña espalda― Tranquila Olivia, todo está bien.

No pude resistir más, así que la quité de los brazos de Benjamín y la cargué. Fue un impulso extraño, pero a la vez reconfortante tenerla conmigo, la examiné de pies a cabeza mientras gruesas lágrimas rodaban por sus pómulos y su menudo cuerpo se seguía estremeciendo.

― Olivia, respira hondo ―me escuché decir― respira, por favor.

Sujeté su cara y ella tembló en mis brazos. ¡Por Dios! ¿Cómo podía tenerme miedo? Era incapaz de dañarla.

― Edward ―exhaló Bella― la niña no está bien, no para de temblar.

Froté mi mano en su espalda, de igual forma que había visto que Bella lo hizo, la arrullé.

Estaba entrando en pánico y por el semblante de mi mujer sabía que estaba en las mismas condiciones que yo.

― Vamos a un maldito hospital ―pronuncié, saliendo a toda prisa.


Dirán que los adultos actúan de manera inmadura, aquí todos están a la defensiva, pero vemos que Bella y Edward empezarán a cambiar su táctica para acercarse a los niños. Todo había estado saliendo mal debido a que los niños no les dan una sola oportunidad, ahora saben que Elizabeth les contaba otra historia a los niños y es por ello que no lo quieren. Les agradezco mucho sus favoritas, follows y reviews.

Aquí los nombres de quienes comentaron el capítulo anterior: Lizzye Masen, marisolpattinson, ALBANIDIA, Pepita GY, mrs puff, Rosemarie28, Daniela Masen, Cassandra Cantu, miop, Elizabeth Marie Cullen, Valeria Sinai Cullen, Dulce Carolina, Mapi13, Antonella Masen, Cary, Flor McCarty-Cullen, Maribel 1925, Andrea, patito feo, Ary Cullen 85, kasslpz, sandy56, The Vampire Goddess, catita 1999, Car Cullen Stewart Pattinson, Noriitha, Smedina, Jimena, Adriana Molina, Maryluna, saraipineda44, Lili Cullen-Swan, Adriu, Marce Ortiz, Diannita Robles, rociolujan, comentario Guest.

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