Qué tal, estimados lectores. El día de hoy les traigo algo diferente a lo habitual, una historia de terror turbio que me llegó a la cabeza hace mucho tiempo, involucrando a las hermanas Berlitz.

Queda de más advertir que esta historia tocara temas muy fuertes, por lo que ténganlo en consideración. Sin más, espero les guste.

Disclaimer: Todos los personajes le pertenecen a sus autores.
Warning: Cuento +18, tramas de abuso e incesto, se recomienda la discreción del espectador


La sonrisa de Moon

Parte I: Platinum Berlitz.

Platinum se apresuró a encender la bengala en el pastel de su hermana. De inmediato la pólvora quemada dio pasó a un espectáculo de luces secundado por el canto jovial de los seres queridos de Moon, deseándole feliz cumpleaños. Cuando el fuego se apagó, todo el mundo aplaudió con alegría mientras Moon intentaba pasar la pequeña vergüenza previa a probar su pastel de avellana.

—¡Muchas felicidades, hermana! —dijo Platinum, abrazándola y dándole un beso en la mejilla.

—Gra-gracias —respondió Moon, avergonzada.

Luego de la obligatoria ceremonia, Moon comenzó a partir su pastel numero dieciocho, junto a su madre y hermana, y empezaron a repartirlo entre los invitados. Con su pastel en mano, Platinum fue a su mesa donde Diamond y Pearl le esperaban, disfrutando del pastel que el chico glotón había elaborado.

—Realmente te luciste con el pastel de este año —confesó Pearl con una sonrisa.

—Dices eso todos los años —agregó Platinum.

—No quita que sea verdad —recalcó Pearl.

—Tienes razón, muchas gracias, Dia.

—No tienes que agradecer, amo hacer pasteles, más para estos eventos especiales —admitió el glotón, limpiándose los labios—. Espero le guste.

Platinum se giró para ver a Moon, la chica disfrutaba de su pastel con una gran sonrisa, provocando otra en el rostro de su hermana. Sun estaba al lado suyo, comiendo de igual forma aquel delicioso postre.

—Creo que si le gusta —respondió Platinum, volviendo a ver a sus amigos.

Los cumpleaños de las Berlitz resultaban ser muy familiares. Una comida en el patio de la mansión junto a los seres queridos, intentando ser lo más unidos posible. Moon se había perdido varios cumpleaños en Alola, pero el más importante por supuesto que lo pasaría en su casa.

—Saben, aún recuerdo a Moon pequeña, cuando intentamos hacerla reír con uno de nuestros actos y ella pasó una hora criticando el show —el rubio se llevó la mano a la barbilla y comenzó a mirar al cielo.

—No puedes culparla, nuestro show pasaban por decadencia —reconoció Dia, terminando su pastel—. Al menos antes de la primera revolución de la señorita.

—La segunda, la primera fue cuando viajamos —reconoció Platinum con orgullo—. Pero si, ha pasado mucho tiempo.

El trio comenzó a reír al recordar los viejos tiempos. Diamond y Pearl había ayudado a Platinum a cuidar de Moon en varias instancias. Luego de volver de su viaje, la niña era muy imperativa y necesitaba supervisión de los tres para que no causara otro desastre biológico en el laboratorio, al menos antes de que fuera a Alola y conociera a Sun, momento en el cual fue más independiente.

Los tres amigos continuaron conversando mientras la música seguía sonando y el sol comenzaba a ocultarse. Aunque le divertía estar con ellos, Platinum le gustaba observar cómo era que su hermana se la pasaba.

Su vestido morado se encontraba pulcro a pesar de tener algunos accidentes con el pastel y el agua, pero sus delicadas manos cubiertas de guantes de seda se habían manchado un poco después de limpiar las mejillas de Sun. Eso le hizo recordar cuando ella cumplió esa edad. La gente, sus amigos, la comida, la música, su misma hermana abrazándola con cariño mientras le besaba la mejilla y le decía que la quería. Una enorme sonrisa salió del rostro de Platinum al recordar esos momentos.

Moon hizo una cara de confusión cuando escucho algo que Sun le dijo algo al oído. Platinum alzó la ceja al momento de que ambos se levantaron y se fueron a la parte trasera de la mansión. La mirada de la chica se quedó clavada en sus manos sujetadas con fuerza hasta que la voz de Pearl la sacó de sus pensamientos.

—Perdón, ¿dijiste algo? —preguntó Platinum, confundida.

—Diamond preguntaba si querías acompañarnos a cenar mañana en el bar de siempre —dijo Pearl con la ceja levantada.

—Oh, sí, claro, sin problemas —Platinum se perdió un poco más en sus pensamientos, dejando un silencio incomodo de algunos segundos—. ¿Aún quieren comer después de esto?

—¿No escuchaste que a Maylene la van a promover? Queremos celebrar por adelantado.

—Oh, ¿la promovieron?

Diamond y Pearl se voltearon a ver, confundidos.

—Platinum, ¿estás bien?

—Ah, sí, solo estaba pensando en cosas —respondió de manera rápida—. Lo siento, tengo la cabeza en otro lado, dejen voy por algo para tomar.

—¿Quieres que te acompañe? —preguntó Diamond, levantándose.

—No, gracias, yo lo hago.

Sin decir más, Platinum se levantó y se fue a la mesa de bebidas, sirviéndose un poco de vino en una copa y dándole un gran trago. Luego de sentir el ardor del alcohol en su garganta, su mirada se clavó donde Moon y Sun se habían ido, no habían vuelto.

Diamond llegó al poco rato, asustándola un poco.

—Te dije que podía hacerlo sola.

—Tranquila, Pearl me pidió más botana —admitió Diamond, llenando una charola de cacahuates—. Por cierto, ¿no crees que es muy temprano para el vino?

—Mi madre tomaba una copa en la mañana, creo que estaré bien.

La chica volvió a beber un poco del vino, el alcohol le hizo sentir una pequeña presión en el pecho y un poco de temblor en el cuerpo, tuvo que tocar la mesa para dejar de sentirse tan nerviosa.

—Señorita, sé que no tengo hermanos, pero también sé que es difícil ver a tu hermana crecer tan rápido —la voz de Diamond tenía un tonó tranquilizante—. Pero puedes verlo como…

—Estoy bien, Diamond —dijo Platinum de manera cortante—. Solo tengo algunos pensamientos en mi cabeza, nada que no pueda resolver —dijo, bebiendo la copa de vino de golpe—. Voy al baño, no se preocupen por mí, solo disfruten la fiesta, ya volveré.

Diamond no tuvo tiempo de replicar, solo se quedó quieto mientras Platinum se marchaba por detrás de la mansión.

La temperatura comenzó a descender progresivamente, provocando en Platinum piel de gallina y que sus temblores se volvieran un poco más agresivos. Se sujetó los brazos para intentar calmarse mientras seguía el rastro de los tacones en el césped. Luego de unos minutos de avanzar, finalmente pudo apreciar el vestido de Moon siendo agitado por el viento.

Se acercó lentamente, conforme la voz de su hermana se volvía más audible podía sentir como su corazón se aceleraba y la presión en su pecho aumentaba. Finalmente pudo escuchar la razón por la que ambos se habían alejado de la gente.

—Siempre te he querido, Sun, si quiero ser tu novia.

La voz dulce y alegre de Moon fue seguida de un fuerte abrazo que le dio al chico de Alola, el cual emitió otro pequeño gritó de felicidad al recibir el amor correspondido de su amada. Ambos se miraban felices abrazándose con fuerza.

Las pupilas de Platinum se contrajeron, la presión en el pecho se incrementó y los pequeños temblores le hicieron sentir sus piernas como espaguetis. Sus manos se volvieron puños mientras observaba el abrazo de su hermana y su nueva pareja. Cuando menos se dio cuenta, sus guantes se mancharon por la fuerza de sus manos, momento en el cual dio media vuelta y entró a la mansión.

[...]

La música y las luces destellantes dieron inicio a la noche en el bar que Platinum y sus amigos frecuentaban. Los meseros se apresuraron a llevar sus bebidas, y fue Pearl fue el primero en tomar una copa y pedir un brindis por Maylene, a lo que los demás lo secundaron rápidamente.

—Por Maylene, que ahora estará alejada dos mil kilómetros para golpearme —dijo Pearl, alzando la copa.

—¡Salud! —dijeron Diamond, Maylene y Platinum al unísono.

Todos bebieron alegremente de sus licores. Maylene no pudo evitar soltar un pequeño golpecito en el hombro de Pearl, después de todo estar en Unova no lo salvaría de sus reprimendas cotidianas, ya tenía alguien que se encargaría de ello.

—Oh, vamos, ¿Ahora que me libre de Maylene deberé librarme de ti también? —preguntó Pearl a Platinum.

—Solo si Maylene me lo pide y haces algo malo —contestó Platinum con una risita—. Además, yo no me iré aunque vinera la campeona en persona a decírmelo.

—Siempre supe que serás una piedra en el trasero de este sujeto —admitió Maylene, para después tomar otro trago.

La música comenzó a resonar con fuerza en el bar, las luces de colores invitaban a los que estaban en la barra a bailar y a divertirse. Luego de un par de tragos, Maylene decidió ir a bailar un poco en la pista, para después jalar a Pearl consigo para bailar los dos. Diamond observó a Platinum, quien animaba a los chicos desde la barra, pero al sentir la mirada de su amigo negó con la cabeza.

—Lo siento, soy mala en esto —admitió, con los hombros retraídos.

—Tranquila, yo también soy malo, tal vez sí.

Diamond intentó acercar su mano a la de su amiga, pero ella retiró su mano rápidamente y volteó la mirada hacia otro lado, haciendo una mueca. El chico suspiró y devolvió su mano, para tomar un poco más de su bebida.

—Lo siento —admitió apenado.

—Está bien, solo no lo intentes otra vez —dijo, sacando su teléfono—. ¿Por qué no invitas a otra chica? Esa chica de pelo negro se te ha quedado viendo desde que llegamos.

Diamond se giró y se encontró con una chica de camisa azul y pelo cortó que no le quitaba los ojos de encima, aquello le hizo sonrojar un poco y devolver la vista a su amiga.

—No lo había notado, eres buena observadora.

—Me gusta fijarme en todo —admitió, orgullosa—. Anda, ve, yo los esperó aquí.

Diamond asintió y se levantó, dispuesto a invitar a aquella chica a bailar un poco. Al ver a su amigo irse, Platinum suspiró con algo de alivio y abrió su teléfono para ver sus redes sociales, esperando encontrar algo interesante.

No había demasiadas cosas más allá de memes, fotos de sus amigos, noticias de ciencia y poco más. Sin embargo, se detuvo al ver un comentario en una foto. Se trataba de una chica llamada Lillie, quien felicitaba a Sun por su relación con Moon, en la foto, Sun abrazaba con fuerza a Moon mientras le besaba la mejilla y expresaba su felicidad por su relación.

La presión en el pecho volvió, mezclado con un poco de nerviosismo mientras apretaba el teléfono con fuerza. Abrió la foto para verla en pantalla completa, haciendo un acercamiento al rostro de su hermana, a lo feliz que era mientras Sun besaba sus mejillas. Su ceño se frunció conforme más observaba la foto, había algo dentro de ella que no podía explicar a ciencia cierta, pero no le gustaba.

Luego de ver la foto por un rato, entró al perfil del chico y comenzó a ver las demás fotos, sus publicaciones, todo lo que tuviera que ver con ella y Moon. Se quedó observando hasta que Pearl llegó a sentarse, agotado, momento en el que apagó rápido su celular.

—Rayos, Maylene sabe moverse —dijo Pearl, agotado—. ¿Y Dia?

—Fue a hablar con una chica —respondió de manera seca.

—Wow, increíble —dijo Pearl, mirando a su amigo bailar—. ¿Y por qué tan seria? ¿Celosa?

—No digas estupideces, Pearl —respondió Platinum con rabia, bebiendo más de su copa.

—Wow, tranquila, solo preguntaba.

Pearl solo rio nervioso y bebió un poco más. Platinum se miraba claramente molesta; su mirada estaba clavada en ningún lado, se sujetaba la barbilla con una mano y con otra se rascaba el codo, incomoda. Luego de lanzar un fuerte suspiró, Pearl se atrevió en preguntar si todo estaba bien.

—Nada importante —admitió Platinum, terminando su bebida—. Solo me empezó a doler un poco la cabeza.

—¿Y por eso te acabaste toda la bebida? No suena muy coherente.

—Lo que sea —Platinum intentó calmar sus pensamientos por un momento—. ¿Viste lo que pasó con Moon?

—¿Qué le pasó a la pequeña toxica? No tiene ni veinticuatro horas y ¿ya se metió en problemas?.

—Me refiero a lo de ella y Sun.

Aquello hizo alzar las cejas de Pearl.

—¿Wow, esos dos ya empezaron a salir?

—¿Cómo qué empezar?

—¿Acaso estabas ciega? Se miraba a lejos que ambos se gustaban —admitió Pearl, sorprendido—. Oh, vamos, ¿acaso tienes ese caso de celos de hermana mayor? Sun es un buen chico.

—No sabía que tú lo conocías tan bien —respondió de manera agresiva.

—Nos ha pedido consejos a mí y Diamond por mucho tiempo, es un buen sujeto.

Aquello hizo que el ceño de Platinum se frunciera más, levantándose de golpe.

—¡¿Cuándo pensabas informarme sobre eso?¡

—Oye, tranquila, no exageres —Pearl se sorprendió de la actitud de su amiga—. Entiendo el rollo sobreprotector, pero créeme, Moon estará bien, Sun es un buen muchacho, y si algo malo pasa, para eso estamos Diamond y yo.

Platinum se acercó con más enojo a Pearl, logrando que el chico se encogiera de hombros, nunca la había visto de esa manera.

—¿Se supone que tú sabes que es lo mejor para mi hermanita?

—¿Acaso tú sí? Por Arceus, Moon ya es mayor, puede tomar sus riesgos —Pearl se notaba nervioso—. Solo relájate, estamos pasándola chido, ella estará bien.

—Tú no sabes nada, Pearl —dijo, enojada—. Y no quiero hablar con ustedes —sacó unos billetes y los puso en la mesa.

Platinum de inmediato salió del lugar. Pearl intentó alcanzarla, pedirle que se calmara. Cuando tocó su hombro, la chica respondió dándole una fuerte cachetada que mandó al rubio directo al suelo. Las personas alrededor se quedaron expectantes al ver al rubio en el suelo y a Platinum con el rostro enojado, volvió a sentir esa presión en el pecho que le hizo salir de ahí de inmediato, ignorando las voces de sus amigos que le pedían que se quedara.

Tomó su auto y comenzó a conducir hacía la mansión. Su mente no podía dejar la idea de ver a Sun estando con Moon, tomarla de la mano, abrazarla, besarla. Había algo que no le gustaba de esa idea, algo que le hizo apretar el acelerador para llegar rápido a su casa.

Su celular comenzó a llenarse de llamadas de sus amigos, pero ella no contestó, no se detuvo hasta llegar a su casa. Su mayordomo le dio la bienvenida, pero ella no le contestó, lo perdió en la entrada y fue directo a la cocina para tomar otra copa del vino de su familia. Luego de beber, subió las escaleras hasta los dormitorios.

Su hermana y madre dormían plácidamente en sus alcobas, por lo que Platinum se acercó lentamente hasta la habitación de Moon. Abrió con gentileza la puerta, encontrándose con su hermana durmiendo de manera despreocupada en su cama.

Platinum se quedó en silencio por unos segundos, observándola. Observó lo delicado de sus pies desnudos siendo golpeados por la brisa, como sus muslos se marcaban por la bata blanca que revelaba también unas panties de color rosado, lo delicado de sus hombros descubiertos desde los cuales podía apreciarse el inicio de su pecho y su cabello oscuro cubriendo sus lindas mejillas y sus pequeños labios.

Una comezón atacó a Platinum mientras se acercaba lentamente a ella, aún se podía desprender cierto olor a su perfuma en el ambiente. La chica acercó su mano a los muslos de la chica, recorrió si figura, pero se detuvo antes de poder tocarla. Sienta un ardor que no podía controlar, algo dentro de ella que le hacía querer más. Antes de irse, tomó un sostén que la chica había dejado en el suelo y se lo llevó a su habitación.

[…]

—¿Estás seguro de que así es como se hace? —preguntó Moon, sujetando el control de su consola.

—Vi el tutorial cuatro veces, el pistón va aquí —repitió Sun.

Sun y Moon habían decidido tener una tarde jugando videojuegos. La pareja había empezado a jugar un mundo de un famoso juego de bloques y comenzaban a crear sus primeras granjas para generar recursos, guiados por la siempre fiable ayuda de un tutorial. Moon parecía estar un poco más estresada por no poder realizar la granja a la primera, pero Sun mantenía una sonrisa y le decía que todo estaba en orden.

—Te digo que el pistón debe ir aquí.

—Créeme, aquí va, confía en mí.

—¿Cómo la vez que me dijiste que tenías la casa controlada y explotó?

—Ay, no me perdonas ese pequeño error.

Ambos rieron al recordarlo. El sonido en la ventana les hizo darse cuenta que estaba lloviznando un poco, por lo que Sun se acercó a su amada, sintiendo el calor que ella desprendía. Aunque Moon se sorprendió de repentino acercamiento, aceptó y dejo que se recargara en su hombro por un rato.

Pasó un rato hasta que finalmente la lluvia cayó, ambos habían terminado su granja, por lo que la dejaron produciendo mientras ambos se relajaron en el sofá. Sun se recostó en pecho de Moon mientras jugueteaba con su cabello. Sun pudo escuchar el corazón de Moon latir con fuerza y sus manos temblar.

—¿Estas agitada? —preguntó, confundido.

—Esas cosas no se preguntan —admitió Moon con vergüenza—. Pero me siento bien.

—Sí, yo también —reconoció, sonriendo—. Qué agusticidad, ¿eda?

—Esa palabra ni existe.

—Pero me entiendes.

Ambos volvieron a reír, la verdad es que se la estaba pasando muy bien juntos. Pasaron los minutos en silencio, disfrutando de la compañía del uno y el otro mientras la lluvia caía y los enemigos caían. Sun giró sus ojos hacia la habitación de la chica, observando cada detalle como la múltiple ropa esparcida, los cientos de libros de ciencia en los estantes junto a las múltiples fotos de ella y su hermana, tenía más fotos con ella que con su madre.

—Hay algo que acabo de notar —dijo Sun, mirando las fotos—. ¿Por qué casi no tienes fotos con tu padre?

Moon se quedó pensativa unos segundos, llevándose el dedo a la barbilla.

—Bueno, no conviví mucho con él —admitió, intentado recordarlo—. Creo que fue más cercano con Platinum

—Oh, cierto, olvidaba que me había dicho que se fue —dijo, sintiéndose algo culpable—. No te habló ni cuando cumpliste años.

—Nunca me ha felicitado desde los seis —dijo, con un ligero tono de tristeza—. Mi mamá solo me dijo que fue a Paldea, pero nunca nos ha visitado, aunque debió ser un hombre increíble, recuerdo que a Platinum siempre se la llevaba a viajes antes de que viajara, siempre quería ir con ellos, pero mi madre no me dejaba.

—Suena a que Platinum era la favorita.

—Es lo que te digo —lanzó un suspiro—. Me gustaría hablarle, para saber qué tan genial era.

—¿Y qué te ha contado Platinum de él?

—No habla mucho del tema, a ella debe dolerle más su perdida.

—Sí, entiendo, es como mi padre, aunque bueno, él ya está con san Pedro.

—¡Sun! —regañó Sun con un pequeño golpe—. No seas grosero.

—Oye, es mi forma de llevar esto —dijo riendo—. Ojalá un día logres encontrar a tu padre.

—Ojala.

Sun volteó a ver a Moon. La chica tenía un rostro cabizbajo, pero no apartaba su mirada de la suya. Se miraron por unos segundos directamente a los ojos, estaban tan cerca que podían sentir sus labios. Moon se quedó expectante, moviendo un poco su rostro sonrojado hacía él, sin embargo, Sun comenzó a temblar con fuerza, retrayéndose.

Sus ojos se apartaron por un segundo, buscando alivió en algún otro lugar de la habitación. Giraron al librero, la televisión, y la puerta ligeramente abierta. Al enfocar la vista en la puerta, pudo ver una sombra por debajo de la puerta. Como acto reflejo, el chico se separó de Moon de golpe, cosa que la asustó hasta que la puerta se abrió.

—Qué tal, chicos, les traje algo de beber —fue Platinum la que entró, al ver a Sun apenado su tonó cambió a uno de arrepentimiento—. Oh, lo siento, debí tocar.

—No-no, está bien, no hacíamos nada malo —dijo Sun, nervioso.

—S-sí, no te preocupes —respondió Moon más avergonzada—. Gracias.

Moon se levantó y tomó la bandeja de té para ponerla en la mesa. Ver a su hermana tan de repente le asustó un poco, pero a quién más asustó fue a Sun, quién ya se había levantado.

—Bueno, creo que ya me tengo que ir —admitió, apenado.

—Pe-pero, acabamos de terminar la granja.

—Sí, pero tengo unas cosas que hacer, lo siento —dijo Sun, tomando sus cosas—. La lluvia ya pasó, será seguro irme, aún tenemos nuestra cita pendiente.

—Está bien, cuídate —dijo Moon, apenada.

Sun le dio un pequeño beso en la mejilla bajó la mirada confundida de Platinum. Sin verla a los ojos, el chico se despidió de ella y salió de la habitación, momento en que Platinum se acercó a Moon.

—Oye, lo siento, no quería asustarlo.

—No, está bien, es bastante nervioso —dijo Moon, desanimada.

—Déjame ver si puedo arreglarlo.

Aunque Moon intentó detenerla, Platinum fue más rápida y salió de la habitación rumbo a la salida, donde Sun ya se había marchado. Agitada por casi correr le gritó y llamó su atención. Platinum rápidamente se acercó a Sun con una mirada apenada.

—Oye, Sun, lamento haber entrado de repente, no fue mi intención —dijo Platinum, encogiéndose de hombros.

—No-no tienes por qué disculparte, está bien —dijo Sun, nervioso—. Solo tengo otras cosas que hacer

—¿Más importantes que mi hermanita? —dijo, arqueando la ceja.

—N-no, no me refería a eso.

—Oye, déjame darte un consejo —Platinum se acercó a Sun—. Yo amo a mi hermana más que a nada, y si me enteró de que la lastimas de alguna forma, vas a tener que lidiar conmigo, ¿de acuerdo?

El rostro de Platinum cambió repentinamente, su rostro se había fruncido y sus ojos se clavaron en Sun lo suficiente para que el chico encogiera de hombros y temblara.

—S-si, entiendo —tragando saliva.

—Si nos entendemos, esteremos bien. Ve con cuidado, y vuelve cuando quieras, pero ten cuidado —lanzando una sonrisa incomoda—. Nos vemos.

Platinum se dio media vuelta. Al girar la vista pudo ver a Moon observándola desde una ventana, por lo que le sonrió de manera alegre mientras caminaba con calma hacía la mansión, dejando a un tembloroso Sun irse a su casa.

Platinum no fue con Moon de inmediato. Primero pasó a su habitación y se acercó a una caja forrada que estaba debajo de su cama. Sacó el regalo y la posó sobre la cama, mirándola por un rato. Cada que sus ojos rodaban por el contornó de aquella caja de regalos sentía que su cuerpo se calentaba y la presión en su pecho se hacía presente. Sus manos temblorosas tomaron la caja y la ocultaron atrás de su espalda mientras avanzaba al cuarto de su hermana.

La puerta estaba entreabierta, por lo que Platinum se detuvo antes de entrar. La pequeña abertura le hizo ver a su hermana sentada en el sofá, decaída y sujetando el mando. Intentó calmarse al sentir como su corazón se aceleraba, cerrando los ojos y respirando profundamente. Aclaró su mente y abrió con delicadeza la puerta, entrando a la habitación.

—¿Qué pasó? —preguntó Moon.

—Bueno, intente hablar con Sun, pero si parecía ocupado —dijo mientras entraba y cerraba la puerta.

—Creo que lo asuste, tal vez deba dejar que las cosas vayan más despacio —Moon se levantó y se fue a tirar en su cama, momento en el que Platinum pudo sentarse del otro lado y dejar su regalo fuera de la vista de su hermana.

—¿Pues qué pensaban hacer? —riendo ligeramente nerviosa.

—Na-nada malo, solo... —el sonrojo de Moon se vio opacado por su tristeza— Quería besarlo, pero creo que es algo tímido.

Aquello hizo que Platinum apretara ligeramente los puños, ocultándolos en la sabana de la cama.

—Bueno, todos los chicos son así, tómense su tiempo —una sonrisa torcida y nerviosa se dibujó en su rostro.

—Supongo que sí —Moon suspiró—. El amor es complicado.

—Algunas veces, pero creo que tengo algo que podría animarte —Platinum finalmente tomó la caja y se la mostró—. Toma, un regalo extra que había olvidado darte.

Moon se sorprendió al ver la caja, se levantó un poco y miró la pequeña caja amarilla con listón rojo.

—Oh, gracias, aunque no debiste, el celular que me diste es más que suficiente —Moon estaba bastante contenta por recibir algo nuevo de su hermana.

—Nada de eso, te lo iba a dar junto pero tardó en llegarme. Vamos, ábrelo.

Moon sonrió y de inmediato empezó a abrirlo. Platinum sintió su corazón agitarse una vez más al ver las manos de su hermana abriendo con delicadeza la caja, quitando el listón con cuidado y sacando el papel de la caja. Al momento que Moon abrió la caja y se encontró con un encaje de lencería, Platinum pudo sentir una picazón en su interior, un remolino de emociones que le hizo encogerse de hombros.

—Oh, Platz, esto es —Moon se sonrojó ligeramente al ver el regalo— inesperado.

—¿Qué pasa? ¿No te gusta? —preguntó Platinum con una voz con un ligero temblor y fingiendo un rostro de desilusión.

—N-no, no es eso, es solo que —Moon se quedó en silencio por unos segundos, hasta ver los ojos desilusionados de su hermana—. Gracias, esta bonito.

—Sabía que te gustaría —Platinum cambió su rostro por uno más alegre—. ¿Por qué no te lo pruebas?

—¡¿Ahora?! —Moon se sonrojó más y se asustó.

—Oh, ¿acaso tienes vergüenza que te vea? —arqueando ambas cejas y moviendo su cabeza—. Somos hermanas, te conozco desde pequeña, además quiero saber si te quedó bien.

—Bu-bueno.

Moon se notaba nerviosa, de manera tímida tomó la lencería y se la llevó a su baño para poder cambiarse. Platinum se quedó expectante en la cama, relamiéndose los labios mientras escuchaba a Moon quitándose la ropa. Movía sus manos constantemente de manera impaciente mientras se imaginaba como es que su hermana se vería con ese rostro. Había escogido esa ropa hace algunos días, luego de verla en una sex shop junto a otros artículos que llamaron su interés. El color morado era su favorito.

Se impaciento un poco, estuvo a punto de gritar cuando Moon finalmente salió. Sus ojos no tardaron en escudrillar cada uno de los recovecos del cuerpo de su hermana. La luz que entraba en la habitación realzaba aún más sus atributos que aquella noche que Platinum tenía grabado en su memoria. Podía sentir la suavidad de su piel encajando a la perfección con la lencería y el rostro completamente rojo de su hermana.

Moon estaba temblorosa, mirándose al espejo con incomodidad, sin percatarse de la mirada clavada de su hermana que se acercaba poco a poco. La tensión parecía romperse conforme Platinum se levantaba de la cama y se acercaba.

—Hice una elección perfecta —dijo Platinum, sintiendo que la presión en el pecho disminuía cada que se acercaba.

—S-sí, creo que se me ve bien —dijo Moon, para después mirar a ver a su hermana—. Muchas gracias, Platz, creo que me lo voy a quitar.

—No, espera —Platinum se acercó más Moon, poniéndose atrás de ella.

—¿Qu-que ocurre? —preguntó, algo nerviosa.

—Nada, solo estaba pensando en algo —Platinum elevó un poco sus manos sobre los hombros de su hermana, mirándola desde el espejo—. Eres muy hermosa, Moon, muy hermosa, sin duda alguna.

Moon se sintió incomoda de inmediato al sentir a su hermana tan cerca, la miró desde el espejo con una extraña sonrisa de satisfacción que se incrementó cuando Platinum finalmente tomó sus hombros. Su cuerpo tembló al sentir sus manos frías en su piel desnuda y su voz tan cerca. Intentó alejarse, pero el agarre frio de Platinum era fuerte.

—Gra-gracias —dijo en tono bajo, nerviosa.

—Sí, Sun tiene mucha suerte.

Platinum sentía su corazón latir con fuerza al sentir la tersa piel de su hermana. Comenzó a bajar sus manos por los brazos de Moon, provocando un temblor en ella. Un extraño calor nació dentro de ella conforme más acariciaba el cuerpo de su hermana. Moon intentó detenerla al sentir sus manos tocando sus caderas, pero Platinum la sujetaba con fuerza del hombro, volviendo inútil la resistencia y dejándole palpar su piel hasta que logró tomar su mano antes de llegar más arriba.

—Her-hermana, ¿qué te pasa? —dijo Moon, asustada, deteniendo a Platinum.

—Tranquila, está bien, somos hermanas, yo no te lastimaría —dijo Platinum en un tono bajo, bajando su otra mano hasta sus muslos—. Solo ve esto, como no podrías tener a Sun vuelto loco, eres la perfección hecha mujer.

Moon temblaba, pero aquello no le importaba a Platinum en su acto, sonriendo de manera extraña mientras disfrutaba de la vista. Sin embargo, antes de poder ir más lejos, ambas pudieron escuchar el sonido del timbre de la mansión. Platinum cerró los ojos con enojo y soltó a Moon, momento en el que ella se sintió un poco más relajada. Suspirando, Platinum volvió a sonreír y se alejó un poco.

—Sí, sin duda te queda perfecto —Platinum comenzó a caminar hacía la salida—. Bueno, tengo que ir a terminar unas cosas del trabajo, me alegró que te haya gustado.

Moon se quedó en silencio por unos segundos. Luego de tragar saliva, volteó a ver a su hermana.

—Sí, es lindo, gracias —dijo en tono bajo.

Platinum volvió a sonreír y salió de la habitación, dejando a Moon confundida y agitada. Sin embargo, la chica solo negó con la cabeza y entró al baño, tratando de entender que es lo qué había pasado.

[…]

—Señorita Platinum, el desayuno estará listo en unos minutos —dijo Sebastián desde el otro lado.

Platinum se despertó con una enorme sonrisa en sus labios. Ocultó la ropa propia y ajena de su cama en el armarillo y se fue a arreglar. Se bañó, se puso sus mejores ropas y caminó con alegría hasta la enorme cocina de la mansión. Su madre y hermana ya estaban desayunando, por lo que se apresuró a saludar.

—Buenos días, mamá —dándole un beso en la mejilla.

—Buenos días, amor —respondió su madre con una sonrisa.

—Y buenos días, hermanita.

La mirada caída de Moon no fue impedimento para que Platinum se acercara rápido hacia ella. Al momento de tocar su hombro, Platinum sintió el temblor de su hermana conforme se acercaba y le daba un beso en la mejilla, demasiado cerca del labio. Moon solo hizo un pequeño gesto asustado y respondió.

—Bu-buenos días, hermana —dijo, nerviosa.

—Wow, estas bien, ¿parece que viste un fantasma? —preguntó su madre.

—S-si, estoy bien, solo… —Moon se le quedó mirando a Platinum, la cual solo movió la cabeza, confundida— no dormí muy bien.

—Oh, ¿muchas cosas en la mente? —preguntó de vuelta su madre.

—Debe ser por su nuevo novio, ¿no es así?—agregó Platinum, sentándose a un lado de ella—. No te preocupes, con lo que te di ayer seguro las cosas irán mejor.

Moon miró con confusión y el rostro rojo a su hermana, sorprendida de que ella lo dijera.

—¿Le reglaste algo ayer? —su madre parecía también sorprendida por eso.

—Sí, un pequeño presente para que lo use con Sun, realmente le encantara.

—Bueno, puedes confiar en tu hermana, ella heredó el gusto de tu madre —agregó riendo.

Platinum rio también, observando como Moon lanzaba una pequeña risa nerviosa y asentía ligeramente, ocultando su rostro en su comida. Las tres continuaron comiendo por un rato más, con Platinum no apartando su mirada de la boca de su hermana masticando cada bocado con suavidad.

Luego de terminar su comida, el teléfono sonó, una llamada para la madre de las Berlitz. Platinum solo asintió cuando su madre les pidió un momento, caminando lejos de la cocina mientras las chicas terminaban de desayunar. Luego de un rato, Moon suspiró y volteó a verla.

—Hermana, sobre lo de ayer...

—¿Qué pasa con lo de ayer? —preguntó Platinum confundida, arqueando la ceja.

—Bueno, es que yo —la voz de Moon se quebraba—. Fue un poco extraño porque…

—Oh, tranquila, no fue nada del otro mundo —dijo con gran naturalidad, sonriendo.

—¿Nada del otro mundo? Pero…

—Moon, no es muy propio de ti ser una reina del drama —Platinum rio ligeramente, tocando la mano de su hermana—. Mira, soy tu hermana, sabes que te amo, ¿no?

Moon se sintió un poco nerviosa al sentir la mano de Platinum.

—Si —dijo con voz débil.

—Y por eso no haría nada que te hiciera daño, eso solo fue un juego entre hermanas, nada raro —acariciando su mano con delicadeza—. Además, te aseguro que Sun le encantara cuando te vea así, si es que le permites ese privilegio —admitió riendo—. Vamos, no me pongas esa cara.

Moon rio levemente, algo confundida. Platinum observaba atentamente cada uno de los movimientos de su hermana, buscando algo fuera de lugar, pero la chica solo volvió a sonreír y continuo comiendo.

—Sí, supongo que tienes razón —admitió, volviendo a su plato—. Sera mejor que termine que en un rato voy a verlo.

Moon iría a verlo, hoy. De inmediato el rostro de Platinum hizo una mueca, solo para recuperar la sonrisa cuando su madre volvió, soltando la mano de su hermana.

—Bueno, mis niñas, creo que pasaran unos días sin su madre —admitió la mujer, preocupada.

—¿Qué ocurre? —preguntó Platinum, fingiendo curiosidad.

La madre dudo un momento en decírselos, se le notaba nerviosismo en sus palabras al hablar de un lugar en Paldea donde estaba el progenitor de ambas. Al escucharlo, el rostro de Platinum se ensombreció de golpe, ocultando sus manos hechas puños debajo de la mesa.

—Me pidieron ir a visitarlo, para firmar algunos papeles —dijo la madre, mirando directamente a Platinum.

—¿Papá está en problemas? —preguntó Moon— Supongo que por eso no ha venido desde nunca.

—Es una larga historia, cariño —dijo su madre, sin entrar en detalles—. ¿Confió en ustedes para que no pase nada malo?

—Sí, estaremos bien —dijo Platinum rápidamente, sujetando con algo de fuerza los hombros de Moon.

Aunque Moon se volvió a asustar, pudo sentir una gran fuerza en las manos de Platinum, muy diferentes a los de la noche anterior. Platinum sonría de manera muy fuerte, pero sentía como se le revolvían las tripas luego de escuchar aquello.

Luego de eso, la madre fue a arriba a arreglarse, mientras que Moon salió de la mansión para ver a su pareja. Platinum se quedó y fue un rato a la biblioteca de la mansión, sirviéndose una copa de whisky mientras se sentaba en el enorme sillón de cuero que antiguamente le perteneció a su padre.

Había algo que le incomodaba, un aroma que le ahogaba y le hacía querer tomarse toda la botella de whisky que tenía al lado. Miró todos los libros, los inspeccionó todos y cada uno hasta encontrar un libro rojo, algo grande, de vida pokémon.

Se levantó y lo tomó entre sus manos, algo en las páginas y el cuero de la portada le hizo arrancar una a una sus páginas en un bote de basura, para después llevarlo consigo fuera de la mansión. A una distancia segura, la chica lanzó todo el whisky dentro del bote de basura y sacó a su Rapidash, el cual de una sola orden encendió en fuego el bote de basura.

Platinum solo observó el fuego consumir las hojas hasta volverlas cenizas, pero aquello no le dio ninguna satisfacción. En su lugar solo golpeó el suelo con fuerza antes de volver a la mansión.

[…]

Platinum se quedó hasta tarde en el despacho de la mansión. El frío de la noche alcanzaba a colarse por uno de los huecos de la ventana, agitando levemente los documentos que estaba revisando. Su garganta quemaba debido al licor y sus ojos estaban enrojecidos, pero no podía terminar hasta revisar cada uno de los contratos de la empresa que estaba próxima a heredar. Sin su madre, ahora ella debía hacerse cargo de estos asuntos.

Aunque estaba un poco ebria, era lo suficientemente lucida para distinguir entre un buen o un mal negocio, tirando a la basura aquellos tratos que no beneficiarían a sus ganancias y guardando los que traerían grandes beneficios.

—Cómo odio a los abogados —dijo, tirando al suelo otra demanda por negligencia—. La plebe solo quiere de donde sacar dinero.

Luego de aprobar otro contrato inmobiliario, su celular volvió a sonar. Lo hubiese ignorado si no fuera la cuarta vez que alguien le llamara. Luego de verificar que quedaban pocos contratos, tomó su celular y contestó.

—¿Diga?

—Señorita, ¿se encuentra bien? —preguntó Diamond desde el parlante.

—Día, eras tú el que tanto insistía —dijo tallándose los ojos—. Estoy bien, ¿qué es lo que quieres?

—Bueno, te he notado un poco extraña últimamente, solo quería saber si estabas bien.

—Ya estoy grande, Día, no necesito que me cuiden, estoy bien.

—¿Estas segura? Sabe que puede contar conmigo si hay algo que la moleste.

—Maldita sea, Diamond, ya deja de molestarme, estoy bien, ¿sí? —reclamó Platinum con enojo— Sé que estás enamorado de mí, pero eso no te da derecho de estar jodiéndome.

La línea se quedó en silencio por unos segundos, Diamond tuvo que procesar lo que Platinum le había dicho hasta que finalmente pudo responder.

—Lamento molestarla, buenas noches —dijo en voz baja, colgando.

Platinum se molestó lo suficiente para tirar su teléfono a la mesa, recargando su rostro en su mano. Diamond era su amigo, pero aquellas veces que se le acercaba le repugnaba. En ese momento en especial no quería que nada ni nadie le molestara, solo quería quedarse a solas en el despacho y terminar los contratos.

Cuando volvió a ello, escuchó unos pasos del otro lado de la habitación. Al mirar por la mirilla de la puerta se encontró a su hermana subiendo las escaleras hacia su habitación. No la había visto en todo el día, seguramente se la había pasado todo el día con ese chico.

De inmediato recordó el altercado en el bar, razón por la cual volvió rápidamente y tomó su celular, llamando a Diamond de nuevo. El chico contestó de inmediato.

—Oye, Diamond, lamentó haber dicho eso antes, solo estaba un poco estresada —dijo, arqueando las cejas.

—No te preocupes, Platinum, eso nos pasa —dijo Diamond, su tono decaído persistía—. ¿Ya te sientes mejor para hablar?

—De hecho, quería preguntarte algo. Pearl me dijo que Sun ha estado hablando con ustedes, ¿cierto?

Diamond se sorprendió un poco al respecto.

—Sí, nos ha estado pidiendo ayuda, ¿eso es lo que te ha estado inquietando?

—Tal vez —respondió de manera seca—. ¿En qué les ha pedido consejo?

—Platinum, no creo que…

—¿Eres mi amigo o no? Si es así, ayúdame a entender —dijo de manera agresiva.

Diamond tragó saliva al escuchar el tono de Platinum.

—Sun es un chico muy amable y gentil, no creo que lastime a Moon —admitió Diamond—. Solo es su primera novia y quiere hacerlo bien.

—Entonces les ha pedido consejos sobre cómo trata a una chica como Moon, ¿no? —preguntó de vuelta—. Supongo que también sobre como besar.

—Bueno, no directamente eso, pero, insisto, no debes preocuparte, Sun es un buen chico, sé que amas a tu hermana, pero está bien que ella también tome sus propios riesgos y…

—Tú no lo entiendes, Diamond, no entiendes nada —volvió a interrumpir Platinum—. ¿Algo más que les haya dicho?

—Solo consejos sobre las citas nada de lo que deba preocuparte.

—Tú no decides de que me preocupo o no, Diamond —dijo, algo exaltada—. Tengo que irme, nos vemos luego.

Diamond no tuvo oportunidad de despedirse cuando Platinum cortó, sabía que no sacaría mucho más de él. Luego de un rato, la chica se quedó quieta en su silla, mirando la pared y pensando que hacer. Hubo una idea que le hizo sentir otra vez esa presión en el pecho mientras se relamía los labios. Debía descargar su estrés, y sabía exactamente donde hacerlo, los contratos podría esperar.

Mientras caminaba a su cuarto, pudo escuchar el sonido de la bomba de agua encenderse y el sonido de agua cayendo en el cuarto de su hermana. Al acercarse a la puerta pudo escuchar que el ruido provenía del baño, cosa que aceleró su corazón.

Entró con cuidado a la habitación, encontrando su ropa tirada en el suelo. Con cuidado se hincó para tomarla. Su nariz se vio ahogada en el aroma del perfume y sudor de su hermana, apretó la blusa fuerte contra su rostro mientras sentía como su corazón latía con mayor intensidad y la presión en el pecho aumentaba.

Luego de unos segundos, pudo escuchar una voz desde el baño.

—¿Por qué no puedo hacerlo?

Platinum abrió con cuidado la puerta del baño, encontrándose de inmediato el cuerpo impoluto de su hermana mientras el agua fluía por ella. Su cara se puso roja y sus manos comenzaron a temblar al verla pensar en la regadera, inspeccionando cada uno de los detalles del cuerpo de Moon.

—Quiero decir, somos mayores, un beso debería ser algo simple, pero… —dijo Moon, suspirando.

Platinum se quedó quieta, observando cada movimiento de Moon, cada instante era examinado mientras sentía como algo le quemaba por dentro, un cosquilleó en su parte más profunda que le hizo llevar su mano ahí mientras continuaba espiando, sin quitarle un ojo de encima. El vapor del agua caliente le hizo comenzar a sudar conforme pensaba en cómo aprovechar esta situación.

—¿Y si me acercó y se lo pido? Solo ser directa —dijo, intentando practicar—. Sun, quiero besarte… bueno, mejor buscó otra forma de decirlo.

Con el sudor empapando sus ojos, sus manos y piernas temblorosas y su corazón a punto de estallar, Platinum decidió entrar al baño con delicadeza. Moon no pudo verla al inicio por qué se limpiaba el pelo, por lo que Platinum pudo acercarse hasta la bañera, se retiró los zapatos y entró a la regadera.

—Tal vez debas ser un poco más espontánea.

Una mano fría se posó en el hombro de Moon. La chica se estremeció y dio un pasó hacía atrás, pegándose al cuerpo de Platinum. Platinum de inmediato tapo su boca, mientras le susurró al oído.

—Tranquila, todo está bien, solo no grites.

Moon intentó liberarse del agarre, pero Platinum era fuerte, hasta que sintió que no oponía resistencia, Platinum libero la boca.

—Pla-platinum ¿Qué demonios haces aquí? —preguntó Moon, asustada, cubriéndose con las manos.

—Vine a ayudarte, hermanita —dijo, acercándose.

Platinum arrinconó a Moon contra la pared, ni el chorro de agua le impidió quitar la vista a los ojos de Moon. Sentía como el cuerpo el quemaba conforme se acercaba más a una temblorosa Moon.

—N-no deberías estar aquí.

—Vengo a ayudarte con tu problema —dijo, tomando la barbilla de la chica—. Pobre y hermosa de mi hermanita, sin saber qué hacer con esa cosa como Sun.

Moon se quedó de piedra, no podía moverse, Platinum soló hizo una sonrisa torcida y se acercó a ella.

—Si quieres saber cómo besar, solo yo puedo ayudarte —dijo, acercando sus labios—. Esos dulces labios, solo alguien como yo sabe cómo tratarlos.

No hubo mucha resistencia. Platinum se apresuró y beso los labios de Moon. La chica se retorció, intentó alejarla, pero Platinum fue más fuerte y la pego a la pared. Su deseo se cumplía conforme explorada la boca de Moon, deslizando sus manos por todo su ser. Moon no era lo suficientemente fuerte para apartarla, después de un rato dejó de luchar.

Platinum se quedó en blanco, sintió sus sentidos explotar conforme disfrutaba de cada centímetro del cuerpo de Moon, apretándola con fuerza hasta que finalmente se sintió saciada. Despegó sus labios y la pudo ver con esos ojos fijos en ella, asustados, con su cuerpo temblando y con el agua escurriéndole por todas partes.

—Eres perfecta, hermanita, perfecta —dijo, acariciando su rostro.

Moon no dijo nada más, solo se quedó de piedra, mirando a Platinum fijamente. Platinum arqueó un poco la ceja y después negó con la cabeza.

—Bueno, tienes que terminar tu baño, así que te dejo —dijo, volviendo a besar a su hermana en la frente—. Recuerda que te amo, hermana.

Moon no respondió, lo que molestó a Platinum.

—Dije, te amo, hermanita. ¿Acaso tú no me amas?

Moon tragó saliva.

—S-sí, te a-amo, Platinum.

Platinum sonrió y salió de la ducha, estar mojada poco le importó, pues estaba satisfecha de lo que había logrado. Moon solo se quedó quieta en la ducha, recordando el momento una y otra vez. Aunque el agua la empapaba, las lágrimas fueron visibles una vez que intentó comprender lo que había pasado

La luz de la tarde se filtraba por el tragaluz de la mansión Berlitz, el tenue brillo del sol servía de ayuda a una pequeña niña de pelo largo para leer un libro de cuentos y fantasías mientras todo el ambiente estaba en completo silenció.

Fue entonces que una voz tenue y grave se pudo escuchar del otro lado de la habitación. La niña alzó la mirada, encontrándose con una figura humanoide de la cual salía humo de su boca. El hombre llamó a la niña, y ella acudió de inmediato con su libro. Aunque la niña intentó mostrarle el libro, aquella figura hizo caso omiso.

La sujetó con fuerza de los hombros, manos frías que le hicieron temblar mientras un olor amargó inundaba sus pulmones. Del rostro de aquel hombre emergió una sonrisa torcida mientras llevaba a la niña a una habitación alejada de casa.

Una puerta grande, color naranja y desgastada. La niña temió por un momento, pero el hombre la convenció de que todo estaba bien, que nada pasaba. La puerta se abrió, revelando un enorme abismo negro del cual emergía un frío intenso que helaba los huesos.

La niña no quiso entrar, pero sentía como la sombra del hombre se volvía más y más grande, cubriendo cada espació de la habitación, tomándola de las manos y lanzándola, con fuerza, al vacío oscuro.