Bueno, otro capítulo.
Debo admitir que es difícil escribir sobre esta historia, es mi primera incursión en este genero y en este tipo de tramas más densas, por lo que tardó un poco más en escribir, pero espero que los siguientes capítulos lleguen más pronto, ya estoy libre del otro fic (el cual podrían checar si quieren algo más relax)

Sin más, espero les guste.
Enjoy :D


La sonrisa de Moon

Parte II: Sun.

Sun dejó en su cocina la despensa que había traído del mercado. Algunos vegetales y carnes eran los ingredientes que estaban dispuestos para preparar la cena del día de hoy. Miró el reloj, eran las tres de la tarde, momento perfecto para empezar a cocinar la cena.

Este era el día, finalmente besaría a Moon, y que mejor que una cena preparada con sus manos y las enseñanzas que Diamond le había dado. Se colocó un mandil y comenzó a picar la verdura y hervir la carne mientras la música comenzaba a sonar.

Quería besarla, necesitaba hacerlo, pero no podía atreverse a acercarse a esos dulces labios con los que tanto fantaseaba. Moon en un principio parecía dispuesta, pero de un tiempo para acá se había vuelto más distante al contacto. Sun sabía que era su culpa, que era un cobarde incapaz de hacer algo tan banal, pero eso se acabaría esta noche.

"¿Por qué no intentas con una cena romántica?" fue lo que le digo su madre cuando le pidió un consejo. "Yo te enseñare a hacer un estofado" dijo Diamond cuando le pidió ayuda. Fue cuestión de tiempo para aprender a hacer el platillo por su cuenta e invitar a Moon a su departamento temporal para tener la cita perfecta.

Dieron las cinco, la hora justa para sacar la carne y empezar a cocinar. Mientras la desmenuzaba, recibió un mensaje de Diamond, preguntándole si necesitaba ayuda. Tal vez fue muy poco tiempo para aprender a cocinar, pero había hecho el plato las suficientes veces como para no requerir la ayuda de su mentor, estaría bien.

Se dieron las seis, las guarniciones estaban listas y el estofado solo necesitaba terminar su cocción. Sun comenzó a preparar la mesa donde cenarían, colocando delicadamente los cubiertos, los platos y las copas que Pearl le había prestado. Moon llegaría en dos horas, por lo que era hora de qué él se arreglara un poco.

Eran las siete, Sun salía de la ducha y miraba la ropa que se pondría. Un conjunto elegante y costoso que se había comprado para esta ocasión. Mientras el aroma cítrico de su colonia comenzó a inundar su habitación, su celular volvió a sonar. No hizo casó pues seguramente era su madre deseándole suerte. Se acomodó su corbata y bajó a la cocina, bajando el fuego del estofado al ver que quedaban poco minutos para las ocho.

Hizo un chequeó rápido y todo estaba en orden, lo único que faltaba era su hermosa novia. Se sentó en el sofá y miró la elegante mesa de la cocina, jamás en su vida se había esforzado de esa manera. Al poco rato comenzó a practicar en cómo debía pasar todo.

—Cenamos, tomamos algo de vino, nos sentamos a ver la televisión y entonces la beso —dijo para sí, respirando—. Esta vez están ambos solos, sin amigos, ni familiares, puedes hacerlo, es simple.

Sun sintió como sus manos temblaban un poco al pensar en besarla, a la vez que una presión en el pecho que le hizo levantarse y tomar un poco de agua. Volvió a revisar todo una vez más y se sentó a espera, sintiendo como comenzaba a sudar un poco.

—No, nada de sudar —dijo, recordando los consejos de Diamond—. Solo respira.

Cerró los ojos y respiró profundamente varias veces, sintiendo como su cuerpo se relajaba poco a poco. Cuando se sintió más cómodo, tomó su celular para ver la hora.

Ya eran las ocho con diez minutos. Moon siempre solía llegar minutos antes de la hora acordada. La explicación estaba en el mensaje que había recibido hace una hora. Lo abrió con un rostro preocupado.

"Lo siento, no podré ir, nos hablamos mañana".

Ese era todo el contenido del mensaje. Al momento de leer eso, Sun sintió como todo su cuerpo se volvió liviano, sin fuerzas, mientras comenzó a sentir enojo. No estaba seguro si estaba enojado por no haberlo leído antes, o por qué le cancelaron a último momento, pero estaba enfadado. Aunque intentó hablar con Moon de vuelta, ella no contestó ni devolvió los mensajes.

Dio una fuerte patada al suelo, frustrado, desabrochándose la corbata que sentía que le ahorcaba desde hace un rato. Este debía ser el día, pero ahora no sería y ni siquiera le dio una explicación, solo un mensaje cortante, algo que no era muy propio de ella en mensajes.

Comenzó a cuestionarse si aquella actitud cortante era una señal de desinterés. El enojo pronto se convirtió en miedo al pensar que tal vez Moon ya se había cansado. ¿Y si ya encontró a alguien más? ¿Y si piensa que soy un cobarde que no merece su amor? ¿Y si va a dejarme? Quería hablar con ella, pedirle perdón por no haberla besado, que la amaba, que no lo dejara. Tal vez por eso era tan distante, tal vez ya estaba por dejarlo. Y si pensaba dejarlo, tal vez alguien más lo sabía.

Platinum no era una opción, ella parecía muy celosa y protectora y no revelaría sus secretos, pero Diamond y Pearl la habían cuidado desde niña y tal vez sabrían algo. De inmediato tomó su celular y llamó a Diamond.

—Sun, ¿qué tal tu cita? —respondió Diamond de inmediato.

—Moon me canceló —dijo Sun sin rodeos, intentado disimular el tono de voz triste.

—Oh, qué mala suerte —dijo Diamond, apenado—. ¿Te canceló tan derrepente?

—Sí, justo acabo de ver su mensaje, una hora antes.

—Bueno, tal vez tuvo algún imprevisto, seguro lo pospondrán para más adelante.

—No, ese el problema, no me explicó nada. Intenté volver a llamarle y no me contesta.

—Hmm, eso es raro.

—Diamond, ¿tú crees que ella quiera cortar conmigo?

Diamond se sorprendió por la pregunta.

—Moon es una chica muy directa, si quisiera hacerlo lo hubiera hecho —respondió—. Además solo fue una cancelación de último minuto, es raro que no te explique por qué cancela, pero no creo que solo por eso creas que te va a cortar.

—No es solo por eso, la he notado demasiado distante, fría. Es como si algo le pasara, como si estuviera decepcionada.

Diamond se quedó pensando por un momento.

—Mira, Moon es introvertida, pero si piensas que hay algo raro, creo que deberías hablarlo con ella, es algo que ambos deben tratar.

—¿Y de casualidad tú no sabes algo? —preguntó Sun, esperanzado— Algo que te haya contado.

—No habló mucho con ella desde hace un rato, habla más con Pearl, pero aunque supiera algo, es mejor que tú lo hables con ella —Diamond sonrió ligeramente—. Sabemos que ella te quiere, no sobrepienses las cosas, si lo hablan seguro arreglaran las cosas.

—En estos momentos quisiera ir a su casa para hablarlo justo ahora.

—No te lo recomiendo del todo, tal vez está verdaderamente ocupada. Sera mejor que descanses y mañana vayas con ella. Cena, ve una serie y descansa, es lo mejor que puedes hacer.

Sun aceptó a regañadientes, su deseo no era ese, enserio quería ir a la mansión en ese momento, pero debía darle su espació a Moon hasta que le contestara. Luego de despedirse de Diamond, el chico probó en soledad su comida y se fue a acostar temprano.

Le hubiese gustado quedar dormido de inmediato, pero solo se quedó mirando al techo por unas horas. Solo podía sentir el miedo de que Moon le cortase y el nerviosismo de hablar con ella, pensar en qué le diría, en cómo podría reaccionar, cuales eran la palabras correctas que no provocaran un rompimiento.

Cuando el reloj dio las tres de la noche, Sun finalmente se quedó dormido.

[…]

La luz del mediodía despertó a Sun, su cabeza dolía un poco y sentía aun ligero mareo que se calmó conforme pasó el tiempo mirando el techo. Su teléfono comenzó a sonar con varias notificaciones, mensajes que Moon.

"Oye, lamento haberte cancelado :c" "¿Podemos vernos en mi casa para comer a las cuatro? Te compensare".

Leer estos mensajes le devolvió el alma al cuerpo, soltó un respiró de tranquilidad mientras se levantaba y se calentaba el estofado de anoche para desayunar. Sin embargo, aunque Moon había cambiado de actitud, aún debía hablar con ella sobre lo ocurrido, y sobre todo lo demás.

Se sentía ansioso, muy ansioso, habló con Diamond sobre la mejor forma de abordarlo, pero él solo le dijo que fuera lo más abierto y sincero con sus sentimientos. No era tan difícil serlo, pero sentía el miedo de que cualquier cosa saliera mal, de que Moon lo malinterpretara y terminara con él de todas formas.

Se presentó de manera puntual en la mansión, respiró profundó y repasó lo que diría en su cabeza una vez más. Estaba nervioso, pero no tanto como la noche anterior, estaba seguro que con las palabras correctas podría solucionar todo el conflicto que se había generado.

La puerta se abrió, pero no fue Sebastián el que abrió la puerta. Platinum sonrió alegremente y saludó al chico.

—Sun, buenas tardes, que bueno que viniste ¿cómo estás?

—Ho-hola, señorita Platinum —dijo Sun, nervioso—. Bien, ¿y usted?

Tragó saliva al ver a la chica frente a él, pero intentó disimular el nerviosismo. Alzó la mano para saludarla directamente, pero Platinum ignoró completamente el gesto. Sun devolvió la mano, avergonzado bajo la sonrisa de Platinum.

—Estoy bien, gracias. Adelante, mi hermana está en el comedor, seguro comerás algo muy rico.

Platinum le dejo entrar. Ya estando dentro suspiró y trato de relajarse, Platinum lo intimidaba bastante, pero podía lidiar con ella, después de todo no iba a hacer nada malo, solo hablar con su novia. Mientras avanzaba por la mansión, pudo sentir que ella parecía escoltarlo en cada pasó que daba. Él sabía dónde estaba el comedor, ya había comido antes en ese lugar, por lo que era raro sentirla tan cerca, siguiéndolo por detrás. No se giró a mirarla, pero podía sentir sus ojos clavados en él.

Moon lo estaba esperando leyendo un libro. Verla le hizo sentirse más aliviado, sin embargo, la expresión en su rostro eliminó ese alivió de golpe. Había algo extraño, sus ojos se miraban preocupados, aletargados, y su expresión era neutral. Cuando Platinum habló, su expresión cambio a una sonrisa pequeña y tímida.

—Hermanita, tu noviecito vino a verte —dijo Platinum.

—Gracias por traerlo, Platz —dijo Moon, en voz baja.

—Bueno, iré a terminar unos pendientes, diviértanse.

Platinum finalmente se marchó. Sun suspiró profundamente al no sentir la presión que la chica ponía con su sola presencia en la habitación. Se acercó a Moon y ella lo recibió con un gesto, mientras algunos cocineros traían la comida.

—Tú hermana es muy amable —dijo Sun, nervioso.

Moon no contestó, solo lanzó una sonrisa tímida. Sun sonrió de vuelta mientras la comida era servida. Ambos comieron en silencio, por un rato, Sun esperaba que su novia dijera algo, una palabra, algo con lo cual empezar la conversación, pero solo comía y miraba al frente, del otro lado de la sala. Al ver que no pronunció palabra alguna suspiró y decidió decir algo.

—¿Y qué tal siguió la granja?

Aquella pregunta sorprendió a Moon, la cual volteó a verlo directamente.

—¿La granja?

—Sí, la granja que hicimos en el juego.

—Oh, eso, si, produce bien —dijo Moon, sonriendo levemente.

—Oye, Moon, ¿estás bien? Has estado un poco rara.

—¿Rara?

—Sí, dispersa, alejada, ¿está todo bien?

Moon suspiró agotada, dejando el tenedor en su mesa.

—Sí, solo un poco distraída con algunas cosas —rascándose la nuca—. Escucha, Sun, el motivo por el que no fui a verte en la noche fue por qué…

Aunque Sun esperaba algo malo, Moon no respondió. La miró nerviosa, rascándose el codo mientras seguía observando la sala. Antes de que pudiera decirle algo, Moon cerró los ojos y suspiró profundamente.

—Mi madre salió de último momento, de imprevisto, y tuve que despedirla y acompañarla del aeropuerto —dijo Moon, evitando mirarlo directamente a los ojos.

—Wow, ¿tú madre se fue así de repente?

—Si, a mi también me sorprendió, parece que fue a ver unos temas con mi padre.

Sun arqueó la ceja. Conocía bien a Moon, si de algo se había enamorado de ella eran sus expresiones al hacer y sentir cosas, y la forma en que bajaba los hombros y miraba hacia otro lado la delataban, no estaba siendo sincera. Pero, no se notaba como una mentira cínica, de una forma pudo sentir su miedo. No solo por su expresión, tomó su mano y la notó fría, temblando. Moon siempre era un poco fría de su cuerpo, pero eso era demasiado.

—Moon, ¿estás segura que no hay algo más?

—¿A-a que te refieres? —preguntó Moon, un poco temblorosa.

—Tu rostro, tus manos, tus ojos, te he visto tantas veces que se que hay algo más —dijo, acercándose a ella—. Por favor, dime que sucede.

—No es nada, solo que yo…

Moon volvió a voltear a la sala, fijando su vista en una parte. Sun también decidió voltear y en un primer momento no pudo ver nada, sin embargo, detrás de una cortina, pudo ver una figura que parecía mirar a su novia fijamente. Al intentar centrar su vista la persona que los observaba se retiró rápidamente.

—¿Acaso ella es…?

Antes de decir algo sintió como las manos de Moon se cerraron con fuerza en la suyas. Al voltear a verla pudo sentir un poco de molestia en su cara, como si estuviera enojada. Estaba algo asustado, pero la mirada de su novia cambió rápidamente a una más decidida.

—Creo que nos debemos esto.

No hubo tiempo de procesarlo, Moon se acercó con fuerza y estrelló sus labios contra los de Sun. Sun se sorprendió ante aquella acción, finalmente había logrado conseguir lo que quería, pero había algo que no se sentía bien. Los labios de Moon era algo con lo que había soñado, un beso lento y lindo, pero, aquél beso era muy rudo, sus labios se movían muy rápido, desesperados, sin saber qué hacer, con mucha fuerza. Nunca había besado en su vida, pero sentía que aquello era demasiado apresurado, no era como se supone que debía de ser.

Lentamente los dos se separaron, ambos se miraron con los rostros completamente rojos, aunque algo de calor se generó en sus cuerpos, se sentía una extraña presión en el ambiente.

—Eso fue…

—No te atrevas a decir espontáneo —amenazó Moon, sería.

—I-iba a decir, inesperado —dijo, intentando tomárselo a broma—. Aunque debo admitir qué…

—Por Arceus, chicos, no sean tan públicos.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Sun al escuchar aquella voz. Al voltear a ver pudo verla justo bajó el umbral de la entrada, sosteniendo consigo una libreta la cual sujetaba con la suficiente fuerza como para arrugar el papel. Tragó saliva al verla e intentó hablar, pero Moon se levantó y lo tomó de la mano con fuerza.

—Sun y yo saldremos el resto de la tarde —dijo Moon, con una mirada retadora.

—Oh, ¿enserio saldrán tan de repente? —Platinum miró directamente a Sun.

La mirada inquisidora de Platinum clavado en él le hizo sentirse pequeño, como cada uno de sus músculos comenzaba a temblar, no sabía que tenía aquella chica que le hacía sentirse completamente vulnerable. Sin embargo, ver la mirada retadora de Moon le hizo sacar un poco de valor.

—S-si, iremos a comprar unas cosas y…

—No es necesario que des más detalles, se lo diré al volver —Moon tragó saliva, sus manos comenzaban a temblar.

—Ay, hermanita, pero dijiste que me ayudarías con una investigación de mamá.

—Tendrá que esperar —Moon se dió media vuelta—. Volveré al rato, hermana.

Notaba las manos y piernas temblorosas de Moon, necesitaban salir de ese lugar lo más rápido posible. Sun la siguió sin soltar su mano, ya tendrían tiempo de ver a dónde irian y por qué pasó tan de repente esa acción. No volteó atrás, solo se despidió en la lejanía de Platinum, sentía que ver esos ojos una vez más le harían derrumbarse cómo las hojas de la libreta que habían sido destruidas entre sus manos.

[...]

Sun llevó a Moon a una cafetería en Ciudad Jubileo. A pesar de su motivación inicial, la chica no tenía una idea clara de a dónde ir, solo quería salir de esa casa. En todo el trayecto ella no dijo mucho, solo sujetaba con fuerza su mano y miraba repetidamente detrás de su hombro, buscando algo.

Puede que Sun no entendiera exactamente por qué ella quería salir de su casa, pero fuera lo que sea era algo demasiado grave para que estuviera en ese estado tan paranoico. Estaba asustado, asustado de que algo le estuviera pasando y no se lo dijera. Pensó en cómo preguntárselo hasta que la vio tomando su smoothie con algo de timidez. Suspiró y tomó su mano.

—¿Estás más tranquila?

Moon alzó la vista, su mirada ya no estaba tan afligida, parecía aliviada.

—Un poco, gracias por traerme aquí.

—Bueno, nunca es tarde para un smoothie —aquello hizo reír un poco a la chica.

Ahí estaba, esa sonrisa que siempre le alegraba el día. Sin embargo, quería saber por qué había actuado de esa manera, qué era lo que le tenía tan asustada en su mansión. No le gustaba verla de ese modo, tan paranoica.

—Se qué tal vez no quieras hablar, pero…

—No, creo que debes saberlo —dijo Moon, tragando saliva—. Las cosas en mi casa se han vuelto algo raras, extrañas.

—¿Extrañas en qué sentido?

Moon se quedó en silenció, intentando formular una respuesta.

—Solo dejémoslo en extraño, extraño con mi hermana —dijo, acariciándose los hombros—. Lamento no ser específica, solo no quiero que esto escale mucho más allá.

Sun aceptó con un gesto, pero no estaba del todo convencido. Debía darle su tiempo a Moon para desahogarse, que dijera todo lo que estaba dentro de ella antes de poder decir algo.

—Está bien, si te sientes cómoda con eso, está bien —dijo Sun, serio—. Supongo que por eso pasó lo que pasó.

—Sí, lamento mucho eso —dijo, apenada—. No quise hacerlo así, fue un impulso, y estoy segura que tú no lo quería así y…

—No, está bien, supongo que fui demasiado tímido —una ligera sonrisa se escapó de sus labios—. Solo no sentí que estuvieras demasiado cómoda, como si te estuvieras forzando a hacerlo. No soy mucho de experiencias, pero no sentí que te gustara.

—No, claro que me encantó, es solo que —bajó sus hombros y dio un fuerte suspiro, derrotada—. Creo que yo tampoco quise que fuera de esa forma, lo siento.

Verla así, tan triste, apenada, le hizo sentirse realmente mal. Sun la había conocido siempre como la chica impasible que de vez en cuando esboza una gran sonrisa, pero pocas ocasiones se le miraba de una forma tan decaída. Le dolía, le dolía lo suficiente para levantarse y acercarse a ella para intentar consolarla.

Para su sorpresa, luego de la confusión inicial al verle levantarse, lo abrazó del torso con fuerza. Sun sintió algo diferente esta vez, una extraña necesidad en protegerla, en cuidar de ella. La abrazó de vuelta, quería cuidar de ella, que estuviera bien. Se sentía bien estando ahí con ella.

—Quiero que esto funcione, Sun, pero hay algo que quiero pedirte —dijo Moon, lentamente, soltándolo.

—Claro, dime en que te puedo ayudar.

Moon tragó y respiró profundo, necesitaba tomar fuerzas para pedirlo.

—Sé qué no llevamos mucho, y es repentino, pero… —hizo una pausa, intentando articular palabras— Quisiera ir a vivir contigo.

Aquello lo tomó con la guardia baja, lo hizo retroceder. En un principio pensó que aquello era una broma, pero el rostro serio de su amaba le hizo entender que estaba lejos de ser una broma.

—N-no sabía que estabas lista para esos compromisos —dijo Sun, nervioso, no esperaba en lo absoluto eso.

—N-no, creo que no, pero no veo otra opción —admitió, bajando sus hombros—. La tensión en mi casa se ha vuelto insoportable, mi hermana… no es que no la quiera, solo creo que sería mejor si me mantengo alejada por un rato, por todos.

Sun aún seguía indeciso.

—Sé que es muy repentino, pero eres la única persona a la que puedo recurrir, a la única que le tengo la confianza y el cariño para pedírselo —Moon tomó sus manos—. No tienes que responderme ahora, pero si quisiera que lo consideraras.

Esto era algo nuevo. Si había considerado el vivir con Moon, pero en un proyecto a futuro, tal vez en otro departamento. Comenzó a pensar en las posibilidades, lo que tendría que hacer, como tendría que adecuar su vida para este cambio tan grande, el solo pensar en lidiar con su arrendador sería todo un martirio.

Sin embargo, al ver a Moon a los ojos, esa expresión de desesperación por ayuda le hacía querer aceptarlo. Después de todo era su novia, quería hacerla feliz, quería protegerla de cualquiera que fuera lo que le pasara en su casa. Ya vería cómo se acomodaría, no era la primera vez que tomaba una decisión impulsiva y lidiaba con ello después.

Aceptó, aceptó por ella, aceptó por no permitir que le pasara algo malo. Moon no pudo evitar sonreír ante la respuesta, agradeciéndole y abrazándolo una vez más. Un tierno beso en la mejilla fue lo que cerró el trato, un beso mucho más cálido y amable que el que habían tenido en la mansión.

—Gracias, Sun, enserio gracias —dijo Moon, con una sonrisa calmada.

—Solo necesito hablar con mi arrendador, espero no se ponga muy difícil.

—Nos las arreglaremos, puedo hablar con él también, seguro que ver el apellido Berlitz le hará doblar el brazo.

—Y qué Berlitz, hasta nos baja la renta.

—No creo que funcione así —admitió Moon con tímida risa.

Las risas siguieron mientras ambos hacían planes de cómo se administrarán. Aunque le gustaba bromear sobre los miedos que tenía de que creara un gas mortal, Sun estaba feliz de finalmente ver a su chica mucho más alegre, relajada, la Moon que siempre había conocido.

Aunque Moon tendría que seguir viviendo en su casa, Sun iría moviendo el papeleo y reestructurando su departamento para que Moon llegará, con algo de suerte en unos quince o veintiún días, aquello realmente llenó de alivio a la Berlitz.

Luego de terminar sus bebidas, ambos decidieron ir al departamento de Sun, quedaba una larga tarde para ver el hogar de Sun y ver cómo podrían administrar el espacio. Sin embargo, a diferencia de cómo se habían salido de la mansión, ahora ambos estaban felices. Sun tomó la mano de su novia y le dio un pequeño beso en la mejilla. Ella estaba bien, él también, todo estaba a punto de mejorar.

[...]

El departamento de Sun necesitaba algunas modificaciones. Luego de pasar una noche increíble jugando videojuegos y hablando sobre el futuro, Sun se puso manos a la obra para acondicionar todo su entorno para la llegada de su novia.

Lo primero era hablar con su arrendador, un hombre mayor que lo visitaba cada mes para cobrar la renta. Para su buena fortuna el hombre no tuvo problema alguno, mientras siguiera pagando la renta puntualmente no tendría mayor inconveniente. No fue necesario usar el apellido Berlitz para convencerle.

—Es una decisión muy importante la que tomas, muchacho, realmente espero que les vaya bien —fue lo que le dijo aquel hombre de sonrisa calmada luego de retirarse. Y tenía razón, era un gran pasó comenzar una vida en pareja.

Se mentiría si dijera que no lo pensó, siempre lo imagino. Tal vez no en esas circunstancias, pero visualizó levantarse por la mañana y ver a Moon a su lado, roncándole al oído antes de irse a la universidad. El prepararían un buen desayuno juntos mientras miraban la televisión o una pacífica noche jugando videojuegos para después ir a dormir y, por qué no, tener un poco de pasión en la noche.

Ese sonrojo le hizo querer comprar una mejor cama, ese viejo colchón individual no sería suficiente para ambos, podrían caerse a la menor provocación. También necesitaría cambiar algunas sábanas y otros muebles para adaptarlos a los dos. Fue ahí que se le presentó el primer problema, el dinero.

Su trabajo de medio tiempo como repartidor no le daba demasiado abasto, tal vez podría comprar un colchón ahorrando unos meses, pero todo lo demás que tenía planeado no podría ocurrir. Sin embargo, Moon le dijo que no se preocupara por ello, ella podría aportar con algo, solo debía esperar dos semanas en lo que terminaba de arreglar todo para irse.

Dos semanas, solo dos semanas tendría de anticipación para acomodar la casa. Si bien los primeros días fueron emocionantes al pensar en todas las posibilidades estando juntos, lentamente los pensamientos intrusivos fueron entrando en su cabeza.

¿Y si Moon no le gustaba como era Sun en su departamento? A él le gustaba llevar un ritmo mucho más relajado así que seguramente habría algún conflicto, tal vez ella ya no le encantaría la idea. ¿Qué tal si abrirle las puertas haría que ella viera realmente quién era él y lo dejaría finalmente? La ansiedad le hacía preguntarte eso constantemente mientras miraba por horas el techo de su casa. En esos momentos de ansiedad, solo había dos personas a las que podía recurrir.

—Y esa es la razón por la que he estado así la última semana —admitió Sun con la mirada baja—. Tengo algo de miedo de que las cosas no funcionen.

Les explicó todo el asunto de la mudanza a ambos chicos luego de reunirse en la cafetería que solían frecuentar. Diamond y Pearl no pudieron evitar sorprenderse por aquella noticia, ninguno de ellos estaba enterados de la situación de Moon.

—Parece que quieres "speedrunnear" la vida en pareja —bromeó Pearl.

—Bueno, no fue algo que previera, simplemente se dieron las cosas.

—Igual es algo bastante grande, un enorme pasó —replicó Diamond—. ¿Estás seguro que estás listo?

—No lo sé, por eso vine a ustedes —admitió, bajando los hombros—. Tengo miedo que no funcione, ¿alguno de ustedes ha hecho esto antes?

Al preguntar aquello las miradas giraron directo a Pearl. Luego de ahogarse un poco en su bebida al sentirte expuesto, lanzó una pequeña risa.

—Solo fue un mes y fue por qué Maylene gastó el dinero de su renta en comida.

—Pero es más de lo que yo he estado, así que.

—Bueno, bueno —el chico se aclaró la garganta y volteó a ver a Sun—. Si algo tienen las mujeres es un excelente gusto por la decoración, así que espera que todo tu entorno evolucione de una enorme manera, siempre tendrás que cerrar la puerta del baño, tener un pacífico domingo sin hacer nada será solo un recuerdo lejano, y por supuesto que debes esperar perder la mitad de tus cosas en las remodelaciones, nunca sabrás donde dejaste tus últimos calzoncillos.

Sun miró con confusión a Pearl. Esperaba algo así, pero también esperaba algo que calmara su ansiedad, no que la aumentara por el miedo a perder todo su entorno. Sin embargo, al verlo, el chico decidió rectificar.

—Bueno, la realidad es que si es un gran reto, entiendo que estés teniendo algo de miedo, yo estaba igual cuando supe que ella vendría, pero si hay algo que te puedo decir, como ya te lo hemos dicho, si ella se enamoró de ti por quién eres, no tendrá problemas en aceptar tus horribles hábitos, así como Maylene lo hizo con los míos.

—¿Y si eso la decepciona? —preguntó Sun.

—Recuerda que los que amamos hacen excepciones por los que amamos —dijo Diamond.

—Además, tú también tendrás que lidiar con sus horribles hábitos. Deja la ropa sucia en su habitación, toma directamente del envase de jugo, deja las cajas de comida tiradas en medio de la cocina, y no olvidar la vez que mezclo galletas con soda y por alguna razón le gustó —hizo una cara de asco, sin embargo, el ver que Diamond y Sun lo miraban un poco molesto por su forma de expresarse el chico frunció el ceño—. Oye, cuidamos a esa niña desde que tenía 5, tengo todo el derecho de quedarme de sus extraños gustos.

—Creo que lo que Pearl intenta decirte es que ambos tendrán que acostumbrarse al otro. Tú sederas en aquello, ella en esto otro, y lograran un equilibrio. Al final de eso se tratan las relaciones.

—Si, tú tranquilo, creo que estarás bien.

Sun sonrió ligeramente, honestamente no había considerado que Moon tendría el mismo problema que él, tal vez en aquel punto podría encontrar un buen equilibrio entre ambos donde podrían llevarse bien, sin embargo, el miedo aún seguía, el miedo a decepcionar. Después de todo, él pensaba que nada de lo que ella hiciera lo decepcionaría.

—Supongo que tienen razón, solo debo aprender a lidiar con mi miedo —dijo, terminando su raspado—. Al final lo hago también por ella, para que se sienta bien.

—Lo que me lleva a preguntarte —Pearl arqueó la ceja—. ¿Te ha dicho que es realmente lo que pasa en la mansión?

—No, no me ha dicho nada, de hecho las cosas han estado normal según ella, normal salvo que la última vez que fui se sintió la penetrante mirada de la señorita Platinum.

—Sé cómo se siente, créeme —dijo Pearl—. Pero, sigue siendo raro, sé que Platinum tiene ese pensamiento de hermana sobreprotectora, pero ya se está volviendo demasiado raro.

—Moon no me ha dicho que fue exactamente lo que pasó, pero parece que si quiere distanciarse de ella por un rato. ¿No creen que Platinum sea mala con ella, verdad?

—No, Platinum ama demasiado a su hermana para lastimarla —respondió Diamond.

—Aun así es raro que Moon actuara así. Platinum no nos ha dicho nada. Realmente espero que no sea algo muy grave.

—Sea lo que sea, creo que haces muy bien en ayudarla con eso, al menos de esa forma —admitió Diamond—. Ya luego hablaremos con Platinum.

Si, Platinum. Si bien se le hizo raro que Platinum fuera una de las razones por las que Moon se fuera de su casa, jamás se paró a cuestionar que era realmente lo que había pasado con ella, que es lo que hizo su hermana para que quisiera mantenerse alejada.

¿Quién era Platinum en realidad? Nunca la terminó de conocer del todo, al principio le pareció alguien sumamente educada y refinada, una chica de alta sociedad que solo se comportaba de manera banal cuando Diamond y Pearl estaban cerca. Si bien al inicio parecieron llevarse bien, desde que empezó a salir con Moon sentía como sus ojos se clavaban en él, vigilando, juzgándolo a cada paso. Un aura muy pesada que se repitió la última vez que fue a la mansión.

Estaba preocupado, preocupado de que algo malo pasará con Moon en la última semana de espera, pero todo parecía estar bien, Moon se mantenía en su actitud de siempre, un poco nerviosa a veces por tener que ir a vivir con él, pero todo bien, con esa típica sonrisa que le hacía volver a besarla, ignorando que tal vez Platinum tendría su mirada clavada en él en algún rincón.

Por ella lo hacía, no podía esperar el momento de estar con ella, dormir a su lado, cocinar juntos, hacer todo lo que realmente soñaba con ella. Solo quedaban unos cuantos días, y Sun ya estaba listo para recibir a la chica que le deseaba buenas noches por mensaje de texto.

[...]

La luz de la mañana golpeó directo en el rostro de Sun. Era sábado, mañana sería el gran día donde comenzarían las mudanzas. Luego de enviar su respectivo mensaje de buenos días, el chico se puso manos a la obra con los preparativos del día; despejar la sala para que Moon fuera vaciando sus cosas al día siguiente.

No podía negar que se sentía emocionado, una pequeña presión en el pecho se manifestó al saber que pronto ella estaría en su departamento. Luego de desayunar y alimentar a sus pokémon, el chico comenzó a mover muebles de un lado a otro.

Al poco rato recibió una llamada, pensó que sería su novia finalmente contestando su mensaje, pero se trataba de su madre. Con todo el ajetreo había olvidado por completo hablar con su madre al respecto. No esperaba menos que un regaño de su parte por no mantenerla informada de su vida en Sinnoh, pero la conversación se tornó rápidamente sobre la decisión que había tomado.

—Bueno, hijo, espero que estés realmente preparado para esto —dijo su madre, algo preocupada—. De esto ya solo queda casarte.

—Tampoco quiero ir tan rápido —bromeó Sun—. Solo quiero ayudarla, sé que es un gran paso, pero estaremos bien.

—Lo que me preocupa es esos problemas en su casa, pobre Moon, es una buena chica, pero no quiero que eso te alcance a ti.

—No te preocupes por mí, estaré bien —dijo con una sonrisa—. Solo debo aprender a lavar mi ropa más seguida.

Su madre rió ligeramente.

—Ya no podrás ir tan libremente, créeme, pero realmente espero que les vaya bien a los dos, y que vengan a visitarme.

—Claro mamá, no te preocupes —dijo, sonriendo—. Creo que si las cosas se complican podríamos vivir contigo.

—Las puertas de mi casa están abiertas, lo sabes —dijo la señora—. Cuídate mucho, saluda a Moon de mi parte, te amo hijo.

—Yo también te amo, mamá —dijo Sun, acabando la llamada.

Había olvidado por completo hablar con su madre, pero aquella llamada le sirvió para pedirle algunos consejos de la vida juntos, algunos fueron útiles, y la promesa de volver si todo salía mal le hizo sentirse más aliviado.

Quiso llamar a Moon, pero ella no contestó las llamadas, no entraban. "Espero que solo esté cargando su celular" dijo Sun, un poco asustado de la ausencia de Moon. Sin embargo, no quería ir con sentimientos fatalistas de inmediato, ya había ocurrido antes que Moon no contestara.

Siguió moviendo muebles, pero la ansiedad volvía a manifestarse. Tenía miedo de lo que le llegase a pasar, de que algo finalmente hubiese estallado en la mansión. Intentaba calmarse centrándose en limpiar la sala, pero el constante ir y venir para ver si Moon contestaba los mensajes no lo dejaba tranquilo. Incluso llamó a Diamond y Pearl, pero ambos le dijeron que no sabían nada y que se calmara, que su idea de Moon con el celular descargado o dañado era lo más factible. La respuesta más sencilla siempre era la acertada. Pero conforme pasaron las horas esa idea fue perdiendo validez.

Finalmente el perfil de Moon apareció online, contestando sus mensajes. Sun sintió cómo el alma se le devolvió al cuerpo con el breve saludo de su novia.

"Sun: Buenos días, cariño 3

Moon: Hola, Sun.

Sun: ¿Todo bien en casa?

Moon: Todo bien. Sun lo he estado pensando, y cometí un error. No debí haber hecho eso, no debí haber hecho nada de esto.

Sun: ¿A qué te refieres con eso?

Moon: Terminamos."

Sun se quedó en blanco, mirando fijamente el chat. Intentó responder, pero antes de poder hacerlo Moon bloqueó su número, no podía comunicarse con ella.

¿Qué rayos acababa de ocurrir? ¿Enserio eso había sido todo? Un simple "terminamos" y bloqueado y ya. No, eso no estaba bien, esto no era una terminación normal. Por más que intentaba darle un sentido no podía encontrarlo, era completamente ilógico.

Llamó a Diamond de inmediato, no sabía qué hacer. Al contestar apenas podía formular palabras, había miedo, mucho miedo y desesperación en sus palabras.

—Oye, tienes que calmarte un poco —dijo Diamond, preocupado.

—¿Cómo malditas sea quieres que me calme? Me cortó sin más y me bloqueó, algo no está bien.

—Lo entiendo, pero en el estado alterado en el que estas no lograrás nada.

—Es qué estoy seguro de que algo malo le pasó, hay algo que pasó —replicó, comenzando a llorar—. Ella no pudo dejarme sin más, ¿verdad? Ella no pudo…

Las lágrimas comenzaron a brotar. Aunque estaba seguro que algo le había pasado, empezar a hablarlo le hizo pensar en la posibilidad de que tal vez Moon si lo había cortado, en que tal vez todo lo de su hermana y el moverse era una fachada para romper con él. Tal vez la idea de mudarse fue la forma en que sutilmente quería que él la dejara, pero al ver que no funcionó, decidió cortarlo rápido antes de seguir. Que las dos semanas previas solo fueron para ella un distractor, una actuación.

Le dolía, le dolía pensar en esa posibilidad, le dolía que tal vez Moon no lo amaba lo suficiente, que finalmente se había deshecho de él. Diamond trató de convencerlo que ese no era el caso, que tal vez ella estaba confundida, pero Sun no podía evitar sentir el corazón roto y hecho pedazos, llorando y manchando la pantalla del celular.

—No se que creer, Diamond, no lo sé —admitió entre sollozos—. ¿Que fue real? ¿Qué fue mentira?

—Sun, sé que es duro, es duelo al final de cuentas —respondió Diamond, con un nudo en la garganta—. Es doloroso, pero deja que pase por el momento, llora si tienes que llorar, sabes que Pearl y yo somos tus amigos y podemos apoyarte ahora, puedo decirle y podemos ir a la cafetería de siempre si quieres compañía.

Él no quería compañía, quería respuestas, quería saber que había provocado que Moon lo cortara de esa forma tan seca. Aunque Diamond le aconsejó que no lo hiciera, Sun estaba decidido a recibir una respuesta clara. Iría a la mansión Berlitz. Cortó la llamada con Diamond, tomó su bicicleta y empezó el camino hacia la mansión. Poco le importaba que el sol comenzara a ocultarse, o el hambre que sentía, solo quería respuestas, quería que Moon le dijera a la cara que había sido todo eso.

La mansión Berlitz apareció en el horizonte después de unos minutos de frenéticos pedaleos. Sabía que, si Moon no quería verlo, seguramente el mayordomo no le dejaría entrar, para su fortuna, la puerta trasera del jardín tenía poca vigilancia y podría entrar sin problemas.

Mientras se cuidaba de no ser visto, solo podía pensar en cómo hablaría con Moon. Ver que todo se encontraba normal en la mansión le hizo sentir que realmente ella solo quiso cortar con él y ya, que todo esto había sido un juego que se salió de control. Quería que se lo dijera a la cara, que mirara esos ojos que siempre la amaron y le dijera que no lo amaba. Si ya quería cortarlo, ¿para qué tenía que fingir todas esas sonrisas? todos esos besos fugaces, esos abrazos, ese cariño, ¿todo para qué? Su corazón herido quería respuestas, y estaba dispuesto a obtenerla sin importarle que, sin importarle entrar de esa forma a su hogar.

Subió las escaleras y finalmente se encontró con su cuarto. Avanzó con rapidez hacia la puerta, sin embargo, el sonido de un gemido ahogado le hizo detenerse un poco. Esa voz era la de Moon, se escuchaba tenuemente, con miedo, seguido de sonidos de gemidos ahogados. Al acercarse finalmente pudo darse cuenta de que ocurría.

El cuarto de Moon era muy frio, el aire helado del exterior se colaba con intensidad y movía las sabanas que cubrían tenuemente el cuerpo desnudo de Moon. Sus manos se encontraban atadas a la cama, se retorcían como el resto de su cuerpo mientras intentaba alejarse de su atacante. Su propia hermana la tenía bajo su yugo, sus manos frías sujetaban con firmeza sus piernas, intentado inmovilizarla con poco éxito mientras profanaba su ser.

Los gemidos no eran de placer, eran de piedad. Las lágrimas comenzaron a manchar el rostro herido de Moon. Sus ojos apenas se mantenían abiertos, mirando con desesperación a su hermana quien no detenía su acto a pesar de las constantes suplicas. Cada intentó de moverse era fieramente castigado con encargar sus uñas en sus muslos o sus dientes en alguna otra parte, haciéndole lanzar un pequeño grito de dolor.

Sun se congeló en ese momento. Sintió como su estómago quería vaciarse de golpe al ver a Platinum haciendo extraños sonidos excitados que parecían opacar las suplicas de su amada. Sin embargos, esos gritos de dolor, esas suplicas, hizo que sus manos se calentaran lo suficiente para correr, tomar a Platinum de los hombros y lanzarla al suelo.

Moon apenas pudo abrir los ojos al ver a su novio, intentó cerrar sus piernas para que no lo viera, pero las cuerdas no se lo permitían. Verla así solo aumentaba su rabia, su tristeza. Moon solo pudo decir en voz baja.

—S-sun, vete, por favor, no quiero…

No hubo tiempo de terminar la frase, Platinum se había incorporado y dio un fuerte puñetazo en el rostro del chico. Cayó en el frío piso de mármol, el ardor que sentía en la mejilla era comparable al ardor que sentía en los puños al ver a Platinum frente a él.

—Debiste quedarte en tu puta casa.

Los ojos de Platinum, antes vigilantes, expresaban odio puro, fijándose en quién le había interrumpido. Sun estaba en ese mismo pensamiento, verla le repugnaba, le molestaba, toda la rabia contenida le hizo intentar levantarse, pero Platinum lo dejó en el suelo de una patada. Sin embargo, el dolor no sería suficiente para vencerlo. Cuando Platinum se distrajo para cerrar la puerta, Sun se abalanzó contra ella.

—¡Eres una maldita enferma!

Estaba dispuesto a defender a Moon costara lo que costara. Estaba enojado, furioso, no pensaba contenerse aunque la que se enfrentará era la hermana de Moon, una hermana que poco o nada había cumplido con su rol. Sin embargo, la mirada indiferente y fría de Platinum hizo que su rabia fuera disminuyendo lentamente. Esos ojos, esos ojos ámbares llenos de odio le clavaban una mirada que le hacía retroceder tras cada arañazo y puñetazo.

La tensión se hizo cada vez más fuerte cuando Sun cayó al suelo luego de un golpe en la entrepierna. La adrenalina había disminuido y el dolor se acrecentó en aquella área. Intentó levantarse, pero Platinum se lo impidió con una fuerte patada en la cabeza.

—¡Ya déjalo! —gritó Moon, desesperada.

—Debe aprender a qué sucede cuando se mete con el amor entre hermanas.

Sun sentía como le dolía la cabeza como el demonio, su vista era nublada y las voces de Platinum y Moon apenas eran audibles. Sin embargo, aún con el dolor, solo podía pensar en Moon, en salvarla, en sacarla de ahí. Debía hacerlo, era su deber.

Intentó levantarse, pero un enorme peso se pose en su regazo. Intentó quitárselo, pero de pronto sintió una suave tela que envolvió su cuello, ese agarre suave pronto se volvía fuerte, muy fuerte, un ardor intenso que le cortó de tajo de oxígeno. Aun con la vista nublada, pudo ver esos ojos ámbar clavados en él. Ya no expresaban rabia, expresaban completa locura con las pupilas completamente dilatas y una sonrisa extraña que se dibujaba en ese rostros.

Trató de manera desesperada de tomar la bufanda y aligerarla un poco, liberarse un poco de esa presión y respirar un poco de aire, pero con cada intentó se agarre se volvía mucho más fuerte. Los pulmones comenzaron a arderle con mayor intensidad y el frio del piso de mármol comenzó a treparse por su espalda.

Sintió que su cuerpo se hinchaba, que perdía fuerza. Intentó acercar sus manos aquellos ojos, pero era imposible. Alcanzó los brazos que tensaban la bufanda e intentó golpearlo, pero no tenía fuerza para si quiera hacerlos a un lado. Uso lo único que le quedaban, sus uñas, ni encajarlas en la carne y mancharlas de sangre hicieron algo contra aquellas vigas de acero que se aferraban. Intentó arañar con más fuerza, pero ya no tenía la fuerza para hacerlo, no infringía ningún dolor, su visión se volvía completamente oscura y daba vueltas, pero aquellos ojos no desaparecían.

"P-por favor, no, no quiero" quiso suplicar, pero era inútil, no salía una sola palabra de su boca. Sus ojos rojos mancharon de lágrimas su piel morada. No quería morirse, quería salir de ahí, quería respirar, solo respirar, que esos ojos desaparecieran y poder dar una bocanada de aire. No quería morir, no quería irse. Ya no pensaba en Moon, en sus amigos, solo pensaba en su madre, quería estar a su lado, que le abrazara, quería volver a ese lugar seguro. El frio se le había subido a todo el cuerpo, ya no sentía sus manos, no sentía sus pies, se sentía demasiado ligero. Antes de que esos ojos desaparecieran, el chico suplicó.

"No me quiero morir, por favor, no me quiero morir, quiero ir con mi mamá, no me quiero morir, no quiero morir".

[...]

La habitación oscura se vio tenuemente iluminada por una pequeña bombilla. Una pequeña niña se acercó a la bombilla, buscando refugiarse del frío. La luz era cálida, lo suficiente para que la niña intentase tocarla, quemándose en el proceso.

Escuchó un ruido que le hizo girarse. No había nada, solo muebles polvorientos y algunos libros tirados en el piso. La niña intentó llamar a alguien, pero nadie respondía, solo había penumbra. Sin embargo, sentía la mirada clavada de alguien.

Alguien respondió a sus peticiones. Subiendo unas enormes escaleras había una figura de luz, una mujer que parecía iluminar todo a su pasó. La niña intentó acercarse, pero algo la detuvo. Una figura extraña estaba frente a ella, un ser completamente oscuro que sujetaba con fuerza sus hombros.

La niña quiso zafarse, ir con la mujer de luz, pero el hombre no le dejaba, su agarre era demasiado fuerte y frío. Gritó, le pidió ayuda, pero la mujer no respondía, solo comenzó a cantar una extraña melodía mientras aquel hombre la comenzaba a jalar hacía la oscuridad.

La niña se zarandeó, suplicó por ayuda, pero la mujer de luz solo cantaba mientras su brillo se apagaba más y más. El hombre sujetó con fuerza las manos de la niña y la miró con aquellas cuencas vacías donde alguna vez estuvieron sus ojos. Cuando la mujer de la luz tenue se marchó, el hombre obligó a la niña a posar sus manos en la bombilla. El ardor le hizo gritar, sus manos parecían arder ante el calor de la bombilla que lentamente perdía su brillo. En un suave eco, la bombilla se apagó.