CAPÍTULO 6: El espía


Su amigo siempre había sido una persona relajada en extremo, especialmente con las mujeres, iba conquistando corazones picando por aquí y por allá sin importarle las consecuencias y en más de una ocasión le causó dolores de cabeza a los ancianos del clan al rechazar a las muchachas que ellos habían elegido para que él contrajera nupcias.

Cuando eran más jóvenes él había sido parte del juego apostando quién conquistaría primero a la próxima incauta; sin embargo, con el pasar de los años le dio fin a aquella competencia cuando conoció a la muchacha que lo cambiaría y dejó que Satoru continuara con sus aventuras.

Ahora, verlo así era una sorpresa, era la primera vez que su amigo se mostraba tan ansioso y cuidadoso al planear su siguiente conquista. Si no lo conociera diría que lo habían cambiado en aquel accidente, aunque quizás era cierto.

—¿Por qué insistes tanto en que me lleve a Mei Mei? Por cómo te cuidó y lo juntos que han estado pensé que los rumores del pueblo eran ciertos y por fin ibas a casarte con ella. Ni siquiera me dejó visitarte y como nunca los ancianos aceptaron su decisión, pensé que yo le simpatizaba, no entiendo por qué ese cambio ¿Qué le hiciste?

Gojo lo miró molesto y le jaló el mechón en respuesta, con lo que consiguió que el pelinegro se quejara y le jalara la oreja. —¡Por qué siempre piensas que es mi culpa!¡Cuando eres TÚ el verdadero culpable por haberme presentado semejante fiera ambiciosa!

—¡Yo no tengo la culpa de que todos estos años te hayas dejado gobernar por tus hormonas!¡Debiste ponerle un freno cuando los ancianos y yo te lo advertimos! Además, siempre has sabido cómo es, no entiendo por qué te quejas ahora cabeza hueca.

Satoru le volvió a jalar del mechón ahora más fuerte arrancándole algunos cabellos a lo que Suguru le respondió golpeándole la frente cerca a la cicatriz. —¿Qué clase de porquería de amigo eres? Deberías ayudarme en lugar de sermonearme, siempre supe que dejar a Shoko para juntarte con la aburrida de Utahime te iba a cambiar, devuélveme a mi amigo pedazo de impostor.

Suguru se levantó rápido de su asiento para golpear a Satoru, pero en cuanto se acercó salió disparado hacia atrás empujado por el escudo invisible de su infinito, quedó sorprendido pues la técnica de su amigo nunca había sido tan fuerte, hasta ese momento siempre había sido como una capa que no dejaba que lo tocaran, pero ahora el rango se había ampliado y reforzado. Se levantó y vio la sonrisa burlona de su amigo. —Vaya, vaya, parece que no sólo estuviste entretenido con Mei Mei, por lo que veo aquel accidente logró ponerte a entrenar. ¿Tienes alguna idea de quién pudo haber sido?

—Es uno de esos bichos raros, un restringido, aparentemente no dejó huellas y no estoy tan seguro de que sólo buscara cosas de valor. Cualquier otro se lo hubiera pensado dos veces antes de atacarme como lo hizo, pero eso no me interesa ahora porque volverá cuando sepa que fracasó o para intentar robar otra vez. Lo que quiero es que te lleves a Mei Mei un tiempo…

Geto levantó una ceja y ahora fue su turno para burlarse —¿De cuando acá tan cuidadoso? Nunca te ha interesado romper las ilusiones de tus conquistas, el irresistible Satoru Gojo siempre ha logrado lo que ha querido a pesar de mostrar su peor cara. ¿Por qué ahora te preocupa la presencia de Mei Mei? No me digas que vas en serio y que por fin te has enamorado —soltó una risotada al ver la cara perpleja de su amigo. —¿Quieres también que sea tu padrino de boda? —siguió riéndose al ver como la frustración de Satoru aumentaba y no encontraba palabras para callarlo. —Te dije que algún día alguien te pondría los pies en la tierra y…

—Deja de decir estupideces ¿Crees que soy tan ingenuo como tú? —Suguru dejó de reír y lo vio serio. —Esas mujeres solo fingían amarme, lo único que les importaba era la posición y dinero que pudieran obtener de mí. ¿Por qué crees que he preferido la compañía de Mei Mei todo este tiempo? Me gustaba su sinceridad… pero ha traicionado nuestro acuerdo. —Y le contó todo lo que había sucedido desde que cayó por aquel precipicio hasta el collar, aunque evitó mencionar lo de las flores, que era un relicario y dónde lo había escondido pues no quería seguir poniendo en evidencia su entusiasmo.

—Quiero encontrar a esa mujer, hay muchas cosas que aún no termino de recordar y es posible que ella haya visto algo más, además es curioso que no se haya acercado a reclamar algún tipo de recompensa. —Suguru levantó las cejas. —Tú mejor que nadie sabe que cualquiera que me reconozca habría sacado provecho de algo así; pero aunque viniera, la presencia de Mei Mei impone demasiado, sobre todo ahora, la espantaría como lo ha hecho con las demás.

Geto lo miró pensativo, sospechaba que había algo más que su amigo no quería admitir o quizás ni se hubiera dado cuenta del interés que mostraba, se conocían desde hace varios años y sabía que era más que capaz de encontrar a esa joven aún bajo las narices de Mei Mei aunque tenía razón en que podría ahuyentarla y si había visto al agresor estarían perdiendo la oportunidad de atraparlo. Quizás sólo se estaba imaginando cosas, lo más probable es que quisiera información y divertirse un rato con ella, como lo hacía con todas, pero no perdería la oportunidad de fastidiarlo.

—Bueno, todo sea para atrapar a aquel tipo, aunque no voy a poder estar con Utahime el tiempo que había planeado. —Gojo volteó los ojos haciendo una mueca. —Ya sé que ustedes dos no se llevan bien, pero tendrás que respetarla mientras esté conmigo.

Satoru resopló poniendo los ojos en blanco una vez más. —¿Por qué con ella habiendo mujeres más interesantes? Ella es aburrida y malgeniada. ¡Mira a Shoko! Tiene una gran técnica, siempre te ha tratado mucho mejor que a mí, se conocen desde hace años, su familia te adora y ella aún te quiere, en cambio los padres de esa mujer te detestan, sólo buscan a alguien cercano al emperador para casarla, estás perdiendo el tiempo porque nunca podrás formalizar con ella; es más, si se enteran de sus encuentros furtivos ten por seguro que ambos la pasarán muy mal.

Geto lo miró molesto. —Lo que tú llamas aburrimiento es obediencia y el mal genio se llama seriedad, ambas son cosas que desconoces. Siempre he querido a Shoko, pero éramos muy jóvenes cuando entablamos una relación, sólo la estimo como una amiga y permanecerá así porque es tan despreocupada como tú. En cambio, Utahime comprende nuestra forma de vida, ambos pensamos igual, ella entiende que mi deber como el más fuerte es proteger a los débiles. Además, estoy trabajando duro para subir de rango en la legión del emperador y cuando lo logre podré pedir su mano. Ella me ama, me lo demuestra al escaparse para verme. Te he dado mi apoyo para tus aventuras y como mi amigo, espero lo mismo de ti y si no, puedes ir buscando a alguien más que te cubra tus tonterías.

Satoru sabía que era mejor no seguir insistiendo por ahora, pero volvería a intentarlo más adelante. Sabía que Shoko seguía enamorada de su amigo y había hecho todo lo posible por acercarlos nuevamente. Fue una sorpresa más que desagradable para ambos cuando se enteraron de la existencia de Utahime y la relación que empezó con Suguru. Shoko se volcó en los estudios de su técnica de curación para no consumirse por la tristeza, mientras que él perdió a su amigo de aventuras. Geto siempre había sido obediente y cuadriculado para seguir las reglas, pero cuando conoció a esa mujer se volvió más serio y se obsesionó con las misiones para subir de rango bajo la excusa de proteger de los débiles. —¡Claro que te he apoyado! Eres un gran hechicero y somos los más fuertes, por eso no me parece que sea una buena mujer para ti, te lo digo como amigo. —Geto iba a responder, pero Satoru se adelantó. —No mencionaré más a Utahime para no incomodarte, pero no cambiaré mi opinión sobre ella.

Geto sabía que no tenía caso seguir discutiendo, mientras no le faltara el respeto a Utahime todo estaría bien, al fin y al cabo era su mejor amigo y ambos se habían apoyado a pesar de las diferencias. —Verás que es una buena persona.

Satoru miró a un lado —Sí claro —mejor sigamos con el plan para Mei Mei antes de que regrese de su paseo. He escuchado que los Kamo van a salir en unos días a una expedición, puede ser tu oportunidad para quitarles maldiciones fuertes ¿Cómo te fue con Naoya y los Zenin?

Suguru sonrió burlón. —Fue a pedir de boca —Y ambos soltaron una risotada. —Naoya fue muy amable al regalarme unas maldiciones muy interesantes… y por fin tengo un dragón arco iris, por eso regresé antes que ellos.

—¡Eso es genial! —Satoru empezó a aplaudir y le dio palmadas en la espalda. —Los dragones son cosa seria, puedo ver un ascenso pronto.

—Eso espero, no fue fácil atraparlo y digerirlo menos, pero valió la pena. Aprovecharé para ver que tienen los Kamo para ofrecer.

—El dragón llamará la atención de Mei Mei, quizás hasta intente controlarlo como a sus cuervos, a ver si la dejas montarlo para que recuerden viejos tiempos. —Suguru le dio un manotazo. —Fue broma.

—Bueno iré preparando a mi brigada para partir, me imagino que tú serás el que dé el pago por esta misión inventada.

—Sí, no te preocupes por eso, te daré una buena cantidad para que le pagues y te puedo ayudar con un poco para ti también, sólo convéncela y entretenla el mayor tiempo posible. Yo los acompañaré una parte del camino para que no sospeche y luego regresaré acá. Te la encargo.

—Déjalo en mis manos.


Kasumi se presentó en la villa de los Gojo para solicitar el trabajo, aunque hubiera preferido no hacerlo pues tenía un vacío en el estómago y en el corazón desde que se enteró que Satoru se iba a casar, lamentablemente Naoya ya estaba pronto a llegar y no tenía otra opción. Además, Mai y Momo habían insistido pues la paga era mucho mayor al promedio.

Al llegar vio un grupo grande de personas ordenado en dos filas de hombres y mujeres, muchos eran rechazados, especialmente los varones y las mujeres mayores. Cuando llegó su turno encontró a un chico de cabello rosado y una joven de cabello castaño haciendo las revisiones. El joven se quedó mirándola mientras ella le comentaba sobre su experiencia con Ema y Azumi, pues no quería mencionar a los Zenin para no llamar la atención, pero él no parecía escucharla. —Disculpe señorita ¿Podría sacarse el sombrero?

Miwa tembló despacio —Perdón, es para protegerme del polvo y mantener mi cabello ordenado.

El joven la miró apenado y parecía que iba a dejarlo pasar, pero la joven a su costado que interrogaba a un muchacho nervioso, intervino —Necesitamos asegurarnos de que está sana y no tiene piojos ni alguno de esos bichos. Sáqueselo o retírese.

—Nobara por favor —se acercó a ella el peli rosado y le susurró muy bajito. —No la puedes botar así, recuerda lo que dijo el señor Gojo, podría ser ella, es muy bonita ¿No te parece? —Nobara le lanzó una mirada furiosa y luego a ella.

—Haz lo que quieras Yuji, pero ella se tiene que sacar esa cosa de la cabeza.

Yuji se volvió nervioso hacia Miwa —¿Por favor se podría sacar el sombrero un momento? Sólo queremos saber que todo está bien, usted sabe, luego se lo puede volver a colocar.

Miwa resignada se lo sacó y Yuji la vio contento pues era muy bonita, con unos grandes ojos azules y figura esbelta, aunque tenía el cabello negro como todas las demás, sin ningún atisbo de color celeste por ninguna parte. —Todo está bien, puede pasar y sentarse con las demás.

Al final del día sólo habían quedado otras tres muchachas más y un chico. Los jóvenes que los habían evaluado se presentaron como Yuji y Nobara, quienes les hicieron un recorrido enseñándoles algunas partes de la villa donde iban a empezar a trabajar y los lugares donde iban a dormir.

Los primeros días Kasumi estaba nerviosa por cruzarse con Satoru, pero felizmente había salido en una misión y regresaría en algunas semanas, aunque claro, se había ido con la señorita Mei Mei. Le molestaba darle importancia y se sentía como una idiota por ilusionarse. Pero dejando de lado aquel problema, le había gustado el cambio, el lugar era más amplio y sus aires más tranquilos, muy distinto al de los Zenin que siempre se sintió tétrico e intimidante. Había varios jardines y hasta una pequeña laguna donde se podían ver libélulas y picaflores al atardecer.

Había congeniado muy bien con Yuji pues era muy amable y se había ofrecido para guiarla, ya que aún no se ubicaba dentro de aquel lugar, aunque eso parecía disgustar a Nobara, quien era cortante y brusca. Extrañaba a Mai y Momo, pero no podía volver a la villa de los Zenin, aunque ellas le habían prometido ir a visitarla cuando se calmaran las cosas. Su único consuelo fue regresar al bosque, ya que escuchó en los pasillos que habían dejado de rastrear los alrededores donde encontraron a Satoru, por lo que aprovechaba las tardes cuando terminaba temprano con sus labores para ir con sus hermanos al bosque.

Algunos días después Yuji le indicó que tenían que ordenar la habitación principal que pertenecía a Satoru. Miwa sintió como el estómago le revoloteaba mientras iba detrás de Yuji que le iba explicando lo que tenían que hacer. Cuando entró quedó impresionada, la habitación era enorme, con una cama amplia, muebles finos de madera con decoraciones complejas, cortinas con bordados delicados y otras dos habitaciones un poco más pequeñas que correspondían a un baño con una gran tina y un armario con varios espejos y kimonos de seda.

Mientras limpiaba y ordenaba, Miwa se dio cuenta de que él lo tenía todo, su opulencia terminó por aplastar lo que quedaba de su ilusión, seguro habría olvidado todo apenas despertó en aquel cuarto rodeado de tantas comodidades. Ni siquiera trabajando sin descanso un año podría alcanzar a comprar tan solo una bata de las que él tenía. Al tocar los muebles y las suaves ropas de seda no podía evitar sentirse insignificante en comparación y eso sólo era una muestra de todo lo que tenía, mientras que ella no era más que un mono sin talento como dirían los Zenin.

Estaban por terminar cuando escucharon voces y pisadas acercándose hasta que se abrió la puerta y ahí estaba él. Un poco despeinado y con una pequeña cicatriz en la frente, pero tan guapo como cuando se despidieron. Él se quedó quieto y sus ojos celestes se quedaron viéndola fijamente. Yuji se inclinó para saludarlo y ella lo imitó. Tenía un nudo en el estómago y quería ponerse a llorar cuando escuchó su voz.

—¡Hola Yuji! Gracias por arreglar el cuarto, no veía las horas de llegar, ordena a los demás que preparen la tina, necesito un baño. —Se acercó y le revolvió el cabello, Yuji levantó la cabeza y vio como Gojo miraba a Miwa que seguía con la cabeza gacha. —¿Ella quién es? Qué raro que no estés con Nobara.

—Ella es una de las chicas nuevas Señor, le estaba enseñando los quehaceres y cómo preparar su cuarto.

Satoru no le quitó los ojos de encima ni un segundo y se acercó a ella. —¿Cómo te llamas?

—Kasumi Miwa, Señor. —Tenía la garganta tan seca que la voz se salió ronca.

—No es necesario que sigas agachando la cabeza, eso guárdalo para los viejos. —Ella levantó la cabeza mirando al frente. ¡Era ella, por fin estaba ahí! Esos ojos azules eran inconfundibles, tantas semanas pensando cómo buscarla y estaba ahí en su cuarto, al alcance de su mano. Nunca pensó que fuera a encontrarla al primer intento, era gracioso que viniera buscando trabajo y no una recompensa. Quería hacer tantas cosas y a la vez no sabía cómo acercarse o qué decir, su mente se quedó en blanco y las manos le cosquilleaban; algo le decía que si usaba sus coqueteos usuales los nervios lo traicionarían. Además, estaba Yuji presente y por más que confiara en él esto no le concernía. Tenía miedo de asustarla y que se fuera nuevamente sin dejar rastro. Tenía que planear bien como acercarse, debía tener mucho cuidado porque ella era distinta, ella…

—Yuji ve con Miwa para que te ayude.

El joven salió del cuarto con Miwa detrás. Ella lo inquietaba, deseaba tocar ese cabello y saber todo lo que escondía, anhelaba tenerla cerca para que lo mimara como aquel día, quería saber por qué lo rechazaba y descubrir cuánto podría resistirse a él, pero tenía miedo de arruinar todo, porque ella no era como las demás… "¿De cuándo acá tan cuidadoso?... por fin te has enamorado… alguien te pondrá los pies en la tierra", las palabras de Geto empezaron a resonar en su cabeza; durante el viaje había seguido molestándolo con aquellas ideas. De pronto, sintió un escalofrío al darse cuenta lo mucho que ella lo había afectado, parecía un mocoso sin experiencia, las palabras de su amigo luchaban por tomar sentido, pero él las silenció.

Esas sólo eran boberías, Suguru pensaba así porque se había enamorado, pero él tenía las cosas claras: era joven y guapo y seguiría disfrutando de su libertad, seguiría dándole la contra a los viejos que insistían en que sentara cabeza y formara una familia. Enamorarse implicaba darle a alguien un poder muy grande sobre él y no estaba dispuesto a hacerlo, sólo los ilusos como Suguru hacían eso. Lo que esa mujer causaba sólo era curiosidad, un reto que jamás había tenido, sólo eso. Él seguiría divirtiéndose con quien quisiera.

Por su lado, Miwa tenía el alma en los pies, su peor temor se había cumplido, él no la había reconocido y su indiferencia la había golpeado. Había anhelado tanto volver a verlo y sólo se llevó una gran desilusión. Era normal que no prestara atención a la servidumbre. Alguien como él no necesitaba de ella, que no tenía sin ningún talento. Además, estaba comprometido con la señorita Mei Mei, era lógico que no se fijara en nadie más.

—¿Miwa estás bien? —Kasumi salió de sus pensamientos y trató de sonreír, pero le salió una mueca.

—Sí, lo que pasa es que… nunca había visto tanto lujo.

Yuji le puso la mano en la espalda para darle ánimos. —Las demás habitaciones son similares, aunque la suya es la más grande y con mejor vista, es muy bonita ¿verdad? Aunque es tediosa de limpiar, pero el señor es bueno, no nos apresura como los demás y nos da comida adicional y postres. Te caerá bien, él es genial.


Cuando Satoru terminó su baño se cambió y mandó a llamar a Yuji.

—Cuéntame ¿Cómo te fue? ¿A quiénes conseguiste? ¿Has podido usar tu técnica?

—Son cuatro, Señor, creo que tuvimos suerte y entre ellas está a quien busca. —Sonrió contento. —Estuve practicando como me dijo y hay algo raro con la señorita Miwa, por lo general suele estar tranquila, pero ahora cuando lo ha visto he sentido la inquietud de su alma y aún después, cuando la toqué estaba temblando.

Gojo rió —¿Y no será que quedó impresionada por mi presencia?

Yuji no supo que decir, Gojo había estado insistiendo en que usara su técnica para encontrar a aquella mujer y ahora que parecía encontrarla lo tomaba a la broma.

—Déjala descansar y envía la cena a mi habitación con una de las muchachas nuevas. Quiero conocerlas a todas y a la vez podrás practicar con tu técnica, luego me cuentas si hay alguna diferencia con la señorita Miwa. Y estuve pensando en tu recompensa, por todo tu trabajo ¿Te interesaría dejar las tareas domésticas y pasar al grupo de hechiceros? Desde hace un tiempo he visto que tienes talento para la lucha, sería un desperdicio que sigas haciendo estas cosas.

Yuji sonrió y los ojos le brillaron de emoción. —¡En serio! ¡Es usted genial señor Gojo! —Y lo abrazó, pero luego se soltó avergonzado por el exceso de confianza. —Disculpe, es que hace tiempo quería hacer el cambio.

Gojo le sonrió y le revolvió el cabello. —No te preocupes, tu abuelo estaría orgulloso de ti. Y dile a Nobara también, su técnica es interesante; pero antes terminemos con este asunto de las muchachas y luego podrán hacer el cambio.


Durante toda la mañana Miwa tuvo que soportar el parloteo sin cesar de una de las chicas nuevas que había llegado con ella. Aparentemente el señor Gojo la había mandado llamar para pasar la noche con él y recordó las palabras de Momo diciéndole que era un mujeriego sinvergüenza. Lo peor era que aquel día las habían mandado juntas a limpiar uno de los salones y tuvo que escuchar detalle a detalle lo celeste que eran sus ojos, lo largas que eran sus pestañas y lo grande de sus manos entre otras cosas más. Terminó con el estómago revuelto y le pidió a Yuji que la disculpara un momento para ir al baño a refrescarse mientras escuchaba cómo la otra muchacha reclamaba que la única que debía tener beneficios era ella por su cercanía al señor.

Apenas salió del salón Miwa tomó un gran respiro y vio el cielo para contener las lágrimas que luchaban por salir. Naoya la había ilusionado sólo para acostarse con ella, mientras que el señor Gojo la había ilusionado simplemente por diversión, no sabía cuál era peor de los dos. Se limpió los ojos con las manos y se dirigió al baño sin darse cuenta que había alguien siguiéndola con la mirada.

Lo que siguió del día fue igual o peor para Kasumi, pues la mujer, aparte de no parar de hablar empezó a responderle a Yuji cuando le decía que se enfocara en su trabajo. Y por primera vez desde que llegó agradeció el carácter fuerte de Nobara que la mandó a callar.

Lo único bueno de aquel día fue que terminó temprano con su trabajo y aprovechó para ir al bosque con sus hermanos. Ellos siempre lograban animarla y habían sido su mejor compañía en todos esos años. Nunca le dieron importancia a su cabello y hasta les parecía interesante que pudiera ver cosas que ellos no. Sus ocurrencias y sus risas le recordaron el verdadero motivo por el que había empezado a trabajar desde pequeña y por el cual ahora estaba en la mansión de los Gojo. Había sido egoísta pensar en olvidar todo y escapar dejándolos atrás. Era hora que dejara de preocuparse por hombres que no valían la pena y se enfocara en ayudar a sus hermanos para que tuvieran mejores oportunidades. Ellos eran lo único que importaba.

—Kasumi has estado rara estos días. ¡Ven a nadar con nosotros, el agua está fresca! —Su hermano le tiró agua y salió corriendo cuando ella lo empezó a perseguir.

Ninguno de ellos se dio cuenta de que había alguien más observándolos de cerca.


Notas:

Desde ya mis disculpas por la estupidez de Satoru, pero todo tiene explicación u_u quería ponerlo todo junto en este capítulo, pero me quedé corta después del anuncio del fallecimiento de Akira Toriyama.

Candle Fox nació por él, cuando quiso enterarse de los detalles de la relación de Vegeta y Bulma y fue por él que nació mi amor por el anime, el manga y todo lo relacionado a Japón. Candle Fox no estaría hoy aquí escribiendo si él no hubiera encendido la chispa.

Su partida me ha dolido más de lo que hubiera podido imaginar y quise tomar este fin de semana para despedirlo, aún no puedo ver los tributos que le hacen sin que se me salgan las lágrimas.

Dragon Ball fue mi pañuelo de lágrimas y mi refugio cada vez que pasaba malos momentos. Sus canciones y sus personajes me levantaron el ánimo más de una vez. Era un abrazo para mi corazón cuando no había nada más. Por ello, Candle Fox es fiel creyente del mensaje de esperanza y lucha que dejó Dragon Ball.

Gracias por tantas alegrías y por tu compañía, desde ahora el cielo resplandece por ti. Hoy Shen long, KaioSama y los personajes a los que diste vida te dan la bienvenida en tu nuevo viaje. Tu legado queda en nuestros corazones. Muchas gracias Akira Toriyama.

El próximo capítulo compensaré con creces la calma de este este y haré que Satoru se coma todas y cada una de sus palabras U_U con amor, claro.

Gracias por leer.