Capítulo 26
Hacia el este
El chico regresó al centro pokémon para curar a su equipo y, mientras tanto, fue a buscar a Aurora para restregarla la medalla. La encontró en el jardín entrenando con sus pokémon, al verle acercarse la chica murmuró.
-Por la cara que me traes debes haber conseguido algo...
-¿Tú crees? Te dejo que lo adivines...
-Bah, no hace falta ser un experto, a ver esa medalla.
El chico sacó su medallero con gesto orgulloso y se la mostró, dejando ver sólo dos huecos libres en el mismo junto con la nueva y reluciente medalla jet. Aurora rodó los ojos, murmurando de seguido.
-Sí, muy bonita, bien jugado y todo eso...
-Bueno, no te apures, si yo la he conseguido tú también la conseguirás, después de todo el tipo hielo parte con ventaja frente al tipo volador, así que lo tendrás sencillo.
-Sí, lo sé, aunque prefiero entrenar un poco más sólo por si las moscas, mejor que sobre que no falte después de todo...
-Mira, ahí estoy totalmente de acuerdo contigo-comentó entonces en ese momento el chico, con parsimonia.
Por un momento la chica se quedó callada, esbozando una taimada sonrisita e inquiriendo de seguido.
-¿En qué exactamente?
-Te dejo que lo adivines...
Hubo un breve silencio en el que la respuesta parecía no llegar, mientras los dos se miraban condescendientemente diciéndoselo todo en nada y dejando que sus instintos hablaran por ellos durante unos buenos minutos. En cuanto pudo coger aire, Aurora comentó.
-Agh ¿qué voy a hacer contigo?
-Pues lo que tú quieras, estoy abierto a ideas...
-Eres un caso perdido. Supongo que te irás ahora que ya has conseguido la medalla...
-Sí, después de todo he estado esperando demasiado a que la líder volviera, no quiero quedarme más tiempo aquí si puedo evitarlo, y tú deberías hacer lo mismo.
-Ah, paso, prefiero tomármelo con calma, ya te avisaré si por un casual coincidimos.
-Vale, no te aburras mucho sin mí...
-Oh, descuida, tengo mis propias formas de divertirme.
Tras despedirse de la chica Rizzo quiso coger y marcharse ya mismo, sin embargo se encontró con un obvio problema. Como el paso al monte Tuerca se encontraba cerrado no supo bien qué hacer, ya que como bien le dijo Gerania el siguiente gimnasio se encontraba en ciudad Caolín y el único camino posible era yendo hacia el norte, pasando por ciudad Teja, y bajando hacia el este durante varios días hasta llegar allí. Sin embargo ciudad Teja llevaba incomunicada desde hacía tiempo, ya que el puente Axial también había sido dañado tras el terremoto. Las vigas de sustentación superiores cedieron ante los temblores y toda la vía peatonal y del tráfico cayó sobre la línea ferroviaria, taponándola. Desde entonces se encontraba cerrado mientras reparaban todos los desperfectos y no se podía usar, ni siquiera por los trenes, los cuales tenían que dar un rodeo bastante largo.
-¿Y yo qué hago ahora para llegar a ciudad Caolín?-se preguntó el chico, preocupado.
Esa misma tarde, mientras buscaba por internet alguna solución, le llamaron al videoemisor, viendo que se trataba de Bel. Por un momento quiso no contestar, pero enseguida se lo pensó mejor, ya que podría ayudarle a encontrar una solución al problema al que se enfrentaba, respondiendo rápidamente.
-¡Hola Rizzo! ¿Qué tal estás?
-Hola Bel, bien, como siempre ¿Qué quieres?
-Te llamaba porque la profesora y yo vamos a dirigirnos al este de Teselia ¿dónde estás?
-En ciudad Loza… pero espera ¿dices al este? Yo necesito ir allí, tengo que llegar a ciudad Caolín y con casi todos los accesos cerrados no sé cómo…
-Vente a la terminal del aeropuerto, estamos en la cafetería, te lo explicaremos todo.
-Vale, voy para allá.
Sin más tardar se dirigió hacia allí rápidamente, encontrándolas sentadas frente a la barra; la profesora Encina se encontraba tomando un café y Bel un refresco de naranja, él las saludó y ellas le pusieron al corriente, siendo la profesora la primera en hablar.
-Nos dirigimos al este por petición de Iris, quiere que investiguemos acerca de la leyenda de reshiram y zekrom.
-¿Otra vez? Como si no se hubiera estudiado nada…-murmuró el chico, extrañado.
-Ya, pero ella nos ha pedido encarecidamente que nos enfoquemos en un punto de la leyenda del que apenas hay información, tenemos unas pocas referencias que hablan acerca de un tercer pokémon dragón, pero no sabemos de qué se puede tratar-explicó Bel.
Rizzo frunció el ceño, inseguro; si bien no se consideraba un experto, ni mucho menos un interesado, se le vino a la mente aquél detalle del que nadie reparó, según lo mencionó el propio N a través de ese soldado del equipo Plasma blanco hará cosa ya de dos semanas atrás. Y a eso, se le sumó la historia del propio keldeo acerca de ese enemigo suyo. Por alguna extraña razón creyó ver una posible relación, pero prefirió permanecer en silencio mientras que ellas se seguían explicando.
-La propia Iris nos ha facilitado varias pistas y nos ha aconsejado que visitemos a una anciana que vive en pueblo Ladrillo, parece que la señora conoce de primera mano la leyenda que concierne al pueblo entero con un lugar cercano llamado boquete gigante; no sabemos de qué se trata, pero su testimonio quizás nos pueda ayudar.
-Vamos a volar en avión hasta pueblo Chamota, un pequeño pueblo de montaña que hay al este de Teselia, si necesitas ir a ciudad Caolín para tu siguiente medalla vente con nosotras.
-Ah, pues sí, porque es que no tengo otro modo de llegar allí..-admitió el chico en ese momento.
-Estupendo entonces ¿tienes todo listo?-inquirió la profesora en ese momento.
-Ay, no, me he venido aquí con lo puesto…
-Pues ve a por tus cosas, nosotras te esperamos aquí.
Rizzo regresó al centro pokémon como una centella para recoger todas sus cosas y devolver la llave de la habitación, todo ello en tiempo récord. Al pasar por el recibidor se cruzó con Aurora, la cual al verle inquirió.
-¿Pero tú no te habías ido?
-¡Ahora sí, no tengo tiempo, ya hablaremos!
-¡Vale, adiós, supongo!
Tras ese fugaz hola y adiós el chico regresó a la terminal y a su cafetería, donde, para su buena o mala suerte, se rencontró con Gerania.
-Ah, ya está aquí, ya podemos irnos-anunció Encina en cuanto lo vio aparecer.
-Gerania nos va a llevar en un avión de pasajeros que ella tiene aquí ¿no es genial?-inquirió Bel, toda emocionada.
-Ah, pues sí, qué bien...-murmuró el chico, sin saber muy bien qué decir.
La aludida, al verle de nuevo, esbozó una sonrisita al tiempo que comentaba.
-Anda, Rizzo, nos volvemos a encontrar... debe ser cosa del destino.
-Tampoco es para tanto...-murmuró el aludido, tratando de no parecer demasiado intimidado.
-¿No crees en esas cosas?
-No mucho...
Hubo un breve silencio en el que la profesora y Bel se miraron un tanto confundidas, sin saber muy bien a qué venían esas palabras, mientras que Rizzo hacía todo lo posible por no darla más bola de la necesaria.
Una vez que estuvieron todos listos los cuatro se dirigieron a la pista, donde un avión Douglas DC-4-1009 de cuatro hélices y de color grisáceo y con trazos dorados en las puntas de las alas y la cola les esperaba. Al verlo, Bel comentó al respecto.
-¡Pensaba que sólo pilotabas aviones de carga, Gerania!
-¡Qué va, un buen piloto sabe pilotar de todo un poco! Éste pequeñín me lo traje de mi Ohio natal, con él aprendí a pilotar en compañía de mi abuelo, es toda una reliquia pero funciona perfectamente. Ya sabía yo que me vendría bien tenerlo aquí...
-¿Por qué lo dices?-inquirió Bel, curiosa al respecto.
Antes de que la líder llegara a responderla, la profesora se adelantó rápidamente.
-Dado que desde el terremoto gran parte del cantón ha quedado aislado, se ha acordado establecer una línea de comunicación provisional entre aquí y pueblo Chamota para garantizar un paso seguro, sobre todo pensando en los entrenadores de viaje de éste año. Se lo sugirieron a Gerania y ella aceptó encantada.
-Así es, y éste será el primer vuelo, consideraos afortunados-añadió la líder con una sonrisita.
Lo abordaron rápidamente, siendo Gerania la primera en subir las escaleras y encerrándose en la cabina del piloto; el interior era estrecho y un tanto retro, tanto la estética como el ambiente eran muy distintos a los aviones más modernos y actuales, aunque los asientos no diferían mucho, siendo algo más rectos y no tan cómodos, de un color azul pálido. Había espacio para ochenta y ocho personas, pero como sólo iban ellos tres tenían todo el espacio del mundo a su disposición. La profesora y Bel se sentaron cerca del ala izquierda, mientras que Rizzo hizo lo propio un poco más atrás, junto al pasillo.
Al cabo de un rato corto, las hélices comenzaron a moverse y el avión comenzó a rodar hacia la pista. En cuanto desde la torre de control les dieron vía libre, el avión aceleró hasta que finalmente se elevó antes de que la pista acabase justo delante de los invernaderos; pocos minutos después tras la ascensión notaron como debajo de ellos el tren de aterrizaje se recogía y, acto seguido, el avión entero viraba hacia el este, dejando atrás esa parte de Teselia.
El vuelo duró a lo sumo una hora y media, ya que no había mucha distancia entre una península a otra; a lo largo de todo el viaje Rizzo pudo ver desde el aire ciudad Loza, ciudad Fayenza, el puente de Fayenza, ciudad Mayólica con su parque de atracciones y, un poco más adelante, el parque Nexo. Pudo ver también de refilón el puente Progreso, con miles de andamios cubriendo su dañada estructura, y más al fondo hacia el sur se podía entrever en la distancia los altos edificios de ciudad Porcelana. Rizzo iba pensando en sus cosas y apenas habló con la profesora o con Bel, las cuales hablaban entre sí acerca de la investigación.
-Según la leyenda reshiram y zekrom surgieron de un solo pokémon dragón, por lo que no resulta descabellada la idea de que pudiera existir un tercer pokémon dragón, es algo que incluso llegué a pensar hace dos años atrás. Según la teoría de la evolución de Darwin las poblaciones evolucionan durante el transcurso de las generaciones mediante la selección natural, pero si nos atenemos a lo que sabemos de la leyenda el método científico se topa de lleno con una barrera infranqueable.
-Eso es algo que usted siempre me ha enseñado muy bien, profesora, aunque en ese caso ¿hasta qué punto podemos utilizar el método científico para explicar algo que, a simple vista, no aplica para explicar algo tan relativo como una leyenda?
-Muy buena pregunta, Bel, aquí es cuando la lógica toma un punto de inflexión ¿crees que deberíamos regirnos únicamente por lo que vemos o sólo por lo que sabemos?
Ante esa pregunta la chica se quedó callada, pensando en una respuesta convincente antes de volver a hablar.
-Bueno, tal y como yo lo veo y teniendo en cuenta sus preceptos... ¿por qué no tener en cuenta ambos conceptos? Tal vez no podamos explicarlo todo usando el método científico, pero si seguimos la pista a la leyenda puede que consigamos sacar algo en claro.
-Bien argumentado, así me gusta, nunca dejes de hacerte preguntas, Bel.
-Muchas gracias, profesora. Aunque ahora que lo pienso... ¿por qué no tratamos de hablar con él? Ya sabe que podemos llamarle en cualquier momento, puede preguntárselo directamente, seguro que nos podrá responder a todas nuestras cuestiones de buen grado...
-No, deja estar al pobre chico, bastante tuvo con tener que irse. Él mismo quiso cambiar de aires, ver mundo, y ella también, así que...
-¿Y a dónde fueron? Ni siquiera hemos vuelto a hablar, la echo tanto de menos…
-Según me contó su madre fueron a ver a su padre, no he vuelto a hablar con ella, así que ni idea de dónde estarán ahora.
Rizzo se quedó con las ganas de saber de quienes hablaban, ya que por el tono y la forma en la que hablaron parecían ser personas medianamente importantes, pero dado que no era algo que fuera con él lo dejó estar, prefiriendo pasar el rato jugando a revientaglobos en su videoemisor.
La luz anaranjada del atardecer se colaba a raudales por las ventanillas, dando una sensación muy reconfortante y relajando el ambiente; por su parte se mantuvo despierto mientras jugaba, pero Bel y la profesora se acabaron quedando fritas al poco rato, sumiendo a la cabina en un denso silencio tan solo roto por el viento incidiendo sobre el avión y los rotores afuera.
A la hora y cuarto de vuelo la luz comenzó a decrecer, al tiempo que repentinas y fuertes rachas de viento comenzaban a zarandear al aparato, despertando a Bel y a la profesora. La voz de Gerania resonó por todo el avión pidiéndoles calma y que se abrocharan los cinturones.
-¿Y estas turbulencias?-inquirió Rizzo, algo asustado y agarrándose al asiento.
-Pueblo Chamota se asienta a los pies de la montaña Reversia y se caracteriza por ser una zona muy árida, las tormentas de arena suelen ser comunes y están a la orden del día. Tranquilo, Gerania es una avezada piloto, sabe lo que hace-le tranquilizó la profesora, mientras se abrochaban los cinturones.
En situaciones como esa mucha gente tendía a ponerse a rezar aun a pesar de que no tenía por qué pasar nada grave; por su parte se refería Rizzo no era de esa clase de personas, optando por apartar sus pensamientos y dejando la mente en blanco hasta que finalmente tocaran tierra.
Al cabo de varios minutos más de turbulencias comenzó a ver el suelo y desde donde estaba pudo observar un páramo bastante árido y con multitud de vegetación característica desperdigada por toda la zona. La arena azotaba contra las ventanillas y el fuselaje del avión, el cual capeaba el temporal sin mayores problemas. Finalmente las ruedas tocaron tierra y el avión dio un bandazo, Rizzo dio un ligero bote en su asiento, pero enseguida el aparato se estabilizó y aminoró la marcha hasta que finalmente entró en un pequeño hangar; bajaron del avión en compañía de Gerania, la cual se estiró nada más salir de la cabina de mando mientras comentaba.
-¡Nada como unas buenas turbulencias para curtirte! ¿Qué tal el viaje?
-Bien, muy rápido-murmuró la profesora.
-¡Aunque qué miedo al final, no me esperaba esas turbulencias!-añadió Bel, aún un poco nerviosa.
-Ah, eso no ha sido nada, me he enfrentado a otras mucho peores y siempre he conseguido salir airosa, al final te acostumbras y es hasta divertido.
-Tu concepto de diversión es uno muy extraño-comentó Rizzo en ese momento.
-Bueno, tengo otros si éste te no te gusta...
Antes de que la profesora o Bel llegaran a preguntar al respecto, el chico apretó el paso mientras trataba de ocultar como podía un levísimo sonrojo, al tiempo que se arrepentía de haber abierto la boca.
Salieron del hangar por una puerta de servicio cercana siendo acompañados por un mozo de pista, el cual les llevó hasta la terminal atravesando parte de la pista al intemperie. La arena volaba con fuerza sobre sus cabezas, al tiempo que el viento arreciaba con un agudo silbido que parecía resonar por todo el valle en el que se asentaba el pueblo.
-¡Se acerca una tormenta de arena mucho más fuerte que ésta, para las diez de la noche arreciará con toda su fuerza, les recomiendo que se queden esta noche!-les comentó el mozo en ese momento.
-Vale, vamos para allá-apremió la profesora.
Salieron de la terminal del aeropuerto, donde Gerania se quedó a descansar para su buena suerte, y se internaron en el pueblo, el cual era muy pequeño y apenas tenía más de una treintena de habitantes; las casas eran pequeñas y estaban muy apiñadas las unas con las otras, conformando un núcleo de población reducido pero denso. Todas poseían el mismo diseño de techo plano, paredes de adobe y tabiques de madera que sobresalían por las paredes frontales y traseras, además de varios porches de madera situados en el mismo lateral de las viviendas, el de poniente, que era el lado del que el mismo viento provenía. El centro pokémon se encontraba en el centro de la localidad, junto a la plaza y a los pies de un prominente cerro. En cuanto llegaron se asentaron rápidamente, Rizzo reservó una habitación para él solo y Bel y la profesora hicieron lo mismo con una para las dos, aprovechando para darse una buena ducha y quitarse toda la arena. Pasaron el resto del día en el salón haciendo planes y acaparando la tele, ya que después de todo no había nadie más allí.
-Entonces ¿cuál es el plan a partir de aquí?-quiso saber Rizzo, haciendo zapping.
-Hay que ir a pueblo Ladrillo para ver qué nos pueden contar acerca de la leyenda local, pero antes Bel y yo vamos a pasarnos por un par de lugares, así que nos tomará un poco más de tiempo. Tú si quieres puedes ir adelantándote, Rizzo, aunque no vayas más allá de pueblo Ladrillo, eso sí-le pidió la profesora mientras cotejaba algunos datos en sus notas.
-Está bien...
-¿Qué necesita, profesora?-inquirió Bel en ese momento.
-Tengo que ir a ver a alguien en pueblo Arenisca y hacerle unas preguntas, pero tampoco quiero dejar pasar la oportunidad de coger muestras en la montaña Reversia, así que ocúpate tú de eso mientras tanto.
-De acuerdo, yo me encargo.
-Desde principios de año hay rumores que dicen que algo se ha asentado en las cámaras magmáticas subterráneas, lejos de los lagos interiores naturales que hay en las zonas más superiores, si consigues averiguar algo incluso podemos matar dos pájaros de un tiro.
-Oh, intrigante, vale, veré qué puedo encontrar.
Para la mañana siguiente la tormenta de arena había amainado y el pueblo despertó tranquilo y con un cielo envuelto en una ligera calima, lo que hacía que el sol no iluminara tanto como debiera pero calentando el doble. Como ya venía siendo habitual desde que keldeo entró a formar parte del su equipo, Rizzo despertó el primero y fue a desayunar, aunque tuvo que esperar un poco ya que el buffet no había abierto aún.
Una vez desayunado, salió afuera y estuvo dando una vuelta por el pueblo para visitarlo, aunque enseguida notó que no había mucho que ver por allí. Vio a varias personas yendo a comprar a un pequeño mercado que había cerca de la plaza y a varios ancianos sentados en sillas repartidos por las calles del lugar, conversando animadamente; el resto del pueblo lucía desierto. Muchas de las casas se conservaban bastante bien a pesar de las condiciones climatológicas imperantes, aunque vio algunas semiderruidas y abandonadas, llenas de arena y con los techos hundidos. Pasando por una callejuela mayoritariamente solitaria salvo por un anciano sentado a la vera de su puerta, éste le observó atentamente al pasar, viendo entonces a keldeo con él a su lado y comentando de seguido.
-Vaya, bonito pokémon, chico.
-Ah, ya, gracias, supongo…-murmuró el chico, pillándole por sorpresa.
-¿Sabes que yo en mis años mozos era tutor de movimientos?
-¿Ah, sí? Qué bien…-murmuró el chico, temiéndose una batallita por su parte.
Había oído hablar acerca de los tutores de movimientos, los cuales se caracterizaban por ser personas que podían instruir una serie de ataques a los pokémon a cambio de una remuneración.
-Pues sí, antiguamente era una profesión muy demandada y respetada, pero ahora con el uso extendido de las MTs y las MOs apenas requieren de nuestros servicios. Conozco a muy pocos tutores que actualmente sigan ejerciendo, y menos aún de mi quinta...
-Ya, es lo que tiene la tecnología…-asintió el chico, sin muchas ganas de seguir hablando con él.
-Pero la verdad es que ver a un pokémon tan sano como éste me alegra el alma, te lo aseguro… ¿quieres que le enseñe a hacer viento hielo? Aún me acuerdo de esa técnica y, por lo que estoy viendo, creo que será capaz de aprenderla-anunció el anciano, haciendo sonar su bastón contra el suelo.
-¿En serio?
-¡Claro! Ven, bonito, déjame que te vea mejor…
Aunque un poco reticente al principio, el pokémon singular se acercó a él y el anciano le acarició su frondosa melena, relajándole en el proceso. Después de eso el anciano comenzó a explicarle los pasos a seguir para realizar el movimiento, ayudándole un poco en el proceso y haciendo uso de algunas hierbas aromáticas especiales que tenía en su casa, además de varias técnicas de relajación y ejercitación tanto de músculos como de articulaciones, Rizzo no entendía muy bien a qué venía todo eso, ya que después de todo nunca había visto a un tutor de movimientos en acción, y tenía serias dudas de si todo eso funcionaría siquiera. Sin embargo, y para su infinita sorpresa, tras varios intentos keldeo finalmente consiguió realizar el movimiento a la perfección, extendiendo hacia delante un gélido viento que dejó una estela de escarcha en medio de la calle que llegó a alcanzar los dos metros de largo.
-¡Ah, ahí está! Muy bien hecho, tu pokémon aprende rápido, y me alegro de ver que no he perdido mi toque...-murmuró el anciano, muy satisfecho con el resultado.
-¿¡Cómo demonios ha hecho eso?!-inquirió el chico, anonadado.
-Ah... secreto profesional...
-Pero... pero... no lo entiendo, se supone que con las MT aprenden a hacer el movimiento, pero esto...
Ante la incredulidad del muchacho el anciano sonrió graciosamente, sin parecer estar muy dispuesto a soltar prenda así sin más. Sin embargo, finalmente murmuró.
-¿Qué me dirías si te dijera que todos los pokémon saben hacer los movimientos que van aprendiendo a lo largo de su vida desde que nacen?
Eso pareció pillar desprevenido a Rizzo, el cual frunció el ceño sin entenderlo muy bien. Ante eso el anciano continuó.
-Sabrás contestarme a esta pregunta ¿cómo aprenden los pokémon los movimientos normalmente?
-Ah, pues... conforme van creciendo y entrenando...
-En parte así es, pero ¿bajo qué circunstancias?
Esa pregunta dio que pensar al muchacho, el cual lo pensó por un instante hasta que finalmente dio con la respuesta casi sin darse cuenta, murmurando de seguido.
-Combatiendo...
-Eso es. ¿Qué demuestra esto? Que todos los pokémon tienen grabados en su subconsciente los movimientos que irán utilizando durante toda su vida. En realidad no los aprenden propiamente dicho, sino que van accediendo a ellos conforme se van desarrollando, tanto física como mentalmente. Por eso la mayoría de las veces "aprenden" los movimientos cuando están combatiendo, los combates estimulan sus procesos cerebrales y el ejercicio físico ayuda en el proceso. ¿Cómo crees si no que se desarrollaron las MT y las MO?
Ante esa nueva información Rizzo se quedó con la boca abierta, literalmente, a lo que el anciano se rió abiertamente. Aunque en ese momento, el chico inquirió.
-¿Por qué me cuenta esto?
-Bueno, me pareció verte lo suficientemente interesado así que decidí iluminarte un poco. Ya soy viejo y me encamino hacia el final de mi vida, no tengo nada de lo que arrepentirme, y no me supone mucho problema contártelo. Después de todo, ya estoy jubilado, así que...
Aunque un poco extrañado por haberle contado su secreto así sin más, Rizzo le agradeció su gesto y el anciano ni siquiera le cobró como tal, continuando con su visita.
La salida del pueblo al este llevaba directamente a un sendero de montaña que recorría un escarpado y montañoso enclave, igual de árido y con más vegetación característica desperdigada. El sendero llevaba directamente hasta la entrada de la montaña Reversia, donde varios ciclistas aprovechaban el accidentado enclave para practicar con sus BMX, observándoles un rato haciendo malabares de todo tipo.
Cerca de allí vio que había un pequeño desvío que llevaba a un angosto y corto cañón que serpeaba entre la montaña y una rocosa y erosionada pared. El camino desembocaba en un pequeño valle sin ninguna otra salida, donde se levantaba una antigua y destartalada casa de dos pisos de altura y con un diseño muy similar al de las de pueblo Chamota. Una pequeña cerca rodeaba la finca y en un cartel apenas visible se podía leer: manténganse alejados. Llevado por la curiosidad se acercó un poco más a la casa y comprobó las dobles puertas principales, que se abrieron para su sorpresa. El hall de la casa se encontraba en penumbra, iluminado solamente por la luz que se colaba de un par de ventanas encima de las puertas, pero los cristales estaban tan sucios que la luz que entraba se volvía amarilla, dando un toque un tanto tenebroso a la abandonada casa.
-¿Hola?-llamó el chico, oyendo como su voz resonaba por todos los rincones.
A mano derecha se encontraba un salón provisto de unos muebles muy antiguos y viejos y, a mano izquierda, se encontraba la cocina y una pequeña despensa; en la parte posterior había una escalera que subía a los pisos superiores y una puerta trasera que daba a un descuidado jardín se encontraba atrancada. En ese momento oyó una serie de campanadas y el chico se sobresaltó.
-¡Joder, que puto susto!
Se dio la vuelta y vio entonces que se trataba de un antiguo reloj carillón, el cual marcaba las diez y cuarto de la mañana, y aun a pesar de su descuidado aspecto el péndulo seguía moviéndose; regresó al hall y para su sorpresa y desconcierto vio varias cosas que no cuadraban. Un enorme macetón tapaba la entrada a la cocina y el sofá del salón atrancaba la puerta principal.
-Sí, claro, ¿y que más?
¿Cuándo se habían movido? Aunque la mejor pregunta era ¿Quién las había movido? No el viento, eso por descontado. Trató de apartar el sofá pero de repente éste comenzó a agitarse, como si estuviera vivo; Rizzo profirió un alarido y echó a correr, muerto de miedo. Buscó un sitio donde refugiarse y vio unas escaleras que bajaban bajo el hueco de las escaleras principales y no lo dudó; se encontró entonces en una especie de sótano oscuro y tenebroso y decidió alumbrarse rápidamente.
-¡Magnezone, ilumíname!
El pokémon hizo acto de presencia e hizo brillar su cuerpo, dando luz al sitio; descubrió entonces que era en realidad una biblioteca y estuvo ojeando algunos de los libros que allí había. En ese momento oyó un crujido y cuando menos se lo esperó se encontró con varias sillas tiradas en el suelo y que taponaban el acceso a las escaleras por donde había bajado; Rizzo ahogó un grito y echó a correr hacia el otro lado en busca de otra salida, encontrándola. Otras escaleras subían directamente hasta el primer piso, concretamente a una pequeña habitación.
-Vale, aquí pasan cosas muy raras…-musitó el chico, muerto de miedo.
Magnezone, ni corto ni perezoso, golpeó su ball, volviendo a ésta y refugiándose en ella.
-No sabes tú ni nada…
Salió de la habitación y se encontró en un amplio rellano; a mano derecha se encontraban las escaleras principales, a mano izquierda había otra puerta y al fondo todo recto había otra puerta más. Con algo de miedo entró por la puerta del fondo, encontrándose en otra habitación más ancha que la anterior; tenía su propio baño y una pequeña puerta al lado de la primera llevaba a unas estrechas escaleras y al último piso, que resultó ser un espacioso y polvoriento desván.
-Ésta casa es enorme, no lo parece desde fuera-pensó el chico, observando el espacio vacío a su alrededor.
En cuanto bajó de nuevo y salió al rellano se quedó helado por lo que vio; y es que una chica de su edad, de piel pálida y ojos demacrados le devolvió la mirada lánguidamente. Pero lo más inri, era que no tenía pies algunos y flotaba en el aire, envuelta en un aura mortecina. Rizzo profirió un alarido de terror y echó a correr, encerrándose en la habitación que no visitó; en ésta había una cama de matrimonio con un dintel caído sobre ésta y la atmósfera en ella estaba enrarecida.
-No he visto lo que he visto, sólo era mi cabeza, sólo mi cabeza…-musitó Rizzo, cagado de miedo.
Antes de volver a asomarse, respiró hondo y entreabrió la puerta; no había nada, por lo que salió con mucho cuidado, casi sin hacer ruido. Bajó las escaleras hasta el piso de abajo y fue directamente a la cocina para salir al hall, el cual para su sorpresa también había cambiado algunas cosas, como el macetón que antes taponaba la puerta a la cocina. Ahora el salón estaba bloqueado por una lámpara que oscilaba lentamente y varias sillas rotas; la puerta principal seguía atrancada con el sofá.
-Maldita sea, aparta del medio…-masculló el chico tratando de moverlo, pero en ese momento se volvió más pesado de lo normal.
Sacó a dewott para que le ayudara y entre los dos trataron de mover el aparatoso mueble; pero en un momento dado, al pokémon se le ocurrió mirar hacia atrás y se quedó estático.
-¿Qué pasa, dewott? Ah…
Estaba allí de nuevo delante de ellos, mirándolos con unos ojos tan oscuros que parecía que no tenía; el pokémon se asustó tanto que la atacó con un potente pistola agua, pero el chorro de agua la atravesó limpiamente, mojando la pared de detrás.
-¡No, no la ataques que se puede enfadar! ¡Ayúdame con el maldito sofá, concha filo!-ordenó el chico, tratando de dominar el miedo.
Nervioso a más no poder, dewott hizo mano de sus vieiras y golpeó con él al sofá, pero no dio resultado; la chica fantasma comenzó a moverse hacia ellos, elevando un brazo cual señal implorante.
-¡Mierda, que viene, que viene! ¡Trata de moverlo, dewott, por lo que más quieras, trata de moverlo!
Usando sus vieiras a modo de palanca, el pokémon trató de levantar el mueble, pero era como si estuviera encadenado al suelo; para entonces la chica estaba a escasos centímetros de ellos, podían notar como un frío intenso comenzaba a rozar sus pieles, apurándoles al máximo. Fue entonces cuando dewott chilló como un loco y acto seguido comenzó a brillar con gran intensidad; Rizzo le miró alucinado, observándole mientras cambiaba. Su cuerpo se hizo el doble de grande, su cabeza también y su cola creció en consonancia. El cambio fue tan pronunciado que su nueva forma le obligó a echarse hacia delante, pasando a ser cuadrúpedo. Sus patas se volvieron mucho más abultadas y musculosas, sus bigotes se alargaron de igual manera y un vistoso cuerno comenzó a crecer a la altura de su frente. En cuanto el brillo cesó, se mostró entonces con una nueva forma mucho más imponente y fuerte, su expresión en el rostro era más serena y ya no parecía tener miedo.
Con su nuevo cuerno en la frente, ensartó al sofá con maña y lo lanzó hacia atrás, logrando quitarlo del medio; el mueble voló por encima del fantasma, el cual lanzó un chillido y se desvaneció. Pokémon y entrenador salieron a trompicones de la casa y no dejaron de correr hasta llegar de nuevo a pueblo Chamota. Una vez allí, más calmados pero muertos de cansancio, Rizzo se informó con su pokédex.
-Samurott, el pokémon majestuoso; en un abrir y cerrar de ojos, puede desenvainar y envainar los sables que hay en las corazas de sus patas delanteras. Derriba a su rival con un solo tajo y acalla al enemigo con una simple mirada.
-Y además has aprendido cuchillada… bien, muy bien…-jadeó el chico, recuperando el resuello.
En cuanto se sintieron más descansados volvieron al centro pokémon y nada más entrar se encontró con la profesora y Bel, siendo ésta última la primer en comentar.
-Ah, aquí estás ¿dónde andabas?
-¡En una casa al fondo del valle, es horrible, no volveré allí en la vida!
-¿Hablas de Villa Horroris? Sí, se dice que está encantada…-comentó la enfermera jefe, tras el mostrador.
-¡Ya lo creo que está encantada, las cosas se mueven y una chica sin ojos se me apareció! ¡Fue horrible!
-Y por lo que veo dewott evolucionó, seguro que del susto… se le ve muy fuerte, enhorabuena-le felicitó la profesora, acariciando al pokémon.
-Pues menos mal, creía que no lo contábamos...
-Bueno, descansa un poco, nos iremos enseguida.
-Está bien...
¡Y seguimos con Pokémon! Me ha costado un poco sacarlo, pero por fin está aquí, hablemos un poco de él.
Éste capítulo marca un punto de inflexión sobre todo en cuanto a historia se refiere aunque no lo parezca, a partir de aquí la trama irá más rápido y los acontecimientos se sucederán con más frecuencia que antes, ya que después de todo sólo quedan dos medallas y todo un conflicto por delante que puedo adelantar que se va a alargar, ya veréis por qué lo digo. El viaje por el este será más rápido ya que después de todo ya lo vimos en Sueños Rotos, lo que me permitirá aligerar la trama en ese sentido.
Aunque sólo es un punto de paso he aprovechado la estancia en Chamota para añadir detalles extras de lore que surgieron de improviso sin avisar y me gustaron como quedaron, además de la breve visita a Villa Horroris, más una excusa para hacer evolucionar a dewott que otra cosa, que ya iba tocando. El final es abrupto ya que el siguiente capítulo lo retomará inmediatamente después, no es algo que haga a menudo, pero bueno, así le doy más variedad a la narración; además, tiendo a estancarme un poco sobre todo en los cierres, así que mejor algo más rápido para así no romper demasiado el ritmo de escritura.
Y eso es todo de momento, esperad el siguiente más pronto que tarde, el cual traerá chicha de la buena, puedo adelantaros que la relación entre dos personajes cambiará, y hasta ahí puedo leer ;) Comentad, dejad reviews y todo eso. ¡Nos leemos!
