Hola mis queridos lectores.

Me habría gustado publicar esta actualización desde ayer, pero tuve un pequeño contratiempo con mi perrita que se enfermó. Afortunadamente ya está mejor y me di el tiempo para terminar este capítulo.

Agradezco a cada uno sus reviews:

Cbt1996: Sii, al fin se supo que Naraku es el culpable del robo y de los próximo problemas que enfrentará Inuyasha. Sinceramente, la vida que ha llevado Koga ha sido muy dura, pero eso no justifica sus acciones, y por desgracia, cómo dices, Yumi no está segura con su padre, y de eso te darás cuenta más adelante. Además, su alianza con Kikyo y Naraku no traerá nada bueno para nadie. Inevitablemente estamos por aterrizar en el ojo del huracán. Ya no hay vuelta atrás. Este capítulo está intenso, me costó muchísimo terminarlo, espero que no rompa tu corazón. Gracias por amar esta historia.

Annie Pérez: Así es. El plan de Naraku está saliendo bien después de todo, solo nos queda esperar las acciones que vaya a tomar Inuyasha para salir victorioso de esta guerra que acaba de comenzar. Este capítulo traerá un nuevo giro con nuestro amado InuKag. Gracias por seguir esta historia.

Rosa Taisho: Te entiendo Rosi, la historia de Koga realmente es algo conmovedora, pero decidió llevar el camino equivocado y por desgracia, su hija es quien paga las mala decisiones de su padre. Naraku es el autor intelectual de todo el desastre referente a la empresa de Inuyasha, y más adelante sabrás el por qué el odio hacia él. Y si se llega a enterar de lo que pasa entre Koga y Kikyo, es capaz hasta de matarlo, de eso no tengo la menor duda. Muchas gracias por amar esta historia. Prepárate para este capítulo intenso.

Karii Taisho: Eres una excelente detective jajaja, y todas tus teorías son muy buenas, no me sorprendería si descubres el motivo de la venganza de Naraku antes de que lo escriba jajaja. Drama! Ya no hay vuelta atrás, el drama ya no se va, se queda por un buen tiempo, y ojalá nuestro querido InuKag puedan superar todas las pruebas difíciles que están por llegar. Wow, si que has logrado aguantar demasiado, y eso me da gusto, ya casi no hay parejas que estén juntas por tantos años; FELICIDADES por eso. Ojalá que sigas teniendo muchos años más a lado de tu pareja llenos de muchas alegrías.

Rocio K. Echeverria: Estos tres tienen muchos planes contra nuestro amado InuKag, desde el odio de Naraku hacia Inuyasha, el resentimiento de Kikyo por ser rechaza y la frustración de Koga porque Kagome ya no es la chica sumisa que conoció, y no podrá manipularla como lo hacía antes. Y sí, Koga tiene dos hijas más, y claro que se los contaré más adelante, es un punto importante para las nuevas acciones de este villano. Me da gusto que hayas resuelto algunas dudas con las perspectivas de ellos, y tus nuevas dudas se irán esclareciendo poco a poco, o eso espero jajaja. Gracias por seguir esta historia, y espero tus reacciones con este nuevo capítulo intenso.

Shikon de Oz: Jajajaja, Kikyo trabaja bien en el papel de villana como en el papel de Chica buena. Así que tranquilo, no es nada en contra de ella. Espero disfrutes este nuevo capítulo, aunque por tu corazón de pollo, presiento que ahora si me cobrarás el cardiólogo.

Como les dije en mi página de Facebook, este capítulo se me dificultó muchísimo por el hecho de que no quería llegar a este punto, pero ya no había vuelta atrás, no les digo que lo disfruten porque se que romperé uno que otro corazón. Solo les prometo que después de esta gran tormenta llegará la calma.


CAPITULO 18: TODO ESTÁ SALIENDO MAL

Narra Inuyasha

El reloj marcaba ya las 6:00 am. Había sido una noche pesada, ni siquiera había podido dormir pensando en la discusión con Kagome. Era nuestra primer pelea desde que iniciamos nuestra relación, y la verdad era que lo estaba pasando muy mal. Seguramente ella estaba igual o peor que yo, solo de recordar sus palabras, sentía un vuelco en el corazón.

Flash Back

-Escúchame, Inuyasha. -Sus ojos se humedecieron. Estaba aguantando sus ganas de llorar-. Si no quieres tener hijos, lo entiendo. Créeme que lo entiendo.

-Kag, yo…

-Déjame hablar, por favor. -asentí nervioso- No soy la única responsable de nuestro descuido. Y con lo que dijiste, dejaste en claro que si lo soy. -Sus palabras me golpearon como un puñetazo en el estómago

-En ningún momento dije eso. Lo que quise… -nuevamente me interrumpió.

-Seguramente lo pensaste. No entiendo por qué me sorprendo, si lo único que te importa es el maldito sexo.

-Te estás quejando de algo que los dos disfrutamos -respondí molesto- Porque te recuerdo que no te obligué a nada.

-Pero sabías perfectamente que yo era una inexperta. Y me dejé llevar por la emoción del momento.

"Ouch". Sus palabras dolieron profundamente. Tuve la intención de responder, sin embargo, logré contenerme; el estrés por todo lo vivido en una sola tarde nos estaba consumiendo y nos hacía decir cosas que no queríamos.

-Kag, vamos a relajarnos. -dije intentando acercarme, pero ella no me lo permitió-. Nos estamos saliendo de contexto, y no quiero que digamos cosas que nos pueda lastimar.

-Déjame sola… por favor. -suplicó, derramando las primeras lágrimas.

-Pero, Kag…

-QUE ME DEJES SOLA, CARAJO.

Aventó la puerta en mi cara.

Fin Flash Back

Sí, soy un bruto con las palabras. Si alguien debería pedir perdón, soy yo; solo espero que Kag esté más tranquila para poder hablar y arreglar las cosas.

El sonido de mi celular me sacó de mis pensamientos; se me hizo un tanto extraño que alguien llamara tan temprano. Al revisar la pantalla, vi que se trataba de Izayoi; seguramente había visto las noticias.

-Inuyasha, ¿estás bien? ¿no te pasó nada? -su voz se escuchaba con mucha preocupación

-No te preocupes, Izayoi, estoy bien. -respondí en un intento de tranquilizarla-. Los ladrones se concentraron más en robar los archivos que en dañarnos. Ni siquiera nos dimos cuenta en qué momento entraron.

-Gracias al cielo que no les pasó nada. - dejó escapar un suspiro de alivio, para después, volver a preocuparse-. Pero, hijo, ¿qué ganan con robarse los archivos? No entiendo.

-Eso es lo que intentamos averiguar. No sé quién me odia tanto cómo para querer dejarme en la ruina.

-¿Qué te ha dicho la policía?

-Aun están investigando, pero no tengo muchas esperanzas de que encuentren algo. -expresé con seriedad, mientras miraba al techo en un intento de encontrar respuestas-. Sea quien sea que esté detrás de esto, sabe lo que hace.

Un breve silencio se instaló en medio de la conversación. Todo se estaba saliendo de control

-Hijo, tu padre acaba de salir rumbo a tu departamento.

El aviso de Izayoi provocó una fuerte tensión en el ambiente. Lo que menos quería era escuchar a mi padre recriminándome lo sucedido; definitivamente todo estaba fuera de control.

-Solamente escúchalo, por favor, y no discutan. -suplicó mi madre.

-Todo dependerá de él. -en ese instante escuché la puerta de la otra habitación-. Debo colgar, hablamos después.

Salí rápidamente de mi habitación y escuché ruido en la cocina. Caminé despacio, pensando en cómo empezar una conversación con Kagome; debía arreglar el problema y, si era necesario, suplicar.

Al entrar en la cocina, la vi sentada en la mesa, con una taza de té entre sus manos. Parecía sumida en sus pensamientos, y su mirada perdida en el vapor que se elevaba de la taza. Me acerqué con cautela, sintiendo el peso de la tensión en el aire.

-Kagome, -murmuré, tratando de romper el silencio incómodo que nos rodeaba.

Ella levantó la mirada lentamente, y puede ver sus ojos rojos e hinchados por el llanto de la noche anterior. Me senté frente a ella, sintiendo un nudo en la garganta. Quería disculparme, explicarle que no era mi intención lastimarla, pero las palabras parecían atascarse en mi boca.

-Lo siento, -dije finalmente, esperando que esas dos palabras fueran suficientes para empezar a sanar las heridas que habíamos causado-. Lo siento mucho, Kagome. No quería lastimarte con mis palabras estúpidas.

- Yo… - bajó la mirada, jugando con el borde de su taza-, también lo siento. -admitió con voz apenas audible. -Fue una discusión…

-Olvídalo, por favor. -la interrumpí-. Ambos dijimos cosas influenciados por el estrés que sentíamos. -Tomé una de sus manos por sobre la mesa-. Tampoco estoy justificándome, sé que debí ser más sensible, pero tenía mucho miedo.

-Inuyasha, yo también tenía miedo. -dijo con una sonrisa triste-. Y al escucharte hablar así, vinieron tantas cosas a mi mente.

-Perdóname, Kag. Te prometo que haré todo lo posible para no volver a herirte de esta manera. No quiero perderte.

Ella levantó la mirada, encontrándose con la mía, y pude ver una mezcla de dolor y comprensión en sus ojos.

-No me perderás, mi amor. -Me miró con ternura, y supe que estábamos en el camino hacia la reconciliación-. Eres lo más importante que tengo en la vida

-Pequeña. -Sus palabras fueron como un bálsamo para mi alma-. Te amo.

Se levantó de su silla y corrió a abrazarme. Me puse de pie con ella en brazos; abrazó mi cuerpo con una firmeza reconfortante, como si quisiera asegurarse de que nunca me alejaría. Sentí el calor de su pecho contra el mío, una sensación que me recordaba que estábamos juntos en este camino de la vida

-Tenía miedo… tengo miedo de ser padre, por eso reaccioné de esa manera. -le confesé mientras Kagome se separaba ligeramente de nuestro abrazo, pero mantuvo sus manos en mis brazos, buscando mi mirada con ternura y comprensión.

-Te entiendo, cariño. -Susurró con voz suave-. Yo también tuve miedo. Este es un tema que debemos hablar cuando llegue el momento adecuado.

-Tienes razón-. Besé su frente-. Lo que si podemos hacer ahora… -bajé mis manos hasta su cintura y la pegué más a mi cuerpo.

-Inuyasha, ¿qué haces? -preguntó mientras reía

-Podemos practicar cómo hacer un bebé -susurré cerca de su oído.

Kagome estalló en risas, sus mejillas se volvieron rosadas por la combinación de vergüenza y diversión. Escucharla así me hacía sentir nuevamente feliz.

-¡Inuyasha, eres un tonto! -exclamó entre risas, apartándose un poco para mirarme con una expresión juguetona en los ojos.

-Bueno, es importante estar preparados -respondí con una sonrisa traviesa, disfrutando de su risa contagiosa.

Justo en ese momento, el sonido del timbre interrumpió nuestro momento de reconciliación. Kagome me miró un poco curiosa.

-Es mi padre -comenté con gran seriedad.

Caminé hacia la puerta, la abrí, y ahí estaba la figura imponente de mi padre con un semblante muy serio.

-Padre. - Ambos nos miramos con seriedad.

-Inuyasha. -Me hice a un lado para dejarlo pasar; caminó hasta el sofá donde tomó asiento.

-Se lo que vas a decirme -comencé a decir mientras no quitaba su intensa mirada de mí-. La policía ya está trabajando en eso y…

-No confíes ciegamente en la policía -soltó de golpe.

-¿Qué quieres decir?

En ese momento, Kagome salió con sus cosas, lista para ir a su trabajo. Al verla, mi padre la miró extrañado para después asentir con una risa cómplice.

-Kagome, que alegría verte por aquí

-Buenos días, Sr. Taisho. -saludó con un atisbo de nerviosismo.

-Nada de Sr. Taisho, quedamos que me dirías Toga, por favor. -Kagome sonrió tímidamente ante la solicitud de mi padre.

-Está bien, Toga. -sonrió tímidamente mientras mi padre asentía satisfecho-. Ahora, si me disculpan, se me hace tarde para ir al trabajo.

-Kag…

-No te preocupes, atiende a tu padre. -Se acercó y me dio un beso en la mejilla-. Nos vemos más tarde.

-Iré por ti cuando termines

-Está bien. -respondió con una tierna sonrisa-. Fue un gusto verlo Toga.

-Igualmente, hija. Espero que nos visites pronto en casa, a Izayoi le agradaría mucho verte. Siempre eres bienvenida.

Kagome asintió con una sonrisa y luego se despidió, saliendo de la casa mientras mi padre y yo nos quedábamos a solas en la sala. Nuevamente, sentí cómo la preocupación se apoderaba de mí al recordar su advertencia sobre la policía.

-¿Qué pasa con la policía? -pregunté sin darle tantas vueltas al asunto.

-Nada. Simplemente quiero asegurarme de que estés tomando todas las precauciones necesarias. -Dijo en voz baja, pero con firmeza.

-Miroku se está encargando del nuevo sistema de seguridad

-¿Ya investigaste a los empleados? -Sus palabras en lugar de tranquilizarme, me estaban alterando.

-Sango está analizando sus expedientes. ¿Qué es lo que sabes? -pregunté sin tantos rodeos.

-Que no estás haciendo nada, todo se lo dejas a tus amigos. -Respondió con furia-. Siempre has sido un desobligado, si te estuvieras trabajando en mi empresa, no estarías pasando por esta situación. -Su crítica me golpeó como un puñetazo en el estómago, dejándome sin aliento por un momento.

-Si me hubiera quedado en TU empresa, habría sacrificado mis propias metas para cumplir con tu maldito sueño. -Mis palabras se deslizaron con un tono de frustración y resentimiento.

Sentí cómo la tensión colmaba el aire entre nosotros, cargado con años de desacuerdos y expectativas incumplidas. Mis manos temblaban ligeramente, pero mantuve mi mirada firme, decidido a expresar lo que había estado callando durante tanto tiempo.

-No puedo seguir viviendo mi vida de acuerdo con tus expectativas, -continué, intentando sonar calmado pero lleno de determinación-. Necesito seguir mi propio camino, perseguir mis propios sueños, aunque eso signifique decepcionarte.

Su expresión se endureció, pero también pude ver una chispa de comprensión en sus ojos. Sabía que no había sido fácil para él aceptar mi decisión, y que siempre ha estado a la espera del más mínimo error para reprochármelo.

-Lo siento si esto te lastima, padre, pero no puedo vivir bajo tu sombra. -Agregué con sinceridad, esperando que algún día pudiera comprender y aceptar mi elección.

-Solo espero que tu arrogancia no te meta en más problemas. -dijo con firmeza con un dejo de tristeza en su voz.

-Si ser arrogante es lograr mi independencia, lo seré. -Respondí con determinación.

El silencio se apoderó de la habitación, pesado y cargado de emociones no expresadas. Pero a pesar de la incomodidad del momento, sentí un alivio tranquilo al haber finalmente liberado mis pensamientos y sentimientos más profundos.

-Ten mucho cuidado con lo que haces. -dijo con más calma-. Y piensa bien si no tienes algún enemigo por ahí.

Mi padre se fue, dejándome con una mezcla de emociones revueltas en mi interior. Me recosté en el sofá, dejando que mi mente divagara en medio de todos los problemas que enfrentaba. Necesitaba encontrar al responsable de los robos en la empresa, y lo más seguro es que se encontraba entre el departamento de seguridad. Todo parecía estar peor que nunca, pero no podía dejarme vencer por las adversidades, así que me levanté del sofá, y me preparé para ir a la empresa. Al llegar, llamé a Sango y a Miroku a mi oficina.

-¿Qué han averiguado? -pregunté preocupado

-La policía sigue analizando las huellas detectadas, pero todas corresponden a todo el personal de la empresa. -respondió Miroku mostrándome un informe digital-. Solo está pendiente el análisis de la nota.

-He estado revisando el curriculum de todos los empleados del área de seguridad -continuó Sango-, hasta ahora no he encontrado nada anormal. -Su rostro mostraba un evidente cansancio, seguramente no había dormido revisando todos los documentos. Después de todo, mi padre tenía razón en que yo no estaba haciendo nada.

-Estoy seguro de que debe ser alguien de ese departamento, alguien que conoce bien nuestro sistema, nuestros movimientos.

-Tranquilo, Inuyasha. -Miroku intentaba transmitirme una calma que había perdido desde ayer-. Pronto daremos con el culpable.

-Eso espero. -Solté un suspiro frustrado, recargándome en la silla y pasando mis manos sobre mi cabello.

-Inuyasha, ¿puedo preguntar algo?

-¿Qué pasa, Sango?

-¿Todo está bien con Kagome? Ayer saliste corriendo y nos quedamos muy preocupados. -ambos me miraron muy preocupados; lo último que supieron era que Sesshomaru la había visto en el hospital.

-No… Si… Bueno, no sé -dejé caer mis brazos a los costados de la silla-. Creyó estar embarazada y por eso fue al ginecólogo. Afortunadamente solo fue una falsa alarma.

-Entonces, ¿cuál es el problema? -preguntó Miroku.

El maldito problema fui yo. A pesar de que habíamos hablado y aclarado ese asunto, algo en mi interior me indicaba que, de alguna forma, Kagome seguía un poco dolida por mis palabras. Yo en su lugar, no me hubiera perdonado tan fácilmente. Les conté a mis amigos todo lo que ocurrió, la manera en que le hablé a Kag y cómo eso fue el detonante para nuestra primera pelea.

-Si que eres un bruto -escupió Sango con molestia-. Me sorprende que Kagome te haya perdonado tan fácilmente.

-Bueno, no estoy muy seguro. -dije recordando nuestra platica de la mañana-. Su mirada aún no recupera su brillo característico, y no la culpo. -Apoyé mi frente contra el escritorio, tratando de ocultar todo mi estrés y mi frustración-. Maldita sea, todo me está saliendo mal. Primero la empresa, después la pelea con Kag, y ahora mi padre diciéndome que no estoy haciendo nada por mantener a flote mi empresa.

Mis amigos permanecieron en silencio por un momento, aparentemente comprendiendo la gravedad de la situación. Finalmente, Miroku rompió el silencio con una voz tranquila pero firme.

-Inuyasha, sabes que siempre estaremos aquí para apoyarte en lo que necesites.

-Así es, -continuó Sango- no estás solo, Inuyasha.

Mis amigos me miraron con expresiones de apoyo y aliento, lo que me dio la fuerza adicional que necesitaba para seguir adelante. Aunque todo pareciera estar en su peor momento, sabía que, con el apoyo de mis amigos y mi propia determinación, podía superar cualquier obstáculo que se interpusiera en mi camino.


Narra Kagome

El día había pasado más rápido de lo normal; logré terminar mi jornada en el horario habitual, pero decidí quedarme un rato más para poner al día los pendientes de la semana. Mientras revisaba algunos documentos en mi escritorio, no podía evitar que mi mente divagara hacia la discusión con Inuyasha. A pesar de que habíamos hecho las paces, todavía sentía un nudo en el estómago cada vez que recordaba sus palabras hirientes.

¿Por qué tenía que ser tan cruel? No quería admitirlo, pero parte de mí seguía dolida por sus comentarios. Sacudí la cabeza, tratando de apartar esos pensamientos de mi mente. No podía permitir que afectaran mi desempeño en el trabajo. Me concentré en terminar mis tareas pendientes con determinación, decidida a no dejar que los problemas personales interfirieran con mi profesionalismo.

-Kagome.

La voz de la directora, la Señora Kaede, me sacó de mis pensamientos. Entró al aula con pasos lentos, y los brazos por detrás de la espalda. Su mirada reflejaba gran sabiduría, con un brillo en sus ojos que mostraba su profundo conocimiento y su papel como líder del Institución Shikon.

-Deberías irte a casa -dijo mientras se sentaba frente a mi escritorio-. Estuviste una semana enferma, no es bueno que te sobre esfuerces.

Había olvidado que, para no revelar lo sucedido en mi antiguo departamento, Inuyasha había dicho que estaba enferma y que necesitaba reposo.

-Gracias por su preocupación, Señora. Kaede -Asentí agradecida por su preocupación. -Solo estaré unos minutos más.

-Eso espero, mi niña. - me miró con una sonrisa comprensiva-. Eres una excelente maestra y una persona maravillosa, y estoy segura de que superarás cualquier desafío que se te presente. -Dejó un sobre en el escritorio y se levantó para irse, pero antes de salir, me miró nuevamente-. Será una lástima no tener a un gran elemento como tú en este Instituto. -Continuó caminando-. Sé que tomarás la mejor decisión.

Sus palabras lograron que mis manos comenzaran a temblar. Tomé el sobre que me había dejado, y lo abrí con miedo de saber su contenido. Al sacar el documento, abrí bien los ojos y llevé mi mano hacia mi boca, no podía creer lo que estaba leyendo.

Mi celular comenzó a sonar por un mensaje de Inuyasha: "Pequeña, ya estoy afuera del Instituto". Guardé mis cosas lo más rápido posible y antes de salir, limpié mi rostro para que no notara ningún rastro de mis lágrimas. Al llegar a la entrada principal, lo vi apoyado en su auto hablando por el celular; al verme, cortó rápidamente la llamada. Caminé hacia él cuando una manos pequeñas se aferraron a mi cintura.

-¡Kagome! -una voz temblorosa, entrecortada y llena de sollozos llamó mi atención.

-¡Yumi! ¿Cómo…? -no sabía que decirle, estaba totalmente en shock.

Me tomó un momento procesar lo que estaba sucediendo; la hija de Koga me abrazó con más fuerza mientras sus lágrimas empapaban mi blusa. Instintivamente, miré a todos lados en busca de su padre, pero afortunadamente no estaba. Inuyasha nos miraba con preocupación; asentí para hacerle saber que todo estaba bien.

-Kag, creí que nunca volvería a verte. -por fin levantó su pequeño rostro y miró con una tierna sonrisa.

-¿Con quién estás? ¿Dónde te estás quedando?-pregunté con curiosidad y ansiedad a la vez.

-Con mi papá, pero él está trabajando. -volvió a abrazarme con fuerza.-. Kag, te busqué en la escuela donde me diste clases y no te encontré.

Volteé a ver a Inuyasha con angustia en mi rostro, creíamos que Koga estaba encerrado, pero Yumi me acaba de confirmar que no era así. Se acercó a nosotras con preocupación, pero sin entender lo que estaba pasando.

-¿Todo está bien, Kag? -preguntó mientras ponía su mano en mi hombro.

-Si, eso creo -musité-. Yumi, ¿cómo supiste dónde trabajo? -tenía miedo de que me dijera que su padre le había dado esa información, pero era necesario saberlo.

-Solo caminaba por aquí cuando te vi salir de este lugar. -Miró a Inuyasha con cierto recelo- ¿Tú quién eres?

-Hola, pequeña, soy Inuyasha, el novio de Kag.

-¡Eso no es cierto! -la niña gritó con enojo-. El novio de Kag es mi papá

-¿Qué? -Inuyasha me miró sin entender lo que acaba de decir la niña

-Es la hija de Koga -le respondí. Después me arrodillé frente a Yumi-. Nena, eso fue hace mucho tiempo. -traté de explicarle con suavidad-. Tu papá y yo ya no estamos juntos, y ahora Inuyasha es mi novio.

Yumi me miró con confusión, sus ojos llenos de preguntas y emociones. Podía ver cómo intentaba procesar la información, y me preocupaba cómo podría afectarla todo esto.

-Por culpa de él es que ya no nos quieres, ¿verdad? -dijo con mucha tristeza.

-Aún eres muy pequeña para entender algunas cosas -intervino Inuyasha arrodillándose junto a nosotras.

-No quiero hablar contigo -Volvió a gritarle

-Yumi, -la reprendí-, no tienes que hablarle de esa manera.

-Mi papá, tiene razón, tú nunca nos quisiste -dijo con lágrimas en los ojos.

-Tu papá no sabe lo que dice, niña. Kag sufrió mucho estando con él -Soltó Inuyasha con fastidió

-Inuyasha, estás hablando con una niña -hice énfasis en la última palabra-. No empeores las cosas.

-Vamos, Kag. Te apuesto a que ese imbécil la mandó para manipularte. -El tono de su voz comenzaba a elevarse debido al enojo que comenzaba a experimentar.

-Te puedes callar de una vez. -Le grité con firmeza.

El tono de Inuyasha comenzaba a preocuparme. Sabía que estaba molesto y frustrado, pero no quería que eso empeorara la situación. Traté de mantener la calma mientras sentía que la tensión aumentaba a mi alrededor.

-Inuyasha, por favor -le supliqué, tratando de calmarlo con un gesto de mi mano-. Entiendo que estés molesto, pero no es el momento ni el lugar para discutir esto. Además…

-Haz lo que quieras, -se puso de pie y nos dio la espalda-,Te espero en el auto, Kag.

Lo vi irse molesto, resoplé con fastidio, y cuando estaba a punto de hablar nuevamente con Yumi, escuchamos la puerta del auto cerrar de golpe.

-Kag, ven a casa con nosotros, -suplicó con los ojos llenos de lágrimas- Ese señor no te quiere

-Yumi

-Míralo, se enojó contigo -señaló hacia el auto-. Solo nosotros te podemos querer, y nunca nos enojaremos contigo.

El corazón se me encogió al escuchar las palabras de Yumi. Recordar las manipulaciones de Koga era como abrir una vieja herida que nunca terminaba de sanar. No podía culpar a Yumi por hablar de esa manera; después de todo, estaba creciendo al lado de alguien que no era precisamente el mejor ejemplo de paternidad. Para ella, decir esas palabras era lo más normal del mundo, y eso me dolía profundamente.

-Mi niña -busqué su mirada con ternura-. Sé que esto es difícil de entender, las cosas entre tu papá y yo fueron complicadas, por eso tuvimos que separarnos.

-No, eso no es cierto. Mi papá siempre te ha querido, pero tú nos abandonaste. -comenzó a gritarme, su voz temblaba con una mezcla de dolor y rabia.

-Yumi, cariño, escúchame -susurré, tratando de calmarla mientras sentía un nudo en la garganta-. Sé que es difícil de aceptar, pero las cosas no son tan simples como parecen.

-Mi papá tenía razón, tú eras mala -dijo con un sollozo, y se fue corriendo del lugar.

Mis ojos se llenaron de lágrimas al verla alejarse, pero no podía seguirla. Me sentía impotente, atrapada entre el deseo de consolar a Yumi y la necesidad de enfrentar la realidad. Caminé hacia el auto, sintiendo el peso de la tensión en el aire. Sabía que Inuyasha y yo necesitábamos hablar, pero no sabía por dónde empezar. Todo estaba saliéndose de control.

Cuando subí al auto, me miró con dureza, como si estuviera tratando de contenerse.

-Inuyasha, lo siento -murmuré, sintiendo un nudo en la garganta-. Jamás me imaginé que ella aparecería.

-No lo entiendo, Kagome -dijo con voz entrecortada, su mirada reflejaba una mezcla de confusión-. ¿Por qué tienes que seguir involucrada con esa niña?

-Está necesitada de cariño y…

-Tiene al idiota de su padre, que él la consuele.

Ambos nos miramos, en una guerra de emociones que amenazaba con desbordarse en cualquier momento. Sentí la frustración y la tristeza pesar sobre mis hombros mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas para explicarle a Inuyasha lo que significaba para mí estar presente en la vida de Yumi.

-Entiendo que estés molesto, pero Yumi es una niña que necesita amor y comprensión. No puedo simplemente ignorarla cuando me necesita, aunque su padre esté presente. -Traté de mantener la calma, aunque mi voz temblaba ligeramente por la emoción-. Ella no tiene la culpa de las decisiones de Koga, y no puedo dejarla sola en medio de todo este caos.

-Kag, no le bastó con intentar abusar de ti. Ahora está utilizando a esa niña para manipularte. -Inuyasha se detuvo por un momento, intentando luchar contra sus propias emociones-. Koga quiere seguir jodiéndote la vida.

-No se atrevería a usar a su hija.

-Por Dios, Kagome. ¿Te estás escuchando? -Inuyasha frunció el ceño, su expresión reflejaba una mezcla de frustración y preocupación.

-¿Sabes qué? -abrí la puerta del auto-. No se puede hablar contigo. -me bajé lo más rápido que pude-. Nos vemos en casa, me iré caminando. -Cerré la puerta de golpe.

Era evidente que nuestra discusión no conduciría a ninguna solución inmediata. La tensión que se había acumulado desde la noche anterior aún persistía entre nosotros. Era claro que necesitábamos tiempo para distendernos y evitar pronunciar palabras que pudieran herirnos aún más. Pero todo nos estaba saliendo mal.


Narra Inuyasha

Maldición. Lo último que esperaba era otra discusión con Kagome. Estuve a punto de bajarme y correr tras ella, pero mi celular comenzó a sonar insistentemente.

-¿Qué paso Miroku? -dije mientras observaba a Kag alejarse.

-Tienes que venir de inmediato a la oficina. -la seriedad en su voz me asustó sobremanera.

-¿Qué sucede? -pregunté con urgencia

-Es mejor que vengas y lo veas por ti mismo -respondió antes de colgar.

Con un suspiro de frustración, guardé el celular y me dirigí rápidamente hacia la oficina. Mi mente estaba llena de preocupaciones y sentí un nudo en el estómago mientras conducía hacia la empresa. No podía tener cinco minutos de tranquilidad, ya que un nuevo problema parecía surgir en cada esquina; esto se estaba volviendo el cuento de nunca acabar.

Al llegar a la oficina, me encontré con Sango y Miroku, ambos con expresiones de preocupación mientras estaban frente a la computadora. Sabía que algo grave estaba sucediendo, y aunque no quería preguntar, sabía que no tenía otra opción. Respiré hondo antes de acercarme a ellos.

-¿Qué está pasando? -pregunté, tratando de ocultar mi ansiedad detrás de un semblante sereno.

-Sabemos quién te quiere en la ruina. -Miroku levantó la mirada y sus ojos encontraron los míos con una mezcla de seriedad y preocupación.

-¿De quién se trata? -Un escalofrío recorrió mi espalda mientras esperaba por la respuesta.

-Naraku Kagewaki. -respondió Sango.

La mención de ese nombre estaba cargada de historia y de malas experiencias. Naraku era alguien con quien preferiría no volver a encontrarme, pero aquí estaba, su nombre flotando en el aire como una sombra que amenazaba con envolverme.

Miroku y Sango intercambiaron miradas significativas, como si estuvieran compartiendo una preocupación que yo aún no comprendía por completo. Pero antes de que pudiera indagar más, Miroku continuó con voz sombría.

-Eso no es todo, Inuyasha. Naraku acaba de presentar el proyecto que robó de las computadoras como si fuera suyo.

Un torrente de emociones inundó mi ser. Furia, incredulidad, impotencia. Sentí como si el suelo se desvaneciera bajo mis pies y me encontrara en caída libre hacia un abismo de traición y decepción. ¿Cómo podía ser posible? Todo el esfuerzo que habíamos dedicado a ese proyecto, las largas noches de trabajo, las ideas y la creatividad que habíamos invertido en él, todo había sido arrebatado y presentado como mérito de otro.

-¡Maldita sea! -grité exasperado, al mismo tiempo que pateaba la silla a un lado-. ¿Cómo logró entrar aquí y llevarse todo?

-Estoy por averiguarlo. -respondió Sango-. Solamente me quedan tres curriculum por revisar, Hitten, Ginta y Hakkaku.

Con un suspiro pesado, me obligué a respirar profundamente y a mantener la compostura. Tenía que encontrar una forma de resolver esta situación, de proteger lo que era mío y de enfrentar a Naraku con determinación. Pero en ese momento, todo lo que podía sentir era la punzante traición que amenazaba con desbordarme.

-Analízalos bien, Sango. Tenemos que dar con el culpable y encontrar la manera de recuperar nuestro proyecto. -me dejé caer en el sofá cubriendo mis ojos con mi brazo-. Todo me está saliendo mal, maldita sea.

-Calma Inuyasha. Tal vez Naraku tenga el proyecto, pero desconoce su funcionalidad. -expresó Miroku en un intento de tranquilizarme.

-No es sólo eso. -la frustración me estaba sobrepasando-. Tuve otra discusión con Kagome.

-¿Qué? -dijeron los dos al unísono.

-¿No se supone que ya estaban bien? -preguntó Sango con curiosidad.

-Eso creí.

Las imágenes de Kagome alejándose del auto llegaron de repente. Le marqué a su celular, pero me mandó a buzón de voz. Lo que me faltaba. Necesitaba saber si ya había llegado al departamento, necesitaba saber que estaba bien para poder tranquilizarme. No sé por qué, pero me sentía muy nervioso; con el presentimiento de que algo malo estaba por ocurrir.

-¡Demonios! -me levanté del sillón y me dirigí hacia la puerta

-¿A dónde vas? -Sango se mostró preocupada.

-Algo no está bien. -dije sin voltear a verlos-. Tengo que ver a Kag o esta angustia terminará por matarme.

-Inuyasha, espera…

Cerré la puerta de la oficina antes de que Miroku intentara detenerme. Subí a mi auto y aceleré rumbo al departamento.


Narra Kagome

Caminar me hizo bastante bien. Pude despejar mi mente y el enojo que sentía por la discusión con Inuyasha había disminuido. Mientras avanzaba, reflexionaba sobre sus palabras. Aunque su idea era un tanto descabellada, no podía descartar la posibilidad de que Koga hubiera utilizado a Yumi para manipularme. Después de todo, era un hombre sin escrúpulos, capaz de caer en lo más bajo con tal de salirse con la suya. Pero ¿Para qué me quería de vuelta en su vida? Sacudí la cabeza para apartar esos pensamientos y me concentré en llegar a casa, con la esperanza de encontrar a Inuyasha y disculparme por mi reacción. Sabía que él solo se preocupaba por mí.

Al llegar al edificio, un escalofrío recorrió mi espalda y mi pulso se aceleró, como si mi corazón estuviera advirtiéndome de que algo no estaba bien. Con manos temblorosas, toqué el botón del elevador que me llevaría hasta el sexto piso; conforme subía, los latidos de mi corazón se aceleraban cada vez más, como si quisiera salirse del pecho. Cada vez que las puertas del elevador se abrían, me invadía una sensación de alivio momentáneo, solo para ser reemplazada por un nuevo nerviosismo cuando las puertas se cerraban de nuevo.

-Kag, tranquilízate, todo está bien. -musité

Traté de controlar mi respiración, pero el aire parecía más denso, más difícil de tomar. Cerré los ojos por un momento, intentando ahogar los malos pensamientos que amenazaban con abrumarme. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué me sentía así?

Con un suspiro tembloroso, me obligué a abrir los ojos cuando las puertas del elevador se abrieron una vez más, revelando el pasillo del sexto piso. Paso a paso, me dirigí hacia la puerta del departamento, deseando desesperadamente que todo estuviera bien, pero incapaz de sacudir la sensación de que algo estaba a punto de salir terriblemente mal.

Saqué las llaves de mi bolso y al querer abrir la puerta, un escalofrío me recorrió de pies a cabeza al escuchar la risa de una mujer que provenía del interior. Era una risa aguda y desagradable, que resonaba en el silencio del pasillo. Mis músculos se tensaron instantáneamente, y por un breve momento, dudé en abrir. ¿Quién podría estar dentro de mi departamento riendo de esa manera?

Abrí lentamente la puerta y lo que vi me dejó helada. Sentí como mi corazón se hundía nuevamente en un abismo de dolor. La persona a la que le había confiado mi triste pasado, a quien le entregue mi corazón, mi alma y mi cuerpo, esa persona a la que había decidido amar con locura, estaba con ella, con Kikyo.

Sentí una oleada de furia hirviendo dentro de mí, seguida de una profunda tristeza. ¿Cómo podía ser que después de todo lo que habíamos pasado juntos, Inuyasha estuviera ahí, con Kikyo? Me invadió una sensación de traición, como si el suelo se desmoronara bajo mis pies.

El tiempo pareció detenerse mientras observaba la escena frente a mí, incapaz de articular palabras o de apartar la mirada. El dolor en mi pecho era abrumador, una mezcla de rabia, tristeza y desesperación. ¿Cómo podría recuperarme de esto? ¿Cómo podría volver a confiar en él después de presenciar esta traición?

Cuando los ojos de Inuyasha se encontraron con los míos, pude ver la angustia y confusión en su mirada; sus labios se entreabrieron como si quisiera decir algo, pero las palabras parecían haberse atascado en su garganta.

-Kag… -musitó con dificultad.

Kikyo volteó a verme y su sonrisa se ensanchó en una expresión de burla descarada, como si disfrutara de la incomodidad que su presencia había causado. Sus ojos, fríos y despiadados, parecían atravesarme con su mirada, como si estuviera saboreando mi dolor.

Salí corriendo de allí, el dolor me estaba matando por dentro, pero las lágrimas no lograban salir. Llamé al elevador, pero las puertas no se abrieron, así que corrí por las escaleras. Cuando llegué a la salida del edificio, corrí sin rumbo, tratando desesperadamente de huir de la realidad, buscando algún refugio donde pudiera encontrar algo de paz en medio de la tormenta que se desataba dentro de mí. Pero el dolor seguía allí, implacable, consumiéndome desde dentro y dejando a su paso un vacío desgarrador.