Los piratas no podían creer lo que veían sus ojos. Los cuerpos de sus compañeros avanzaban hacia ellos, pero no movían un músculo, una pierna o una mano, y sus cabezas colgaban hacia abajo en una especie de marcha fúnebre. Eran incapaces de disparar en su contra, aún con la duda de si trataba realmente de sus camaradas o no. Y fue solo cuando se acercaron lo suficiente que pudieron percatarse de lo que sucedía. En una estrategia que podría ser condenada por cada bando de la guerra como una barbarie, los droides tomaron los cuerpo de los piratas caídos y los ataron a los escudos creando un grotesco escudo de carne. Dado el peso extra, los escudos tuvieron que ser cargados por los fuertes droides B2, uno en cada mano, que aunque no les permitía disparar, facilitaba el avance de una numerosa columna de droides B1 a sus espaldas. Esto de por si era un crimen de guerra, pero Ícaro no dudaría en usarlo en batalla, mucho menos contra piratas.
Cuando los piratas pudieron ver con claridad lo que ocurría, les tomó al menos cinco o seis segundos para poder salir del estado se shock en el que se encontraban. Desde la distancia se podían escuchar sus lamentos y sus gritos de negación, pero no pasó mucho tiempo antes que unos de los más asustados dejase escapar un disparo, presa de su propio miedo.
Ese fue el disparo que dio inicio a el segundo asalto al puesto de mando del Kandosii. Los pasillos colindantes volvieron a iluminarse con los destellos rojos de los blaster de ambos bandos, mientras la enorme columna droide se acercaba lentamente a la barrera pirata. El blaster de repetición pesado E-Web comenzó a abrir fuego, impactando directamente sobre los cuerpos incrustados a los escudos.
Los disparos impactaban sobre la carne, despedazando poco a poco lo que quedaba de los cuerpos que colgaban de los escudos droides. El olor a carne quemada era espantoso, pero solo los orgánicos eran capaces de percibirlo, lo cual sembraba aún más el terror en sus filas, combinado a la presencia droide que se acercaba cada vez más y más. ?: - ¡Resistid! ¡Estiércol de Purrgil! ¡Yo, el gran rey pirata Sen-gol, no caeré tan fácilmente antes este montón de chatarra! -
Image Una estruendosa y raspada voz se escuchó desde la distancia. El extraño alienígena, quien se había pronunciado antes sus hombres, se mostraba en el campo de batalla con su imponente vestimenta negra, algo extravagante y con un adorno poco funcional sobre su hombro izquierdo. Sólo su rostro era visible, un rostro raquídeo de color verde, cubierto por una piel escamoso de color verde que se unía con firmeza a las facciones de su cráneo, como si careciera de músculos en la cara. Aunque su rostro era bastante humanoide, carecía de una nariz bien definida, y en cambio tenía una protuberancia que se abultaba sobre el tabique. Sus ojos eran grandes y algo desproporcionados en comparación con el resto, cómo si se tratase de una enrome mantis religiosa, aunque su cuerpo era bastante humanoide, con la principal diferencia que tenía los hombros abultados sobre su cuello, los que cubría con una placa de metal que se complementaba con una especie de carcaza que cubría su cabeza y de la cual se desplegaba un escudo de energía que funcionaba como un casco espacial. Muy similar a los que usaban los umbaranos. Su presencia en el campo de batalla significó un impulso para sus hombres, quines comenzaron a disparar con más frecuencia y carentes de miedo, o temerosos a un destino aún peor que morir de un disparo. Pero no importan cuanto se esforzaran, sus blaster no podían desgastar la barrera tan rápidamente, y no disponían de detonadores térmicos para facilitarles el trabajo. Molesto por la falta de progreso, el líder pirata pateó al artillero del cañón pesado y lo apartó del arma, para luego posicionarse justo atrás y comenzar a disparar por su cuenta. Fue un impulso repentino, un descontrol de su frustraciones, pero estando con el control del arma pesada no cambiaría el torno de la batalla. Al menos, no cómo él esperaba. Un tiro certero de Sen-Gol logró burlar la barrera de escudos y cuerpos triturados e impactó en el pie de uno de los droides B2, destrozándolo al momento y haciendo que la barrera cayera ante su propio peso, creando una fatal brecha en la formación enemiga. Esta brecha fue una ventaja que pudieron aprovechar y liquidar a varios droides B1 que quedaron expuestos, pero las fuerzas enemigas estaban ya demasiado cerca.
Los piratas comenzaron a caer uno a uno por el fuego de los blaster. Los que más suerte tenían recibían un disparo en el pecho o en la cabeza y morían al instante. Aquellos menos afortunados debían pasar sus últimos momentos sufriendo el infernal dolor creado por las quemaduras que los blaster les dejaban sobre sus extremidades, o en zonas del cuerpo que no tenían órganos vitales. Y aquellos que apenas lograban mantenerse de pie, tenían que ver como sus camaradas caían uno a uno, hasta que el artillero del cañón E-Web fue el último en mantenerse en pie.
A pesar de sus esfuerzo, eso no impidió que recibiera un disparo el en hombro, pero no titubeó en seguir disparando con fervor. Pero cuando un segundo blaster impactó en su estómago no pudo continuar, y cayó abatido sobre el suelo, con aún unos últimos suspiros de vida. Sen-Gol: - ¿Así que tu eres la mente macabra detrás de todo esto? - Dijo cuando Ícaro se acercó, y lo vio yaciendo sobre el suelo, atragantado con sus propios fluidos corporales. Ícaro: - Luchaste bien. Para ser un pirata. -
Sen-Gol: - Je. No te hagas el importante, pedazo de metal. Llevo más tiempo en esto que los de tu tipo en el campo de batalla. - Dijo mientras se quejaba del dolor producido por el disparo que recibió en su abdomen.
Ícaro: - Y aún así. Perdiste. -
Sen-Gol: - Jaja. Tienes razón. - Dijo tras una larga y forzada risa, interrumpida por una repentina tos. - Nunca pensé que el gran Sen-Gol caería tan ridículamente ante los Separatistas... Bueno... Lo que queda de ellos. -
Ícaro: - La Alianza Separatista ya no existe. Los que quedamos estamos tratando de crear algo nuevo. -
Sen-Gol: - Je. Separatistas, la vieja República, la nueva, el Imperio, lo que argumentas crear. Todo es igual. No importa cuanto cambios hagan, los desdichados como nosotros siempre tendrán que vivir en el olvido. Podrás ser muy listo... Pero eres demasiado ingenuo... Solo... Solo espero que le des a mi pequeña una buena causa. Je je. - Refiriéndose a la que una vez fue su nave.
Esa risa fue el último aliento del pirata, quién cayó muerto sobre el corredor de metal a los pies del droide. A pesar de su macabro origen, Ícaro no dejaba de reconocer que actuó como todo un valiente. A pesar de ser el último en pie, mantuvo su posición hasta el último momento, disparando su arma hasta que la vida se le fue arrebatada, pero no sin antes destruir la barrera y abatir a cuatro droides B2 y unos cuantos B1 con sus últimas fuerzas. B1: - Comandante. Hems terminado de tomar posición de la nave. -
Ícaro: - Muy bien. ¿Algún prisionero? -
B1: - Afirmativo. Al menos sesenta de ellos. ¿Qué deberías hacer con ellos? -
Ícaro: - Llevadlos a una celda y ponedlos bajo custodia. Que Miraj se encargue del asunto cuando regresemos al Oasis. -
B1: - Roger. Roger. -
Ícaro: - Wag Too. ¿Me recibes? - Habló po el comunicador. Wag Too: - Alto y claro. ¿Todo bien? -
Ícaro: - Afirmativo. La nave es segura. Prepara a los ingenieros. Necesitamos que la nave esté lista en al menos dos horas. -
Wag Too: - En camino. Cambio y fuera. - El cuerpo de ingenieros se apresuró a las zonas de los motores del Kandosii. La máxima prioridad era reparar los motores y el hiperpropulsor para volver a Gwori lo antes posible. Una vez ocultos en el planeta corrían menos riesgos de ser descubiertos por el Imperio. Además, una vez que los civiles rescatados por Mirana llegase a tierra firme, sería sólo cuestión de tiempo que una patrulla fuera a hacer un reconocimientos de la zona del conflicto.
Habían pasado casi dos horas desde que comenzaron las reparaciones, e Ícaro se encontraba en el puesto de mando de la Kandosii, conectado a un terminar y reuniendo toda la información posible acerca de ese modelo tan antiguo, pero a pesar de todo, tenía unas muy buenas propiedades, lo cual la convertiría en una nave muy útil para escolta o para transporte. El acorazado contaba con 30 cañones turbolaser medianos doble, 12 cañones láser de defenza y 12 lanzadores de misiles de concusión super pesados, pero por supuesto, no tenían ese tipo de munición a su disposición. Su bodega de carga era lo suficientemente grande como para transportar a 128 cazas estelares, aunque podría cargar casi el doble de droides Vulture gracias a su capacidad de compactarse para el transporte. Además, sus 1360 metros de largo de daban una capacidad de carga impresionante, unos 535 metros más grande que la fragata Munificent.
Esta nueva adquisición tenía el potencial suficiente para convertirse en la nave capital de la pequeña flota, ahora conformado solamente por dos naves y unos pocos cazas y droides. Pero requería de muchas reparaciones, lo cual Ícaro calculó que tardaría al menos un año entero para que estuviese en perfectas condiciones. Así que, por ahora, no supondría un gran aporte para su causa. Wag Too: - Ícaro. El hipermotor está listo. No es muy fiable, así que mantente a una velocidad mínima si quieres que no se haga pedazos por el camino. - Habló por el comunicador. Ícaro: - Enterado. Comandante Doom. - Llamó al droide OOM, quién se encontraba en el puesto de mando de la Munificent. - Regresaremos a Gwori. Usted llegará primero que nosotros, así que oculte la nave en la "zona oscura" del planeta. -
Doom: - Roger. Roger. - Image

Las dos imponentes naves se dieron la vuelta y trazaron el curso rumbo a Gwori. Poco a poco, los potentes motores comenzaron a llenarse se energía, a la par que producían era característico zumbido en el vacío del espacio. La primera en dar el salto fue la fragata, y a los pocos segundos el Kandosii le siguió, desapareciendo en la dimensión del hiperespacio.