[Colección: OMEGAVERSE]
Las Crónicas de la Media Luna de Marte
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—Teenage Mutant Ninja Turtles 2012—
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En un mundo donde los mutantes y humanos conviven tratando de no liquidarse mutuamente, los hermanos Hamato se enfrentan a una nueva temporada de apareamiento donde las cosas sólo pueden salir mal. O quizás no tan mal.
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Advertencias: SÓLO HETERO. (Parejas disparejas a gusto de la escritora). / Semi-Universo Alternativo. / WHAT IF—Omegaverse, al estilo de la escritora. / La trama no sigue las reglas generales ni típicas del omegaverse; escrito todo a conveniencia y entendimiento de la autora. / Crack!Ships / OOC. / Uso de lenguaje fuerte, sucio y vulgar. / Contenido violento explícito. / Relato NO aptos para menores de edad.
Disclaimer:
Teenage Mutant Ninja Turtles (2012) © Kevin Eastman/Peter Laird / Nickelodeon.
Las Crónicas de la Media Luna de Venus © Adilay Vaniteux/Reine Vaniteux
Aclaración: Este fic participa en el OMEGACEMBER 2023 realizado por la página Es de Fanfics, en Facebook.
Notas:
Retomando las anécdotas de Renet y Donnie, me pareció gracioso darles un momento familiar con Mikey y Shini; de nuevo, quiero aclarar que dejando el nada claro canon, en este fic sólo se menciona el crush que Mikey tuvo con Renet, pero NO hubo nada más entre ellos.
No vayan a pesar que aquí Renet y Mikey son exnovios o algo parecido porque, repito, el canon no es claro y como no fue así, para mí nunca lo fueron.
Aviso!
Contenido sexual, uso de juguetes.
NO PLAGIEN, NO RESUBAN Y TAMPOCO TRADUZCAN SI YO NO LO HE AUTORIZADO. —Gracias.
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Día 12: BOZAL.
Ship: Donatello (epsilon) x Renet (gamma).
VI.
El tecnicismo del control.
«¿Y ahora qué?» Donatello pensó, saliendo de su alcoba por primera vez en muchos días, luego de darse una necesitada y relajante ducha en el baño que tenía agregado en su laboratorio.
Bastante adormecido, tranquilo, pero con muchísima sed y hambre, la joven tortuga se puso una muda de pantalones (lo único que le quedaba limpio en su zona de trabajo para cambiarse) y se dirigió hasta la cocina donde esperaba encontrar algo de agua, jugo… y algo de veneno para cucarachas también…
Durante su trayecto trató de no martirizarse tanto por el hecho de haber encontrado alivio en Renet… y de haberse… técnicamente, aprovechado de ella. Y es que, ella le dio su consentimiento, ¿verdad?
«Que sí… te dio su consentimiento un aproximado de siete veces» cansado de sus propias dudas, Donatello talló sus ojos, volviendo a decirse a sí mismo que, si bien, era más que obvio que su relación con la aprendiz del tiempo, ya no iba a ser igual después de lo que acaba de ocurrir entre ellos, tampoco era para escandalizarse ni para pensar que iba a ser el fin del mundo.
Ambos ya eran adultos. Habían estado a merced de sus propias necesidades… a todo esto, ¿Renet era una mutante con aspecto humano como April? ¿Tendría también algún tipo de don psíquico o de otro tipo? ¿Ella había nacido así o…?
—¿Qué hay, Donnie? —saludó Mikey, hablando como si fuese un borracho; llegando también a la cocina; él estaba más desarreglado que el propio Donatello.
Donnie miró a su hermanito acercarse a él, en el refrigerador. Luego de mirarlo en completo silencio, su primera reacción apenas verlo, fue el de darle un coscorrón.
—¡Oye! ¡¿Qué pasa contigo?!
—¿Dónde está mi jugo? —interrogó, enojado—, lo dejé aquí y les dije que nadie tenía derecho de tomarlo; fuiste tú, ¿verdad?
Mikey se sobó su cabeza, mirándolo con los ojos entrecerrados.
—Vaya, y creí que luego de alimentarte un poco estarías más tranquilo, pero no, aquí está Mr. Histeria, al acecho, otra vez —resopló, sin negar la afirmación de Donatello, quién le vio con resentimiento.
—Se supone que debías mantener a Renet lejos de mí… —ahora sí lo reprendió por lo más grave—, ¿dónde demonios estabas?
—A diferencia de ti, yo tengo una pareja a la cual rendirle cuentas —Mikey tomó un vaso y lo llenó de agua de garrafón, bebiéndolo todo de golpe—, no sé cómo supo que Renet estaba aquí, vino… y no pude negarme a irme con ella.
—¿En serio, Mikey? ¿Estás diciéndome que por irte a fornicar con tu pareja permitiste…?
—¿Qué? ¿Qué Renet encontrase algo de alivio? ¿Qué tú encontrases algo de alivio? —lo observó inquisitivo, despreocupado también—. Mira el lado positivo, tú ya no estás rascando las paredes y ella estará a salvo de otros mutantes que puedan percibir su aroma en celo, por unos días, al menos. Por donde lo vean, no todo es tan malo. Qué sí, cometí el error de dejarlos solos, lo acepto. Pero no me vean a mí como el único culpable, ustedes ya son adultos, ¿por qué yo tendría que estarlos cuidando cuando también tengo mis asuntos? —luego de ver cómo Donnie se cruzaba de brazos y le veía con una ceja arqueada, Mikey agregó—. Le debo una disculpa a Renet por dejarla sola contigo. Pero a ti no. Ahora déjame en paz.
Tan repentinamente como llegó, Mikey se fue.
Aún fastidiado, no sólo por Mikey y su poco sentido de la responsabilidad, sino por su jugo perdido, Donnie imitó a su hermanito, tomando sólo agua. Varios vasos, de hecho. Luego preparó unos huevos revueltos… no tenía ánimos para hacer nada más.
…
«¿Qué hiciste, Renet?» fue el primer pensamiento de la joven viajera del tiempo. Oyó la ducha, oyó a Donnie moverse por su laboratorio hasta que salió de él, pero no quiso abrir los ojos y responder preguntas, o hacer las propias.
Se sentía tan pegajosa, cansada, pero al mismo tiempo, satisfecha y tranquila, que le era imposible saber cómo debía sentirse con esto. Su interior palpitaba suavemente con los rastros de semen y fluidos vaginales combinados adentro y afuera, sentía mucha de esta impregnada entre sus piernas y bajo su trasero, mojando la cama. Sus pechos resentían los apretones y los besos bruscos; sus piernas estaban un poco entumidas y su cadera dolía un poco. Su vagina, tanto en su interior como exterior se sentía algo irritada, y ni qué decir de su boca; sus labios ardían, su lengua se encontraba cansada, su garganta punzaba un poco. Ella no había previsto qué tan apasionado podía llegar a ser alguien tan dulce y tímido como Donatello Hamato, hasta que lo tuvo encima, marcando cada centímetro de su cuerpo; besando sus labios, sus pechos, su cuello, sus hombros, tras sus rodillas. Hasta que logró tomar su cuerpo en diferentes posturas sexuales hasta correrse adentro, arrastrándola a su vórtice de placer.
Renet inhaló profundo, tratando de levantarse; necesitaba ir al baño. Le costó un poco, pero pudo incorporarse y luego hacer sus primitivas necesidades, arrastrando los pies en el camino. Luego de enjuagar su boca, se dijo que se disculparía de ser necesario, pero tenía que limpiar su cuerpo también. Se duchó. Le resultó agradable sentir el agua caliente dándole alivio a sus músculos tensos por tanto ejercicio. Al limpiar su intimidad, se sintió diferente. Tal vez físicamente esta volvería a su "normalidad" pero en su mente, Renet sentía que Donnie había cambiado algo en ella. Por curiosidad, estuvo a punto de meter un dedo adentro, pero se detuvo al darse cuenta que aún estaba demasiado sensible, y necesitaba descansar un momento.
Al salir de la dicha, Renet buscó su ropa, se secó sólo el cuerpo con ayuda de una de las sábanas y logró vestirse únicamente con el traje; ignorando la ropa interior; ella en el fondo lo supo; no iba a necesitarla en estos días.
Caminando lento, Renet se dirigió hasta la cocina, de donde salía un aroma muy rico a huevos revueltos, café y…
—¿Mikey? —musitó reconociendo no sólo el aroma de Donatello en la cocina, sino la de Mikey y la de aquella mujer que no hace mucho se lo llevó con ella.
Tímida, ella asomó su cara hasta la cocina donde Mikey y su pareja la vieron. Al parecer, todos habían amanecido con los deseos de ducharse, pues no había nadie presente que no tuviese la piel húmeda ni el aroma a los productos de limpieza corporal encima.
—Vaya, vaya, buenos días, princesa —saludó ella, casi maquiavélicamente, a punto de reírse.
—¿Hola?
Con una admirable sensualidad, la mujer se levantó de su silla, ahora de buen humor; nada que ver con la primera impresión que Renet tenía de ella, donde ésta la miró, amenazándola de muerte con los ojos, si llegaba a tocar a su Mikey.
Se acercó a Renet y descaradamente la olfateó; de acuerdo, eso fue raro.
—Mmm, el pecado sigue latente, ¿verdad? —murmuró cerca de su rostro, poniéndola algo incómoda.
—¿El qué? —Renet casi chilló como un ratón.
—Por favor, no la molestes, Shini —pidió Mikey—, aún me siento muy culpable por dejarla sola con Franketello. —Con destreza, Mikey evadió un tenedor que fue lanzado por Donatello hacia su cara, el cubierto quedó encajado en la barra de madera atrás de él—. Tú arreglarás eso —le dijo, luego volvió a Renet, que sentía su cara arder al enterarse de que Mikey y su mujer estaban al tanto de lo que había ocurrido entre ella y Donnie, que seguía cocinando.
Aunque, por otro lado, era imposible que nadie se diese cuenta; Donnie olía como ella, y ella como él. Ambos habían mezclado mucho de sus esencias para decir que no habían estado fornicando por horas. Sí, horas.
—¿Quieres cerrar la boca y ayudarme? —gruñó Donatello, apagando el fuego de la estufa—. Sirve los platos.
—Ya, ya —a regañadientes, Mikey se levantó de la silla—. ¿No deberías estar menos estresado de lo usual?
Shinigami se rio y tomó a Renet del hombro, que se tensó un poco.
—Bueno, ya que ambas estamos un poco despejadas y ellos sirven el desayuno, ¿qué tal si nos conocemos un poco mejor antes de que ese par decida matarse?
—¿Eh?
Renet no tenía muy bien su sentido de la supervivencia, lo que claramente la metía en muchos problemas diariamente, pero ahora estaba un poco indecisa sobre Shinigami, que reforzó su agarre sobre ella.
—Ven, vamos —le susurró amistosa—. Será sólo un pequeño paseo, entre chicas.
Dejándose llevar, porque no quería meterse en problemas con nadie, Renet oyó a Shinigami diciéndoles en voz alta a los hermanos, que ya habían empezado a discutir entre ellos sobre quién debía hacer los hot-cakes, que ya volverían. ¿Ellos la oyeron? Quién sabe, pero Shinigami sacó a Renet y la dirigió hasta la sala de estar, en el sillón. Ambas se sentaron juntas, y aunque Renet quiso poner algo de distancia, no pudo huir de ella.
—¿Y bien? —preguntó en susurro, con una sonrisa que no podía aguantar.
—¿El qué? —musitó Renet, aún nerviosa.
—Tengo curiosidad. ¿Cómo es Donnie?
—No… entiendo —ella negó con la cabeza, esperando que Shinigami no se refiriese a…
—¡En el sexo, mujer! —espetó en gruñido—, ¿cómo es? No quiero los detalles, sólo… me da curiosidad. ¿Es tan caballeroso como lo es la mayor parte de sus días o en serio tiene a un enfermo sexual escondido adentro? Mikey y yo apostamos, y mientras más rápido salgamos de dudas, mejor.
Renet no supo por qué se sintió tan irritada.
—¿Apostaron sobre Donnie?
—Sí —Shinigami ladeó la cabeza, pero antes de que Renet pudiese decir que estaba en contra de eso, ella agregó—: como cuando Donnie y Raphael apostaron que Mikey sería un desastre en su primera experiencia. O como cuando Leo y Rapha apostaron que Mikey jamás tendría novia. O como cuando Mikey y Rapha apostaron a que Leo y Karai seguían creyendo que nadie sabe de su "relación secreta" —hizo comillas en el aire con sus dedos así como una mueca—. O como cuando Donnie y Mikey apostaron a que Rapha no tiene tantas amantes como él dice. Todos apostamos entre nosotros sobre todos… es… un pequeño y divertido pasatiempo colectivo.
—¿Eso quiere decir que… si yo quiero apostar a algo contigo sobre alguno de ellos, estaría bien?
—Sólo si estás de acuerdo en que también se hagan apuestas contigo, cariño —le guiñó un ojo—. Alguna vez, April apostó a que yo jamás le haría una mamada a Mikey. Spoiler, perdió —se rio orgullosa—. O yo cuando le aposté a Karai que April es una ñoña que no pasa del "misionero", pero vaya que me sorprendió.
—Eh… estoy un poco confundida ahí… ¿cómo supiste que…?
—April lo confirmó.
—¿Con fotos? —musitó Renet un poco temerosa.
¿Acaso en esta familia era normal que…?
—¡Iuu, no! —chilló haciendo una mueca—, sólo nos lo dijo. ¿Y para qué poner en duda sus palabras? Además, no es como si apostásemos dinero. Sólo es diversión.
—No lo entiendo —susurró Renet, con toda la seriedad.
—Verás, hace tiempo descubrimos que es divertido… "ponernos retos" —hizo comillas en el aire—. Es decir, si tú apuestas a algo con alguien, estás imponiéndole una meta, o un reto a alguien, pues esa persona eventualmente sabrá de esa "apuesta". Pero es obvio que no debemos excedernos. El hacer el amor con otras posturas sexuales, o ser dominante o dominado en la alcoba, es algo que puedas rechazar o hacer; al igual que tu pareja.
Pareja…
Renet no sabría si considerarse "pareja" de Donnie, sólo por haberse acostado con él… varias veces, en una sola noche.
—Entonces… si yo digo que no quiero ser parte de eso…
—No serás parte de eso —Shinigami alzó las manos con rendición—. Pero te puedo asegurar que Donnie sí es parte, así que, si me lo dices, me prepararé para cobrar mi apuesta con Mikey.
—¿Y… si no quiero decirlo? —susurró, esperando no ser amenazada o algo así; Shinigami alzó los hombros.
—Eventualmente lo sabremos. Ya sea contigo u otra pareja que él decida tener, en algún momento se descuidará y nos daremos cuenta de su buen o… pobre desempeño.
¿Pobre… qué?
—¡Oye! —espetó ofendida, queriendo mantener baja su voz—, apenas y puedo caminar, mis piernas siguen temblando, no te atrevas a decir que su desempeño es pobre.
Shinigami alzó una ceja, y Renet supo que había caído en una trampa.
—Gracias, es todo lo que quería saber —se levantó orgullosa y le tendió su mano—. ¿Desayunamos?
Refunfuñando por haber caído tan fácil en esa provocación, Renet aceptó la mano de Shinigami y volvieron a la cocina; pero en el camino, la ninja detuvo a Renet y le susurró al oído.
—No sé si esto funcione con Donnie, pero tengo la teoría de que todos los mutantes mejoran mucho su desempeño cuando les privas de algo.
Renet tragó saliva al mismo tiempo que miró a Shinigami guiñándole un poco, como si de pronto se hubiesen vuelto cómplices. Luego, con toda la normalidad del mundo, fue a sentarse a un lado de Mikey, que por fin había terminado de hacer los hot-cakes y servir las tazas de café. Donatello también se hallaba sentado, luego de poner una bandeja con frutas recién lavas en medio de la mesa; agarrar una manzana y morderla. Ella, imaginándose repentinamente en el lugar de la manzana, no supo si sería apropiado sentarse a un lado de Donnie, pero tampoco es que haya evitado hacerlo. Se quedó cerca de él, acercó su plato y su taza, agradeciendo en voz baja por la comida.
—¿Y estuvo interesante su charla de chicas? —preguntó Mikey, sonriendo.
—Claro que sí —respondió Shinigami—. Le daba a mi nueva amiga, unos consejillos.
Tragando fuerte, Renet se estremeció, no queriendo que su cara, la cual estaba enrojeciendo, diera la impresión de estar dándole a Shinigami información comprometedora y privada.
—¿Qué consejos? —inquirió Mikey, alzando una ceja.
Percibiendo que Donnie la estaba mirando de reojo, y queriendo que la tierra se abriese y se la tragase entera, Renet trató de ocultarse entre su cabello, tomando con más fuerza su cuchara, comiendo lo más silenciosa posible, esperando que Shinigami no hablase de las "apuestas".
—No seas tan entrometido, Mikey-boo. Sólo… consejos —y de nuevo, con toda la naturalidad del mundo, ella comió tanto del huevo como de los hot-cakes—. Mmm, ustedes sí que tienen un don para la cocina. Si no fuese porque alguno de ellos cocina, Renet, yo seguiría yendo a los restaurantes a desayunar.
Asintiendo tímidamente a sus palabras, Renet tomó un trago pequeño de su taza de café.
—Por cierto, Shini y yo vimos a Leo irse hace unas horas.
—¿A dónde? —preguntó Donnie, extrañado.
—Ni idea; pero se fue con Mordelón, así que es lo más probable que Rapha tampoco vaya a estar en casa por algún tiempo —despreocupado, Mikey tomó y mordió varias veces una pera, hablando con la boca llena, pero esforzándose porque nada saliese de ella, salvo sus palabras—. No sé qué le pasa a Leo, pero nosotros lo vimos muy enojado. Así que será mejor que no contemos con él tampoco, al menos no por los próximos días.
Renet no se dio cuenta, pero Donnie pudo notar a la perfección que su hermanito mentía cuando decía que "no sabía" lo que tenía irritado a Leonardo.
—¿Por dónde lo vieron? —inquirió Donnie, aún confundido.
Shinigami y Mikey se voltearon a ver.
—No quieres saberlo —respondió Shinigami, cortando más trozos de hot-cakes, comiéndolos con lentitud.
De nuevo, aunque lo intentó, Renet no lo captó; ella se imaginó que hablaban de alguna parte de las calles, pero Donnie miró muy bien las expresiones de su hermano y cuñada; su mente, siempre ágil, fue un paso adelante.
—Carajo —musitó, sintiéndose frío.
—Sí —resopló Mikey—. Pero tú tranquilo; primero me matará a mí.
Sin hacer bien los lazos de lógica entre unas cosas y otras, Renet miró a Donnie y Mikey. Luego vio a Shinigami, que le sonrió, con menos malicia, pero en sus ojos aún había una chispa de eso.
—Mejor dejémoslo en paz —dijo Donnie—. Él nos llamará si nos quiere cerca.
—Buena decisión —le dijo Shinigami a su cuñado.
El desayuno prosiguió sin ninguna novedad; al terminar, Mikey y Donnie fueron despachados por Shinigami, quien dijo que, como ellos habían cocinado, les tocaba a ellas limpiar.
Esta vez, a Donnie no le convencía la idea de dejar sola a Renet con Shinigami, pero Mikey se lo llevó a rastras, pues justamente, sonó el celular del hermano menor.
—Es Leo —masculló alzando una ceja—. Quiere matarnos ahora.
—Siempre tan oportuno —susurró Donnie, resignándose; miró por última vez a Renet y luego a Shinigami—. ¿Podrías…?
—Ella estará bien conmigo, lo prometo —sonrió Shini, luego de acercarse y darle un beso a Mikey—. Díganle a Leo que si los deja vivir, yo me encargaré de darle un pequeño escarmiento a mi querida jefa.
—Espero funcione —él volvió a besarla; luego hizo un ademán hacia Renet, que miraba un poco incómoda tanta demostración de amor—. Te dejo en buenas manos.
Ella asintió con la cabeza, bajando la mirada; creía que si viese a Donnie, teniendo todo este ambiente de afecto entre Shinigami y Mikey, demasiado palpable, él también se sentiría incómodo.
—Cuídense —susurró en voz baja.
Una vez que ambos partieron, Shinigami soltó una risa.
—Wow, sí que son curiosos ustedes dos —dijo, divertida.
—¿A qué te refieres? —Renet la miró, con timidez.
—Creo que no viste cómo Donnie te miró —acusatoriamente divertida, Shinigami le dio un toque a su frente con uno de sus dedos—, te apuesto a que si no hubiésemos estado Mikey y yo aquí, él habría mandado al infierno la orden de Leo y te tendría ahora mismo sobre la mesa.
—¿Qué dices? —Renet se tensó ante esa apuesta, luego miró, enrojecida, a Shinigami—. ¿Tú crees…?
Shinigami se rio, aplaudiendo una vez.
—¡Lo sabía! Donatello siempre me dio la impresión de ser un reprimido, que apenas se le soltase la correa, "atacaría" —susurró lo último, sugestivamente, hacia Renet, que se estremeció—. Uy, ¿estás imaginándote cosillas?
—¡No!
Sí.
Shinigami hizo un gesto pícaro, pensando en algo para sí misma. Sonrió divertida y volvió a abrir la boca.
—Oh, vamos; somos amigas, ¿no? Venga, vamos a limpiar esto rápido y te enseñaré algo divertido.
Y Renet tuvo razón en tener nervios por lo que eso iba a significar.
Dejando la cocina más que limpia, Shinigami llevó a Renet a la alcoba que ella y Mikey compartían. El aroma de ambos estaba por todos lados, y Renet se preguntó si más o menos así olería el laboratorio de Donatello.
Era muy probable que su cara no dejase de estar roja en todo momento desde que despertó.
—Mira —dijo Shinigami acercándose a ella, luego de dejarla por un rato para ir a buscar algo—. Me compré esto hace un tiempo, pero nunca lo he usado; ¿ves? Aún está en la caja y está sellada.
—¿Y qué es? —susurró, temblando, un poco ansiosa.
No pudo ver el dibujo en la caja porque el cuarto estaba a oscuras, pero Shinigami encendió las luces por fin y Renet abrió los ojos un poco sorprendida.
—¿Qué…?
Ante lo que sus ojos veían, el rojo en su cara fue creciendo.
La caja blanca tenía a una modelo humana vestida con lencería de cuero, acostada bocarriba sobre sábanas blancas, con lo que parecía ser un bozal de cuero negro, en su boca. Este estaba cubriendo en totalidad sus labios, pero lo interesante fue saber que, por un lado podría parecer un "vendaje" normal, pero del otro, del que se supone, debía estar directamente en la boca del usuario, sobre salía una figura fálica hecha de goma, color negro, de (la caja decía) 10cm.
—¿Qué…? —musitó Renet, temiendo ver de vuelta a Shinigami.
—¿Y qué tal si…? ¿Lo usas cuando vuelvas a estar con él?
Renet apretó la caja bajo sus manos, llegando a un nuevo color de rojo. Tembló y negó con la cabeza. Por otro lado, su intimidad vibró y se humedeció. Lo peor, Shinigami se dio cuenta de eso; sonrió muy perversamente.
—Ven —tomó su mano y la sacó del cuarto—, démosle una razón a Donnie para no morir a manos de Leo hoy.
—¡¿Qué…?! —se atoró con su propia saliva, pero no tuvo fuerzas para parar a Shinigami, que la arrastraba hacia el laboratorio—. ¿Y por qué tú no lo usas con Mikey?
—Ay, luego me compro otro —chasqueó la lengua—, esto es muy divertido para mí.
—Esto me da miedo —respondió.
Riéndose todavía más, Shinigami invadió el laboratorio, mirando a Renet con una sonrisa acusatoria.
—Vamos, no digas que no te mueres por ver su reacción al verte con esto puesto.
—La verdad… no creo que eso sea…
—Vamos, tengo un buen talento con las fotos; y sólo se la mandaremos a él. Para que dé su visto bueno.
—¡¿Cómo que una foto?!
Pero, a pesar de sus negatorias verbales, Renet sólo miró como Shinigami abría la caja del aparente juguete BDSM, y lo sacaba con cuidado. Hizo algunas cosas con este, al parecer, verificar que estuviese en condiciones óptimas para ser usado y luego se giró hacia ella.
Renet, que para entonces no sabía cómo es que había llegado a sentarse sobre la cama de Donnie, miró casi en cámara lenta cómo Shinigami acercaba… esa cosa… a su boca.
—¿Estás lista?
—Eh… no… creo…
—Ya, cálmate. Anda, abre; y di "ah".
Sintiendo la cara muy caliente, y su humedad lubricándose exageradamente, Renet obedeció; temblando demasiado. El artefacto fue introduciéndose en su boca, acariciando su lengua, casi llegando hasta su campanilla. Demasiada saliva se produjo, obligándola a beberla como si fuese agua, chupando esa cosa sin problemas ni oposición. Con cuidado, y sin mostrarse afectada por esto, Shinigami ajustó el seguro tras su nuca y la miró con las manos en su cintura.
Shinigami la ayudaba a probarse esa cosa como si fuese un vestido y no un escandaloso aparato lascivo.
—¿Te lastima o te incomoda mucho? —preguntó, como si fuese una vendedora, preguntándole a su clienta si el producto le ajustaba correctamente.
Renet negó con la cabeza.
—Mmm, te ves bien —señaló, pensativa—. Donnie seguro amará esto —musitó Shinigami, riendo con verdadera malicia—. Ahora, tranquila, no vayas a morderlo, no quiero que te lastimes. Aunque no lo creas, es más duro de lo que parece.
Sintiéndose en extremo nerviosa por oírse a sí misma, mientras trataba de respirar y tragar saliva, Renet se negó en un principio a hacer algo vergonzoso, pero su cuerpo era estúpido y no pudo detenerse; pensó en Donnie y en su miembro, el cual, sabía bien que para variar, era más largo y ancho que el juguete; lo que la hizo pensar qué podría hacer para no fallar cuando tuviese que…
Con sus ojos nublados por las numerosas fantasías, su lengua se deslizó sobre los bordes del falo de goma, perdiéndose en sus propios pensamientos. Ella no se dio cuenta del momento en el que Shinigami extrajo su celular.
Sin darse cuenta del estado de Renet, la mujer ninja apuntó la mira hacia el mentón de la viajera del tiempo, tomando en la imagen parte de sus rosados pómulos, su nariz y su cuello, el cual estaba un poco alzado hacia arriba, levemente mojado por la saliva que escurría. Antes de capturar la imagen, Shinigami se aseguró de que su largo cabello rubio ondulado abarcase sus hombros e hizo su primera y única toma.
Aguantando la risa, Shinigami mandó la foto a Donatello, quien no la miró en su momento. Esperó paciente. Pero mientras eso pasaba, ella se giró hacia Renet y puso los ojos en blanco al saber que la pobre se había excitado con el artefacto.
—Ups, disculpa, creo que esto es demasiado para ti —musitó frunciendo el ceño, guardándose su celular, ayudando a Renet a quitarse el bozal con el mismo cuidado con el que se lo puso—. ¿Y? ¿Qué tal? ¿Te interesa intentarlo?
Una vez que el falo de goma, bañado en su saliva, dejó su boca, Renet soltó un suspiro. Tardando en despertar.
—¿Me oyes? —se rio, chasqueando sus dedos frente a ella. No pudiendo creer que Renet estuviese tan visiblemente excitada—. ¿Qué te estás imaginando?
—Eres cruel —musitó ella, avergonzadísima. Bajando la mirada al piso.
—Ay, vamos; sólo date otro baño y espera aquí.
—¿Esperar qué? —preguntó, temblorosa, tragando saliva con esfuerzos, acostumbrándose de nuevo a no estar sintiendo un artefacto lascivo invadiendo su boca.
Como si alguien más la hubiese oído, el celular de Shinigami recibió la notificación de tener un mensaje nuevo.
—¡¿Sí me tomaste una foto?! —se escandalizó Renet, juntando sus piernas y tapándose la boca con su mano derecha.
—Te dije que eso haría, ¿no? —dijo Shinigami volviendo a tomar su celular, luego de dejar el juguete sobre la almohada—. Qué tú hayas estado tan distraída es culpa tuya.
—¡Sí pero…! Y… se la… ¿mandaste a…? —Renet se tapó la cara con las manos mientras Shinigami veía el mensaje.
"QUÉ DEMONIOS LE ESTÁS HACIENDO?!"
Todo en mayúsculas. Sin emoticones y los signos hasta el final. Nada propio de Donatello.
"SHINIGAMI, MALDITA SEA, RESPONDE O HARÉ DE MI HERMANO UN VIUDO"
¿Realmente estaba enojado?
¿O…?
Inhalando profundo, Shinigami respondió con calma y emoticones de risa:
"Cálmate, le mostraba a Renet una de mis adquisiciones nuevas. Creo que le gustó, puedo regalárselo. ¿Qué te parece?"
Con burla, le mandó ahora una foto del falo de goma, brilloso por la saliva de Renet, que se había echado hacia atrás; de espaldas contra la cama, sin descubrirse la cara.
"Creo que te gustará oírla con eso puesto".
"De nada".
Miró a Renet, que estaba todavía avergonzada sobre la cama, y se volvió a reír.
Era tan divertido jugar con este par de exvírgenes. Y pensar que estuvo a punto de sólo tomar a su Mikey e irse a su pequeño apartamento de soltera en la ciudad; cosa que eventualmente harían para tener más privacidad.
Más le valía a Donatello agradecerle esto.
Shinigami tenía el presentimiento de que ambos tendrían mucho con qué entretenerse cuando él volviese.
Cabe mencionar que el número telefónico de Shinigami estaría bloqueado por un tiempo por Donatello.
—…—
Espero que el fic haya sido de su agrado.
Si es así, no duden en comentarlo :D
¡Saluditos!
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