Recordaba que habían sido mejores amigos desde la infancia, sus padres eran muy amigos, ambos reconocidos por ser de las familias mas influyentes en la ciudad.
Los Uchiha eran los encargados de todos aquellos que se aseguraban de la seguridad de las personas. Los llamaban la policía militar aunque se encargaran de todos los servicios de seguridad.
Mientras que los Hyuga, eran reconicidos por ser una de las familias más antiguas, tambien por ser una de las que se encargan principalmente de las artes marciales. Gracias a ellos los Uchiha podían confiar en que sus elementos de fuerza estaban bien entrenados en la lucha cuerpo a cuerpo. Aparte de que se encargaban de muchas otras cosas.
Tras reunirse constantemente ambas familias, los Uchiha y los Hyuga contaban con una gran amistad.
Ambas familias contaban con dos sucesores, la familia Uchiha contaba con Uchiha Itachi, el primogénito y Uchiha Sasuke, el menor. Por el contrario los Hyuga tenian a la primogénita Hyuga Hinata y a Hyuga Hanabi, la mas pequeña.
Los dos Uchihas y la primogénita Hyuga eran muy amigos desde la niñez, aunque Sasuke y Hinata eran los que más pasaban tiempo juntos por ser de la misma edad. siempre acompañandose el uno al otro, incluso iban a los mismos colegios.
Ambos se trataron como hermanos la mayoría de su niñez. No fue hasta la secundaria que su relación cambió.
-Sasuke-kun- lo llamó apenada la Hyuga, a pesar de ser muy cercana a este no dejaba de ser tímida. Era con el único con el que hablaba en el instituto.
-¿que pasó?- le contestó, él por su parte, era amable con ella, sabia que debía protegerla ya que su caracter no la ayudaba a hacer amigos, aparte de que constantemente era intimidada por otras niñas. Vió que se acercaba más a él, como si quisiera ocultarse de alguien. Dió un vistazo a su alrededor y vió como un par de chicas, una de cabello rojo intenso y otra de cabello rosa la miraban como si estuvieran molestas. Cuando se percataron de que él las veía su expresión cambió, ahora se dedicaban a coquetearle, como si con eso consiguieran que él les prestara atención. Sólo chasqueo la lengua y les dirigió una mirada sombría. Se dió la vuelta en dirección a su amiga y la sujetó del brazo, la jaló hacía la puerta de la salida del salón. Estaba seguro que ella no le iba a decir lo que había pasado para que actuara de esa forma así que sólo siguió el camino a su casa.
-Sasuke-kun- otra vez llamó su atención, este solo la observó y detuvo sus pasos. -m...mi padre me d...dijo que hoy podía q...quedarme en tu casa, salió a una reunión de negocios así que no quería que me quedara sola.
-Esta bien por mí. Mis padres también salieron así que podemos hacer tarea como siempre.
Ella asintió y sonrió. Sabía que no iban a hacer la tarea solamente, iban a preparar palomitas y después acostarse a ver películas o alguna serie que estuviera interesante. Siempre pasaba lo mismo.
Cuando llegaron a la casa del azabache comprobaron que efectivamente la casa estaba sola. Ambos subieron a la habitación del chico, como siempre rápidamente terminaron las tareas pendientes y se tumbaron en la cama.
-iré a preparar palomitas- se levantó de la cama pero cuando lo hizo su falda escolar se alzó un poco, dejando ver sus blancas y torneadas piernas. El Uchiha no se perdió de esa vista. Sabía que su amiga escondía su bien formado cuerpo debajo de esas telas hanchas de su uniforme. Desde muy pequeña su cuerpo se había desarrollado muy pronto. Aparte de que su cuerpo era atlético por muy delgado que se viera, ambos practicaban artes marciales desde muy pequeños gracias a las enseñanzas del patriarca Hyuga. Éste se encargaba de darles lecciones constantente para que no corrieran peligro o sepan defenderse o defender a los que quieren. Cuando éste no se encontraba en casa las lecciones se suspendían o tenían la opción de entrenar solos.
Sus mejillas se sintieron un poco calientes, al pensar de esa forma en su amiga, últimamente le pasaba muy seguido al verla disimuladamente, no negaba que su amiga era muy bonita. Sin prestarle mucha atención se dedicó a buscar alguna película para ver esa tarde.
A los pocos minutos la Hyuga apareció con un boul lleno de palomitas recién horneadas y se sentó al lado del azabache.
Comenzaron a ver la pelicula que para la mala suerte de la Hyuga era de terror. Cada que pasaba una escena de miedo o suspenso ésta no podía evitar temblar o gritar, mientras que su amigo se burlaba de ella.
-¿Sabes que solo es ficción?- su cara expresaba diversión al verla de esa forma.
-s...sabes que me da mucho m...miedo- cuando estaba a su lado se sentía más segura y no tartamudeaba, pero cuando se ponia nerviosa o tenía miedo eso cambiaba.
-está bien, puedes acercarte para abrazarte- aún burlándose la acercó a su lado. No sé dió cuenta que era una mala idea hasta que su olor llegó a sus fosas nasales. Era un suave olor a lavanda pero con un toque de canela. olía muy dulce pero para nada empalagoso, cerró los ojos para poder apreciar más ese olor. Al poco rato sintió que Hinata ya no se movía, al parecer nuevamente se había quedado dormida. La iba a llevar a la habitación que estaba acondicionada para ella, ya que la mayoría de veces era ella la que siempre se quedaba con ellos y su mamá había decidido darle una habitación, pero decidió que no quería alejarla de su lado para poder disfrutar más de su compañía y tranquilidad. Sin más se quedó dormido también, abrazando a su amiga.
A la mañana siguiente ambos abrieron los ojos al mismo tiempo por la alarma que anunciaba que era hora de ir a las clases. Se sonrieron como las veces anteriores y se levantaron para prepararse.
Ya en la escuela ambos se sentaron en sus respectivos asientos, su profesor siempre tardaba en aparecer así que tenían un poco de tiempo libre por las mañanas permitiendo que los alumnos que llegaban tarde no se perdieran los primeros minutos de las clases.
-Hyuga, el profesor pidió que llevaras estos documentos a la sala de profesores en cuanto llegues- escuchó la voz de una mujer rubia, sabía que no era bien recibida en la población femenina por ser muy cercana al Uchiha, pues era considerado como un hombre popular y sumamente atractivo y el hecho de que él sólo le hablara a ella e ignorara a todas las mujeres era un blanco para ser odiada.
Sólo asintió y fue a hacer lo pedido. Dió un vistazo al Uchiha que estaba escuchando una plática muy activa por parte de su amigo Naruto. Ella no podía relacionarse con nadie más que no sea el Uchiha, pues todos la consideraban como una chica depresiva por su forma de ser. Eso a veces la ponía triste pues ella quería tener amigas con quién salir a tomar algo o simplemente platicar de cosas banales.
Sólo dió un suspiro y siguió su trayecto. De regreso a su salón iba pensando en lo que el profesor le dijo. Ya que nuevamente la habían utilizado, pues el profesor le había pedido a la jefa del grupo que llevara los papeles, pero ésta la mandó a ella.
Seguía en sus pensamientos cuando sintió que alguien golpeó su espalda y la empujó. Cerró los ojos y levantó las manos para protegerse del impacto contra el suelo pero este nunca llegó. Su corazón latía tan fuerte contra su pecho que el sonido le llegaba perfectamente a sis oídos sin permitir que otro sonido se metiera en su cabeza, al darse cuenta de lo que paso sintió unos brazos alrededor de su cintura y alguien debajo de ella y se dio cuenta de que el sonido que escuchaba eran los latidos de alguien más.
Abrió los ojos con sorpresa y se encontró con una piel demasiado blanca, alzó la vista y vió unos ojos de color azul con tonos verdes viendo fijalente sus perlados ojos. Ésta al verse en esa posición se sonrojó completamente, comenzó a hiperventilar y sintió que estuvo a punto de desmayarse pero un brazo la jaló para levantarla y alejarla del hombre que estaba debajo de ella.
Era el azabache, que salió a buscarla al percatarse de que no se encontraba en el aula, al dirigirse a los baños se encontró con una peliazul en el suelo con un tipo abrazándola. Sintió una molestia en su pecho y rápidamente la separó de él. Le dió una mirada fulminante y se alejó con la chica sonrojada.
-¡Tsk! ¿quién era ese tipo y porqué te estaba abrazando de esa forma en el suelo?- su molestia se veía reflejada en sus palabras y en la forma en la que le reclamaba. Ella no podía respirar aún con normalidad así que no podía contestarle.
Al ver que ella no parecía querer contestar la llevó a una pared cercana y la acorraló con ambos brazos sin dejarle escapatoria. Se acercó a su cara dejando pocos centímetros entre ellos, ella estaba demasiado sorprendida y avergonzada no podía verlo a los ojos y sólo desviaba la mirada.
-n...no sé, creo... creo que... chocó conmigo- su voz fue disminuyendo y su rostro fue bajando, pero aún así el azabache logró escucharla.
Le tomó el mentón con una mano y alzó su cara para que volviera a verlo. Observó sus ojos, se veian cristalinos por la vergüenza que tenía, sus mejillas se veían aún más rojas y sus labios entreabiertos apenas y podían jalar aire.
