Capitulo 1


Sakura

—No puedo creer que te vayas a casar en tres días —dijo Taro, con los pies apoyados junto a los míos en la mesita de café. Si mamá viera nos estrangularía.

—Yo tampoco —dije en voz baja. A los diecinueve años, ya era mayor que muchas otras chicas de nuestro mundo cuando entraban en el santo vínculo del matrimonio, y había sido prometida a Neji durante mucho tiempo.

Mi prometido solo tenía veintiún años, de modo que un matrimonio más temprano no hubiera sido muy deseable.

Ciertamente no me importaba. Me había dado el tiempo para terminar la escuela y quedarme en casa con Taro por un año más.

Él y yo nunca habíamos estado separado por mucho tiempo, excepto por unos cuantos días cuando tenía que realizar negocios para la Organización.

Debido a la enfermedad de su padre, Neji todavía estaba ocupado haciéndose cargo de Indianápolis.

Una boda tardía habría sido aún mejor para él,

pero yo era una mujer y se suponía que debía casarme antes de los veinte años.

Miré el anillo de compromiso en mi dedo con un diamante prominente en el centro.

Tuvimos que ampliar la banda con los años a medida que mis dedos crecieron.

Y en tres días Neji me daría un segundo anillo.

Mamá entró con mi hermana Tenten, quien al vernos corrió en nuestra dirección y se abalanzó al sofá entre Taro y yo.

Taro puso sus ojos verdes en blanco, pero envolvió un brazo alrededor de nuestra hermanita mientras ella se apretaba contra él con sus grandes ojos de cachorrito, despeinando su melena castaña.

La había sacado de nuestro abuelo, al no haber heredado el cabello rosa de nuestro padre como Taro y yo.

—Es injusto que te vayas justo después de la boda de Saku. Pensé que así tendrías más tiempo para mí.

Le di un codazo.

—Oye. —En realidad no estaba enojada con ella. Entendía adónde iba.

Siendo ocho años más joven que nosotros, siempre se había sentido como una quinta

rueda, ya que Taro y yo éramos gemelos.

Tenten me dio una sonrisa avergonzada.

—También voy a extrañarte.

—Yo también te extrañaré, bichito.

Mamá se aclaró la garganta, erguida elegantemente, con las manos unidas frente a su estómago.

Estaba vestida en un elegante vestido verde ajustado.

Sus ojos verdes bajaron a nuestros pies descansando sobre la mesita e intentó mirarnos severamente, pero el temblor de su boca dejó claro que estaba luchando contra una sonrisa.

Taro y yo bajamos los pies de la mesita al mismo tiempo.

—Pensé que debería advertirte que Neji acaba de llamar. Viene en camino porque acaba de llegar a la ciudad y se supone que se encontrará con tu padre y tu tío.

Ahora entendía por qué Tenten también estaba vestida con un bonito vestido veraniego.

Ni siquiera sabía que mi padre lo esperaba. Mañana me iba a Indianápolis.

Me puse de pie bruscamente.

—¿Cuánto?

—Diez minutos.

—¡Mamá! —Mis ojos se abrieron con horror—. ¿Cómo se supone que debo prepararme en tan poco tiempo?

—Te ves bien —dijo Taro arrastrando las palabras y sonriendo, su corto cabello rosa desordenado intencionalmente. Podía lucir muy bien ese aspecto despeinado, pero definitivamente yo no podía.

Entrecerré los ojos.

—Oh, cállate. —Salí corriendo de la habitación, casi tropezando con papá. Él dio un paso atrás, mirándome con una sonrisa interrogante—. ¡Tengo que prepararme!

No tenía tiempo de explicarle. Podía preguntarle a mamá.

Tomé dos escalones a la vez. Al momento en que entré tambaleando a mi baño y vi mi reflejo, me estremecí. Mierda.

Mi piel estaba enrojecida, y mi cabello estaba rizado salvajemente alrededor de mis hombros.

Mis jeans sencillos y mi camiseta tampoco

gritaban futura esposa recatada. Maldición.

Me lavé la cara rápidamente y luego agarré una plancha.

Mi cabello era rizado naturalmente, pero siempre lo alisaba cuando estaban alrededor otras personas aparte de mi familia.

Esta vez tenía cinco minutos para hacerlo.

Volví corriendo a mi habitación y me lancé a mi guardarropa.

Para elegir el vestido adecuado para tal ocasión habría tardado al menos una hora. Ahora tenía un minuto, si todavía quería tiempo para ponerme maquillaje.

Tomé un vestido rosa que ordené en línea hace un tiempo, pero nunca lo usé y me lo puse.

Recordé inmediatamente por qué no lo había usado antes: terminaba varios centímetros por encima de mis rodillas, revelando más de mis piernas largas de lo que solía mostrar, especialmente cuando los hombres estaban alrededor.

Neji sería mi marido en tres días. Era justo que viera un poco más de lo que estaría recibiendo.

Una emoción de nervios se apoderó de mi cuerpo, pero la aparté y me puse los tacones a juego rápidamente.

Después me apresuré a mi tocador. No tenía

suficiente tiempo para poner mucho esfuerzo en mi maquillaje.

Mi piel era bastante perfecta, así que decidí no usar base y solo puse un poco de rubor y rímel antes de salir corriendo de mi habitación y pasar por el pasillo hacia las escaleras.

Reduje mis pasos considerablemente cuando escuché a Neji, Taro y papá en el vestíbulo de abajo.

No sería prudente aparecer como si me hubiera apresurado a prepararme para un hombre, ni siquiera para mi prometido.

Se daban la mano e intercambiaban bromas.

Me había encontrado con Neji un par de veces antes.

Me habían prometido a él desde los catorce años y él de dieciséis, pero esta vez se sentía más íntimo.

En solo tres días me convertiría en su esposa y compartiría una cama con él.

Neji era muy atractivo y había tenido mucho éxito con las mujeres, un mujeriego, pero

conmigo siempre había sido un perfecto caballero.

Llevaba una camisa de vestir blanca y pantalones negros, su cabello oscuro inmaculado.

Di el primer paso, colocando mi pie en el escalón chirriante a propósito, una pierna larga extendida, y la cabeza bien alta.

Todos los ojos se volvieron hacia mí. La mirada de Neji se centró en mis piernas expuestas, luego disparó sus ojos perla rápidamente hacia arriba para encontrarse con mis ojos, sonriendo.

Papá y Taro miraron mis piernas brevemente, pero sus reacciones fueron menos que emocionadas.

Papá era paciente y amoroso con mamá y con nosotros, incluso con Taro, lo que hacía que fuera fácil olvidar que era el lugarteniente de Minneapolis… y uno temido por eso.

Recordé rápidamente lo aterrador que podía ser cuando puso su mano en el hombro de Neji, llevando una expresión dura en su rostro.

—Me gustaría darte algo en mi oficina, Neji —dijo con voz fría.

A Neji no le impresionó el cambio de humor de mi padre.

Él iba a ser el lugarteniente más joven en la historia de la Organización, y prácticamente ya estaba gobernando Indianápolis porque su padre estaba muy enfermo.

Dio un breve asentimiento.

—Por supuesto —dijo con calma, pareciendo mucho más adulto que su edad.

Endurecido y maduro. Más hombre de lo que yo me sentía mujer.

Neji me dio otra sonrisa para luego seguir a mi padre.

Bajé los escalones restantes, y Taro me cerró el camino.

—Ve a cambiarte.

—¿Disculpa?

Señaló mis piernas.

—Estás mostrando demasiada pierna.

Señalé mis brazos y mi garganta.

—También estoy mostrando mi cuello y brazos. —Levanté una pierna—Y tengo buenas piernas.

Taro contempló mi pierna y luego mi cara con el ceño fruncido.

—Sí, bueno, Neji no necesita saberlo.

Resoplé y entonces miré a mi alrededor rápidamente, preocupada de que Neji estuviera lo suficientemente cerca para escuchar.

—Verá más que mis piernas en nuestra noche de bodas. —Un calor involuntario golpeó mis mejillas. Y la expresión de Taro se oscureció—. Sal de mi camino —le dije, intentando pasarlo.

Taro reflejó mi movimiento.

—Ve a cambiarte, Saku. Ahora —ordenó con una voz que probablemente reservaba para negocios con otros hombres de la mafia.

No podía creer su descaro. ¿Creía que le obedecería solo porque era un mafioso?

Eso no había funcionado estos últimos cinco años. Alcancé su estómago rápidamente y lo pellizqué con fuerza, lo cual no fue fácil considerando que Taro era todo músculo.

Se sacudió con sorpresa. Usé su distracción momentánea para pasar junto a él, y luego avancé balanceando mis caderas descaradamente a medida que me dirigía a la sala de estar.

Taro me alcanzó.

—Tienes un temperamento imposible.

Sonreí.

—Tengo tu temperamento.

—Soy hombre. Se supone que las mujeres son dóciles.

Puse los ojos en blanco.

Taro se cruzó de brazos y se apoyó contra la pared junto a la ventana.

—Siempre actúas como una dama bien educada cuando hay otros alrededor, pero Neji se llevará una sorpresa desagradable una vez que se dé cuenta que no consiguió una dama sino una furia.

Un destello de preocupación me inundó. Taro tenía razón.

Todos aparte de mi familia me conocían como la Princesa de Hielo. Nuestra familia era conocida por ser equilibrada y controlada.

Las únicas personas que realmente me conocían eran mis padres, Tenten y Taro.

Y sin embargo ellos no conocían a mi verdadero ser, la únicas personas que lo hacien eran ellos.

¿Alguna vez podría ser yo misma con Neji? ¿O eso lo enojaría?

Neji siempre parecía controlado, razón por la cual probablemente era que el tío Jiraiya y papá lo habían elegido como mi esposo… y porque era el heredero de una de las ciudades más importantes de la Organización.

Sonó un golpe y me di la vuelta para ver a Neji adelantarse.

Sus ojos perlas se encontraron con los míos, y me dio una sonrisa pequeña.

Después su mirada se desplazó hacia Taro apoyado contra la pared detrás de mí.

La expresión de Neji se tensó un poco. Me arriesgué a mirar por encima de mi hombro y encontré a mi hermano fulminando a mi prometido como si quisiera aplastarlo y hacerlo polvo.

Intenté atrapar la mirada de Taro, pero estaba contento asesinando a Neji con los ojos. No podía creerlo.

—Taro —dije con voz forzada y educada—. ¿Por qué no nos das un momento a Neji y a mí?

Taro apartó la mirada de mi prometido y sonrió.

—Ya te estoy dando un momento.

—Solos.

Taro negó con la cabeza una vez, su sonrisa oscureciendo, sus ojos regresando a Neji.

—Es mi responsabilidad proteger tu honor.

El calor subió a mis mejillas. Si Neji no hubiera estado en la habitación, me habría lanzado contra mi hermano y retorcido su cuello.

Neji se me acercó y me besó la mano, pero sus ojos estuvieron en mi hermano. Soltando mi mano, dijo:

—Te puedo asegurar que el honor de Sakura está perfectamente a salvo en mi compañía. Esperaré hasta nuestra noche de bodas para reclamar mis derechos… cuando ya no sea tu responsabilidad. —La voz de Neji se había profundizado de una manera amenazante.

Nunca antes había insinuado el sexo, y sabía que era para provocar a mi hermano.

El poder se juega entre dos alfas.

Taro se movió hacia adelante, lejos de la pared, y su mano se dirigió a su cuchillo.

Me di la vuelta y me interpuse a mi gemelo, colocando mi mano contra su pecho.

—Taro —dije en tono de advertencia, clavando mis uñas en su piel a través de la tela de su camisa—Neji es mi prometido. Danos un momento.

Neji bajó su mirada hacia mi cara, y por una vez su expresión no se suavizó.

—No —dijo firmemente—. Y no desafiarás mi orden.

A menudo olvidaba lo que era Taro. Era mi gemelo, mi mejor amigo, mi confidente primero, pero por cinco años había sido un hombre de la mafia, un asesino, y no retrocedería frente a otro hombre, especialmente no de alguien con el que tendría que encontrarse como compañero lugarteniente.

Pero... apesar de ser mi compañero en todo ahí cosas que Taro no sabe de mi, y si las descubriera se daría cuenta de la clase de persona que soy en realidad.

Una mentirosa, una traidora...

Pero eso no era el punto en este momento, si seguía insistiendo, se vería débil, y se suponía que se haría cargo del puesto de papá como lugarteniente en unos pocos años.

A pesar de que odiaba hacerlo y nunca lo había hecho antes, bajé los ojos como si estuviera sometiéndome a él, estaba fingiendo ser algo que no soy... de nuevo.

Neji podría ser mi prometido, pero Taro siempre sería mi sangre, y no quería que pareciera débil delante de nadie.

—Tienes razón —dije obedientemente—. Lo siento.

Taro tomó mi hombro y apretó ligeramente.

—Neji —dijo en voz baja—Mi hermana se irá ahora. Quiero hablar contigo a solas.

Con mi sangre hirviendo, le di a Neji una sonrisa de disculpa antes de irme.

Una vez fuera, mi sonrisa cayó y avancé enfurecida a través del vestíbulo, necesitando ventilar mi ira. ¿Dónde estaba papá? Doblé la esquina y choqué con alguien.

—Cuidado —llegó en un tono que conocía muy bien, y dos manos me estabilizaron.

Alcé la vista.

—Tío Jiraiya —dije con una sonrisa y luego me sonrojé porque me había lanzado contra él como una niña de cinco años teniendo una rabieta.

Me alisé el vestido, intentando parecer equilibrada. Después de todo, mi tío era control puro.

Tenía que serlo como Jefe de la Organización.

Jiraiya inclinó la cabeza con una sonrisa pequeña.

—¿Te pasa algo? Te ves molesta.

Mis mejillas se calentaron aún más.

—Taro me avergonzó delante de Neji. Está a solas con él ahora mismo. Teniendo una conversación. ¿Puedes ir a comprobarlos antes de que Taro arruine todo?

Jiraiya rio entre dientes pero asintió.

—Tu hermano quiere protegerte. ¿Dónde están?

—En la sala de estar —respondí.

Me apretó el hombro antes de alejarse. La ira todavía estaba hirviendo bajo mi piel.

Haría que Taro pagara por ello. Subí las escaleras y entré en su habitación.

Unos cuantos cuchillos y armas pertenecientes a un museo decoraban las paredes, pero aparte de eso estaba prácticamente sin muebles.

En una semana o dos Taro se mudaría a su propio apartamento en Chicago y trabajaría directamente bajo Jiraiya por un par de años antes de regresar a Minneapolis y eventualmente tomar el puesto de papá.

Me hundí en su cama, esperando. Con cada segundo que pasó, me puse más nerviosa.

Me levanté y me paseé por la habitación. Cuando escuché sus pasos, me detuve y me escondí detrás de la puerta, sacándome mis tacones con cuidado.

La puerta se abrió y Taro entró. Salté, intentando aterrizar sobre su espalda y envolver mis brazos alrededor de su cuello como lo había hecho a menudo en el pasado.

Taro me atrapó, me levantó por encima del hombro a pesar de mi lucha y me arrojó sobre la cama.

Después de hecho me sujetó contra ella, despeinando mi cabello y haciéndome cosquillas.

—¡Para! —grité entre risas—. ¡Taro, para!

Se detuvo, pero me dio una sonrisa satisfecha.

—No puedes ganar contra mí.

Si podía...

—Me gustaba más cuando eras un niño escuálido y no esta máquina de matar—murmuré.

Algo oscuro pasó por los ojos de Taro, y toqué su pecho y lo empujé ligeramente, una distracción de cualquier horror que estuviera recordando.

—¿Qué tanto me avergonzaste delante de Neji?.

—Repasé los detalles de tu noche de bodas con él.

Miré a Taro con horror.

—No lo hiciste.

—Lo hice.

Me senté.

—¿Qué le dijiste?

—Le dije que era mejor que te tratara como a una dama en tu noche de bodas.

Ni mierdas dominantes ni nada por el estilo.

Mis mejillas ardieron con calor, y golpeé su hombro con fuerza.

Frunció el ceño, frotando el lugar.

—¿Qué?

—¡¿Qué?! Me avergonzaste delante de Neji. ¿Cómo pudiste hablar de algo así con él? Mi noche de bodas no es asunto tuyo. —Mi rostro entero ardía de ira y vergüenza. No podía creerle. Siempre me había protegido, por supuesto, pero esto llevaba las cosas muy lejos.

Taro hizo una mueca.

—Créeme, no fue fácil para mí. No me gusta pensar que mi hermanita va a tener relaciones sexuales.

Lo golpeé de nuevo.

—Solo eres mayor por tres minutos. Y llevas años teniendo relaciones sexuales. ¿Siquiera sabes con cuántas mujeres te has acostado?.

Se encogió de hombros.

—Soy hombre.

—Oh, cállate —murmuré—. ¿Cómo voy a enfrentar a Neji después de lo que hiciste?

—Si dependiera de mí, serías monja —dijo

Taro, y perdí el control.

Tenía una manera de volverme absolutamente loca. Me lancé hacia él una vez más, pero como antes, fue inútil.

La última vez que tuve oportunidad de ganar a

Taro en una pelea fue hace más de cinco años.

Taro envolvió sus brazos alrededor de mí por detrás y me mantuvo inmóvil.

—Creo que te llevaré así abajo. Neji sigue hablando con Jiraiya. Estoy seguro que le encantará ver a su futura esposa así de despeinada.

Tal vez decida no casarse contigo si ve que no eres en absoluto la dama obediente que quieres que él crea que eres.

—¡No te atreverías! —grité pataleando pero Taro me cargó, y me alojó contra su pecho como si fuera una marioneta.

Papá entró, sus ojos moviéndose de mí apretujada contra Taro y mi gemelo agarrándome con fuerza. Negó con la cabeza una vez.

—Pensé que dejarían de pelear una vez que fueran mayores.

Taro me soltó y me puse de pie. Él alisó su ropa, enderezando la funda con su arma y su cuchillo.

—Ella empezó.

Le di una mirada. Alisando mi cabello y ropa, me aclaré la garganta.

—Él me avergonzó frente a Neji, papá.

—Le dije a Neji que le arrancaría las pelotas si no la trataba bien en su noche de bodas.

Le fruncí el ceño a mi gemelo. No me había mencionado ese detalle.

Papá me dio una sonrisa melancólica, tocando mi mejilla.

—Mi pequeña palomita. —Luego avanzó hasta Taro y palmeó su hombre—. Lo hiciste bien.

Les di a los dos una mirada incrédula.

Ahogando mi molestia, y peor aún, mi

agradecimiento por su protección, salí de la habitación de Taro a la mía.

Me senté en la cama, de repente superada por la tristeza. Iba a dejar a mi familia, mi hogar, por una ciudad que no conocía, un marido que apenas conocía.

Ante el sonido de un golpe desconocido, me puse de pie y caminé hacia mi puerta, abriéndola.

La sorpresa se apoderó de mí cuando vi la alta figura de Neji.

Abrí la puerta aún más pero no le pedí que entrara. Eso habría sido demasiado atrevido.

En cambio, salí al pasillo.

—No puedo pedirte que entres.

Neji me dio una sonrisa comprensiva.

—Por supuesto que no. En caso de que te preocupe, tu tío sabe que estoy aquí arriba.

—Oh —dije, abrumada por su presencia y el recuerdo de lo que Taro había hecho.

—Quería despedirme. Me voy en unos minutos —continuó.

—Lo siento —dije con tanta dignidad como permitía mi rostro ardiente.

Neji sonrió con un pequeño ceño fruncido.

—¿Por qué?

—Por lo que hizo mi hermano. No debería haberte hablado sobre… sobre nuestra noche de bodas.

Neji rio entre dientes y se acercó a mí, su aroma picante envolviéndome.

Tomó mi mano y la besó. Mi estómago se agitó.

—Él quiere protegerte. Eso es honorable. No lo culpo. Una mujer como tú debería ser tratada como una dama, y así te trataré en nuestra noche de bodas y cada noche después.

Se inclinó hacia delante y besó mi mejilla ligeramente.

Sus ojos dejando en claro que quería hacer más que eso. Dio un paso atrás, soltando mi mano. Tragué con fuerza.

—Tengo muchas ganas de casarme contigo, Sakura.

—Yo también —dije en voz baja.

Mentira...

Con una última mirada a mí, se dio la vuelta y se fue.

Con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho, volví a mi habitación y me dejé caer en mi cama.

No estaba enamorada de Neji, pero podía imaginarme enamorándome de él.

Ese era un buen comienzo, uno mucho mejor al que muchas otras chicas de mi mundo conseguían.

Unos minutos más tarde, alguien volvió a llamar. Esta vez reconocí el golpeteo descarado del puño contra la madera.

—Entra —dije.

Ni tenía que levantar la vista para saber quién era. Reconocía los pasos de Taro hasta con los ojos cerrados.

Él se hundió a mi lado.

—Gracias por obedecerme cuando Neji estaba cerca —dijo Taro en voz baja, y tomó mi mano.

—Necesitas verte fuerte. No quería hacerte parecer débil. —Lo miré.

Su expresión se tensó.

—Lo odiaste.

—Por supuesto que sí.

Taro miró hacia otro lado, deslumbrándose.

—Odio la idea de que tengas que obedecer a Neji o a cualquiera, a decir verdad.

—Podría ser peor que Neji. Al menos es un caballero cuando está cerca de mí.

Taro rio sombríamente.

—Es tan bueno como el lugarteniente de Indianápolis, Saku, y a pesar de su edad, tiene a sus hombres bajo control. Lo he visto en acción. Es un hombre de la mafia como papá y yo. Espera obediencia.

Lo miré con curiosidad.

—Nunca esperaste obediencia de mi parte.

—La deseé —murmuró en tono de broma y luego se puso serio nuevamente—.Eres mi hermana, no mi esposa. Eso es diferente.

—¿Esperas obediencia de tu esposa?

Taro frunció el ceño.

—No lo sé. Tal vez.

—¿Cómo tratas a las mujeres con las que estás? —Nunca había conocido a ninguna de ellas.

Los mafiosos se llevaban a menudo mujeres fuera de nuestro mundo a sus camas antes del matrimonio, y a esas mujeres no se les permitía entrar en nuestros hogares.

Rápida e inesperadamente, la cara de Taro pareció cerrarse

—No importa. —Se puso de pie—. Y no importa cómo estaba Neji acostumbrado a tratar a sus putas. Eres una princesa de la mafia, mi hermana, y juro por mi honor que lo perseguiré hasta la muerte si no te trata como a una dama.

Le sonreí a mi gemelo.

—Mi protector.

Trao me devolvió la sonrisa.

—Siempre.

No siempre...


Cepillaba mi cabello frente al tocador y esa sensación amarga surge en mi garganta de nuevo.

Ha estado pasando desde hace una semana y se lo que me trata de decir, pero como he hecho durante esta semana la ignoro.

Me levanto del tocador para abrir mi guardarropa y buscar al fondo de el esa caja que mantengo oculta.

Al abrirla lo primero que encuentro es esa fotografía que mi cumpleaños número cinco.

El me carga sobre su espalda y tenía una enorme sonrisa en mi cara, el también la tiene mientras me mira sobre si hombro.

La llena de mis dedos acaricia su cara y una lágrima rueda por mi mejilla.

—Te extraño—murmure—Te extraño mucho y me encantaría que estuvieras aquí para aconsejarme como siempre lo hacias.

Guardo la fotografía de nuevo el caja, quiero llevarla conmigo a Indianápolis pero se que a Neji no le gustará mucho que tenga esta caja.

Al final de cuentas el es un traidor... Solo que no el único


Aquí estamos poco a poco.

Muchas gracias a las personas que viene des mi cuenta de W y que está empezando a seguirme y a darle apoya a esta historia de nuevo.

aquí en esta cuenta estarán las historias sin censura por lo tanto tendrán su lemon.

Intentaré publicar mis historias los más rápido que pueda pero primero quiero terminar esta y empezar a publicar de nuevo en W para publicar también aquí.

Nos leemos masoquista.