Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, pero la historia es completamente mía. Está PROHIBIDA su copia, ya sea parcial o total. Di NO al plagio. CONTIENE ESCENAS SEXUALES +18.

Capítulo 46:

¿Qué hacer?

Bella corrió a ver qué ocurría y cuando vio a los dos, supo que algo estaba sucediendo.

—Tony nos contó que había venido el médico a verte, ¿estás bien? —le preguntó Renée, tomándole la mano.

—Lo siento, mamá, pero creí que era buena idea decirles a los abuelos —se excusó el chico.

Ella le dio una mirada reprobatoria y luego se dirigió a sus padres.

—¡Estoy bien! —exclamó—. De verdad, no tienen de qué preocuparse.

—Por supuesto que debo preocuparme, ¡es mi nieta! —insistió Renée—. Déjame estar un rato conmigo, que recién puedo sentirme mejor de la taquicardia.

Bella suspiró y se llevó a su madre hasta el salón para que se sentara.

—¿De verdad estás bien, cariño? —preguntó Charlie, siguiéndolas—. He manejado tan rápido como pude.

—Pudiste haber manejado más rápido —dijo su esposa mientras se abanicaba el rostro con la mano.

—Bah —gruñó por lo bajo.

—Sí, papá, estoy bien.

«Estaba bastante bien antes de que llegaran tan alborotados», pensó la hija.

—Gracias a Dios. —Renée abrazó a Bella y le palpó el vientre—. Estuve muy asustada.

—Fue un momento de estrés, me sentí a punto de explotar y eso me llevó a un sangrado y una hipertensión arterial, pero debo quedarme en casa y todo irá bien —les explicó.

—¿Un momento de estrés? —Charlie miró a Edward de forma recelosa y suspicaz—. ¿Quién te ha hecho pasar esto?

—Fue mi papá —exclamó Tony.

—¡¿Qué?! —espetó el señor Swan, enfurecido y arrebatado por el odio que sentía por ese inepto—. ¿Qué demonios vino a hacer aquí?

—No es momento de hablar de eso, papá, pronto te lo diré, pero ahora quiero estar tranquila, por mí y mi hija. —Suspiró y lo abrazó—. Estamos bien, no tienes de qué preocuparte.

—Tienes razón —murmuró—. Ah, cariño, no me gusta saber que algo te aqueja.

—Todo está bien, abuelo, te lo prometo —aseguró el chico, palpándole el hombro.

Los padres de Isabella entendieron aquel pequeño mensaje.

—Entonces puedo estar seguro de que el padre de mi nieto está cuidando de ti, ¿eh? —dijo él, mirando al teniente con la ceja elevada.

Bella se tapó la cara ante la vergüenza.

—Por supuesto que sí, señor Swan —respondió el interpelado.

—De hecho, debemos tener una conversación a solas.

—¡Papá!

—Descuida —exclamó Edward, respirando con valentía—. Podemos hablar ahora, si así lo quiere.

Ness y Tony se taparon la boca para no reírse.

Bella y Renée pusieron los ojos en blanco, asumiéndolo sin remedio.

Cuando Edward se sentó en la mesa del comedor, junto a un serio e imponente Charlie, su respiración se volvió un poco jadeante.

—¿Por qué tan nervioso? —preguntó el hombre—. ¿Acaso no eres militar?

—Sí. Teniente. —Carraspeó—. Comprenderá que no me es común tener este tipo de conversaciones.

—Jum. Mi hija pasa de los cuarenta, pero sigue siendo mi hija y quiero lo mejor para ella, en especial si va a tener un hijo contigo. Lo entenderás tarde o temprano, créeme.

El teniente había visto muchas cosas en su vida, especialmente siendo militar, y hacía mucho no sentía tanto pánico como ahora. Se sentía aprisionado y tremendamente torpe cuando lo tenía cerca.

—Lo entiendo, señor Swan —replicó—. No voy a ser como el padre de Tony.

Charlie tragó, porque sí, ese era su mayor temor. Nunca se había podido reponer de ver el sacrificio de Bella por Tony, pues James era un padre inoperante, estúpido e irresponsable, que creía que con dinero se compraba a un hijo que tardó dos años en conocer.

—Mi nieto merecía un padre mejor —susurró el hombre, mirando a Edward con resquemor—, y Bella, un hombre que compartiera las responsabilidades desde el primer día. No voy a permitir que pase otra vez.

—Ejercí mi paternidad desde el instante en el que supe que Bella estaba embarazada. Y aunque sé que no me lo está pidiendo, también quiero ser una buena imagen para Tony.

Charlie se sorprendió, pero se mantuvo serio.

—Estaré observándote —aseguró.

Edward tragó.

—Bien, eso es todo lo que tenía que decirte —dijo el otro, levantándose para volver con los demás—. Y otra cosa: no la confundas.

Edward iba a preguntar a qué se refería, pero él ya se había marchado.

Renée tocaba el vientre de Bella, sintiéndose emocionada por la idea de tener un bebé más en la familia. Los problemas en su matrimonio la tenían melancólica y triste, pero la llegada de su nueva nieta la llenaban de ilusión. Cuando vio a Charlie, se sintió invadida por la desesperanza; no sabía cómo concebir el enfriamiento de su matrimonio de más de cuarenta años y la idea la desesperaba.

Isabella, por su parte, miró a Edward con cierta vergüenza, ¡su padre estaba siendo muy cruel! A juzgar por su rostro blanco, Charlie no había sido muy… amable.

—Espero que todo esté bien —dijo finalmente, mirando a ambos hombres de manera recelosa.

—Sí, todo va perfecto —aseguró el teniente, poniéndose las manos dentro de los bolsillos.

—Perfecto —repitió Charlie.

—Bella debe descansar —exclamó Renée—, hemos sido impertinentes.

—Gracias por preocuparse —respondió su hija—, pero nosotras estamos muy bien. —Se acarició la barriga y les sonrió—. Creo que deberían quedarse un momento, Edward cocinó una pizza fabulosa.

Los Swan se miraron sorprendidos, en especial el padre, que todavía seguía muy desconfiado del teniente.

—Está bien, pero debes ir a la cama, es una orden de tu madre. Te acompañaré.

Ambas se fueron a la habitación para que Bella pudiera descansar. Renée le abrió los edredones y la arropó como cuando era una niña.

—Te ves muy preocupada, mamá, y no solo por mi embarazo —le dijo ella, viendo su inequívoco ceño fruncido.

—No quiero agregarte problemas ahora…

—Mamá, dime qué ocurre.

Renée suspiró y se sentó en el borde de la cama.

—Estoy conociendo a otro hombre —exclamó a rajatabla.

—¿Qué?

—Fue en el trabajo. Es el nuevo administrador del departamento de coches.

Renée trabajaba hacía más de veinte años en un conocido supermercado del área central de Chicago. Era secretaria de finanzas.

—No sé qué más decirte, Bella…

—¿Te acostaste con él?

—¡Por Dios, no! —chilló—. No he sido capaz de acercarme más.

—¿Es mutuo?

La interpelada tragó y asintió.

—Tiene mi edad y también está casado —musitó, muy avergonzada—. Créeme que ninguno está orgulloso de esto.

—Mamá, ¿qué quieres que te diga?

La mujer se encogió de hombros.

—Las cosas estaban muy pesadas entre ustedes hace más de siete años —susurró la hija—, no lo esperaba, pero intento entenderte.

—Tu padre se ha vuelto tan lejano con los años, es como si ya lo desconociera, pero realmente sí lo conozco, ¡como a la palma de mi mano! Pero es que nada es igual, como si algo se hubiera roto. —Los ojos de Renée se pusieron llorosos.

—¿Ya no lo amas? —le preguntó Bella.

Su madre sonrió de forma triste.

—Todavía lo amo, cariño, eso es lo peor.

Isabella todavía estaba perpleja, sin saber cómo dimensionar que las cosas entre sus padres pendían de un hilo. No quería que sufrieran.

—No actúes de forma precipitada, eso es lo único que te pido. —Bella tomó sus manos—. Debes meditar muy bien si papá…

—Él no cambiará.

Se quedaron en silencio.

—Se llama Phil.

Phil…

—Si es lo que quieres, atrévete, pero antes debes separarte de papá.

Renée asintió.

—Tengo mucho en qué pensar —musitó—. No quiero que te preocupes por mí, te hará mal para la bebé.

—Que eso no te impida contarme lo que te pasa, ¿bien?

Ella suspiró y le besó los cabellos.

—Prometo estarte llamando y mensajeándote.

—Está bien, pero no te pases. —Bella rio y su madre le mostró la lengua—. Estaremos bien.

—¿Y tú? —inquirió de pronto.

—¿Y yo qué?

—Edward.

—Por Dios, mamá.

—¡Cariño! No me pidas que me haga la tonta.

La interpelada puso los ojos en blanco.

—Estaré atenta.

—Te dejaré o enloquecerás por mí. —Se levantó y le besó la coronilla—. Nos vemos pronto, cielo.

—Nos vemos, mamá.

.

Charlie miraba al horizonte mientras se fumaba un cigarrillo a escondidas. Todo era muy silencioso desde el antejardín.

Edward salió un rato para tomar aire y vio la espalda del padre de Bella. Iba a devolverse para no incomodarlo, pero pisó una rama, causando un pequeño sonido que alertó al otro. Charlie apagó rápidamente el cigarrillo y comenzó a toser producto del humo.

—Lo siento —exclamó el teniente.

—¡Casi me matas! —espetó Charlie, rojo como un tomate.

—¿Se siente bien?

El señor Swan suspiró y se encogió de hombros.

—Solo estoy pensativo… ¡Bah! —gruñó—. No sé ni siquiera por qué me limito a fumar a escondidas. A Renée le molesta, claro, pero todo le molesta de igual forma, haga lo que haga.

Edward levantó las cejas.

—¿Acaso he hecho algo bien en nuestra relación? Son más de cuarenta años juntos y creo que nada de lo que he dado, lo he hecho bien —musitó, de pronto inmerso en una agobiante necesidad por expulsar todos sus pensamientos.

El teniente carraspeó y luego suspiró.

—Imagino que debe ser difícil. ¿Cree que las cosas pueden cambiar? Son demasiados años juntos, no se puede echar todo a la basura.

—Eso creía yo, pero ella ya no es la misma —añadió el hombre, acongojado y pensativo—. Ni siquiera yo soy el mismo. —Pateó una piedra—. Qué complejas son las mujeres. ¡Voy a volverme loco!

—Lo son —concordó Edward—. Vaya que sí lo son.

—No quiero que mi hogar se derrumbe, Cullen.

La voz de Charlie tembló.

—¡Voy a fumarme otro cigarrillo! ¡Al carajo! —gruñó.

Edward suspiró.

—Lo acompañaré en silencio.

Ambos se quedaron en silencio.

—Gracias —respondió el abuelo Swan.

.

Bella seguía reposando en su cama hasta que sus padres se marcharon.

—¿Bella? —preguntó Edward luego de un rato, sorprendiéndola.

—Hola —dijo, algo tímida.

—Yo también me voy —anunció.

Oh. No esperaba que se fuera tan pronto. Se sintió extrañamente desvalida.

—Ness se quedará un rato con Tony, creo que necesitan hablar algunas cosas. Fueron un rato al parque, volverán más a la noche.

—Ah, claro, está bien —musitó.

Se quedaron mirando unos segundos, sin saber qué decir.

—Siento que mi padre te haya puesto en aprietos —agregó ella.

—Él necesita estar seguro de que no actúe como un idiota. Sigue siendo tu papá.

Bella estaba muy ansiosa con todo lo que había estado pasando, y con el embarazo era todavía peor. Estaba muy sentimental, tanto que comenzó a llorar sin claridad, en silencio, muy celosa de sus emociones.

—Lo siento, ¿dije algo malo…? Bella…

Edward se sentía culpable y confundido. Ni siquiera sabía si debía consolarla o quedarse quieto.

—No sé por qué me siento así —musitó ella, limpiándose las lágrimas—. Y pronto comenzará a pesar más. Creo que estoy más gorda, y me haré más vieja… Nuestra hija no me verá joven…

Siguió sollozando, abrumada con todo lo que le estaba sucediendo. Edward solo instó a abrazarla, esperando a que no se sintiera sola en esto.

—No pienses en esas cosas —murmuró, calmándola de a poco—. Sé que estás acostumbrada a haberlo vivido sola antes, pero ya no es así. Y si crees que te volverás menos hermosa de lo que eres, estás muy equivocada.

Edward se arrepintió de inmediato de lo que había dicho, pues estaba siendo más franco de lo que debía.

—¿De verdad? —inquirió Bella.

El teniente sabía de lo que hablaba, por supuesto que lo decía de verdad. No necesitaba contemplar más allá para rememorar todo lo que ella ofrecía ante sus humildes ojos hambrientos.

Isabella sentía que temblaba mientras se contemplaba abrazada de él. Era un hombre tan masculino, rudo y atractivo. Sus brazos fuertes la hacían sentir muy menuda. Era inevitable la atracción, ese ímpetu devorador por suplicar más caricias era insostenible. Sabía que su lado racional le pedía que no lo hiciera, pero ¿cómo…?

—¿Qué mierda estamos haciendo? —se preguntó, conteniendo el aliento.

—No lo sé.

Edward jadeó, tomó sus mejillas y la besó.


Buenas tardes, les traigo un nuevo capítulo de esta historia. Lamento haberme demorado tanto, pero el trabajo me tenía tan mal que apenas podía dedicarme a eso y a estudiar, ¡pero estoy libre, chicas! Siento una inmensa paz de haber dejado ese lugar y de sentirme una esclava, ¡ya no daba más! Por lo mismo, tengo la próxima actualización ya lista para subirla el próximo fin de semana. ¡Cuéntenme qué les ha parecido! Ya saben cómo me gusta leerlas

Agradezco los comentarios de Cinthyavillalobo, melucha76, natuchis2011b, cavendano13, Belli swan dwyer, Naara Selene, Mabelli Masen Grey, Tata XOXO, Ana Karina, Ady denice, NaNYs SANZ, Jocelyn, Elizabethpm, Pam Malfoy Black, saraes16, Veronica, almacullenmasen, merodeadores1996, Wendy andino, Jade HSos, Santa, beakis, Lore562, Mapi13, saraipineda44, DanitLuna, Twilight RaquelCarolay, Marbelli, Yesenia tovar 17, patymdn, Echan Cullen, Lizzye Masen, seiriscarvajal, may jhonson D, nydiac10, JELI, Mayraargo25, Alexis, valem0089, EloRicardes, LuAnKa, Liliana Macias, KRISS95, miop, maria2678, SanBurz, ariyasy, ELLI11 Ox, Gan, Teresita Mooz, paramoreandmore, Angel twilighter, ari Kimi, VodkaKalhua, NarMaVeg, MakarenaL, Valentina Paez, Wenday14, Karensiux, CarCulSal, nelsy, Fallen Dark Angel 07, Calryflynn98, PRISGPE, AndreaSL, Iva Angulo, Tast Cullen, marenny, Angelus285, Mangy dey, Lauguilln, Mara de Jess, cristiheca, JOCPS y Guest, espero volver a leerlas, cada gracias que ustedes me dan es invaluable para mí, su cariño, su entusiasmo y sus palabras lo son todo, de verdad gracias

Aquí estoy, cumpliendo mis sueños y dándoles todo lo que puedo, ¡las quiero mucho!

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