VIDA DIARIA
El viejo edificio colapsó al instante en que la gran maldición devoró la estructura. Madera podrida voló por el aire mientras todo a su alrededor fue sumido a la nada. Azula solo pudo mirar con rechazo por la situación en la que repentinamente fue envuelta. Con un escaneo a su alrededor, la princesa se impulsó con algo de fuego hasta una de las tablas de madera partida. Agarrando el afilado material y con un nuevo impulso desde sus pies, Azula descendió hasta el borde de lo que pareció ser el estómago de la criatura. Antes de caer al suelo, pudo clavar la tabla a las carnes de la bestia para reducir el impulso, una acción extrañamente familiar si no fuese por el terrible hedor y lo oscuro que se deslumbró su panorama.
Con un descenso más controlado, Azula se posó en tierra firme. Aunque esperó ver una escena más visceral considerando que se encontró al interior de una maldición, la realidad es que el ambiente fue más reflejo de una fantasía extraña: lo más semejante que Azula pudo encontrar fue a un profundo pantano que hundió sus pies hasta sus tobillos, solo que la vegetación fue reemplazada por extraños alcantarillados; la única reminiscencia a un estómago fue los brotes rojos que parecieron mantener una circulación.
Ella recordó el origen de las maldiciones a partir de las emociones negativas de los humanos, y el miedo indiscutiblemente debe ser un constante aliado a la hora de engendrar esas horribles criaturas. Aun así, ¿un miedo a las alcantarillas?, ¿quién fue tan patético para temerle a solo unas rejas y a agua cayendo como pequeñas cascadas? Definitivamente debía ser un grupo de personas lamentables. Sin embargo, más lamentable fue el hecho de que se comió por completo la trampa, confiada por las maldiciones débiles que enfrentó con anterioridad.
Aun así, llorar sobre la leche derramada no le haría ningún bien a Azula y, en su lugar, decidió ser proactiva, guiándose por las paredes mientras aguantó el suspiro interior al sentir sus nuevos zapatos deshaciéndose con cada pisada. Ella juraría que acabaría con esa maldición, esas botas fueron de buen gusto y el minúsculo salario que el idiota vendado le otorgó no le permitió comprar varios de esos.
Con la ira acumulada, Azula enfocó sus llamas hasta uno de los bordes del estómago y, tomando una profunda respiración, un mar de llamas arremetió contra la pared. Al ver que no funcionó, concentró aún más sus llamas para que el calor se acumulara en un solo punto. Realizó la acción durante un par de minutos hasta que tuvo que ceder al ver que no realizaba ningún progreso. Su segundo mejor curso fue apuntar a los brotes negros, pero fue un efecto similar a la pared. Con algo de sudor en su frente, Azula siguió su nuevo curso de acción al agua lodosa, pensando que al ver su comportamiento podría descender aún más y encontrar una vía de escape.
El plan fue interrumpido al empezar a escuchar voces. No, no fue correcto, fue una voz que resonó en una repulsiva cacofonía que solo pareció agudizarse cada vez más. Azula tomó su guardia, lista para atacar lo que sea que la maldición le lanzase, aunque no le tomó mucho saber su origen, relajando su guardia y solo esperando con los brazos cruzados hasta que el origen cayera.
Desde los cielos, un panda se estampó contra el sucio suelo. El pelaje monocromático se volvió gris por la interacción con las aguas sucias. Azula solo pudo negar con la cabeza ante el vergonzoso acto de su compañero animal.
- Debo reconocer que fue una caída memorable.
- Oh, Azula. Veo que también fuiste tragada – Comentó Panda, sacudiendo un poco su mano mientras ignoró las palabras mordaces de su compañera.
- Eso es evidente – descartó Azula, con los ojos en blanco por la obviedad de la situación, y en su lugar decidió invertir su pensamiento en algo más productivo -. He de suponer que la extensión de consumo de esa maldición no se limita al edificio sino a toda la cuadra.
- ¿Por qué lo dices? – cuestionó Panda.
- Simple: los límites de la barrera, el tiempo mínimo desde el informe hasta ahora y las posiciones después de separarnos - Azula se guió por su idea, pensando a mayor extensión en las posibilidades -. Aun así, debe haber un límite hasta dónde puede desplazarse y las condiciones deben estar adheridas a su naturaleza como criatura de cloaca. Aunque no puedo descartar la idea de que solo sea una respuesta al ver lo llena que estuvo alguna vez el edificio de personas.
- ¡Hmmm! No deberías tratar a las personas como simple comida. Aunque es buena hipótesis – Panda aclamó, lo que hizo que Azula negara con la cabeza como si fuese otro hecho evidente -. Puede ser posible, pero…
- ¿Pero qué? – siseó Azula, molesta por la actitud de Panda comparada a un niño pequeño atrapado en plena travesura.
- Bueno…
XXX
Panda estaba preocupado. El edificio que fue inspeccionar Azula no era tan grande como para demorarse el tiempo que lo hizo en inspeccionar. De todas formas, ambos fueron a la misión como un conjunto por lo que fue apropiado mantener la información al tanto.
Solo al ver el suelo de lo que alguna vez fue el suelo de un viejo edificio es que se dio cuenta de lo que ocurrió. El gran agujero se extendió por varios metros de profundidad, pero tuvo el tamaño justo para devorar la mayor parte del edificio sin comprometer las columnas base que la componían. Con un leve rodeo, Panda intentó cruzar al otro lado del agujero, al menos para seguir el rastro que dejó su compañera.
Pero tan pronto como dio el primer paso para cruzar, el suelo de inmediato desapareció. No, no fue porque el demonio atacó, sencillamente la resistencia del suelo fue tan baja que el peso corporal de Panda no pudo soportarlo. El hechicero animal solo pudo soltar un estúpido 'eh' antes de descender a las fauces de la bestia.
XXX
- Y eso fue lo que ocurrió.
Azula no supo cómo demonios pudo mantener su estoicidad al escuchar la forma en que Panda complicó las cosas. Al menos tener un apoyo exterior hubiese ayudado un poco, pero su poca preparación para entrar a espacios cerrados fue una falencia demasiado evidente. ¿Acaso de verdad era retrasado? ¿Su lado animal afectaba su cognición? Ella esperó que no, ya tuvo suficiente de lidiar con lacayos inútiles que no podían conectar dos ideas a la vez. Sobre todo, Panda no parecía tan preocupado, por lo que no le debió dar demasiada importancia al asunto.
Aun así, su teoría no estuvo tan perdida. Ahora, ¿eso pudo ayudarla a salir de esa situación? Con Panda, tuvo una mayor libertad para experimentar diferentes escenarios que pueden ser favorables.
- Panda – llamó Azula, algo a lo que su compañero acudió de inmediato al notar el acero detrás de su voz -. Dices que tu poder radica en tu control de energía maldita para reforzar tu fuerza bruta, ¿no?
- Correcto.
- Usaremos eso – señalando con un dedo, Azula apuntó a los restos de marca que su anterior ataque de fuego dejó en la pared -. Golpéalo.
Sin esperar un segundo llamado, Panda se posicionó a dar un poderoso puñetazo que causó un tambaleo por toda la pared. El poder detrás fue tal que la maldición pareció querer regurgitar sus entrañas con solo un puñetazo.
- Así que solo es resistente al fuego – dedujo Azula.
Esta fue una extraña situación en la que su naturaleza de energía maldita le jugó en contra. El ambiente húmedo fue uno de los pocos escenarios en que la energía maldita modificada tuvo menor utilidad que la convencional. No se molestó, al fin y al cabo, la linealidad con las técnicas malditas y la propia energía no fue tan directa como el doblar elementos, no había un elemento superior como el fuego que se impidiese a todo.
No obstante, eso no explicó el inmenso calor que pareció sentir y el sudor que exudó dentro de ella. Fue como estar en un día caluroso, uno bastante caliente considerando que su naturaleza como maestra fuego le proveyó de una resistencia mejorada a todo lo involucrado con el calor y el fuego. No solo eso, ahora pudo sentir su energía menguando a un ritmo considerable, cosa que no ocurrió con Panda. Además, el golpe de Panda tampoco fue tan poderoso como para causar tal reacción en cadena, literalmente causando un temblor interno en la criatura.
Su resistencia al fuego, su reacción anómala a las acciones de Panda, el pantano y el extraño panorama. Aunque pareció la encrucijada de un complejo acertijo, apenas si le tomó unos segundos a la princesa deducir la naturaleza de la situación.
- Escúchame Panda, porque solo lo diré una vez – declaró Azula, lo que hizo que Panda se volviese a ella para escuchar lo que tuvo que decir -. Puede que esta maldición no soporte su propia energía.
- Lo dices por mi golpe.
- Un golpe como ese pudo causar una reacción, pero no la suficiente para hacer temblar todo – concordó Azula -. Además, que los residuos en la pared no fueron de mis llamas concentradas, sino de las amplias llamas que canalicé cuando caí. Ahora, no tengo que explicarte cuanto da dos más dos para saber cómo prosigue eso.
Panda se tomó un momento para procesar la información. Una bombilla pareció cruzar su mente antes de iluminarse a la vez que su puño golpeó la palma de su mano.
- Oh, entiendo. Es como un Pokémon que es supereficaz contra su mismo tipo – Azula no supo si asentir o mandarle un chorro de llamas a su compañero, por lo que su mirada inexpresiva fue suficiente para dejar en claro lo impresionada que estuvo de su extraña comparación (además, ¿qué era un Pokémon?) -. Deberías pasar más tiempo con Inumaki, tiene videojuegos increíbles.
- Eso no es relevante – Azula negó, un poco más duro debido a sus nervios algo alterados por las ocurrencias de Panda y el creciente drenaje de energía maldita -. Ahora, ¡Embárrate de toda esta inmundicia y lanza tu mejor puñetazo!
- L-Lo que tu digas – susurró Panda, algo incómodo por el trato brindado de su compañera -. Y creí que Maki era mala.
Azula entrecerró los ojos ante el sutil comentario. En el pasado, dejaría pasar eso como una sencilla queja por pereza. Ahora, una molestia interna surgió con relación a Panda. ¿Acaso eso fue resentimiento lo que escuchó ahí?, ¿o miedo?, ¿respeto a regañadientes?
- ¿Azula?
Ella no lo identificó de inmediato, pero mientras observó a Panda acostarse en el suelo su mente tramó posibles alternativas ante una posible traición. Aunque la personalidad mansa de Panda e Inumaki parecieron no ser un problema en un inicio, eso solo fue por su falta de conocimiento con relación a ella. Ante la duda, un plan de respaldo en caso de que alguno de los dos se pasara de la raya no estuvo de más, aunque eso significó comprometer su reciente alianza con Maki.
- ¿Hola?, ¿alguien en casa?
Un pequeño parpadeo pareció despertar a Azula de su estresante conversación interna. En su lugar, observó a Panda que volvió a tornar todo su pelaje grisáceo producto de las aguas estancadas.
- ¿Estás bien?
Considerando el hecho de que él y su actitud resentida, fue bastante irónico que él fuese quien preguntase eso. Sin embargo, esos ojos lastimeros y llenos de compasión fueron un golpe más duro que no supo cómo responder a eso. Sí, Azula de hecho supo cómo, pero podía lidiar con eso más adelante si tan solo su compañero era útil y los sacaba de esta situación.
- No te desconcentres. Si todo sale como está planeado, esta maldición nos expulsará de inmediato.
- Pero la que estaba desconcentrada eras tú – remarcó Panda, solo para terminar en unos convenientes oídos sordos.
Sin mirar, Azula empapó de nuevo sus palmas con las aguas negras. Si bien no le agradó en lo absoluto el terminar embarrada, no tendría problemas en repetir un proceso funcional si con eso la sacaban de ahí, no era tan quisquillosa. Con un profundo respiro, unas llamas rojas se concentraron en la palma de su mano.
- En el momento que deje de producir fuego, tú golpearás con toda tu fuerza el punto que quemé, ¿estamos claros?
- ¡Perfecto!
Ignorando su entusiasmo, Azula generó un pequeño cuchillo de fuego que penetró la piel de la maldición. Tomando el punto que quemó con anterioridad, la resistencia de la estructura se vio comprometida de inmediato a medida que la intensidad de las llamas se volvió demasiado de soportar, con constantes tambaleos cada vez más fuertes y duraderos.
Sin señal alguna, Azula retiró su brazo y, tan pronto como se separó un gruñido de esfuerzo se liberó al concentrar su puño envuelto en energía maldita en el punto aún caliente. La maldición pareció contraerse desde el interior, ambos hechiceros preparados para reaccionar ante cualquier indicación diferente. Solo para que no terminara en nada.
Los temblores cesaron y la calma permaneció durante unos segundos. El tiempo fue lo suficientemente prolongado para que Panda estuviese a punto de cuestionar a su compañera.
Solo un paso fue suficiente y las aguas negras se elevaron como un géiser. Incluso Azula, que no descuidó su postura ni un segundo, subestimó el alcance y potencia del regurgitamiento, saliendo disparada junto a su compañero hasta los cielos que pronto se iluminaron en un manto oscuro de la barrera exterior.
XXX
Las aguas negras se elevaron hasta los cielos. Azula y Panda apenas tuvieron tiempo para reaccionar y posicionar su cuerpo de forma que pudiesen amortiguar su caída. Sin pensarlo, Panda agarró a Azula sobre su afelpado cuerpo y cubrió la mayor parte del impacto para soltarla y permitir que cayera con fluidez sobre el suelo de madera podrido. Aunque fue inesperado, Azula aceptó el rápido movimiento, observando con aprovación la prioridad de Panda de preservar su integridad como combatiente.
La maldición alzó su voz en un poderoso rugido que aturdió a todos los presentes. Los hechiceros entraron en guardia a la espera de que la criatura saliese en busca de una retribución por su desorden alimenticio. Sin embargo, contrario a la creencia de una enorme criatura de varios pies de altura, un pequeño ratón del tamaño de la palma de una mano salió del gran agujero.
Azula observó con cierto interés el ratón corretear alrededor de los agujeros de las paredes, escabulléndose con sus pequeñas patas con maniobras ágiles. No obstante, la desbordante energía maldita que desprendió el diminuto cuerpo fue suficiente para no caber duda alguna que fue la misma maldición que generó el enorme poso sin fondo.
Con la punta de sus dedos, Azula lanzó una serie de precisas llamaradas de fuego para cortar el camino del ratón. Panda, por su lado, intentó aprovechar las pocas aberturas que dejó los ataques de Azula para propinar contundentes golpes. Aunque pudo conectar algunas ocasiones, el pequeño tamaño y la endemoniada velocidad
- Maldito ratón de alcantarilla – Azula aquejó, bastante frustrada por su propia imprecisión y lo molesto que fue jugar a las persecuciones -. ¡Panda, aléjate!
Sin necesidad de otra advertencia, Panda retrocedió. Justo en sus narices, una columna de fuego se liberó para destruir parte de las paredes ya desquebrajadas. El ratón trató de irse a través de los escombros del ataque, pero eso fue previsto por Azula que, esperando el momento justo, incineró por completo los escombros. La maldición reaccionó antes y pudo librarse de la hoguera improvisada antes de ser consumido.
Lo que no se percató es que Azula lo llevó a una esquina lo suficientemente robusta y sin escapatoria alguna. Azula ya pudo saborear su victoria al preparar sus últimas llamas en la palma de su mano y acabar de una vez por todas con esa molesta maldición.
- ¡Azula, espera!
Desconcertada por la advertencia, Azula retrasó su golpe para verificar lo que detuvo a Panda. Las fosas nasales se ampliaron ante la estúpida razón: el niño de la habitación aparentemente se encontró en el fuego cruzado en la otra habitación, con leves quemaduras en algunos de sus brazos debido a la primera oleada de llamas que pareció recibir de su parte. ¿De todos los puntos que ese inútil pudo hacerse tuvo que colocarse en donde finiquitaría con la existencia de la maldición?, ¿o acaso tuvo la astucia suficiente para involucrar al niño dentro de la ecuación de su ataque? Aunque no pareció poseer una gran inteligencia, aún tuvo el instinto de preservación y la frialdad para ejecutar planes sencillos y atrapar a sus víctimas, por lo que no fue imposible.
Azula no le pudo importar menos ese niño y lo que le pasara, en circunstancias normales esa decisión ya le hubiese costado la vida a la criatura. No obstante, el hecho de que ya no tuviese una libertad para actuar hizo que el realizar las acciones con mayor eficiencia debido a los daños colaterales que podría suponer a la infraestructura y ciudadanos del lugar. Mayor a su necesidad de acabar con la criatura, el tener un registro perfecto y efectivo sería el camino más rápido para que reconozcan su valía y la necesidad de ser recurrida a misiones más difíciles, a ascensos y una independencia mayor.
En pocas palabras, debía mantener con vida a ese mocoso si es que deseaba generar una impresión de seguridad.
Eso causó que ese momento de duda fuese aprovechado por el ratón que, con un rugido gutural, extendió su boca en busca de morder a Azula. Los dientes, sin embargo, desaparecieron. En un parpadeo, el pequeño ratón transformó su pequeña mandíbula en un foso sin fondo que extendió su tamaño a cada milisegundo.
Azula maldijo en el interior por la intromisión del niño y la inútil advertencia de su compañero, segura que de haber realizado ese ataque podría haber exorcizado la maldición sin la necesidad de estar envuelta de nuevo en una situación tan incómoda. Aun así, las quejas no eran más que signos de rendición. En su lugar, decidió tomar la fracción de segundos que tuvo para realizar su movimiento.
Aunque la sincronización necesaria para calcular a la velocidad que se extendió y poder golpear uno de los puntos ciegos de la criatura fue algo que muchas personas creyeron imposibles, para la princesa de la nación del fuego entró en sus posibilidades. Formando un círculo sobre su propio eje en sus brazos, Azula lanzó una rueda de fuego que voló a través del espacio vacío. En lugar de chocar con una de las paredes, la rueda de fuego perforó uno de los pequeños ojos de la criatura que de inmediato tuvo que replegarse al ser atravesado por la potente llamarada, abandonando su objetivo de devorar a Azula y reduciendo su tamaño para atender mejor su herida.
Sin vacilación ni piedad, Azula aprovechó el repentino encogimiento de la criatura para incinerar hasta la última molécula a la molesta maldición. Ni siquiera quedaron cenizas, todo rastro de la criatura fue evaporado por completo. Azula se paró sobre donde alguna vez estuvo la maldición sin consideración alguna, como una última estimación de que acabó por completo con su existencia.
Al no sentir más su energía maldita, enfocó su molestia a Panda que, como un animal doméstico, se esforzó en tratar de calmar al adolorido y asustado niño que solo pudo mirar a Azula con cierto recelo y miedo. En otra ocasión eso la haría sentir mejor a Azula, ahora solo deseaba terminar con todo lo relacionado con el sucio barrio y liberar su frustración con un merecido baño de burbujas.
Con paso firme y una mirada penetrante, Azula se acercó al niño que, retrocediendo unos pasos, chocó con una de las pocas paredes restantes.
- Si sabes lo que te conviene, te irás de inmediato
- M-Monstruo – despavorido, el niño corrió por los pasillos que no fueron destruidos o incinerados, desapareciendo de la vista de Panda y Azula.
La princesa solo observó a la dirección que corrió el niño con el ceño fruncido. Con un suspiro exasperado, Azula negó con la cabeza antes de recuperarse y volver hacia Panda. Aunque fue un incordio al final, Panda demostró ser un compañero competente a la hora de tratar con esas criaturas. Lástima que fuese evidente que compartiese esa visión del Avatar de salvar a todos los que pudiese de una situación desfavorable. Un ingenuo en toda regla.
- Eso no fue muy amable.
- Si no te ha quedado claro, no intento serlo – Azula respondió, y aunque Panda quería decir algo más que eso, decidió permanecer callado con el asunto.
- Supongo que todo terminó bien al final – Panda remarcó, su tono tan animado como siempre -. Además, esa fue una maldición de segunda categoría, son raros los hechiceros que pueden lidiar con ellas, ¡Felicidades por el buen trabajo!
Azula estudió unos segundos a su compañero. ¿La adulación fue su forma de llevarse bien con ella?, ¿o acaso buscó algo más a través de sus palabras?, ¿una forma de llegar hacia ella o evaluar su carácter? Si ese fuese el caso, Azula no tendría problemas en cerrarse. Mentir y actuar son armas que sin importar sus circunstancias siempre tendría a su favor.
- ¿Por qué me miras así? – Panda pensó antes de que una idea cruzara su cabeza -. Oh, entiendo, quieres acariciar mi pelaje, ¿no?
- ¿Qué? – preguntó Azula, agarrada por completo con la guardia baja.
- Te noto algo tensa. Vamos, tocar mis suaves patas alivian el estrés de cualquiera.
Azula se debatió por unos segundos si Panda hablaba en serio. Aunque su experiencia le enseñó que esta clase de individuos poseían un entendimiento de las situaciones mayor al promedio y descifrar sus verdaderos pensamientos van más allá de una mirada, parte de ella solo adjudicó su comportamiento a una personalidad relajada y llevada por la corriente. Sin embargo, eso fue un poco discordante con lo anterior.
- Tengo mis propios medios de liberar mi estrés, no necesito tu ayuda para eso – Azula descartó, pero no desistió de la conversación por completo -. Estas bastante cómodo con todo esto.
- ¿Con qué?
- ¿No piensas recriminar mi comportamiento?
- ¿Por qué lo haría? – Panda cuestionó, rascando su cabeza en completa duda -. Hiciste un excelente trabajo.
Azula enarcó una ceja, sin dejar que ningún pensamiento se reflejara en sus ojos. El incómodo silencio obligó a Panda a pensar a lo que se refería su compañera, algo que no tardó en reflejar al chasquear sus garras en señal de una realización.
- Es cierto que podrías mejorar tu forma de tratar a otras personas, pero es lo de menos – Panda argumentó, sus brazos extendidos para marcar su punto -. En este oficio, lo importante es acabar con las maldiciones que crucen en tu camino. Todos tienen un modo de hacerlo, no puedo criticarte si esta es tu forma de lidiar con ellas.
Azula estudió unos segundos a Panda. Parecía y se sentía genuino, y sus ojos no reflejaron duda o incertidumbre alguna. Quedó claro que Panda creía en sus propias palabras. Con algo de resignación, Azula decidió hacer caso a su instinto y abandonar el área sin más cuestionamientos. Eso no significó nada, aún tendría que echarle un ojo a su comportamiento, Azula no podía confiar que esa sinceridad se tradujese en una debida lealtad a sus métodos.
- Me complace que puedas entender eso.
Panda asintió a las palabras de Azula antes de acompañarla a la salida.
- Aunque, ¿puedo realizar una recomendación? – Panda preguntó con cautela, empezando a entender un poco del corto temperamento de su compañera.
- ¿Qué se te ofrece?
- Creo que deberías lidiar con ese desgaste de energía maldita – Panda aconsejó, apuntando su garra a la ropa empapada de Azula-. Ya sabes, estás sudando bastante.
De forma incosciente, Azula se observó a si misma, viendo que los efectos del calor interno de la maldición causaron tal impacto para marcar toda su ropa de sudor. Por fortuna, la prenda de ese día fue lo suficientemente gruesa para que algo se detallara, pero no dejó de sentir que solo aumentó parte de su ya escaso ánimo y deseaba aún más llegar y sumergirse en un profundo baño sin que nadie la perturbara.
XXX
- Tu control de energía maldita apesta, es así de simple.
Al parecer, lo que dijo Panda no fue una forma de compensar una superioridad moral o una réplica a causa del sudor excesivo que parecía exudar el cuerpo de Azula. Resulta que el sudor provino de un drenaje constante de energía maldita.
- ¿No te contradices?, la única razón por la que permitiste que me uniera a las misiones regulares es porque mi control en mi energía maldita era perfecto.
- ¿Cuándo dije eso? – Gojo reclamó con fingida molestia -. Solo consideré que tu nivel fue suficiente para lidiar con maldiciones de segunda categoría con suficiencia que, por cierto, agradece que mi criterio fuese el correcto y nada malo pasara en esa misión.
- ¿En serio esperas que te agradezca?
- ¡Por supuesto! – Gojo respondió bastante animado -. De otra forma, no tendríamos esta conversación.
Azula miró a su "maestro" poco impresionada, sin mostrar su verdadera molestia. Parte de ella sabía que, de alguna forma, Satoru no compró su acto, pero fue suficiente con que no continuara con sus burlas y fuese al punto.
- Dime Azula, ¿te has puesto a pensar cuánta energía maldita tienes en comparación a los demás?
Azula lo meditó por un segundo. No supo a dónde quería llegar Gojo con todo, pero le seguiría el juego si eso significó un mínimo progreso. A decir verdad, vio ese aspecto como insignificante, no por falta de curiosidad, sino que la diferencia fue lo suficientemente clara para darle un peso mayor a más que un hecho curioso.
- Es más vasto.
- Decir que es más vasto es quedarse corto – Gojo remarcó, colocándose de pie de la cómoda silla de su escritorio -. La cantidad de energía maldita que posees es obsena, tanta como una hechicera de grado especial.
- Algo has mencionado, pero eso no lleva a ningún punto.
- ¿No lo has entendido? – cuestionó Satoru, sin sonar realmente decepcionado pese a que Azula realmente no profundizara en su respuesta -. Con la energía maldita que posees, todas tus capacidades deberían estar más allá que solo una hechicera de grado dos.
En cierto modo, ella lo supo. Y si bien no era una persona que buscara el camino fácil, los libros e información suministrada fue tan buena como una especulación y teorías inconclusas. Fueron más de 1000 años de hechicería que solo se tradujeron en conceptos básicos y bases teóricas de técnicas y barreras que, si bien útiles, no ayudó a una propia expansión de su arsenal de habilidades, algo que le generó una enorme insatisfacción puesto que dejó a la princesa de la nación del fuego más dependiente de los métodos presentados por su inepto maestro.
- Creo que es algo injusto que reprendas mi desempeño – argumentó Azula, encogiendo un poco sus hombros -. Mi progreso es influenciado por tu negativa de avanzar en los aspectos básicos que ya he dominado.
- Sí, puede ser, haces un punto válido – Gojo concordó, apuntando su dedo hacia arriba como si dejara claro el punto -. Pero si sigues por ese camino, no faltará mucho para que te estanques, y eso no puedo permitirlo. ¿Qué clase de maestro permite que el potencial de su alumno no se desarrolle?
- Supongo que uno incapaz de llevar a cabo su papel – Azula sonrió, viendo que esto ya llegaba a algún lado -. Por supuesto, ese no es su caso, ¿no es así, Gojo?
- ¡Claro que no! – Gojo alzó la voz, bastante emocionado por las palabras de su alumna (pese a no ser sinceras) -. Me alegra que mi alumna me tenga tanta fé, algunos de tus compañeros no creen que pueda hacer algo con ellos, me lastima bastante.
Un suspiro estuvo tentado en salir de los labios de Azula, aunque tuvo el control de mostrar nada más que su condescendiente sonrisa y su mirada vacía. Siempre y cuando Satoru cumpliera con su parte del trato, se daría al menos con una leve satisfacción de victoria. Con cada conocimiento adquirido solo sería otra herramienta para lograr ponerlo de rodillas y darle claridad quién realmente es la que tiene el designio divino de gobernar sobre un albino con adicción a los dulces.
Con un gesto de su mano, Azula siguió a Satoru a través de los pasillos de la academia. Su semana en el lugar fue suficiente para generar cierta familiaridad y tener una pista clara de dónde la llevó su maestro. Después de unos minutos, ambos llegaron al campo de entrenamiento, el mismo que enfrentó a Maki hace casi un mes.
Azula frunció un poco el ceño. Ella sabía los patrones de comportamiento de sus compañeros. Incluso si solo fue una semana, la dirección que la llevó Gojo fue la misma que su compañera de aula tomó a diario para entrenar diferentes herramientas.
- Hay varias formas que puedo hacer por corregirte, pero no es el momento de cambiar radicalmente tu estilo. A Megumi no le funciono eso, supongo que a ti tampoco. En su lugar, prefiero un enfoque más progresivo.
Como si confirmara sus intenciones, Gojo abrió la puerta de un viejo cobertizo, uno que resguardó una gran cantidad de armas de todo tipo, desde punzantes hasta las destinadas para dejar moretones, hasta las mortales como armas originadas de pólvora y fuego o espadas.
Azula observó el almacén con poco a nulo interés, en realidad algo importunada por la sugerencia invisible que Gojo le ofreció. No es que no encontraba en las armas un uso, fue un recurso aceptable para aquellos que no tuvieron el don de nacer con la bendición de doblarse. Incluso ella, durante el eclipse, no estuvo en contra de usar cuchillos para ganar tiempo sobre sus enemigos.
Sin embargo, el eclipse fue un caso excepcional. Usar un arma solo demuestra tu poco valor como doblador, es por eso que alguien como Zuzu le puso tanto empeño a dominar las estúpidas espadas Dao, porque no pudo afrontar el hecho de que era un doblador demasiado atrasado que buscó en las armas una forma de compensar su debilidad. Sería admirable, si no sonara tan patético.
Ahora, ante las circunstancias de su nuevo poder, estaba siendo obligada a elegir una de las tantas armas del lugar. No fue un entrenamiento particular o extraño, solo dominar un arma, lo que fue considerado para Azula como una enorme pérdida de tiempo. No obstante, si algo tuvo que ser obligada a aceptar de este nuevo mundo fueron sus extrañas costumbres y métodos. Sin darle el beneficio de la duda, dejó que Satoru explicara el por qué.
- Espero que tengas una buena explicación de lo que hacemos aquí. Odiaría imaginar esta hermosa choza envuelta en llamas.
- Por favor, no lo hagas – Gojo respondió, y contrario a lo esperado, sonó bastante exasperado por la idea -. Al director Yaga no le gustaría deshacerse de todas estas armas, y reemplazarlas será un dolor de cabeza que de seguro me asignarán.
Sin otra palabra, Gojo empezó a dar largos pasos, como si estuviera inspeccionando un artículo en específico de un supermercado. Azula dividió su atención al movimiento de Satoru y a ver algunas de las armas, por supuesto ninguna siendo de su especial atención. De reojo, ella notó que Satoru se había detenido. Sin miramientos, Gojo lanzó una funda dorada de lo que pareció ser una espada pequeña. Azula no tuvo dificultades en agarrar la empuñadura del arma.
Por curiosidad, Azula desenfundó el arma. El mango negro extendió la hoja de acero en una espada de doble filo, con una gran ligereza que Azula no tuvo problemas en dominar. Perdiendo todo el interés, resguardó el arma y la dejó descansar con desgano sobre su mano izquierda.
- Tu mayor defecto en estos momentos es el pensar que la energía maldita es tu flexión – Azula abrió un poco los ojos ante la implicación, pero Satoru se adelantó antes de que pudiese decir algo -. Sé lo que dirás, y sé que reconoces la diferencia. Eso, sin embargo, no cambia nada, tu cuerpo aún está fluyendo como si tu energía maldita fuese igual al mencionado Chi. Hasta que no puedas marcar la diferencia subconsciente, lo único qué haces es forzar tu flujo de energía maldita en lugar de trabajar con ella.
- Y seleccionar un arma por supuesto ayudará a corregir eso – Azula se burló, jugueteando con el arma que le acabó de lanzar su maestro.
- Todas las armas que observas son armas infundadas con energía maldita. Esta, en específico, se especializa en almacenar energía maldita – Gojo explicó, entrando en su modo instructor -. Piénsalo como llevar tu entrenamiento del muñeco a un nuevo nivel. Ahora deberás imbuir tu gran cantidad de energía maldita, llevarla hasta la última gota y reconocer cada rincón de esta para entender tu verdadera capacidad. Claro, para ti en estos momentos es imposible que lo logres, ¡Pero te invito a intentarlo!
Con algo de desinterés, Azula aceptó el desafío. Intentó transmitir la energía maldita a la palma de su mano, pensando que sería tan sencillo como transmitir un cable a un tomacorriente. Resultó que fue más desafiante que eso, su energía pareció rebolotear por unos momentos antes que obligarla a disiparse por empezar a generar llamas involuntarias. Con ojos críticos, Azula evaluó los resultados de su intento, entendiendo en parte a lo que se refería Satoru con toda su charla.
El maestro, desestimando todo el acto como nada más que un juego, solo se rió por lo bajo antes de avanzar hacia su alumna.
- Por supuesto, eso significa que tienes que aprender a dominar esa espada – Satoru se acercó peligrosamente al espacio personal de Azula, al punto que ella estuvo tentada de probar usar sus llamas en el extraño caso en que el poder del infinito estuviese desactivado, aunque la idea abandonó sus intenciones al saber el resultado -. ¡Y para eso tenemos a la persona perfecta para entrenarte!
Aunque Satoru extendió sus brazos y se inclinó un poco para presentar a la persona que entrenaría a Azula, dicha persona se demoró más de un minuto en aparecer. De todas formas, no fue difícil deducir para Azula saber quién tendría el honor de instruirla. Con unos cuantos estiramientos, una chica de cabello verde y gafas ingresó al cobertizo.
Maki estuvo tentada de preguntar para qué fue llamada, un solo vistazo al arma en mano de Azula y la sonrisa de Gojo que flaqueó debido a la tardanza de la usuaria de armas fue suficiente para entender todo el contexto necesario.
- ¿Veo que Satoru te ha obligado a entrenarme?
- Ni siquiera me dijo para qué me necesitaba – reconoció Maki, eso no hizo nada para detener su creciente sonrisa por la oportunidad gratuita presentada -. Pensé que sería peor, ¿pero ver tu arrogante trasero caer una y otra vez al suelo? Este sí es una tarea que encontraré divertida.
- Deberías tener cuidado, Maki – Azula advirtió, sus ojos ganaron un filo peligroso que Maki identificó de inmediato -. El usar herramientas malditas no me llama nada la atención. Eso solo hará que tu caída en el momento en que me vuelva más diestra que tú en su uso sea más humillante.
- ¿Oh, es así? – Maki respondió su mirada con ímpetu, sin permitir que las amenazas llegaran a afectarle en lo más mínimo
- No puedo llegar a imaginar la deshonra que te significaría el ser superada al arte que has dedicado tu vida en perfeccionar. Es una perspectiva aterradora, ¿no lo crees? – contrario a las expectativas de Azula, Maki no respondió con desafío o dureza, solo una extraña mirada confusa.
- ¡Bien! Es bueno que ambas estén motivadas – Gojo felicitó, interponiéndose entre las dos, aunque ambas dudaban que fuese para intentar detener cualquier conflicto -. Azula, te doy los próximos dos meses para que domines el uso de la Jian, tómalo como una tarea personal.
- No tienes nada de qué preocuparte, Satoru. Esto tomará menos de un mes – Azula estimó con arrogancia, también para compensar la falta de juego de Maki que le dejó un mal sabor de boca.
- ¡Ese es el espíritu! – Gojo felicitó, dando palmadas sobre la cabeza de Azula como una niña pequeña como "recompensa" por su entusiasmo.
Maki tuvo que contener un poco la risa al ver a su compañera que, con su mayor esfuerzo, trató de no mostrar lo molesta que se veía, pero el humo invisible que pareció surgir con cada toque de Gojo fue suficiente para que el espectáculo valiera la pena.
- Esperó que estés a la altura de las expectativas, Maki – Azula avisó -. No espero nada más que excelencia por parte de mis instructores, y espero que no retrocedas ni un segundo porque yo no lo haré.
- Sí – Maki asintió con aprobación -. Cuando quieras.
XXX
El cuando quiera resultó ser el mismo instante en que ambas chicas salieron del cobertizo. Gojo pareció realizar su buena acción del día y decidió irse a otro lado, presumiblemente a una misión que dejó pendiente o algún local para matar su tiempo. Fue obvio que dejar a tus alumnos sin una instrucción propia de cómo mejorar se volvió un método poco ortodoxo y vago a la perspectiva de Azula, pero nada pudo hacer para obligar a Satoru de tomar su rol más en serio, era insufrible lo poderoso que era el sujeto que causó que ella misma reconociera que no tendría una oportunidad contra él. Por eso, y solo ese pequeño grado de respeto a su fuerza es que se conformó con que le diera directrices para que ella saciara su conocimiento y habilidad a base de la práctica.
En ese sentido, el maniobrar un arma fue extraño para Azula. No fue una principiante a la hora de usar armas, pero sí en el uso de una como lo era la espada Jian. En contra de su expectativa, la Jian demostró ser un arma que se acomodó con bastante naturalidad al estilo de la princesa. A diferencia de la espada convencional que se concentró en el corte y el poder, la Jian era un arma más ligera y fina, pero con una mortalidad mayor. Cualquier corte era suficiente para dejar heridas profundas. Sumado a su diseño elegante y dinámico, le permitió que el ágil movimiento de Azula fluyera sin muchas distracciones. Un arma de precisión y mortalidad perfecta para una guerrera de su calibre.
El problema fue todo lo demás.
Bloqueando el golpe de la Katana de madera, Azula trató de cortar el franco débil de Maki. El intento solo fue bueno en su cabeza, puesto que Maki contraatacó el juego con una sola blandida de su Katana, desequilibrando a Azula y causando que fuese empujada hacia el suelo tras recibir un poderoso golpe con el mango del arma enemiga.
No había que ser un genio para saber que enfrentar con un arma que nunca habías probado en tu vida a una persona que se especializaba en realizar maestrias con ella terminaría en un muy mal estado por una de las partes. Cuando parecía ser una buena oportunidad para atacar, Maki respondió con facilidad y duplicó la fuerza del golpe, y cuando intentó optar por defensas, la mano de Maki siempre encontró una apertura demasiado evidente para una persona de su experiencia.
- ¿Qué ocurre?, ¿ya estás cansada? – Maki cuestionó, sus ojos fijos en el cuerpo maltrecho de su compañera que volvió a caer tras un nuevo golpe en su plexo solar.
- ¡Ni un poco! – Azula contestó con entusiasmo, correspondiendo el comentario con un nuevo ataque que terminó con un golpe en la mano que casi la obliga a soltar su arma.
- Se supone que te expliqué lo básico, esto no tiene sentido si lo único que hago es patear tu trasero una y otra vez. Solo te desesperarás.
Entre jadeos cansados, Azula reconoció el punto de Maki. Ese punto fue la razón por la que no reprendió ni causó mayor alboroto que una respuesta ocasional. Cada golpe, cada caída, cada mínimo comentario que su compañera hiciera solo sería combustible para alimentar su furia para el momento en que superara con creces todas sus capacidades. Las heridas y humillaciones eran pasos desagradables, pero obligatorios que todo maestro debía afrontar en su camino de alzarse sobre otros. Entonces sí, permitió que ella disfrutara de sus pequeñas victorias mientras pudiera, sería un pago equivalente por sus servicios al entrenarla.
- ¿Estás maquinando de nuevo? – Maki suspiró, algo hastiada del frío rostro de su compañera que, sin mirarla ni estremecerse, el solo quedarse quieto fue suficiente respuesta para la chica de lentes -. No es muy difícil adivinar tus pensamientos cuando te pones en ese estado.
A pesar de su sonrisa, los ojos de Azula solo exudaron una gran rabia por la condescendencia con que la trataron. Todos sus maestros al menos tuvieron el poder de respaldar sus palabras (al menos en su tiempo), la única razón por la que Maki tuvo alguna oportunidad era porque ella jugó en su elemento y que Azula no le convino demasiado el deshacer todo el progreso que hizo para aliviar la tensión entre ambas.
Tampoco ayudó el hecho que Maki pudiese discernir sus intenciones. Entendió que Gojo pudiera ver a través de ella, los seis ojos fueron algo que superó cualquier técnica de control, mucho más precisa que incluso el sonar de la maestra tierra ciega. Maki fue diferente. No importó si fue inocente o significativa, si mantuvo un lenguaje y respiración coherente o no, ella siempre pudo anticiparse a las intenciones de Azula antes de que nacieran. No fue porque Maki fuese una maestra manipuladora, o fuese más inteligente que Azula, solo fue algo instintivo, una observación que fue más allá de su expectativa.
- Mi enfoque está en ti en estos momentos.
- ¿Por qué siento calor con solo pensar en lo que piensas?
Con la mente enfocada, Azula tomó una postura más defensiva. Contra sus ideales, el leer el ritmo de juego de Maki fue su única opción de causar el mínimo daño. No esperaba ganar, no era tan ingenua, pero marcar su próxima dominancia empezó con algo tan sencillo como un golpe.
A pesar de su abrumadora fuerza, Azula mantuvo la compostura, desviando los golpes de la Katana de Maki con su Jian. La concentración de la princesa fue absoluta. Aún con la consideración que Maki reguló sus golpes para que no fuesen letales, el poder imbuido en cada ataque causó estragos en el sistema de Azula. Eso, sumado a que su arma era de un solo brazo y su dominio fue un punto cercano a principiante, causó que con pocos golpes Azula sintiese su brazo pesar.
Contra estas condiciones, mantuvo la calma. Su mente concentrada en su objetivo y nada más. Ella debió aguantar un poco más hasta que su idea pudiese ser ejecutada. Golpe tras golpe, una capa de sudor envolvió a la princesa que se sintió cada vez más presionada por la interminable oleada de golpes, el ardor de su mano pasó a ser un dolor del puro estrés en que fue envuelto. Sus ojos se entrecerraron por su enfoque y el esfuerzo de aguantar todo el daño acumulado.
Pero todo fue recompensado al detallar la posición de los pies de Maki. Dejándose caer, Azula barrió la pierna de Maki. Agarrada con la guardia baja, la especialista apenas tuvo tiempo de reaccionar a la patada, pero nada pudo hacer ante el golpe que recibió su talón del ataque siguiente. Los ojos de Maki se abrieron de sorpresa al verse descender a pocos centímetros del arma fundada de Azula que, pese a no representar un daño real, significaría algo más.
Azula sonrió por completa satisfacción durante el instante en que vio la derrota de su compañera como una certeza absoluta. No importó que ella no fuese una especialista en armas, ella era una gran artista marcial. Lo único que importaba era dar ese golpe, los medios no eran importantes siempre y cuando dejara en claro ese punto, el único punto que importa en la vida: la victoria.
Solo para descubrir su error cuando Maki, en lugar de caer sobre su arma, usó su Katana como un impulso. La madera crujió por la fuerza requerida para recomponerse. Con su último uso, Maki usó el impulso para, sorpresivamente, avanzar. Azula abrió los ojos al ver el mango de la espada descender hasta su comprometida posición.
Para su desgracia, el último movimiento de Azula fue uno de riesgo/ganancia ya que también la dejó en una posición comprometedora, pero su resolución de victoria parecía evidente. Nunca imaginó que Maki usara su arma de esa manera, y eso fue la razón de su victoria.
Prever, ese siempre fue el fundamento del combate, de la política, de todo. Anticiparse a todo, estar al menos dos pasos por delante, contingencias tras contingencias hasta que todos a tu alrededor se den cuenta que están atadas entre sus cuerdas. ¿En qué punto perdió tanto que recibía golpes en la frente a raíz de sus ideas?
- Está bien, es suficiente – Maki declaró, guardando su espada de madera para la consternación de Azula.
Queriendo continuar, Azula rápidamente se puso de pie. Sin embargo, un fragmento de su mente racional permitió dejar pasar el momento. Era lo mejor, de ninguna forma estaba con la capacidad de superar a Maki en ese campo. En estos casos, la paciencia fue la única responsable. La Jian se volvería su disciplina y los callos de sus manos las medallas de la experiencia, esa fue la única forma de compensar esta humillación.
**FLASH**
Con un destello de luz repentino, los ojos de Azula se nublaron un segundo al recibir la reflexión directo a sus ojos. Con molestia, Azula detalló a Inumaki jugando con su celular. Ya no era tan inepta con la tecnología de ese mundo para no saber que su compañero tomó una foto de ella y Maki. ¿Por qué? No importó, conociendo a Inumaki no fue por nada serio. Eso sí, eso solo hizo crecer su ya débil paciencia.
Con la mayor de las calmas y una mirada fría, se dirigió al despistado chico que continuó en su mundo junto a un emocionado Panda.
- Veo que se divierten.
- Salmón.
- Azula, ¡Excelente momento! ¿Podrías llamar a Maki? Ambas deben de ver esto – Panda pidió, pero fue ignorado por Azula que aún mantuvo su vista en el despreocupado Inumaki.
- Espero que sepas que ya no estoy tan inadecuada en este mundo para saber que tomar fotos a espalda de las personas es de mal gusto, ¿me equivoco, Inumaki?
Aunque era difícil denotar la expresión por la bufanda que cubrió su boca y solo dejó al descubierto parte de su rostro, el ligero tono pálido y los ojos incómodos fue suficiente para Azula que su compañero por fin entendió la naturaleza de su conversación.
- Hoja de mostaza – Inumaki, quien le pasó su celular a Panda, se inclinó en una señal de disculpa al ver la molestia causada.
Azula estuvo tentada de continuar deshaogándose con el ya dócil Inumaki, pero ese no fue su propósito, solo deseó que él recordara su lugar en todo esto. Además, el enfoque que le dieron al contenido del celular también despertó su interés.
- Aceptaré tus disculpas. Ahora, si eres tan amable, dame el celular.
Extendiendo su mano frente al chico, Inumaki empezó a sudar frío. Aunque parecía tentado a negarlo, un chequeo rápido a los fríos ojos de Azula fue suficiente para dejar en claro que no era exactamente una petición abierta. Con desgana, le mostró a su compañera lo que Panda y él veían: era una batalla callejera, entre luchadores que no parecían tener algo especial más allá de un entrenamiento mundano.
Con el celular en su mano, Azula observó unos segundos el combate. Si bien no eran malos, su interés murió rápido. Deslizando la pantalla, notó que era una transmisión en vivo, y al cambiar la pestaña del celular, denotó el origen: un chat personal con un nombre: Kirara Hoshi. La única razón por la que entró al chat fue por la foto que le fue tomada a ella y a Maki después de pausar su encuentro.
- No deberías de ver conversaciones ajenas.
- Dejan de ser ajenas en el momento en que me involucran. Si esta foto me hace partícipe de esta conversación. Después de todo, ¿a quién le gusta que hablen de uno a sus espaldas? – Azula refutó, sin entrar tanto en detalles realmente en el chat, solo unas líneas antes de ver que solo era una charla casual.
- Parece que esta tal Kirara tiene un interés en mi – dijo Azula, entregando el celular distraídamente mientras interrogaba a Panda.
- Sí, ella es nuestra superior.
- ¿Nuestra superior? – Azula se burló, la sola idea siendo irrisoria en su mente.
- Es de un grado mayor – Maki intervino, con su arma ya fundada y adherida a su espalda -. Ella junto a Hakari son los miembros del segundo año.
- ¿Ellos de verdad estudian acá? – preguntó Azula, con algo de extrañeza.
No fue para menos, los únicos miembros de la academia que conoció fueron sus compañeros, su molesto profesor albino, y uno que otro del personal como el asistente, la enfermera o el director. Pese a tener consciencia que era de primer año, estos sujetos no mostraron ni la sombra el tiempo que estuvo aquí.
- A veces me pregunto lo mismo – Maki simpatizó con su duda, encogiendo los hombros -. Casi nunca se presentan, y solo nos han visto una vez para ver "nuestras pasiones" o algo así.
- Eso no es del todo cierto, la superior Hoshi nos visita a Inumaki y a mi de vez en cuando.
- Salmón.
- Pues para mi no ha asomado ni un cabello. Esta tan perdida como el idiota de Hakari – Maki replicó, perdiendo el interés en la conversación.
Sin embargo, algo del último comentario dejó intrigada a Azula. Más bien, quien pareció dirigir las acciones de Kirara no fue la misma Kirara, sino el tal Hakari. Esto reforzado por el hecho de ver un poco su forma de hablar y no parece de las causantes de problemas, sino las de espíritu libre que hacen lo que le plazca de una forma más ordenada.
- Mencionan mucho a este tal Hakari – dijo Azula, a ninguno de los tres en particular.
- No te pierdes de nadie, es un idiota – Maki contestó con desdén, aunque su desinterés pasó a una mirada más enfocada por un segundo -. Pero es un idiota con suerte.
- Creo que es la mejor forma de describirlo – concordó Panda.
- ¿Tiene que ver con su técnica maldita? – Azula presionó, sin saber cómo podría influir una técnica basada en la suerte en el combate, tal vez manipularla o algo.
Maki negó con la cabeza.
- No solo su técnica, tiene que ver con todo.
XXX
Ocultos de la luz de la tarde, entre tejados de láminas de metal y escombros de un parqueadero abandonado, un pequeño grupo de personas observó con detenimiento un pozo. A pesar de ser un grupo tan escaso, apenas superando la docena, cualquiera que escuchase los vítores y los gritos llenos de furia desde el exterior jurarían que era una turba de un centenar de personas reunidas para causar daños.
Sin embargo, alejado de esa idea, todos estuvieron enfocados en el desarrollo que se efectuó en el pozo. Dos combatientes, con sonrisas sangrantes y moretones que empezaron a obstaculizar su movimiento, entraron en una etapa final que determinaría el ganador después de un intenso combate sin descanso ni cuartel. El apoyo de sus favoritos, las potenciales disputas que estallarían en el momento en que alguno quede tendido en el lodo, el animado ambiente solo fue contrastado por dos chicos.
Dos adolescentes no prestaron atención a la resolución del combate. En su lugar, su enfoque se concentró en la turba de personas emocionadas por el evento. Kirara, un chico de apariencia andrógina, de cabello castaño y ojos cerúleos que le dio un encanto femenino. El otro, un adolescente fornido, con rastas oscuras con la parte de abajo rapada y el inicio de un mostacho debajo de su nariz.
- ¿Qué tal esta?
- Poco inspirada.
Kirara mostró su celular a Hakari quien desinteresadamente observó su contenido. Por su lado, Hakari prestó mayor atención al amplio catálogo de zapatos que observó de una tienda oficial de Air.
- ¿Y esta?
- Antes muerto.
De nuevo, Kirara volvió a su celular, dejando en paz a Hakari unos segundos antes de que algo llamara su atención.
- ¿Qué opinas de esta?
Con una vista de reojo, Hakari estuvo a punto de replicar, pero el contenido que mostró Kirara lo dejó maravillado. Una peluca negra sencilla, con un toque magenta en algunos de los bordes superiores del cabello. Inmediatamente observó el contenido estuvo seguro: esa peluca es una apuesta segura.
- Resérvalas todas, Kirara.
- ¿Por qué?
- ¡Para que nadie pueda quitarte la originalidad, por supuesto!
- Hmmm – la tranquila respuesta de su compañero no perjudicó el ánimo de Hakari -. Esta bien, pero solo compraré una, el resto viene de tu bolsillo.
- Ya te lo he dicho, hoy tengo un buen presentimiento.
Como si fuese un llamado divino, los gritos de la gente se volvió en una cacofonía mientras miradas lamentables se derrumbaron en el suelo. Con solo ver las reacciones fue suficiente para determinar quien fue el ganador del encuentro ante la tranquila pero salvaje sonrisa de Hakari que pudo ver como el dinero se acumuló por una impactante victoria.
- Fue arriesgado poner todos nuestros ahorros en esta estrategia.
- ¿De qué estás hablando? – Hakari replicó, indignado por la sola concepción del comentario -. Las probabilidades estaban a nuestro favor, ¡Hubiésemos sido los tontos de no haber realizado esta apuesta!
- Supongo que tienes razón.
- ¡Y eso significa…!
Desde su celular, Hakari descartó todas las páginas de zapatos, solo quedándose con una: unos Air Jordan S1 de 28600 yenes. Los ojos del chico se iluminaron de emoción. Sin dudarlo, pasó los datos de una tarjeta de crédito y pago de inmediato por los zapatos que estarían pronto en sus manos.
Por su lado, Kirara compró la peluca, sin el desmesurado interés que Hakari, solo una compra más desde una página reconocida, no muy diferente de ir a la tienda y comprarlo. Lo curioso viendo después de pagar que llegó una notificación. No fue la de confirmación de compra, esa llegó un segundo después, era de Inumaki, su Kouhai.
Al ver el mensaje, Kirara detallo la conversación que dejó a medias, un mal hábito desarrollado con el tiempo de contestar y dejar de responder durante tiempos prolongados. Con ojo perezoso vio el hilo de mensajes de Inumaki, contrastando su lado menos hablador debido a su técnica, despotricó todo en mensajes de texto. Sin embargo, el texto no fue lo que le interesó, fue la imagen.
Unas chicas con una ligera capa de sudor después de un breve enfrentamiento.
No tuvo que ser un genio para saber que se trataron de otros de sus Kouhais. Conoció a la chica de lentes, Maki, y si bien no le cayó mal, tampoco la puede considerar alguien a quien acercarse. La otra, sin embargo, fue un completo misterio.
- Oye, Hakari, ¿reconoces a esta chica? No recuerdo haberla visto en la introducción.
Su compañero, que estuvo en las nubes mientras recepcionó a los invitados frustrados en busca de reclamos por el resultado, clavó su atención a Kirara. Sin importarle mucho las quejas, se concentró en recordar si alguna vez vio una chica así. Pelo negro, rasgos afilados y sombríos, y cuerpo esbelto, definitivamente no era alguien que pudiese ser ignorada con facilidad. No obstante, no le tomó mucho tener una respuesta.
- Esa es nueva.
- ¿Seguro?
- Definitivamente – Hakari aseguró.
- ¿Cómo lo sabes?
- Nunca olvidaría unos ojos tan llenos de pasión como esos.
Sin aviso, un golpe voló hasta Hakari. El intenso calor de los corazones de los perdedores trasladó su furia contra el proveedor de todo el evento, llamándolo una estafa por convencerlos de apostar por el perdedor. Hakari no tuvo problemas en despachar a una pequeña turba de malhumorados que no sabían perder, las peleas siempre fue liberadores. Kirara, por su parte, solo observó como Hakari esquivaba todos los puñetazos con una facilidad abrumadora, siendo casi triste como golpes borrachos intentaron conectar contra alguna parte de su compañero.
- Sabes, Kirara – comentó Hakari, con un golpe en el plexo solar para noquear a uno de los iracundos espectadores -. Me da curiosidad – a su vez, dos golpes en la quijada fueron suficientes para noquear a otros dos contrincantes -. ¡Creo que mañana iremos al cole!
- Temía que dijeras algo así – dijo Kirara, apartando su cuerpo para eludir el cuerpo del último matón que intentó golpear a Hakari -. Supongo que no hay nada que hacer. Nadie puede pararte cuando te enfurruñas con algo.
XXX
No sé ni qué comentar.
Sé que han pasado unos meses desde la última publicación. Lo único que puedo decir: la universidad a veces es un asco. También no es toda su culpa, no me supe organizar en este tiempo.
Por fortuna, ya he programado un horario al que me dedicaré a solo escribir, entonces creo que la próxima vez de verdad no tardaré tanto. Mi objetivo es que haya un capítulo cada dos semanas, tal vez los sábados. Me disculpo bastante por mi ausencia.
Por otro lado, ¿qué les pareció el capítulo?, ¿les gustó? Agradecería mucho que dijeran en Reviews qué les pareció, si tienen alguna queja o duda relacionada con gusto la contestaré o responderé acorde a ella.
Ahora, algunas respuestas a comentarios que me han dado en este tiempo:
uzu i-za: me alegro de que te haya gustado. Sí, es un cross o ver que uno no hace la relación de forma instantánea como lo puede ser con Naruto o BNHA, pero en mi mente me entró todo el sentido del mundo, más por lo que viene más adelante.
tonatiuheber: Y tienes toda la razón jaja. Estaba editando algunas cosas de la versión inglesa que no noté que reemplacé el archivo en español por el de inglés. Si no fuese por tu comentario, te juro que no me hubiese dado cuenta. La risa que me dio darme cuenta no se me olvida.
Y nada, si les gusta la historia comenten, den follow y favorito, y hasta la próxima ocasión. ¡Adieu!
