Sin un Mañana

Capítulo 7: La Madre Sagrada

Yuuna, Nanami, Ginga y Cinque decidieron avanzar bajando rápidamente las grandes escaleras circulares y para su buena fortuna hallaron una puerta doble bastante grande con el halo del sol dibujado en rojo en la misma. Supusieron que dentro de todo aquello era una buena señal. Entraron, recorrieron un amplio pasillo oscuro y "pelado" (pues no había ninguna clase de objetos ni desviaciones por el pasillo sino que era simplemente todo recto). Finalmente hallaron otra puerta de aspecto casi normal si no fuese porque también tenía el halo del sol dibujado en la parte central según vieron con sus linternas. Pasaron por esa otra puerta… apareciendo en lo que parecía una armería.

– Creo que "caímos" en el lugar justo…

Exclamó Yuuna y pronto las cuatro se aprovisionaron de municiones y de sus propias armas de fuego. Yuuna claro está siguió con su pistola ahora con mucha munición. Nanami agarró una metralleta mediana-pequeña, Ginga una escopeta pequeña y Cinque un revólver.

– No nos confiemos y no nos vayamos a herir o algo peor a las otras por error. Apuntemos bien y sólo disparemos si hace verdadera falta, ¿de acuerdo?

Iba ordenando Yuuna puesto que antes de todo este periplo de pesadilla ninguna había precisamente entrenado en el uso de las armas de fuego. Cuando estuvieron listas abrieron la otra única puerta que había en el sitio adentrándose en un ancho y largo pasillo bastante bien iluminado que tenía muchas puertas a ambos lados… Sólo que a ambos lados también había una cantidad considerable de cadáveres humanos desnudos, deformados, y con los rostros desfigurados. Las cuatro de lamentaron de que ya se estuvieran acostumbrando a ver escenas tan siniestras… Pero no tuvieron mucho más tiempo para lamentarse ya que a lo lejos ya podían ver a cuatro pacientes acercándoseles. Pero Yuuna, mientras les apuntaba junto con las otras tres, les dijo a sus compañeras:

– ¿Ven esa puerta doble grande detrás de esos cuatro monstruos? Puede que la estén protegiendo por una buena razón. Quizás ahí esté encerrada Hiyori.

El cuarteto de pacientes todavía estaba un poco lejos pero Yuuna dio la orden de que apenas lograran apuntarles que les dispararan. Así lo hicieron la propia Yuuna y Cinque que estaban delante de Nanami y de Ginga respectivamente les dispararon a los cuatro monstruos haciéndolos morder el polvo a lo lejos. Sin demora pasaron a abrir la puerta doble principal al fondo del pasillo y una vez allí vieron que había un televisor gigante instalado en la pared a casi dos metros del piso, una silla de ruedas y a un costado sólo había un pequeño cuarto de baño. Al parecer no había nada más allí. Yuuna y las demás estaban por salir de aquella habitación cuando esta primera vio algo extraño que emergía del centro del techo: parecía la figura del maniquí de un hombre (a diferencia de los otros que con los que se habían topado que tenían figuras femeninas y no poseían cabeza). Aquella manifestación dejó se surgir a la altura del pecho (es decir, estaba pegado boca abajo y su mirada de cuencas vacías parecía que las miraba a las cuatro al mismo tiempo). Las cuatro por si las dudas le estaban apuntando pero el maniquí empezó a hablarles sin mover ninguna fibra de su boca ni de su ser con una voz que parecía que provenía de una gran sima que dejaba un eco:

Vaya, muy bien, llegaron muy lejos… Permítannos que les contemos algo importante sobre ella: Hiyori Tamura…

Yuuna y Nanami se estremecieron pues aquel era el apellido original de su hijastra Hiyori.

Su persona se dividió en dos cuando logró llevar a cabo el Ascenso de la Madre Sagrada, un ritual tan extraordinario que le permitió crear su propio mundo dentro de nuestros mundos… y eso no nos gusta nada… Pronto ella planea terminar con su plan de absorber los otros tres mundos para moldearlos a su entero antojo… y para ello sólo requería encontrar a su yo infantil para volverse una con ella misma. Hiyori Tamura no puede hacerlo sin llevar a cabo el último ritual de consumación de la Madre Sagrada: la pequeña debe ser consumida por la propia Madre Sagrada, una deidad bestial con la que la mayor se hizo una cuando creó su mundo retorcido. Sólo con "El Sello de Metraton Azulado en la Daga Ceremonial" clavado en el cuerpo de La Madre Sagrada podrán volver a hacerla mortal a Hiyori Tamura. Mátenla… Meten… Meten… Maten… Mátenla…

Luego la cabeza y el torso del maniquí como que se disolvieron dejando caer un objeto que brillaba ligeramente de azul.

– Supongo que esta es la Daga Ceremonial…

Mencionó Yuuna al agarrar y examinar la daga azulada que tenía en la mano. De pronto Nanami notó que la pantalla del televisor tras mostrar pura estática por unos segundos pasó luego a mostrar la imagen de una gran caverna de cristal.

– ¿Qué pasa con esta tele?

Se preguntó Nanami en voz alta.

– Supongo que por allí tenemos que ir… Creo que sólo bastaría con tocar la superficie de la pantalla para…

Iba diciendo Yuuna pero Ginga terminó la frase por ella.

– Pata volver a teletransportarnos a otro sitio… Ya ahí nos deben estar guiando… los… ¿espectros?

– Vayamos, no tenemos que perder más tiempo.

Dijo decidida Nanami.

En la Caverna de Cristal

Cuando las cuatro fueron teletransportadas a aquel lugar que resultaba ser en efecto el interior de una gigantesca caverna hecha de cristal vieron a lo lejos a la pequeña Hiyori que caminaba parsimoniosa y lentamente hacia lo que parecía ser un gigantesco monstruo de forma femenina… Debía tratarse de La Madre Sagrada de la que hablaba el maniquí… La estructura por la que caminaba Hiyori estaba demasiado alta y apartada como para poder detenerla directamente a la pequeña (que si Yuuna y Nanami estuvisen más cerca habrían notado que su hija tenía los ojos fijos al frente pero como sin vida por la hipnosis que le indujo la otra Hiyori). Debajo de la estructura, a como unos cincuenta metros debajo, estaba aquella deidad siniestra esperando a que Hiyori cayera para devorarla. Sin demora las cuatro corrieron hacia La Madre Sagrada (que estaba firmemente clavada al suelo de cristal por lo que parecían enormes alambres por lo que no se podía desplazar). Yuuna llevaba consigo la daga azul, lagrimeaba de la desesperación pues parecía desde lejos que a Hiyori ya no le quedaba mucho para llegar al final del camino dejándose caer en el proceso…

– ¡Hiyori, no! ¡Resiste!

Gritaron sus madres casi al unísono pero aquello resultó contraproducente porque alertó a Chiaki. Que sin dudarlo les disparó con su pistola de pequeño calibre al grupo. Un tiro llegó a herir a Ginga en el hombro, la peliazulada cayó dejando caer la escopeta a un lado…

– ¡Hija de puta!

Gritó Cinque, que le disparó a Chiaki con la metralleta, pero esta última se escudó detrás de unos altos y gruesos cristales que sobresalían del suelo.

– ¡Rápido, salven a Hiyori!

Volvió a girtar Cinque a las madres de la pequeña cuando la pelirroja se detuvo un momento para observar la escena. Yuuna por su parte aunque no le gustaba nada dejar atrás así a sus amigas corrió sin detenerse para acercarse cuanto antes a La Madre Sagrada. Yuuna ya estaba casi frente a la gigantesca criatura teniendo la intención de clavarle la daga pero la interrumpió la otra Hiyori, que sin piedad y veloz como un relámpago la agarró bien fuerte de las muñecas a la otra mujer haciéndole perder la daga a la rubia.

– ¡Suéltame!

Exigió Yuuna pero la otra Hiyori no dijo nada sino que se limitó a seguir apretando fuerte y sólo cambió de posición cuando notó que Nanami se acercaba por un lado. La otra Hiyori se puso detrás de Yuuna poniéndole las manos en la espalda y agarrándole con el antebrazo el cuello para imperdirle así a Nanami dispararle de forma directa.

– ¡Nanami, dispárale…! ¡No importa que me mates en el proceso…! ¡Salva a Hiyori!

Yuuna gritaba esto cada vez más fuerte.

– No, Yuuna-Sama… yo jamás podría hacer algo así…

Pero se oyeron unos tiros dados en lateral por Cinque, lo que distrajo un momento a la otra Hiyori, dándole el tiempo suficiente a Yuuna para liberarle y sin demora agarró la daga, la levantó y la ensartó todo lo fuerte que fue capaz en la piel y carne del enorme monstruo femenino. La Madre Sagrada largó un sonoro rugido de lamentación… pero eso fue todo de momento en cuanto al cambio de conducta del gran monstruo... Ahora las tres que quedaban en pie sabían lo que tenían que hacer… por más que en parte les doliera hacerlo… porque parecía que la otra Hiyori ahora vuelta una humana vulnerable a la muerte como cualquiera no se daría por vencida en su vil cometido de adueñarse de todos los mundos. De hecho cuando el dolor de la pinchazón a su pútrida alma se le pasó extendió un brazo hacia Cinque largando su ataque de torbellino que la peliplateada apenas alcanzó a esquivar… y la otra Hiyori ya iba a despedazar a Yuuna con la misma clase de ataque si no fuese porque Nanami le disparó en un costado embocándole dos tiros… La otra Hiyori cayó largando un quejido… y ahí se quedó tirada desangrándose de a poco… Yuuna, pese a lo cansada que estaba, se acercó a Nanami alejándose todo lo posible de la otra Hiyori. Nanami hizo que su esposa de recostara sobre un lado suyo siempre manteniéndose alerta con la pistola en alto apuntando a la moribunda Hiyori…

– Mi mundo… iba a ser… tan perfecto…

Susurraba en su lecho de muerte la otra Hiyori mientras finalmente dejaba caer el brazo que extendía hacia el cielo de la caverna… La Madre Sagrada largó un último rugido y ahí se quedó inmóvil… ya muerta al igual que la otra Hiyori…

De pronto todo el sitio empezó a tambalearse como si ocurriera un sismo.

– Todavía no llegamos a Hiyori, Nanami…

– ¿Eh? Parece que detuvo su caminata por la escalinata…

Pero las esposas no tuvieron más tiempo para decidirse en buscar una forma de llegar a Hiyori porque todo empezó a brillar con una luz blanca…

De vuelta en el Mundo Normal…

Estaban todas a un lado de una autopista en las afueras de la ciudad de Saint Michael. Yuuna y Nanami abrazaban repletas de alegría y de preocupación a partes iguales a una debilitada Hiyori. La nena ciertamente había sufrido mucho con el secuestro perpetrado por Chiaki y su otra yo… Y hablando de Chiaki, esta estaba tirada sobre el corto pasto con un brazo herido y había sido desarmada por Cinque que la tenía vigilada mientras intentaba curar el hombro de Ginga.

– No, no puede ser… Ringo… Sólo quería volver a estar con vos… Ringo…

– Pues debiste pensar en una forma menos torcida de querer tenerla de vuelta.

Le iba diciendo Cinque aunque desconocía los detalles del caso de Chiaki mientras terminaba de vendar como podía el hombro de su novia. Ahora la vuelta hacia su hogar no fue particularmente penosa considerando todo lo que ya habían atravesado… Eso porque justo de habían vuelto a encontrar con Mai y Reo que estacionaron cerca de allí una camioneta oxidada y destartalada pero que aún funcionaba…

En la Mansión Matsubara…

Cuando el matrimonio hizo dormir en su cama a Hiyori bajaron al primer piso acordando en el camino que mañana la llevarían a una sala de salud. Parecía que todo aquel mundo de terror que habían logrado superar ya había quedado en el pasado hace bastante y eso que apenas pasaron unas horas de todo aquello. Pero ahora tenían un resabio de todo ese asunto que atender: Chiaki.

Yuuna fue la encargada de interrogar a la convaleciente Chiaki en el living principal pues fue su antigua profesora en la escuela de medicina de Saint-Michael… La otra médica estaba recostada sobre un doble sillón siendo vigilada de cerca por Cinque, Mai y Reo (Ginga reposaba en una de las habitaciones de invitados de la mansión)… Cuando Chiaki terminó de contarles por qué ayudaba a la Hiyori original todas se enojaron aún más con ella pero sobre todo Yuuna que le habría dado una cachetada a Chiaki si esta no hubiese estado tan pálida. Pero no había mayor consenso sobre qué hacer ahora mismo con Chiaki. No podían alegar la verdadera historia que sabían que era cierta como para entregarla a la policíay por el otro tampoco dejarla simplemente libre para que se fuese a su casa cuando podría llegar ser todavía una amenaza para la pequeña Hiyori. Cuando Yuuna le preguntó sobre qué quería la propia Chiaki hacer ahora… ella respondió que sufrir por el resto de su vida la falta de Ringo en este mundo… Yuuna entonces supo que además de malvada Chiaki también se había vuelto amargada lo cual la entristecía bastante… Pero ahí tenía su respuesta: pues nunca mencionó nada de vengarse de ni de Hiyori ni de sus madres por haber arruinado su maquiavélico plan… Con reticencia (sobre todo de Cinque) la dejaron irse a su hogar llamándole un taxi…

Un rato después

– Bueno, ¿y ahora qué, amigas mías?

Preguntó Cinque a las otras cuatro presentes en el living.

– Sigamos con nuestras vidas porque un siniestro así jamás tendría por qué marcarnos para el resto de la vida, ¿no les parece, chicas?

Replicó Yuuna; y todas las demás estuvieron de acuerdo.

Fin del capítulo 7

Notas del Autor: el siguiente será el capítulo final y finalmente sólo hubo una sola pregunta (y no tres como planeaba al principio) xd. Pero les adelanto que el capítulo 8 y final se titulará "Los Pretendientes". ¡Saludos, buenas lectoras yuristas!