Capítulo 9: Cuidar de la mente

Para finales de junio, Senku y Kohaku habían hablado tan poco, que realmente él se preguntaba si valía la pena lo que estaba haciendo, probablemente ella lo odiaba por todo lo que había pasado y él no estaba siendo capaz de conciliar los experimentos con las preocupaciones que tenía. Si bien él no lo demostraba y mantenía siempre una actitud impasible, eso no reducía el problema y sabía que probablemente Kohaku estaba escondiendo parte de sus sentimientos.

Él pasaba los días en el laboratorio y había dejado gran parte de los trabajos en manos de Xeno y los demás científicos de la NASA, aunque igualmente estaba al pendiente de supervisar la mayoría de las cosas: la máquina del tiempo, los experimentos para concretar un viaje a La Luna para la terraformación lunar y, por supuesto, el problema de los bebés petrificados.

Con la llegada de nuevos científicos, el trabajo en los bebés petrificados empezó a avanzar considerablemente y empezaron a proponer como estrategia la despetrificación de embriones de menos de 12 semanas para que luego fuesen implantados nuevamente en los úteros de sus madres. El problema era que muchos de estos embriones podrían perder estructuras y eso dificultaba las cosas, por lo que se presentaban dilemas éticos respecto a la clonación, avivando problemas que ya eran conocidos por la sociedad moderna.

—Es lo único que se me ocurre hasta ahora, sería como clonarlos —había explicado Gaby, con algo de incomodidad, el 25 de junio.

La hematóloga llevaba ese día un abanico porque realmente la temperatura había subido un poco por la cercanía del verano. Senku empezó a pensar que sería conveniente que la sala de reuniones tuviera un aire acondicionado porque cada vez había más gente reunida en el lugar, pero lo apuntó como un proyecto para las siguientes reuniones.

—Sí, pero tendría que devolverse el embarazo a etapas más tempranas, no creo que muchas madres estén de acuerdo con esto y me parece que traerá algunos dilemas éticos —intervino Ukyo, que era uno de los preocupados por este problema.

—A veces la ciencia genera un montón de dilemas éticos que es difícil resolver, pero lo que dice la nena es lo más realista que se ha podido plantear —informó DJ, con las manos detrás de la cabeza—. Esto nos resolvería el problema del primer trimestre, siendo que ya el tercer trimestre lo tenemos casi resuelto con los nuevos equipos que he hecho —agregó arrogantemente, ganándose una mirada de indignación de Gaby.

Alguien carraspeó sonoramente tras DJ, haciéndolo voltearse. Una mujer coreana de profundos ojos negros, con un enterizo de color azul, como si trabajara de mecánico automotriz.

—Bueno, Eun-ji también, ella se está encargando de garantizar que funcione bien la parte mecánica —dijo finalmente el castaño de mechones rubios.

—Creo que podemos autorizar eso a las gestaciones de menos de 8 semanas —expresó el jefe de ginecólogos, Jean—. ¿Qué dice, Dra. Coutta?

Elise asintió.

—Bueno, daré una breve explicación para todos, considerando que creo que podríamos extenderlo hasta tanto no hayan cumplido las 10 semanas. Recordando que la organogénesis se produce entre la tercera y la octava semana de vida intrauterina, que se corresponden a la quinta a décima semana de gestación, siempre recordando que se parte de la fecha de última menstruación para el cálculo de la edad gestacional —describió muy profesionalmente la neurocientífica.

A Senku todavía le sorprendía el cambio radical que había entre cuando actuaba como una loca y cuando empezaba a explicar las cosas de esa manera.

—Si tomamos en cuenta que los órganos se están desarrollando hasta las 10 semanas de embarazo, que se haga esta "clonación" no afectaría mucho, porque podrían implantarse embriones d semanas en los cuerpos de sus madres, lo que no modifica mucho el tiempo de gestación, ya que se estima que un feto está a término después de las 37 semanas, es decir, no habría demasiada variación entre la fecha estimada de parto original y la que sería "nueva" —terminó de explicar, encogiéndose de hombros.

—Sí, ciertamente, aunque yo concuerdo con Jean de hacerlo hasta las 8 semanas, porque habrá mujeres que tenían 8 semanas y podrán reimplantarles un embrión de 6 semanas —participó Cloe—, no habrá tanta diferencia y no tendrán que lidiar con tantos problemas emocionales, así como podrían plantearse otras alternativas para garantizar su buen seguimiento, por lo que supongo que necesitaremos algún psicólogo en el grupo de trabajo.

Elise y Gabrielle asintieron.

—Ya hemos cubierto esa parte. Están buscando a la Dra. Hiragizawa Erina en Japón, una de las psicólogas más apropiadas para este caso, pues se especializa en mujeres con problemas psicológicos complejos —explicó la hematóloga.

—Igualmente, eso sigue siendo un problema enorme, pienso que tendría más sentido en embriones de hasta 6 semanas, precisamente por el tiempo antes mencionado —expuso otra persona dentro del grupo, retomando el problema que les aquejaba.

Hubo una pequeña discusión, intentando decidirse por la edad para autorizar, ya que había un montón de cuestiones éticas que estaban inmersas en el asunto, pero ninguna de las posturas parecía dispuesta a ceder. Mientras tanto, Gabrielle Burns agitaba mucho más su abanico, reflejando cómo el calor la estaba agobiando en ese momento.

—¡Silencio! —intervino Xeno, agobiado—. No es nada elegante esta discusión, tendrán que llegar a un acuerdo y lo someteremos a votación la próxima semana utilizando un aparato que nuestro informático lo prepare —habló señalando a Sai quien se ruborizó ligeramente—. Por ahora los dilemas éticos no nos interesan, vamos a definir todas las cosas que pueden votarse primero.

Hubo un ligero murmullo, pero finalmente todos callaron.

—¿Y qué haremos con las anomalías congénitas? —cuestionó alguien.

Gaby bufó, mientras se abanicaba fuertemente.

—¡Señores! Es obvio que, si vamos a trabajar con modificación genética, comprobaremos que sean embriones viables; en caso contrario, propondremos otras opciones, pero la verdad es que no hay mucho que pensar. La clonación es nuestra mejor opción para las primeras semanas, esto nos permitiría despetrificar mujeres cuyo abdomen no esté sobresaliendo aun y avanzar con nuestra sociedad, especialmente si consideramos que necesitamos despetrificar a algunas científicas importantes que no podemos saber si estaban o no embarazadas antes de la petrificación —afirmó Gabrielle, describiendo detalladamente, ya con mirada de cansancio.

—No creo que haya muchos de acuerdo con lo de la clonación. Deberíamos priorizar a los fetos del tercer trimestre —aseguró otro médico—. Antes de definir en qué semana, primero terminemos de decidir si es conveniente.

Eran un montón de imbéciles esos médicos, atrasando el proceso, la clonación no era mala idea, porque tomarían las células madre de los embriones en pocas semanas para crear nuevos embriones, para lo cual podría incluso guardarse información genética para ser reproducida posteriormente. Y, aunque él no dejaría que su hijo o hija estuviera entre los primeros que formaran parte de ese experimento, era la mejor opción, tal como había dicho la hematóloga.

—Tengo un doctorado en genética, sé de lo que hablo, señores, esta es nuestra mejor oportunidad —aseguró Gaby, mientras se abanicaba con mucha más fuerza.

Pero en ese momento se levantó una doctora que Senku no recordaba cuándo le habían presentado, con un vientre abultado que reflejaba un embarazo de unas 15 semanas.

—¡Lo dices muy fácil, Burns! ¡Por supuesto, no puedes tener hijos! ¡No sabes lo que sería para esas madres que les hagan entender que no serán sus mismos bebés! —chilló desesperada, con lágrimas en los ojos, la mujer—. ¡No permitiré que despetrifiquen a mi hermana y arriesguen su embarazo, así tenga 8 semanas, por un deseo insufrible de jugar a ser dioses con esto de la clonación!

Senku miró fijamente a la hematóloga, y sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas, lo que hizo que la otra mujer se sentara, como dándose cuenta de que acababa de decir una grandísima estupidez.

—Lo siento, debo retirarme —solicitó Gaby, cerrando su abanico.

La hematóloga se levantó de su asiento y saliendo de la sala de reuniones sin siquiera intentar defender su postura. DJ la vio salir así y se fue tras ella, seguido de Elise y finalmente Gen que parecía preocupado porque Elise no fuese a caerse en el camio.

La reunión finalizó sin la presencia de estos cuatro en el recinto, y siendo que Xeno tuvo que tomar cartas en el asunto para definir lo más importante, con ayuda de una neurocientífica alta y de tez morena, que le habían presentado a Senku con el nombre de Aisha Donaldson.

Tras la reunión, se llegó a la conclusión de que tendrían que definir por votación el 2 de julio tres tópicos importantes:

1) Autorización o no de la manipulación de células por clonación.

2) A partir de qué semana se podrían dejar a los recién nacidos prematuros nacer.

3) Distribución de los equipos médicos que trabajarían con las mujeres embarazadas.

Y, aunque Senku no conocía mucho a Gabrielle Burns, sintió cierta incomodidad por cómo había reaccionado en ese momento, era evidente que el no tener la posibilidad de tener hijos no era algo que le hiciera muy feliz a la hematóloga.

Gen corrió como pudo detrás de Elise, quien para tener tan mala condición física y estar embarazada, estaba yendo muy rápido tras Gaby. Definitivamente él no se esperaba que apareciera una persona a sacarle en cara a Gabrielle su problema de infertilidad y mucho menos delante de todos.

Por suerte, DJ Ions la alcanzó rápidamente y la cargó por la cintura, para obligarla a detenerse.

—¡Aléjate de mí! ¡Eres un insoportable! ¡No me toques! —gritó llorando, mientras se movía agitadamente para que él la soltara, y en ese momento Elise llegó finalmente frente a ella, seguida de Gen.

—No la sueltes, por favor —habló Elise, con un rostro enojado que Gen en muy pocas oportunidades había visto en ella.

Las únicas dos oportunidades en las que la había visto enojada habían sido cuando el exesposo de Gaby había llegado al banco de sangre con su esposa para contarle a Gaby que tendría un hijo y Gaby había empezado a llorar, haciendo que Elise se arrancara la sangre que le estaban transfundiendo y agarrara un bisturí que había visto cerca y se lo clavara en la mano al sujeto. Y cuando un sujeto había intentado levantarle la falta a Adhara en una salida en la que Gen había ido a conocer a las dos personas más cercanas de Elise, a lo cual la neurocientífica había tomado una botella, la había roto y se la había clavado por el costado.

—No le haré daño, porque está embarazada —aseguró Elise, mirando hacia la sala de reuniones con rabia, y Gen intentó hacerle señales con las manos para que se calmara—. Pero no pienso permitir que hagas ver que te afecta lo que te digan. ¿Qué más da si no puedes tener hijos? ¡Eso no determina quién eres! ¡Eres una de las mejores hematólogas y serás una de las mejores genetistas en algún momento! —le reclamó a Gaby.

Gen intentó pasarle la mano por la cabeza a su pequeña mapache anémica para que se calmara.

—Calma, Elise-chan~ —probó intervenir el mentalista con su tono más meloso posible, sabiendo que estaba metiéndose donde no lo llamaban, al tiempo que buscaba el apoyo en DJ—. Gaby-chan, puedes hablar con nosotros, estamos aquí para apoyarte~.

Gen alzó los brazos frente a él para atraer una sensación de calma.

—¡Estoy destinada a estar sola en una casa llena de gatos! ¡No me importa nada! —chilló Gaby, sin dejar de llorar desesperadamente.

—Bueno, no creo que eso sea por falta de candidatos, nena, yo con gusto me ofrezco en bandeja de plata —bromeó DJ, hablando por primera vez, sin dejar de abrazarla y ella dejó de intentar zafarse.

—Sólo lo dices porque no tienes que aguantar estar con una mujer infértil —aseguró Gaby, quien parecía estarse calmando.

—Awwnnn… el amor —mencionó Elise, con un repentino interés, que hizo que Gen sintiera una gota caer por su sien.

—Gaby-chan, hablaré con Senku-chan para sacar a esa mujer del grupo de trabajo, pero necesito que hables de lo que sientes y podamos trabajar en tu problema emocional~ —expresó el mentalista con cariño hacia la hematóloga.

Ella tenía los ojos completamente rojos y Gen se dio cuenta de que realmente le habían tocado un tema bastante delicado, pero también era evidente que había muchos científicos que eran necesarios y no debían perder a ninguno por un conflicto interno.

—La que debería irse y trabajar en sus problemas emocionales es la metiche —intervino DJ, en tono de broma.

Gaby negó con la cabeza.

—No es necesario, ella es una compañera de trabajo que es muy buena en su área —contó Gaby y suspiró, mientras DJ finalmente la soltaba.

—Cuídala, yo sí hablaré con esa mujer —expresó Elise, hablándole a DJ y luego salió corriendo hacia la sala de reuniones.

—Espera, Elise-chan~.

El mentalista estaba empezando a creer que necesitaría más ayuda para cuidar de los problemas emocionales de todos los que estaban trabajando en ese proyecto, así que sería mejor intentar buscar a la artillería pesada, era hora de que la psicóloga de la que habían hablado previamente se uniera al grupo.

Poco después, Gen se vio en la necesidad de viajar a Japón para continuar con sus actividades, y también porque tenían que buscar a la psicóloga. Por lo que dejó a Elise en manos de Gabrielle Burns, quien se encargaría de vigilar cualquier eventualidad y avisarle si llegaba a pasar alguna cosa desfavorable.

Tras horas de viaje, siendo llevado por Ryusui, lo primero que hizo fue pasar a visitar a Kohaku, ya que no sabía mucho sobre ella, pues parecía ser que Senku y ella no estaban hablando lo suficiente y había una especie de barrera entre ellos, aunque Gen no había indagado demasiado. Por una parte, se sentía algo culpable porque lo de ellos había empezado durante la fiesta que él había organizado y que ellos se habían desaparecido a solas.

Pasó por su casa a un horario en el que supo que ella estaría, ya que conocía su patrón de conducta y había hablado con algunas personas sobre los horarios a los que regularmente llegaba a casa. Para no incomodar, llegó justo una hora después de que ella hubiera llegado y ella abrió la puerta con los ojos algo hinchados.

Al verlo, la rubia saltó sobre él a abrazarlo y empezó a llorar, sin decir nada más. Gen simplemente palmeó su espalda y le preguntó al oído si podía pasar, obteniendo como respuesta un simple "sí", casi inaudible.

Era una de sus grandes amigas, ya tenía mucho tiempo conociéndola y sabía cómo eran sus pensamientos en líneas generales. Sonrió amargamente, sabiendo que lo primero sería dejarla hablar.

—Perdí a mi bebé, Gen —explicó ella, mientras se secaba las lágrimas.

Gen había ido a la cocina a preparar algo de chocolate caliente y simplemente estaba esperando a que ella empezara a hablar. Como parte de un proceso activo de escucha, y siguiendo las teorías de Gestalt, lo mejor siempre era procesar la información a través de una técnica de silencio, contemplación y diálogo. Con lo cual lo mejor era dejar que Kohaku se expresara, mientras él guardaba silencio y se mantenía contemplativo para pensar en cómo abordar debidamente el diálogo.

—Siempre pensé que quizás tendría que dejar de lado una posible maternidad para darle la oportunidad a mi hermana de tener hijos, porque ella era la sacerdotisa —explicó Kohaku—. Hasta pensé que terminaría siendo yo quien tuviera que criar a mis sobrinos —añadió, seguramente recordando la enfermedad de Ruri—, y Senku le brindó a mi hermana la esperanza que necesitaba.

Kohaku empezó a llorar nuevamente y Gen se sentó a su lado para pasarle la mano por la espalda, mientras le daba un pañuelo para que limpiara sus lágrimas, pero era desgarrador verla llorar, sabiendo cómo su vida había cambiado desde la llegada de Senku.

—Y ahora acepté mis sentimientos por Senku y él aceptó sus sentimientos por mí, y pudimos estar juntos y hasta pude haber tenido un hijo de él. —El llanto de Kohaku se hizo más fuerte—. Y lo perdí, perdí a mi bebé, Gen, perdí a ese pedacito de Senku y yo que llevaba en mi interior, esa criatura que no tenía la culpa de nada, que no tenía la culpa de que la petrificación no fuese tan perfecta como pensábamos.

Gen sintió sus ojos llenarse de lágrimas, mientras escuchaba a su amiga, era innegable que una pérdida gestacional no era nada fácil.

A pesar de que él no solía hablar de sí mismo, generalmente conseguía escuchar activamente los problemas de los demás sin dejarse llevar por las emociones, pero en el fondo él era bastante sensible y lograba empatizar con los problemas de los demás. Especialmente en ese momento, Gen no se imaginaba lo doloroso que sería perder al hijo que esperaban Elise y él, que por suerte ya tenía grandes posibilidades de supervivencia, ya que había pasado las 28 semanas.

—Yo no sé por qué tenían que sacármelo, ¿por qué Senku no me dejó petrificada mientras encontraban una solución? —preguntó Kohaku, mirando fijamente a Gen, como si realmente necesitara una respuesta de parte del mentalista.

Siguiendo las fases del duelo, probablemente Kohaku se encontraba en una fase de negociación, buscando respuestas, intentando entender por qué su embarazo había salido mal, por qué esas cosas justamente habían tenido que sucederle a ella, especialmente cuando su corazón había empezado a construir la felicidad junto a Senku.

—Yo… no lo sé, Kohaku-chan~. Supongo que esto era lo mejor, y lo más lógico, porque así piensa Senku-chan~ —expresó él, con la mirada fija en los ojos de su amiga, que seguían dejando salir enormes lágrimas, como si no pudiera contenerse—. Y sé que él debe sentirse también desgarrado, porque la decisión más difícil ha tenido que tomarla él. Por ti también… por tu bienestar.

—He estado esforzándome por no sentir dolor, por no llorar, pero sólo tengo pesadillas que me atormentan, la voz de una niña diciéndome que la maté, la voz de mi niña, Gen —expresó entre lloros y luego se sonó la nariz—. Mi niña que me ruega nacer, venir al mundo y recibir atención. Los sueños me agobian, y es terrible todo lo que he tenido que ver en ellos, me siento en un callejón sin salida y no puedo dejar de llorar en las noches, y me pregunto si Senku pensará igual, si me extrañará, si le importará esa parte de nosotros que perdimos.

—Kohaku-chan~, yo creo que es posible que tengas depresión —afirmó el mentalista, quien, pese a no estar del todo seguro, sentía que ese era el diagnóstico de su amiga y que verdaderamente necesitaban buscarle ayuda profesional cuanto antes.

—¿Qué es eso? —quiso saber ella.

—Los trastornos depresivos son un grupo de los trastornos del estado de ánimo, que pueden ser de diversa intensidad, y hacen que la persona pueda modificar su percepción de sí mismo o de los demás. Se modifica el estado de ánimo, se pierde el placer por las cosas que antes nos gustaban y empezamos a volvernos apáticos con todo a nuestro alrededor, Kohaku-chan —le respondió con paciencia y un tono más serio de lo normal— y creo que estás atravesando por eso, así que necesitas ayuda profesional, Kohaku-chan.

Ella miró al suelo fijamente.

—Yo… no quiero preocupar a Senku. Prefiero que él pueda dedicarse a su ciencia. Y yo lo esperaré, no creo que esto agrave —confesó ella, intentando parecer fuerte, pero el mentalista sabía que no era más que una fachada—. Este sentimiento es mejor mantenerlo aquí, en mi corazón, luchar contra ello y buscar la forma para distraerme pensando en otras cosas. No tendré a mi hija conmigo, Gen, pero soy fuerte y volveré a estar bien.

—Necesitas…

—No, Gen, creo que es mejor que dejemos esta charla hasta aquí. Eres un buen amigo y agradezco tu visita, pero… prefiero estar sola —le dijo con firmeza.

—¿Estás segura, Kohaku-chan? ~ —preguntó él, con una enorme sonrisa y retomando su voz cantarina, en busca de convertirse en un apoyo para su amiga.

—Así es, no te preocupes más por mí. Y no preocupes a Senku, él está bastante ocupado. Estaré bien… no pasa nada.

Ella puso una enorme sonrisa en su rostro, que Gen para nada le creyó, pero tampoco podía hacer nada más, se arriesgaba a que ella se cerrara mucho más en caso de que él tomara otro tipo de acción. Pese a ello, en ese momento él sólo confirmó que era el momento de buscar a la psicóloga que le habían pedido encontrar, sería la mejor adición en ese momento para su grupo, pues cada vez se cerraban más al cuidado de su salud mental.

¡Y así termina este capítulo! Quedó algo dramático y se me aguaron los ojos mientras lo escribía, pero espero que no le rompa el corazón a nadie.

Sé que he estado desaparecida, pero han sido días difíciles, muchas cosas sucediendo y pues a veces se me complica todo, pero como empezó la Semana SenHaku del grupo Senku & Kohaku no pude evitar llegar aquí. Necesitaba participar de alguna forma, así que quería meter este capítulo y luego subiré el Capítulo 10 seguido, simplemente porque quiero meter el tema del embarazo con actualizaciones de Adheridos.

En fin… como saben, los personajes de Dr. Stone no me pertenecen, pertenecen a Inagaki y Boichi, yo sólo escribo de ellos por amor, amor que sigue dando fuerzas a mi corazón. Sin embargo, ya saben que trabajo con varios OCs que me gustan mucho y bueno, pronto traeré a la historia a mi queridísima Erina Hiragizawa, que es un OC que amo muchísimo, porque es la psicóloga.

Y pues ya para terminar, porque realmente quiero publicar esto rápido, quiero decirles que los quiero mucho y que les agradezco por leerme y seguir aquí, aunque a veces desaparezco. ¡Muchas gracias y que sepan que los amo muchísimo! Y espero que puedan dejarme comentarios, que me motivan a seguir escribiendo.