Elsa al oír aquello quedó en shock, no podía creer lo que estaba escuchando, ni lo que estaba viendo. En efecto eran los documentos en proceso de la sucesión de la corona de Arendelle para la prima lejana que tenían, Rapunzel, y en ellos había acuerdos comerciales que convenía para ambos reinos. Se dio cuenta que el trámite ya estaba empezado, tenía tiempo, y por la visión que tenía Anna en sus ojos, no estaba dispuesta a parar hasta conseguirlo.

Su seguridad la descolocó, y su voz queda solo se abrió para preguntar algo en un susurro.

- ¿Te irás del palacio?...

- No, pero si dejaré el reinado. – contestó la menor segura de sí misma, no había duda en sus palabras, más que solo determinación.

- … - Elsa estaba muda, al oír eso su corazón dio un salto

"¿Por qué?".

Cuando la platinada quiso articular palabra Kai llamó a la puerta, interrumpiendo sin más su charla.

- ¿Majestad?

- ¿Si? – Anna giró ofuscada

- Los del consejo ya están aquí

- ¿No pueden esperar? Estoy ocupada. – dijo seria

- No majestad, dicen que es urgente…aunque si gusta…

- Está bien Anna, atiéndelos, hablamos en la noche – habló Elsa saliendo finalmente de su trance, de todos modos Honey la esperaba, no quería interrumpir.

- ¿Segura?

- Si, hablamos en la noche – dijo con una calma que no supo de dónde sacó, definitivamente necesitaba una explicación – Llevas mis chocolates negros.

- Así será. – Finalmente acató con una ligera sonrisa que salió de sus labios, fue bueno escucharle decir eso, recordó lo de Gerda

"Tu hermana no ha sido indiferente a tus detalles"

Fue así que la platinada se despidió y salió sin más, dejando a su hermana libre para dicha reunión.

Anna volvió a colocarse sus lentes y otra jornada empezó, manteniéndose toda la tarde encerrada con los del consejo para ver ese tema y todos los otros asuntos que eso repercutía.

Luego de ello, almorzó apenas y se dirigió a hacer uno de sus tantos chequeos de rutina al pueblo como todos los días.

Había sido un día caótico, de eso no había duda. Estaba cansada y agotada, pero como nunca había llegado a la hora con aquel lirio en la mano que siempre compraba para Elsa. Por lo general llegaba tarde, pero esa noche debía de hablar con ella sobre ese tema tan importante. Además, debía de llevar a cabo un asunto que tenía pendiente desde hace tiempo. Un asunto que tenía pendiente mucho antes del tema del reinado y que, por falta de tiempo, no lo había podido concretar, pero que ahora, con suerte, finalmente lograría terminarlo.

A paso cansado se dirigió a sus aposentos y dejó el lirio en su mesita de noche, eso con la finalidad de entregárselo a Elsa como todas las noches una vez quedara dormida.

Se acicaló con unos zapatos más cómodos y salió a su despacho. Al llegar, se acomodó y contó los minutos, sabía que después de eso hablaría con Elsa, solo esperaba no tardar demasiado.

A los pocos minutos llegó quien fuera su abogado, Anna lo recibió con una reverencia y este respondió de igual manera.

- Buenas noches Majestad ¿Qué tal la tarde?

- Agotada… ¿Tiene los documentos?

- Sí, aquí están… - finalmente logró entregárselos.

- En hora buena… ya se habían tardado – dijo cansina

- Sabe que los temas legales toman tiempo, pero logramos dar con ello, solo tiene que firmar y listo, igual su ex – marido ya viene en camino, está al tanto del tema – dijo, entregándole dos copias e indicándole dónde debían de firmar.

- Perfecto le diré… le agradezco su tiempo – le dio un par de hojeadas a sus, ahora, documentos de divorcio, aquellos por los que tanto había estado peleando desde meses atrás.

- No se preocupe, cualquier cosa estamos para ayudarla, sabe que cuenta con nuestro apoyo.

- Gracias – le regaló una tenue sonrisa.

- Con su permiso Majestad

Cuando el abogado dejó la estancia, Anna se desplomó en su silla del despacho y volvió a hojear los tan ansiados documentos, cogió una de sus tantas plumas y firmó sin más las copias que le correspondía seguido de su sello real. No quería perder ni un minuto más, debía ir a ver a Elsa pronto.

Ahora solo faltaba Kristoff, pero este no llegaba

"¿Por qué tarda tanto?"

Lo que menos quería era que Elsa se lo topara, no deseaba más malos entendidos. Sabía que el tema aún estaba en una cuerda floja entre ellas, no quería que todo aquello que había estado construyendo se fuera en un santiamén.

Estuvo perdida en sus pensamientos, hasta que sintió un leve toque en la puerta de su despacho. Era Kristoff.

- Hola Anna…- saludó cautelosamente, hacía un buen tiempo que no la veía. Anna al verle, pudo notar sus ojos cansados, su cabello alborotado y toda su ropa cubierta de nieve, tal y como cuando se vieron por primera vez en la cabaña del errante Oaken.

- Llegas tarde – Dijo seriamente

- Perdona… hubo mucha nieve… y…

- Ya – Lo cortó con su mismo tono de voz – Hazme el favor de quitarte toda esa nieve que llevas encima por favor – Ordenó – Apresúrate porque debo ir a ver a Elsa pronto.

Kristoff al verla en esa faceta empequeñeció. Toda recta, seria y decidida. Entendía perfectamente porqué.

Por su parte, él también tenía esa media culpa, era una culpa que no lo había dejado dormir en paz en todo ese tiempo que no volvieron a verse a raíz del incidente que tuvieron esa noche, una culpa que le carcomía la conciencia, una que... necesitaba soltar.

- Claro… - Cuando finalmente pudo deshacerse de toda la nieve Anna prosiguió:

- Bien, toma asiento – indicó, manteniendo el porte

- Gracias…

- Estas son tus copias, firma aquí y aquí – dijo seriamente dándoselos seguido de sus indicaciones y una de sus tantas plumas.

- Si claro…- Kristoff dio una hojeada y quiso firmar, pero algo lo detuvo, sabía que si lo hacía se iría pronto y no, antes de firmar e irse necesitaba soltarlo, no podía más.

Anna por su parte estaba ansiosa. ¿Por qué no firmaba? Quería salir de eso ya, quería ir a ver a Elsa.

- Anna….

- ¿Qué ocurre? Firma ya – Ordenó con seriedad y ansiedad en sus palabras

- Escucha yo…- titubeó, el porte de su ex – mujer era demasiado para él – Antes de todo… quería disculparme por lo de Elsa… esa noche…

- Ya no importa Kristoff – Lo cortó inmediatamente, lo que menos quería era recordar esa amarga noche, esa fatídica noche en donde ella también había sido tan culpable como él. – Firma ya por favor – Ordenó

- No, escucha – soltó con una valentía que no supo de dónde sacó, era ahora o nunca – Solo escúchame será rápido, luego firmaré y me iré, lo prometo.

- Se breve por favor – Soltó cansinamente

- Quería disculparme por lo de Elsa, sé que lo que te diga ahora no cambiará en nada el pasado, pero quería que lo supieras…- tomó otra bocanada de aire – Lo lamento mucho Anna y… - por un instante sintió trabarse - deseo en verdad que seas muy feliz.

- ¿Es todo? – "Ojalá pudiera ser feliz"

- Si…

- Bien, firma ya

- Ok…

Finalmente estaba firmando, cuando este terminó se lo entregó y Anna puso el sello real en él. Al fin había terminado aquel suplicio legal...uno de sus tantos dolores de cabeza.

- Nos vemos Anna. – dijo, viéndola por última vez

- Igualmente, retírate gracias por tu tiempo. – dijo seria sin siquiera dirigirle la mirada.

Cuando el recolector salió, coincidencia del destino o no, se topó con Elsa, y esta al verle endureció su mirada, recordando todo. Ante eso Kristoff palideció.

- Elsa… - Kristoff no sabía dónde meter el rostro

- ¿Qué hacías en el despacho con mi hermana? - escupió pensando lo peor y unos enormes celos se apoderaron de ella.

- Yo...

En ese momento, su cabeza pensó en todo, y su inseguridad hizo mella de ella una vez más, inseguridad que había nacido a raíz de ese altercado, de esa fatídica noche, lo que tanto había acentuado su coraza, aquella cruz que cargaba y que, nuevamente, estaba haciendo de ella a su antojo, torturándola, como tantas otras ocasiones.

Furiosa y con el corazón latiéndole a mil, abrió de golpe la puerta del despacho viendo a Anna ahí sentada, quien al verla dio un salto del susto.

¿Qué hacía Kristoff en el despacho? ¿Por qué estaba el sello real ahí? ¿Qué eran esos documentos? ¿Qué pretendían? ¿Acaso ellos?...

- ¿Qué hacía Kristoff en el despacho, Anna? – preguntó duramente al borde del llanto malentendiendo todo.

- Elsa él…- Anna pudo verlo, no podía estar pasando de nuevo

- ¿Era por eso? – la cortó – ¿Por eso querías dejar el reino? – sus lágrimas empezaron a caer. – ¿Para escaparte con él? – volvió a arremeter – Claro… tantas responsabilidades….

- Elsa no no no, déjame explicarte...

- Ya te entendí – La interrumpió de nuevo sin darle oportunidad al habla, estaba cegada.

- Elsa escúchame Kristoff vino a….

- ¡LÁRGATE CON EL! – Vociferó en un grito viéndola nuevamente con sus ojos vidriosos – Y por un momento creí que tu….

"Creí que era por nosotras"

En su semblante se acentuó el dolor y se sintió incapaz de continuar, no quería seguir en Arendelle, necesitaba escapar, necesitaba el bosque, salir de ahí.

Por lo que sin perder más el tiempo, corrió sin darle chance a nada.

Se encerró en su habitación y le evitó toda palabra a su hermana menor, no quería verla ni mucho menos escucharla.

Lo único que su corta audición le permitía oír en su letargo, fueron sus golpes desesperados en la puerta de su habitación y su nombre repetido por sus labios, los cuales rogaban que la dejara ingresar, que le dejara siquiera explicarle.

- Honey levántate. – ordenó en medio de las lágrimas, la morena estaba durmiendo plácidamente, apenas la escuchó quedó extrañada.

- Elsa… qué… ¿Qué está pasando?

- Levantate ya, nos vamos del palacio – dijo sin más evitando llorar, pero era imposible – Saldremos esta misma noche al bosque.

- ¿Qué tienes porque lloras?

Honey despertó de un salto al verla así, al oír los golpes en la puerta y los gritos de la pelirroja rogando por entrar pudo atar cabos sueltos inmediatamente imaginando el porqué. Si bien es cierto antes había tenido sexo con ella en toda esa diversión, pero aquello solo había sido por complacerla, porque tenía las esperanzas que a raíz de esa rauda fantasía Elsa aún se fijara en ella. Nunca había renunciado, siempre mantuvo latente sus sentimientos, repitiéndoselos cada noche después de hacerlo. Siempre la había amado y al notarla nuevamente en esa faceta su semblante cambió.

Ya había permitido suficiente, ahora era su turno.

- Solo sácame de aquí…- pidió sin fuerzas.

- Ven – inmediatamente secó sus lágrimas y se levantó para llevarla cargada consigo en sus brazos. Elsa no hizo más que aferrarse a ella frágilmente, como una ligera pluma.

Cuando Honey abrió la puerta, vio a la pelirroja tendida en el suelo con la intención de volver a tocar, y Anna al verla con Elsa en brazos sintió retorcerse. Su voz afónica cobró vida una vez más, aquella voz que se había vuelto así de tanto gritar, de tanto llamarla.

- Elsa escúchame…. – Pero Elsa no escuchaba, solo pudo ver su rostro escondido en el pecho de la morena.

- No vuelvas a acercarte a ella – Arremetió Honey con dureza – Se acabó Anna.

- No…

En sus pocas fuerzas intentó alcanzarlas, pero esa noche estaba cansada y agotada por todo lo que tenía encima, por todo aquello que había trabajado incansablemente, su divorcio, los papeles del reinado, el chequeo de rutina, los detalles que le daba sin falta cada noche a su hermana para ganarse su perdón. No había ni comido bien las últimas semanas. Estaba débil.

Con los pies temblorosos se levantó para seguirles el paso, pero no pudo, antes de siquiera poder levantarse, sintió sus pies fallarle y sus ojos cerrarse perdiéndose en lo oscuro de la noche, cayendo rendida en el frío suelo del palacio, llegando a desplomarse totalmente.