Subaru se estaba volviendo loco de frustración.
Estaban tan cerca, pero tan cerca de la civilización que en realidad podía ver los edificios, las casas y los edificios de piedra y madera, las personas viviendo sus vidas.
Pero no podían acercarse.
El hombre era un miembro del pueblo, un granjero, fue muy amable con Subaru cuando supo su situación, le dio treinta monedas de cobre, también le advirtió que Casvel no podría entrar hasta conseguir ropa.
En realidad, bien y podría ser una persona demasiado amable, considerando que les dio dinero y que no llamó a nadie para arrestarlos por haber estado desnudo, no había manera en que pudiera explicar la situación sin que se viera mal.
No hubo mucho sonido, el sol se estaba ocultando para que ellos pudieran dormir y para desgracia de Subaru, habían perdido el baúl con las muchas ropas dentro en medio de su huida.
–No voy a irme hasta que estemos todos–
Cobarde o no, la verdad era que Subaru era el luchador más débil, el estratega menos experimentado y un mago mediocre, estaba de pie, mirando su libro, nada había cambiado, para su disgusto, pero pensó que de cierta forma era comprensible, esto no podía ser tan fácil, no podía crecer a una velocidad ridícula como en las historias, pero aun así, le frustraba no tener ninguna habilidad de combate.
Bueno, tenía ventaja en la noche y en la oscuridad, apenas, la verdad, era algo mínimo, pero bien y podría ser más para huir de una pelea o hacer emboscadas.
–Nada, no tengo nada–se dijo.
Los gremlins y Casvel se quedaron con él, pero Florence y Leto se fueron a buscar el baúl con sus cosas, no hubiera querido para nada dejarlos solo, pero Florence podía moverse con más libertad por el bosque que cualquiera de ellos y podían escapar, Leto no era el fuerte en el aspecto físico, pero si era el más hábil con su arma y más rápido, podían escapar de cualquier emboscada.
No sabía si tenían forma de matar a un esqueleto pero esperaba que la respuesta fuese, no.
Subaru se sentía ansioso, cada minuto que pasaba pensaba que era una terrible idea, una idea muy estúpida en realidad, pero también tenía pocas posesiones, no solo era el hecho de perder lo poco que se tenía, era el hecho de no tener más de una cosa tan básica como la ropa.
Bien es cierto que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
Era un dicho bastante sonado, tanto que era trivial y parecía bastante pretencioso, pero Subaru lo experimentaba en ese momento con una fuerza sin ninguna pizca de contención ni piedad, era una porquería.
Habría querido ir con ellos, pero si moría, todo sería en vano, no quería probar su resurrección temporal de ninguna manera, le aconsejaron que se quedase resguardado con cualquiera de ellos.
Protesto, pero era cierto que llegaron muy lejos bajo su petición para que todo se vaya a la borda porque fueron emboscados por la fauna salvaje, otra vez.
Esas malditas bestias, sacadas de la mente retorcida de un escritor frustrado de la mente de horror, alcohólico y divorciado de no solo de una mujer sino de la vida misma.
Si, Subaru no tenía ningún reparo en decir que no le gustaba ni un poco aquellos monstruos de la fantasía.
Debió de imaginarlo, eran criaturas de un mundo mágico, lo único que suponía Subaru que había pasado era que esas criaturas en realidad fueron nutridas con el maná de ese mundo para hacerlos muchas veces más peligrosos y mortales, era una porquería y Subaru no debió de esperar menos en cuanto ser enemigos mortales.
Pero como enemigos de nivel uno eran difíciles, bastante difíciles la verdad, incluso con su grupo, una emboscada era peligroso, ni siquiera tendría que ser una emboscada tan numerosa, la razón por la que el grupo de murciélagos-ratas no pudo asesinar a nadie fue porque en realidad pudieron verlo antes de que hicieran un gran daño, era una porquería, no podían siquiera pelear en igualdad de condiciones con una camada, esa gran manada de monstruos en realidad podría haberlos asesinado sin mucho esfuerzo.
–Y todavia no tengo nada para atacar–
Aún deseaba su genkidama o algo parecido, ¿tal vez rayos de calor? ¿como superman?, ¿La velocidad de Flash?, ¿un rasengan?
Lo que pudiera provocar daño.
–¿Otra invocación?–
Su ánimo aumentó, después de todo, podría tener un ejército ahora y luego obtener poderes.
–Si es otro monstruo–
No, mejor dicho, va a ser otro monstruo, Florence era en realidad una excepción y acababa de recordar que en realidad casi lo había matado de un susto anoche.
Se acercaba el anochecer, iba a transformarse en esa monstruosidad parecidas a una estatua de madera y terminarían corriendo de los aldeanos con antorchas y machetes.
–Solo si nos descubren–se dijo Subaru.
Si pudiera meter a los monstruos donde sea que se supone que los mandaba cuando no los necesitaban, ¿donde era ese lugar?, dimensión de bolsillo, reino de monstruos, guarida secreta maligna, ¿quien sabe?, y ahora, ¿cuando no los necesitaba?, siempre los necesitaba, así que ni aunque llegase a conseguir una casa segura los iba a hacer desaparecer, Florence estaría siempre a su lado.
Siempre que hubiera luz del sol.
Tendría que experimentar cuál era el límite, cuando era el horario donde llegaba a transformarse.
Sería un asco que se transformarse en medio de una actividad y ser perseguido por un error que pudo ser evitado.
Ya lo resolvería más tarde, ahora intentará invocar un dragón, un ángel caído, un gigante o algo capaz de matar a tantos monstruos como fuese posible.
–Aquí vamos–
Y antes de que pudiera hacer algo, se recordó que estaba bastante cerca del pueblo.
–No puedo dejar que nadie me vea y no puedo alejarme tanto de la ubicación porque entonces los demás no van a saber dónde estamos–se maldijo.
Bueno, seguiría practicando con su sigilo y su visión nocturna.
Se refugió en la sombra de un árbol, vio su piel ensombrecerse, por un momento la sombra parecía intentar tragarlo hasta cubrir toda su piel.
Fue agradable ver una mejora notable, ahora, era una habilidad útil.
Pero debería de tener cuidado, pensó, aún podría resaltar si el lugar estaba bien iluminado y había una persona en total oscuridad deambulando por la zona.
Subaru tuvo la inteligencia de intentar alejarse, pero no lo suficiente para estar tan lejos de donde se quedaron, se movió entre árbol y árbol ante la atenta mirada de los gremlins y de Casvel.
Debió de ocultar al gran hombre lobo desnudo frente al pueblo.
–Oye, Casvel–lo llamo, como si fuese un animal, Casvel levantó las orejas, eran largas y lo hacían ver mas alto, por un momento temió que lo atacase, era tan alto como para intimidarlo–Metete un poco más adentro del bosque, para que nadie te vea tan expuesto–
Casvel no dijo nada, nunca lo hacía, en realidad tendría que ver si es que podía hablar, obvio que Leto no podía y los gremlins hablaban demasiado a veces, pero no debería de haber ningún problema con Casvel.
–Casvel–pensó un momento en lo que iba a decir–háblame–una orden sencilla y libre a interpretación.
No lo hizo, sino que empezó a balbucear, como un animal, intentando hablar, tuvo que darse cuenta temprano de que de momento era bastante poco probable.
Aunque era un poco gracioso, solo desearía que los gremlins no se rieran con tanta fuerza.
–Pareces estupido–
El hombre lobo pisó con fuerza encima del gremlin, esta vez, la criatura caótica no fue tan rápida ni ágil, pero Casvel tuvo la suficiente consideración para no matarlo, no porque no quisiera, sino porque su maestro no lo aprobaría, era al final, un miembro valioso para sus pocas fuerzas de combate.
Subaru se preocupó por sus invocaciones, no iba a negar que lo merecían, pero no quería que resultasen tan dañados.
Solo lo suficiente para que entiendan que lo que hicieron estaba mal y merecen una reprimenda.
El gremlin se movía, como una araña, en estado errático, moviendo sus extremidades sin control como si estuviera teniendo un espasmo.
El gremlin gritaba de nojo y a veces de euforia, como si fuese un juego, si hubiera sido Subaru era probable que sus huesos estuvieran bajo una fuerte presión, más aún considerando que era tan pequeños que los golpes físicos dolería mucho más.
Pero no sentían dolor así que, en esa parte no le importaba.
–No le rompas los huesos–recalcó con fuerza la palabra no.
Estaba empezando a creer que la naturaleza de sus invocaciones eran tan siniestras como lo eran las pocas habilidades que tenía a su disposición, pero en un principio creyó que más bien podría deberse a que era un mago invocador.
Pero no, era un señor oscuro, tal vez destinado a pelear con el héroe o heroína local.
–¿Y si en realidad reencarne como el rey demonio de otro mundo?–
Recordó los muy largos y bastante torpes títulos de las novelas ligeras, pero no creía que fuese el caso, en realidad, no había reencarnado y no tenía ningún recuerdo anterior de su vida.
Tampoco se veía diferente, en realidad hasta tenía su misma ropa.
No era una reencarnación.
Y si lo era, no le dieron ningún tipo de instrucción y tampoco tenía planeado ser un rey demonio.
Si era el elegido de una diosa, tampoco le dio instrucciones.
Hasta ahora el único objetivo de Subaru era sobrevivir y lo haría, con una nota excelente si pudiera ver la forma en convencer a todos para convertirse en rey.
Pasos para más tarde, tal vez en unos dos o tres años, cuando salve a una princesa bonita y se comprometa.
Si, tenía una serie de pasos o listas para seguir, no tan claras, pero estaban ahí.
Y lo lograría cuando pudiera fusionarse por completo con las sombras.
No estaba avanzando con tanta facilidad, era lo que esperaba, pero de igual manera lo frustraba, bastante, aun debería de ser una habilidad de nivel dos a lo mucho.
Pero era mejor que no tener nada, en realidad, no quería empezar a probar su regeneración, estaba bastante bien en el nivel en que estaba y rezaba para que funcionase cuando lo necesitase.
O vería su habilidad de resurrección.
Tan solo ese pensamiento hizo que deseara con más fuerza algo, lo que sea que pudiera hacer para matar a muchos enemigos, algo que fuese una fuerza de ataque para acabar con los monstruos.
Pero nada, ni siquiera un atisbo de señal de que podría ser más mortífero.
–Tal vez si consigo por fin un arma–
La sola idea de sostener un cuchillo le puso nervioso pero la imagen suya peleando contra la jauría de monstruos que habían presenciado le sabía mucho peor, tendría que ver la forma de conseguir una daga, cuchilla, una ballesta, algo, lo que sea que se podría considerar un arma y tendría que ser pronto.
Eso y aprender hechizos de los gremlins.
Mejor ahora que nunca.
–Oigan, ¿qué les parece una clase de magia de improviso?–
Por un momento pensó que se iban a negar, cuando el silencio duró más de unos momentos.
–Por supuesto, maestro–
Y con ello uno de ellos se acercó, Subaru abandonó su habilidad y se dirigió hacia el grupo de monstruos, rodearon a Subaru por delante, tenía la sensación de que iban a emboscar y robarle todo su dinero.
–Primero el maestro debe de enfocarse en su energía interior, el maná debe de estar dentro de tu ser, como agua en un estanque, para lanzar un hechizo primero debes de sentir el maná–
Subaru levantó una ceja, era, en realidad, algo que bien y podría ser sacado de un viejo dicho chino de kung fu o un anime típico.
Bueno, no sabía que esperaba en realidad, podría intentarlo.
Se sentó en la tierra, sin importarle en lo más mínimo sus pantalones, con tal, podría limpiarlos luego.
Mañana.
Carajo.
Bueno, problema para luego.
Subaru cerró los ojos, dejando que la sensación se apodere de él, intentando bajo cualquier medio encontrar esa fuente de poder en su cuerpo.
Estaba concentrado, muy concentrado, más concentrado de lo que nunca estuvo en su vida, tal vez no era que estaba concentrado sino lo que sentía era euforia, si, la palabra euforia era mucho mejor para describir lo que sentía en su interior.
Era, pues, la posibilidad de realizar algo sobrenatural o por lo menos que no era fácil de explicar.
Lo intento, mucho, en realidad, tratando de dejar su mente en blanco y encontrar algo, no por experiencia ni por algo teórico, sino más bien por el conocimiento adquirido de muchas series de fantasía y anime.
Pero el anime tiene que tener una base de verdad, ¿cierto?
Cerró sus ojos, con fuerza, aparecieron arrugas alrededor de sus párpados, su mentón apretado, como si quisiera forzar algo a aparecer, intento mantenerlo así.
—No debes de forzarlo—dijo uno de los gremlins—tienes que sentirlo de manera natural, como tus miembros—
Bueno, Subaru no pensaba en sus propios miembros cuando los usaba, solo los usaba.
—¡Eso no fue un buen consejo!—Se quejó.
Los gremlins rieron ante la exclamación de su maestro, Subaru refunfuño, sintiéndose un poco insultado pero lo dejó pasar, entendía que era parte de su naturaleza.
Aun así se sentía insultado.
Estúpidas criaturas.
Tontos secuaces.
Subaru los reprenderá con fuerza más tarde, si sentían el descontento de su creador, no decían nada.
Volvió a concentrarse, intentando con desesperación encontrar algo, algo que le diga que podía realizar ese tipo de milagros, ese tipo de eventos sobre naturales.
Se sacudió cuando una hoja cayó encima de él, para este punto no debería de ser un gran problema, considerando todo lo que paso, pero aun así le molesto, seguía siendo un poco frágil.
—Nada—Se dijo.
Saco su libro, la sensación incomoda volvió a aparecer, Subaru quería quitarse esa sensación de una vez, tal vez invocando, haciéndolo desaparecer y repitiendo hasta que se acostumbre.
Miro con atención las palabras, sabía que no habría nada, pero un poco de esperanza no le vendría mal.
Nada.
—Nada de nada, ¿eh?—dijo desanimado.
La misma lista, las mismas palabras, nada había cambiado, era mucho pedir, mucho progreso en un tiempo
Lo volvió a meter en su cuerpo, con un quejido de incomodidad, termino el proceso, era una cosa desagradable, pero podía sentir que se acostumbraba, como un niño acostumbrándose a la sensación angustiante de la aguja de jeringa.
Era una porquería pero era algo que se podría acostumbrar, tendría que acostumbrarse, porque no quería seguir sintiéndose mal cada vez que lo usaba.
Con decepción volvió a su entrenamiento, meditando, tanto como podía.
Los monstruos no dijeron nada, solo ponían más nerviosos a Subaru, era la sensación de que estabas haciéndolo peor cuando alguien te miraba con atención, era una porquería.
Se imaginó a sí mismo, tocando con suavidad, moviéndolo en un estanque cristalino, creando ondas por la superficie, lentas pero seguras, era una sensación agradable al tacto, relajando un poco su mente.
Siguió con esa sensación, como si una mano en su interior se humedecía, era una sensación fresca.
–¡Lo sentí!–exclamó de repente.
Los gremlins se sobresaltaron, pero en un momento se recuperaron, con risas y volteretas, haciendo gala de su agilidad para sus muy pequeños cuerpos, estaban felices de que su maestro tuviera alguna mejora, incluso si solo era un primer paso muy precario.
–¡Ahora vamos a aprender a hacer un hadouken!–exclamó, levantándose de un salto, con los brazos extendidos y una sonrisa de triunfo en sus labios,
–¡Por supuesto, maestro!–exclamó uno.
–A la orden, maestro–otro aceptó la idea con facilidad.
Subaru se dio cuenta con rapidez lo mala idea que era dejarse llevar por sus emociones cuando ellos estaban cerca, ellos solo dejarían fluir el caos con tanta fuerza como pudieran sin ninguna preocupación por los demás.
–Mejor empecemos con un hechizo de agua–era el elemento menos volátil en el que pensaba Subaru.
–Muy bien maestro–su voz perdió energía, no dijo nada que pudiera decir que estaba enojado, pero podía sentir que estaba un poco desanimado.
Si era porque no iba a ver un hechizo destructivo, entonces era mejor que estuviera desanimado, Subaru pensó que era la mejor opción para todos, no solo para Subaru, sino también para ellos, ya habían usado demasiado el fuego en un lugar tan inflamable como lo era un bosque seco.
–Un hechizo de agua estaría bien–
–Primero debes de visualizar el hechizo, puedes hacer un gesto, un canto o algo para ayudarte a visualizarlo, luego tienes que imaginar mover tu maná y darle la forma que imaginas–
Subaru espero más instrucciones, pero no provino nada más.
–¿Eso es todo?–preguntó inseguro.
–Si, señor–
Subaru estaba pensando en que tal vez los gremlins no eran tan buenos profesores como pensaba.
Aunque, ellos le pudieron enseñar a como sentir su maná, así que Subaru no iba a ser tan malagradecido como para decirles que no servían como maestros.
–Muy bien–
Subaru cerró los ojos y extendió las manos.
–Espera–
Se dio la vuelta, extendió las manos, antes apuntando a los gremlins, ahora a un árbol, sería una desgracia derramar agua sobre sus maestros, ahora en vez de eso, el agua salpicaría hacia la corteza de un árbol, Subaru apunto, con las piernas cruzadas y el brazo derecho extendido.
–Concéntrate–
Estaba pensando en una bola de agua, algo simple, chocando con fuerza contra una persona para empujar, Subaru se divirtió ante la imagen que había creado en su cabeza, su sonrisa llena de confianza se iba esfumando cuando chocó contra su primer objetivo.
–Despacio, maestro–uno de los gremlins aconsejo viendo la notable frustración en Subaru.
Y es que, el primer paso era fácil, abrió los ojos, mirando cómo se intentaba formar un charco en el aire.
Exclamó sorprendido, pero tan pronto su concentración se rompió, también lo hizo lo poco que pudo hacer con el hechizo, como una salpicadura en una piscina, el resultado para cualquier observador era el de un fracaso, miro la tierra mojada, solo lo suficiente para mojar la superficie.
Subaru miro el resultado de su poca habilidad.
–Menos mal que es solo agua–
–Aún no puede visualizar el maná manifestándose como un hechizo–
Uno de ellos estaba mirando el lodo, otro estaba vigilando, si se podía llamar así, el camino por el que en algún momento vieron a alguien, a Subaru a veces se le paraba el corazón al pensar en cómo reaccionaría una persona normal al ver a los gremlins.
Había tentado mucho la suerte, en realidad ahora que lo recordaba, la primera persona en un carruaje los había rechazado con toda la violencia posible en un corto tiempo, así que pensó que meterlos más en el bosque sería una buena idea.
—Otra vez—se dijo Subaru, no iba a darse por vencido por un fracaso.
Y de nuevo extendió su mano, esta vez mantuvo sus ojos abiertos, esta vez, estaba dispuesto a derramar su alma en el esfuerzo.
Era también una oportunidad para ser útil, para poder dar pelea a los enemigos que los acechaban.
Pudo ver con maravilla infantil como el agua empezaba a formarse, frente suyo, como un aguacero llovizna deteniéndose creándose en el aire.
Era espléndido, por un momento su firmeza flaqueo y eso fue todo.
–Diablos–dijo frustrado, de nuevo, un error.
Miro la tierra mojada unos momentos, antes de volver a intentarlo.
—Otra vez—se dijo.
La tercera era la vencida, sino, sería la cuarta.
De nuevo, lo intentó, ante la vista de sus invocaciones, esta vez, más frustrado, pero mucho más decidido, el agua volvió a aparecer frente suyo, esta vez mucho más claro, como una piscina haciéndose en el aire.
–Vamos–
Como si intentara dirigir un rio hacia una dirección específica y darle una forma como si fuera arcilla, pudo crear su primer hechizo.
El agua tenía una forma de pelota, con movimientos extraños como si tuviera espasmos, intentando deformarse, pero no sucedería, en vez de eso, Subaru hizo que aquel arroyo de maná saliera disparado y la esfera de agua siguió el mismo rumbo.
Con emoción, vio que en realidad, la fuerza del impacto hizo que se sonara fuerte, como un martillazo directo al tronco, fuerte y firme.
Levantó los brazos, en señal de victoria.
–¡Si!–exclamó, feliz, por fin, había hecho posible lo imposible.
Pero su euforia terminó de forma rápida.
De repente, sintió algo en su interior, era como recibir un bofetón desde lo más adentro de su ser, lo hizo gimotear de dolor, prolongado y profundo, la sensación no duró más allá de unos segundos, pero fue lo suficiente para incapacitar a Subaru unos momentos.
Se quejó con fuerza, agarrando el centro de su pecho.
Parpadeo, intentando enfocarse de nuevo.
–¿Qué fue eso?–preguntó a sus invocaciones, entre jadeos.
No duró mucho, pero la intensidad era suficiente para no ser ignorado de ninguna manera.
–¿Qué le sucedió, maestro?
–Sentí como si algo me golpease desde adentro–
Uno de ellos se acercó, puso una mano en la pierna de Subaru.
–¿Eh?, ¿Qué haces?–
–El maestro tiene poco maná–explico–No es capaz de hacer hechizos pequeños sin recibir daño, esto es como un músculo nuevo, intentando hacer un esfuerzo adicional–
Subaru gimoteo, frustrado.
–¿Y no se les ocurrió decirme eso?–
–Lo lamentamos, maestro–dijo uno, disculpándose de manera exagerada.
–De verdad, lo lamentamos mucho, maestro–dijo otro, arrodillados y presionando su frente contra el suelo.
–No habíamos conocido un caso similar al suyo, maestro–respondió otro.
Subaru no podía culparlos, en realidad, eran como recién nacidos, tal vez su conocimiento era más instintivo que teórico y no había una forma fácil de sacar a relucir sus habilidades mágicas.
—Maldición—
Pero al menos ahora podía usar un ataque desesperado, al igual que tener una sola bala en una pistola.
Si la bala fuese más lenta, más débil y más difícil de hacer, además de dañarte cuando la usas.
—Aún tengo mucho por lo que trabajar—
Pero no abusara de su entrenamiento, iría lento, una vez al día al menos, era una situación bastante poco alentadora, pero este era recién el comienzo, así que desde allí solo subiría nuevas alturas, cada vez más y más hasta llegar a la cima.
–Maestro–uno de los gremlins le llamó la atención–Lo mejor que podemos hacer es entrenar tus reservas de maná hasta que usted puede realizar un hechizo sin hacerse daño, pero no ahora, ahora necesitas descansar–
Subaru se frustró aún más, pero no dijo nada, su único logro era demasiado pequeño para ser considerado un logro en sí mismo, pero aun así, era su logro, uno que fue empobrecido por su incapacidad mágica.
Se tumbó en el pasto, con los ojos cerrados, dejó que los ecos de una sensación de dolor se desvaneciera en su mente.
Subaru dejo que la sensación de calma se apoderase de su cuerpo un momento, antes de sobresaltarse al escuchar movimiento a detrás suya.
Giro todo el cuerpo para ver una mujer de piel verde, Florence había aparecido con Leto trayendo consigo el baúl.
–Hemos regresado maestro–
La bruja de los bosques noto la expresión de sorpresa y pánico en su rostro.
–¿Le hemos asustado, maestro?–preguntó la única mujer del grupo, su voz sonaba preocupada por su invocador, tal vez la única persona en el mundo del que de verdad se preocupaba porque fue hecha para ello desde su núcleo–Mi mas sinceras disculpas mi señor, si pudiera ofrecer lo que deseé de mi para compensarlo, lo haré con gusto–
Esas palabras sonaron suaves pero golpearon las hormonas de Subaru con la fuerza de un mazo.
–¡N-No!–tartamudeo, con el rostro rojo–¡No tienes que decirlo así!–le regaño.
–Muy bien, maestro–Florence aceptó sus palabras sin ningún atisbo de duda ni enfado, con una calma casual y natural.
Su voz aún hacía estragos en el corazón de Subaru, tal vez era parte de la naturaleza de Florence, como una bruja, seductora y atrapante, como un depredador intentando atraer a su presa.
Pero no con su maestro, nunca contra su maestro.
–Estaba intentando hacer un hechizo–explica Subaru mientras Leto dejaba el baúl en el suelo, a Subaru no podría importarle menos si el baúl de madera se ensuciaba–Me fue mal–
–Tal vez pueda ayudar al maestro–
–Si, creo que lo mejor es intentarlo–dijo, pero no tuvo la fuerza de voluntad para levantarse–en unas horas, tal vez–
Bueno, eso fue todo, gracias a por leerme, se que tarde mucho por un capitulo muy tranquilo, intentare ser mas constante, por otro lado, ya vieron que el problema de maná de Subaru sigue existiendo incluso en este mundo, no voy a facilitarlo.
Los problemas, como siempre, irán viniendo, poco a poco.
Feliz semana santa.
