Finalmente llegó el momento para el desenlace de la batalla.
Sasha ya había dado su aprobación para el plan que Seiya formuló desde un inicio, a pesar de que no quiso hacerlo, a estas alturas ya no le importaba.
- Por favor diosa Athena, déjenos ir con usted a esto – le decía Dohko a la peli morada, pero esta negó con la cabeza.
- Lo siento, sé que quieren ir conmigo, pero tanto tú como Shion tienen un deber que hacer ¿no? – a pesar de la protesta del castaño, el lemuriano asintió.
- Así es – sin más, Sasha se hizo un pequeño corte y esa gota de sangre la metió dentro del cuerpo del chino el cual se quedó en silencio.
- M-Mi corazón… ¿qué le pasa?
- Con mi sangre en tu cuerpo, tu corazón latirá solo 100 mil veces por año, esta es la técnica de los dioses, el Misophetamenos, con esto podrás vivir mucho tiempo y ayudar a Shion en el futuro, cada año será un día para tu cuerpo – ahora Sasha se dirigió hacia el peli verde – Shion, a partir de ahora serás el Patriarca y estarás atento a lo que pase todo este tiempo hasta mi regreso.
- C-Como usted lo ordene.
- ¡Vamos Seiya! – el Caballero de Pegaso asintió por lo que sin más ambos se fueron de ahí, dejando a los dos Dorados con sus nuevas tareas asignadas a futuro, mientras viajaban al Inframundo, más específicamente hacia los Campos Elíseos, el castaño se quedó pensando un poco en otra cosa, pero no se guardó en absoluto nada.
- ¿Estás nerviosa?
- Un poco, pero si estoy contigo, no tengo que temer.
- Al menos llevas tu armadura divina, yo llevo la mía, con eso creo que podremos derrotar a Hades y acabar de una vez con estas guerras – el chico sonrió – luego, te llevaré a vivir conmigo a Japón.
- Te amo – los dos siguieron su camino en donde enfrentarían su destino.
Y así fue como ambos dieron todo de sí en esa lucha para definir el destino de las guerras.
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El tiempo pasó y en el Santuario de Athena se respiraba algo de paz, todo luego de un periodo de meses en donde las reparaciones del Santuario se llevaron a cabo.
Shion pensaba mucho en su diosa ya que luego de su ida al Inframundo, no supo de ella ni de Seiya, aunque al final, se dio cuenta que el Rey Hades había sido vencido de una vez por todas.
- Diosa Athena, Seiya, gracias a ustedes podremos descansar, pero seguiremos en nuestra lucha para que el planeta siga siendo un lugar para nosotros – el peli verde se decía mirando al cielo pensando en las dos personas que lograron derrotar al rey del Inframundo.
Mientras tanto, en el País de Yamato, Seiya cumplió su promesa y se llevó a la diosa de la guerra a vivir con él.
Ambos construirían una casa en donde vivirían por el resto de sus vidas mortales, pero igual había otra cosa más.
- ¿Q-Quieres… qué cosa?
- Quiero follarte Sasha, no tienes idea como te tengo ganas – la peli morada estaba sonrojada por eso, ella era una diosa que guardó un voto de castidad desde la Era Mitológica, pero ahora diferente ya que estaba ahí y su pareja quería acostarse con ella.
- P-Pero es que… es mi primera vez en la historia.
- Eso no decía Saori en el futuro – susurró el chico el cual fue a besar el cuello de la diosa la cual sintió un escalofrío en su cuerpo.
No solo eso, sino que la mano derecha del Caballero fue al pecho de la chica la cual gimió al sentir como esa zona era apretada, su cuello seguía siendo besado.
La lengua de Seiya lo hacía lentamente, pero esta vez no dejaría que eso acabara ahí ya que dejó de jugar con el cuello de la diosa y fue bajando hasta que llegó a su pecho.
El vestido le estorbaba un poco, no solo eso, sino que el sostén de vendas que traía Sasha lo hacía también. Con su fuerza de Caballero, Seiya lo arrancó sin causarle daño a su amada.
Sasha se sorprendió por eso, pero no se quejó ni nada, dejó que el castaño siguiera haciendo lo que deseaba. Al final, los labios de Pegaso fueron a los pezones de la diosa que la hizo gemir, además del cosquilleo que emanaba de su cuerpo e iba a su zona intima.
Ya mirando eso, Seiya no perdería tiempo y terminó por quitarle por completo el vestido a Sasha, además de desnudarse él, quedando ambos como nacieron.
Ahora el Caballero de Pegaso pudo contemplar como era su diosa en todo el sentido de la palabra. A plena vista, se veía los pechos de Sasha y eran grandes, pero verlos al desnudo era algo que excitó mucho al oji marrón, así como sus caderas y piernas bien hechas, dignas de una deidad.
Por el lado de la peli morada, esta tragó saliva al ver a su Caballero, más específicamente hacia su pene el cual era de buen tamaño, no solo su cosmos era así de grande.
- ¿M-Me va a meter eso aquí? P-Pero no sé… si me quepa – pensaba la italiana con un enorme sonrojo sin despegar su mirada del miembro del castaño.
- ¿Lista?
- Este… es que… no sé…
- No te preocupes, al inicio te dolerá, pero luego te gustará bastante – la chica se acostó y Seiya le abrió las piernas y dio frotes de su pene con su húmeda vulva.
Eso fue algo que Sasha no pensó en sentir, pero el chico entró en ella, el gemido de dolor se escuchó de la boca de la diosa.
Athena había perdido la virginidad luego de su voto de castidad dando hace milenios, y todo a manos de su Caballero más fiel.
Y así pasó un momento hasta que su interior se fue acostumbrando al pene de su amado, cosa que cuando se le pasó, iniciaría la acción.
La cama rechinaría cada vez con más y más fuerza mientras Seiya aumentaba la fuerza de las embestidas, el chico se sentía liberado al sentir como su pene era succionado por las paredes vaginales de Sasha.
Para la diosa, esto era una sensación que nunca había experimentado, ahora entendía porque su padre Zeus se la pasaba con muchas mujeres y es que el sexo era lo mejor, ese placer era lo más grande que había sentido.
- S-Seiya… ah… a-algo viene… algo viene…
- Sí bebé… ahí viene… ya lo siento – el chico solo sonrió sintiendo esa presión en su pene.
Esto siguió por un momento, el balanceo del Asesino de Dioses seguía con más fuerza, así mismo la intensidad de los gritos de Sasha eran evidentes, se escuchaba en todo el lugar, pero todo llegó al clímax del acto.
Con una fuerte estocada, Seiya empujó lo más que pudo en el interior de Sasha quien dio un fuerte grito, el semen del castaño se disparó por montones en el útero de la peli morada. El movimiento del chico siguieron, pero a medida que pasaban los minutos, este iba en disminución hasta que se detuvo.
Los dos trataban de recuperar el aliento, pero Seiya solo salió de su amada quien gimió por eso y ambos se acostaron mirando al techo de la casita.
- ¿Cómo se sintió?
- Fue de lo mejor… y yo que me quejaba tanto de los demás dioses que solo se la pasaban en eso – Sasha decía con una sonrisa – parece que tenías experiencia.
- Digamos que pasaron cosas, pero lo importante es que lo pasaste bien – río el Caballero, pero en eso, la diosa se subió encima suyo jugando con su miembro – vaya, apenas perdiste la virginidad y parece que tienes más ganas de hacerlo.
- ¿Qué puedo decir? Es que me gustó esta sensación, además, como tu diosa, tienes la tarea de complacerme.
- Como usted ordene – exclamó Seiya con gracia, pero este solo dejó que la diosa lo montara como si fuera un caballo, aunque su constelación si era uno.
La cama rechinó no solo por esa ronda, sino que por varias horas.
Los gemidos de Sasha se escuchaban por toda la casa, gritando el nombre de Seiya y lo placentero que era ese acto entre los dos.
Cuando acabaron y decidieron dormir, Seiya fue a sus pensamientos en donde justo estaba acostado sobre el suelo cuando su hermana menor apareció.
- Parece que te gusta pasar en la cama con ella – Shoko decía y esta se sentó a horcajadas del chico, ambos se encontraban desnudos.
- Vamos, sabes que cuidaré de Athena como dije.
- Lo sé, pero… me da celos que no pueda estar contigo para tener sexo como lo haces con ella – la peli rosa suspiró – pero bueno, no puedo tocarte como desearía, pero como te dije, reencarnaré en 200 años.
- Y te estaré esperando hasta entonces, estoy seguro de que cuando muera, seguiré conservando mis recuerdos gracias a que desperté el Noveno Sentido, así que no te preocupes.
- De acuerdo… por mientras tendré que soportar como te coges a Sasha.
Seiya despertó encontrándose con que ya era de mañana, el Sol apenas daba en el techo iluminando el cuarto cerrado. A su lado estaba Sasha acostada en su pecho, los dos seguían estaban como quedaron en la noche luego de toda su actividad amorosa.
- Seiya – la voz de Sasha interrumpió el silencio de la habitación, el castaño la miró mientras se estiraba un poco.
- ¿Cómo has dormido?
- De maravilla – susurró esta sentándose, la sabana cayó dejando sus pechos al aire. El chico solo los vio un momento, Sasha se sonrojó un poco, pero luego lo dejó pasar – ¿y tú?
- También de maravilla, teniendo a una mujer como tú a mi lado, quien no estaría feliz.
- Me alegro – los dos se pusieron de cariñosos, pero en el proceso se calentaron y todo volvió al acto amoroso que tanto les gustaba hacer.
Los gemidos de nuevo inundaron la habitación, lo mismo que el rechinido de cama en donde ahora el Caballero de Pegaso la tenía en 4 a la diosa. Sus embestidas eran fuertes y rápidas, algo que a Sasha le gustaba bastante y le pedía más.
- Ah… más fuerte… más rápido…
- ¿Quieres afuera… o adentro?
- A-Adentro… acaba adentro… no la saques – pedía la peli morada, cosa que el Caballero asintió y haría lo que su diosa quería.
Y quién diría que la unión de ambos daría muchas cosas en el futuro.
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Los años pasaron y así como muchas cosas cambian, con la relación de Sasha y Seiya no fue así ya que lo de ellos no cambió, se quisieron tanto como pudieron. Gracias al despertar del Séptimo Sentido de Seiya, este pudo vivir mucho más que un humano normal, ni que decir de Sasha al ser una diosa.
La pareja tuvo varios hijos los cuales rápidamente fueron formando sus propias familias, aunque estos formaron un poderoso clan el cual, por ilógicas de la vida, serían los Kido que en el futuro serían la familia adoptiva de Saori.
En la misma casa en donde vivieron por muchas décadas, se notaba a unos ancianos Sasha y Seiya quienes estaban uno al lado del otro.
- Es hora de que nos vayamos al más allá.
- Así es – la peli morada le dio una sonrisa cálida a su hombre – gracias por haberme hecho tan feliz Seiya… espero verte de nuevo en mi siguiente reencarnación.
- Y así será… volveré a protegerte como es debido – los dos se dieron un último beso antes de que sus consciencias se fueran de sus cuerpos.
Ambos murieron juntos y sabían que volverían a verse.
Y sus almas volverían a este mundo.
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Años después…
El Santuario de Athena lucía tranquilo, Shion seguía como el Patriarca y en eso, notó en el cielo como las estrellas se ordenaban para dar a conocer que la diosa Athena iba a descender a la Tierra.
Sin embargo, en la cuna en donde estaría, pasó algo que nadie se esperaría y para el ex Caballero de Aries, fue algo sin precedentes.
- ¿Qué quiere decir esto? ¿Qué demonios ha ocurrido? – en la cuna de la diosa, no había una Athena… habían dos.
Lo que nadie sabía es que se llevaría a cabo una guerra entre ambas Athenas, y Seiya de Pegaso, sería determinante en esto.
Pero eso, era harina de otro costal.
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FIN.
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Y hasta aquí el capítulo de hoy.
Corto, pero entretenido de escribir este fic y como dije, fue inspirado en la historia del autor Kira no Kami a quien considero un crack escribiendo.
De seguir así, creo que publicaré la secuela de esta pequeña historia en donde veremos la historia de las dos Athenas y como Seiya batallará en esta lucha.
Sin más, este ninja se despide y nos vemos en la próxima.
Bye.
