3 meses después, principio otoño 2021
Molly cogió el móvil con las manos aún llenas de harina. Se las limpió nerviosamente en el delantal y pulsó el número de Fred.
— ¿Mamá? me pillas con la escoba.
— Pon la radio.
— ¿Qué ocurre? —preguntó Fred, más serio, y Molly escuchó sus pasos y lo visualizó entrando a la trastienda.
— Ha habido una explosión. En el edificio de la fiscalía.
Oyó el teléfono caer y a lo lejos el sonido de la radio. A continuación, otras dos voces y finalmente alguien recuperó el teléfono.
— ¿Mamá?
— Ron, hijo. ¿Tu hermano?
— Se han ido, los dos. Yo… te voy a colgar ahora, ¿vale? voy a llamar a Harry, su padrino también trabaja allí.
— De acuerdo. Contadme más tarde, por favor.
— Sí.
Ron colgó el teléfono de su hermano y se lo guardó en el bolsillo. Cogió aire profundamente y se movió para apagar la radio. Volvió a coger aire y sacó su propio teléfono.
— ¿Ron?
— Harry, ha habido una explosión en la fiscalía.
— ¿Disculpa?
— Lo están diciendo en la radio.
— Mierda, Sirius.
— Yo… voy a cerrar y acercarme. Hoy había una reunión allí, creo que Draco, Charlie y Oliver se reunían con la fiscal Granger.
— Joder, Ron. Te veo allí.
— Sí.
El caos en la calle en la que estaba el edificio de la fiscalía era grande, mucha gente había acudido en busca de información de sus seres queridos. A Ron no le costó localizar a sus dos hermanos, con su altura y color de cabello destacaban como un faro en casi cualquier multitud.
— ¿Sabemos algo? —les preguntó, tendiéndole a Fred su teléfono.
— No hay cobertura aquí, han puesto inhibidores mientras buscan otros explosivos.
Estuvieron allí, bajo el sol de principio de otoño, durante un rato que se les hizo muy largo, aunque la verdad fue que no superó la media hora, hasta que por fin la puerta del edificio se abrió y salieron dos camillas, una con un herido y la otra con una bolsa negra que hizo que el público reunido guardara silencio.
Diez minutos después, las puertas volvieron a abrirse y comenzó a salir gente caminando por su propio pie. El aire se llenó de exclamaciones de alivio y de los nombres de aquellas personas en las voces de sus seres queridos. Los tres hermanos Weasley respiraron tranquilos y sonrieron de idéntica manera cuando el último grupo salió, parpadeando por el sol de mediodía. Junto a las barreras quedaban muy pocas personas, así que Draco los distinguió sin problemas y se acercó, caminando muy rápido, hasta tirarse a los brazos de George.
Ron miró al frío abogado, abrazado fuertemente a su hermano, y luego a su otro hermano. Fred tenía los labios apretados y miraba a la fiscal Granger con tal fuerza que parecía que la estaba invocando. La joven morena seguía junto a las puertas del edificio hablando con un hombre mayor cuyo aspecto gritaba policía. Ambos tenían gesto grave y ella además se sujetaba una mano vendada con fuerza contra el pecho.
— Ronnie.
Se giró para encontrar a su hermano Charlie y a Oliver, con aspecto pálido y nervioso. No dijo nada, pero abrazó a su hermano y a su cuñado con alivio. Solo entonces vio a unos metros a su mejor amigo abrazando también a su padrino. Sintió alivio por él al verlos alejarse juntos.
— Voy a… —se detuvo para aclararse la garganta— voy a apartarme un poco para llamar a mamá, está muy preocupada.
— Nosotros vamos a volver al centro, a contarle a Remus —intervino Oliver.
— ¿En serio? —preguntó George, sin soltar a Draco— Yo diría que esto es motivo para tomarse el día libre.
Draco rio, sorprendiéndolos a todos, una risa baja mientras frotaba la frente contra el hombro de su novio.
— Te quiero, George. Y sí, yo me tomo el día libre.
A Ron, que tenía el teléfono en la mano y había dado un par de pasos ya, le pareció que la cara de su hermano cambiaba como si fuera la primera vez que escuchaba esas palabras. Y por lo poco que conocía a Draco, era posible que así fuera.
===o0o===
Hermione se despidió del detective Moody estrechando su mano izquierda. Con pasos menos firmes de lo que le gustaría, se acercó por fin a la persona que no había dejado de mirarla en la última media hora. Fred se había quedado allí, al otro lado de la calle, con los brazos cruzados sobre el pecho, solo.
— ¿Qué te ha pasado? —le interrogó él, con las cejas bajas y un tono de enojo que no le había escuchado hasta entonces, nada que ver con su habitual buen humor.
— La explosión fue a unos metros de mi despacho. Salí a ver qué había pasado y la persona que repartía el correo estaba en el suelo, con las manos y el pecho reventados. —Sintió que se ahogaba y le costaba seguir hablando— El paquete estaba a mi nombre, Fred…
Fred abandonó su postura reservada para dar dos pasos hacia ella y abrir los brazos, dejándola elegir. Ella negó con la cabeza, limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano.
— Me quemé con uno de los fragmentos mientras intentaba hacer algo por él. Se llamaba Colin, estudiaba derecho, yo…
Rompió a llorar con fuerza, de un modo tan devastador que Fred mandó al demonio la respetuosa distancia y la abrazó. Ella se aferró con la mano sana a su chaqueta a la par que le golpeaba el pecho con la mano herida.
— Shhh —le sujetó con cuidado— no creo que esto sea bueno para las quemaduras.
— No puedo más —confesó Hermione, con la cara pegada a su pecho.
— Sí puedes, Hermione. Ya has llegado hasta aquí, vas a meter a esa gente entre rejas —le respondió con seguridad.
— Tengo miedo. Le oculto cosas a mi madre para que no sepa que están en peligro.
— Si se tratara de mi madre yo también tendría miedo de que me pillara mintiendo —trató de bromear él.
— Fred, por favor…
Él sacó de su bolsillo un paquete de pañuelos de papel y le ofreció uno.
— No puedo evitarlo, Hermione. Estoy hecho para sacarte una sonrisa.
A ella se le escapó una, pequeña pero satisfactoria. La vio secarse con cuidado la nariz y los ojos y erguirse, recuperando su aplomo habitual.
— Me gustaría acompañarte a casa ahora. Y no —la interrumpió cuando abrió la boca para protestar—, no vas a trabajar más hoy. Necesitas un descanso e ir a casa, si mi madre lo ha escuchado en la radio, puede que la tuya también. Y los móviles han estado sin cobertura, si está intentando localizarte estará muy nerviosa.
— Mierda —masculló ella, mirando su mano herida— no va a haber manera de ocultarle esto, ¿verdad?
— Diría que no —le respondió, echando a andar junto a ella— ¿Aún tienes escolta?
— Moody me ha dicho que después de esto no me libro de que me sigan a todas partes, así que supongo que andan por ahí, sí.
— ¿Crees que es casual? Que haya llegado hoy el paquete, cuando ibas a reunirte en tu despacho con los del Centro.
— La policía ha planteado lo mismo. Y se preguntan como lo han sabido, la reunión ni siquiera estaba anotada en mi agenda.
Fred siguió caminando junto a ella, consciente de la presencia de una policía de paisano a unos metros tras ellos, con las manos en los bolsillos para evitar la tentación de pasarle el brazo por los hombros o coger su mano. Ella le había pedido espacio después de seis meses tratando de conseguir una oportunidad y él se lo había dado, pero su interés por Hermione no había menguado ni un ápice. Todo en ella le gustaba, desde su afilada inteligencia hasta su manera de ejercer la maternidad.
— ¿No vas a decir nada? ¿No hay un comentario ingenioso?
Él se encogió de hombros y levantó la mano para llamar a un taxi.
— No hay nada que pueda decirte ahora que alivie esta tensión, leona.
— Moody cree que hay alguien dentro de la fiscalía pasando información a la gente de Riddle. Ha habido ya varias cosas… gente que desaparece cuando la vamos a interrogar, otras pequeñas explosiones e incendios, parece que les gusta el fuego. Y el paquete de hoy… no estaba marcado por correos, alguien lo había dejado en el carrito de la correspondencia.
— Lo encontraréis.
— Creo que sé quién es —susurró ella mientras subían al taxi.
— ¿Se lo has dicho a la policía?
Ella negó con la cabeza, algunos rizos que se habían escapado de su recogido flotando de manera encantadora a su alrededor.
— Si lo hago y me equivoco, habré hundido la vida de un colega en vano, Fred.
— Personalmente tengo una fe infinita en tu intelecto, fiscal. Llama mañana a ese detective.
— ¿Mañana?
— Hoy ya vas a tener bastante con hablar con tu madre, me temo.
— Oh, dios —gimió Hermione, escondiendo la cara en las manos.
— Puedo subir contigo, si quieres. Como apoyo moral puramente amistoso.
— Eso haría que mi madre llegara a conclusiones y luego no habría forma de convencerla de que no estamos juntos.
— Ops.
Hermione le miró de soslayo, apreciando la sonrisa pilla. Requería una gran fuerza de voluntad no caer en la atrayente alegría y buen humor de Fred. Y no era insensible a sus pecas, su altura y sus manos fuertes. O a como le brillaban los ojos al mirarla. Estaba, en definitiva, consumiendo una gran cantidad de energía en resistirse a su atracción por ese hombre.
— Yo… te agradezco el apoyo. —Puso la mano buena con cuidado sobre el antebrazo de Fred— Cualquier otro se habría alejado después de la quinta negativa.
— Respeto tus argumentos. Y, a riesgo de sonar patético, prefiero hacer las cosas en tus términos a tener que alejarme de ti.
La fiscal se mordió la lengua para no decirle que eso, lejos de ser patético, le hacía aún más atractivo.
===o0o===
4 meses después, invierno de 2022
Remus dejó el periódico sobre la mesa. La noticia de la última semana era la dimisión del fiscal Crouch. El escándalo había revuelto de arriba a abajo a la fiscalía y obligado al fiscal general a solicitar al de delitos sexuales su dimisión. A juicio de Remus, y de mucha otra gente, era algo que debería haber salido del viejo fiscal, conocido por su rigidez y su apego a la ley, en el momento en el que se había sabido que su hijo, colocado por él como administrativo en las oficinas de la fiscalía, era el responsable de las filtraciones de información de la investigación de la fiscal Granger sobre el grupo liderado por Tom Riddle.
Apuró su taza de café y se puso de pie para salir de su despacho. En horario de mañana, el centro estaba bastante tranquilo, lo habitual era que solo los trabajadores de horario completo estuvieran por allí, ocupándose del trabajo administrativo. En el pasillo se topó de frente con el abogado del Centro, que caminaba rápido obviamente de camino a la oficina del director, leyendo un documento con cara de concentración.
— Sigue sin ser conveniente leer mientras caminas, Draco. ¿Cuál es la prisa? —le reconvino con burlona suavidad.
— Granger pidió una orden para el ADN de Crouch hijo. —Le tendió el papel mientras seguía hablando, obviamente impresionado por el trabajo de la fiscal— Coincide con una de las muestras del caso de Oliver.
Su jefe cogió el papel, leyendo en diagonal rápidamente la abundante jerga legal para llegar a la parte final que confirmaba que el ADN le identificaba como uno de los agresores. Soltó aire, impresionado también.
— ¿Sabías que lo había pedido?
— No. —Negó con la cabeza, recuperando el papel y metiéndolo en la carpeta que llevaba bajo el brazo— En realidad buscaban su ADN en el paquete explosivo que mató a Colin Creevey, comprobar si había coincidencia con nuestro caso fue una corazonada de Granger.
— ¿Se lo has dicho a Oliver ya?
Volvió a negar y alzó la mano para apartarse el flequillo de la frente. Remus sonrió un poco al ver el brillo del anillo en el dedo de Draco.
— Granger me ha pedido que esperemos un poco a decírselo, la policía está investigando el entorno de Crouch en busca de posibles socios que participaran con él en el ataque. Esto —Le mostró la gruesa carpeta levantándola en alto— es bueno, Remus, Granger podría conseguir que se reabriera el caso de Oliver como causa independiente.
— Es estupendo. —Sonrió ampliamente— Ahora puedes hacerme caso y cogerte unos días para viajar con tu flamante marido.
Draco se sonrojó y acarició con el pulgar la brillante alianza, aún estaba haciéndose a la idea de que era un hombre casado.
— Hablando de eso… la madre de George nos exige una comida de celebración. Ya sabes, porque nos casamos sin avisar y todo eso. El domingo, en su casa.
— ¿Me estás invitando?
— Te estoy invitando y avisando a la vez de que va a venir Sirius, que también está bastante molesto conmigo, casi más que mi suegra.
El rostro habitualmente bondadoso de Remus se nubló un poco con la mención de Sirius. Draco se acercó un poco más y le habló bajo, mirándole a los ojos.
— Remus, es un buen hombre y está loco por ti.
— Para mí ese barco ya partió, Draco —respondió Remus, dando un paso atrás—. Pero no te preocupes, iré el domingo a tu celebración.
Iba a responder cuando sintió su teléfono vibrar.
— Discúlpame —le dijo a Remus, cambiándose la carpeta a la otra mano para sacarlo del bolsillo.
Sonrió al mirar la pantalla. Junto a "Mi glorioso esposo" se podía ver un selfie que se había hecho George la noche anterior mientras él dormía en el sofá con un libro sobre el pecho. No sabía cómo lo conseguía hacer sin que se diera cuenta, pero George le cambiaba cada día la foto que salía cuando le llamaba y el nombre con el que lo tenía registrado en la agenda.
— ¿Hola? —respondió, dejando la carpeta sobre su escritorio, de vuelta a su despacho.
— Esposo mío, luz de mi vida.
Movió la cabeza, divertido.
— Fred, no cuela.
— ¿El secreto para distinguirnos está en haber tenido sexo con uno de nosotros? —cuestionó su cuñado, infantilmente molesto porque le había pillado.
— Es una teoría que quizá a tu madre le hiciera gracia —le respondió, recostándose un poco en su silla.
— Vade retro, satanás, nombrar a mi madre en una conversación sobre sexo.
— ¿Qué quieres Fred? —Optó por cortar antes de que el diálogo se volviera más absurdo— ¿Y por qué tienes el teléfono de George?
— ¿Has hablado ya con la leona?
Draco dejó el teléfono sobre el escritorio y puso el manos libres.
— He hablado con ella hace veinte minutos, pero de trabajo. ¿Por qué no se lo dices tú?
— Es tu boda.
— Y tú el que quiere que venga.
El abogado sonrió victorioso cuando escuchó claramente el bufido de su cuñado al otro lado de la línea. Poder manejar los tira y afloja verbales con Fred eran, en palabras de Percy, la manera de certificar que ya era un Weasley más.
— ¿Quieres algo más? Tengo trabajo.
— Me caías mejor cuando solo eras el novio un poco borde de mi hermano.
— Me adoras, Freddy. Y devuélvele a George el teléfono.
Otro bufido y Draco directamente colgó el teléfono, riendo por lo bajo. Después, dejó vagar la mirada por su nuevo despacho. Poco más de un año desde que parecía que todo se hundía a su alrededor, la vida le había dado una voltereta extraordinaria, o al menos así lo definía su tía Andrómeda.
Sobre la mesa, acarició con la punta de los dedos la foto que había colocado allí apenas dos semanas antes. En ella, posaban enseñando sus brillantes anillos y mirándose el uno al otro de tal manera que sentía un hormigueo de felicidad cada vez que la miraba.
Sorprendentemente, su tía había apoyado su arranque de locura posterior al incidente del paquete bomba.
— Voy a pedirle a George que se case conmigo.
La cuchara de Dora cayó ruidosamente en el plato, salpicando sopa en todas direcciones. Andrómeda miró a su hija con censura y luego a su sobrino.
— ¿Lo has pensado bien?
Draco soltó aire y dejó la cuchara con cuidado. Se secó los labios con la servilleta y la dobló antes de volver a colocarla en su regazo con gestos pausados.
— El otro día, cuando explotó el paquete en la fiscalía hice algo que no había hecho nunca desde que empecé a trabajar en el Centro.
Andrómeda se limitó a hacerle un gesto con la mano para que siguiera hablando.
— Me cogí el resto del día libre.
— Tienes una seria adicción al trabajo —se burló su prima, repantingándose en la silla con un brazo apoyado en el respaldo, ganándose otra mirada admonitoria de su madre.
— George me llevó a su casa, me preparó una infusión relajante y me desperté tres horas después acostado en su cama.
— ¿Te quitó el susto con un polvazo?
Le sacó la lengua a su prima, divertido por su irreverencia.
— No, al menos no en ese momento. — Andromeda bufó con la risita de su hija— George estaba allí, vigilando mi sueño, llevaba todo ese tiempo despierto. Entonces me di cuenta de que él también había pasado miedo por mí. Y que yo, cuando sonó la explosión lo que sentí fue no haberle dicho hasta ese momento que le quería.
— Al grano, Draco.
— Creo que me merezco alguien como él para siempre.
— Estoy de acuerdo.
Los dos jóvenes miraron a la viuda Tonks con sorpresa. Ella, impertérrita, tomaba cucharadas de sopa, ignorándolos a los dos.
— ¿Estás bien, mamá?
— ¿Por qué no debería estar bien? Aparte del hecho de que podría haber perdido a mi sobrino en una explosión o en un incendio porque insiste en ser un idealista.
— Tía…
Ella le hizo callar con un gesto imperioso de la mano.
— Es tu vida, Draco, la que has elegido, y lo respeto. Si casarte con George va a hacer que te cuides más para que no haya otra persona sufriendo por ti, lo apoyaré.
— Creía que te parecería precipitado.
— Estas hablando con alguien que se fugó con su novio del instituto y se casó embarazada, hijo. Que las circunstancias precipiten los hechos no siempre quiere decir que sea un error. Y personalmente admiro como ese chico te ha sacado de tu cascarón.
El sonido del teléfono sacó a Draco del recuerdo. De nuevo en la pantalla el rostro divertido y pecoso de su marido le sonreía, haciéndole sonreír en reflejo.
— Si eres Fred otra vez voy a colgar —advirtió al aceptar la llamada.
— Un mes casados y ya tratándome así… creo que necesito un buen abogado.
— Lo que necesitas es vigilar mejor tu móvil para que tu copia no me llame para pedirme cosas.
— Pensaría mal de esa frase si no estuviéramos hablando del rey de los heteros.
— No menosprecies mi capacidad para llevar a hombres muy heteros a la confusión bisexual.
— No menosprecio ninguna de tus capacidades cariño —ronroneó George.
— Te gustará saber que estás en el manos libres.
— No me avergüenza decir que estoy loco por ti delante de nadie, deberías saberlo ya.
Draco rio y cogió el móvil para convertir la llamada de audio en vídeo.
— ¿Echabas de menos ver mi bella cara?
— A todas horas.
George sonrió ampliamente y le lanzó un beso.
— Por desgracia ambos debemos trabajar, no está bien visto que nos pasemos las horas muertas tonteando.
— Tú has llamado, pelirrojo.
— Acertado como siempre, mi bello cónyuge. Te sorprenderá saber que mi madre por fin ha decidido qué vamos a comer y me pide que nos aseguremos de que nadie sea alérgico.
— De acuerdo. ¿Nos pasará un menú entonces?
— Eso espero, porque adivinos aún no somos. Está un poco nerviosa, no sé lo tengas en cuenta.
— No lo hago, más bien me siento un poco culpable. Podríamos haber hecho todo esto de otra manera y ella…
— Oye, principe, yo estuve de acuerdo. Tiene más hijos para una boda por todo lo alto. ¿Sabes algo de tu prima? Tengo ganas de conocerla.
— Dora es impredecible. ¿El novio de Ron?
Draco había escuchado hablar del esquivo novio bastante a George y a alguno de sus cuñados, pero aún no lo conocía. Y por lo que le habían dicho la pareja pasaba otra de sus épocas malas.
— ¿Harry y Neville vienen?
— Creo que sí.
— Pues eso responde a tu pregunta. Si Harry y Neville vienen, Blaise no lo hará.
— Muy maduro.
— No le pidas peras al olmo, Draco. ¿Te ha pedido Fred que hables con Granger?
— Sí. No quiero ponerla en una situación violenta.
— ¿Por Fred? Ellos tienen este acuerdo extraño, confío en que pedirle que venga no lo vulnera. Vosotros estudiasteis juntos.
— Eso es estirar mucho la realidad. Coincidimos en el tiempo en la facultad, eso es todo.
Un toque en la puerta hizo que Draco apartara la mirada de la pantalla.
— Un momento. Tengo que volver al trabajo, cariño.
A George se le esponjó el gesto con el apelativo.
— Te veo luego en casa, corazón. Pasa buena tarde.
— Igualmente. Vende muchos juguetes.
===o0o===
A pesar de haber crecido allí, Fred no había visto nunca la casa de sus padres tan atestada. Habían intentado convencer a su madre de comer en un restaurante, o al menos de esperar al buen tiempo para poder celebrar en el jardín, pero Molly había sido inamovible: uno de sus hijos se había casado, había que celebrar.
Había gente dispersa por el comedor, el salón y, para molestia de Molly, incluso en la cocina y el vestíbulo. Fred estaba recogiendo vasos y platos para llevarlos a la cocina, porque obviamente su madre se había negado a usarlos de cartón. Entró en la cocina, saludando con la cabeza al pasar junto a Percy y Fleur.
Dejó todo en el mostrador y observó las ordenadas pilas un momento antes de soltar aire y remangarse.
— ¿Yo aclaro y tú los metes en el lavavajillas? —preguntó una conocida voz desde la puerta.
Al girarse se dio cuenta de que en la cocina estaban solos él y Hermione. Asintió y abrió el lavavajillas. Ella dobló también con cuidado las mangas de su blusa rosada y se apartó la melena de la cara justo antes de abrir el grifo y pasar el primer plato. Trabajaron en silencio un par de minutos, hasta que Hermione necesitó preguntar.
— ¿Estás bien? Creo que no te había visto tan callado como hoy.
— Sí —respondió él, sin mirarla, como si colocar platos sucios en el lavavajillas de su madre fuera una obra de ingeniería que reclamara toda su atención.
— Fred...
El pelirrojo suspiró. Se incorporó, cerró el lavavajillas y se acomodó contra el mostrador con los brazos cruzados sobre el pecho para mirarla.
— George y yo no nos hemos separado nunca. Este último mes, desde que se ha ido a casa de Draco, yo… es raro estar solo en casa y saber que ya va a ser así. Y me siento mal, porque los veo y sé que son felices y quiero alegrarme por mi hermano.
Hermione cerró el grifo y se secó las manos, sin dejar de mirarlo. Dio un paso lateral y se colocó frente a él, apoyando ambas manos en los brazos apretados contra el pecho de Fred.
— Creo que solo un gemelo puede entender realmente la pérdida que sientes. No eres un mal hermano, puedes estar triste. ¿Se lo has dicho a George?
— No, claro que no. ¿Para qué hacerle sentir mal?
— Porque lo habéis compartido todo siempre.
Fred torció un poco el gesto y apartó la mirada.
— No es justo que seas tan lista y siempre tengas las palabras adecuadas, Hermione.
— Creo que sobrevaloras mi inteligencia —respondió ella con suavidad, apretando un poco más el agarre en sus brazos.
— Puede que sea porque me cuesta pensar con claridad cuando estás tan cerca. Estoy triste y vulnerable y a punto de perder la cabeza y besarte, así que igual es mejor que te alejes un poco.
Ella parpadeó, y abrió la boca para contestar, pero justo en ese momento se abrió la puerta y Oliver y Charlie entraron con más platos y vasos. Fred se apartó del mostrador y en el mismo gesto Hermione se apartó de él. Los cuatro permanecieron allí, treinta segundos de tenso silencio, y luego ella salió rápidamente de la cocina bajándose las mangas de la blusa mientras él se colocaba ante el fregadero para seguir enjuagando en silencio, sin ver la mirada que intercambiaban su hermano mayor y su novio.
===o0o===
La tarde transcurrió entre charlas, grupos de personas que se hacían y deshacían. A la hora del té, Sirius estaba ayudando a Draco y George a repartir otra ronda de tarta y té, así que aprovechó para acercarse a Remus, que parecía estar echando miradas fugaces a la puerta.
— ¿Planeas huir? —le preguntó, tendiéndole un trozo de tarta.
— Creo que va siendo hora ya —respondió su viejo amigo, aceptando igualmente el dulce.
Sirius se dejó caer junto a él, con una taza de té entre las manos. Estaban sentados en las escaleras que subían a la planta superior, en el vestíbulo. Desde allí se veía con claridad el salón en el que un grupo de jóvenes estaban dispersos por sofás y sillones, charlando y riendo.
— ¿Nosotros éramos así?
El susurro de Remus hizo que lo mirara de refilón. Tenía los ojos brillantes y una mancha de chocolate en la comisura del labio. Con delicadeza, usó su índice para limpiarlo, acariciando de paso con ese dedo justo debajo de su labio inferior.
— ¿De jóvenes o de felices? —cuestionó Sirius igual de bajo, colgado de los ojos dorados de Remus.
— A veces me preocupa estar perdiendo los buenos recuerdos —le confesó, vulnerable.
— Podemos crear nuevos. La felicidad no es una exclusiva de los jóvenes, Rem.
Remus parpadeó varias veces, mordiéndose los labios y abriendo y cerrando las manos. Sirius conocía las señales de nerviosismo, las había visto muchas veces en su juventud cuando Remus tenía dificultades para gestionar las emociones de los demás, así que se echó hacia atrás. Aprovechando el espacio, el otro hombre se puso de pie.
— Yo… voy a despedirme de los Weasley. Discúlpame.
Y cogió del perchero su abrigo antes de internarse en la casa. Sirius se quedó allí sentado, bebiendo su té, con la mirada clavada en el plato de tarta a medio comer de Remus, abandonado sobre el escalón inferior.
— ¿Qué haces aquí solo? —le preguntó un rato después la voz preocupada de su ahijado.
— Nada. Solo pensaba—respondió, poniéndose de pie y tomando la taza y el plato.
Harry sonrió, comprensivo, y le pasó el brazo por la espalda para guiarlo hasta el salón y sentarlo junto a él en el sofá, en donde enseguida el grupo de jóvenes lo acogió e incluyó en sus conversaciones. Aún así, alguien lo pilló siguiendo a Remus con la mirada cuando volvió de despedirse y se dirigió a la puerta, acompañado del señor Weasley.
— Oye, Sirius, ¿le estás tirando los tejos a Remus? —preguntó George con complicidad.
— Eso es un eufemismo —bromeó Oliver—. Yo diría que lo está acosando más bien.
Por un momento, Harry miró preocupado a su padrino, esperando que la conversación le afectara, la cara que tenía cuando le había encontrado en el vestíbulo no era precisamente la del Sirius positivo de siempre, pero enseguida lo vio acomodarse más en el sofá, cruzar una pierna sobre la otra y aceptar una copa de champán, dejando salir su habitual sonrisa descarada.
— Cuidado con las acusaciones, que hay una fiscal presente.
Hermione, que estaba sentada entre Draco y Percy, rio y desestimó la broma con un gesto de la mano.
— Creo que a todos nos gustaría ver a Remus acompañado. Te animo a seguir, Sirius el acosador.
— Fiscal, eso es un error, es como echar gasolina al fuego —bromeó Harry.
— Y podrías animar a otras personas a unirse a la moda de acosar —apuntó Oliver.
Hermione lo miró con una ceja levantada y Harry supo que ahí había una conversación entera. Luego ambos miraron hacía Fred, que seguían repartiendo copas de cava entre los demás invitados. Draco, que bebía de su copa en silencio, fiel a su estilo tranquilo y callado, miró un momento en la misma dirección y luego a Hermione, que se sonrojó ligeramente y bajó la mirada.
===o0o===
Final de septiembre 2022
Como siempre, la fiscal Granger era la última en abandonar su oficina. Pero al parecer no la única en haber estado trabajando de más, porque al salir por la puerta se encontró una conocida figura rubia esperándola, con una mano en el bolsillo y en la otra un maletín.
— Hola. ¿Me esperabas a mí?
— Sí. He venido a menores y he pensado que podía esperarte y acompañarte al metro.
Hermione se sorprendió, hacía frío para esperar en la calle, pero igualmente echó a andar junto a él.
— ¿Qué ocurre, Draco? —cuestionó por fin.
— George está preocupado por Fred —respondió el abogado, directo al tema que le había llevado allí, no tenía sentido andarse con rodeos, no con Hermione.
— Y tú por George —completó ella.
— Supongo que va con el matrimonio. ¿No me vas a preguntar qué le preocupa a George?
— Fred está triste, callado y no habla con George —respondió, sin atisbo de duda.
— Vale, veo que estás al día —concedió Draco.
— Últimamente hablamos a diario. Bueno, normalmente yo hablo y él escucha, tampoco conmigo está muy conversador.
— ¿Sabes qué le pasa?
— Creo que no está llevando bien vuestro matrimonio.
Draco se cambió el maletín de mano y uso la derecha para apartarse el pelo de los ojos, un gesto que la observadora Hermione conocía ya, era el que yacía cuando algo le atravesaba su fachada fría y necesitaba reordenar sus ideas para asumirlo.
— No es nada que hayáis hecho, Draco. Es que Fred está acostumbrado a ser la mitad de un todo y a cuidar de George y eso ahora ha cambiado, necesita habituarse. Le sugerí hace meses que lo hablara con George, pero ya veo que no me ha hecho caso.
— Yo había llegado más o menos a esa conclusión, sólo que creía que también tenía que ver contigo.
— ¿Conmigo? —preguntó Hermione, sorprendida.
— Yo no me resistí, no jugué con George.
Ella se detuvo en la acera, con el ceño fruncido.
— Yo no juego con Fred. Le dije desde el principio porqué no podía salir con él y le ofrecí mi amistad.
— ¿Y esos motivos siguen vigentes?
— Son puramente profesionales, Draco.
Volvieron a caminar, para tranquilidad del policía que les seguía a ambos en ese momento.
— Respeto eso, Hermione. Pero estoy seguro de que tu gran inteligencia puede buscar una salida y daros a los dos la oportunidad que merecéis. Te he visto mirarlo, no puedes negarme que estás enamorada de él.
— Yo… —balbuceó Hermione, incapaz de encontrar una respuesta adecuada.
— Hace un tiempo, Sirius me dijo que tú y yo nos parecemos mucho. Y he descubierto que ponemos la misma cara cuando miramos a nuestra parte de esa increíble pareja de gemelos. Piénsalo. Yo trataré de que hablen, sin revelar lo que hemos hablado, claro.
Ella parpadeó, pero no respondió, solo siguió caminando junto a él hasta la cercana estación de metro.
===o0o===
Tarde de Nochebuena 2022, casa Weasley
El timbre sonó a las siete de la tarde. Las órdenes de Molly decían claramente que la cena se serviría a las ocho, así que la mayoría de los hermanos y sus parejas se reunían ya en la casa.
— Ron ya no sabe usar las llaves —comentó Charlie mientras iba hacia la puerta con una cerveza en la mano.
Pero el que estaba al otro lado de la puerta no era su hermano menor, sino una mujer de baja estatura, con un traje sastre impecable y un sobre apretado en la mano.
— Fiscal Granger —saludó sorprendido.
— ¿Puedo pasar?
— Claro, claro —respondió, apartándose de la puerta.
Ella taconeó hacia el salón, haciendo que la familia guardara silencio al verla entrar.
— Disculpen que interrumpa la celebración , pero queria informarles en persona.
Y le entrego el sobre a Draco. El rubio le pasó su copa de vino a George para usar las dos manos para abrirlo y sacar varios documentos.
— Ya hay fecha para el juicio de Crouch hijo —informó a todos, después de revisarlos—. Y el juez va a comenzar la instrucción del caso contra Tomas Riddle por tráfico de personas.
Todos se giraron a mirar a Oliver, que boqueaba en shock.
— Vamos a hacerte justicia, Oliver —le dijo Hermione, acercándose a abrazarle.
— Gracias, Hermione —murmuró el, devolviéndole el abrazo.
— No me las des aún. Yo me voy a centrar en el caso de Riddle, la nueva fiscal de delitos sexuales llevará el tuyo. Vengo de hablar con ella, tienes mi palabra de que irá a por todas.
— Confío en ti, aunque habría preferido que…
Ella negó con la cabeza.
— Yo se lo he pedido.
Oliver la miró con las cejas arqueadas, pero ella no le explicó, sólo buscó con la mirada a la causa de esa decisión justo cuando salía de la cocina hablando con su madre y una cerveza en la mano.
— ¿Qué ocurre? —cuestionó, al darse cuenta del silencio que había en el salón.
— ¡Hermione! Que grata visita —saludó Molly, acercándose a la fiscal para darle dos cariñosos besos en las mejillas.
— La fiscal ha venido a decirme que mi juicio finalmente va a salir como causa independiente, Molly —le explicó Oliver, alejándose para coger a su cuñado Fred del brazo y acercarlo—. Y estaba a punto de explicarnos porqué ha decidido pedir a otra fiscal que lleve el caso.
Los ojos de Fred se abrieron más aún cuando Hermione se giró para poder verlos a todos y, con las maños profundamente metidas en los bolsillos del abrigo gris, explicarse.
— Además de que llevar los dos casos supone una carga excesiva y el riesgo de no prestarle la atención necesaria, le he pedido a la fiscal Bones que se haga cargo porque no es correcto llevar un caso en el que la víctima es un familiar.
Más de uno la miró confuso, pero ella sólo tenía ojos para Fred en ese momento.
— Yo… te dije que no podía salir contigo mientras no se cerrara el caso. Te pedí paciencia y a cambio me has dado tiempo y una amistad incondicional en la que apoyarme todos estos meses, pero ya no puedo seguir diciéndome a mí misma que no es momento para estar juntos, porque cada vez que lo hago veo a Colin y recuerdo que todo es efímero y yo… me merezco esto. A ti, Fred. Si aún…
Las últimas palabras de su cuidadosamente elaborado discurso se vieron interrumpidas por un beso impetuoso que hizo que el resto de la familia empezara a aplaudir y silbar.
— Esto es un gran regalo de Navidad —murmuró Fred sobre sus labios al cabo de unos minutos— No sé qué hacer ahora con el colgante que te había comprado.
Hermione rio por lo bajo, aún con los ojos cerrados, tratando de recuperar la respiración. Agarrada con las dos manos al suave sweater de Fred, deseó haber hecho aquello sin público.
— No planeaba hacer esto así, pero…
— Ya no podías resistirte más a mis encantos.
Volvió a reír y abrió los ojos. Fred la miraba con una sonrisa radiante pero la sujetaba con las dos manos por la cintura, como si temiera que fuera a huir.
— Totalmente cierto. Lo siento si en algún momento has sentido que jugaba contigo, Fred. No ha sido mi intención…
— Ey —la interrumpió, apretándola un poco más contra él— Te lo dije, te dije que respetaría tus decisiones, y habría seguido haciéndolo.
— Eres…
— ¿La luz de tu vida?
Ella soltó una carcajada, echando la cabeza hacia atrás. Solo en ese momento se dio cuenta de que estaban solos en el salón, el resto de la familia había desaparecido. Eso le animó a volver a ponerse de puntillas y besarle de nuevo.
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Epílogo: San Valentín 2023
— ¿En serio? ¿Brighton? —preguntó Hermione.
— George y Draco tienen algo con las ferias.
— Hace un frío de mil demonios para subirse a una noria, Fred.
Sonriente, le pasó un brazo por los hombros a su novia. Su novia, ja, cada vez que pensaba en esa pequeña palabra inevitablemente sonreía y se daba a sí mismo una palmadita en la espalda por el trabajo bien hecho. Sentados en el tren, con George y Draco en los asientos contiguos perdidos en su propio mundo, recapituló mentalmente sus planes para ese día.
— Bueno, ellos pueden subirse a la noria. Tú y yo tenemos otros planes.
— ¿A sí?
— Sip —afirmó fuerte con la cabeza—. ¿Prefieres los autos de choque o el toro mecánico?
La cara de espanto de Hermione al escucharle le hizo romper a reír, llamando la atención de los pasajeros alrededor.
— Tranquila, leona. —Le besó la mejilla— He planificado un par de visitas culturales, hay una exposición floral que creo que te gustará, y una comida romántica en un restaurante sobre el mar. Te conozco, Granger.
— ¿Nada de algodón de azúcar?
— Eso me lo reservo para cuando llevemos a Rose al circo por su cumpleaños, parece que le encantaron los payasos.
— ¿Has planificado el cumpleaños de mi hija también? —preguntó con las cejas alzadas, pero no molesta— es en noviembre.
— Soy un organizador nato, ¿qué le hago? —respondió con fingida inocencia, encogiéndose de hombros
— No hace falta que la conquistes, creo que ella cedió a tus encantos el día que te conoció.
— Igual lo que quiero es hacer méritos de buen padre.
Hermione le miró con ojos de sorpresa.
— Fred, creo que es un poco pronto para eso.
Él se encogió de hombros y le robó una mano para enredar los dedos.
— Ella también me conquistó el día que la conocí. ¿O crees que solo te pretendo por tu encanto?
— No lo sé. ¿Cómo era aquello? mis ojos, mi pelo y mi… cultura.
— ¿Quieres que te cante todas mis alabanzas ahora que sé lo que hay debajo de todo eso? Porque podría ponerme poético con cada uno de tus lunares, pero eso nos llevaría a intentar convencerte para escondernos juntos en el baño y creo que no sería nada bueno para tu reputación.
Para su sorpresa, Hermione rio, con los ojos brillantes de picardía, y se inclinó para hablarle en el oído.
— ¿Ese restaurante romántico tendrá baños menos problemáticos?
— No he estudiado esa posibilidad, la verdad.
— Pues quizá hoy seamos improvisadores por una vez, cariño.
El apelativo iluminó la cara de Fred y estiró los dedos para meterlos en su melena y acercarla para besarla, ganándose un par de silbidos de su hermano y su cuñado.
