Capítulo 10

Erin estaba sudando bajo las mantas, pero no pensaba descubrirse la cabeza. No importaba cómo estuviese si la puerta se abriese, pero se sentía más segura así. Asomó los dedos y levantó la sábana que cubría su cabeza, mirando hacia la puerta.

El hecho de saber que prácticamente todas las noches esa puerta iba a abrirse, hacía que su corazón latiera muy fuerte y rápido. Estaba aterrorizada.

Las dos últimas noches su padre había llegado de madrugada a casa, a causa de varias urgencias, pero eso no hizo que ella descansara mejor. Se pasó las dos noches prácticamente en vela esperando. Sabía que esa sería la noche que volvería.

Cuando el tiempo pasó y la puerta no se abrió, su corazón empezó a latir con normalidad, y sus ojos se empezaron a cerrar. De pronto, el ruido de las pisadas en su habitación y la respiración agitada de su padre la despertaron de golpe, haciendo que comenzara a temblar incontrolablemente. Su pesadilla estaba a punto de comenzar de nuevo.


-Vamos dormilona, o te levantas ya o llegarás tarde a clase -la voz de su madre y la luz que entraba a raudales en la habitación después de que descorriera las cortinas la despertaron. Abrió despacio los ojos, pero los volvió a cerrar.

-Déjame dormir, mamá. No voy a ir a clase hoy -murmuró tapándose la cabeza con las mantas.

-¿Estás enferma, cariño? -Amelia destapó a su hija, y le puso la mano en la frente para comprobar si tenía fiebre-. No lo parece, pero voy a llamar a tu padre para que te revise.

-¡No hace falta! Ya me siento mejor -respondió rápidamente apartando las mantas y levantándose de la cama.

-¿Seguro? La verdad es que tienes mala cara.

-Estoy bien, mamá -esperó hasta que su madre hubiera salido de la habitación para levantarse y dirigirse a su baño privado. Se desnudó y se metió en la ducha. Cuando el agua tocó la piel herida de su cadera, soltó un sollozo. No porque le doliera físicamente (que también, por supuesto), si no porque le había fallado a Aaron. Le había prometido que no volvería a hacerlo, pero no había podido aguantar después de lo de la noche anterior. Sentía que era una persona débil, que había caído de nuevo en su adicción.

Se vistió, se secó el pelo, cogió la mochila y bajó a la cocina. Se sentó a la mesa dispuesta a desayunar, pero al ver la comida la comida se le revolvió el estómago. Se levantó rápidamente dispuesta a irse, y chocó con su madre en la puerta de la cocina.

-¿No comes nada? No deberías irte sin desayunar, Erin.

-No tengo hambre, mamá. Ya comeré algo en la cafetería. Y déjame en paz -las últimas palabras las murmuró, sabiendo que ella no las escucharía.

Aaron ya la estaba esperando cuando ella llegó al cruce. Frunció el ceño en cuanto la vio.

-¿Estás bien? Tienes una cara horrible…

-Tú si que sabes cómo tratar a una chica ¡eh! -respondió con ironía. El ceño del chico se hizo más profundo.

-Erin, ¿ha vuelto a pasar? ¿Por qué no me has llamado? Creí que había dejado de…

-Estoy bien, Aaron, no pasa nada -ella comenzó a caminar, pero él la agarró del brazo.

-Erin…sé que he estado un poco ausente, pero somos amigos, puedes contar conmigo para lo que sea.

Ella lo miró a los ojos, y sintió ganas de llorar. Quería que la abrazara para sentirse, aunque fuera por unos minutos, segura.

-Lo sé. Tranquilo, estoy bien -sonrió levemente y comenzó a andar, parpadeando rápidamente para alejar las lágrimas.

Aaron esperó unos segundos y la siguió. Debía estar más atento, puesto que estaba seguro que la noche anterior había sido demasiado dura para ella.


-¿Te has mirado al espejo esta mañana, Erin? Pareces un fantasma -dijo Amy con tranquilidad mientras se metía un caramelo en la boca.

Erin la miró de reojo, con cansancio. Estaba harta de que todos le dijeran lo mismo. Sabía que tenía mala cara, estaba pálida y con unas ojeras oscuras y pronunciadas, y sentía el cuerpo pesado que iba arrastrando por los rincones. Sin embargo, ni Amy ni su madre sabían lo que le pasaba, sólo Aaron podía tener una cierta idea de cómo se sentía.

Cruzó los brazos en la mesa y apoyó la cabeza en ellos. Cerró los ojos, deseando que todos desaparecieran a su alrededor. Amy acercó la boca a su oído y le llegó su aliento de menta cuando habló.

-Tranquila, todos tus males se acabarán el Viernes. Vamos a ir a la fiesta de Halloween de Toby Jackson.

Erin gimió sin abrir los ojos. ¿De verdad tenía que ir a esa fiesta? Era lo último que le apetecía en esos momentos. Sabía que a Amy le apetecía, empezaba a hacer un poco de vida social en sus clases y actividades extraescolares, pero ella no quería ir.

-No creo que vaya -murmuró sin moverse.

-¿Qué? Es la primera fiesta del curso, Erin, todo el mundo estará ahí. No podemos faltar.

Iba a contestar, pero la profesora de matemáticas entró en el aula y no pudo hacerlo. Se incorporó, se frotó la cara con las manos y abrió el libro. El día iba a ser muy largo.


El viento despeinó su flequillo cuando Aaron subió hasta las gradas, donde estaba Erin. Se preguntó durante un instante porqué estaría ahí cuando el frío de finales de Octubre invitaba a quedarse dentro. No creyó que le interesara mucho ver entrenar al equipo de atletismo. Al verla, incluso a cierta distancia, supo que necesitaba unos momentos a solas, igual que le pasaba a él en numerosas ocasiones.

-Hey, por fin te encuentro -se sentó junto a ella pero no vio reacción de su parte-. He ido a buscarte al aula de música y no estabas allí.

Erin movió ligeramente la cabeza, pero apenas fue visible. Aaron la miró en silencio unos segundos, luego cogió su mano y se la apretó. Se sorprendió un poco cuando ella le devolvió el gesto.

-Erin, sabes que me puedes contar lo que sea. Supongo que tendrá que ver con tu padre ¿verdad? A lo mejor deberías hacer algo…

Ella negó con la cabeza, mientras su cara se contraía en una mueca intentando no llorar.

-Es que…no sé si podré aguantar mucho más. Cada vez es peor.

Su voz se rompió al final de la frase y rompió a llorar. Aaron la abrazó, atrayéndola a su pecho. Acarició su pelo mientras le susurraba palabras de aliento.

Abajo, la ira llenó el corazón de Haley mientras los veía abrazados.

Continuará…