El cuarto de seguridad resultaba ser una de las estancias más estrechas del castillo, apenas con un perímetro de 2x2 metros; casi parecía una versión 'ampliada' de un cuarto de limpieza en comparación. Y como si eso no fuera suficiente, el espacio se veía aún más reducido por el equipo de seguridad, monitores, máquinas de escribir, armarios, libros, artefactos mágicos y otros trastos amontonados en su interior. Era evidente que la habitacion no podría albergar a más d ponis.
Ocellus, sentada al lado de Smolder, no se sentía incómoda por la estrechez del lugar, pero sí por el desorden que la rodeaba.
"Ni siquiera hay un tacho de basura..." pensó Ocellus frunciendo el ceño al ver a su amiga dragón tirar un chicle dentro de una bolsa de papel que encontró por ahí. Ocellus no había estado antes en ese cuarto; previamente, cuando sus compañeros se dividieron las tareas para vigilar el castillo, ella había preferido revisar el clima y los alrededores desde uno de los balcones. Gallus la acompañó, alegando que ya conocía el lugar, y ambos dejaron atrás a sus amigos para que se dividieran las demás tareas como quisieran.
No habían sido muy colaboradores con sus compañeros en ese momento; ahora, la situación era diferente.
"Ya regresan", murmuró Smolder, que estaba sentada frente a los monitores que mostraban los exteriores del castillo. Giró su silla hacia la puerta con la misma naturalidad de un ejecutivo empresarial. Ocellus intentó imitarla, pero la silla se trabó, obligándola a acomodarla torpemente por su cuenta.
Apenas se sentó de vuelta, la puerta del puesto de control se abrió e ingresaron Gallus y Silverstream.
Sin perder tiempo, Smolder fue la primera en hablar.
"Vimos todo lo que pasó afuera, Gallus, pero estos aparatos no tienen audio, así que no sabemos de qué hablaron. Ahora, dinos, ¿qué fue todo eso?" preguntó inquisitiva Smolder.
"Ojalá no lo supiera", dijo Gallus meneando la cabeza. A su lado, Silverstream se veía preocupada.
Gallus comenzó a contarles a sus amigos todo lo ocurrido con detalle. Smolder lo interrumpió varias veces haciéndole preguntas como "¿En serio dijiste eso?" o "¿No le preguntaste esto?" y otras más. Silverstream a su lado asentía a cada interrupción, ayudando a corroborar varios detalles. Ocellus, en cambio, se mantuvo callada. Sentada en su asiento, la tranquila cambiante solo escuchó atentamente todo lo que conversaban sus amigos.
Entonces, cuando Gallus por fin terminó su relato, Ocellus habló.
"Entonces ... eso fue lo que pasó", dijo Ocellus entristecida.
"Si así fue..." respondió Gallus. "¿No me vas a reprochar por que no fui más delicado con la consejera?"
"No", respondió Ocellus, mirando a otro lado.
Antes, cuando ella y sus compañeros fueron al puesto de seguridad alertados por la alarma en caso de ataque, descubrieron con sorpresa que la causante había sido nada más y nada menos que la consejera Trixie, quien por razones desconocidas había embestido contra la barrera mágica del castillo.
Aquel suceso desató una corta y acalorada discusión entre ellos. Saltaron preguntas como: ¿Qué hace ella aquí? ¿Por qué hizo eso? Sin embargo, cuando surgió la idea de ir a ayudarla, Gallus detuvo la charla con un rotundo "Alto".
Gallus entonces recordó a sus compañeros el acuerdo al que habían llegado con Starlight esa mañana. Con el objetivo de asegurar el viaje escolar del grupo, además de cuidar del castillo, debían evitar el ingreso de la consejera Trixie. Aunque no comprendía completamente los motivos, debían respetar las órdenes recibidas; de lo contrario, pondrían en peligro su tan esperado viaje de promoción.
A Ocellus esto le molestó. Ella sabía que Gallus había adoptado esta postura dura no porque estuviera preocupado por la realización del viaje de promoción, sino más bien por el rencor que tenía contra la consejera.
Sí, Gallus estaba muy molesto con Trixie.
Días después de la desastrosa invasión de los orquídea-pulpos, cuando se comenzó a indagar sobre las causas de la infestación en la escuela, Gallus hizo una grave acusación responsabilizando a la consejera Trixie de lo ocurrido. Él declaró que junto a otro compañero habían visto a la consejera ir y venir al biohuerto de la escuela a altas horas de la noche en un sospechoso comportamiento furtivo. Y aunque al principio sus declaraciones iniciales causaron cierto revuelo entre las autoridades, estas perdieron peso poco después. Cuando se le preguntó a su acompañante de esa noche si esto era verdad, él respondió que no estaba seguro si realmente se trataba de Trixie o si se trataba de algún otro poni. Esto se debía a que estaba muy oscuro ese día y no tenían iluminación en ese momento. Sumando el hecho de que, a diferencia de los grifos, los ponis no disponen de una buena visión nocturna. Solo Gallus había sido testigo de lo ocurrido.
Posteriormente, se recopilaron otros testimonios que describían el avistamiento de los orquídea-pulpos en el bosque Everfree en paralelo de aquellos días.
Al final, no se pudo responsabilizar a Trixie de lo ocurrido dada la falta de pruebas. Aunque dejó una gran sospecha, ya que no se podia explicar cómo pudo infestarse el biohuerto que se encontraba cerrado durante aquellas fechas.
Por supuesto, este resultado preliminar de la investigación indignó considerablemente a Gallus. Quien por varios días se alejó de la escuela y se quedó acompañando a Sandbar en el hospital. Ambos habían estado en la primera línea del ataque de los orquídea-pulpos, y tras un caótico enfrentamiento con las criaturas, Sandbar terminó siendo capturado por estas y luego usado para atacar a sus compañeros.
Este choque entre amigos causó un fuerte impacto en Gallus, quien despues de lo ocurrido, comenzó a declarar abiertamente a sus compañeros que definitivamente haría pagar al responsable de aquel incidente.
Y ahora... ese momento parecía haber llegado.
Ocellus consideró la posibilidad de reprocharle a Gallus su falta de amabilidad hacia Trixie, pero al observar por las cámaras de seguridad el lamentable estado en el que se encontraba la consejera, no tuvo la voluntad de defenderla. A Ocellus no le gustaba presenciar comportamientos irresponsables en los adultos, y mucho menos en alguien que ocupaba un cargo en una escuela. Estaba segura de que la intachable directora Starlight compartía su misma perspectiva, así que no anticipaba represalias por parte de la directora, incluso siendo tan amiga de Trixie.
Y sobre eso último...
"¿La directora esperaba que esto pasara? ¿Fue por eso que nos previno para que no le permitiéramos el ingreso?" pensó la cambiaformas. "Tengo un mal presentimiento..."
Ocellus agitó ligeramente sus escamosas alas, sintiendo una creciente tensión en los apéndices de su cola. Era una sensación semejante a la que sentía su cuerpo cuando se acercaba una tormenta.
"Bueno, bueno, ¿entonces la consejera celebró demasiado anoche? No me sorprende, sería la tercera vez que hace algo así que yo recuerde", dijo Smolder, mirando pensativa el techo de la habitación.
"¿Tercera vez?" preguntaron Ocellus y Silverstream sorprendidas.
"Hoo vamos, ¿no se los había contad? Fue el año pasado durante el cumpleaños de la directora. Armaron todo un escándalo en el ayuntamiento cuando ingresó al local para intentar cobrar un cheque firmado por la princesa Luna. Ja, ja, ja", rió Smolder alegre, recordando vivamente lo ocurrido ese día.
En aquella ocasión, Smolder se encontraba presente ayudando a la alcaldesa con varias tareas de gestión. Aproximadamente al mediodía, Trixie irrumpió en la sala de reuniones reclamando a todo pulmón la invalidez de su cheque a todos los presentes. Lo que pasó después fue predecible; se necesitaron al menos diez agentes de seguridad para contenerla. Claro que esto último sucedió después de que la unicornio cantara el himno de Equestria sobre el escritorio de la alcaldesa.
"Si tan solo hubieran tenido una cámara de video..." murmuró Smolder nostálgica. Luego, otro pensamiento cruzó la mente de la dragona. "Espera un momento ... ¿y qué pasó con eso de 'vengaré a mi amigo en nombre del honor de los grifos' que no parabas de repetir?" preguntó Smolder, arqueando una ceja y mirando inquisitivamente a Gallus, que acababa de tomar asiento.
Ocellus y Silverstream voltearon a ver a Gallus de inmediato. Lo que decía Smolder era correcto. Aunque Gallus se había mostrado muy frío y distante con Trixie, era sorprendente que no le hubiera sacado en cara el asunto de los orquídea-pulpos ni mostrado toda esa ira que esporádicamente solía soltar.
En su silla, un cansado Gallus giró los ojos con exageración.
"Vamos, solo estaba ventilándome un poco. Se llama disipación de ira. Eso nos enseñaron en las clases de la profesora Rainbow Dash, ¿recuerdas? Además, yo no soy tan apegado a las viejas costumbres de mi gente. Yo soy un grifo de pensamiento libre", repuso Gallus hinchando el pecho.
Smolder no le dijo nada en respuesta; en cambio, le dirigió una mirada escéptica a su compañero.
"Todo eso es muy bueno, chicos, pero... ¿qué hacemos ahora?" dijo de repente Silverstream.
"Hablaré con la consejera." respondió Ocellus seriamente "Gracias por tu ayuda, Gallus, pero será mejor que yo hable con ella a partir de ahora"
"Está bien", respondió Gallus con su característica indiferencia.
"Creo que eso tendrá que esperar", dijo Silverstream mirando a los equipo del cuarto.
"¿Por qué lo dices?" preguntó Smolder.
"Ella se acaba de ir", apuntó Silverstream señalando las pantallas vacías del exterior.
"Ah, ¿se fue? Bueno, ya no tenemos que preocuparnos por ella entonces", añadió Gallus con tono burlón.
"Uhmm. Realmente quería hablar con ella. ¿En qué dirección se fue?" preguntó Ocellus, pensando en enviarle una carta a Trixie.
"No estoy segura. La consejera solo abrió grande la boca como gritando y luego se teletransportó", respondió Silverstream, rebosando tranquilidad.
Arrastrándose entre las sombras, la presencia desconocida tomaba una nueva posición.
La presa había vuelto a escapar. Pero sabía que volvería. Solo debía ser paciente.
En los alrededores de la Escuela de la Amistad, en una mañana tranquila y relajante...
"SPLATTTTTTTTTTT". De una patada, Trixie abrió la puerta de su remolque, estremeciendo todo su interior; sin perder un segundo, se sumergió en la gran pila desordenada que eran sus pertenencias.
Necesitaba encontrar algo de inmediato. Lo necesitaba.
"¿DÓNDE ESTÁ? ¡HIP! ¿DÓNDE? ¡HIP!" murmuraba la unicornio con vehemencia, levantando una caja de bolas de billar. Con la misma desesperación de un perro diamante en una mina de carbón, se abrió paso entre las cajas, libros y otros paquetes amontonados.
Entonces, por fin, lo encontró.
"¡AJA! ¡HIP! ¡Aquí estás! ¡HIP! ¡Sabía que un día te necesitaría ¡HIP! ... ¡HAAAAAAAAAA! ¡TONTO HIPO! ¡HIP!" exclamó Trixie fuera de sí en un repentino ataque de frustración, pateando el suelo. El hipo que había obtenido un momento atrás se negaba a abandonarla.
Molesta por su estado, levantó sin cuidado la polvorienta caja que había encontrado y, rauda, salió disparada al exterior. Ya afuera, entre el hipo y la tos causada por el polvo, desgarró de inmediato la cubierta de la caja, revelando su verdadero contenido.
No era una caja.
Entre la multitud de pertenencias exóticas que estaban en su posesión, Trixie tenía una que bien podría ser su más grande y oscuro secreto, una que incluso Starlight apenas sabía de su existencia.
Frente a Trixie se encontraba un cofre de madera que destilaba antigüedad a su alrededor. Visible, entre las visagras y bordes metálicos cubiertos por óxido, aún se podía distinguir el brillo del magnífico trabajo del carpintero que lo había fabricado. Aunque su tamaño, igual al de una cartera, haría pensar a cualquiera que el tesoro que ocultaba, por muy valioso que fuese, terminaría siendo algo muy pequeño. Esto ultima sería una suposición ingenua y equivocada, ya que enmascaraba su verdadera naturaleza mágica.
En efecto, este era un cofre mágico, uno muy valioso y secreto al que Trixie no había usado desde hacía mucho tiempo. Es más, había jurado no volver a usarlo.
"Click, Click..." con su magia, Trixie abrió la cerradura encantada del cofre y un momento después, la tapa se abrió.
Fue como una ostra negra que se abría perezosa al sol, o más bien como un sepulcro. Dentro, algo semejante a una luz escarlata se filtraba al exterior.
Los ojos de Trixie resplandecían, reflejando el malicioso brillo que desprendía del interior. Una larga colección de pociones rojas idénticas se hallaba dentro del cofre. Apiladas una sobre otra, las pociones en botellitas de cristal se encontraban ordenadas dentro de un fondo con paredes de espejos que daba la impresión de contener el mismo infinito.
Esto era más que una simple ilusión óptica; era un verdadero mecanismo mágico que replicaba infinitamente aquellas misteriosas pociones rojas ocultas dentro del cofre. Una magia con un propósito muy útil e inquietante.
"¡Hip! Ahora verán lo que sucede, ¡Hip!, ¡CUANDO HACEN ENOJAR A LA GRAN Y PODEROSA TRIXIE! ¡Hip!" proclamó Trixie con orgullo, exhibiendo una sonrisa maliciosa en un rostro aún más contorsionado. Destapó una de las pociones y, decidida, se la llevó a la boca dispuesta a beberla de inmediato.
Sin embargo, se contuvo. Estando a punto de beber la poción, el frío contacto del cristal con sus labios la hizo congelarse, experimentando un breve momento de lucidez.
Repentinamente, en su hombro derecho surgió la viva imagen de una pequeña Trixie que representaba el bien dentro de ella. Con una voz suave y gentil, la diminuta figura imaginaria le habló desde lo más profundo de su conciencia
"¡No lo hagas, Trixie! Estás enojada y asustada por lo que podría sucederle a nuestra querida amiga Starlight, pero no necesitas ir tan lejos. Esto no es lo que ella hubiera querido de ti. ¡Debemos guardar calma primero!" le dijo serena y firme la angelical Trixie.
En respuesta, otra figura apareció de inmediato en su hombro izquierdo. Esta era la Trixie que representaba el mal dentro de ella. Con una voz grave y violenta le contestó a su contraparte.
"¡¿Guardar calma?! ¡¿Dónde has estado toda la mañana?! El futuro de Starlight podria estár en juego, ¡nuestra reputación ya está en juego!, los alumnos se han vuelto en nuestra contra y el tiempo se acaba. ¡Debemos contratacar ahora!" respondió con furia la diabólica Trixie.
"Esta no es la manera correcta de hacer las cosas, querida."
"¡Esta es la manera de la gran y poderosa Trixie!"
"No lo es."
"¡Que sí!"
"Que no"
"¡QUE SÍ!"
Atrapada en medio de esa absurda discusión fictisia, se encontraba desorientada Trixie, que no tenia idea de lo que estaba sucediendo.
"Basta... ¡Hip! ¿De dónde salieron ustedes? ¡Hip! ¡Fuera!" Con solo agitar su melena, ambas figuras imaginarias desaparecieron de sus costados. Sin embargo, a pesar de que sus alucinaciones se habían marchado, continuó agitando su cabeza de forma descontrolada hasta que, en un mal movimiento, tropezó y cayó torpemente al suelo.
"Esto es demasiado", murmuró de repente la unicornio, con césped en su boca y en una incómoda postura.
Trixie no estaba pensando con claridad, o más bien, no estaba pensando en absoluto... la noche anterior había consumido demasiada sidra y se había saltado el desayuno por la mañana. Su cuerpo amaneció pesado y, a pesar de ello, se lanzó a correr sin frenos hasta el castillo de Twilight. Ahora, con un cuerno irritado, su cabeza empezaba a dolerle.
Había alcanzado su límite.
Con mucho esfuerzo, una mareada Trixie se enderezó y tomó asiento desganada. Distraída, dirigió su mirada hacia el castillo.
Allí, a la distancia, estaba el hogar de su gran amiga, Starlight Glimmer. La primera poni a la cual pudo reconocer en su vida como una verdadera amiga. La misma poni que servía de ayudante en sus actos circenses a pesar de ser una hechicera más hábil que ella. La poni que cumplía su rol como directora de una escuela de forma ejemplar y que la había elegido a ella como su consejera más cercana...
Y ahora, la amistad con esa poni estaba en peligro.
¿No se suponía que debía dar todo de sí para proteger ese vínculo? pensó agotada Trixie.
Poco antes, los Young Six la habían plantado, impidiéndole el ingreso al castillo para que pudiera ver a Starlight. No solo eso, se enteró de que Starlight ya estaba en una reunión con el canciller Neighsay, lo que confirmaba sus peores temores.
Consternada, regresó a su remolque, tan asustada y enojada que incluso surgió en ella la loca idea de usar aquel viejo cofre de pociones que ella misma se había prohibido usar. Sin embargo, gracias a la fatiga, ahora empezaba a recuperar su calma. En medio de todo esto, ya no se sentía tan confiada para continuar con aquella idea.
"Ahhh ¡Hip!... ¿qué debo hacer ahora? ¡Hip!" murmuró desanimada Trixie.
Trixie quería volver; quería interrumpir la reunión de Starlight con el canciller en ese mismo instante. Quería decirle a su amiga lo mucho que lamentaba todo lo que había pasado. Decirle que todo era su culpa.
Pero no podía; el castillo estaba cerrado para ella, custodiado por aquellos chicos entrometidos...
"¡Hip! Ahhh ¿Por qué me pasan estas cosas a mí?... ¡Hip!" protestó de vuelta Trixie, en medio de su obstinado hipo y una renovada frustración que empezaba a dominarla.
Si no fuera por aquella pesadilla, probablemente nada de esto la estaría preocupando tanto y estaría descansando tranquila en su remolque... tomando sidra con panqueques de avena...
El estómago de Trixie emitió un rugido inconfundible. Tratando de ignorar la creciente hambre que se manifestaba en su interior, desvió la mirada hacia la poción roja que sostenía con su magia. El tétrico destello de la poción parpadeaba en medio de un susurro inquietante, instándola a que debía consumirla de inmediato.
Trixie giró los ojos aburrida.
"Sí, sí, ya lo sé, ¡Hip! eres maligna y me darás el poder que necesito para hacer lo que yo quiera ¡hip!" le habló molesta Trixie a la poción; esta obviamente no le respondió y continuó brillando con su luz hipnótica "Por otro lado ... ¡Hip! supongo que si no te uso ahora. ¡Hip! no tendría sentido haberte conservado todo este tiempo. ¡Hip! "
Trixie, agotada de seguir pensando, no le dio más vueltas al asunto, volvió a destapar la poción con su magia y se lo llevó a la boca.
Bebió su contenido de un solo trago.
La poción se derramó en su interior, provocando una extraña sensación de calidez que rápidamente se transformó en una erupción de calor que la inundó por completo. Una magia carmesí envolvió su figura como una llama ardiente; al instante, su hipo y cansancio se desvanecieron. Una fuerza y vitalidad la llenaron por completo, devolviéndole aquel porte orgulloso que tanto la caracterizaba.
La gran y poderosa Trixie estaba de vuelta.
"Sí, ya puedo sentirlo", murmuró Trixie, observando el fulgor de su propia figura. Llena de la nociva y poderosa magia que recorría su cuerpo, volteó a ver su remolque. Su mente bullía de ideas violentas sobre cuál sería su próximo movimiento. Tal era el efecto de la poción carmesí que reducia la moralidad y la razon a cambio de poder.
Así que, para Trixie, todo estaba claro ahora; ya que no le habían permitido el paso para ingresar al castillo, ella misma abriría su propio camino a la fuerza.
"Uhmm... quizá necesite llevarme solo lo necesario... no, pensándolo mejor. ¡Me llevaré todo!"
Con un solo movimiento de su cuerno, el remolque y Trixie se elevaron en el aire. Y, tras un repentino resplandor de magia, desaparecieron.
En uno de los balcones del castillo de Twilight...
"Espera... ¿LESSON? ¿El 'Escuadrón Divertido de Cumplimiento para la Supresión y Anulación de Pulpos Orquídea'?" exclamó Sandbar sorprendido al leer el periódico que le había pasado Yona.
"Profesora Pie insistir mucho en ese nombre."
"Suena muy forzado", comentó Sandbar mientras se rascaba la cabeza.
"Yona estar de acuerdo, pero siglas del nombre ser muy graciosas", respondió alegre Yona con una sonrisa. Sandbar le devolvio la sonrisa y continuó leyendo el periódico.
Dejando a su amigo concentrado en su lectura, Yona comenzó a revisar la maleta detrás de la silla de ruedas de Sandbar. Encontró los almuerzos que había preparado para sus amigos y, tras examinarlos un momento, confirmó que estaban bien sellados y aún tibios. Satisfecha, cerró la maleta, no sin antes devolver las tazas y el termo que previamente había sacado.
El mediodía ya estaba casi sobre ellos.
"Hora de comer estar cerca. Mejor ir avanzando hacia amigos para no llegar tarde al almuerzo."
"Sí, será mejor ir avanzando. No creo que haya algo más que debamos hacer aquí", respondió Sandbar guardando de inmediato el periódico que tenía.
Tanto Yona como Sandbar habían aceptado la tarea de vigilar los alrededores del castillo desde el balcón. Este habría sido un trabajo más apropiado para Smolder o Gallus, sin embargo, debido a ciertos impases que habían pasado entre sus compañeros, ellos habían terminado con esa labor.
Sandbar, que se encontraba en su silla de ruedas, observó la imponente barrera mágica que rodeaba el castillo. Aunque era una vista impresionante desde el interior, no lograba infundirle seguridad. Las cicatrices de su reciente accidente aún se manifestaban frescas en su cuerpo y mente. Un hormigueo inquietante persistía en sus patas traseras...
De repente, su campo de visión se oscureció. Algo tibio y esponjoso envolvió su rostro. Atrapado por los recuerdos de su anterior trauma, Sandbar entró en pánico y estuvo a punto de gritar. No obstante, se contuvo al reconocer la traviesa risa detrás de él. Estaba claro quién era la responsable.
"¡Yona!" reclamó Sandbar.
"Amigo Sandbar no deberia estar muy tenso, deberia reir mas, estar seguro entre amigos ahora." rió la gran Yak, retirando sus grandes pezuñas del campo de visión de Sandbar y dándole un afectuoso abrazo.
"Sí, está bien. Lo entiendo. Debo estar más alegre. El doctor lo dijo, pero me es muy difícil... aún siento esas cosas sobre mí en la noche. Haaa... ojalá fuera tan fuerte como tú, Yona."
"Sandbar ser fuerte, pero está herido. Yona lo ayudará a sanar." respondió Yona, dándole un pequeño beso en la frente.
Sandbar conmovido estuvo a punto de responderle a Yona cuando ...
Fue repentino.
La barrera mágica titiló y luego un estruendo semejante a un trueno resonó. Sorprendidos, el par de amigos rápidamente miraron abajo del balcón en dirección al estruendo.
Frente a las puertas del castillo, la barrera mágica ondeaba como si hubiera sido golpeada por un mazo gigante. Sin embargo, solo una pequeña figura se encontraba allí...
Un rayo de magia impactó contra la barrera mágica del castillo de Twilight, sacudiéndola hasta la base con una fuerza impresionante. La luz que emanaba de esa violenta agresión, parecida a una soldadura gigante a la distancia, habría sido visible incluso en Canterlot si el ángulo de su brillo hubiera sido favorable.
La responsable de tan colosal despliegue de poder no era otra que la mismísima Trixie con capa y sombrero.
Después de un largo minuto de ataque continuo que parecía una eternidad, finalmente, el poderoso rayo de magia cedió.
"Ha... Ha... ¿Aún no cae? ...", murmuró Trixie por lo bajo, resoplando frente a la barrera. Las cosas no estaban yendo como había esperado. Derribar la barrera con su poderosa magia y luego ingresar triunfal al castillo había sido su plan inicial. Pero, a pesar de su formidable esfuerzo, la barrera aún se mantenía en pie como un muro inexpugnable.
Esto enfurecía mucho a Trixie, pero había algo que la enfurecía aún más.
"¡Y USTEDES, NIÑOS, SÉ QUE ESTÁN AHÍ DENTRO! ¡SE LOS ADVIERTO, NO ME HAGAN ENOJAR MÁS, BAJEN LA BARRERA AHORA Y PROMETO QUE SU CASTIGO SERÁ MENOS SEVERO DE LO QUE YA ES!"
No hubo respuesta.
Trixie sabia que estaba haciendo un gran escándalo afuera del castillo; era imposible que los Young Six no lo hubieran notado. Sin embargo, hasta ese momento, no se habían hecho presentes.
"¡BIEN!" gritó Trixie explotando de impaciencia, dio un fuerte resoplido por la nariz y agitó su cuerno desafiante. Detrás de ella, la puerta del remolque que había traído se abrió, y varios objetos salieron flotando en fila, desfilando delante suyo.
"Umhhh, veamos... Bien, pero no... no... no... ¡Qué hace esto aquí! no...", enumeró Trixie sin cuidado los objetos más peligrosos que tenía dentro de su remolque. Explosivos C-4, trampas para abeja-osos, pergaminos hechizantes, un peluche de Twilight (que fue arrojado a la basura de inmediato), una raíz negra de eucalipto-everfang, entre otros.
A pesar de la peligrosidad de esos objetos, Trixie no parecía convencida de usar alguno hasta que...
"Aja," exclamó la unicornio. Enviando los otros objetos de vuelta a su remolque con un gesto rápido de su cuerno, Trixie apartó uno y lo acercó hacia ella con una sonrisa maliciosa.
"Es hora de usar armas pesadas..." razonó Trixie emocionada de pensar en lo que haría a continuación.
El objeto que Trixie usaría para hacer caer la barrera magica era una urna antigua.
Pero esta no era una simple antigüedad.
La urna antigua, tan grande como la cabeza de la propia Trixie, tenía un cuerpo similar a un cántaro de arcilla, de aspecto viejo y maltratado que pasaba desapercibido a simple vista. Sin embargo, en su boca ancha se encontraba adherido un fino y largo pedazo de papel amarillo, semejante a una gran etiqueta. En este papel se hallaban impresos, en tinta negra, intrincados caracteres ilegibles de una lengua olvidada. Para alguien con conocimiento sobre el mundo antiguo, estaba claro que este último era un talismán que servía de sello y advertencia para quien osara abrir esa reliquia.
Por supuesto, a Trixie esto no le importaba en absoluto, y retiró el sello de inmediato. Confiada en el poder que tenia entre sus cascos, avanzó hacia la barrera mágica elevando en alto la urna, y entonces proclamo:
"¡FANTASMAS DE EULFALIA! ¡YO, LA GRAN Y PODEROSA TRIXIE, LOS LIBERO! ¡MANIFIÉSTENSE Y SÍRVANME!" resonó su voz a todo pulmón, mientras la unicornio irradiaba la luz de su magia a su alrededor. La naturaleza enmudeció en ese instante. Todos los que podían verla y oírla volcaron sus sentidos hacia ella, expectantes del inminente y extraordinario suceso que se daría en aquel lugar.
Sin embargo, nada mas ocurrió.
Trixie, con la mirada fija en la urna y un rostro congelado de emoción, esperó durante varios segundos.
Nada pasaba.
La naturaleza, olvidándose del anterior sobresalto, retomó su curso.
"¡¿EN SERIO?!" explotó Trixie, con su paciencia al límite. Molesta, sostuvo la urna y comenzó a agitarla. "¡ME COSTASTE 3 SUELDOS ESCOLARES Y LOS AHORROS EN GASTOS EN ALIMENTOS EN ELLOS! ¡DEBES SERVIR DE ALGO!" gritó frustrada. Iracunda, la unicornio empezó a presionar la urna con su magia con el objetivo de abrirla.
Un grave error. Aquella rudeza era demasiado para aquella fragil reliquia.
Repentinamente, en medio de la presión que Trixie ejercía con su magia, una grieta se abrió en uno de sus lados. Alarmada, Trixie cedió de inmediato su agarre mágico. Pero era demasiado tarde. Antes de que pudiera hacer algo más, las paredes de la urna colapsaron y, como un huevo que choca con el suelo, los restos de la reliquia cayeron en el pasto desparramándose en todas direcciones.
Lo que antes era un valioso tesoro del mundo antiguo ahora era solo un montón de polvo y arcilla rota.
Una brisa solitaria barrió el lugar donde estaba una estupefacta Trixie.
"Ahhhh," rompió el silencio Trixie con un relincho lleno de ira, dando patadas al aire. Aunque esta conducta era impropia para una yegua adulta como ella, tenía motivos de peso para actuar asi. En su último viaje, había adquirido esa antigua urna en una subasta a un precio exorbitante, literalmente costándole los últimos ahorros y préstamos que aún le quedaban. A pesar de ser consciente del riesgo de esa compra, guardaba la esperanza de recuperar la inversión revendiéndola en el mercado negro de Canterlot.
Ahora veía cómo su inversión se diluía con el viento en medio de la pastura.
Después de desbocarse durante un largo rato, poco a poco Trixie se calmó. Exhaló varias veces, hasta que finalmente tomó un aire sereno y dijo:
"Está bien, Trixie, esto solo fue un contratiempo. La costosa urna que compraste, que supuestamente contenía a poderosos fantasmas capaces de destruir reinos enteros, resultó ser un engaño. No es tu culpa, son los demás que se aprovechan de ti. Cosas así te pasan a menudo. Ahora continuemos con algo más seguro ...¡LOS EXPLOSIVOS!" grito Trixie con tanta fuerza que casi se le escapa el sombrero, asi con este abrupto gesto de estrés dio terminó a su monólogo; era evidente que ya no quería pensar más en su reciente pérdida.
Así, sin más consuelo que decirse a sí misma, comenzó a avanzar hacia su remolque para...
Repentinamente, un sutil "Paff" resonó en el aire, y Trixie se encontró desparramada en el suelo. Sorprendida, miró debajo suyo...
Sus patas traseras se habían enredado con un papel amarillo. Era el mismo talismán sellador que había tirado un momento atrás.
Se levanto y, en un reflejo de rabia pura, Trixie arrancó el talismán de sus patas con su magia y lo arrojó contra la barrera.
No hizo ningún ruido al chocar. En un instante, el talismán se consumió en una bola de fuego verde.
Trixie, quien no le prestó más atención, le dio la espalda con desdén. Todo lo que tenía en la cabeza era encontrar sus explosivos C-4 y prepararlos para hacer estallar la barrera.
Sin embargo, donde el talismán se había consumido previamente, el humo resultante comenzó lentamente a arremolinarse, creciendo en tamaño y profundidad...
Mientras tanto... en el puesto de seguridad del castillo de Twilight.
"... deberías tener más confianza, deja que Smolder se encargue. ¡Hu! Ella conoce más sobre estos aparatos que nosotros", dijo Gallus, moviendo un pesado grupo de monitores.
"Sí, lo sé, pero... ¡ahh no puedo creer que esto esté pasando, justo ahora!" respondió Ocellus exasperada, buscando en una caja de repuestos.
"Siempre surgen contratiempos, aunque en serio debiste tener más cuidado con el panel de control."
"No pensé que fuera tan frágil y además ¡tú dijiste que el botón rojo era para desactivar la barrera!"
"Dije 'el botón rojo sirve para desactivar la barrera, el botón rojo-rojo sirve para aumentar más el seguro de las puertas.'"
"¡Son iguales!"
"¡No lo son!"
"¡PUEDEN GUARDAR SILENCIO! Intento concentrarme", gritó Smolder furiosa, asomando su cabeza debajo del escritorio donde estaba instalado un panel lleno de botones de colores y cables desordenados. Sin decir más, se colocó en la boca un destornillador y tomó una linterna cercana, luego regresó de vuelta debajo del escritorio. En respuesta a las palabras de su compañera, Ocellus y Gallus dejaron de discutir y en silencio regresaron a las urgentes tareas que tenían que cumplir.
No debían olvidar que estaban en medio de una emergencia.
Afuera de la habitación, en el pasillo, una preocupada Silverstream miraba una pantalla que mostraba la entrada del castillo. A pesar de la estática causada por estirar en exceso los cables del monitor, aún eran reconocibles las imágenes que mostraba del exterior.
Afuera, la situación parecía estar empeorando.
Entonces, como si una gran roca estuviera bajando las escaleras, llegaron Yona y Sandbar, aunque era más apropiado decir que fue Yona quien llegó con Sandbar aferrado a su lomo.
Apenas Yona vio a su amiga, corrió hacia ella, anunciando:
"¡LA CONSEJERA TRIXIE HA VUELTO! ¡LA CONSEJERA TRIXIE HA VUELTO! ¡LA CONSEJERA TRIXIE HA VUELTO!"
"¡YA LO SABEMOS!" se escuchó con fuerza desde el interior del puesto de seguridad. Sorprendida por la firme respuesta, Yona detuvo su carrera de golpe, frenando hasta acabar frente a la puerta del puesto de seguridad, casi encima de Silverstream. Ya detenidos, Yona y Sandbar, que no entendían lo que estaba pasando, echaron una mirada al interior del cuarto.
Adentro de la habitación, estaban Gallus, Ocellus y Smolder, quienes se encontraban concentrados revisando el panel de control del sistema de seguridad del Castillo. Ninguno apartó la mirada de la gran maraña de cables que estaba delante de ellos, ni tampoco tenían las comunes expresiones amigables que siempre portaban. Se veían más bien como un frío grupo de médicos que intentaban dar un diagnóstico a un paciente gravemente enfermo.
Extrañados, Yona y Sandbar volvieron sus miradas a Silverstream, que estaba a un lado. Era obvia la pregunta que harían.
"¿Qué está pasando, Silvi?" dijo Sandbar siendo el primero en hablar.
"Bueno, estamos experimentando graves problemas técnicos con el sistema de defensa del castillo. Recuerdan que Gallus mencionó que todo el equipo de seguridad era sumamente delicado y debíamos tener mucho cuidado con él, pues resulta que era más delicado de lo que parecía..." respondió Silverstream, señalando unos monitores quemados que habían sido sacados del interior. No muy lejos, había un extintor.
"Espera... ¿el panel de control se quemó? Pero si está así, entonces la barrera y las puertas están..." dijo Sandbar, que estaba aún sobre el lomo de Yona.
"Totalmente selladas", terminó la oración Silverstream con una mueca de angustia.
Ahora Sandbar y Yona también comprendían lo grave que era la situación.
"¡¿AMIGOS, QUÉ HACER AHORA?!" exclamó Yona nerviosa, mirando los monitores que aún funcionaban.
"Por ahora, los chicos están intentando arreglar el panel con los repuestos que tenemos. Smolder dice que sabe cómo hacerlo", respondió Silverstream.
"¿Pedir ayuda no sería mejor?"
"Eso podría empeorar las cosas, Yona", respondió Sandbar, tragando saliva ya imaginando lo que pasaría con ellos cuando la directora Starlight se enterase.
"¡PERO CONSEJERA TRIXIE ESTÁ AFUERA, Y ELLA ESTAR MUY MOLESTA!"
"¡Es verdad! ¡Estaba lanzándoles rayos a la barrera! deberíamos salir y hablar con ella", añadió Sandbar.
"Los demás tambien querian hacer eso, pero luego decidieron arreglar el panel primero..."
Interumpiendo lo que decía Silverstream, otra voz resonó con fuerza en el pasillo.
"¡LISTO, YA ESTÁ FUNCIONANDO!" anunció Smolder emocionada desde el interior del puesto de control. "Solo hay que darle un momento al sistema para que termine de reiniciar".
Finalmente, la tensión que había oprimido al trío de amigos dentro del puesto de seguridad comenzó a disiparse. Entonces, antes de que alguien pudiera decir algo más, Gallus se aproximó rápidamente al resto de sus amigos que se encontraban en la entrada y preguntó: "¿Cómo está afuera?"
Silverstream revisó de inmediato el monitor que llevaba consigo, su rostro se volvió a angustiar.
"Creo que tenemos un nuevo problema..." respondió Silverstream nerviosa, señalando hacia la oscuridad que se vislumbraba en la pantalla del monitor.
Fantasmas, en un mundo moldeado por la magia y habitado por ponis, tales entidades no eran inexistentes. Desde tiempos inmemorables, los fantasmas siempre han sido una presencia fuertemente arraigada dentro de las historias del saber común y el conocimiento arcano, mencionándose su participación en una gran amplitud de relatos donde juegan un rol como un apoyo heroico o uno malvado.
Sin embargo, a pesar de la gran cantidad de historias que involucran a tales entidades, es difícil saber de dónde vienen y cuál es el verdadero propósito que cumplen en el mundo. Por ejemplo, está la historia del fantasma de una sabia dragona que apareció en un reino para protegerlo cuando se encontraba en su momento más difícil. Otra historia es la del malévolo espíritu del desierto que envenenó la mente de un rey con una ambición desmedida. Ambos relatos, que bordean lo fantástico, no eran sucesos ocurridos en la antigüedad remota, sino eventos recientes que habían sido estudiados exhaustivamente. Por supuesto, que tales estudios solo pudieron corroborar los hechos ocurridos y no se pudo obtener más información de la verdadera identidad de las apariciones.
Sumado a esto, estaba el problema que era muy dificil encontrarse con estas entidades y aun mas invocarlas.
Siendo así, los más sabios solo pueden concluir que los fantasmas reposaban en un plano más allá del nuestro, siendo probablemente los vigilantes o instigadores de historias que trascienden más allá de nuestra propia vida o entendimiento.
Los menos sabios, en cambio, solo tendrían más historias con las cuales sorprender a los más jóvenes.
A todo esto, Trixie Lulamoon, una unicornio casi ignorante de estos profundos temas, estaba a punto de ser parte de una de estas historias...
"... con estos deberían ser suficientes. Solo debo tener mucho cuidado de no dejarlos caer ... o tocarlos. ¡Tengo demasiada chispa en mis cascos! Ja ja ja", rió Trixie en medio de un alocado delirio.
Acababa de terminado de preparar sus explosivos C-4. A sus espaldas, la barrera mágica que protegía al castillo resplandecía de manera inmaculada.
"Solo esperen, estos fuegos artificiales los sorprenderán...", murmuró Trixie para sus adentros con una sonrisa oscura mientras colocaba con cuidado los peligrosos explosivos en una caja marcada con su propio rostro.
En su cabeza, Trixie ya imaginaba cómo sus explosivos harían volar por los aires las defensas del castillo. Luego, haría su ingreso triunfal por la puerta principal, donde se encontraría con unos asustados y arrepentidos Young Six, se encargaría de ellos y finalmente se encontraría con Starlight y entonces...
Trixie interrumpió sus pensamientos, alertada por una extraña sensación de ser observada. Bajó la mirada y se encontró con algo que no esperaba.
Frente a ella, a unos pasos, un pequeño conejo blanco la miraba. Era una criatura diminuta y esponjosa con una ternura en su rostro que haría saltar el corazón de cualquier poni que lo viera.
Sin embargo, el encanto del aparente roedor no conmovió el corazón de la gran y poderosa Trixie; en cambio, otra cosa lo hizo.
La pequeña criatura tenía una mirada profunda y triste, como si reflejara la gran pena que sentiría alguien al ver a su mejor amigo perderse en el mal camino.
Era una mirada que por un instante caló hondo en la conciencia de Trixie. Un breve destello de conciencia que fue rápidamente suprimido por la corrupta magia que nublaba su juicio.
"¡Estoy haciendo lo correcto! ¡Es un buen plan! ¡Starlight haría lo mismo por mí!" gritó molesta Trixie al conejo, poniéndose a la defensiva, presa de la hostilidad que la llenaba.
Pero la mirada acusadora del pequeño conejo no cambió. Trixie resopló.
"¡Qué saben los conejos de amistad!" se burló Trixie con profundo desdén. Tomando la caja de explosivos, le dio la espalda al conejo y se dispuso a colocar las bombas alrededor de la barrera mágica del castillo.
Pero no lo hizo; se congeló donde estaba.
Estaba equivocada; el inofensivo conejo no la estaba mirando a ella, sino a la presencia que había surgido más allá de ella.
Dejando caer la caja de explosivos que llevaba (afortunadamente, no explotaron), Trixie abrió mucho la boca y los ojos al contemplar las apariciones que habían surgido a sus espaldas un momento atrás.
Seis figuras, semejantes a espectros equinos, se encontraban materializadas frente a ella. Una neblina oscura y cambiante las envolvía, creando la impresión de un portal hacia un cosmos de tinieblas. Estas figuras espectrales, con expresiones diversas entre sonrientes y severas, con ojos que brillaban como farolas de cementerio, se mantenían firmes en su presencia etérea. Cada una estaba envuelta en una armadura personalizada y vestimenta fantasmal única, indicando roles distintos entre ellas. A pesar de sus apariencias heterogéneas, todas compartían una misma marca: semejantes a las runas que representan el sol y la luna, colgando de sus flancos, un símbolo que manifestaba la profunda unidad entre ellos.
Eran, sin duda, una presencia que intimidaría a cualquiera.
Trixie, que se había mantenido en silencio un buen rato intentando procesar lo que estaba pasando, vio cómo la más alta de las figuras avanzaba hacia ella con un paso gallardo y amenazante, inclinándose ante ella con la misma elegancia que mostraría un caballero ante su gobernante.
"¡Los guardianes de Eulfalia se presentan ante usted, Oh gran y poderosa invocadora! Esperamos con ansias cumplir con su voluntad", anunció con voz marcial el espectro con la cabeza agachada, tocando en el suelo.
La voz que había dirigido la palabra a Trixie resultó más ordinaria y femenina de lo que sugería la imponente figura del espectro; no obstante, este detalle pasó a segundo plano. Las palabras pronunciadas llevaban consigo una verdad crucial.
"... ¿gran y poderosa invocadora?" Trixie solo necesitó un instante para comprender, y luego soltó un relincho emocionado. "¡Hiiiii!"
Incapaz de contenerse, Trixie agitaba sus cascos en el aire con euforia ante la realidad que se le presentaba.
En un suceso extraordinario e imprevisible, Trixie Lulamoon había convocado a los poderosos y heroicos guardianes de las olvidadas tierras de Eulfalia, un equipo mítico de espectros que habian permanecido sellados en la antigua (y excesivamente cara) urna que habia roto involuntariamente un momento atras y que ahora estaba bajo su absoluto control.
La unicornio celebraba con entusiasmo, entre risas y cabriolas, pero su alegría fue efímera; la fría aura que emanaba aquel grupo fantasmagórico le recordó la apremiante situación en la que se encontraba. Tosió un momento e intentó mantener la compostura lo mejor que pudo; pensó entonces que, si esos fantasmas realmente estaban bajo sus órdenes, estaba obligada a mostrarse lo más digna posible ante ellos. Para alguien como ella, que vivía de su imagen y palabra, sería sencillo...
Trixie agito su capa y ajusto su sombrero, tomando una postura que parecia envolverla en misterio, se presento antes los fantasmas con una mirada soberbia y firme.
"Ejem... Saludos, súbditos míos. En efecto, soy yo quien los ha convocado, yo, la única, la extraordinaria, ¡la gran y poderosa Trixie!", proclamó orgullosa la unicornio a todos a su alrededor.
La líder de los espectros, que previamente se había inclinado, alzó la cabeza con atención; detrás de ella, las expresiones mixtas en los rostros nebulosos de sus compañeros fantasmas se volvieron serias al unísono. Todos clavaron sus ojos fatuos en Trixie, demostrando que estaban completamente entregados a cada palabra de su nueva ama.
Al notar esas miradas devotas, el corazón de Trixie se embriagó de poder al tener tal atención de tan poderosos seres; convencida de su lealtad, sus pensamientos se soltaron y las palabras comenzaron a fluir libres de su boca.
"Y sin embargo, hoy he sido víctima de una terrible injusticia contra mi persona. Siendo tan humilde y bondadosa con otros, me han privado de ingresar a mi propio hogar. ¡Y aun peor! Se me ha negado la posibilidad de reunirme con la mejor amiga que un poni podría tener en su vida. Así que ustedes, súbditos míos, guardianes de Eulfalia, tienen el deber de poner fin a esta injusticia. Esta barrera mágica que envuelve este castillo, mi hogar, debe desaparecer. Les ordeno que usen su poder espectral para deshacerla y permitirme entrar. Que sus energías desgarren y desvanezcan esta barrera, allanando el camino para mi entrada triunfal a mi morada y así reunirme con la amiga que más quiero", proclamó Trixie con gallardía y severidad, su capa ondeaba con el viento mientras apuntaba con su casco hacia la imponente barrera luminosa que resplandecía detrás de los espectros.
¿Qué había sido todo eso? Ni la misma Trixie estaba segura de lo que estaba hablando. Jamás había escuchado antes sobre "los guardianes de Eulfalia". Con este título, los fantasmas se habían presentado, simplemente les estaba siguiendo la corriente y ya. Sabía que la urna antigua que había adquirido tenía encerrado a un poderoso grupo de fantasmas, pero nada más.
A todo esto, no estaba segura de qué harían exactamente los fantasmas ahora que les había ordenado destruir la barrera.
Justo cuando un sudor de preocupación empezaba a caer de su frente, Trixie observó cómo los "guardianes de Eulfalia" asentían solemnemente, aceptando la orden que les había dado. Aliviada y algo sorprendida, vio cómo los espectros se elevaban lentamente hacia el cielo y se posicionaban en la parte más alta de la barrera mágica que protegía el castillo de Twilight.
Poco a poco, la atmósfera sobre el castillo empezó a cambiar; el aire se llenó de tensión mientras la misteriosa magia de los espectros se intensificaba. En el suelo, Trixie observaba con ojos brillantes, expectante de lo que podría ocurrir.
"Oummmmm... dooo..., Oummmmm...reee..., Oummmmm... miii..., Oummmmm... faaa..., Oummmmm... solll..., Oummmmm... laaa..."
Era desconcertante.
Por varios minutos, los espectros empezaron a corear sin ritmo desde las alturas. A esa distancia, Trixie podía escuchar perfectamente bien, así que estaba segura de que sus oídos no la estaban engañando. Si era así, entonces... ¿por qué estaban cantando? Trixie había esperado una explosión o la manifestación de algún tipo de magia poderosa. Luces y destellos. No cánticos ceremoniales.
"¿Será parte de un ritual?" murmuró Trixie, rascándose la cabeza.
Este tipo de magia le resultaba extraña. Si bien había escuchado sobre ceremonias de este tipo y sabía que los ponis solían practicarlas con frecuencia en el pasado remoto, en la actualidad era algo extraordinariamente raro de ver. Quizás aún era posible encontrarla en el Imperio de Cristal, donde aún se conservaban costumbres tan extravagantes.
Por otro lado, mientras observaba con detenimiento a los fantasmas en medio de su ritual, comenzaba a notar algo inusual, algo sorprendentemente familiar. Las oscuras melenas de varios de los fantasmas guardaban un inquietante parecido con las de... las amigas de la Princesa Twilight. Una de ellas incluso lucía un sombrero similar al de Applejack, lo cual desentonaba con la armaduras que portaban sus compañeros...
"OUMMMMM... ¡SYYYYYY!" Repentinamente, las reflexiones de Trixie fueron interrumpidas por una intensa proclama que se escuchó desde arriba. La tensión, que hasta ese momento había invadido el ambiente, comenzó a disolverse en un profundo silencio.
Los espectrales guardianes de Eulfalia comenzaron a descender. Su ritual había terminado.
La barrera mágica alrededor del castillo de Twilight aún se veia en pie.
Abajo, Trixie los observó bajar con una expresión indiferente, similar a la de un cliente insatisfecho después de haber recibido un producto largamente esperado y decepcionante.
Así, finalmente, después de un largo y dramático descenso, todos los espectros tocaron el suelo en una perfecta formación.
Sin perder un segundo, Trixie se acercó a ellos.
"Ya veo, ya veo... ya terminaron de cantar y todo eso", dijo casual, acercándose al líder de los fantasmas, "ahora podrían hacerme el pequeño favor de explicarme. ¡¿Qué fue todo eso?!"
Termino de decir Trixie explotando de indignacion, apuntaba su casco a la barrera magica que se suponía que aquellos poderosos espectros debían haber destruido.
Sin embargo, los guardianes de Eulfalia no respondieron. En cambio, rápidamente tomaron una nueva formación. Dividiéndose en dos grupos de tres, se colocaron en fila a ambos lados del camino, de la misma manera que lo harían los guardias reales de Canterlot al abrirle el paso a la realeza.
Antes de que Trixie dijera algo, el líder de los guardianes de Eulfalia levantó su espectral casco al cielo y, de la misma manera que el líder de una orquesta, lo agitó elegantemente hacia abajo mientras se inclinaba.
Trixie estaba extrañada. No estaba segura, pero ... Era como si le estuviera mostrando el camino.
Entonces, inesperadamente, vio cómo el suelo bajo sus cascos se llenaba de pequeñas flores rojas. Mágicamente, las flores avanzaron por el camino hacia el castillo como una alfombra roja desenrollándose, asi siguio su trayecto hasta llegar a la barrera mágica y entonces ...
En menos de un parpadeo la barrera magica se disipó, tan increíblemente facil como si fuera una simple burbuja de jabón.
Trixie ya no estaba extrañada, estaba sorprendida. No, estaba conmocionada. Pero no había acabado.
El camino de flores continuó avanzando hasta llegar al castillo. Al llegar ahí, la entrada se llenó de flores ornamentales de gran tamaño y las puertas se abrieron de par en par para darle la bienvenida. Al mismo tiempo, una inexplicable melodía ceremoniosa comenzó a escucharse, mientras pelatos de flores caian del cielo y una fragancia única se esparcía en el ambiente.
Trixie ya no pensaba; estaba extasiada, olvidando todas sus anteriores inseguridades. Ahora entendía aquel despliegue de pomposidad; no cabía duda. Era una procesión real.
"Hooo, por supuesto. Solo estaban haciendo exactamente lo que les pedí. ¡Qué considerados! y silenciosos... raritos. ¡Pero me gusta!" Trixie, con una sonrisa radiante, se dejó llevar y comenzó a desfilar orgullosa por la alfombra de flores que le habían preparado. Aunque no era necesario, pues inicialmente había pensado en ingresar de inmediato al castillo una vez que los fantasmas terminaran su tarea, pero con un público tan leal observándola, le era imposible evitar presumir solo 'un poco'.
Así, con un paso regio y sin apartar la mirada de la entrada del castillo, Trixie avanzó confiada por la alfombra roja de flores. Sin embargo, conforme más se acercaba hacia su destino, más crecía la ansiedad dentro de ella. Tras dar varios pasos, Trixie comenzó a trotar más rápido, perdiendo la elegancia en su andar.
"Tan cerca..." un apremiante sentimiento de urgencia comenzó a invadir a Trixie. Ya no le importaba lo que pensaran los fantasmas que había invocado y que aún la observaban. Tampoco le importaba aquella innecesaria procesion real. Lo que le importaba era encontrarse con Starlight justo...
Repentinamente, un sutil "Paff" resonó en el aire, y Trixie se encontró desparramada en el suelo. Sorprendida, miró debajo suyo...
Había tropezado con una botella de sidra.
"¡En serio!" se levantó y, en un reflejo de rabia pura, Trixie tomó la botella con su magia y la arrojó lejos, más allá de la colina.
Al igual que antes, habia vuelto a tropezar. Sin embargo, esta vez, algo más ocurrió.
"Jijijiji" una risa resonó con fuerza en los alrededores. La solemnidad de la procesión real se quebró, y una disgustada Trixie volteó su mirada.
Una de las fantasmas, con el aspecto menos intimidante de todas, reía animada por la torpeza de Trixie. No era una risa sepulcral o malévola, sino una de pura diversión.
"Ja, ja, muy gracioso ¿Tanto te divierte ver a tu ama en el suelo?" reprendió Trixie, sacudiéndose los pétalos de flores pegados a su capa.
"Ji, ji, ji ... ¡Ou! ¡Lo siento, no quise ofenderte, excelencia! ¡No volverá a pasar!" sorprendida por su conducta, la antes alegre fantasma volvió a tomar una postura rígida y seria junto con sus otros compañeros.
"Ooo eso espero, porque yo la gran y poderosa Trix ..." Trixie se detuvo en silencio, a punto de pronunciar otro discurso, algo más captó su atención.
Los otros fantasmas, que hasta hace poco se habían mantenido con rostros inexpresivos, ahora mostraban una sola emoción reflejándose en sus nebulosas caras.
Pasmados, observaban a su compañera.
Una brisa de viento cruzó en medio del desconcierto que reinaba a las puertas del castillo de Twilight. Los fantasmas que Trixie había invocado con tanto esfuerzo y contratiempo, los guardianes de Eulfalia, ya no observaban ni pensaban en su invocadora, sino en la nueva realidad que había surgido ante ellos.
"Huu chicas, ¿qué pasa? ¿Por qué me miran así?" preguntó la fantasma que era objeto de las miradas de sus compañeros.
"¿Cómo pudiste reírte, Electrina?" preguntó una de sus compañeras con una mirada fría.
"Hee, lo siento, no pude evitarlo yo..." respondió, pero fue interrumpida por otra voz.
"No debería ser posible. Desde que fuimos maldecidas por Dhona Oleg-Nar Dhazer, todas nuestras emociones fueron selladas, así como la libertad para actuar a nuestra propia voluntad. Así ha sido desde entonces, y la única forma en que eso cambiaría sería que la maldición se hubiera debilitado lo suficiente o que esta hubiera sido rota por..." terminó de decir la líder de los fantasmas en tono grave, pero dejó incompletas sus últimas palabras, con sorpresa en sus rotros, una posibilidad inaudita flotaba en el aire y esta era comprendida por todos.
Todos, menos Trixie, quien no entendía lo que estaba pasando.
"¿Qué día es hoy?" preguntó cortante la líder a sus compañeros. No, realmente no había preguntado a nadie de ellos, ya que sin esperar respuesta levantó su espectral casco al cielo mientras observaba detenidamente el sol de mediodía elevándose en lo alto.
Era el día más largo del año, el solsticio de verano, alcanzando su punto más brillante.
Trixie, que seguía sin entender lo que pasaba, vio inquieta cómo en el frío rostro de la líder de los guardianes de Eulfalia, una sonrisa de oreja a oreja se abría paso como una espada brillante cortando las tinieblas.
El sistema de seguridad dentro del Castillo de Twilight había sido diseñado por su propia propietaria pocas semanas antes de mudarse a Canterlot, como parte de la cesión del lugar a Starlight Glimmer.
Dado que su alumna pronto sería directora de la Escuela de la Amistad, Twilight no solo quería darle una casa, sino también un hogar donde pudiera sentirse segura. Por supuesto, esta fue una idea exagerada, nacida inconscientemente del estrés causado por su próxima coronación como gobernante de Equestria. Aun así, fue un trabajo riguroso que contó con hasta cinco versiones y cuatro actualizaciones en su versión final, esta última con la aprobación de la Princesa Luna, de tal manera que nadie podría decir que había sido una planificación irresponsable.
Sin embargo, ella no contó con el tiempo suficiente para implementarlo y solo dejó los planos a Starlight, junto con un manual y otras instrucciones sobre cómo mejorar el castillo en el futuro...
Un momento antes, en el puesto de seguridad del castillo de Twilight.
"¡Debemos decírselo a la directora Starlight de inmediato!". dijo una voz preocupada
"¡Espera! Antes debemos hablar con la consejera Trixie y disculparnos". interrumpio otra voz mas calmada.
"Eso puede esperar" añadio una voz en tono casual.
"¿Acaso no has visto a los fantasmas que están afuera?" repuso la voz anteriormente calmada en tono ahora grave.
Escuchando la discusión entre sus compañeros, Smolder mascaba ruidosa un chicle. Aparentaba estar relajada en su asiento, pero en realidad estaba muy incómoda con la situación. Tan incómoda que sentía como si pudiera respirar fuego de dragón en cualquier momento.
Justo cuando un poco de humo comenzaba a filtrarse por su nariz, un doble silbido "beep-beep" en el aire llamó su atención, y la luz roja en la esquina del panel de control, que ella misma habia reparado en tiempo record, cambió de rojo a verde.
"Uff, justo a tiempo. ¡HEY, CHICOS!" exclamó Smolder, atrayendo la atención de sus compañeros. "Miren, no sé en qué resultará todo esto, pero debemos abrir las puertas ahora. No podemos simplemente dejar a la consejera Trixie afuera del castillo. Si está enojada con nosotros, ¡pues que lo esté! Solo cumplimos con las órdenes que nos dio la directora Starlight, así que técnicamente no hemos hecho nada malo".
Sus compañeros guardaron silencio, reflexionando sobre sus palabras. Tenía razón, pero eso no quitaba la gran preocupación que sentían. Trixie había invocado a unos fantasmas sumamente intimidantes a las puertas del castillo. No entendían cómo lo había hecho, pero estaban seguros de que no era parte de un espectáculo recreativo, como los que tanto presumía.
Era una certeza que había invocado a estas desconocidas entidades con un propósito hostil.
"¿No es peligroso, Smolder? ¿Qué pasa si la consejera, bueno... digamos que, por cómo se encuentra, pierde los estribos?" preguntó Silverstream, recordando la botella de sidra que Trixie había dejado en la entrada del castillo.
"Bueno, eso puede pasar, o puede que no. No lo sabemos", respondió Smolder, manteniendo la calma. "Lo que sí sabemos es que debemos confrontarla. Como alumnos de la escuela de la amista que asumimos la seguridad de este castillo en nombre de la directora Starlight, tenemos que actuar en consecuencia".
Nuevamente, sus compañeros no le respondieron de inmediato, se miraban entre ellos murmurando estar de acuerdo.
Smolder suspiró interiormente, consciente de que las cosas no estaban yendo bien. Normalmente, el equipo contaba con Gallus o Ocellus para tomar decisiones. Sin embargo, Gallus tenía una gran hostilidad hacia Trixie, lo que no ayudaba en nada, y Ocellus se encontraba más indecisa de lo habitual. Los demás se sentían arrastrados por una situación que no habían previsto.
"Es como meter las narices en la cama del señor dragón", pensó Smolder por un momento. "Si así están las cosas... ¿No es esta una buena oportunidad para liderar?"
Casi siempre, Smolder mantenía un perfil bajo en las actividades del grupo. Era enérgica y ayudaba a los demás como podía, pero no solía tomar la iniciativa en las acciones del equipo.
Era una buena oportunidad. Un fuego se encendió dentro de ella. Smolder saboreó la idea.
"Además... tampoco se trata de que todos vayamos afuera. Gallus, Ocellus y yo deberíamos ser suficientes; el resto puede quedarse y ver qué pasa. Si algo sucede, solo activen la alarma de desastre y la directora se comunicará con ustedes de inmediato."
"Deberíamos ir todos..." replicó Ocellus, pero otro de sus compañeros fue más rápido en responder.
"¡Por supuesto! ¡Estaremos atentos a lo que pase! ¡Cuenten con nosotros!" exclamó energética Silverstream, mientras Yona y Sandbar asentían detrás de ella, fuera de la habitación.
Gallus, recostado complaciente en el suelo, se encogió de hombros. Solo Ocellus se quedó mirando a un lado en silencio, insatisfecha.
"Está bien, no se diga más. ¡Vamos a ello!" dijo Smolder, segura del compromiso alcanzado con sus compañeros, mientras presionaba el botón para abrir las puertas del castillo.
Un misterioso ruido, similar a un tambor, resonó en el pasillo, llamando la atención de todos. Tras un breve momento, repentinamente se silencio...
"¿Qué fue eso?" preguntó Gallus a los demás, con una mirada que por primera vez lucía preocupada.
Smolder nerviosa miró el botón que había presionado en el tablero. Estaba segura de que era el correspondiente para abrir las puertas principales. ¡Así estaba escrito en el manual!
"El manual..." un desagradable presentimiento recorrió su escamosa piel de dragón. Sin decir nada más, rápidamente Smolder tomó el grueso manual del sistema de seguridad y comenzó a revisar ansiosa las últimas páginas. Las páginas donde los autores solían añadir anotaciones y agradecimientos...
Justo cuando sus compañeros comenzaban a notar que algo no estaba bien con la apertura de las puertas del castillo, alguien más habló.
"¡Chicos, creo que hay una manticora suelta en el pasillo de arriba!" señaló asustada Silverstream el monitor que mostraba el pasillo principal que llevaba a las puertas del castillo.
Era verdad. Para sorpresa y consternación de sus compañeros, una enorme manticora había aparecido de la nada y se dirigía hacia la puerta principal.
Mientras todos miraban con estupor el monitor, Smolder apenas podía contener su pánico al terminar de leer el manual. "¡Oh no!" murmuró con esfuerzo para no ser escuchada.
En una de las últimas páginas estaba escrito en una elegante letra negra:
"... versión 1.4 del manual de mantenimiento del sistema de seguridad del castillo de la amistad. Escrito por la Princesa Twilight Sparkle en colaboración con la Princesa Luna."
Más abajo estaban escritas otras palabras con una letra salvaje y colorida.
"... editado hasta la perfeccion con mucho amor, dinero ahorrado y amistad. Por la mejor directora del mundo, Starlight Glimmer. Con ayuda de su más grande y poderosa amiga."
Terminando aquellas nefastas palabras estaba el dibujo del rostro soberbio de una unicornio con sombrero de mago guiñando un ojo.
Observando desde lejos las puertas del castillo, la presencia desconocida oculta entre las plantas comenzo a prepararse.
Podia sentirlo ... el momento se acercaba.
