Un sentimiento de melancolía acompañaba a Gardevoir, aun cuando ya había concluido aquel sueño. No paso mucho tiempo hasta que los recuerdos se fueran desvaneciendo lentamente de su memoria.

Una enfermera se acerca hasta su cama, llevando consigo su expediente.

– Ah... Ya despertaste. – Dijo la enfermera, mostrándose seria, mientras revisaba el suero que le habían estado administrando. – Tuviste suerte. Unos turistas te encontraron inconsciente en las laderas y te trajeron hasta aquí. Sufriste de envenenamiento, ya se ha avisado a tu entrenador y nos dijo que estaba en camino.

"¿Envenenada?", pensó Lía. Lo último que recuerda es que aquel Gengar la había paralizado, pero este efecto había terminado luego que se fuera.

Cuando se dio cuenta, y quiso hablar con la enfermera, está ya se encontraba en la puerta, conversando con alguien más. Le da a esa persona el expediente y esta ingresa a la habitación en dirección a Gardevoir.

Era una mujer joven de cabello color violeta y lentes a medida. Por la forma en la que la enfermera le había hablado parecía que esta persona tenía un cargo importante en el lugar.

– Buenos días, Gardi. – Dijo la señorita, en un tono muy amable y preocupada en el estado de Lía. – Luces mucho mejor que cuando llegaste. Dime ¿Cómo te sientes?

Gardevoir dirigió su mirada al techo y se llevó una de sus manos a la frente.

– Me duele un poco la cabeza... y tengo algo de mareos...

Por alguna razón, la señorita en la habitación parecía mostrarse muy emocionada. La notable felicidad en su rostro lo dejaba muy en claro.

– Esto es... ¡Maravilloso! – Dijo la mujer, mientras tomaba de la mano a Gardevoir. – Sabía que los pokemon psíquicos pueden comunicarse con los humanos por telepatía... ¡Pero esta es la primera vez hablo con uno!

Lía intenta disimular su confusión con una sonrisa tonta. Al menos esa reacción exagerada mejoro el humor que tenía hasta hace un rato.

– Los exámenes indican que sufriste de envenenamiento por esporas... ¿Podrías decirme que sucedió?

Gardevoir comienza a recordar que, luego de levantarse y con intenciones de regresar a su hospedaje, se topó con un grupo de venomoths que dormían entre la maleza y los árboles. Estos terminaron envenenándola al agitar sus alas y huir del lugar debido a su presencia

–Creo que sorprendí a unos insectos que dormían tranquilos. No supe que estaba allí, estaba algo distraída...

La deuda con aquel pokemon fantasma y la reciente pelea con su compañero le habían jugado una mala pasada aquella mañana.

– Lo que me da curiosidad es saber porque no estabas con tu entrenador en ese momento ¿Tuvieron alguna clase de pelea? – Dijo la señorita, mostrando interés en su respuesta.

Lía hace un gesto de negación con la cabeza.

– No, solo salí a caminar por mi cuenta.

Gardevoir hizo una pausa y continuó.

– Él es muy considerado conmigo... soy yo la que le he terminado causando problemas.

La joven se mostraba muy compresiva con la sinceridad de Lía.

– ¿Sabes algo? Todos cometemos errores... terminamos lastimando a las personas que nos quieren sin darnos cuenta. Pero no podemos regresar atrás, solo nos queda aprender de ello y mejorar.

Por un momento Lia sintió algo de tristeza en el aura de su acompañante. Aquel consejo parecía haber abierto una antigua herida. Pero esto no se reflejaba en su rostro, pues mantenía la alegría con la se encontraba desde que entro a la habitación.

Una persona, con una bata de laboratorio, se acerca a la puerta.

– Ingeniera, la necesitan en la sala de redes.

– Ok, voy en seguida.

La señorita vuelve a revisar su Tablet y continua.

– Ah sido un placer hablar contigo. Te estarán dando de alta en par de horas. –Dijo la joven mujer, siempre con alegría en su rostro. – ¡Pero que modales los míos! Mi nombre es Melissa, trabajo aquí, en el centro de redes.

Cuando escucho su nombre, una sensación helada recorrió el cuerpo de Lía.

– Si término mis labores antes regresare para seguir charlando ¿te parece? – Dijo Melissa, mientras salía de la habitación.

– "¿Qué? Acaso ella dijo..."– pensó Lía, atónita.

Todo iba esclareciéndose desde que escucho ese nombre. Aquella mujer de su sueño era la tan simpática y amable joven que acababa de salir.

Lía cierra sus puños con fuerza, mostrándose molesta por la nueva adversidad que se presenta en su camino. Seguramente esta especie de premonición estaba relacionada con el parpadeo de la protuberancia roja en su pecho.

Antes de que pudiera seguir sacando conclusiones llego Steven, quien se acerca rápidamente a Lía. Lucia bastante preocupado por su compañera, tanto así que el aura que le rodeaba estaba llena de temor, sensación que ella nunca había visto en él.

Lía deja sus reflexiones, y todo lo que implicaba la experiencia que acababa de vivir, para tomar del rostro a su compañero y darse un tierno beso.

– Tranquilo, estaré mejor contigo.