Capítulo 1: Liberen a la Leona

La oficial recorre los pasillos, ignorando las miradas o insinuaciones de las presas en sus celdas y se detiene en una que tiene grabado el 1503, contemplando a una mujer peliazul haciendo flexiones y a una pelinaranja que estaba en su cama contemplando las fotos pegadas en la pared.

—Hey Tenjiro. — La mujer que estaba tendida se incorpora en la cama y se la queda mirando en silencio, por un momento la oficial recuerda lo desesperada y llorona que estuvo años atrás cuando llego. — Hoy te vas, junta tus cosas.

La tal Tenjiro frunce el ceño, alerta. Su compañera de cuarto detiene su rutina de ejercicios y se ve igual de sospechosa.

—Mi sentencia termina en siete años.

—Tu abogado consiguió por fin sacarte de aquí por lo que veo, ha sido una orden de hace dos horas, normal que no lo sepas.

La oficial termina su oración extendiendo un papel.

Cautelosa se va poniendo en pie y solo da dos pasos porque la peliazul se le adelanta, como queriendo protegerla de la mujer uniformada; le quita el papel con rapidez y se lo entrega a Orihime, quien lo lee con atención.

Es verdad.

—Soy libre... — Susurra con una mezcla de emociones en su interior: ansiedad, miedo, felicidad. — Soy libre...

Renji alabado sea, le subirá el sueldo.

—Vamos, tienes diez minutos para juntar todo lo que tengas aquí dentro. — Avisa la oficial con mala cara. — Tu abogado te espera afuera.

Orihime tarda cinco segundos en salir de su estupor. Se sube a la cama de rodillas y va sacando las fotografías: la de sus padres, la boda de su hermano con Harribel, su grupo de amigas, la empresa que construyo y perdió, muchas fotos de su hija que su madre le ha enviado... y una en que sale con sus enemigos.

Las personas que la han colocado allí.

—Ten. — Su compañera de celda le extiende cinco libros de economía, negocios e inversiones.

—Gracias Bambietta.

—No te olvides cumplir lo que me prometiste.

—Te lo juro.

—Bien. — Sonríe y la abraza. — Acaba con esos hijos de puta.

La mirada de Orihime se vuelve seria, llena de venganza.

—Lo hare.

Orihime mete sus fotos entre un libro y se lleva la pila en silencio, siguiendo a la oficial y sonriéndole a las presas que la celebran... sus amigas que ha hecho ahí y saben lo que hará.

—¡Acaba con ese marica de tu ex!

—¡Patéale a la zorra en la cara por mí!

La oficial la lleva a la misma habitación donde hace ocho años le confiscaron su ropa y algunas pertenencias, como su billetera, y le colocaron su uniforme de presa. Ahora se está quitando esa ropa naranja y se vuelve a poner la misma ropa que llevaba puesta aunque suelta en las caderas, hombros y brazos por falta de alimento. Otra mujer le entrega una bolsa en que dentro estaba sus zapatos, cartera y celular; le da las gracias y se pone los tacones de cinco centímetros, le cuesta al comienzo por la falta de práctica pero no tarda en dominarlo.

Firma una documentación, escucha una alarma y la puerta que por donde entró se abre, entrando mucha luz. Se despide de las mujeres uniformadas y sale.

Apenas pone un pie fuera de la prisión, se atreve alzar la vista, saluda a su abogado y da media vuelta, contemplando ese lugar que ha sido un infierno y un lugar donde ha hecho amigas.

Pero principalmente el infierno.

—¿Nostálgica?— Bromea Renji.

—Aunque no lo creas, la compañía lo hacía divertido a veces. — Sigue con el juego.

Su abogado, un hombre alto de cabello largo y rojo se queda mirando la piel expuesta, específicamente las marcas de moretones y cortes mal tratadas en los hombros hasta los codos y, aunque no se ven, sabe que en los muslos hay más, pero no hace un comentario, en vez de eso señala la limosina con el dedo pulgar.

—Alguien ha venido a verte.

La puerta que estaba abierta no tarda en salir una joven de largo cabello negro que lo tiene adornado con un cintillo y ojos violetas, en cuando cruza miradas con Tenjiro corre hacia ella y la rodea en un abrazo fuerte que deja a la ex presa sin aliento y se le escapa un quejido de dolor mientras los libros y cosas se caen al suelo.

—¡Estas delgada!

—Por desgracia, no hay pizzas o hamburguesas ahí dentro.

—Dime que quieres comer y lo tendrás.

—La lista es larga... pero ahora necesito ir a mi departamento a darme un baño y que alguien me diga donde esta Kurosaki en estos momentos.

Sus oyentes quedan en silencio, mirándola con asombro.

—Orihime... — Ella es la que empieza a dialogar. — Deberías tomar un descanso.

—Ya descanse, estuve ocho años de ociosa... sobreviviendo... planeando... — Mira el suelo con una expresión vacía. — No puedo dormir hasta asegurarme de haber hablado con él, es el primer paso a mi plan de venganza.

—Pero atrasarlo un día no hará daño a nadie. — Dice Renji ya terminando de recoger lo que se cayó, queriendo también ayudarla a reposar lo necesario.

—No. — Saca su billetera, revisa el contenido: monedas, billetes y varias tarjetas que hoy no sirven por la seguridad del banco. — Espero tener unas nuevas.

—No he llamado a los bancos, vine de inmediato apenas conseguí tu libertad.

—De acuerdo... — Ve a Rukia. — Vas a tener que invitarme hoy.

—Primero Ichigo, luego duermes y después veremos sobre tu dinero y el banco. — Propone Rukia sacando de su propia cartera una tarjeta. — La clave es la misma.

Orihime guarda la tarjeta de Rukia y luego va tirando al basurero de la limosina sus tres tarjetas, deteniéndose en la negra y sonríe arrogante, por ocho años se ha imaginado la cara de su ex marido enojado de no haber podido acceder a su dinero mientras ella era llevada a fuerzas de su oficina. Era un respiro en los días difíciles.

—¿Mi dinero y propiedades siguen intactos? ¿Ha crecido algo o disminuido?

—Llamare a tu padre o a su contador, pero no debe haber ni una baja si los gastos se han mantenido en tu ausencia.

—Necesito una respuesta inmediata, antes de reunirme con Kurosaki... no quiero quedar como una idiota. — Luego algo paso por su cabeza. — Renji, conseguiste mi libertad tan inesperada... ¿Cómo?

—El caso cambio de juez, fue imprevisto pero al estar siempre pendiente, aproveche la oportunidad y le envié solicitud de disminuir tu sentencia o que te den libertad condicional... el juez respondió está mañana que por tu buena conducta iba a aceptar la condicional temporal; mientras revisan tu caso nuevamente, se te permite estar dentro de Japón.

—Te dieron fecha de salida hoy y partimos a buscarte. — Agrega Rukia emocionada.

—Sospechoso. — Susurra ella frotándose el mentón en meditación. — Me suena a una mano oscura jugando mis hilos.

—Sí... — Admite Renji. — Disculpa, no sé si es un plan de Minhwa para matarte lejos de prisión o algo, pero tome el riesgo sabiendo que lo querías.

—Me conoces tan bien... — Con una sonrisa cierra los ojos. — Hiciste lo correcto... voy a aprovechar todas las oportunidades por pequeñas que sean, no importa que hayan sido con base de trampa porque al final solo importa quien queda de pie... y esa seré yo.

La luz desaparece debido a que entraron a un estacionamiento subterráneo y Orihime respira aliviada.

Por fin en su hogar.

Ha perdido su casa con la que vivió con su ex marido sin embargo tenía otra propiedad bajo su nombre exclusivo, sin que Minhwa tenga acceso por mucho que haya peleado por ello. Como si no fuera suficiente todo lo que le robó. Su hogar resulta ser un departamento de ricos en un edificio de veinte niveles que esta entre el límite de Karakura, cada piso tiene solo un departamento y el de ella está en el penúltimo, de ahí que hayan pocos autos.

La limosina se detiene en el estacionamiento que tiene pintado el número 0309 y el chofer apaga el motor. Rukia le ordena que espere que saldrán en unas horas y éste solo asiente y Orihime percibe que saca de la guantera un enorme emparedado, al parecer lo sacaron en su horario de colación.

Caminan a un elevador que se abre al instante y Renji presiona el numero diecinueve, Orihime se apoya en la barra y se quita los tacones ya no aguantándolo más, en parte por ocho años sin usar los tacones, otra por lo mucho que le duele el muslo derecho a causa de una herida permanente.

Un recuerdo del primer intento de su ex marido para matarla en la cárcel.

El elevador se abre y encuentran un pasillo de cinco pasos y se topan con una puerta que se abre antes que Renji usase la tarjeta de acceso y sale una joven de corto cabello castaño que se lanza con un abrazo a Orihime mientras grita "señorita".

—A estas alturas de mi vida Ogawa, no creo que deba seguir siendo llamada así.

—¡Siempre será mi señorita para mí! — Sus ojos derraman lágrimas de felicidad, contempla el rostro de la ex presa... tan distinta pero al mismo tiempo la misma Orihime de siempre. ¿Qué le habrán hecho en esa prisión? — Le he preparado el baño y también algo de comer.

—Bien ya entiendo, gracias por esperar por mi todo este tiempo. — Le palmea la espalda a su criada quien no paraba de llorar agradecida de tener a su señorita de nuevo.

—¡Por supuesto! Alguien debía mantener este lugar en orden, nunca perdí la esperanza de que usted volvería. — Se soltó y la vio decidida.

—¿Has estado aquí? ¿Todo este tiempo? ¿Tú sola?

—Claro que no. — De un momento a otro una adorable bola de pelos salió tras la joven arrojándose a las piernas de Orihime. — Osuchi me ha estado haciendo compañía.

—¿Osuchi? — Arqueo una ceja.

—Espero no le moleste, lo vi hace unos años en el basurero y decidí adoptarlo, pensé que le daría un toque alegre a su hogar.

—Oh pero mira qué lindo eres. — Se agacho un poco y acaricio a la adorable bola de pelos que jugueteaba con ella. — Se queda.

—¡Que tonta he sido! — Se reprendió a sí misma y se hizo a un lado mientras se inclinaba. — Bienvenida señorita Orihime.

Orihime entro al departamento seguida de Rukia y Renji, al ingresar lo primero que se podía ver una hermosa sala en color marfil con una alfombra blanca, el enorme televisor empotrado con un equipo de sonido y una chimenea debajo, justo enfrente de ésta se encontraba la barra del comedor y la enorme cocina abierta, había un hermoso ventanal que le permitía tener las vistas panorámicas de la ciudad.

—Esta exactamente igual que la última vez que lo vi. — Se arrojó al enorme sofá y tomo uno de los cojines en sus brazos.

—Bien dicen que no hay lugar como el hogar. — El abogado sonrió al ver la felicidad de Orihime desbordada.

—El idiota de Minhwa quiso vender este departamento, pero por suerte Ogawa contacto con Renji a tiempo.

—¡¿Qué?! ¡Él no podía! — Reclama con furia. — ¡Este departamento me lo dieron mis padres!

—Ya lo sé. No tienes idea de cómo lo disfrute cuando llegamos e hicimos sacar al idiota de Park Minhwa con los miembros de seguridad del edificio. — Dijo con una sonrisa de satisfacción.

—Me hubiera gustado ver eso. — Se rio de buena gana, como hace mucho tiempo no lo hacía.

—Aún tengo el video.

Saca su celular y se lo paso. La imagen de su ex marido siendo arrastrado fuera del edifico entre empujones y maldiciones así como las palabras de Renji diciéndole que tenía prohibido el acceso al edificio con una orden del juez era oro puro.

—¡Ay por Kami! Debes pasármelo, te lo ruego, así tendré de que reírme cuando me aburra.

—Claro, cuando obtengas un nuevo teléfono. — Señala el bolso que Orihime dejo caer en la alfombra. — No te ofendas amiga pero ya tenías dos años con ese equipo antes de ser encerrada y con los ocho años que paso guardado en una caja de cartón es un milagro que se encienda siquiera.

Debía darle la razón, en cuanto tuviera oportunidad se compraría un celular nuevo.

—Esperen… mis cuentas estaban congeladas ¿Verdad?

—Sí, nadie podía mover ese dinero sin tu autorización. — Hablo el abogado.

—Entonces, ¿Quién cubrió el pago de mantenimiento del edificio? ¿Las cuentas de luz, el agua, el gas…?

—Sus padres señorita. — Respondió su sirvienta. — Ellos cubrieron todos los gastos incluido mi salario y lo necesario para mantener el lugar.

—¡Ogawa debiste pasarlo terrible! — Tomo las manos de su sirvienta. — Nunca podré pagarte lo suficiente por tu lealtad, ten por seguro que el cheque de tu salario será muy jugoso de ahora en adelante.

—No me interesa el dinero señorita, yo siempre he sabido que usted es inocente, ese hombre merece ir al infierno.

—Créeme lo hare sentir el infierno en la tierra, te lo juro. — Dijo decidida. — Va a lamentar el día que se metió con Orihime Tenjiro.

—Y nosotros te ayudaremos, no lo dudes. — Hablo Renji. Puso su maletín en la mesita de la sala y saco un sobre. — Y justamente estas de suerte, porque hoy la familia Kyoraku hará una fiesta en el hipódromo de la ciudad. La crema y nata de la sociedad estará ahí.

—Entonces…

—Exacto, significa que sin duda Kurosaki estará ahí eso es seguro. — Responde Rukia alzando el pulgar. — Es la oportunidad perfecta para que hables con él, será un lugar neutral donde ninguno de los dos tendrá ventaja.

—Necesito armarme para enfrentarlo… ¿Ogawa?

—Me encargare de preparar algo adecuado, usted despreocúpese señorita. — Dijo la sirvienta entendiendo el mensaje.

—Como estamos invitados podrás entrar con Rukia y conmigo como nuestra acompañante personal y…

—Si me permiten, creo que eso último no será necesario. — Interrumpió la castaña mientras buscaba en el bolsillo de su delantal y sacaba un sobre plateado. — Esto llego por la mañana señorita. Como estaba a su nombre no lo abrí, pero tiene el sello de la compañía Hanabusa.

—¿Hanabusa? — Pregunto Renji.

Es nada menos que la destiladora y exportadora de Sake más importante de Japón que pertenece a la familia Kyoraku si no mal recuerdo.–Dijo Rukia pensativa.

—¿Qué? — Orihime tomo la carta de inmediato y la abrió rápidamente, después de leerla a una velocidad impresionante frunció el ceño. — ¿Por qué a mi nombre? ¿Acaso sabían que saldría de la cárcel o fue coincidencia?

—Es una buena pregunta. — Comento la pareja al mismo tiempo.

—Demasiado conveniente.

—Quizás. — Dijo Renji. — Pero sea lo que sea estas dentro.

—Cierto, no debo pensar en pequeñeces como estas. — Vio a través del ventanal. — He esperado demasiado tiempo y hacerme preguntas no resolverá nada. Voy a arreglarme, si voy a presentarme ante el diablo debo ir en las mismas condiciones que él.

—Entonces nosotros también nos iremos, debemos estar preparados. — Sugirió la ojivioleta. — Vendremos por ti para llegar todos juntos ¿De acuerdo?

—¿Pero no es molesto para ustedes? Su casa está al otro lado de la ciudad. — Sonaba preocupada.

—Olvidamos decírselo cariño. — Hablo la morocha mirando a su esposo. — Veras amiga, la verdad es que compramos el departamento en el piso cinco.

—¡¿Qué?!

—Fue poco después de ese incidente. — Hizo alusión al video. — Solo para estar seguros que no pasara de nuevo.

—Pues será grato tenerlos de vecinos.

—¿Verdad? — Las mujeres se rieron cómplices. — Entonces vendremos por ti más tarde.

—Si madame, como usted ordene. — Hizo un gesto de militar llevándose la mano a la frente, entre risas la pareja salió del departamento.

—Señorita, mientras le preparo el baño por favor vaya al comedor. — Dijo amigable señalando la mesa puesta. — Le he preparado algo sabroso de comer.

El sonido del estómago de la mujer se escuchó, sacándole un sonrojo.

—E-es cierto, comeré y después me arreglare. — Acepta sonriente.

Orihime salió al comedor y degusto la comida japonesa clásica de Ogawa hasta que se sintió satisfecha, después de descansar un poco su estómago entro a su habitación la cual también seguía tal como la recordaba, su enorme cama con vistas enormes a la ciudad, la ropa de cama blanca, la misma mesita donde se sentaba a leer un poco… Le parecía estar en un sueño, pero sabía que era real, estaba en su casa de soltera otra vez. Ogawa entra un momento después diciéndole que el baño estaba listo, entro lentamente al cuarto y el blanco y puro mármol le dio la bienvenida; se dejó caer en la tina y se bañó con calma, en la cárcel debía bañarse en solo cinco minutos y era una ducha de agua fría ¿Cuántas veces no soñó en sumergirse en agua caliente con sales y relajarse? Salió treinta minutos después envuelta en una bata de baño corta, la ropa que estaba en su cama era perfecta para la ocasión, su fiel sirvienta tenía un excelente ojo con la moda así que tras escuchar que había salido del baño comenzó el proceso: le aplica un facial, trabaja su cabello para que se viera brillante y sedoso como en antaño, arregla sus uñas, aplicó el maquillaje y finalmente Orihime se puso el vestido.

—¿Ha perdido peso señorita? — Comenta mientras acomoda la tela, notando ciertas zonas sueltas en la prenda que anteriormente le quedaban perfectas.

—La comida en prisión no era la mejor. — Responde simplemente. — Además la porción era muy pequeña, así que…

—Oh mi señorita… — Susurra abrazándola y conteniendo las ganas de ir donde el maldito causante de todo para golpearlo en su hombría. — Preguntare a mis contactos y buscare a un excelente chef, uno que haga todo lo que a usted le encanta.

—Gracias por eso. — Dijo divertida. — Te lo encargo.

Se colocó los tacones y se vio al espejo, le gustaba lo que veía en el reflejo, su cabello estaba suelto pero ligeramente arreglado hacia atrás, su vestido era color café claro muy elegante de cuello redondo con el borde dorado, tenía mangas abiertas desde los hombros y se abrochaban a la mitad de sus antebrazos dejando a la vista la suave piel de sus brazos y la falda corta llegaba a la mitad de los muslos, prenda que completo con unos tacones dorados y una cartera blanca de mano que hacían el juego perfecto.

Se veía hermosa, elegante y peligrosa, justo lo que quería.

—¿Qué tal me veo?

—Va a brillar en esa fiesta señorita, no lo dudo. — Dijo con una sonrisa. — Vaya ahí y demuéstreles quien es usted.

—Por supuesto.

Renji y Rukia llegaron poco después vestidos para la ocasión, después de recibir varios halagos de parte de ambos finalmente los tres salieron del edificio en la limosina.

Era hora de dar el primer paso en su plan de venganza.


El chofer detiene la limosina frente a la entrada del hipódromo que usan los ricos. Renji es el primero en bajar y ayuda tanto a su esposa como a mi amiga-cliente y les ofrece a ambas un brazo en que apoyarse, las dos sonríen y aceptan el gesto.

El color de cabello siempre ha llamado la atención al no ser bastante común y más llamativo es en la elite japonesa, por lo que los ricos a su alrededor no tardan en reconocerla por ello y empiezan a susurrar, reviviendo el escándalo de hace ocho años. Ella solo pasa de ellos, aguantando el dolor de sus piernas al caminar con todo el porte de "diosa empoderada" y entregarle su invitación a los que vigilan la entrada.

—Adelante Tenjiro-san. — Se inclina el hombre.

Con un asentimiento de cabeza entra al hipódromo, Renji y Rukia no tardan en alcanzarla y suben las escaleras al mismo ritmo dejando personas sorprendidas y curiosas a su paso. En el segundo piso hay una cafetería elegante que alguna persona de clase media va allí a relajarse y en el tercer piso es donde están las altas esferas haciendo almuerzos o pequeñas fiestas con el fin de hablar negocios y fortalecer lazos.

Al terminar de subirlas, se encuentran en un sitio espacioso con muchas mesas redondas con manteles blancos encima, algunas ocupadas por personas otras por cocteles; al otro extremo de ella, en vez de paredes hay ventanas corredizas que dejan ver balcones con más mesas, éstos son más privados, los ricos que quieren privacidad o algún negocio privado.

—A tus tres esta la basura. — Ella obedece el susurro de Renji, desviando la vista despacio y casi se le escapa una sonrisa.

Sus enemigos que la enviaron a prisión.

Su ex marido y su ex mejor amiga.

Tienen una cara de sorprendidos y de espanto que le produce ganas de reír o de sacar un celular para sacarles una fotografía; lo único que puede hacer sin embargo es sonreír y saludarlos con una mano alzada, moviendo los dedos.

La barata de su ex amiga Jung Somin se ha aprovechado bien de su belleza seduciendo a su marido en aquellos años con una fingida cara de niña angelical buena, cabello ondulado castaño y ojos del mismo color. Claro, ahora que sabe lo podrida que está por dentro puede ver claramente que su belleza también lo es, no le sorprendería que en cualquier momento su piel se empiece a derretir y salga la verdadera bruja que es. Viste bonita con aquel ajustado vestido celeste que le llega a las rodillas y se pregunta cómo consiguió llevarlo con lo controladora y manipuladora que es la señora Park y altos tacones blancos.

Y Park... el maldito Park Minhwa para desgracia suya sigue igual que hace ocho años, de seguro se debe estar matando en el gimnasio y tiñendo el pelo, que sigue en buena forma y ni una cana a simple vista en ese pelo café. Se hace una nota mental de agregar a su lista romperle la cara. Su ropa es combinada con la de Somin, un terno celeste con corbata y zapatos blancos, de seguro queriendo verse como una agradable y romántica familia.

Qué asco.

Se hace una nota mental de agregar a su venganza romperles esas caras.

Luego de saludarlos desvía otra vez la mirada, con una expresión que deja en claro que son poca cosa para ella y siguiendo ahora la indicación de Rukia, encuentra por fin su presa.

Kurosaki Ichigo está en uno de balcones y esta vez no esconde su sonrisa.

—Deséenme suerte.

—No la necesitas, lo vas a conseguir.

Orihime le guiña el ojo y emprende su caminar, pasando de largo las personas y esquivando grácilmente las mesas que estén a su paso. Entre más cerca, se da cuenta que no está solo, él y su acompañante están dándole las espaldas, por su ropa y estar de pie debe ser un mayordomo, a lo mejor el famoso Richiro; el empresario está tomando de su copa de vino al mismo tiempo que los guardaespaldas de Ichigo le interrumpe el paso a Orihime.

—Lo sentimos señorita no puede pasar.

—¿Podría decirle al señor Kurosaki que deseo hablar con él? Es importante. — Le habla sin alterarse.

—Todos dicen eso. — Bufó aburrido el hombre al no reconocerla.

Ni uno de los tres ha notado que Richiro los había notado.

—Retírese por favor o nos veremos obligados a usar la fuerza. — Dijo el otro hombre.

—Por favor, es muy importante.

—Señorita le pido amablemente que...

—Está bien, déjenla pasar. — La voz varonil y sexy de un hombre se escuchó detrás de ellos.

Los guardias y Orihime ven al mismo tiempo al balcón, el mayordomo había corrido la ventana-puerta y le deja espacio a su señor, el famoso Kurosaki Ichigo.

—¿Señor?

—¿Debo repetirlo? — Miro peligrosamente al guarura quien sudo nervioso. — La señorita es mi invitada personal, tenemos una cita hace tiempo. — Dijo con voz sedosa mirando a Orihime de pies a cabeza. — Ha pasado tiempo señora Park. — Hace una mueca. — No, permítame corregir... ¿Señorita Tenjiro? — Dijo extendiendo su mano a Orihime como todo un caballero, la cual acepto la joven con una sonrisa.

—Ha pasado un tiempo señor Kurosaki. Lamento la tardanza, hubo un inconveniente. Espero que aun esté interesado en tener aquella reunión de negocios conmigo.

—Señorita, no hay nada más que haya estado esperando en todo este tiempo ¿Le interesa ir a mi balcón privado?

—Me encantaría.

Ambos se adentraron al salón, Orihime se giró levemente e hizo contacto visual con Rukia quien le hizo una seña de victoria.

Ichigo la ayuda a sentarse en el asiento que ha quedado libre y le pide a Richiro que diga a los meseros que andan por ahí que traigan comida y más vino. Orihime no se niega, si ha comido pero la verdad es que le ha regresado las ganas de comer, quizás sea por volver a la comida de verdad y no los diversos puré de sabores. Lo contempla sentarse por fin, analizando cada detalle, tiene de seguro músculos bajo esa camisa roja; es bastante alto, más que su ex marido incluso, cabello naranjo como ella pero más claro e intenso, corto y peinado hacia atrás con un gel de seguro; y sus ojos son café como Minhwa pero al mismo tiempo tan distinto... quizás por la forma en cómo mira el mundo... como la mira a ella.

Agacha la vista un poco y luego mira el espectáculo de los caballos como una excusa para que no note el intenso calor que le recorre el cuerpo.

Dios, le está afectando los ocho años de celibato si cae rápido a la masculinidad de Ichigo.

—Imagino que tiene hambre.

—Un poco.

—Podemos adelantar nuestro negocio en lo que esperamos.

—Kurosaki-san, el plan original, que hablamos hace ocho años, me habló de un crucero y que quería a Rikka Limitada contribuyendo en la comida — Sin pedir permiso se apodera de la copa de Ichigo a falta de una propia y se sirve ella misma vino hasta el borde, toma un trago enorme. — Como sabrá, Rikka Limitada ya no es mía, sino de Minhwa y mi hija Cayena, aunque es él quien hace todo el trabajo al ser Cayena una niña de once años. — Ichigo nota la presión fuerte que hace ella al sujetar la copa al mencionar que Minhwa es dueño de la empresa. — Es obvio que a ese plan ya no podemos volver.

—Si usted está aquí Tenjiro-san es porque tiene un trato igual o mejor que el anterior.

—Sí, le traigo una propuesta mejor al que usted sugirió años atrás. — Su mano lo lleva a su cartera de mano, a falta de un celular, tablet o computador en la cárcel ha tenido que anotar todo a mano en hojas de un cuaderno de dibujo que su madre le regalo en una visita, así que revela sobre la mesa cinco hojas dobladas en cuatro partes, el plan definitivo tras cientos de borradores. — Disculpe la falta de presentación.

—No hay problema. — Ve que están enumeradas en una esquina inferior y agarra la primera hora, frunce el ceño. — ¿Socios?

—Sí, en vez de un crucero, debemos unirnos en el arriendo de barcos y yates. Específicamente, los conseguiremos abandonados y restauraremos para que sea más barato y rápido la fecha de salida al mercado. Con el ingreso no solo nos podemos permitir una docena más, sino más adelante construir el crucero; tómelo como un proyecto final que la gente se emocionara más su espera al ser parte de su construcción arrendando nuestros productos.

Lo ha dicho con tanta seguridad que a Ichigo se le escapa una sonrisa socarrona.

—No quiero ofenderla pero... ¿Dónde sacara el dinero? ¿Un crédito?

—No. — Enseña el segundo papel. — Aquí.

El hombre echa un vistazo y se sorprende que Orihime haya presupuestado los gastos y ganancias; primero anotó el total de lo que costaría el proyecto, luego el precio lo dividió en dos, como también los ingresos que estima que ganarían y cómo los invertiría llegando a la meta final: un crucero.

—Respondiendo a su pregunta le puedo asegurar que tengo el dinero. — Apunta la tercera hoja. — Le he anotado todo el dinero que me quedó más las inversiones que he hecho aparte en una cuenta extranjera que mi ex marido desconoce. Y todavía va en aumento, por lo que no debe preocuparse de una estafa por mi parte, la única que arriesga en este negocio después de todo soy yo. Usted seguirá con la vida de siempre, solo unos millones menos que recuperada en un año. — Termina sus palabras con otro trago de vino, esta vez hasta el fondo.

En ese instante llega Richiro con un mozo de ahí que les trajo las comidas, postres y varios licores a su elección. Parece que optaron comer callados porque no había vuelto a conversar sobre el negocio, aunque de vez en cuando Orihime hace preguntas cordiales respecto a la salud de su familia. Ichigo, en cambio, ha echado un vistazo en que pueden consistir las hojas cuatro y cinco, dándose cuenta que son empresas que ella recomienda para la reconstrucción de las naves y le sorprende ver algunos que es un secreto a voces que no andan en trapos limpios a escondidas.

Sonríe en vez de afectarle.

—Tenjiro-san.

—¿Sí? — Pregunta para luego comer un trozo grande de pastel.

—Acepto el negocio. — Su confesión llama la atención de la joven y extiende su mano. — Seamos socios.

Ella se lo queda mirando, de seguro buscando alguna trampa y al final extiende su mano y le regresa el apretón.

—No se va a arrepentir Kurosaki-san.

—Nunca me arrepiento de algo, ni siquiera de mis fracasos.

—Le voy a pedir que me tenga paciencia, hace unas horas que he salido de la cárcel y necesito ponerme al día. Ni siquiera tengo un celular.

—No se preocupe. — Mete su mano en el bolsillo de la camisa, sacando un pequeño cartón elegante y con una seña Richiro le pasa un lápiz. Hace una rápida anotación y se lo ofrece. Orihime lo agarra y nota que es su tarjeta de presentación, da la vuelta y nota que él ha escrito números. — Es mi número de celular privado, póngase en contacto conmigo con ese apenas se encuentre lista y acordaremos una cita.

Ella asiente, lo guarda en su cartera de mano e iba a agarrar sus pobres papeles pero Ichigo se lo impide, saca su celular y saca fotografías a las hojas, de seguro para tener su propia copia. Orihime se pone en pie y le llega una corriente fuerte de dolor que empieza del muslo e invade toda su pierna y columna que esta vez no esconde el tormento en su cara y si no fuese por sus manos sujetando la mesa, se habría desplomado. Este dolor es normal sentirlo al final del día, regresando apenas a su celda tras una jornada de trabajo y de cenar; ahora de seguro le debe estar doliendo por esforzar su pierna usando tacones tras años de no usarlos.

—¿Estas bien?— Ya más despejada se da cuenta que Ichigo la había sujetado del brazo derecho y eso es lo que había impedido que se cayera.

—Sí, disculpe... — Se frota el muslo sobre la falda del vestido y se pone de nuevo erguida como si nada. — Recuerdos de guerra.

—¿Quiere que la acompañe a su auto? — Orihime le extraña el tono de voz, sabe que está conteniendo el enojo y la pregunta es ¿Por qué?

—No se moleste, vengo con Kuchiki Rukia y su marido.

—Bien, si esta con ellos me quedo tranquilo. — Su mano que aún estaba en su brazo desciende a la mano de ella y le besa la palma. — Es un gusto verla otra vez.

—No tanto si vuelvo a causar escándalos.

—Con gusto la acompañare en esos escándalos.

Orihime se ríe, agarra su cartera y se despide con una inclinación de cabeza e Ichigo hace el mismo gesto. Sale de aquel balcón privado y se encamina a la mesa que sus amigos ocupan ignorando las leves punzadas que aun siente en la pierna.

—Victoria. — Dice tomando asiento y el malestar disminuye otro poco que teme caerse si se levanta.

—Esa es mi amiga, una tigresa. — Dice Rukia ofreciéndole su copa de Whisky que Orihime se toma al seco. — Te vas a curar fácil con la falta de práctica.

—No creas, no te imaginas lo que escondemos las presas bajo el colchón. — Admite con sonrisa traviesa.

—¿Y ahora qué quieres hacer?— Cuestiona Renji haciéndole un gesto a un camarero a que les traiga otras bebidas.

—Ver series y dormir, luego quiero ver lo de mi pierna... conseguir un celular, actualizar mis licencias y cedula de identidad, hablar con los bancos... tengo que hacer unas visitas...

—Orihime. — Escucha detrás de ella.

Ah. El zorro ha decidido enfrentarla por fin.

Gira su trasero para quedar de perfil en su asiento y ver mejor a Park Minhwa entre molesto y preocupado; su actual esposa Jung Somin está detrás de él y actuando como cervatillo asustado cuando en realidad es una hiena.

—Minhwa, ¿Con quién has dejado a Cayena?

—¿Qué haces aquí? ¿Te escapaste de la prisión?

Su clásico juego de escapar preguntas con otras para tener el poder.

—¿Con quién has dejado a Cayena?

—Responde a mis preguntas.

—¿Con quién has dejado a Cayena?

—Tch. — Por fin se ha dado cuenta que ese jueguito infantil ya no funciona con ella. — Esta en casa con las niñeras.

—¿Ves que no era difícil? — Rukia esconde una risita al oírla. — Estoy aquí porque me invitaron y no, no escape de la prisión. Que estúpida pregunta.

—Entonces cómo es que estas aquí, ¿Eh?

—¿No es obvio? — Ladea la cabeza y mostrando inocencia. — Me liberaron.

No esconde su sonrisa ladina al ver como ese par pierden color en sus caras, incluso Somin dio un paso atrás como si le dijera que tiene Covid.

—¿Q... qué?

—Me liberaron. — Alza su vaso en un brindis. — ¿No es fantástico Somin?

—Y-yo...

—Ahora que ya satisficieron su curiosidad, apártense de mí que estoy celebrando... pero no te preocupes Minhwa, mi abogado pronto hablara con el tuyo.

—¿Por qué?

—¿Por qué dices?— Toma su trago y se pone en pie ya preparada al dolor por lo que lo disimulo mejor que con Ichigo. — Eres un hijo de puta y una mierda en mi zapato, pero por desgracia tenemos una hija en común, lo único bueno que me has dado y la única razón que me obliga a seguir viendo tu cara de culo porque honestamente, si no fuera por Cayena, de ti no quiero saber ni la hora. — Cuanta satisfacción siente al verlo molestarse por los insultos que salen de su boca. — Por lo que está claro que tenemos que organizar las visitas que hasta ahora mi madre y mi padre hicieron en mi lugar. Ya que yo no iré a tu casa y ni mucho menos te quiero en la mía, tenemos que tener un punto neutro y público en los días que vaya a verla... y eso es lo que van a hablar nuestros abogados, ¿Le quedo claro a esa cabeza hueca? ¿O quieres que te lo dibuje?

—T-tú me... c-como te...

—Parece que no. — El comentario burlón de Rukia saca a Minhwa de su estupor.

—¿Cómo te atreves a hablarme en ese tono?— Cuestiona el hombre.

—¿Y qué esperabas que hiciera tras todo lo que me has hecho? ¿Llorar y suplicarte que volvieras conmigo?— Orihime bufa y se cruza de brazos. — Sabia que eras pendejo pero esto es otro nivel.

—Señor Park. — Renji toma ahora el mando interponiéndose entre ellos. — Le voy a pedir que se aleje y deje a mi cliente en paz o voy a tomar esto como un acoso a ella y le pondré una orden de alejamiento. Le recomiendo que llame a su abogado y esté atento a mi llamada.

—¿Saben qué? Pueden hacer todas las llamadas y reuniones que se les antoje, pero yo no daré mi consentimiento. — Park mira a Orihime con superioridad. — Una cosa es que vea a su abuela y otra muy distinta es que se junte con la criminal de su madre.

Espera que se cohíba, que se ponga a llorar y desaparezca toda esa falsa altanería. La hará suplicar.

Pero no.

En vez de eso, Orihime sonríe con malicia.

—Si vas a jugar conmigo ten cuidado, porque si me niegas ver a Cayena, voy a un juez de menores a decirle que me preocupa si mi hija está recibiendo en su cuenta bancaria el dinero que le corresponde de la empresa... o si al menos sigue vigente dicha cuenta. — El matrimonio de traidores se ponen tensos nuevamente. — O voy a demandarte por adulterio porque aún tengo las pruebas que me has hecho infiel con esta mosca barata y terminarías en la cárcel por dos años... quedando yo con la custodia de Cayena y descubrir algunos trapos sucios que aumenten tu condena... tú eliges Darling.

—Yo... tú... ¿Cómo te atreves?

—Con lo cobarde que eres, tomare eso como un "tu ganas Orihime"— Sonríe y agarra su cartera, Rukia igual se pone en pie. — Que tu mentalidad de misógino asimile esto rápido: ya no voy a fingir ser una pendeja para tu conveniencia.

Y dicho aquello, da media vuelta y emprende dirección a los elevadores con sus amigos pisándole los talones.

—¡Ja! Pusiste la basura en su lugar. —Menciono Rukia una vez que los tres estuvieron dentro del elevador. — Fue por discreción que no saque la cámara pero la cara de Somin fue espectacular, era obvio que quería lanzarse a tu cuello.

—Sí, pero se contuvo por ser un lugar público.

—Al menos tiene un poco de cerebro. —Se encogió de hombros.

—Ah y Renji…

—Lo sé ¿puedo considerar esto entonces como tu permiso de comenzar la batalla por las visitas parentales? —Pregunto Renji con una sonrisa.

—Por supuesto querido amigo. —Dijo Orihime con una sonrisa. —Pelea con todo lo que tengas.

—Como tú órdenes jefa. —Bromeo llevándose la mano a la frente. —Deberías quitarle también la empresa. —Sugirió, como buen abogado debía ver por las ganancias tanto de su cliente como personales.

—No te preocupes, tarde o temprano será mía de nuevo, lo juro. —Las puertas del elevador se abrieron y mientras caminaba apoyada en Rukia para evitar besar el suelo tomo su cartera con fuerza, específicamente el área donde se encontraba la tarjeta de su nuevo socio.


Por otro lado, el susodicho sonreía mientras veía la pareja Park discutir seriamente en un rincón alejados de los demás, había visto a lo lejos la confrontación que había tenido Orihime con su ex esposo y aunque no escucho las palabras que intercambiaron era obvio que había puesto a esos dos en alerta. Su fiel mayordomo era también testigo de aquello y se encontraba a su derecha sin emitir juicio alguno, hasta que por fin se decidió a hablar.

—Señor ¿Porque acepto hacer negocios con la señorita Orihime? — Pregunto éste.

—Bueno ¿No sientes curiosidad Richiro? — Comenzó a juguetear con el lápiz que tenía a mano.

—¿Disculpe?

—Solo piénsalo viejo amigo. —Susurro ensimismado. — Mujer joven y exitosa con una vida aparentemente perfecta, tiene educación de primera, riqueza, familia... —Comenzó a enumerar. — La cual es encarcelada por un crimen grave, siendo separada de su pequeña hija, traicionada por su ex esposo con su amiga y todo para que finalmente este tipo le arrebate aquello por lo que trabajo tan duro… ¿No quieres saber cómo acabara esta obra?

—¿No afectara esto negativamente a su reputación señor?

—No me importa eso, me interesan los resultados. —Ichigo rompió en dos el pedazo de madera con el que jugueteaba y lo dejo caer al piso. —Hay fuego en su mirada Richiro, lo vi.

—¿Y eso es suficiente para convencerle de negociar juntos?

—Richiro seriamente hablando ¿De verdad crees que alguien como Tenjiro Orihime haría un fraude fiscal? —Lo encaro. — Conociendo el tipo de educación del señor Tenjiro da en su familia y las veces que la trate ella no es capaz de hacer esas cosas. — Se recarga sobre su brazo e hizo una seña a uno de los camareros quien se inclinó y se alejó rápidamente.

—Es verdad que el señor Tenjiro es un hombre muy conservador. —Dijo pensativo atando cabos. —No perdonaría que uno de sus hijos hiciera algo fuera de la ley.

—Además mira su plan. —Le entrego el móvil el cual el hombre comenzó a ver mostrando sorpresa en su rostro con cada dato que veía. —Ella lleva tiempo preparándose para este momento, bastante de hecho. —Murmuro poniéndose de pie mientras el mesero se acercaba con un vaso de whisky con hielo. — No es estúpida, sabe bien lo que planea hacer. —Dio un sorbo a su trago mientras se acercaba al ventanal y observaba a los caballos. — Quiero saber hasta dónde llegara Tenjiro Orihime con su venganza y si puedo ayudarla en ello ¿Porque no?

—Ayudarla está bien pero ¿Además de ello piensa también satisfacer su deseo por ella? —Comento Richiro de forma astuta.

—¿Lo sabes?

—Lo conozco desde que usted era un niño maestro. —Dijo respetuoso. —Y sé que llevaba mucho tiempo tras esa joven.

—Es cierto, es difícil esconderte algo. —Chasqueo la lengua.

—Al punto que sé que usted movió los hilos para que ella saliera mucho antes de cumplir su condena.

—Bueno Hata quería ser primer ministro de Japón. —Se encogió de hombros. — Así que le prometí financiar su campaña, gastos imprevistos y limpiar sus desastres siempre y cuando hiciera la vista gorda y callara acerca de mis "otros" negocios y moviera el caso a otro juez que hiciera lo que yo le ordenase.

—Siempre piensa en todo Ichigo-sama. —Lo halago su mayordomo.

—Bueno no todo, si hubiera pensado un poco más hace tiempo en vez de tontear podría haber tenido a la mujer que quería en mis manos. —Se giró a encarar a su mayordomo. —Pero esta vez nada me va a detener, ni siquiera la mismísima Orihime. —Sonrió sutilmente y se bebió el trago de una vez.


En una bella casa dentro del distrito más exclusivo de Karakura, una niña jugaba con su muñeca en su habitación, Cayena Park era la hija de Orihime y Minhwa, una lindura de cabello rubio y ojos azules herencia de su bisabuelo materno. Ella tenía solo tres años cuando su madre había sido encarcelada por lo que apenas la recordaba, sin embargo su abuela Shutara siempre que la veía le hablaba de su mamá y lo mucho que ella la amaba.

La niña había sido criada principalmente por los pocos sirvientes del lugar y sus abuelos maternos; su padre y su madrastra generalmente la ignoraban y la hacían a un lado en sus planes, era como si no existiese, centrándose así en su medio hermano Mink Ki; como ella tenía cartas de su madre enviadas a través de su abuela y recibía mucho amor de ellos no le importaba que no le hicieran caso. Sus abuelos paternos por otra parte tampoco la tomaban en cuenta al ser una niña, en su cultura y tradición al ser coreanos los niños eran los que valían más y se les debía dar prioridad sobre las niñas ya fuera estudios, viajes, regalos, etc. Por lo que solo hacían caso a su adorado nieto varón.

Y ella los ignoró completamente también, no le importaban.

Fue cuando termino de vestir a su muñeca que tocaron a su habitación.

—Adelante. —Respondió metida en su juego.

—¿Cayena Ojou-sama? —Una sirvienta asomo la cabeza.

—¿Si?

—Tiene una llamada de la Shutara-sama en la sala. —Le aviso.

—¿La abuela? —Era extraño, generalmente ella le llamaba los martes y sábados pero ese día era jueves. —Ok, ya voy. —Se puso de pie y salió por el pasillo de la gran casa hasta bajar a la primera planta donde tomo el teléfono inalámbrico, no le permitían tomar las llamadas en su habitación para que según su padre "no tramara nada". —¿Oba-chan?

—Oh cariño ¿Te interrumpí?

—No, solo estaba jugando con la muñeca que me diste en mi cumpleaños. —Dijo con una sonrisa. — ¿Qué pasa?

—Te tengo buenas noticias.

—¿Al fin puedo irme a vivir contigo y Oji-chan? —Pregunto emocionada.

—No cariño. —La mujer no se rio por respeto a la pequeña, si ella y Kirinji no pelearon la custodia de su nieta fue para no provocarle más problemas a su hija, pero ganas no les había faltado. — Pero es algo a la par.

—¡Dime, dime!

—Tu mamá ya está libre. —Dijo emocionada.

—¿De verdad? —Dijo emocionada.

—Es verdad mi princesita, ya pronto podrás reunirte con ella. —Apenas Orihime les llamo a sus padres unas horas antes para darles la noticia y ambos no pudieron evitar gritar de la emoción.

—¿Cuándo? —Pregunto impaciente como toda niña.

—No estoy segura, pero ten por seguro que será pronto cielo. —Dijo la pelinegra.

—¡Si! —Dijo feliz. —Mami ya va estar aquí, mami ya va estar aquí. —Canturreo la pequeña.

—Por cierto ¿ya hiciste la tarea?

—Ah… no. —Dijo apenada.

—¿Recuerdas lo que dijo oji-chan?

—Una niña buena y responsable siempre cumple con sus deberes. —Respondió de inmediato la pequeña.

—Exacto. —Hablo encantada. —¿Has estado bien princesa?

Del otro lado de la línea Cayena cantaba y le contaba a Shutara sobre su clase de natación del día anterior en la escuela y su clase de música, mientras que la mujer recordaba los momentos amargos que ese estúpido hombre y su mujer habían hecho, sobre todo la nueva esposa de su ex yerno, quien fue tan cruel como para decirle a una Cayena de cinco años que su mamá estaba en prisión por ser una mujer mala, una ladrona y quien sabe cuántas barbaridades más que se inventó. La pobre fue llorando con sus abuelos maternos el domingo siguiente preguntando si era verdad, entre su esposo y ella tuvieron que explicar a la infante la situación, diciéndole que era todo un malentendido pero que su mami saldría lo más pronto posible para verla. Cuando la calmaron, después de un paseo y muchas lágrimas después estos devolvieron a la niña a la casa que era de su hija y Minhwa, su esposo quería golpearlos a ambos, pero por sobre todo por primera vez Kirinji tenía ansias de golpear a una mujer.

Shutara tuvo que intervenir y pedirle esperar, que ella se haría cargo de forma más sutil, y la oportunidad llego más pronto de lo esperado.

Jung Somin vivía del que dirán y de su apariencia como toda coreana, así que aprovechando que ella iba a Shiragami Deluxe spa una vez por semana (del cual la ojirubi era propietaria pero esta no sabía), ordenó que se le aplicaran tratamientos totalmente abrasa vivos sin que se diera cuenta, al finalizar ese día Somin estaba furiosa al ver su cara roja, sus piernas llenas de moretones y su torso demasiado bronceado, Shutara le enfrento por todo lo que dijo a Cayena y la vetó de su negocio de por vida. Somin no saco la cara en eventos y cenas en todo ese tiempo y no se atrevió a hacer nada en contra de la señora Tenjiro porque podría golpearlos donde más les dolía: el dinero asignado a Cayena, además de que un buen tiempo fue la comidilla en los círculos sociales al haber sido echada del mejor spa del país.

—Me alegro que te esté yendo bien en la escuela —La ánimo. — Espero que termines tus deberes de mañana a más tardar el sábado, el tío Sora llega el viernes en la noche y quiere llevarte al parque de diversiones.

—¡¿El tío Sora regresa?! ¡Sii! —Grito contenta y los sirvientes cercanos sonrieron al ver a la niña feliz.

—Me tengo que ir cariño, te amo.

—Yo también oba-chan y a oji-chan también. —La llamada finalmente termino y la pequeña Cayena no podía estar más emocionada, pronto podría abrazar a su madre.