Hola mis chicas!
Espero que hayáis empezado con buen pie el fin de semana ;)
Bueno... seguimos el viaje; como bien dice el título, vamos a ver que pasa en Sydney. Y sé que muchas queréis que haya acercamiento... pero paciencia, todo llegará.
Hum... creo que me parece interesante comentar este punto, que muchas me contáis en los Pm y comentarios; cuando yo os dejo el link de las canciones, podéis escuchar el capi con o sin ella, por supuesto, eso a gustos. Ahora, en el futuro llegarán capítulos en los que las letras van a tener su importancia.
Poco más que añadir... espero que lo disfrutéis.
Nos leemos abajo ;)
DISCLAIMER: Los personajes son propiedad de la estimada señora Meyer, yo solo juego con ellos. Personajes que no pertenecen a la saga, cosecha propia. Expecto Forks, lugares y localizaciones reales.
Canción del capítulo: Have a nice day de Bon Jovi
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Capítulo 7: En tierras australianas
Con un sonoro bostezo pugnando por salir de sus labios, Bella se quitó las gafas, frotando sus párpados de manera cansada. Llevaban tres semanas de gira, y empezaba a anhelar la sensación de estada en casa, tranquila y sin tener que andar con prisas, dependiendo de horarios y corriendo de un lado para otro para coger los vuelos a tiempo.
Después de Ciudad del Cabo, la siguiente parada fue Johannesburgo, también en Sudáfrica. El contraste del paisaje africano y sus cosmoplitas ciudades impactaron a la joven castaña, que deseó poder tener más tiempo para recorrerlas.
De Johannesburgo tomaron el avión rumbo a Camberra, capital de Australia; allí se ofrecieron dos conciertos, de modo que ella y el resto dispusieron de un poco más de tiempo para recorrer la ciudad. Melbourne fue la siguiente parada, y ahora estaban en pleno vuelo rumbo a Sydney; luego seguía la ciudad de Perth, también en el continente australiano, y finalmente Auckland y Wellington, en Nueva Zelanda, para luego volver a Estados Unidos, descansar una semana y comenzar el periplo canadiense.
Bella todavía no entendía como los niños no estaban agotados de todo ese ajetreo en el que estaban inmersos, pero ahí estaban, felices y para nada cansados. Cuando regresaran, dentro de un par de semanas, los niños ya pronto empezarían en colegio, por lo que la gira para ellos terminaba cuando regresaran de Nueva Zelanda. En el fondo le daba pena, ya que le encantaba estar con ellos, pero el colegio era algo que no podían saltarse.
-Bellaaaaa- la llamó Amy, tomando asiento a su lado; acababan de despegar rumbo a Sydney, por lo que tenían por delante dos horas de vuelo.
-Hola cielo- la saludó, quitando la vista de su portátil -¿has cenado?
-Un vaso de leche y galletas- la informó, con una sonrisa -y acabo de hablar con mamá- Bella sonreía mientras la escuchaba; era muy parlanchina y nada tímida.
-¿Ah sí?- preguntó interesada.
-S, todavía está en Londres- le explicó la niña, encogiéndose de hombros -¿qué haces?- señáló al ordenador.
-Terminando de pasar unos documentos a limpio- le aclaró -¿dónde estan Akane, Hachiko y Kyo?, ¿ya se han ido a dormir?
-Sí... pero yo no tengo sueño- protestó, con una graciosa mueca -¿tienes fotos para ver?- le señaló el ordenador de nuevo.
-Creo que tengo algunas; déjame que guarde el documento- con un rápido movimiento cerró el contrato que estaba redactando, y abrió el archivo con las pocas fotos que su madre le había mandado por correo electrónico.
Amy se acercó a la pantalla, estudiando la primera que abrió; la fachada blanca de la casa de sus padres, en Forks, copó la pantalla, y justo delante, aparcado, el coche patrulla de su padre.
-¿Esa es tu casa?- le preguntó la niña, mirándola.
-La casa de mis padres, donde crecí- contestó, con una pequeña sonrisa.
-¿Y ese coche?- la voz de Emmett hizo que volviera la cabeza hacia arriba; este y Jake se habían apoyado en respaldos de los asientos, mirando con curiosidad las fotos.
-Era la patrulla de mi padre- les explicó -siempre se lo llevaba a casa.
-¿Tu padre es poli?- interrogó Emmett, con una mueca entre el respeto y el asombro. Jake reía por la cara de su amigo.
-Era el jefe de polícia de Forks- le explicó -ahora ya está jubilado- les dijo, antes de pasar a la siguiente foto.
-Eres clavada a tu padre- afirmó Jake, al ver la foto del matrimonio Swan con su hija, en el día de su graduación, y acordándose de la conversación que tuvo con ella el día que fue a su apartamento.
-Tu mamá es muy guapa- añadió Amy, mirando la foto fijamente.
-Gracias- agradeció Bella, con una risa.
-Esa toga color amarillo canario... nada, nada fashion- negó con la cabeza Emmett, haciendo que el resto riera.
-Era horrible, lo sé- admitió Bella, pasando a la siguiente foto. En ella estaba posando con Ben y Ángela, el día de su boda.
-Que vestido tan bonito- alabó la pequeña, admirando el vestido largo color ciruela que llevaba, como dama de honor que fue.
-Que guapa- alabó Jake -¿quiénes son?- aludió a sus amigos.
-Mi mejor amiga Ángela, y Ben- les presentó -él es vuestro fan número uno- les dijo.
-Pensaba que eras tú- contradijo Emmett, estudiando la foto.
-Ya sabéis lo que quiero decir- rodó los ojos, mientras que Amy estudiaba su vestido y el de novia de su amiga.
-Entonces, habrá que mandarles pases para el concierto de Seattle- afirmó Jake.
-¿No os importa?- preguntó con cautela Bella.
-Claro que no; tus padres pueden venir también- le propuso Emmett.
-Gracias- susurró Bella, con una pequeña mueca de pena, lo que hizo que Jake frunciera el ceño.
-¿Va todo bien?, ¿has hablado con ellos?
-Sí, sí- le tranquilizó, señalando a la niña con los ojos, para que dejara el tema. El guitarrista captó el gesto, susurrándole que después hablarían. Después de pasar un par de fotos más, con el bebé de Ángela en sus brazos, y otra de Ángela y ella con la edad de Amy, Bella cerró la carpeta.
-Pues esto es todo- les dijo, pero los ojos de Emmett estaban fijos en la imagen del fondo de escritorio... en la foto de ella y Riley.
-¿Quién es?- interrogó la niña, mirando a Bella -¿es tu novio?
-No, cielo- le aclaró, con una sonrisa de melancolía -es mi hermano- Emmett le dio un pequeño apretón en el hombro.
-¿Tienes un hermano?- los ojos de la pequeña se iluminaron -que suerte, yo también quiero uno- le contó, con una mueca de resignación muy graciosa.
Bella sabía que el comentario de la niña era completamente inocente, pero aun así, no pudo evitar que el familiar nudo apareciese en su garganta, y sus ojos empezaran a aguarse. Jake y Emmett, mudos testigos de la situación, notaron el cambio de ambiente, pero poco había que pudieran decir.
-¿Y cómo se llama?, ¿cuántos años tiene?- Amy seguía haciendo preguntas, al parecer, sin darse cuenta en absoluto de lo que le pasaba a Bella, hasta que una voz hizo que ambas levantaran la cabeza.
-Cariño, es hora de que acuestes- la voz de Edward sacó a Bella de su trance; este, que había escuchado toda la conversación, decidió intervenir.
-Está bien- aceptó Amy -hasta mañana- se despidió, dándoles un beso en la mejilla a todos. Emmett y Jake volvieron a sus asientos, y Edward se llevó a su hija hacia unos de los dormitorios del avión.
-¿Bella se ha enfadado conmigo, papá?- le preguntó, una vez se metieron en el cuarto y Edward la ayudaba a quitarse las deportivas.
-No, cariño; ella no se ha enfadado- se agachó frente a ella, a los pies de la cama.
-Parecía que lloraba- sonrió a su hija con ternura... los niños se daban cuenta de muchas cosas, mucho más que los adultos.
-Hija- se sentó a su lado en la cama, atrayéndola a su regazo -¿recuerdas lo que pasó con el abuelo Martin, hace dos años?- aludió al padre de su ex mujer.
-Se puso malito y murió- murmuró ella, agachando la cabeza -mamá dice que está en algún lugar, rodeado de estrellas, cuidando de todos nosotros.
-Pues el hermano de Bella también está con el abuelo Martin- le explicó. Los ojos de la pequeña se abrieron, debido a la sorpresa.
-¿También se puso malito?- siguió preguntando.
-Sí- fue la escueta respuesta de su padre, no iba a contarle nada más.
-Por eso ella se ha puesto triste- dijo en un susurro -yo no quería eso.
-Estoy seguro de que Bella no está enfadada contigo- la consoló su padre, viendo su tristeza.
-¿Tengo que pedirle perdón?- Edward sonrió mientras su hija se metía en la cama, y él la ayudaba a arroparse.
-No creo que sea necesario- dejó un pequeño beso en su frente -ahora a dormir.
Se sentó a su lado, peinando su largo pelo con los dedos hasta que notó que su respiración se relabaja; una vez se aseguró de que estaba dormida, salió de nuevo. Alice y Jasper dormían hombro con hombro en uno de los sofás, al lado de la habitación de sus hijos y de María; Sam y Jake hacían lo mismo, en sus asientos, mientras que Emmett estaba inmerso en la película que proyectaba su portátil, con los auriculares puestos.
Los ojos de Edward rápidamente se dirigieron hacia Bella, que miraba ausente por la ventanilla del avión. Algo se removió en su interior al verla encogida en su asiento, así que sin pensárselo se acercó a su lado, para sentarse. Su ordenador seguía encendido, y estudió la foto; Bella reía a carcajadas, abrazada a un chico de unos veinte, y por lo que había escuchado, no necesitaba preguntar quien era.
-Siento si mi hija ha dicho algo incómodo- Bella giró su cabeza, secando una lágrima que caía por su mejilla.
-No, en absoluto- se apresuró a aclarar – es solo que...- dejó la frase inconclusa.
-Es comprensible, era tu hermano- terminó por ella -es normal que te duela, Bella- ella simplemente asintió, volviendo su cabeza hacia la ventanilla del avión; Edward resopló, pasando su mano por su pelo y desordenándolo más, si era posible -a vec... a veces es bueno hablar- le ofreció de manera torpe.
-Gracias- susurró extrañada Bella por el ofrecimiento; desde ese encuentro en Ciudad del Cabo, que Bella no sabía ni como clasificar, este tipo la tenía desconcertada. Había días que la ignoraba completamente, y otros que en los que tenían sus particulares tiras y aflojas.
-¿Por qué no me cuentas algo de él?- volvió a insistir.
-Edward...- Bella negó con la cabeza. El ceño del cantante se frunció, era tan cabezota.
-Te vendría bien hablar- le contestó de vuelta.
-Lo sé- admitió ella -pero...
-Terca como una mula- suspiró divertido, ganándose una mirada enfadada por parte de la joven.
-¿Para qué voy a hablar, para que te burles?- rió amargamente; las palabras salieron sin pensar de su boca, y al segundo se arrepintió de haberlas dicho. La expresión de Edward no tenía precio, y sus labios eran una línea recta.
-¿Crees que me burlaría de una cosa así?- siseó enfadado.
-Edward yo...- se intentó disculpar, pero este no la hizo caso, haciendo amago de levantarse. En un rápido gesto, agarró su brazo, instándole a que parara.
Y de nuevo ahí estaba, ese cosquilleo que sintió en Ciudad del Cabo, cuando la agarró por la cintura, evitando que tropezara. Esta chica le tenía totalmente descolocado, y no sabía como ni por que. Pero algo había en sus ojos marrones que hicieron que volviera a tomar asiento, no sin antes soltarse de su agarre.
-¿Y?- inquirió, ligeramente molesto.
-En verdad, lo siento- susurró en voz baja -no tengo un buen día, y te pido perdón- tomó aire -no merecías esa contestación.
-¿Mal día?
-Bueno- rodó los ojos, cosa que hizo que una pequeña sonrisa adornara la boca de Edward -los he tenido mejores- la conversación con su madre había terminado en una pelea, como siempre, y estaba harta.
-Sé lo que siente- admitió.
-¿Problemas con...?
-Ya no salgo con ella- le reveló, cosa que hizo que Bella lo mirara sorprendida -no tolero que nadie le hable a Amy en esos términos.
-Claro- le dio la razón ella.
-Pero no ha debido de captar el mensaje- rodó los ojos -mi teléfono va a explotar por sobrecalentamiento- Bella rió. Al menos parecía que su tristeza inicial se había ido, y Edward se sintió mejor.
-Mujeres con carácter; pensé que te encantaban- recitó burlona, acordándose de ese beso que le pidió.
-Y me encantan- afirmó -pero hablo de otro tipo de carácter- las mejillas de Bella se sonrojaron un poco, cosa de la que Edward se percató -sigo sin entender ese mote de calabacita... te pegaría mejor cerecita, o tomatito- Bella arqueó ambas cejas, para después terminar entrecerrando los ojos.
-Ni se te ocurra- le advirtió, seria.
-Tranquila... prefiero el original- la guiñó un ojo, antes de que Bella resoplara frustrada, excusándose para ir al baño... y calmarse un poco.
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Para cuando tomaron tierra y llegaron al hotel, el reloj marcaba las dos de la madrugada. Sacaron a los niños completamente dormidos del avión, y en cuanto les dieron sus habitaciones, todos se despidieron, agotados y cayendo en las camas.
El concierto no sería hasta el día siguiente, al igual que la rueda de prensa, por lo que tenían un día entero libre. Alice y Jasper planearon el día, dejando a María descansar, para salir por la ciudad y recorrer algunos lugares de interés. De modo que niños y adultos, debidamente camuflados en gorras y gafas de sol, salieron a descubrir la ciudad.
Se sacaron fotos en el exterior de la icónica Ópera de Sydney; subieron al famoso puente de la ciudad, pasearon por Chinatown y el barrio de Paddintong, donde Bella y Alice realizaron algunas compras; recorrieron los Jardines Botánicos Reales antes de comer, para terminar con una divertida tarde en el parque zoólogico. Los niños estaban encantados, y aguantaron la caminata de todo el día sin problemas. Aparte de algunas fotos y autógrafos que tuvieron que firmar los chicos, no les molestaron mucho. La seguridad los había seguido, de manera discreta, durante todo el día.
En el zoo fue dónde más se divertiron; a decir verdad, niños y mayores se lo estaban pasando en grande, observando las miles de especies. Incluso Bella y Alice se sacaron una foto, cada una con un koala en brazos, imagen que imitaron los niños.
Ya en el interior del aquarium, y con los niños visiblemente cansados, poco a poco recorrieron las enormes salas; había algunas que parecía que estaban en el mismísimo fondo del mar, ya que consistían en una especide de túneles, permitiendo a los peces nadar sobre sus cabezas.
-¡Mira Bella!- chilló alborozado Kyo, como siempre subido en los brazos de la joven -¡es Nemoooo! - señaló al pez payaso, de un vivo color naranja.
-Es cierto- Bella puso cara de asombro, mirando hacia el agua.
-También está Dori, y Marlin- señalaba Amy a Akane, ambas prácticamente pegadas al cristal.
-¿Quién es Nemo?- interrogó Sam.
-Se nota que no tienes niños- replicó Alice, divertida.
-Es un peli de Disney- reía Bella, negando con la cabeza. Jasper, con su hija en brazos, casi dormida, también reía.
Continuaron con el recorrido, terminando en la sala de los tiburones. Jake se ofreció a coger al niño, para que Bella descansara un poco, pero Kyo se aferraba a su cuello y no había manera.
-No sé que le das- exclamó divertido.
-Amor platónico- suspiró Jasper, por detrás de ellos. Todos rieron, para después volver su atención a los tiburones blancos, que nadaban a sus anchas.
-¿Seduciendo a menores?- la voz de Edward se coló por los oídos de Bella -tsk, tsk, tsk... - chasqueó la lengua, mirándola divertido.
-Al menos tiene buen gusto- dijo, esbozando una sonrisa inocente.
-No se lo discuto- soltó tan tranquilo, para después volverse y comentar los animales con Emmett y Sam, y dejar a Bella patidifusa.
Por suerte, nadie escuchó la pequeña charla, y eso hizo que el recorrido siguiera su curso. Finalmente, Kyo reclamó los brazos de su madre, dejando descansar un poco a Bella. Ya estaban terminando, y los coches estarían en unos minutos en la puerta, para llevarlos al hotel.
-¿Hablaste ayer con tu casa?- le preguntó Jake a Bella, acordándose de la conversación en el avión.
-No quería hablar delante de la niña -el joven asintió -todo como siempre; mi madre y yo peleamos un poco, pero eso no es nada del otro mundo.
-¿Tu padre está peor?
-Tiene días peores y días mejores- suspiró con pena -pero ahí sigue.
La conversación fue interrumpida, ya que unos chicos le pidieron un autógrafo a Jake y al resto de la banda. Se sacaron fotos con ellos, y en eso estaban cuando Amy se acercó a Bella; la niña apenas se había acercado a ella en todo el día, y le extrañó.
-¿Te lo estás pasando bien?- le preguntó, ofreciéndole una sonrisa y agachándose a su altura.
-Sí- la pequeña titubeó -siento haberte puesto triste ayer- musitó pesarosa, jugando nerviosa con sus dedos.
-No cielo, no fue tu culpa- la intentó consolar Bella -no quiero que pienses que me enfadé contigo- se golpeó mentalmente para sus adentros... debería habérselo explicado.
-Seguro que tu hermano está con mi abuelo- la miró sin entender -en un lugar lleno de estrellas, cuidando de todos.
-Muy cierto- sonrió de manera triste -¿quién te dijo eso?
-Papá- se encogió de hombros; Edward se había acercado a ellas; sus ojos se encontraron con ese mar esmeralda, que la miraba con detenimiento. Amy tomó su mano, quedando ambos frente a una sorprendida Bella.
-Gracias- le agradeció, seria. Con un simple gesto de cabeza, señal de que la había escuchado, se encaminaron hacia la salida.
Bella anduvo al lado de Amy, que espontáneamente tomó su mano, quedando en medio de su padre y ella. El zoológico ya estaba cerrando sus puertas, y los coches que les esperaban se podían entrever a lo lejos. Pero cuando atravesaron la puerta principal del recinto, una multitud de periodistas y fotógrafos se abalanzaron sobre ellos; Bill y su equipo, que se quedaron fuera del parque zoológico, estuvierona su alrededor en cuestión de segundos.
-¡¿Qué os ha aparecido la ciudad?!- oyó que preguntaban, casi en voz en grito.
-¡¿Qué habéis visitado?!- Jasper y Alice se apresuraron a los coches, en medio del ajetreo, con sus hijos en brazos; Jake, que llevaba a Akane de la mano, hizo lo mismo, instándola a entrar. Entre todo el barullo de gente, Emmett y Sam les intentaban responder, a la vez que hacían su camino hacia los vehículos. Los flashes de las cámaras los cegaban, y el agobio empezaba a ser palpable; la mano de Bella se cerraba con fuerza sobre la de Amy, que empezaba a asustarse... y de repente, un empujón por poco las tira al suelo.
Todo pasó en cuestión de segundos; cuando por fin logró equilibrarse y evitar que cayeran las dos al asfalto; pudieron llegar al coche, con la ayuda de uno de los guardaespaldas. Bella apresuró a la niña para que entrara, y cuando se giró, vio a Edward encarando a varios fotógrafos, y a Emmett y Jake, intentando contenerle.
-¿Has empujado a mi hija?- le preguntó a uno, desafiándole con la mirada -¿no tenéis un poco de consideración con los niños?
-Estamos en la calle, y somos libres de grabar y fotografiar- le contestó uno de los tipos, un poco petulante.
-Es una menor- le recordó, muy enfadado.
-A la niña no le hemos hecho nada- se defendió otro de los periodistas -la chica que la llevaba de la mano ha tropezado.
-Por vuestra puta culpa- fue la contestación de este, haciendo amago de acercarse a ellos.
-Edward, vámonos- le instó Emmett, agarrándole del brazo.
-Pandilla de impresentables- siseó el cobrizo, dándose la vuelta para meterse en el coche.
-Estúpida estrella de la música- Bella ahogó un jadeo, al ver a Edward darse la vuelta y volver a encararse con ellos.
-¡Basta!- ordenó Jake, poniéndose en medio -déjalo, Edward; no entres al trapo.
-No merece la pena- habló ahora Emmett.
Vio que Edward se dirigía al coche donde se había metido Amy, por lo que entró para dejarle sitio. La niña se abrazó a su padre, que la revisaba de arriba abajo.
-¿Te has hecho daño?- le interrogó con preocupación, y todavía cabreado; la niña negó con la cabeza, para después volverse a Bella -¿estás bien?
-Sí- suspiró ella.
-Sé que es agobiante- habló ahora Jake, que se había sentado a su lado; las dos limusinas ya habían arrancado, camino del hotel; Emmett también iba con ellos, y Sam en la otra con la familia Withlock.
-Mucho- admitió; era la primera vez que veía ese acoso desmesurado.
-Tanto Edward como Alice y Jasper intentan mantener a los niños alejados de esto- le dijo el batería, en voz baja, en plan confidente.
-Pero a veces es imposible detenerlos- acabó la frase Jake, para después volverse hacia Edward.
-Es curioso- le confesó a Emmett en voz baja -quiero decir, Tanya y él- señaló a Edward -los dos salen constantemente en la prensa rosa; pensé que la niña estaría acostumbrada.
-No les gusta, y la mantienen al margen todo lo que pueden- seguía cuchicheando Emmett -y creo que hacen bien.
-Concuerdo contigo- le dio la razón Bella.
Por suerte, las cosas se calmaron, y por fin llegaron a la puerta trasera del hotel; el día había sido larguísimo, y Bella no veía la hora de tumbarse en la cama.
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Nubarrones grises y oscuros amenazaban con chafar el concierto, y eso hacía que tanto Bella, Alice y los chicos miraran constantemente al cielo durante toda la tarde. El escenario relucía en el ANZ Stadium, construído expresamente para los Juegos Olímpicos que la ciudad acogió en el año 2000.
Después del altercado con los periodistas, y de que Edward mantuviera una conversación con Aro y tuviera que tranquilizar a su ex mujer, que había visto las noticias, la rueda de prensa previa al concierto se desarrolló en paz, lo cual agradecieron todos. Después del ajetreo de los invitados VIP, por fin, los chicos estaban preparados para salir. En esta ocasiçon iban bastante abrigados, dado el frío, y la probabilidad de lluvia hacía que la humedad se adentrara en los huesos.
Gracias a dios, la lluvia dio una tregua, y el concierto se desarolló sin ninguna incidencia. Dos horas después, los chicos se preparaban para cantar la canción que cerraría el espectáculo.
-¡¿Lo habéis pasado bien?!- preguntó Edward al público, ganándose una estruendosa ovación como respuesta -no os oígo- les instaba para que chillaran más fuerte, cosa que hicieron las miles de almas que llenaban el estadio.
-Gracias a todos por venir... y... ¡qué tengáis un buen día!- esas palabras dieron el pistoletazo de salida para que Jake entonara con la guitarra la última canción.
La locura de desató cuando Edward empezó a cantar. Fue de un lado al otro del escenario, queriendo agradecer su presencia a todas las personas que habían ido a verles. Y de nuevo, su vista se posó en Bella, que junto con Alice, cantaba la canción...
"Brillando como un diamante,
rodando con los dados.
Parándonos en la cornisa
y mostrarle al viento como volar...
cuando el mundo se cierra en mi cara, digo...
que tengas un buen día"
Las últimas notas resonaron, y Bella y Alice se dirigieron hacia los coches, estacionados justo detrás del escenario. Se iban directamente al aeropuerto, rumbo a Perth; los niños los esperaban subidos en el avión.
Acomodada en el automóvil con lunas tintadas, oyó a los lejos los ecos de los últimos aplausos,y como la puerta estaba abierta, vio a los técnicos y miembros de seguridad de un lado para otro, señal de que los chicos ya estaban abandonando el escenario. Cerró los ojos, echando la cabeza hacia atrás, y por fin sintió movimiento a su alrededor, y el ruido de la puerta al cerrarse.
-¿Cansada, calabacita?- Bella abrió los ojos, mirando a Edward, que estaba a su lado, secándose el sudor con una toalla.
-Más bien agotada- le corrigió, mirando a su alrededor -¿no tenías otro coche para meterte?- protestó; de los tres que había, justo en el que ella estaba.
-Era el que más cerca me pillaba- se encogió inocentemente de hombros. Decidió morderse la lengua, y por fin arrancaron rumbo hacia el aeropuerto.
-¿Así que... me he ganado mi beso?- la paciencia de Bella se estaba agotando a pasos agingantados; justo antes de empezar se había vuelto a acercar a ella, reclamando su beso de buena suerte. Le miró de reojo, y descubrió que estaba completamente girado hacia su posición, con su brazo extendido a lo largo de los reposacabezas. En qué hora le dijo que se lo tenía que ganar...
-No te has ganado nada, Cullen- murmuró, sin girarse y sin ni siquiera volver a molestarse en abrir los ojos.
-Hieres mi ego, calabacita- contestó Edward, con voz lastimosa.
-Tu ego es demasiado grande para herirlo- siguió refunfuñando ella -y deja de llamarme calabacita- le advirtió.
-Protestona- se medió burló él, sonriendo divertido.
-Divo insoportable- siseó ella, haciendo que este ahogara la carcajada.
La distancia hasta el aeropuerto era considerable, ya que estaban en la otra punta de la ciudad, y los ojos de Bella terminaron por cerrarse. Edward la miraba fijamente, y vio que se había quedado dormida. Con mucho cuidado pasó su brazo por los hombros, y ella inconscientemente se apoyó contra él, suspirando satisfecha.
Edward pensó que abriría los ojos y se apartaría de su lado como si quemara, pero estaba tan agotada que no se enteró de nada. Con mucho cuidado presionó un pequeño beso en el tope de su cabeza; una esencia; no sabía si de mora o de frambuesa se coló por sus fosas nasales, y no pudo hacer otra cosa que inspirar varias veces, disfrutando.
La sostuvo durante todo el trayecto, y no le importó en absoluto hacerlo. Su cuerpo cálido se sentía bien contra el de él; ahora que la tenía cerca y no protestaba, se dedicó a observarla con detenimiento. Su piel parecía de seda, y cuando pasó uno de sus dedos con mucho cuidado por su mejilla, sintió su suavidad; así dormida, parecía una niña pequeña.
Pero pronto se dio cuenta de que estaban llegando al aeropuerto, así que temiendo la ira de la joven, la soltó con cuidado, apoyándola de nuevo en el respaldo del coche. En cuanto la apartó Bella se empezó a mover, pero no abrió los ojos hasta que el coche paró el motor.
-¿Ya hemos llegado?- preguntó en voz baja, y bostezando suavemente.
-Sí- le confirmó -anda, vamos- la instó a salir del coche, cosa que la joven hizo. A pie de pista se reunieron con el resto, que ya había llegado. Bella y Alice entraron, y se fueron a echar un vistazo a los niños. Edward iba a hacer lo mismo, hasta que vio la ceja arqueada de Sam, mirándole interesado.
-¿Vas a contarme qué demonios te traes con Bella?- le preguntó en voz baja. Edward resopló, cogiendo el cigarro que este le tendía y encendiéndolo, ya que en el avión no podían fumar.
-Nada- expulsó el humo por la boca, cosa que hizo que su compañero negara con la cabeza.
-Vamos Edward- se medio burló este -te conozco hace demasiado tiempo.
-¿Y?- ahora el que arqueaba la ceja era él.
-Nada- Sam se encogió de hombros; conocía demasiado a su amigo como para saber que cuanto mas lo presionara, menos iba a soltar... pero ya le pillaría por banda.
Emmett se unió a ellos, cigarro en mano, y la conversación tomó otros derroteros, hasta que les llamaron para subir al avión... el viaje continuaba.
Gracias mis chicas, por acompañarme de nuevo en esta divertida aventura; a las que presionáis el botón de alertas y favoritos, a las lectoras silenciosas... a las que dejáis vuestras impresiones y opiniones:
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Cristina, Sara... os adoro, y lo sabéis.
A los reviews anónimos, miles de gracias también. Animaros y dejadme vuestros correos, para poder contestaros y saludaros.
Un besazo enorme, y nos vemos la próxima semana ;)
