Hooola mis chicas!
Espero que la semana haya ido bien; aquí vuelvo... sé que queréis ver que pasa en esa cita jejejejeje... no sé si lo que vais a leer os lo esperáis; pero tranquilidad. La cosa empieza a ponerse interesante para todos...
Espero que lo disfrutéis... nos leemos abajo ;)
DISCLAIMER: Los personajes son propiedad de la estimada señora Meyer, yo solo juego con ellos. Personajes que no pertenecen a la saga, cosecha propia. Expecto Forks, lugares y localizaciones reales.
Canción del capítulo: "If that´s what it takes" de Bon Jovi
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Capítulo 11: Camino de algo
-Porquería de cacharro- masculló Bella entre dientes; llevaba al menos quince minutos plantada delante del fax que descansaba en una esquina de la oficina de Alice; necesitaba enviar a Lupe el contrato para la actuación del especial de navidad de la MTV, en el cual los chicos actuarían.
Toquiteó de nuevo los botones, y al fin el estridente ruidito le hizo saber que el dichoso fax había decidido resucitar. Volvió a meter cuidadosamente el papel, y marcó los números detenidamente.
-¿Cómo lo llevas?- Alice se acercó a ella, con otros dos o tres documentos en la mano; siempre que volvían a casa, tenían una montaña de papeles y documentos esperando para ser leídos, negociados o firmados.
-Creo que por navidades Jasper y tú deberíais plantearos el regalaros un fax nuevo- contestó ella, con una pequeña risa.
-Sí, hay que cambiarlo- admitió, con una pequeña mueca -¿has revisado la agenda?
-No sé como vamos a cuadrar la grabación del especial de navidad- meneó la cabeza, pensativa; las tres semanas de diciembre que el grupo tenía libre en lo que a conciertos se refiere estaban totalmente copadas por la grabación del recopilatorio.
-Habrá que cambiar un día de grabación- musitó Alice -quizá el día 22 o 23 de diciembre- hizo cálculos mentales -¿qué día se emite el programa?
-El 29- le sacó de dudas Bella -podríamos intentar de hacer un hueco entre esos dos días- le dio la razón; el problema con las grabaciones para la televisión es que no era simplemente ir, cantar y marcharse a casa; entre que preparaban el plató, acomodaban al público y repetían tomas, se podían pasar allí el día entero. Justo en ese momento, sonó el móvil de Alice, dejando a Bella con el montón de papeles para mandar por fax.
Diez minutos después, los dichosos documentos estaban por fin enviados; al volver a su mesa, vio a Edward en el jardín, agachado y hablando con su hija. Amy reía y asentía enérgicamente con la cabeza. Por unos instantes se sintió culpable; habían vuelto a a casa el miércoles, y el lunes a primera hora tomaban de nuevo el avión, para seguir con la gira; Edward no veía mucho a su hija, y mañana tenían su cita.
Desde que le propuso ir a cenar, en el concierto de Seattle, los engranajes de su cabeza daban mil y una vueltas sin descanso. Si las cosas iban bien entre ellos, temía como encararía la niña una relación entre su padre y ella. Sabía que Edward la había mantenido alejada de sus otras relaciones, a excepción de Gianna... ella adoraba a la pequeña, y le encantaba ayudarla con sus tareas escolares, o simplemente escuchar sus historias infantiles; pero no podía dejar de preocuparle ese asunto.
Estaba tan perdida en su mente que no se dio cuenta de que Edward la miraba a través del cristal; le hizo un gesto con la mano, instándola a salir. En el jardín estaban también Jasper y sus hijos. Le hacía mucha gracias verlos a todos con el uniforme del colegio. En el momento en el que ella puso un pie en el jardín, Amy ya se había reunido con Akane y Hachiko.
-¿Nerviosa por lo de mañana?- fue el saludo con la que la recibió.
-No- mintió, encogiéndose de hombros de forma despreocupada, pero el joven sonreía divertido, negando con la cabeza. Desde que habían vuelto a casa apenas habían tenido un rato para ellos y sus particulares charlas y confesiones. Fue a tomarla de la mano, pero Bella se apartó con disimulo.
-¿Qué pasa?- le interrogó, preocupado.
-Es que... bueno... está la niña, y no sé si...- este la cortó, cogiendo su mano y llevándosela a una esquina del jardín, fuera de la vista de todos. No le soltó la mano en ningún momento, incluso tomó la otra, entrelazando sus dedos de manera suave.
-A ver, ¿qué ocurre?- le preguntó; no estaba enfadado en absoluto, pero sí temeroso de que le dijera que no quería salir con él.
-Me siento culpable- admitió Bella con una pequeña mueca -viajas mucho, y ves poco a Amy- Edward suspiró, comprendiendo el asunto. Agachó la cabeza, un poco azorada, pero los dedos de este tomaron su barbilla de manera suave, instándola a mirarle.
-Por eso no tienes que preocuparte- la intentó tranquilizar -he estado con Amy todos estos días... y el sábado se quedará a dormir con mis padres- Bella le escuchaba atentamente -ellos también quieren verla, y estar con ella, y yo estaré todo el domingo con ella antes de que la deje en casa de Tanya- le explicó -¿o es que no quieres salir conmigo, y me estás dando calabazas?- bromeó, arrancando una pequeña sonrisa de la castaña.
-No te estoy dando calabazas... vas a salir con una- le picó de vuelta, arrancando una pequeña carcajada al cantante; ni loca cancelaría la cita, siempre y cuando no pasara nada grave.
-Con una pequeña calabacita- admitió Edward; estaba tan bonita cuando sonreía de esa manera, que tenía que hacer un esfuerzo enorme por controlarse y no acercarla a él y besarla; pero se había hecho el firme propósito de hacer las cosas bien con ella.
-¿Dónde vas a llevarme?- Edward respiró de alivio para sus adentros, parecía que por fin se había relajado.
-Es sorpresa- le reveló, tomando de nuevo la mano que había liberando antes; Bella se dio cuenta de que la otra no se la había soltado en ningún momento. Mike no era muy dado a muestras de afecto, ni en público ni en privado... pero por lo que sabía de Edward, él tampoco lo era; o al menos, eso entendió ella de la conversación con Rosalie -te prometo que lo pasarás bien.
-De acuerdo- contestó, dándose por vencida -¿cómo va la grabación?- se interesó.
-Bien- se encogió de hombros -falta uno de los temas nuevos, y habremos acabado por hoy- le contó, acercándose un poco más a ella.
-¿Y los otros cinco?- interrogó, con cautela -¿te va llegando la inspiración?
-Más o menos- sonrió, de forma pícara -te preocupas mucho por mi trabajo- observó.
-Trabajo para los Slave Heart- contestó ella, con una risa -sé que no te gusta que te pregunten por eso- le dijo, con cautela, ya que a su mente volvió la discusión en Nueva York, antes de la entrevista. Pero como siempre, su boca se adelantó -yo no quería...- meneó la cabeza, disgustada.
-Hey- la llamó Edward -no pasa nada; no es una cosa de la que suela hablar- le dio la razón -pero sí, la cosa va bien... ya lo descubrirás.
-¿Te gustan demasiado las sorpresas, no?- preguntó ahora ella, mirándole curiosa.
-Me gusta sorprender a ciertas personas- le reveló, con una sonrisa sexy. El corazón de Bella saltó en su pecho... ¿estaba diciendo lo que ella estaba entendiendo? -lo sabrás a su debido tiempo, así que dale un respiro a esa cabecita- contuvo la risa al verla rodar los ojos.
-Vale- aceptó ella.
-¿Vas a venir al estudio, a escuchar la nueva canción?- le preguntó.
-¿Puedo estar allí?
-¿Por qué no vas a poder?- le devolvió la pregunta -puedes verlo desde la parte exterior de la cabina... aunque...- se quedó callado un segundo -procura no tropezarte con los cables- Bella abrió los ojos -los golpes de los amplificadores contra el suelo no suenan bien en los CD´s- acabó de decirle, conteniendo la sonrisa.
-Eres... agghhh...- resopló esta, haciendo un amago de soltarse de su agarre.
-Pero te gusto así- afirmó, pagado de si mismo, acercándola a él y agachando su cara -sino, no saldrías conmigo- le refrescó la memoria, con una mueca de obviedad.
-Divo insoportable- le dijo esta, mirándole fijamente.
-Calabacita- susurró, a la vez que acarició su mejilla con la nariz; fue un roce casi etéreo, y hasta pudo sentir como su pendiente también tozaba su pómulo, haciendo que un escalofrío recorriera su cuerpo -¿te recojo a las seis, mañana?
-¿No es un poco pronto para ir a cenar?- susurró ella, un poco nerviosa por esa cercanía.
-Pero antes de ir a cenar podemos ir a pasear- le corrigió él -podemos ir al cine... lo que tú quieras- le ofreció; apenas había podido hablar con ella estos días, y extrañaba mucho sus conversaciones.
-Está bien- aceptó ella -¿sabes mi dirección?
-Sí que la sé- Bella frunció el ceño -cuando encontraste apartamento, Alice lo comentó- le explicó.
-Vaya...- murmuró, sorprendida -lo tienes todo bajo control- Edward se carcajeó, pero al girar la vista se dio cuenta de que Emmett le hacía una seña, para que entrara de nuevo en el estudio. Suspirando en voz baja, se volvió a Bella.
-Me quedaría aquí contigo, pero tengo que volver a entrar- dijo este, con una pequeña mueca -te veo después, a la hora de la cena.
-Estoy deseando escuchar la canción- exclamó ella, con una pequeña sonrisa.
Regalándole otra sonrisa, Edward la soltó, para volver al estudio. Se quedó apoyada e la pared, viendo como se alejaba. No se dio cuenta de que Rosalie, que acababa de llegar, la miraba divertida.
-¿Tiene buen trasero, verdad?- Bella pegó un bote, ya que no se esperaba encontrarla allí.
-No está mal- se encogió de hombos -¿cuándo has llegado?- le interrogó, frunciendo el ceño.
-Ahora mismo- la informó la rubia, rebuscando en su enorme bolso y cambiando sus gafas de sol por las normales -¿nerviosa por el acontecimiento de mañana?- la dio un codazo amistoso, a la vez que ambas echaban a andar hacia el estudio.
-Un poco- admitió, pero no pudo evitar que una sonrisa asomara en sus labios.
-¿Te ha dicho dónde te va a llevar?
-Dice que es sorpresa- le explicó -¿qué me pongo?- se preguntó a sí misma, pero Rose la escuchó perfectamente.
-Vístete con lo que más cómoda estés- se encogió de hombros -se puede ir cómoda y elegante a la vez- le explicó.
-Menuda ayuda- bufó, resentida.
-Si te ves en un gran aprieto, me llamas... pero estoy segura de que encontraras la solución tú solita- la tranquilizó ella -el domingo te llamaré, quiero detalles- la previno, seria.
-Rose... te recuerdo que mañana coges un avión hacia Singapur- le dijo, con una pequeña mueca.
-Esto es prioridad número uno- contestó ella, tan tranquila -quiero detalles de todo lo que pase.
-A la orden- levantó las manos Bella; justo en ese momento Amy se acercó a ellas corriendo, con el jersey azul marino del uniforme en la mano y las medias del mismo color por los tobillos.
-¡Rose, Bella!- se lanzó a los brazos de la rubia.
-¿Cómo está mi chica?- le pregunto -¿y los pequeños samurais?- preguntó, mirando a su alrededor.
-Merendando; pero yo no tengo hambre- le explicó, para después volverse a Bella y tomar su mano, sonriendo -¿luego me ayudas con los deberes de mates?- le pidió, con un pequeño puchero.
-Claro que sí, cielo- repuso con una sonrisa -¿quieres ir a ver a papá y al resto?- le ofreció -pero tienes que estar muy callada- le previno. La niña afirmó con la cabeza, y sin soltar su mano, entraron las tres en el estudio.
Rose se fue a saludar a Emmett, y ella condujo a la pequeña hacia la zona de grabación. Los dos técnicos y el ayudante de producción de la discográfica ya estaban sentados a la mesa, toquiteando multitud de botones; los chicos ya estaban en el cubículo, con los cascos sobre sus orejas y hablando entre ellos. Edward vio a Bella de pie, al lado de Alice y de Rose, que se había unido a ellas. Su pequeña estaba delante de Bella, y tomaba las manos de la castaña, sosteniéndolas en sus pequeños hombros.
Esa imagen hizo que algo se removiera en su interior; las dos se llevaban muy bien, y sabía que a Bella no le importaba que tuviera una hija... es más, con sus palabras anteriores, le había demostrado que se preocupaba por su pequeña, cosa que Gianna no hizo en absoluto.
-¿Se llevan bien, eh?- la voz de Jake le sacó de sus cavilaciones; se quitó los cascos un momento, para poder contestarle.
-Eso parece- respondió.
-Eso es bueno- el guitarrista hizo un gesto afirmativo con la cabeza -parece que las cosas van bien, ¿no?
-Podría decirse eso- admitió Edward, con una pequeña sonrisa -espero que mañana salga bien- no podía negarlo, estaba un poco nervioso.
-¿Edward Cullen nervioso por salir con una chica?- ahora era Emmett el que hablaba -tío, estás muy pillado- musitó, haciendo una penosa mueca pensativa.
-Gracias por tu apreciación, McArthy- rodó los ojos, cosa que hizo al aludido reír -y no, antes de que me preguntes... no voy a contaros nada.
-A mi me da igual- se encogió de hombros -Rose lo sabrá, así que tarde o temprano me acabaré enterando- soltó tan pancho, antes de sentarse frente a su instrumento.
-Y a mi Alice- se giró, para encontrarse la sonrisa maquiavélica de Jasper.
-Estupendo- siseó entre dientes, cosa que arrancó las risas del resto -¿podemos grabar y terminar por hoy, por favor?- resopló cansado.
-Vamos a ello- apoyó Jake, tomando posiciones.
Las notas empezaron a sonar, y las chicas volvieron su vista hacia el cristal. Bella vio como Edward, a veces, iba siguiendo y marcando el ritmo con las manos, hasta que su voz inundó la estancia.
La letra de la canción la sorprendió; no sabía si hablaba de un amor del pasado, o de alguna situación vivida en la vida... pero su corazón sufrió un vuelco al escuchar varios de los fragmentos.
Rose y Alice miraban a la castaña de reojo; los ojos verdes de Edward estaban fijos en ella, que levemente sonrojada, a veces desviaba la mirada... Amy, ajena a todo, seguía el ritmo con la cabeza...
"... pero apostaría mi vida
en una partida de dados por ti...
Bella estaba embobada escuchándole, la canción le encantaba; puede que se estuviera volviendo loca, pero parecía que le hablaba a ella, olvidándose de que estaba en medio de una grabación...
"... pero me estoy volviendo ciego
y lo apostaría todo por ti.
Si es lo que se supone,
eso es lo que haré..."
No pudo evitar sonreír... se notaba que esta disfrutando mientras cantaba esa canción. Recordó la conversación de hace un rato, cuando le preguntó por el resto de las canciones, y le dijo que estaba en ello, y que le gustaba sorprender. Mañana le preguntaría por el tema.
Cuando las notas finales se perdieron en el ambiente, Rosalie y Alice aplaudieron contentas, alabando la canción. El productor de la discográfica no hacía más que repetir que Aro estaría muy satisfecho con el resultado.
Los ojos verdes del joven la miraron interrogante, como si le estuviera preguntando directamente que le parecía. Ella levantó una de sus mano del hombro de Amy, para levantar el pulgar. Graciosamente hizo una pequeña reverencia, gesto que hizo reír a todos... Bella se mordía el labio... no podía esperar a que llegara el día siguiente.
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Después de dormir hasta bien entrada la mañana, y de adecentar un poco su minúsculo apartamento y comer algo ligero, llegó el momento de prepararse para salir con Edward. Se duchó y se secó el pelo, para después revolver su armario, y justo cuando estaba decidiéndose entre dos camisetas, sonó su teléfono. No pudo evitar sonreír al ver el nombre de Ángela en la pantalla.
-Dime- contestó de manera directa, sosteniendo el teléfono con su hombro y estudiando con detenimiento la camiseta que tenía entre sus manos.
-¿Cómo puedes estar tranquila?- fue el saludo de esta -vas a salir con Edward Cullen y estás como si la cosa no fuera contigo.
-Estoy bien, Ang- rodó los ojos -y no, no estoy nerviosa en absoluto- era una mentirosa terrible; por suerte para ella, no estaban cara a cara.
-¿Qué te vas a poner?- indagó, con verdadera curiosidad.
-No lo sé- resopló -no ha querido decirme donde vamos a ir... así que improvisaré un poco.
-Recuerda ponerte ropa interior sexy- Bella se quedó parada; por supuesto que había pensado en el tema... pero no sabía si estaba preparada para ese paso -¿Belly?- preguntó Ang con preocupación -¿qué ocurre?
-Nada- salió de su ensoñación.
-¿Estás un poco desentrenada, eh?- la picó.
-Sabes tan bien como yo que hace milenios que no tengo sexo- siseó; después de Mike salió un par de veces con un antiguo compañero de facultad, con el sí que se acostó... pero la cosa no cuajó -gracias por restregarme mi patética vida amorosa y sexual por la cara.
-No es patética- bufó Ang -solo bromeaba- se disculpó -simplemente disfruta... y si llegas a esa situación, tú decides donde está tu límite; sabes que Edward respetará lo que tú desees; después de lo que le ha costado salir contigo, no creo que lo arruine.
-Lo sé- se sentó de golpe en la cama -es solo que...- se quedó con la frase a medias, ya que el timbre de la puerta sonó. Extrañada miró el reloj despertador; apenas eran las cuatro y media de la tarde, por que Edward no podía ser.
-Espera un momento Ang, llaman a la puerta- le informó.
Con el teléfono en la mano se dispuso a abrir; sus ojos se abrieron desmesuradamente al ver a Edward ahí, con sus gafas de sol puestas y mirándola con una sonrisa.
-Hola- la saludó, intentado contener una carcajada al ver la cara de póquer de Bella, y su atuendo de andar por casa -¿no vas a responder al teléfono?- le indicó con un gesto.
-¿Cóm... cómo dices?- Edward negó con la cabeza.
-Estoy oyendo a Ángela desde aquí- le dijo; Bella salió de su estupor, y cayó en la cuenta que su amiga seguía al otro lado de la línea telefónica.
-¿Quién es?- le preguntó, muy interesada.
-Te llamaré mañana- fue la escueta respuesta.
-A por él- exclamó, animada. Cuando colgó el teléfono, su vista volvió al joven, que seguía parado en el marco de la puerta, apoyado de manera despreocupada.
-¿Sabes que mi hija también tiene ropa con esa cosa blanca?- hizo un gesto hacia la parte superior de su pijama, con la imagen de Hello Kitty en ella.
-Es una gatita- le aclaró ella -pensé que habíamos quedado a las seis.
-Acabo de dejar a Amy con mis padres, de modo que pensé que podía venir antes- le dijo sin ningún problema -¿puedo pasar?- ella se apartó a un lado, haciendo un pequeño gesto con la mano.
Edward se quitó las gafas, mirando a su alrededor. Era un apartamento pequeño, y se notaba que tenía bastantes años, pero estaba arreglado y muy ordenado. Se giró, encarando a Bella, que lo miraba de manera curiosa.
-¿Aro no te paga más?- no pudo evitar preguntarle -con lo que ganas, podrías permitirte otro sitio mejor- Bella se encogió de hombros, y discretamente estudió su atuendo; vestía vaqueros claros, una camiseta blanca y una sudadera negra, junto con unas converse de color negro también.
-Está bien- se encogió de hombros -además, estamos viajando de manera constante, y para lo que estamos en casa- le recordó.
-Eso es cierto- aprobó este -pero te recuerdo que llegará un momento en el que la gira acabará.
-Lo sé- contestó ella; no podía creer que se hubiera plantado en su casa casi dos horas antes, y que la hubiera pillado en pijama. Definitivamente, estas cosas solo le pasaban a ella...
-¿Te ha molestado que venga antes?- le preguntó Edward, temeroso; se podía haber quedado con Amy un poco más. Pero su madre tenía planes para pasar con su nieta la tarde y noche, y él quería verla, no podía esperar -si quieres, puedo esperar en el coche mientras te cambias- le ofreció.
-¡No!- respondió, chillando un poco, lo que provocó la sonrisa de este -¿quieres tomar algo?; cerveza, coca-cola...
-Un café estaría bien- aprobó -no me gusta beber cerveza a estas horas.
-Tengo café hecho- meditó -¿te lo tomas mientras me preparo?
-Aquí estaré- le dijo -¿te importa que fume?
-En la ventana- le indicó; fue a prepararle la taza de café, pero este la siguió a su minúscula cocina.
-Yo lo preparo; vístete tranquila.
-Normalmente soy una buena anfitriona- le dijo ella, pero Edward negó con la cabeza.
-Eso me lo imagino; ve y prepárate. Puedo hacerlo yo- le volvió a decir.
Vio como ella asentía con un pequeño suspiro, para después perderse en lo que debía ser su dormitorio. Con una pequeña sonrisa, se puso un café bien cargado, y después se asomó por la pequeña ventana, la única que veía en toda la estancia. Agradeció la cafeína caliente en su cuerpo; esa mañana Amy se había levantado temprano, y ayer era muy tarde cuando se fueron a casa, después de la grabación.
Mientras tomaba tranquilamente su café y fumaba, pensó en el sitio donde la llevaría a cenar; Jake le había dicho que no le iban las cosas excesivas y lujosas, así que esperaba acertar. Nunca una mujer le había dejado tan descolocado como lo hacía ella, pero le gustaba muchísimo, era algo que ya no podía negar. Ayer algo se removió en su interior cuando vio a Amy con Bella... eso debía ser una especie de señal o algo.
Terminó su café, y después de apagar el cigarro, dejó cuidadosamente la taza en el fregadero. Bella no tardó mucho en aparecer, vestida con vaqueros, una camiseta gris con dibujos y unas converse, al igual que él. Acostumbrado a que las mujeres con las que salía llevaran minifaldas y tacones imposibles, admitía que el cambio le gustaba. Apenas iba maquillada, y su pelo estaba recogido en una coleta alta, con algunos mechones sueltos por su cara... la curva de su cuello se exponía frente a sus ojos de manera tentadora...
Bella sonrió nerviosa; no sabía si había acertado o no, pero él tampoco iba vestido como para ir a una cena en el hotel Palace.
-¿Así voy bien?- inquirió ella, mirando sus deportivas -como tú vas así, pensé que...- dejó la frase sin concluir.
-Estás muy guapa- y en verdad lo estaba -¿preparada para una tarde conmigo?- le preguntó, acercándose a ella.
-Que remedio- suspiró de manera cómica, cosa con la que arrancó una carcajada de este.
Salieron y se aseguraron de que la puerta del apartamento quedaba bien cerrada. Bella esperaba encontrar el BMW que solía ver siempre aparcado en casa de Alice y Jasper; pero en su lugar se encontró un enorme y lujoso todoterreno de la marca Mercedes.
-Los paparazzis conocen nuestros coches- le explicó él, a la vez que accionaba el mando -este es el que menos han visto, y quería que hoy estuviéramos tranquilos.
-También yo, gracias por eso- agradeció con una pequeña sonrisa; era otro de los temas que le preocupaba un poco. Una vez estuvieron los dos dentro, vio que Edward se ponía de nuevo sus gafas y se subía la capucha de la sudadera -¿dónde vamos?- le preguntó, a la vez que posaba su bolso en el suelo y se acurrucaba en el amplio asiento de cuero beige.
-¿Quieres ir a dar un paseo?- le propuso -hace una buena tarde- la sonrisa en su cara le dio la confirmación a Edward, que por fin arranco el coche.
El viaje hasta el Paseo Marítimo de Santa Mónica pasó sin mayores incidentes. Por suerte para la pareja, no hubo avistamiento de periodistas ni fotógrafos. Edward aparcó en una de las calles adyacentes, para después dirigirse a pie hasta el muelle. Aunque había gente tanto en la playa como en las inmediaciones del paseo, el ambiente estaba más o menos tranquilo, y la temperatura era agradable, no hacía demasiado calor.
-¿Te gusta venir aquí?- le preguntó ella, nada más poner un pie en el Paseo; se dio cuenta de que no se había quitado las gafas ni se había bajado la capucha de la sudadera, para seguir pasando desapercibido.
-Me gusta la tranquilidad- le dijo él -no todo son juergas, e ir de fiesta en fiesta- la joven asintió -aunque no te lo creas, no soy tan rebelde como dicen.
-¿Por qué no iba a creerte?- le preguntó ella de vuelta.
-La mayoría de las veces que salgo en las revistas, me pillan saliendo de algún club o bar- rezongó -pero no es una cosa que haga ya a menudo.
-Lo he comprobado- Edward la miró sin entender -en la gira estáis muy formalitos; yo pensé que todas las noches eran juergas desenfrenadas.
-Tuvimos esa época, no lo niego- le explicó él -creo que la edad nos pasa factura- Bella rió -¿tú no tuviste tus años locos?
-Bueno...- meditó ella, al tiempo que de manera inconsciente le tomaba de la mano; Edward se sorprendió gratamente por el gesto, ya que había salido de ella. Los dedos de ambos se entrelazaron solos, y Bella sintió la calidez de su mano -obviamente, también tuve mi época de salir. En Forks apenas hay vida nocturna, pero sí en Seattle. Los años universitarios... ya sabes- se encogió de hombros.
-¿Por qué estudiaste Administración empresarial?- era una pregunta por la que sentía verdadera curiosidad.
-Siempre me han gustado los números, y se me daban bien- le explicó -al principio pensé en estudiar Economía, pero al estudiar más opciones, me decidí por Administración. Era una carrera que decían que tenía multitud de salidas laborales... pero luego te topas con la realidad.
-¿Te costó mucho encontrar tu primer trabajo?
-¿Me creerás si te digo que este es mi primer trabajo serio?- los ojos del joven se agrandaron por la sopresa -cinco años de licenciatura, dos años realizando diversos masters, para terminar trabajando en una cafetería; pero no me rendí, y mandé multitud de currículos... hasta que en Twilight Records alguien debió decir...wow...- exclamó, con una graciosa mueca.
-Y aquí estás, trabajando con nosotros- terminó la frase Edward por ella -¿cómo es Forks?
-Muy aburrido- rodó ella los ojos -siempre llueve, y hace frío.
-No sé como has aguantado vivir allí- meneó la cabeza -siempre estás helada- le dijo, a la vez que apretaba suavemente sus dedos.
-Si naces allí, te terminas acostumbrando- contestó, sintiendo un cosquilleo agradable en sus dedos -se me hace muy raro estar a mediados de octubre y poder ir en manga corta- le confesó con una pequeña risa, a la vez que miraba hacia la playa -a veces extraño un poco de lluvia, y el cielo nublado todo el día.
-Es lógico que eches de menos tu casa- habló ahora Edward -¿por qué no le dices a tus padres que vengan a visitarte?
-No conoces a mi padre- musitó ella, intentando seguir animada; el joven se percató de que sus ojos se entristecieron levemente, pero no dijo nada al respecto -odia el calor- contestó ella, recuperando la compostura. Edward sonrió comprensivamente.
-¿Y qué más hay en Forks?- Bella lo miró sin entender -tus amigos... algún ex novio...- enumeró, como si tal cosa; se sentía idiota, pero no sabía como plantearle la pregunta de manera directa.
-Ben, Ángela... hemos nacido y crecido allí- le relató ella -y mi ex, si es lo que querías saber.
-¿Estuvistéis mucho tiempo juntos?
-Siete años- le confirmó.
-¿Qué pasó?- le preguntó, demasiado interesado por el tema.
-Nos dimos cuenta de que la cosa no funcionaba- se encogió de hombros -somos muy distintos, pero al principio parecíamos encajar.
-Eso suele pasar- le dio la razón Edward.
-En los últimos tiempos de nuestra relación, ya apenas hacíamos nada juntos. Ni siquiera nos preocupábamos del uno por el otro.
-¿Nunca os planteastéis un futuro juntos?
-Empezamos a salir en el instituto, teníamos dieceseis años; en aquella época no te planteas nada. Junto con Ben y Ángela, nos fuimos a Seattle, a la universidad. Pasaron los años, y siempre creí que una vez termináramos, abordaríamos el tema alguna vez... pero la cosa ya iba mal entre nosotros- Bella hizo una pequeña pausa -cuando pasaron unos meses de nuestra ruptura, me di cuenta de que apenas compartíamos los mismos gustos, las mismas ilusiones, las mismas perspectivas de futuro...
-¿Entonces no le gustaba Metallica?- le preguntó Edward, con una sonrisa; no quería que se pusiera triste, ni que pensara en su ex; ahora estaba con él. Bella rió.
-Nada- confirmó, con un pequeño mohín -siempre que íbamos en el coche, y yo intentaba poner Metallica, Megadeth, Green Day... algún CD vuestro- sonrió -decía que quitara eso, que le provocaba dolor de cabeza.
-No sabe apreciar la buena música- se encogió de hombros Edward, con una graciosa mueca.
-¿Y tú?- interrogó ahora Bella.
-Bueno...- escogió cuidadosamente las palabras -está Tanya, como ya sabes.
-Obviamente- respondió.
-Ambos éramos muy jóvenes, y en esa época nos importaban más nuestras carreras que nuestra relación.
-¿Es cierto que os casastéis en Las Vegas?
-Eso decía el certificado de matrimonio- Bella abrió los ojos, estupefacta -esa noche habíamos dado un concierto allí, era nuestra primera gira importante. Yo ya estaba borracho antes de salir al escenario, habíamos tenido una bronca monumental antes- la castaña escuchaba atentamente -al terminar el concierto no recuerdo que sucedió... y al día siguiente amanecimos casados.
-Wow...- exclamó ella.
-Tuvimos épocas buenas, a pesar de eso. Un año y medio después nació Amy- Bella sonrió, a la mención de la pequeña -pero los problemas siguieron. Un día discutíamos y al otro estábamos bien. Ella quería triunfar a toda costa en el cine, y yo admito que en ese tiempo, estaba demasiado sumergido en la música.
-Jake me comentó una vez que todo os explotó en la cara, el éxito y todo eso.
-Cuando de repente te encuentras el bolsillo lleno de billetes, las cosas cambian mucho. Solo queríamos disfrutar y cantar. Las mujeres, los vicios... todo está al alcance de la mano. En parte, creo que Tanya envidiaba el éxito que alcanzó el grupo; a ella le costó abrirse paso en el mundo del cine.
-¿Desde ahí empezaron a ir peor las cosas?
-Cuando buscas algo en otra persona que no te puede dar tu pareja, es señal de que hay un problema- contestó este -admito que ella no hizo las cosas bien, y yo tampoco. O simplemente buscas una noche loca de sexo...- se encogió de hombros.
-Sé de lo que hablas- Edward la miró fijamente -Mike y yo no rompimos por terceras personas- le aclaró -pero es triste no poder compartir una noche de confidencias con la que se supone, es la persona que quieres. Él estudió Marketing y Publicidad, y para su suerte, enseguida encontró trabajo. Yo pasé a un segundo plano- a pesar de que ya había pasado un tiempo desde su ruptura, ella seguía sintiendo que era un estorbo en su relación con Mike.
-Pues fue un idiota- le dijo Edward, parando su caminar y plantándose frente a ella -eres divertida, nunca sé por donde vas a salir... escuchas a la gente, sabes ponerte seria cuando el momento lo requiere- el sonrojo copó sus mejillas.
-Adulador- respondió ella, con una risa nerviosa. Era demasiado encantador, aunque él no pareciese darse cuenta -¿a todas tus conquistas les dices estas cosas?
-No- contestó, muy serio. Sabía las dudas que estarían pasando por la mente de Bella, y no podía culparla... pero él le iba a demostrar cuanto le importaba.
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Casi tres horas después, y de recorrer la zona de Santa Mónica y de conversar sin descanso, volvieron de nuevo al coche, para ir a cenar. No salieron de la zona, de modo que el viaje no duró más que apenas veinte minutos. Subieron por la carretera antigua de la costa, parando frente a un establecimiento que tenía pinta de tener varios años.
-¿Hemos llegado?- inquirió ella, mirando por la ventanilla mientras Edward aparcaba.
-El local de Bob- le contó -hacen las mejores hamburguesas de la ciudad- el estómago de Bella rugió impaciente -¿decepcionada?- preguntó, un poco nervioso.
-En absoluto- contestó ella. Prefería la tranquilidad del sitio y la sencillez de la cena.
Una vez salieron del coche y tomándola de la mano, la llevó dentro. Era un local pequeño y acogedor, con la decoración inspirada en la música rock, ya que las paredes estaban copadas de fotografías de muchos cantantes, incluyendo a Slave Heart. Un tipo bajito, gordo y con ambos brazos llenos de tatuajes salío a recibirles.
-¡Edward, amigo!- se abrazaron afectuosamente -demasiados meses sin verte por aquí- le dijo el hombre. Llevaba una camiseta negra, con el logotipo de Iron Maiden, y la oreja izquierda llena de pendientes -¿cómo está el resto?- aludió a la banda.
-Bien; andamos de un lado para otro, apenas paramos- se encogió de hombros -ella es Bella- la presentó, con una pequeña sonrisa.
-Es un placer conocerte- Bob la miraba con verdadera curiosidad; era la primera vez que Edward traía a una chica a su local a cenar; normalmente venía con algún miembro del grupo, o con su hija.
-El gusto es mío- contestó ella, estrechando su enorme mano.
-Espero que tengáis hambre- les dijo Bob -seguidme.
Bella dirigió una mirada curiosa a Edward, ya que estaban en el comedor. Este posó una mano en su espalda, instándola a caminar. Atravesaron la cocina, para después subir por unas pequeñas escaleras y terminar en una pequeña terraza. La castaña jadeó al ver la vista del mar, ya que estaban a unos metros del acantilado... allí había una pequeña mesa, cuidadosamente preparada para dos. Pequeñas velas, colocadas cuidadosamente en lugares estratégicos, daban un toque íntimo al lugar.
-¿Te gusta?- interrogó este.
-Es increíble- susurró ella, acercándose a la barandilla; el sol empezaba a esconderse en el horizonte.
-Me alegra que te guste- Edward respiró aliviado para sus adentros -¿hambrienta?- Bella afirmó con la cabeza, de modo que la pareja tomó asiento.
-¿Puedo decirte una cosa?- Edward asintió, a la vez que se quitaba las gafas y se bajaba la capucha -francamente, no veo a Tanya ni a Gianna cenando aquí- este se carcajeó.
-En eso llevas razón- contestó -ellas prefieren otro tipo de restaurantes... y por supuesto, de comida. Si comen dos hojas de lechuga de más ya están preocupándose- rodó los ojos.
-Ya...hum... ¿y no te importa que yo sea así?- interrogó, con cautela, señalándose a si misma. El joven se golpeó mentalmente para sus adentros... ¿por qué en Nueva York no se calló la puta boca?
-Lamento mucho eso que te dije, no estuvo bien... y no estás gorda, de verdad. Tienes curvas, y eso se agradece en una mujer- recordó cuando la sostuvo en el coche, camino del aeropuerto de Sydney, y su cuerpo blando y cálido presionándose contra él -eres la única chica a la que podría traer aquí- le explicó, poniéndose de pie y acercándose a la barandilla de nuevo -este soy yo, Bella- le dijo, con una pequeña mueca -quería mostrarte al verdadero Edward, no al divo- ella se sintió culpable, al verle así; era mucho más vulnerable de que lo que aparentaba. Quizá debería haberse callado la boca.
-Hey- ella lo siguió, poniendóse junto a él -lo siento, yo no quería... joder- siseó -en verdad me encanta, y te agradezco el día de hoy; lo he pasado muy bien.
-¿Seguro?- inquirió, no muy convencido.
-De verdad- ella le dio la sonrisa que él amaba ver en su cara; justo en ese momento, Bob apareció con unas suculentas hamburguesas caseras -vamos a cenar, me muero de hambre- tomó su mano, empujándole de nuevo a la mesa.
Edward tenía razón, las hamburguesas estaban deliciosas. Por suerte para el cantante, ella disfrutó de la cena, y de nuevo volvieron a conversar. Esta vez, la charla giró en torno a este y su familia, y Bella vio como sus ojos verdes se iluminaban al hablar de su hija; también hablaron de la extraña relación que tenía con sus padres.
El joven esperaba que sacara a colación el tema de su hermano, pero cuando preguntó por ello, ella le dio una mirada suplicante, diciéndole con ello que todavía no estaba preparada. Decidió no presionarla, tal y como le aconsejó Jake.
-¿Te ha gustado la cena?- le preguntó, una vez terminaron y se acomodaron en el banco que había en la terraza.
-Tenías razón- aprobó ella -de las mejores hamburguesas que he comido- Edward sonrió, satisfecho -pero era enorme, no me la he podido acabar entera.
-Te acostumbrarás- le dijo él, pasando un brazo por sus hombros, con un poco de cautela, pero una vez más ella le volvió a sorprender, acurrucándose contra él -¿cómo pueden decir que no eres una persona romántica?- soltó de golpe.
-¿Lo soy?- inquirió este, mirándola con curiosidad -nunca se me han dado bien esas cosas.
-Sólo tú podrías hacer que cenar en una hamburguesería del sur de Los Ángeles fuese romántico- Bella señaló a su alrededor, recordándole la terraza, la vista del acantilado -y cuando cantas, lo eres- hizo una pequeña pausa -la canción nueva es preciosa.
-Me alegra que te haya gustado- sonrió; desde hacía unas semanas las letras e ideas bullían en su cerebro, y sabía que esa chica tenía algo que ver -espero que los otros cinco también te gusten- murmuró, jugando con los dedos de su mano.
-Seguro que sí- ella sonrió nerviosa.
-¿Así que... me he ganado mi beso?- le interrogó, con una sonrisa divertida, a la vez que agachaba un poco su cara, para quedar a su altura.
Pero ella escapó de su agarre, levantándose y asomándose de nuevo en la terraza. Edward la siguió, posicionándose a su lado.
-Si te lo doy ahora... ¿cómo te vas a ganar el beso de buena suerte de los conciertos?- le picó ella, dándole un codazo.
-Puedo cambiar una o dos canciones del repertorio... hasta que de con tu favorita- contestó él, con obviedad -me lo ganaré- se encogió despreocupadamente de hombros... y ahí estaba de nuevo, el Edward bromista y mordaz -pero... - esbozó una mueca pensativa -¿me he ganado un adelanto?- hizo que girara, quedando atrapada entre su cuerpo y la barandilla de la terraza. Bella se quedó un momento en silencio, estudiando su rostro, su peligrosa cercanía, los mechoes rebeldes que caían por sus ojos, los pendientes...
-Hum...- Bella meditó unos segundos -creo que sí- susurró, a la vez que se acercaba, con la intención de dejar un pequeño beso en su mejilla.
Pero Edward fue mucho más rápido, y con un giro de su cuello, sus labios se posaron en los de Bella. Eran pequeños, y suaves, y cálidos... y se sentían muy bien contra los suyos. No quiso profundizarlo, temiendo que esta se enfadara, así que lentamente se empezó a retirarse.
La respiración de la castaña se quedó atorada en su garganta, a la vez que sentía un escalofrío recorrer su espina dorsal; por un momento sopesó la opción de colgarse de su cuello y seguir besándole... pero él se apartaba lentamente.
Edward esperó expectante, a la vez que ella abría lentamente sus ojos; no se esperaba la reacción de Bella que siguió a continuación, que no fue otra que esconder la cara en su pecho, permitiendo que pudiera abrazarla con suavidad.
-Tienes que seguir ganandótelo- murmuró ella; su cálido aliento hizo cosquillas contra su piel. Besó el tope de su cabeza, a la vez que ella suspiraba satisfecha.
Era su chica... definitivamente lo era.
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