Disclaimer: Crepúsculo es de Stephenie Meyer, la historia de Silque, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight belongs to Stephenie Meyer, this story is from Silque, I'm just translating with the permission of the author.

Grupo en Facebook: Tradúceme un Fic


EPOV

―Pero yo he estado solo, tan terriblemente solo. Esperé a mi amor, y había perdido la esperanza de encontrarla alguna vez... de encontrarte a ti. Supe desde el momento en que te vi que eras el amor que había estado esperando durante todos estos largos, vacíos y fríos años. Ahora eres mi vida, Bella..

Me quedé en silencio, esperando.

Ella se alejó de mí y quedé devastado. Era demasiado para ella. Ya la había perdido. Debería haber sabido que alguien tan buena y dulce como ella no sería capaz de aceptar el monstruo que yo era. Mi corazón se desmoronó al contemplar los años vacíos frente a mí sin ella. Quería llorar.

Entonces se giró para mirarme y me di la vuelta para que no tuviera que mirar mi horrible cara. Cerré los ojos con fuerza para no tener que ver el disgusto que sabía que tendría en sus ojos.

Nunca sentí tanto dolor en toda mi existencia.

―¡Edward! ¡No! ¡Mírame! ―lloró.

No quería. No quería ver la muerte de todos mis sueños de amor y alegría en su rostro.

Alice me bombardeaba desde su habitación con visiones de Bella y yo en un prado lleno de flores, y eso me destrozó. ¿Por qué me estaba mostrando lo que había perdido? Era tan cruel.

Mantuve la cabeza gacha y finalmente levanté la mirada hacia la de ella.

―Tienes que jurarme, jurarme que nunca me mentirás ni ocultarás la información que necesito. ¿Lo juras? ―Su voz era firme, incluso reprensiva. Pero no tenía ni rastro de disgusto. ¿Podría ser posible? Una pequeña chispa de esperanza cobró vida en mi corazón silencioso. ¿Podría no sentir desprecio por mí y lo que yo era?

―¿Tú... tú no... me odias? ―me atraganté.

Sus ojos eran cálidos, aceptadores. ¿Cómo podría ser esto?

―No, no te odio. Edward, te amo. ¡No dije eso sólo porque tú lo hiciste! Ahora júrame ―exigió de nuevo.

¡Sí, señora! La tenía en mis brazos antes de que pudiera pasar el siguiente segundo.

―Te lo juro, amor. Te juro que siempre seré completamente honesto contigo. ―Estaba completamente eufórico―. Te amo, mi Bella.

Podía escuchar el chillido de Alice desde aquí.

Tuve que besar a Bella. Nada podría haber impedido que sucediera.

―Yo también te amo ―respiró, justo antes de que mis labios reclamaran los suyos. Mi lengua deslizándose en su boca fue como volver a casa y nunca quería irme.

El deseo todavía era tan nuevo para mí. Habría sido muy fácil dejar que eso nos arrastrara a los dos. Lo había visto, mucho. Después de todo, vivía con tres parejas. Pero sentirlo era completamente diferente. Emmett me dijo una vez que a menudo se peleaba con Rosalie solo por el "sexo de reconciliación" que, según él, era "¡la cosa más increíble que jamás haya existido!" No tenía ningún punto de referencia para esa afirmación, pero sabía que besar a Bella, saber que ella todavía era mía cuando estaba tan seguro de que la había perdido, era la cosa más increíblemente erótica que jamás hubiera sentido. Mi cuerpo respondía en consecuencia y tuve que luchar para recordar las reglas del decoro. Pero, Dios, la quería.

Mis manos en su espalda, sus hombros, deslizándose en su cabello, acariciando su cálido cuello. Su aroma me rodeó, embriagador. Sintiendo sus manos agarrando mis hombros, sus pequeños dedos enredándose en mi cabello. Su respiración entrecortada, sus pequeños gemidos de deseo... Tuve que obligarme a detenerme para que ella pudiera respirar.

Quería hacerle cosas que sabía que eran completamente imposibles. Cosas que solo vivían en mi imaginación y que nunca podrían hacerse realidad, ni siquiera después de casarnos. Pero ay, cómo lo quería.

Simplemente no lo suficiente como para arriesgar su vida.

Me recosté para dejarla recuperar el aliento, simplemente sonriéndole, y solo pude suponer que parecía un completo idiota. No pude evitarlo. Estaba tan... feliz. Por primera vez desde que tengo uso de razón, y tengamos en cuenta que los vampiros tienen una memoria perfecta, me sentí realmente feliz.

―Así que ―ella me sonrió―, estoy enamorada de un vampiro. ¿Esto sucede con frecuencia? ¿Me refiero a parejas de humanos y vampiros?

Solté una carcajada ante su tono alegre.

―No tanto. Tengo primas en Alaska que son, creemos, los orígenes de la leyenda de los súcubos. Son... ejem... bastante libres en sus afectos con los hombres humanos. Nunca he oído hablar de un hombre vampiro y una mujer humana. La... um... la física por sí sola lo hace casi imposible. Las relaciones probablemente resultarían en la muerte del humano. ―Al final, me sentí completamente incómodo con lo que estaba diciendo y me pregunté por qué estaba ofreciendo la información voluntariamente. Ella no lo preguntó.

No parecía contenta con lo que dije, pero no hizo ningún comentario al respecto.

―Entonces dijiste que Alice y Jasper están casados. ¿Los vampiros creen en el matrimonio?

―La mayoría no lo hace, no. Somos... poco convencionales. Supongo que tiene que ver con nuestro estilo de vida. Nos adherimos a principios y morales mayormente humanos. Nos llamamos vegetarianos, y Carlisle, que es nuestro padre, piensa que tiene que ver con nuestro elevado sentido de humanidad. Carlisle es médico, y en sus más de trescientos sesenta años, nunca ha consumido sangre humana, excepto cuando nos cambió. Él es quien nos enseñó a todos que podíamos sobrevivir de los animales. La mayoría de los vampiros que... erm... se alimentan de los humanos... no los tienen en alta estima. Piensan en ellos como los humanos piensan en las vacas o los pollos; simplemente una fuente de alimento. ―Cristo, soy un idiota balbuceante.

―Tres… cientos... y tú tienes ciento cinco. Increíble. ¿Entonces no envejeces? ―Ella era increíble. No mostró ningún miedo en absoluto, y no lo había hecho desde que empezamos a decirle quiénes éramos.

―No. Me convirtieron a los diecisiete años, pero puedo pasar por hasta veinticuatro más o menos.

Ella me miró críticamente.

―Hm, sí. Ahora puedo verlo. ―De repente pareció seria―. Edward, esa gente... que intentó robarnos... tú los mataste, ¿no? ―Se mordió el labio, pero todavía no parecía asustada.

Le prometí honestidad.

―Sí, Bella. Tenía que hacerlo. Te habrían matado. Querían matarme, pero un arma no lo conseguiría, como sabes. ―Toqué el agujero de bala en mi camisa.

Sus ojos se entrecerraron.

―¿Cómo sabes que nos iban a matar? O al menos a mí.

Ahora la cosa se iba a poner peliaguda. Suspiré.

―Puedo leer la mente. ―Antes de que ella pudiera entrar en pánico, me apresuré a agregar―: Excepto la tuya. No puedo leer tu mente. A veces es bastante frustrante.

―¿Me pasa algo? ¿Quizás el síndrome de Usher? ―Pareció aliviada. No la culpaba. Sé cuánto había incomodado a mi familia a lo largo de los años.

―No lo sé, Bella. Pero para ser completamente honesto ―dije, con una pequeña sonrisa―, me gusta bastante. Tengo que esforzarme más contigo, para entenderte. Si no hubieras resultado ser mi compañera de todos modos, yo habría… ―dejé de hablar.

Oh. Mierda.

―Espera, ¿qué? ¿Tu compañera? ¿Qué se supone que significa eso? ―Oh, ahora parecía alarmada.

―Bueno, verás... cuando un vampiro encuentra otro vampiro con el que es completamente compatible, se produce un vínculo instantáneo. Es el equivalente vampírico del amor a primera vista. El vínculo de pareja es amor, pero también es deseo, lealtad y la necesidad instantánea de estar juntos. Es... permanente.

―¿Permanente? ¿Para siempre? ―Asentí―. Entonces, ¿si hubiera decidido huir de ti…?

―Hubiera querido ser destruido. Un vampiro que pierde a su pareja también pierde el deseo de existir. Es como perder la mitad de ti mismo. Me habría quedado mientras vivieras, asegurándome de que estuvieras a salvo, pero cuando murieras, te seguiría tan pronto como fuera posible.

Las lágrimas brotaron de sus ojos.

―¡Edward, nunca debes hablar de destruirte a ti mismo! ¿Lo escuchas? ¡Nunca! ―Se arrojó a mis brazos.

―Shh, amor. No es un problema. Nos amamos, todo está bien. ―Enterré mi nariz en su cabello, una vez más feliz de solo abrazarla y saber que era mía. No le dije que esto tendría que suceder de cualquier manera, juntos o separados; cuando ella muriera, la seguiría. Sentí una punzada de culpa, rompiendo ya mi promesa hacia ella.

Permaneció en mis brazos, con la cabeza presionada contra mi pecho.

―Edward, dijiste que soy tu compañera, y que lo sentiste cuando me viste por primera vez. Pero no soy un vampiro. ¿Cómo pudiste sentir eso conmigo? ¿Y cómo podría enamorarme de ti inmediatamente también?

Suspiré y sacudí la cabeza.

―No lo sé, Bella. Tengo muchas, muchas preguntas para mi padre en este momento. Ha vivido tanto tiempo, tal vez sepa más sobre estas cosas que yo. Me gustaría llevarte a casa conmigo, para que puedas conocerlo a él, a mi madre y al resto de la familia. Y así podré hablar con mi padre sobre... bueno, sobre nosotros.

―Creo que me gustaría eso. ¿Sabes que puedo oírte mucho mejor cuando mi oído está presionado contra tu esternón? ¿Cuándo quieres ir? ―Su voz era más tranquila, estaba agotada.

―Podemos irnos tan pronto como regresemos a Nueva York. Puedes hacer los arreglos que necesites, empacar y cerrar tu casa, y podemos partir. Tengo el auto alquilado por el tiempo que necesite y puedo hacer los arreglos necesarios para que lo recojan en Forks.

Su voz se estaba volviendo débil.

―Mmm. Eso suena bien. Puedo estar lista en unas horas, una vez que regresemos a la ciudad. ―Me dio un beso directamente sobre el corazón y me estremecí. Tal vez no se dio cuenta de que mi camisa estaba abierta, pero yo sí lo hice.

De repente bostezó, enterrando su cabeza en mi pecho.

»¡Oh, discúlpame! Vaya. No quiero dormir, me fascina hablar de todo esto, pero ha sido un largo día.

―Y deberías descansar un poco. ―Me reí entre dientes―. Tenemos todo el viaje de regreso, además del recorrido por todo el país para responder todas tus preguntas, amor.

La puse de pie, le di un beso en sus dulces labios y la llevé a la puerta de su dormitorio. Tomé su rostro entre mis manos y miré sus ojos somnolientos.

»Te amo con todo lo que soy, Isabella. Soy el vampiro más afortunado que existe por haberte encontrado.

―Te amo, Edward. Nunca me había enamorado antes. Estoy tan feliz de que mi primer amor seas tú.

Con un último beso, di un paso atrás y la dejé cerrar la puerta.

Saber que estaba tan cerca me iba a matar. Sería una noche larga y solitaria.