Capítulo II: Comienza la Invasión

Kunzite y Zoycite estaban avanzando por los campos después de separarse de Jedite y Neflyte. Los primeros se harían cargo de tomar por asalto la granja, mientras que el dúo iría para la ciudad con el fin de asegurarla. El golpe tenía que ser rápido y preciso, no se podía permitir ningún tipo de inconvenientes en el camino y si alguien estaba espiándolos o se topaban con ellos, ambos Generales del "Negaverso" se harían cargo de borrar a cualquier chismoso de la faz de la Tierra o peor, reducirlo a la esclavitud.

En un momento dado, una vez que cruzaron un par de colinas que bordeaban las proximidades del perímetro, Zoycite alzó una mano, deteniendo la marcha y tomando posiciones en un pequeño bosque con un claro.

- ¿Qué ocurre?.- Preguntó Kunzite a la chica, quien pidió silencio. Hizo un gesto de que no hablara y comenzara a avanzar, en puntitas de pie, hasta dar con la fuente del sonido que tenían ante sí.


Saliendo de su escondite, un Lobo de pelaje gris había escuchado ruidos procedentes en su territorio, así que había abandonado su refugio para investigar. Avanzaba con cuidado, sin saber lo que le depararía. Su rostro expresaba un desinteresado interés por saber si alguien necesitaba ayuda o que le estuvieran jugando una broma, así que, encogiéndose de hombros, partió, nuevamente, para su casa cuando, de golpe, el sonido de una rama quebrada bajo los pies le puso en alerta.

- ¡¿Quién anda ahí?!.- Preguntó el Lobo pero no hubo respuesta.- Ahh, ¿con que esas tenemos?.- Dijo y se fue para tomar un bate de baseball.- Bien, "Señor Comediante", te daré cinco segundos para que salgas de tu escondite y des la cara, de lo contrario, atente a las consecuencias.- Advirtió, comprando que aquella arma de melé siguiera sirviendo.


Escondidos entre los matorrales y los árboles, Kunzite había retenido a la Comadreja, quien tenía la boca tapada con un extraño encantamiento que el peli celeste pálido le había lanzado, además de que estaba forcejeando para escapar, por lo que Zoycite se le acercó, amenazante y empleando su poder contra su rostro.

- Escúchame bien, más te vale no hacer ni el más mínimo ruido o de lo contrario.- Hizo un gesto de ejecución, haciendo palidecer a dicho personaje.- ¿Quedó claro lo que te dije?.- Preguntó, ahora gélida ante la comadreja, quien asintió en silencio.

- Sí, sí, pero, por favor, no me maten.- Rogó por clemencia.

- Hmmm, este tipo de criaturas nos puede ser de vital importancia, al igual que el Lobo, ¿no crees, Zoycite?.- Examinó Kunzite al animal, quien temblaba del miedo, sudaba frío y estaba a punto de desmayarse.- Morgana.- Invocó a dos "Malignas", aquellos seres de horrible aspecto que hicieron palidecer a la Comadreja y quienes avanzaron hacia donde ella estaba.

- ¡¿Qué es esto?! ¡Por favor, dijeron que no me matarían, lo prometieron! ¡Auxilio, auxilio!.- Rompió en gritos el animal de piel marrón, llamando la atención del Lobo, quien fue corriendo hacia allí.

- Jejejeje, no hay ningún tipo de error, Kunzite: Estas criaturas son patéticas y débiles.- Se burló Zoycite de la desesperación y el terror que sentía la Comadreja.- ¡Ahora, Soldados, llévense a este esclavo para su puesto!.- Bramó y lo arrastraron por el suelo, gritando y maldiciendo a más no poder.


- Ese grito...¡pero si es la Comadreja!.- Reconoció el Lobo aquel aullido de desesperación y miedo. Corrió, empleando su bate de baseball como arma de defensa hasta que, al llegar al final del claro, pudo notar a dos siniestras "mujeres" de piel pálida, unos ojos que horrorizarían a cualquiera que estuviera allí rondando y quienes llevaban consigo al animal de pelaje marrón.

- ¡Por favor, se los suplico, no quiero ser un esclavo, no! ¡Les daré lo que quieran: Gallinas, huevos, comida, todo lo que me pidan, les daré!.- Rogaba la Comadreja para que lo soltaran sin embargo, en aquellos momentos, una de las "mujeres" lo noqueó.

El Lobo jamás había visto a esas criaturas, por lo que decidió emprender una retirada sabia y segura. Sus pasos fueron hacia el punto de donde había partido hasta que, de golpe, una figura masculina se había interpuesto en su camino.

- ¿Vas a algún lado, perrito?.- Oyó una voz burlona y cargada de superioridad, llevando a que el otro se fuera volteando, temblando todo su cuerpo igual que una gelatina, hasta encontrarse con la persona que lo tenía encerrado.-


Pronto, un grito desgarrador se hizo sentir por todo el bosque hasta llegar al lugar donde se encontraban tres cerdos, quienes estaban discutiendo sobre su próxima movida para apoderarse de cierta granja que tenía uno de sus hermanos.

- Oye, Wart, ¿acaso fuiste tú quien gritó así?.- Preguntó uno de sus hermanos, siendo el citado un cerdo alto y lo más distintivo eran sus dientes frontales que lo hacían lucir como una ardilla.

- Imposible, yo he estado aquí con ustedes, chicos.- Negó el citado, moviendo su cabeza y cerrando los ojos.

- Hmmm, todo esto me huele a una trampa de ese gallo bromista de Roy.- Teorizó Mort, de baja estatura, más gordo, dientes cuadrados y mirada penetrante.

- No lo creo, eso sonó muy natural.- Advirtió Gort, quien tenía ojos amarillos y dientes redondeados.-

- "¿Así que han oído lo que ha pasado?".- Habló una voz desde la lejanía, llevando a que una extraña niebla envolviera la zona del bosque en donde se encontraban, desatando el miedo y que los tres hermanos se abrazaran, presos del miedo.

- ¡¿Quién...Quién anda...ahí?!.- Preguntaron los citados, temblando sin parar hasta que, en medio de aquel manto blancuzco y pesado, en el cual se podían ver reflejadas las siluetas de los árboles, dándole un aspecto de siniestro, como si se tratara de una película de terror sobrenatural, saliendo desde ese lugar, una figura femenina, de cabello melocotón y luciendo un uniforme militar imperial, se acercó hacia ellos.

Ésta se detuvo. Al principio, los tres cerdos no sintieron miedo pero cuando iban a preparar un ataque contra la citada, ésta se defendió con su poder, sosteniéndolos en el aire, ejerciendo una fuerza imparable contra sus cuellos.

- ¡Por...Por favor, no queremos morir!.- Rogó Gort, quien lloraba sin parar por el terror que le infundía aquella misteriosa mujer.

- ¡Le daremos lo que sea, pero déjenos vivir, Señorita!.- Imploró Wart pero la peli melocotón no mostró ni un atisbo de piedad. Pronto, los tres hermanos acabaron estrellándose contra el suelo, mientras que un grupo de "Malignas" les rodeaban con sus armas en ristre, ocasionando que los citados se abrazaran con fuerza.

- Es una lástima, ¿saben?.- Oyeron la voz de la peli melocotón, quien caminaba hacia ellos. Parecía que el mismo aire se congelaba, volviéndose denso. El vaho de los cerdos se había convertido en una especie de "niebla" y hasta sentían que sus cuerpos se estaban congelando. Las "Malignas" los mantuvieron bajo vigilancia, el filo de sus armas, el poder que emanaban, era sumamente aterrador para inquietar a más de un valiente.- Pero se nota que, incluso ustedes, los animales, no saben lo que tienen que hacer y eso es no oír lo que nosotros estamos realizando.- Se detuvo, extendió sus manos, encogiéndose de hombros, demostrando tener ella el poder.

- ¿Quién...Quién es usted?.- Preguntó Mort, el cual no paraba de temblar del miedo.

- Eso no es lo importante, por ahora, pero lo que sí deberán "anotarse" en sus cabezas es que, a partir de este momento, se han convertido en esclavos del "Negaverso".- Sentenció la peli melocotón con frialdad, dirigiéndose a los tres y de ahí se dio la vuelta.- Llévense a esos tres para su destino junto a los otros dos.- Impartió sus órdenes, teniendo a los hermanos encadenados, prisioneros, mientras que veía una serie de columnas de humo que se alzaban por los alrededores de los bosques y que provenían desde los pueblos y granjas cercanos.


Mientras que Wart, Mort y Gort eran trasladados, en calidad de esclavos frescos para los deseos del "Negaverso", Kunzite, desde unas colinas, observaba la devastación que sus tropas estaban llevando a cabo contra los pueblos y campos. Las huestes enemigas, imbuidas en una furia y odio inconmensurables, se lanzaban al saqueo, el pillaje, agarraban a aquellos que se rendían, pudiendo oírse los gritos de desesperación de los niños que eran separados de sus padres, las familias que terminaban alejadas de sus seres queridos. El sonido de los cristales de las ventanas destruidas y luego eran lanzadas antorchas que empezaban a consumir el interior de los domicilios. Los campos también eran pasto de las llamas, así como también la maquinaria, mientras que cundía el pánico entre los animales rurales.

El olor a quemado y la victoria era un "néctar" que embriagaba a aquellas huestes, dándoles un "impulso", una ira desenfrenada que nadie se atrevía en detenerles. Se sentían como Genserico de los Vándalos y Alarico I de los Visigodos cuando entraron en Roma, arrasando con todo a su paso, mientras que la violencia de las "Malignas" iba yéndose de los "límites" hasta cometer terribles masacres contra la población civil, en especial sobre aquellos que tomaron las armas para defender sus tierras, propiedades y familias del misterioso enemigo, siendo todo ello en vano.

Nunca faltaba la sangre de inocentes que corría como el agua que bajaba desde las montañas después de la lluvia, llevándose todo consigo en su torrente. Kunzite y Zoycite observaron todo, teniendo a sus primeros esclavos bajo su dominio, mientras que ella iba buscando el sitio por el cual tenían asignada su misión.

- Los Humanos, a pesar de ser unos débiles e inútiles que se pelean por cualquier cosa, sí que tienen un bello Mundo por donde pasear.- Observó la chica, maravillada con la geografía, las colinas que parecían haber sido esculpidas por algún artista de gran tamaño, Gigantes como lo fueron en la Mitología Griega o incluso llevados a cabo por la misma mano de los Dioses. Sin embargo, a pesar de todo aquello, la joven peli melocotón cambió su expresión de asombro a una de pura frialdad cuando divisó a los que sus fuerzas habían capturado, siendo llevados hacia un destino donde solo podrían implorar por la Muerte.- Oh, vaya, a ver.- Pidió y de ahí comenzó a reconocer cierta zona que había captado su atención.- Es allí, mira: La granja.- Informó y señaló un par de edificios como graneros, silos, una casa donde vivía la gente que trabajaba dichas tierras, así como también las cercas que dividían las tierras de su propiedad con las del exterior, siendo de la Naturaleza.- Andando, Kunzite. Ya Jedite y Neflyte deben de haber terminado con su parte.- Ordenó y éste asintió en silencio.

Lo que ellos no sabían era que alguien había visto todo lo que habían hecho: El asalto, los incendios, los saqueos, la primera sangre derramada y con ello también a los esclavos que tomaron por allí. Fue entonces que aquel personaje salió corriendo, despavorido, preso de un gran pánico, en un intento por alcanzar la seguridad de la granja y advertirles a la gente que se encontraban allí para que tuvieran cuidado.


Mientras que la Reina Beryl seguía muy de cerca el progreso de la misión asignada para sus Generales, en aquella granja, situada en el Medio Oeste de los EEUU, un cerdo se encontraba en su charco de barro (o lodo) leyendo un libro, mientras que dos ovejas, siendo éstos hermano y hermana, discutían, un pollito perseguía a un gusano mientras que su hermano, aún metido dentro del cascarón, iba tras él, así como también había un gallo que se dedicaba a hacer bromas, muchas veces de mal gusto o pesadas, a los integrantes de aquellos campos.

El día estaba espléndido, tranquilo, una refrescante brisa de Primavera se hacía sentir por esa región, por lo que, después de sus actividades diarias, el cerdo aprovechó para darse un momento de paz y estar enfocado en su lectura. Todo iba bien hasta que, de golpe, un grito destruyó la calma reinante, sacando a todos de lo que estaban haciendo.

- ¡Socorro, socorro!.- Gritó un pato con un flotador en su cintura, agitando los brazos y hallándose preso de un pánico indescriptible.- ¡Nos invaden! ¡S.O.S! ¡Mayday! ¡Mayday!.- Exclamaba a viva voz, llevando a que el cerdo dejara su lectura y fuera a ver qué le pasaba.

- ¡Wade!.- Gritó el citado, viendo que se había tirado en el charco de lodo, sumergiéndose como si fuera un submarino.- ¿Ahora qué es lo que te asusta tanto?.- Le preguntó, habiéndose puesto de pie y viendo que el pato no decía nada, salvo por unas burbujas que emergían desde la superficie lodosa. El cerdo suspiró, meneó la cabeza y lo sacó de allí.

El pobre estaba temblando de pies a cabeza, no podía formular palabra alguna, miraba por doquier, bajo un constante estado de paranoia.

- Wade, Wade.- Le llamó el cerdo y puso sus manos en los hombros del pato.- Mírame, ¿sí?. Te conocemos muy bien por tus constantes ataques de pánico pero dime: ¿Qué viste? ¿Volvió el Lobo o la Comadreja?.- Preguntó pero éste negó con la cabeza.- ¿Mis hermanos intentaron, otra vez, robarse la comida?.- Lanzó su siguiente pregunta pero el asustadizo volvió a efectuar determinada acción.- ¿Entonces qué pasa?.


- ¿Adónde te fuiste, gusano?.- Se preguntaba un pollito, quien iba acompañado por su hermano, habiendo cruzado las cercas de madera e internándose en los pequeños bosques que habían por allí.-

- Booker, ¿no crees que nos hemos alejado un poco de la granja?. Orson se va a preocupar mucho por nosotros.- Intentó su hermano en que recapacitara.

- Tú tranquilo, Sheldon, que volveremos en un segundo, solamente quiero ver dónde...¡Ajá! ¡Allí estás!.- Prometió el pollito pero, cuando localizó al gusano y fue tras él, éste se ocultó bajo tierra.- ¡Hey, vuelve aquí, cobarde, todavía...!.- Exclamó, alzando y agitando su puño, molesto por su misteriosa retirada pero, de golpe, notó que Sheldon no se movía. Se giró y pudo sentir, al igual que en el gusano, una extraña sensación de miedo.-

- Bucker...¡Bucker!.- Pidió el otro pollito metido, todavía, en su cascarón al percatarse de que el otro se había chocado contra alguien.

Alzó la cabeza y pudo notar que se trataba de una "mujer" pero no parecía ser una Humana común y corriente: Su piel era pálida, hermosa pero con una misteriosa aura que emanaba, cual veneno, un odio indescriptible hacia todo lo que fuera distinto a ellas. Ésta se percató de su presencia y alzó una misteriosa espada, trazando un arco descendente hacia donde estaban Bucker y Sheldon, quien reaccionó y salió de allí, agarrando a su hermano, huyendo despavoridos, justo cuando varias explosiones comenzaron a sentirse en las cercanías de la granja.


La primer explosión se hizo sentir y con ello los dos hermanos que discutían, ahora, dirigieron sus miradas hacia el Este, por donde se alzaban una serie de columnas de humo negro.

- Oigan, ¿qué fue eso?.- Preguntó el gallo bromista, yendo hacia ellos.

- Precisamente queríamos saber eso de ti, Roy.- Contestó Lalolin, cruzada de brazos y una expresión seria en su rostro.-

- Esta vez no fui yo y les doy mi palabra de honestidad...- Habló el gallo, llevando su mano hasta el corazón.-

- ¡Jajajaja, ¿honestidad?! ¡Jajajajaja!.- Río Bo, el hermano de Lalolin, ante esa supuesta "escena de Comedia" que Roy estaba haciendo pero de ahí se calmó.- No, en serio, Roy: ¿Qué hiciste esta vez?.

- Nada, no he hecho nada y más que me acusan sin pruebas, así que, me disculpan, este gallo se va para cumplir con su tarea.- Dijo, finalizando con la discusión cuando, de repente, una nueva explosión destruyó parte del lugar en el que se encontraban ellos. Bo y Lalolin saltaron por los aires, rodando por el piso, mientras que el primero cubría a su hermana de los escombros que caían por todas partes.


- ¡¿Qué fue eso?!.- La explosión se sintió hasta donde se encontraban Orson y Wade. El pato se giró, le temblaron las piernas y comenzaron a castañetear sus dientes, comiéndose las uñas.

- ¡Socorro, socorro! ¡Que alguien llame a los Bomberos!.- Pronto, ambos amigos oyeron el grito desesperado de Roy, quien iba corriendo con su cola humeando a más no poder. El gallo pegó un salto hacia el aljibe lleno de agua hasta casi el borde, zambulléndose en él y con ello apagó el fuego, mientras que una fina columna de humo blanco se elevaba hasta desaparecer en el aire.- Awwwww, de la que me salvé.- Suspiró del alivio, relajándose allí.

Pronto, el gallo vio venir a Orson acompañado por Wade.

- ¡Roy! ¿Qué...Qué fue esa explosión? ¿Y dónde están Bo y Lalolin? ¿Alguien ha visto a Booker y Sheldon?.-Preguntaba el cerdo, muy preocupado por sus amigos.

Para su suerte, las dos ovejas habían llegado hasta ellos, sanos y salvos, a pesar de algunas heridas por la deflagración, mientras que el pollito y su hermano los alcanzaron unos segundos después.

- ¡Orson, chicos, nos están atacando dos sujetos misteriosos!.- Señalaba el primero hacia el Este, desesperado.

- Y que lo digas: Yo estaba preparando una de mis bromas maestras y cuando me alejé del granero, éste fue atacado por unos seres misteriosos.- Relató Roy, saliendo del aljibe.- Orson, ¿qué hacemos?.

- Nada de quedarnos callados, están destruyendo nuestra granja, ¡vamos a defenderla!.- Ordenó el cerdo decidido a darles batalla.

- ¡No, espera!.- Wade lo agarró del brazo y éste lo miró.- Es un suicidio, yo...yo...yo los vi...son muy poderosos e incluso han hecho prisioneros al Lobo, la Comadreja y hasta a tus hermanos.- Le contó el pato asustadizo y aquella última parte fue como un balde de agua fría sobre Orson.

- ¡¿Qué?!.- El grito que el cerdo pegó fue desgarrador.- ¡¿Mis hermanos?!.- Exclamó horrorizado.

- Tengo mucho miedo.- Habló Sheldon, mientras que su hermano lo abrazaba.

- Tranquilo, estaremos bien, Orson nos protegerá.- Le prometió el pollito al otro.

- Y es verdad: ¡Andando, chicos!.- Animó el citado y dueño de aquellas tierras para que se prepararan para una defensa.

- No...No...yo no voy, tenemos que huir. Por favor, Orson, no quiero verte morir a manos de esos tipos.- Rogaba Wade, agarrándole del pie y el otro lo arrastraba.

- Wade, ésta es nuestra granja, todo lo que tenemos aquí es nuestro y no tienen derecho en robarnos lo que nos pertenece.- Sentenció éste con firmeza.- Si tenemos que pelear contra ellos, lo haremos y sin rechistar, ¡ahora vamos!.- Impartió sus órdenes y pusieron rumbo hacia el Este.


La marcha de los Ejércitos Espectrales era como una auténtica "Plaga", devorando todo a su paso. Arrasando con cualquier construcción que estuviera en su camino, dejando tras de sí destrucción, muerte y sangre derramada, algo que inspiraba a aquella gente que los dirigía.

- Bueno, Kunzite, parece que todo ha salido a la perfección con el plan dado.- Dijo Zoycite a él.

- No lo hubiéramos logrado sin tu ayuda.- Respondió el peli celeste, acercándose a ella, apasionadamente, sin saber que, desde las colinas, Orson y los suyos los estaban observando.


- Bucker, Sheldon, díganme a quiénes vieron como sus Líderes.- Pidió Orson a los dos hermanos, llevando a que el pollito se llevara una de sus manos al mentón, tratando de encontrar la respuesta que necesitaba.- Tranquilo, no te presiones.

- No, no es eso, Orson, es que nosotros solo vimos a una mujer, si es que se le podía decir de esa manera pero daba miedo.- Respondió Sheldon, dándole la descripción.

- Es verdad, parecía una especie de "Demonio", como de esas que muestran en las series japonesas de anime.- Dijo Bucker, temblando del miedo ante esa imagen que se repetía en su mente, grabada "casi a fuego" como el hierro sobre el ganado.-

- Oigan, chicos, miren, allí.- Apuntó Sheldon con una de sus patitas hacia el fondo del Valle, en donde se encontraba una pareja dirigiendo a aquellas huestes y cargando materiales.- Deben de ser sus Comandantes.

- Muy bien, entonces vamos a recuperar lo nuestro.- Pidió Orson pero vio que todos sus amigos se plantaron.- ¿Qué? ¿Ahora les viene el miedo?.-

- No es eso, Orson, sino que...- Intervino Bo pero no tenía las palabras adecuadas para terminar con su oración.

- Por favor, no lo hagas, no queremos que te convierten en tocino, quédate, ya veremos qué hacer con la granja.- Rogó Wade pero el cerdo lo soltó.

- Tranquilo, ¿sí?. Lo mismo para todos los demás: Ya verán que las cosas van a salir bien.- Prometió y de ahí se encaminó hacia donde estaban los dos responsables del asalto.

- ¡No, Orson, no lo hagas!.- Todos sus amigos, aquellos que se habían negado a seguir, le sujetaron. Él intentó quitárselos de encima. No iba a permitir que aquellos invasores hicieran lo que quisieran con su hogar, sus tierras, así que se logró zafarse e ir corriendo, colina abajo, hacia donde estaba aquella pareja, mientras que sus amigos iban rodando hacia donde él estaba, quedando, para sorpresa de ellos, ante los maleantes.


Tener enfrente a ellos a ese grupo de animales les causó una gran repulsión. Zoycite lanzó una gélida mirada de desprecio, mientras que Kunzite mantuvo la postura pero exponiendo un aura de maldad. Bucker y Sheldon se abrazaron, al igual que Roy y Wade, mientras que Bo había juntado coraje para defender a Lalolin pero el que más estaba dispuesto a todo era Orson, el cual se plantó delante de los adversarios.

- Hmmm, no me esperaba de que las escorias pudieran venir hasta aquí y dar batalla.- Habló Zoycite ante ellos.-

- Y eso es precisamente lo que hemos venido a hacer, ¿no, amigo?.- Repuso Orson, cruzado de brazos y girándose hacia donde estaban los otros, quienes temblaban del miedo.-

- Parece que tu "Ejército" se te ha plantado por cobardía, igual que con el caso de Alejandro Magno de Macedonia cuando estaban en La India.- Se burló la peli melocotón de aquello que se estaba viviendo.

- Tienen miedo y yo también pero no voy a huir como un cobarde mientras que ustedes se apropian de nuestro hogar; ¡así que les ordeno que se vayan, ahora mismo, de estas tierras!.- Ordenó y se quedó allí mismo.

- ¿Y qué es lo que planeas hacer, cerdito, para recuperarlas? ¿Eh?.- Preguntó Zoycite, amenazante, estando cara a cara con el otro.

- Pues yo...- Juró Orson sin ver que un misterioso rayo estaba creciendo en la mano de la chica y de ahí ésta le apuntó.

- No, no harás nada: ¡Afuera de aquí!.- Bramó y hubo un fogonazo, un estallido que mandó a volar al pobre cerdo por los aires hasta incrustarse contra la pared del granero, llevando a que ésta se destruyera y levantara una nube de polvo.

- ¡ORSON!.- Gritaron sus amigos, los cuales lo fueron a ver.

- ¿Qué...Qué me pasó?.- Quiso saber el pobre afectado, mareado tras el impacto.

- Creo que ya no tenemos más opciones: Tenemos que irnos.- Dijo Bucker.

- ¡De ninguna manera!.- Se negó éste en retirarse y de ahí partió hacia el frente para, acto seguido, volver a ser lanzado por los aires, cayendo al mismo sitio de antes.

- ¡Por el amor de Dios, Orson, te van a matar enserio! ¡Ya basta!.- Rogó Roy pero el cerdo volvió a marchar.

- ¡Exijo saber quién es el que los representa! ¡¿En dónde está su jefe?.- Ordenó y de ahí apareció Kunzite.

- ¿Acaso no has aprendido de todas las palizas que te hemos dado, puerco estúpido?. Pero veo que eres muy valiente como para venir hasta aquí, por tercera vez y enfrentarte a nosotros.- Sentenció la pareja de Zoycite.- ¡Muy bien: Entonces tú lo has pedido!.- Sentenció y una nueva explosión lo arrojó hacia atrás, regresando con sus amigos.

Orson cayó y quedó inconsciente, por lo que los otros lo cargaron fuera de ese sitio, abandonando la granja y sus tierras.

- ¿Crees que con ello dejarán de molestar?.- Preguntó la peli melocotón al otro.

- Tal parece que ya no nos molestarán más.- Respondió Kunzite, observando la retirada de aquellos animales parlantes.- Ahora es tiempo de que se inicien las labores de construcción de nuestra "Super Arma".- Anunció y tras ello fue Zoycite quien se quedó a su lado para ver cómo comenzaban los trabajos.


- Orson, Orson.- Le llamaban sus amigos al cerdo, quien abrió los ojos.

- Creo...Creo que veo Estrellitas.- Dijo, todavía mareado tras el impacto.-

- Me parece que va a estar bien.- Alegó Roy con sarcasmo pero lo vieron ponerse de pie y dirigirse hacia el frente.-

- ¡Espera, Orson!.- Le detuvo Lalolin.- Es muy peligroso, ya lo hiciste antes, dos veces y en ambas acabaste lastimado. Ya para, no sirve.- Intentó la hermana de Bo en que cediera.

- ¡Jamás dejaré que ellos ganen!.- Juró el cerdo y eso llevó a que sus amigos lo retuvieran.- ¡Esperen, ¿qué hacen?!.

- ¡Evitando que te hagan jamón, cerdo!.- Exclamó Roy.

- ¡Déjenme ir!.- Bramaba Orson, desesperado y fue entonces que Lalolin se aproximó, dándole varias bofetadas para que entrara en razón.

- ¡Reacciona, Orson! ¡¿Qué conseguirás con hacer esto todo el tiempo?! ¡Solo harán que te maten!.- Decía ella, con lágrimas en sus ojos, viendo que su amigo podía sufrir un destino terrible.

Pronto él se dio cuenta, tras una especie de "intervención" y en la cual sus amigos lo soltaron, pudiéndose calmar y respirar profundamente. Se quedó callado y reflexionando al respecto hasta que tuvo que tomar una triste decisión.

- Tienen razón, chicos...Lo siento...Es que...- Al final, el pobre de Orson terminó por estallar en lágrimas.

- Está bien, tranquilo, déjalo ir. Ya verás cómo lo arreglaremos.- Le animó Bo, poniendo una mano en sus hombros.

- Es verdad, pero ahora vamos a necesitar salir de aquí.- Intervino Lalolin y con ello fueron a por sus cosas, tomaron la carretera y salieron de allí.


Derrotados, exiliados de su propio hogar. Ninguno de ellos se animó en darse la vuelta, incluso Orson debió tragarse aquella furia, apretando los puños y las lágrimas que querían correr por sus ojos. Ahora que estaban caminando por aquella carretera semi-vacía, intentando hacer auto-stop para encontrar algún lugar donde quedarse pero todo resultaba en vano.

- Bueno, parece que deberemos pasar la noche en la carretera y con el frío que va a hacer.- Sostuvo Bucker con tristeza.

- Tonterías, no digas eso, vamos a poder encontrar un sitio seguro, lo prometo.- Juró Orson cuando, de golpe, una camioneta se detuvo y ante ellos pudieron ver a un hombre alto, vestido con sombrero de vaquero, camisa azul con una pañoleta roja en su cuello, jeans de mezclilla, botas marrones con espuelas, así como también, a pesar de estar entrado en años se lo veía vigoroso, de cara larga, cejas pobladas y ojos pequeños.

- ¿Alguien dijo un lugar seguro?.- Preguntó éste con un marcado acento texano.

- ¿Quién es usted?.- Quiso saber Roy con nerviosismo.

- Mi nombre es Cactus, Cactus Jake.- Se presentó el vaquero.- No pude evitar escuchar de que unos invasores han tomado su granja. Si quieren les puedo dar refugio en mi rancho, el cual está a una hora de viaje.-

- ¿De verdad?. Cuac.- Preguntó Wade.

- En serio.- Respondió Cactus Jake con sinceridad.- Podrán quedarse allí hasta que la puedan recuperar, ¡ahora suban, yo los llevo!.- Les animó, por lo que tomaron sus cosas, montaron en la parte trasera de la camioneta y de ahí dejaron aquel sitio, mientras que Orson se volteaba para ver la granja por última vez.

- La recuperaremos, Orson.- Dijo Roy, apoyando su mano en los hombros del cerdo.- No sé cómo pero recuperaremos nuestro hogar.

- Lo sé, Roy.- Respondió el pobre con la voz apagada.- Lo sé.


[La Granja de Orson y sus amigos ha caído. ¿Qué pasará en la siguiente parte?. No se lo vayan a perder, amigos. Mando saludos y agradecimientos para todos ustedes, en especial para Aegis2000.

Cuídense, Camaradas y que tengan un buen comienzo de día Sábado de mi parte.].