Allí estaba otra vez la voz susurrando su nombre.
Mientras Delilah se ahoga, escucha su dulce voz.
¿Una última vez? ¿Por qué no? ¿Apuntó de su último respiro? Que tortura.
Morir escuchando la voz de un ángel, podía irse al infierno en completa paz para después arder por todo lo que hizo. No se arrepentía de nada si se trataba de ella.
Era un tortura, probablemente, pero Delilah ya estaba agotada de tanta tortura como para seguir luchando contra la fuerte corriente del río donde la habían tirado sin remordimiento alguno.
Todo lo que pensó en sus largos años, todo lo que le decían que era a ella se le quedó grabado en la mente, hasta que esa bella chica le enseñó que eso no era cierto, que ella valía más que cualquier diamante no encontrado, estaba equivocada, el final de su vida fue... basura, ¿no?
Luchó por mantenerse a flote, grito cuando una rama de un árbol caído choco en sus costillas, seguramente están algunas rotas, el dolor era inmenso.
Y lo peor es que no se pudo despedirse de sus padres... sus amigos, ni de ella.
No quería ir al infierno, ella quería ser una estrella, al final del día su segundo nombre viene de una constelación, ¿no? Una vez leyó que todos estamos hechos de polvos de estrellas, tal vez era imposible, pero ella quería creer que todos somos cosas maravillosas sin importar todo. Sin importar nada.
Quería seguir luchando, pero apenas podía sacar su cabeza para tomar aire. Debió haber aprendido a nadar cuando su papá la quiso inscribir en aquellas clases de verano, pero ella se negó por miedo a ahogarse.
Y eso es justamente lo que está apunto de sucederle, va a morir ahogada y nadie se dará cuenta de ello. Aunque supiera nadar de nada serviría, la corriente es demasiado fuerte para que su frágil cuerpo pueda nadar contracorriente.
Era su fin.
Estiro sus manos al cielo, a través del agua turbia la luna menguante brillaba con intensidad, pronto sería luna llena y su papá debía prepararse para esa noche, ella quería estar con él y ayudarlo, no habría más de eso...
Su vista empezaba a fallar, otra rama golpeó con brusquedad su pierna derecha, su grito quedó insonorizado por el agua, trago agua y eso no ayudó para seguir luchando.
Probablemente encontrarían su cuerpo descompuesto en donde sea que terminará este maldito río, ya sería tarde para salvarla.
Nadie vendrá a salvarla.
Sus manos sintieron el frío viento chocar contra ellas una última vez, hasta que burbujas empezaron a salir de su boca dejando un rastro que con segundos desaparecía, ya no había nada más que hacer.
Antes de cerrar sus ojos por siempre, recordó esos ojos cafés tan hermosos, el cabello del mismo tono con rizos tan despreocupados, simples, alocados pero bellos y suave a la vez, sonrisa encantadora y pecas por todo su rostro, a Delilah le encantaba crear constelaciones con ellas, pero ya no habría nada de eso tampoco.
Al menos lucho por querer seguir viviendo, Merlín sabe que lucho por seguir a flote y... volver por ella.
Cerró los ojos y escucho por última vez su dulce voz susurrar su nombre...
—¡Delilah!
Y la luna se apagó ante ella.
