La caricia era sutil y al mismo tiempo temerosa, ella tenia los ojos cerrados mientras hacia tal demostración de afecto hasta que se detuvo por un instante y la contemplo. Ella lo estaba mirando con esos ojos que detestaba, con esa lastima que simplemente repudiaba y se contuvo para no alejarse de ella

-Oye... - pensó por un instante antes de continuar - ... yo necesito regresar

En su forma de kyūbi no podía demostrar abiertamente su confusión pero internamente lo estaba, siempre creyó que por tal gesto, por ayudarla, por salvarla, ella le agradecería, le aceptaría y quizás se quedaría a su lado un tiempo pero los humanos siempre lo confundían, eran complejamente complicados y odiaba tal cosa.

Enojado se alejo a zancadas de ella hasta el borde de la cueva y se giro para mirarla, gruño levemente y vio temor otra vez, eso lo hacia sentir bien internamente; si bien ella le temía lo obedecería sin objeciones y de esa forma ella podía estar con él, lo que el zorro no esperaba era que ella se dirigiera hacia él de nuevo con esos ojos compasivos que tanto detestaba.

-Necesito regresar, no puedo quedarme aquí Inuyasha - repitió deteniéndose cerca del gran zorro blanco, ella se admiraba por esconder el miedo que tenia. el gruño estruendosamente.

Estaba enfadado con la mujer, estaba decidido a mantenerla con él así que decidió ignorarla y dormir para restaurar su poder, debía ser un humano para hablarle, necesitaba razonar con ella de alguna forma y se encontró descubriendo su primera debilidad con los humanos, el problema para comunicarse.

-¿Estas durmiendo? - dijo incrédula Kagome - despierta o voy a huir - amenazo acercándose al borde de la cueva observando el entorno, parecía todo despejado, no tardaría mucho en amanecer girándose nuevamente a ver al zorro dormido, él era bastante infantil pero ella era inteligente y sabia que huir era una perfecta señal para morir en el intento.

Aun estando en el borde de la cueva camino al costado y se dejo caer contra las rocas, debía admitir que estaba cansada y sorprendida, entonces recordó la herida que tenia antes y dejo caer la tela que la cubría para nuevamente exhibir su abdomen ahora sano; encontrándose sonrojada a si misma. Inuyasha la había visto casi desnuda, solo la cubrían un par de vendas en su pecho y su hakama verde, era inaudito, nunca en su vida había sido descubierta de tal forma. Debía olvidar ese suceso, si lo analizaba con claridad el hombre nunca se fijo en mas que sus heridas y en definitiva Inuyasha no podía enamorarse de una humana, ellos pertenecían a mundos diferentes. La mente de Kagome era un mar agitado de pensamientos que fue calmándose hasta quedarse dormida.

La claridad del alba despertó al zorro quien al ver a su humana dormir se relajo por un momento, sin embargo, evitar enfadarse de nuevo ya era tarea difícil, estaba casi seguro de que ella le rogaria por lo mismo al despertar.

La transformación de su cuerpo no se hizo demorar luego de que sus poderes se hubieren recuperado, unas horas de descanso lo restauraban por completo y hacia mucho tiempo que no malgastaba su magia de forma tan innecesaria. Acercándose a Kagome se inclino a la par de su rostro, a pesar de no estar en un lugar acogedor para una humana parecía dormir profundamente y mirándole el rostro por un segundo más se alejo de ella para salir de la cueva hasta llegar a un pequeño lago donde reviso cuidadosamente su aspecto.

No estaba acostumbrado a cambiar su apariencia con frecuencia, por lo que asegurarse de que todo este bien con su aspecto era una prioridad hasta que reparó en sus orejas "creo que es difícil ser humano por completo" pensó mirando su reflejo en el agua "espero que ella no las viera ayer, quizás por la oscuridad y el susto no llego a hacerlo"

-Inuyasha... - llamo al verlo inclinado frente al lago, él dio un ligero respingo, con la luz del día podía verlo de una manera diferente, sus colas no eran visibles pero tenia un rasgo que era llamativo y ese era su largo cabello plateado

-No se te ocurra pedirme que te deje - dijo sin girarse a verla, no deseaba que viera sus orejas en la coronilla de su cabeza, era una pesadilla para si mismo

-Pero yo... - respondió avanzando.

-Quédate donde estas mujer, ¿no puedes simplemente obedecerme? - bufó mirándole de reojo, ella parecía perpleja así que cubrió sus orejas con uno de sus brazos y se levanto para acercarse y plantarle cara.

-Oye... estas bien? - dijo curiosa, la luz del día no era tan intensa para tener la necesidad de cubrir su cabeza

-No es tu asunto y ve a asearte al lago, apestas - regaño marchándose, no sin verla de reojo, ella estaba perpleja y enojada al mismo tiempo, esa mujer era un completo libro abierto.

-Pero tu...¡¿quien te has creído para decirme tal cosa?! - exclamo jalando por el haori blanco al joven albino, este reacciono con una evidente sorpresa - deja de ser infantil y quita el brazo de tu cabeza, me pone nerviosa! - Regaño jalando el brazo masculino por la muñeca y guardo silencio inmediatamente al ver como una onda brillante escondía la cabeza del hombre apareciendo ante ella una capucha que hacia juego con su traje, resguardando el cabello y solo dejando expuesto el rostro del hombre, un manotazo la hizo reaccionar.

-No me toques... - ordeno, ella retrocedió

-Quiero irme... - suplico la mujer viéndolo negar con la cabeza - dije que quiero irme Inuyasha...

-Y yo digo que no - Regaño acercándose a ella, era pequeña en comparación, olfateaba el miedo - no me temas - dijo

-¿te escuchas a ti mismo? - resoplaba conteniendo las lágrimas - esto es un secuestro, no puedes ir por allí ordenándole a todo el mundo que se quede a tu lado ¡por simple antojo! - ella objetaba en contra de si misma, tenia tanto miedo que las piernas le temblaban ligeramente - si realmente quieres que los humanos te quieran deja de imponerte y...

-Yo te protegí ¿o lo olvidaste? - interrumpió - y tu... humana insolente, estas siendo muy desconsiderada - acercándose a ella y cargándola sobre sus hombros la llevo hasta el lago lanzándola con toda la ropa que traía puesta

-Inuyasha! - grito enojada al caer haciendo una rabieta, el sonrió

-Refresca esa cabeza tuya... - dijo frente a ella cruzándose de brazos - vendré por ti en un rato, espero que ya no apestes

Ella lo vio pasmada mientras se alejaba, quizás no era un humano pero se comportaba como un completo chiquillo. La mujer no podía creer lo que pasaba y por simple curiosidad olfateo un trozo de su capa y se dio cuenta que realmente necesitaba asearse un poco. Así que aprovechando el espacio a solas que la deidad le había dado tomaría un baño.

Inuyasha maldijo internamente una vez que se encontró dentro de la cueva otra vez, estaba ansioso por saber lejos de él a la mujer y aprovechando tal momento a solas intentaría alguna forma de remover sus orejas, recordando un pasado amargo "si ella mira esto va a querer alejarse incluso con más ganas" pero por más magia que utilizara ellas se negaban a desaparecer "maldición, es mas fácil ocultar nueve colas que estas dos orejas"

El alrededor era tranquilo, no parecía peligroso pero quizá se deba al hecho de que estaba lejos de una aldea, de eso podía estar segura. Odiaba recordar cuando él la invito a mirarlo para usar un hechizo de sueño en ella y moverla de lugar durante su inconciencia, sin embargo escapar no seria fácil pero era una idea tentadora, así que saliendo del agua vistió su hakama verde y ajusto las vendas de la mejor manera que pudo descartando la idea de llamar al señor zorro para que le ayudase con esa tarea. Una vez que hubo tomado la capa desistió de la idea al sentir el olor, realmente tenia un aroma terrible.

Ignorando su vergüenza camino hasta un lugar donde pudiese atravesar el rio sin mojar demasiado la única prenda que podía protegerla y una vez encontrado su camino emprendió una marcha rápida.

Sus piernas se movían a todo lo que mejor podía hacerlo y evadía los arbustos de diferentes tamaños sonriendo victoriosa. Si bien podía perderse y morir, también estaba la probabilidad de encontrar una aldea o cruzarse con algún mercader a quien pudiera pedirle ayuda, el día apenas comenzaba y creía tener la luz suficiente para alejarse del lugar. Su excitación por saberse libre era completamente plena, estaba feliz de liberarse de alguien que la quería como esclava o un simple experimento de sensaciones.

Negando efusivamente ante sus absurdas ideas continuo su marcha hasta chocar con algo macizo que la hizo caer, vociferando una maldición, palabras que no eran comunes en ella y cuando observo la causa de su caída no pudo más que creerse muerta. Un oso negro se hallaba frente a ella con la mandíbula llena de sangre, liquido que caía de su boca como la carne fresca en un animal cuando esta siendo recién devorado y al momento que escucho el rugido del oso frente a ella cerro los ojos dejando escapar sus lágrimas de frustración, sabiendo que su final había llegado.

El aroma salino alerto al zorro que ignoraba todo lo que hacia para concentrarse en la repentina oleada que invadió su olfato, conocía perfectamente el aroma de las lágrimas humanas y disparado fue en búsqueda de la única que sabia cerca de él, palideciendo y enfureciendo al ver que ella no estaba "esta mujer realmente no conoce sus límites" pensó molesto olfateando el aire para encontrarla.

Continuará