Venus
Capítulo 7: Something for your mind
El atardecer era de nuevo de un brillante carmesí, bañando a la distancia las costas de Townsville de un naranja vibrante.
La melancolía se apoderó del corazón de Blossom mientras la ventana donde reposaba su cabeza temblaba con violencia al cruzar por un badén en la pista, haciendo que se sobresalte de su ensimismamiento.
— Pero les dije que no había forma de que pudiera tomar otra maldita clase más… Buttercup dijo que amenazara con raparme y no me tomaron en serio, así que esto fue lo más cercano que pude hacer. A mi madre casi le da un ataque…
La pelirroja volteó a volver para prestar atención a su amiga, quién vestía la camiseta azul del equipo de decatlón académico de Townsville. A Blossom la embargó una ola de recuerdos incómodos al volver a ver el uniforme, pero su amiga señalaba otra cosa en su antebrazo derecho.
Una pequeña mariposa tatuada en líneas finas brillaba contra un celofán protector sobre su brazo.
— Estás bromeando… — gimió Blossom, examinando con mayor atención mientras giraba detenidamente el antebrazo de su amiga. Sip, era real y permanente.
— ¡Lo sé! — exclamó Robin con entusiasmo. — ¡Me pica como el diablo! Pero es de verdad.
Hubo unos segundos de silencio, en los que la castaña vigilaba la reacción de la pelirroja con expectativa. Blossom se sintió algo presionada a tener que decir algo.
— ¿Cómo te lo hiciste? No cumples dieciocho hasta Julio…
— Solo fui al salón donde Bubbles se perforó las orejas, y dije que quería hacerlo. Saqué dinero en efectivo y no me hicieron preguntas. — contestó Robin. — Si hubiera sabido que era tan fácil a la próxima ire por mi cuenta a la licorería…
La powerpuff rosa soltó una risita casual aún con la mente en blanco.
— Es bonito… — admitió por fin. Si alguna vez se le ocurriera hacerse un tatuaje, seguramente sería algo igual de delicado que ese. — ¿Pero por qué hacerlo ahora de todas formas?
Hubo algo en su tono de voz que por alguna razón decepcionó ligeramente a su amiga. — ¡Para que mi jodida familia no me obligué a tomar más extracurriculares! — exclamó Robin, un octavo de voz más alto que obligó a varios pasajeros del autobús a voltearse en su dirección. — ¡Ya tuve suficiente con el tenis, la natación, las sopas comunitarias, la… la… los estúpidos mateatletas! — Se sujetó el collarín de la camisa como si se tratara de cadenas, mientras se ruborizaba de la indignación.
Blossom la observó en silencio y pudo comprobar que efectivamente, Robin estaba sufriendo. El tatuaje solo era una forma de alivianarse del control sofocante de sus padres, un efecto placebo que le diera la sensación de control sobre sí misma.
— No sé como podías hacerlo Blossom… — admitió con expresión de derrota. La powerpuff girl sintió como un nudo se le formaba en la garganta. — Y encima eras presidenta del consejo estudiantil… y sin mencionar que de todas formas tenías que partirle la cara a los villanos al final del día… Y yo siento como los mejores años de mi vida se me están escapando de las manos…
Notó como una sensación de culpa comenzaba a apoderarse de ella. Era cierto que su agenda estaba miles de veces más libre que nunca, pero al mismo tiempo de vez en cuando sentía que no estaba haciendo lo suficiente. Ni siquiera tenía la excusa de una vida social activa para rematar su falta de cosas en las que ocupar su vida, y ella era alguien que le gustaba mantenerse ocupada.
Blossom meditó por unos segundos su situación actual cuando se dio cuenta que su amiga no le despegaba los ojos de encima.
—¿Sabes? Realmente estaba esperando un regaño de tu parte… — admitió Robin, con la mano reposando en su mejilla.
Así que esa era la razón por la que se veía tan decepcionada…
— No soy tu mamá, Robin. — aclaró la powerpuff rosa con diversión. — Podría hacerlo si aún lo deseas…
— No, pero… ya sabes. Pensé que odiabas los tatuajes, piercings y toda esa parafernalia…— formó un pequeño puchero con su boca. — Haces que se sienta aburrido…
— Digo, no me gustan en mí… Pero trataré de hacerte feliz … — se aclaró la garganta antes de imitar su mejor tono mandón. — ¿Un tatuaje? ¿Es enserio, Robin? ¿Qué sigue, la cárcel?
La castaña dejó salir una risita y una sonrisa se dibujó en el rostro de Blossom, ambas satisfechas con la reacción de la otra.
El autobús dio un par de retumbos en el camino mientras el escenario que las rodeaba cambiaba y el tráfico comenzaba a moverse en el puente que conectaba los suburbios de Townsville y el corazón de la ciudad.
— Vaya forma de pasar nuestro viernes… Gracias por acompañarme a lo de los mateidiotas, por cierto. — se volvió a señalar de nuevo la camisa parecida a la de un vendedor de electrodomésticos. — Sé que no estás acostumbrada a ir en autobús…
Era cierto, Blossom fácilmente pudo haber llegado a su destino volando, y hubiera sido muchísimo más rápido que el transporte público; pero ese día en particular se sentía especialmente fatigada y con ganas de aplazar el compromiso lo más posible. Así que cuando Robin mencionó su competencia en el ayuntamiento de Townsville, Blossom no dudó en sumarse por más repelús que le causarán los autobuses, recuerdo de su época viviendo en Citiesville.
— Me quedaba de paso… no es ningún inconveniente. — mintió. — Lamento mucho que te quitaran el convertible…
Robin chasqueó los dientes con desinterés, moviendo la mano para restarle importancia.
— Lo devolverán en una semana o menos, se cansarán de tener que llevarme a todas partes. Sé lo que te digo…
El paisaje cambió súbitamente al cristal reluciente y reflectivo de los rascacielos e importantes edificios corporativos de Townsville. El distrito financiero en medio de la tarde era algo fascinante de ver en las pocas ocasiones donde un monstruo no amenazaba con destruirlo o una banda criminal lo asaltaba por septuagésima vez.
Blossom se maravilló con la cantidad de personajes que se apoderaban de las calles. Godínez y oficinistas voluptuosas recorrían las calles en dirección a los restaurantes de lujo y las terrazas del barrio soho, post una extenuante jornada laboral. Se preguntó si algún día se vería como alguno de ellos.
— ¿Está bien que tu vayas a su casa así sin más? — preguntó Robin con algo de inseguridad. Lenta pero seguramente, se aproximaron a una zona de edificios tan altos que los rayos del sol no lograban atravesarlos, proyectando una enorme sombra en el pavimento. — ¿Por qué no pudieron reunirse en alguna otra parte?
La powerpuff rosa suspiró. — Rara vez responde mis mensajes, pero cuando le dije que nos viéramos en la biblioteca se negó rotundamente. — exclamó con algo de indignación. — Como si fuera a ÉL a quien debería darle vergüenza que nos vieran juntos en público.
— Bueno, tienes que admitir que recibir clases de refuerzo con tu archirrival es un poco bochornoso… — señaló la castaña. — Pero no me gusta nada el que te reunas a solas en la casa de ese chico. ¿Y si es una trampa o algo?
— Me gustaría ver que lo intentara… — declaró Blossom con amargura, recordando la forma en que lo estrelló contra la pared hacía unos días, generando una ligera satisfacción sadista.
— Hablo enserio Blossom, qué tal si intenta hacerte daño… — insistió Robin con tono preocupado, y fue entonces que la powerpuff cayó en cuenta que no era una clase de rencilla lo que le preocupaba.
Al comprender a lo que se refería, Blossom agitó las manos con nerviosismo, enrojeciendo mientras sus recuerdos volvían a agitarse dentro de su cabeza. — ¡No tienes que preocuparte por algo como eso! Puedo cuidarme perfectamente Ro, además él no es de esa clase de sujeto.
"Espero". Pensó para sus adentros, silenciosamente.
Robin aún llevaba el ceño fruncido con desconfianza, pero se relajó en cuestión de tiempo.
— La siguiente parada es la tuya. — le comunicó, mientras ambas se fijaban en el letrero de letras rojas brillantes que anunciaba cada estación de autobuses.
— ¿Estación Pomegranate? — preguntó Blossom en voz alta, mientras revisaba el último mensaje del antiguo celular del profesor, que ahora era el suyo en vista de haber perdido el anterior.
Robin asintió con la cabeza, mientras se aproximaban a un condo de lujo con una recepción que parecía el del set de alguna especie de película, con portero enternado y todo.
Ambas chicas intercambiaron miradas de asombro con las cejas levantadas hacia la coronilla. ¿Se habría confundido de dirección una vez más?
De todas maneras se levantó de su asiento hacia la puerta de desembarque, presionando el botoncito para solicitar la salida.
— Suerte en el decatlón Ro. — anunció Blossom, mientras se acomodaba la falda al bajar los escalones del autobús.
— ¡Suerte con el jirafon insípido! — Le gritó Robin desde la ventana de su asiento, provocando que a la pelirroja se le escapara una sonrisa, para luego ver como su amiga se alejaba en dirección al ayuntamiento, unos distritos más adentro del corazón de Townsville.
Ahora era cuando empezaba lo bueno…
Lentamente, la sonrisa formada en su rostro se derritió hasta formar una mueca de disgusto. Blossom analizó la calle en la que se encontraba. Sin ánimos de ofender a nadie le sorprendió lo decente del edificio en donde se suponía que vivía su contraparte.
En la intersección del distrito financiero y bohemio de Townsville. Por un lado el incesante ajetreo de los oficinistas y los adinerados; y por el otro, restaurantes de comida vegana sobrevaluada y galerías de arte que funcionaban también como bares nocturnos. Era una zona extremadamente cotizada, vanguardista y burguesa; por no mencionar obscenamente cara de vivir. Una renta como esa debía pasar los 5000 dólares.
Intercambió miradas con el portero regordete de la entrada, quien solo la examinó de pies a cabeza, pareciendo reconocerla inmediatamente, puesto que le abrió la puerta de la entrada y la saludó con un inclinamiento de cabeza.
Blossom agradeció el saludo mientras se caminaba con dirección al pulido escritorio de recepción, donde la esperaba una voluptuosa y ligeramente intimidante recepcionista rubia.
– ¿A qué departamento se dirige señorita? — preguntó, levantando la mirada del teclado de su laptop.
— ¿Apartamento 707? Vengo a ver a B… al señor Him. — Un leve rubor se apoderó de sus mejillas al tener que utilizar honoríficos hacia tal papanatas.
La señorita de recepción asintió con la cabeza, digitando velozmente lo que parecía un registro de su visita. No le preguntó su nombre o pidió alguna clase de identificación, al parecer. Quizá al igual que el amable portero también pareció reconocerla.
— Pase hacia el ascensor a su derecha. — le señaló el camino levantando una brillante uña de acrílico carmesí, hacia un sofisticado elevador.
Aunque algo hesitante, Blossom agradeció la recepción mientras apretaba su bolso lleno de libros de apuntes contra sí. Sus tacones mary jane resonaron con el piso de madera artificial. No tuvo que esperar a que bajará, una campanilla anunció la apertura de sus puertas y sus pies se arrastraron por el suelo alfombrado del elevador.
Una vez que las puertas se cerraron Blossom pudo seleccionar el piso al que se dirigía, viéndose envuelta en el ruidoso silencio mecánico del ascensor subiendo.
Inconscientemente se percató que tenía los labios extremadamente secos y le sudaban las palmas de las manos. Se sostuvo el rostro con vergüenza, no debería sentirse tan nerviosa por la perspectiva de tener que estar a solas con él, pero era imposible después de la serie de escenarios que dibujaba en su cabeza después de aquella noche.
Trató de racionalizarlo como una respuesta a lidiar con el trauma… pero los sueños que tenía solo lograban confundirla cada vez más, haciendo imposible el entablar alguna clase de relación cordial entre ambos ya que cada vez que veía al muchacho lo imaginaba empinado encima suyo.
Se golpeó la frente con la palma de su mano, intentando reprimir cualquier escenario ficticio en donde Brick la agrediera sexualmente. ¿Qué pasaba con ella? ¿Por qué su vientre le hacía cosquillas cada vez lo imaginaba?
Chasqueó los dientes con fastidio al aceptar lo perturbador que era el sentirse de esta forma, reemplazando el deseo subconsciente por irritación hacia el susodicho. Todo esto era su culpa. Ojalá y esto se terminé rápido para poder regresar al distanciamiento habitual de ambos.
La campanilla anunció la llegada al séptimo piso y Blossom se bajó de una zancada con el ceño aún levemente fruncido.
Miró a su alrededor en el pobremente iluminado pasillo y se percató de las cuatro puertas separadas en esquinas opuestas.
Aunque trató de husmear alguna clase de ruido con su oído normal, no pudo escuchar rastro de Brick o algún vecino viviendo en cualquiera de los departamentos; lo cual indicaba o una insonorización excelente típica de una vivienda costosa, o que no había nadie en el piso en ese momento.
Lenta y expectante, caminó hacia el apartamento señalado por un cartelito metálico. Espero unos segundos después de tocar el timbre antes de volver a insistir.
Esperó unos minutos más y aún así no recibió ningún tipo de respuesta.
"¿Estará dormido?" se preguntó hacia sus adentros, algo fastidiada por la descortesía de tener que esperar. Aquel que necesitaba la tutoría era él de todas formas.
Tomó la manija de la puerta con gesto derrotado, pero para su sorpresa esta giró hacia adentro sin ningún tipo de lucha. La puerta no contaba con ningún seguro y se abrió sin ningún problema, revelando el interior del departamento.
Oh rayos. Con los ojos abiertos del pánico por entrar sin permiso a un hogar desconocido, Blossom dudó antes de poner un pie y atravesar la puerta.
— ¿Brick?... ¡Brick!— exclamó, primero en un susurro y después en un tono más asertivo, dando sus primeros pasos hacia al recibidor mientras escaneaba el sitio en busca de alguna señal de vida.
Al no recibir respuesta, avanzó con un poco más de seguridad hacia la sala del hogar desconocido.
— ¡Briiiiick…! — regresó a susurrar fuerte con ambas manos a la altura de la boca, pero era en vano, no recibió respuesta alguna.
Se detuvo a mitad de la sala a contemplar el lugar en el que se encontraba.
Estaba sorprendentemente bien decorado para tratarse de un lugar donde viviera un rowdyruff boy, quizás incluso algo aburrido para su gusto…
Las paredes estaban completamente pintadas de blanco, pero el dueño del apartamento había seleccionado especialmente muebles y persianas negras para crear alguna especie de concepto de alto contraste. Habían adornos de cerámica en alto contraste adornando mesitas de café e incluso las fotografías y cuadros del ornato estaban en blanco y negro.
Tomó nota de los cuadros de fotografía, pero solo eran fotos de paisajes o escenarios que no mostraban ninguna clase de retrato o persona en la imagen.
También se percató del televisor de 60 pulgadas y los aparatos de sonido home theater a sus pies, ambos viéndose demasiado nuevos como para parecer que alguna vez hubiesen sido usados, conservando aún el plástico que los protegía de las huellas.
A través de las persianas semiabiertas se percató de la vista espectacular que daba a la calle principal. Pudo observar los rascacielos que rodeaban la ciudad de Townsville, un atisbo a un parque en una esquina cercana, y el tránsito incesante de los vehículos y personas con tranquilidad. Y ni una pizca de sonido… comprobando así la teoría de la insonorización excelente del lugar.
Satisfecha, retrocedió para seguir su recorrido por el apartamento.
Flotó rápidamente para examinar la cocina abierta del flat. Notó el horno inmaculado y la cantidad de modernos aparatos de comida como un procesador y una freidora de aire. Todos de marca de renombre y todos sin usar, notó.
Se encontraba lo suficientemente curiosa como para atreverse a observar el interior del refrigerador inteligente, y para su sorpresa estaba igual de nuevo y casi vacío: unas cuantas latas de refresco y una de cerveza abierta, dos huevos, jugo de naranja y lo que parecía ser unas cajas de sobras de comida china de fecha desconocida. Por lo menos no era el clásico limón seco de los departamentos de solteros, pero con esto contaba con evidencia de que obviamente, Brick jamás cocinaba.
Ni limpiaba, añadió mientras arrugaba la nariz hacia el lavabo de la cocina, lleno de vasos usados y utensilios de comida sucios. Juzgando por el hedor a rancio debía tener por lo menos un par de días apilados.
Se sintió tentada a limpiarlo, culpa de su TOC… pero resistió el impulso de limpiar su desorden pensando que ya era suficiente atrevimiento de su parte haber entrado sin invitación.
Bueno… a lo mucho podría recoger la ropa usada que yacía en distintos puntos de la sala. En su mayoría chaquetas o polos abandonados en el sofá, la alfombra, o las sillas alrededor de la mesa de comedor de cristal.
Tomó una canastilla de la cocina y comenzó a apilar prenda por prenda en esta sin mirar realmente de lo que se trataba. Su expresión se avinagró al imaginarse el hedor que la ropa sucia de Brick desprendía, pero se sorprendió al darse cuenta que por el contrario no apestaba en lo más mínimo…bueno, si eras capaz de ignorar el olor fantasma a tabaco impregnado en estas. En su mayoría tenían el breve aroma a fragancia de hombre: a cuero, pachulí y algo fresco que no pudo reconocer.
Genial, ahora era aún más espeluznante, olfateando la ropa de alguien.
Con algo de amargura, Blossom depositó una pesada casaca de cuero en la canastilla, cuya forma se dobló de forma extraña al caer dentro de esta. Extrañada, se percató que uno de los bolsillos laterales contenía algo que desconocía. La curiosidad y el privilegio de adjudicarse responsabilidades que no le correspondían pudieron más que ella; obligándola a husmear el contenido del bolsillo hasta conseguir una especie de mini agenda de cuero.
Al pasar las páginas se percató que había una larga lista de números telefónicos desconocidos. Algunos tachados con una larga línea a la mitad, algunos resaltados con marcador rojo…
Era sospechoso. No solo los números sin dueño, sino TODO. El departamento de 5000 dólares de renta en la mejor zona de Townsville… ¿De dónde podría haberlo sacado? ¿Fue idea de Mojo… o Him…?
Dudaba seriamente que alguno de sus padres se preocupara lo suficientemente por él como para darle un techo sobre su cabeza… ni siquiera había rastro de sus hermanos dentro del departamento. Esto olía a que era cosa suya.
Aprovechando que no había nadie se dispuso a tomar una fotografía de la agenda.
Era solo un adolescente, no había trabajo que pudiera proporcionarle tal cantidad obscena de bienes, aún más considerando su pasado. Definitivamente se trataba de algo turbio. Su mente se dirigió hacia el crimen organizado, el tráfico o el sicariato. Si era ese el caso entonces estaba más frito que antes, sería inmediatamente expulsado de Townsville High y probablemente llevado de vuelta al reformatorio.
Su mente empezó a trabajar con entusiasmo… pero una punzada de culpa en el estómago la obligó a detener su tren de acusaciones hipotéticas.
"Pero él te salvó…" Suspiró el aire que estaba aguantando en el pecho. Imágenes de lo que pasó hace unos días llovieron en su mente, tanto aterradoras como tensas; pero no podía olvidar la amabilidad inesperada de su contraparte… De mala gana, sí pero… amabilidad.
Y aquí estaba ella, armando un plan para poder arruinarle la vida cuando en realidad se la debía.
La mano con la que sostenía el teléfono le tembló, pero ella solo exhaló lo que le quedaba de aire en el pecho y con resignación volvió a colocar la agenda en donde la había encontrado.
Fue entonces cuando escuchó la llave de la puerta sonar contra el cerrojo.
Pánico invadió a Blossom, quien dejó caer la canastilla de ropa contra el suelo, pero se recuperó rápidamente y la pateó para que esta se deslice atrás de uno de los muebles. Casi instintivamente se levantó y permaneció ahí parada hasta que la puerta se abriese.
Brick se vió igual de sorprendido al encontrarse con ella dentro de su casa. Blossom notó el entrecejo fruncido y las malas vibras de su humor ni bien llegó, así que involuntariamente imitó su gesto.
— ¿Qué haces aquí? — preguntó el muchacho, de repente notando de más el desorden que había en la sala. Avergonzándose por lo que Blossom pudiera haber estado husmeando en lo que llegaba a casa.
— Me dijiste que viniera a las 4. — le contestó la powerpuff girl con la misma actitud despectiva.
— Y por supuesto llegaste a tiempo… — murmuró Brick, malhumorado. mientras se quitaba la gorra roja y la depositaba a un lado de los muebles de cuero que adornaban su sala. Se desplomó en uno de estos con un suspiro de agotamiento, ignorando a la superheroína que lo contemplaba cerca a la mesa del comedor a unos pocos metros.
Justo lo que necesitaba para cerrar un día de mierda…
Hacía unas horas se encontraba en los almacenes cercanos al puerto de Townsville, donde toneladas de carga llegaban en containers desde diversas locaciones. Algunas de forma completamente legal, y otras contenían material sospechoso y contrabando que pasaba debajo de las narices de operarios de seguridad ineficientes.
Pero no estaba aquí para criticar a los empleados del puerto.
Uno de estos almacenes de contrabando controlados por los rusos disponía de un segundo piso donde se instalaba la oficina del hermano de Vasili, algún tipo llamado Boris. A quién debía responder por el fiasco del viernes en la discoteca Frenzy.
Llevaba el contenido no vendido completo en su mochila, y el dinero subsequente para ser entregado; pero algo en el tono paniqueado del narcotraficante ruso le hizo saber el descontento de sus superiores con él.
Un par de gopniks obviamente armados a escondidas flanqueaban la puerta que daba a la oficina del capo, intercambiando miradas arrogantes entre ellos antes de evaluar de pies a cabeza al rowdyruff boy.
Esa actitud insolente irritó al pelirrojo, debían ser de otra ciudad si no lo reconocían a simple vista y creían siquiera tener la remota ventaja por encima de él. Gusanos.
Intercambiaron unas palabras en ruso a través de la puerta y después de una breve respuesta que no tardó en sonar, se apartaron para dejarlo pasar. Brick los fulminó con la mirada por la comisura del ojo antes de atravesar la puerta que lo condujo a una oficina semi vacía, sin muebles o decoración; solo un simple escritorio donde lo esperaba un hombre de entradas prominentes y cara de pocos amigos. Dentro, también se encontraba otro grupo de gopniks de mayor rango, esta vez con rifles de asalto.
En gran contraste con el Petrikov que conocía: donde Vasili era bajo, desvergonzado y molesto; su hermano mucho mayor era alto, silencioso y estoico. Debía tener alrededor de treinta y muchos o rozando los cuarenta.
— Tú debes ser Brick. — decretó el mafioso cruzando los dedos entre sí, revelando gordos anillos de oro en sus dedos. No era una pregunta, ni siquiera un saludo. Brick tuvo la impresión que definitivamente no le agradaría este sujeto.
— Acabemos con esto de una vez. — respondió el pelirrojo con la misma energía, incapaz de sentirse intimidado por nadie. Sintió como a su alrededor los secuaces del ruso se tensaban al ver que abría su mochila, pero no se inmutó, sacando de esta una bolsita de ziploc que contenía el sobrante de la venta del viernes y del bolsillo un enrollado de billetes con todo lo que había vendido.
Impasible, Boris hizo un gesto indicando a sus secuaces a que verifiquen el contenido de la bolsa, mientras este se disponía a contar el dinero recaudado.
Unos minutos habían pasado en lo que Brick comenzaba a desesperarse. ¿Cuanto más tardarían en revisar? Tenía lugares a los que ir y francamente toda esta atmósfera hostil a lo peaky blinders comenzaba a molestarle.
Hubiera apreciado por lo menos un ápice de respeto de estas bandas de cuarta. No era ningún pandillero o drogadicto más ni ningún criminal de segunda…era una amenaza encarnada y hacía no menos de un año toda la ciudad lo reconocía como tal.
Como extrañaba la época en la que incluso los capos de la mafia se estremecían con la presencia de los rowdyruff boys, valorando su lugar en la jerarquía de poder de villanos en Townsville. Eran un peligro incomparable, no solo para Townsville sino para el mundo entero.
Antes de que tuvieran que mandar todo a la mierda y se hubiesen separado por el torpe deseo de ser mediocres. Y ahora al estar solo, rara vez lo reconocían sin estar acompañado.
Brick maldijo para sus adentros en lo que el contador de billetes terminaba de realizar el reconocimiento de los mismos.
El mafioso pareció no inmutarse ante la cara de profundo desprecio del adolescente, en su lugar, junto las manos cubiertas de anillos sobre el escritorio.
— ¿Es todo? — preguntó el rowdyruff boy antes de darse la vuelta hacia la salida. — Un placer hacer negocios… — exclamó de espaldas y con prisa.
— Espera.
Se detuvo en seco.
— Ciertos altercados llegaron a mis oídos. — musitó el sujeto cubriéndose la boca con las manos entrelazadas. — Unos "clientes" se quejaron de haber sido brutalmente atacados por su vendedor… ¿Te suena familiar?
Sin inmutarse, Brick dibujó una expresión de inocente confusión ante la acusación.
— No sabía que dábamos reembolsos…
Fue la primera vez que vió a Petrikov resoplar algo parecido a una risa. — No, ciertamente no los damos. Pero no es parte de nuestra política inmiscuirnos en los asuntos de nuestros consumidores. Nos da mala fama... ¿Por qué? — preguntó, regresando a la misma expresión estoica del principio.
Se preguntó cuánto era lo que sabía del asunto. No sentía la confianza suficiente como para mencionar el hecho de que hubiera salvado a una powerpuff girl, o en todo caso el qué lo había movido a hacerlo. Optó por la respuesta más sensata.
— Ella es demasiado conocida. — explicó sin rodeos. — Me… Nos hubiera dado demasiados problemas si su desaparición era investigada. Traté de explicárselo y que la dejarán por las buenas, pero se negaron. Así que… — Se encogió de hombros mientras dejaba la respuesta al aire y metía las manos en los bolsillos.
A pesar de la apariencia despreocupada y casual que intentaba mantener, sentía como se le erizaba la nuca y las gotas de sudor comenzaban a formarse en su frente... Más le valdría al ruso el creerle. No quería que todo este asunto pueda malinterpretarse como una especie de confabulación con el enemigo. Su reputación pendía de un hilo.
Boris se le quedó viendo por unos alarmantes segundos antes de asentir con los ojos.
— Vamos a retener una fracción del pago prometido por el alboroto. — Dobló un pequeño rollo de billetes que acercó en dirección al chico, quién abrió los ojos como platos. — Puedes retirarte ahora. — Y acabó haciéndole un gesto con la mano para que se fuera, como si de un peón se tratará.
Brick se tuvo que aguantar las ganas de fulminarlo con la mirada una última vez, pero en su lugar pensó que era mejor tomar la oportunidad de largarse antes de escalar la situación con otro "alboroto". Tomó el dinero sin musitar ninguna especie de agradecimiento, y se largó a zancadas de la oficina del mafioso, ignorando al par de monigotes que flanqueaban la puerta.
Casi echaba chispas por los ojos y espuma por la boca en lo que despegaba en vuelo con dirección a su casa. Ni siquiera le importó que acabara de actuar como un crío pequeño en frente de un capo. Qué se conformará con su falta de pleitesías ya que por él, incendiaría todo el maldito muelle.
¿Siquiera y valía la pena seguir trabajando para ellos? No eran muy diferentes al resto de narcotraficantes con poder en Townsville. Podía conseguir golpes similares de los italianos o incluso de los latinos, mucho menos estirados pero más letales. "Nada con lo que no pudiera lidiar", pensó. Estaba cansado de estos trabajillos de mierda… estaba más acostumbrado a vivir como le diera la gana y a imponerse sobre el resto; pero estaba solo y había prometido comportarse…y tenía deudas por pagar.
Maldijo para sus adentros. Esto no hubiera pasado si no hubiera sido por esa maldita chica…
El olor de la sal, el pescado y el excremento de gaviota se fue alejando en lo que surcaba los despejados cielos naranja de Townsville y se aproximaba al clásico aroma del asfalto, el smog y las alcantarillas de la ciudad.
"Y henos aquí…"
Ella representaba una visión extraña que resaltaba en medio de su apartamento; con su falda tableada que la hacía parecer una niña exploradora y su expresión severa, que la hacía parecer como si tuviera un palo insertado en el…
— La puerta estaba abierta… — admitió, mientras apartaba la mirada hacía un lado.
— ¿Y entraste de todas formas? Eso no es muy educado de tu parte… — respondió con ironía.
Blossom le dedicó una mirada de pocos amigos, que él correspondió por unos segundos en silencio.
Se quedaron mirándose el uno al otro con incomodidad antes de que fuera ella quién rompiese el hielo.
— ¿No vas a invitarme a que me siente? — preguntó, perturbando el silencio que se había formado en la habitación.
Brick intercambió miradas entre el pequeño comedor redondo que nunca había estrenado y la chica. Suspiró. No tenía ganas de lidiar con esto ahora, especialmente cuando justamente ella acababa de costarle bastante guita; pero mientras más rápido lidiara con esto más rápido se iría.
Le hizo una seña con el brazo para que pasara a sentarse, ya que esperó pacientemente por su respuesta y luego la imitó sentándose al otro extremo de la mesa de cristal.
El rowdyruff contempló con aburrimiento como la chica sacaba libros y un fólder lila de su mochila y los depositaba frente a él con premura. Se detuvo un segundo aún con la mochila abierta sobre sus piernas.
— ¿Tienes un lápiz? — preguntó con algo de condescendencia. La pregunta tomó por sorpresa al chico, pero lo embargó la vergüenza de la respuesta.
— Uhm… podría revisar… — admitió, sin poder recordar si es que siquiera tenía una cartuchera propia.
Blossom no esperó a que se levantara, en su lugar sacando su propia lapicera de materiales, con un bonito estampado de flores, depositándolo en medio de ambos. Brick se sintió estúpido.
— Estos son simulacros pasados de las materias que llevas…— le acercó el fólder con hojas llenas de ejercicios a los cuales Brick hizo una mueca de fastidio. — Necesito evaluar lo que necesitas que refuerce. Lo que no entiendas puedes dejarlo en blanco, lo revisaré en cuanto acabes.
Genial. Pensó el rowdyruff boy, mientras tomaba un portaminas rosita de la lapicera de la chica.
Le dirigió una última mirada a la powerpuff, quién se encontraba de pronto muy ensimismada en su teléfono; no pudo evitar observar el esfuerzo casual que ponía la chica en simular desinterés. La situación era demasiado embarazosa por sí misma como para que actuara de forma engreída.
Con un suspiro de frustración, se dispusó a llenar lo que entendía de cada hoja por materia, que por lo que veía, le tomaría lo que restaba de tarde.
Blossom decidió ser cortés y darle espacio. De vez en cuando revisando que verdaderamente estuviera trabajando mientras veía el reportaje de la tarde en el que aparecía junto a sus hermanas, después de haber frustrado un robo millonario en el centro comercial de Townsville antes del mediodía. Esperaba con ansias lo que fuera a comentar la prensa… Hacía poco habian empezado a lanzar indirectas o comentarios maliciosos acerca de la forma en que su equipo manejaba la situación en lugar de coordinarse directamente con la policía… ¡Cómo si tuvieran el tiempo para hacerlo!
Brick vío por el rabillo del ojo como una arruga pequeña se formaba en el entrecejo de la powerpuff girl.
A decir verdad, la presencia del rowdyruff boy hacía que el ambiente se sintiera algo pesado para la ojirrosa. De vez en cuando levantaba la mirada de su celular para contemplar al muchacho con el qué últimamente co-protagonizaba la mayoría de sus sueños húmedos. Se preguntó cuándo fue que había crecido tanto… debería sacarle al menos unos 15 cm de altura… y ella era considerada alta para medír 1,75…
Escuchó el suave roce de su lápiz mecánico sobre la hoja de papel y se fijó que en las manos del chico parecía un crayón de preescolar. Eran grandes y de dedos delgados, las venas se le marcaban sobre la piel como si se tratara de una estatua tallada por "Oh dios está mirándome".
Sintiéndose observado, Brick le dirigió una mirada interrogante, qué la chica supo evadir volteando la atención a la pantalla de su celular. Blossom exhaló el aire que había estado conteniendo en el pecho durante el escaneo. "Deja de ser tan escalofriante, lunática". No podía estar acosando al muchacho por unos estúpidos sueños fuera de su control… él ni siquiera le caía bien.
Un cuarto de hora pasó hasta que le entregó la primera hoja de simulacro: Cálculo.
— Listo. — comentó el muchacho mientras le entregaba la hoja sin mirarla.
— A verlo… — Blossom se puso unas gafas de montura color rojo, dispuesta a corregir los ejercicios.
Para su sorpresa había respondido todos y cada uno de ellos, y había hecho un trabajo medio decente en despejar las operaciones. Solo un par de errores que pronto se dispuso a corregir con un lapicero rojo, mientras sentía los ojos del muchacho aún clavados en ella.
— ¿Pasa algo? — preguntó, sin levantar la mirada de lo que corregía.
— ¿Por qué usas gafas? — preguntó Brick con desinteresada curiosidad. — No es cómo que podamos ser miopes o algo parecido.
Blossom asumió que cuando decía "nos" se refería a ellos y sus hermanos, aquellos con superpoderes.
Ella suspiró. — Son de descanso, trato de cuidar mi vista. — admitió mientras sujetaba la montura para demostrar lo delgada que en realidad era. — Y aunque no lo creas, sí podemos, mi hermana Bubbles tuvo astigmatismo. Se le curó por medio de láser…
Brick asintió con una especie de gruñido de reconocimiento… pero después de pasados unos segundos aún parecía estarla viendo de forma chistosa. Blossom comenzó a arrepentirse de haberse puesto las estúpidas gafas.
A modo de distracción, la forma en que se comportaba la chica era ridículamente fascinante para el muchacho. Desde las faldas tableadas o las gafas de descanso, hasta la exagerada cantidad de marcadores color pastel en su cartuchera de florecitas y la agenda de cuerina con múltiples post its de colores. No era demasiado difícil de suponer que se trataba de una total maniática del orden. Era casi divertido.
— Tienes un departamento encantador Brick… — elogió educadamente la muchacha, observando la reacción del muchacho. Había comenzado a hartarse de la forma tan extraña en que la miraba. — La renta debe costarte una fortuna…
— ¿Tú crees? — el rowdyruff volvió su atención al portaminas que llevaba en la mano. — En realidad hay mucho ruido en la calle cuando cae la noche, pero no puedo quejarme de los vecinos… — le contestó imitando el mismo tono de ingenuidad, ignorando el último comentario.
Y regresó al trabajo sin compartir alguna otra palabra más, provocando que Blossom gruñera mentalmente ante la facilidad con la que esquivaba sus indirectas. No iba a ser fácil sonsacarle información respecto a lo que hacía para costearse el estilo de vida que llevaba.
Pasados unos segundos y al notar que la chica seguía refunfuñando para sus adentros, Brick suspiró.
— Es un préstamo, no es "mi casa". — admitió, haciendo comillas con los dedos. — Un amigo me la prestó por mientras.
— ¿Un amigo te prestó su flat que ronda el millón de dólares? — Blossom levantó una ceja con incredulidad, en lugar de ser una mejor excusa terminaba siendo incluso más sospechoso que antes. ¿Qué clase de amigo millonario tendría un ex delincuente de 17 años?
— Bueno es mejor que vivir en un motel sucio o una cabaña a la mitad de la nada. — admitió el rowdyruff sin mirar en su dirección, evadiendo la pregunta una vez más. — Y no es como que me esté quedando gratis. Hago lo que puedo para poder pagarle de vuelta.
— Y no vas a decirme que es lo que haces para hacerlo verdad… — preguntó la ojirosa, recordando la agenda con números de hacía un rato.
— Nop. — Se limitó a contestar el muchacho con una especie de semi sonrisa formándose en sus labios. Estaba comenzando a aprender.
— Así que debo asumir que ni Mojo ni Él te apoyan económicamente…
Brick chasqueó los dientes con una sonrisa más ponzoñosa que amigable, levantó los ojos del simulacro para ver a los ojos a la powerpuff girl.
— No todos fuimos bendecidos con papitos como tu profesor, linda…
Y fue entonces cuando la corta conversación murió, retornando al ambiente tenso de hacía unos minutos.
El chico continuó llenando y entregando pruebas. Fue entonces que la chica confirmó lo que había revisado en su carpeta de calificaciones: era adepto a las matemáticas; pero se tomó un largo tiempo en responder los cuestionarios de historia; y dejó la mayoría de las fórmulas de química y física en blanco. No se vió muy contento de tener que admitir su propia ignorancia, cruzándose de brazos una vez hubiera terminado.
Blossom tuvo que ceder al hecho de que Brick no era, en su totalidad, una persona estúpida. Era hábil en lo que conllevaba números por naturaleza, pero era su memoria (o lo que sospechaba, falta de interés) lo que le dificultaba memorizar elementos de la tabla periódica, figuras históricas americanas o fórmulas de física.
Tendría que preparar herramientas para ejercitar su memoria en las materias.
— ¿Eso es todo? — preguntó el rowdyruff boy con fastidio, había pasado dos horas respondiendo como una docena de malditos exámenes, estaba agotado; tanto física como mentalmente.
— Una cosa más… — mencionó la powerpuff girl, mientras volvía a rebuscar entre su bolso, sacando cuatro libros poco más pequeños que los textos escolares. — Estas son las opciones de lectura para el primer trimestre de literatura, tienes que escoger uno y hacer la reseña correspondiente antes de terminar el mes. Te ayudará a subir tu calificación…
Brick hizo una mueca de desconcierto mientras revisaba los títulos de los textos que tenía. El Gran Gatsby, Las uvas de la ira, El señor de las moscas y Cumbres borrascosas. "Genial…"
No tenía la energía para procesar tanto en este momento. Estaba acostumbrado a llegar a casa y dormir después de la escuela. Sin decir nada se levantó de la mesa.
Blossom se sobresaltó con el súbito movimiento del muchacho, pero al ver el cansancio que exudaba una inusual ola de empatía se apoderó de ella.
— Uhm, podemos tomarnos un descanso si quieres…— Pero el rowdyruff no necesito su permiso, en su lugar se desplomó en uno de los muebles acolchados en mitad de la sala.
Él cerró sus ojos por unos cuantos minutos en lo que la chica guardaba sus cosas de vuelta en su mochila. Blossom dudó un rato acerca de si llevar su tan preciado portaminas, pero al final del día supuso que Brick lo necesitaba más que ella; prefiriendo dejarlo encima de la mesa y no darle más vueltas.
Tomó sus cosas y se levantó, dispuesta a irse; pero una parte de ella la obligó a detenerse a unos pasos del sofá lateral contiguo a donde el chico descansaba.
No estaba segura de porqué lo hacía pero decidió sentarse a poca distancia suya.
Bueno, ahora qué… se preguntó, mirando la hora del reloj de su muñeca. Eran cuarto para las siete… Tenía tiempo libre hasta las ocho, y de todas formas no era como que alguna de sus hermanas la esperase para cenar o algo.
Y hablando de cena, usualmente si un tutor venía a enseñarte sin cobrarte un centavo, lo mínimo que podrías hacer era invitarle a comer… Pero no esperaba que Brick fuera el anfitrión más considerado, y hubiera sido una descortesía reclamarle de todas formas.
Le dirigió una última mirada al chico, ¿realmente estaba dormido? ¿Podía alguien quedarse dormido tan rápido de todas formas? Era raro estar tan cerca suyo, pudiendo contemplarlo sin gestos hoscos o muecas. Estaba sorprendida de lo extrañamente juvenil de su rostro, estaba tan acostumbrada a verlo con el ceño fruncido que incluso relajado se veía… ¿bonito?. No la malentiendan, Brick no le parecía atractivo para nada… pero tenía que cederle el hecho de que tenía un rostro no desagradable de ver. Casi demasiado andrógino… femenino…
Casi como el mío… observó, un poco perturbada por el descubrimiento. Brick roncaba plácidamente con los ojos completamente cerrados, una expresión apacible que era como una visión de otro planeta.
No se veía parecido a ninguno de sus hermanos, de hecho casi y podría parecer más su mellizo qué el de ellos. Su nariz era delicada; sus pestañas eran largas aunque casi imperceptibles por la condición del pelo rojo, al igual que las suyas; y su piel carecía de imperfecciones al igual que el suyo, sin acné o exceso de vellos… ¿Siquiera y podía crecerle una barba? Lo dudaba, no tenía ni una pizca de vello facial en el rostro.
El parecido era sorprendente… si no fuera porque su nariz era un poco más grande que la suya, sus cejas un poco más tupidas y su barbilla más angulosa.
Sacudió la cabeza. Estaba actuando de forma escalofriante una vez más. ¿Esta era la forma de comportarse cuando te encuentras con un chico a solas? No era mejor que un fisgón…
Suspiró, echando la cabeza para atrás y al abrir los ojos en dirección del chico, se percató del teléfono móvil debajo de la almohada decorativa donde la cabeza de Brick descansaba.
La parte más entrometida de sí misma dio un brinco de emoción ante la oportunidad que se le presentaba… las pruebas que necesitaba… Contuvo la respiración para poder escuchar atentamente la respiración del muchacho, quien dormía plácidamente.
¿Debería…? No…
Pero… quizás nunca volvería a tener una oportunidad como esta…
Con cuidado de no hacer ruido, extendió lentamente el antebrazo en dirección a la cabeza del muchacho. El tiempo parecía moverse en cámara lenta y no podía ver muy bien… ¿cuando se había puesto tan oscuro el lugar? Su frente comenzó a pelarse de sudor debido a la tensión. Fácil era llegar al móvil, difícil sería sacarlo por debajo de su cabeza sin que lo notara. Solo un poco más…
Pero justo cuando las puntas de sus dedos rozaron la cubierta del celular, Brick despertó de sorpresa al sentir una sombra aproximándose dentro de su visión periférica.
Blossom apartó la mano lo suficiente como para disimular lo que estaba a punto de hacer.
— ¿Qué rayos haces? — le preguntó, aún semidormido y confundido con su cercanía.
La ojirosa no supo qué responder; desde su perspectiva parecía que la powerpuff estaba a punto de hacerle piojito en la cabeza. La sangre se le subió a la cabeza y le coloreó el antes pálido rostro de un potente rosita carmín.
— ¡Y-yo…! — No podía estar tartamudeando en un momento tan embarazoso como este. Piensa, Blossom, piensa. — ¡Solo revisaba que estuvieses respirando! — Se levantó violentamente del asiento, creando algo de espacio entre ambos.
— ¿Ok… ? — respondió Brick con voz cansada, obviamente sin creerle ni una palabra. Aún medio dormido, mientras se restregaba los ojos y sin darle mucha importancia, preguntó. — ¿Acaso te gustó o algo así?
Blossom sintió la náusea acumularse en la boca de su estómago y la cabeza pareció darle vueltas. Dio una risotada bastante deshonesta mientras su rostro pasaba del rosa a un violento morado. — ¿¡Te has vuelto loco!?
El rowdyruff la miró con desconfianza. No recordaba nunca haberle dado la impresión de que ahora eran amiguitos como para que se pusiera a acariciarle el rostro mientras dormía… Se sintió un poco como un exceso de confianza de su parte. Irónico considerando que él ya la había desnudado una vez…
Tomó su mochila y se la colgó sobre su espalda. — Ya me voy. ¡Nos vemos después!— anunció sin voltear para verlo o esperar respuesta mientras se retiraba a zancadas, dejando a un desconcertado pelirrojo tras de sí. Demasiado avergonzada para mirar atrás, no pudo evitar azotar la puerta a la hora de salir.
Una vez que se fue Brick sintió que no podía volver a dormir, en su lugar, se limitó a estirar los músculos de sus brazos y suspirar resignado al recordar el arduo trabajo que le esperaba en la mesa del comedor.
Podría esperar por lo que le importaba.
Marcó un número en su teléfono, y mientras esperaba miró por la ventana del departamento que daba a la entrada principal, esperando ver la figura de la joven powerpuff irse.
— ¿Hola? — una voz amortiguada le respondió desde el otro lado de la línea.
— Hola… — saludó con la voz apagada, mientras notaba una mata de cabello zanahoria saliendo con prisa del lobby del condominio.
— Es raro oír de tí antes del fin de semana. ¿Necesitas algo?
— Hmm no, no realmente... — La vió despegar desde la acera, provocando una brisa ligera que estremeció a la gente que paseaba por ahí, mientras dejaba una estela rosa en su camino en dirección al cielo.
— ¿Qué sucede?
— La he cagado con el negocio de hoy… Los rusos me quitaron parte de la comisión por la venta. — admitió, con expresión derrotada, con la estela rusa aún grabada en el firmamento. Un recordatorio de su benevolente cagada.
— Oh… — al otro lado de la línea se escuchó una fuerte carcajada. — ¿Eso es todo? Los rusos siempre son así de inflexibles a la hora de pagar. Hubieran encontrado cualquier excusa para quitarte dinero. Te compensaré lo perdido…
Brick frunció el ceño, disgustado. — No necesito que me compenses nada, trabajaré para completar lo que perdí.— No necesitaba que lo trataran como a un hijo.
— Si eso es lo que quieres… — contestó la otra voz con tono irónico. — ¿Qué tal la sesión de estudios?
El rowdyruff chasqueo los dientes, preguntándose cuál era el punto de preguntar por estupideces como esa. No obstante, pensó mejor la respuesta. — Interesante… digo, aún sigue siendo la misma molestia de siempre, pero estoy sorprendido porque actuó profesional, supongo… — mencionó, aún con el recuerdo del extraño intento de caricia de hacía un rato.
— ¿Ves? Te dije que no sería tan malo…
— Supongo… — repitió con aburrimiento, volviendo a recostarse sobre su brazo en el sofá, mirando el techo.
— De hecho, me alegra que me hayas llamado Brick. Verás… acabo de recibir una invitación a un evento super importante que se llevará a cabo dentro de dos semanas en cuanto vuelva de mi viaje a Tel aviv… y me gustaría que fueras conmigo…— Brick comprendió inmediatamente que era una oportunidad secreta para arreglar el error que había cometido con los rusos.— Es una gala así que te vendría bien conseguirte un buen traje…
The rowdyruff suspiro imaginándose la escena de el vistiendo un ridículo smokin, pero trabajo era trabajo, de todas formas. — Está bien… — accedió.
Una nube de vapor blanco siguió a Bubbles al momento de salir de las duchas compartidas del gimnasio. La rubia llevaba el cabello recogido en un turbante improvisado hecho con una toalla y una bata color rosa. Se estremeció con el cambio repentino de temperatura entre una ducha caliente y el frío recibidor de los vestidores del colegio.
Al llegar a su casillero, se topó con un par de novatas del equipo de animadoras que la miraron como si se tratara de un fantasma. La saludaron con nerviosismo mientras se dirigían a sus propios casilleros al otro lado del suyo.
La powerpuff azul no pudo evitar agudizar el oído para oír lo que dirían a continuación, un mal hábito ganado debido a los acontecimientos de la última fiesta de Princesa, por si algún chisme indeseado se comenzaba a esparcir en Townsville High.
— ¿Las viste?
— Sí… ¡Son enormes!
Bubbles no pudo evitar girar la cabeza abajo para verse el escote abierto de la bata que llevaba puesta. Sus pechos turgentes resaltaban a la vista como un par de melones.
No pudo evitar sonrojarse con el comentario hecho hacía su cuerpo, no podía evitar ser naturalmente dotada. Niñas pequeñas como esas novatas siempre hacían comentarios respecto a sus senos, o para expresar envidia hacia ella o para denigrarla como si fuera una mujerzuela. Y aunque había comenzado a aceptar su propia sensualidad, era un tema que aún le causaba cierta inseguridad.
Siempre se sintió de cierta forma desproporcionada, con demasiado por delante y no mucho por atrás, a veces envidiaba los pechos pequeños y glúteos firmes de su hermana morena, o la figura esbelta y equilibrada de Blossom. A diferencia de ellas, su cuerpo parecía más una molestia que una bendición, siempre atrayendo comentarios despectivos o miradas indeseadas.
Sacudió la cabeza mientras empezó a cambiarse: trusas primero y sujetador después, haciendo el esfuerzo de mantenerse bien oculta para evitar más comentarios desatinados hacia su cuerpo.
— Estoy agotada… — Una voz la sobresaltó a sus espaldas, viendo como su numeroso grupo de amigas del cheer squad la rodearon en los vestidores. Su vista se llenó pronto de un montón de pechos desnudos, y tangas con estampados de hello kitty. — Estas jodidas novatas lo juró, ¿que tán difícil es aprenderse una coreografía?
Acababan de terminar las prácticas del equipo de animadoras para el primer juego de football de la temporada escolar en Townsville High. Al ser el primero de todos debían entrenar cuidadosamente a las nuevas del equipo para aprenderse las coreografías nuevas del evento, lo que se había comido un poco más de las horas de prácticas de las necesarias para el fastidio de sus compañeras seniors.
— ¿Por qué no esperaste a que termináramos también para irnos juntas, Bubbles? — se quejó Juliette, su amiga morena que estaba un poco trastornada. — ¿Tienes prisa en irte?
— No realmente. — respondió Bubbles mientras se ponía las tenis blancas y se acomodaba el vestido estampado de su ropa de cambio. — Solo hice lo que me dio la gana…
— Sabes, has estado evadiéndonos bastante desde la fiesta de Princesa. — acusó Jessica mientras se secaba el húmedo cabello carmesí, dejando manchas de tinte en la toalla blanca que llevaba. — ¿Sigues molesta por lo que pasó?
— Sigo estándolo. — confirmó Bubbles con indiferencia, también liberándose el cabello rubio para poder cepillarlo.
— ¡Ohhh vamos Bubbles, era el salón VIP! ¡Y por supuesto que intentamos que la Princesa te dejara pasar pero..!
— Pero me dejaron abandonada por el resto de la noche... muchas gracias por eso. — contestó con amargura, cepillándose con más fuerza de la necesaria las doradas ondas de su cabello.
— ¿Qué se supone que hiciste de todas formas? Te fuiste casi tan tarde como el resto de nosotras. Vimos las historias que posteaste después de irte. — preguntó Leah, otra de sus amigas aún en ropa interior, con el teléfono sujetado en una de sus manos.
— Me la pasé con… unos amigos en una de las cabinas. Tuve suerte de encontrar como divertirme por mi cuenta. De nuevo, gracias. — volvió a resaltar con cara de pocos amigos, queriendo evitar a toda costa que se supiera con quienes pasó el resto de la velada y lo que ocurrió en esa cabina. Jessica la miró con impaciencia, mientras el resto de sus amigas se veían un poco avergonzadas.
No tomó demasiado tiempo para que la pequeña Rose apareciera para abrazarla por la espalda. Bubbles solo atinó a levantar los brazos mientras la chica de cabello color lila fantasía la sujetaba con fuerza.
— ¡Estamos tan pero tan arrepentidas Bubbles! ¡No quisimos lastimar tus sentimientos, lo prometemos! — habló por sí misma y por el resto de las compañeras del grupo, con el resto de chicas asintiendo en unísono a lo que decía.
Bubbles supo que estaba acabada en cuanto utilizaban a Rose para hacer de intermediaria tierna, aprovechándose de su buen corazón; pero recordó la conversación de una consternada Robin acerca de cuidarse de personas falsas, más específicamente, sus amigas del cheer squad.
Le correspondió el abrazo a Rose con una mano, pero una expresión preocupada se formó en su rostro al recordar la forma en que, de alguna manera, le había devuelto la traición a una de sus amigas más sinceras: dándose un beso francés con su crush. Era una amiga igual de decente que el resto de ellas.
— Está bien… — exclamó Bubbles, con expresión derrotada, cediendo ante la presión. — Las perdonó, podemos ser amigas de vuelta.
Las otras chicas con excepción de Jessica, se dirigieron a ella para darle un gran abrazo grupal que la powerpuff aceptó con incomodidad.
El grupo abandonó el gimnasio por la entrada que daba al campo de fútbol mientras cuchicheaban acerca de los nuevos chismes y chicos. Bubbles caminó junto con ellas sin realmente prestar atención. Había comenzado a caer la noche y el cielo carmesí comenzaba su transición al azul oscuro de la noche; era una tarde de verano gentil, con unos rastros del comienzo del Otoño delatándose en la brisa fría que recorría las yardas.
— Hey, ¿ese no es tu novio, Rosey? — preguntó Jessica señalando las gradas blancas al otro extremo del campo, en donde la banda de la escuela, al igual que ellas, se preparaban para irse después de ensayar. Boomer resaltaba por encima del grupo por el simple hecho de ser el único en no llevar un uniforme, aunque llevaba un par de platillos dorados en las manos.
Los ojos de la powerpuff girl se abrieron como platos al posarse en el muchacho.
— ¿Está en la banda? Nunca antes lo había visto con ellos… — comentó Leah, preguntándose lo mismo que le pasaba por la mente a la rubia.
— Oh dios mío, realmente es él.— Rose se estremeció mientras se ruborizaba ligeramente, se acomodó el corto cabello lila para poder enmarcar mejor su rostro. — Ni siquiera estoy llevando nada de maquillaje, ¡no voy a pasar por ahí!
— ¿Realmente ese es el tipo de muchacho que te gusta? — comentó Jessica, arrugando la nariz ante la camiseta oversize de korn y los pantalones jean holgados. — Se viste como vagabundo.
— ¡Es alternativo, como yo! — respondió Rose indignada, señalando su vestido púrpura, fishnets y sus botas de Dr. Martens.
Bubbles no pudo evitar que se le escapase una mueca de incredulidad, creyendo que a pesar de todo, Rose era una versión muy básica de lo que la gente normal creía alternativo. Y cambiaba de estilo todo el tiempo, dependiendo de lo que creía le gustaría al chico de turno del que se enamoraba.
Hace unos meses, cuando estaban de vacaciones se hacía llamar una coconut girl.
— Tú no puedes hablar, Jessica. ¿Acaso no salías con su hermano el año pasado? — comentó Leah mientras levantaba una ceja con incredulidad.
La pelirroja teñida hizo una mueca al recordarlo, mientras su rostro enrojecía casi del mismo color de su cabello. — Ya dije que no fue la gran cosa, solo salimos un par de veces. Además, es diferente, Butch es atractivo y popular. Boomer es un rockerito fracasado. — lo dijo mirando en dirección de Rose con una sonrisa de autosuficiencia, provocando que la primera aparte la mirada con obstinación. Por su lado, Bubbles rechinó los dientes.
— ¿Qué hay del otro? — preguntó Julie con curiosidad, recordando que al igual que Bubbles y sus hermanas ellos también eran tres. — Brick o como se llame…
— Oh dios mío. Es super ardiente. — opinó Jessica una vez más, haciéndosele agua la boca mientras hablaba. — Es insufrible y actúa como si el mundo le oliera a mierda, pero podría ser un supermodelo de lo bueno que está.
— Oh sí…— asintió Leah a los comentarios de Jess con una sonrisa pícara. — Antes de que se volviera tan taciturno recuerdo que iba a fiestas no hace mucho, lo veía bastante en casa de Princesa. ¿Acaso ellos no salían?
— No, era Butch el que salía con ella. — respondió la pelirroja con el ceño fruncido. — Antes de que empezáramos a salir. No le gustó nada. ¿Pero con quién no ha salido Princesa de todos modos? Esa chica está más recorrida que una carretera.
Bubbles no se sorprendió del comentario grosero acerca de una persona que supuestamente le agradaba, pero no pudo evitar poner los ojos en blanco al reconocer la hipocresía de Jessica, considerando que la mitad de sus citas habían sido chicos con los que la powerpuff azul había salido.
Siguieron caminando en dirección a las gradillas.
— Deberías hablarle Rose… es tu oportunidad… — la animó Leah, cuando estaban lo suficientemente cerca de la banda.
— Oh no, ¡no puedo! — se acobardó la chica, ocultándose detrás de su amiga rubia mientras la sujetaba del brazo. — No tengo idea de como hablarle, ¡es tan intimidante! — se tapó la boca con una de sus manos con frustración. — ¡Tú podrías hablar con él por mí, Bubbles! ¡Ya se conocen!
— ¿Yo? — preguntó la rubia igual de nerviosa que ella. La ojiazul no estaba segura de que hacer. Por un lado, le había prometido anteriormente a Rose que de alguna forma los engancharía; pero por el otro, estaba la inmensa culpa de haberlo hecho pasar por uno de los momentos más vergonzosos de su vida. No se sorprendería que se fuera corriendo ni bien la viese acercándose. — No lo sé…
Se mordió el labio con indecisión, mirando a su grupo de amigas y de vuelta al muchacho rubio con ansiedad. No se habían dirigido palabra alguna desde el incidente y a Bubbles le daba la impresión de que se encontraba evitándola a propósito. Por lo menos podría ayudar encontrar alguna excusa para poder conversar.
Se mordió la uña del pulgar con nerviosismo, notando de reojo la mirada esperanzadora de Rose y el escáner sospechoso de Jessica. Probablemente se olía algo al ver cómo de repente Bubbles desistía de actuar como casamentera; generandole aún más desconfianza en la rubia.
Después de unos segundos meditando, Bubbles se resignó con un suspiró. — Está bien… vayan adelantándose al estacionamiento, las alcanzo dentro de un rato. — Era una orden disfrazada de sugerencia, no queriendo alguna especie de testigo en la conversación.
Todas las chicas accedieron sin más miramientos, con la excepción de la pelirroja, que solo miro de reojo a la powerpuff antes de irse. En cuanto se hubieran alejado a una distancia considerable, Bubbles caminó en dirección al muchacho, con los brazos cruzados con inseguridad a la altura de su pecho.
La mayoría de la banda ya se había ido camino a sus autos; instrumentos en mano y todo. El rowdyruff boy no pareció percatarse de la presencia de la powerpuff hasta que ya era demasiado tarde, los ojos se le abrieron de par en par en cuanto la vio parada frente a él.
— Hola. — exclamó tímidamente la rubia con una sonrisita.
Boomer profirió alguna clase de sonido ahogado, pero en lugar de salir huyendo como realmente quería, apartó el rostro y dejó los platillos a un costado. Se quitó los audífonos inalámbricos que llevaba en las orejas mientras miraba hacia el suelo.
— ¿Qué hay? — saludó mientras levantaba la cabeza y juntaba las manos entre las rodillas; aunque mostraba una fachada de seriedad Bubbles pudo percibir su nerviosismo por medio de una de sus piernas que no paraba de mecer.
La powerpuff pensó cuidadosamente las palabras que iba a utilizar, al final decidiéndose en mencionar algo más casual. — No sabía que estabas en la banda de la escuela… — mencionó con timidez, cruzando las manos tras su espalda.
El rowdyruff miró los platillos a un costado y luego de vuelta a la rubia, con un poco de desconfianza. — No realmente… Me pidieron que reemplace a un muchacho con apendicitis… No estoy en ningún club. — admitió, acariciándose la nuca..
Bubbles asintió comprensiva con una sonrisa educada en los labios, cuya fachada se desmoronó cuando la azotó una nueva oleada de culpa.
— Necesito decirte algo. No, no te levantes por favor. — lo detuvo antes de que pudiera levantarse, en su lugar tomando asiento a su costado en las bancas.
Eran los últimos en irse, quedando frente a las enormes yardas del campo de fútbol. En la lejanía se podían escuchar las risas y las conversaciones de los miembros de la banda y animadoras, ajenas a lo que sucedía entre ambos. Las estrellas comenzaron a resplandecer en el firmamento azul de la noche, e incluso el ruido de un grillo solitario les hacía compañía.
Boomer hizo una mueca torciendo la boca hacia un costado con incomodidad, pero no se apartó inmediatamente de la muchacha, en su lugar dedicándose a clavar la vista sobre sus tenis. Bubbles volteó todo su cuerpo en dirección al muchacho, con las rodillas rozando las de él mientras lo miraba expectante.
Cuando pasaron unos segundos en silencio Boomer decidió preguntar. — ¿Entonces…?
— Solo quería decirte… Que siento mucho lo que pasó durante la fiesta. — explicó Bubbles, clavando los ojos sobre los del muchacho en una muestra de su sinceridad. —Era una trampa y lo sospeché, y aún así accedí a participar en ese estúpido reto y debo insistir… No fue mi intención lastimarte. No merecías ser humillado así…
Boomer, que en un principio intentaba evadir los ojos azules de la muchacha, volteó a mirarla directamente con una expresión de consternación mientras se ruborizaba frunciendo el ceño.
— No tienes de qué disculparte… — aclaró el rowdyruff boy, con un ligero tono de amargura en su voz mientras hablaba.. — Butch es un gran imbécil, lo sé perfectamente. Solo olvídalo, no pasó nada…
Un puchero se formó en el rostro de la chica, y Boomer observó sorprendido como los ojos de la rubia comenzaron a cristalizarse. Para Bubbles, él aún se veía algo molesto con ella.
— Entonces… ¿Por qué me evitas?
— ¡Y-yo…! ¡Yo no estaba intentando evadirte a propósito! — señaló Boomer casi gritando, esta vez mirándola a los ojos con las mejillas ardiendo. — ¡Es solo qué…! Me siento tan… avergonzado cada vez que recuerdo como yo… como nosotros…
Se tapó el rostro con las manos en un intento vano de limpiarse la vergüenza que sentía cada vez que se encontraba con la chica que le provocó una erección en público. ¿Siquiera y cómo te recuperas de eso? Tenía poca suerte con las mujeres y dentro de su cabeza ellas siempre traían consigo un montón de problemas, por más placentera que pueda llegar a ser su compañía.
Bubbles no supo que se apoderó de ella cuando un subidón de confianza la animó a tomarle de las manos y declarar en voz alta
— ¡Es una función completamente natural en el cuerpo de un hombre! — exclamó fuertemente con entusiasmo. — ¡Especialmente con estímulos como besos o caricias! ¡Puedo asegurarte que no me intimida para nada! — se detuvo un segundo al darse cuenta de lo que acababa de decir, la sonrisa derritiéndose en su rostro. — Digo… no es que tú particularmente me intimides… — Alguien debía detenerla de alguna forma, por favor. Cada vez que abría la boca era para embarrarla. — Digo…
— Está bien… — contestó el muchacho, tapándose los ojos con las manos e inclinándose hacia sus piernas. — Solo… dejemos de hablar de esto por favor.
La rubia también enrojeció de vergüenza, y se mordió la comisura de los labios mientras observaba cuidadosamente las reacciones del chico. Cuando levantó la cabeza, no pudo evitar preguntar.
— Entonces… ¿Estamos bien?
— ¿Alguien más sabe acerca de esto? — preguntó el rubio, recordando al grupillo de animadoras que acompañaban a la ojiazul todo el tiempo. Se veían como un gran grupo de chismosas.
— Solo nosotros y los que estaban en la fiesta… — Aseguró Bubbles con seriedad. — Puedo asegurarte que Robin jamás se lo contaría a nadie… los Floydjhonson estaban ya demasiado ebrios cuando sucedió, no recuerdan nada… y Butch…
— No abrirá la boca. — Respondió Boomer con expresión inusualmente sombría. Un gesto extraño de ver en su rostro. — Después de la fiesta me aseguré de eso en casa. No fue bonito.
Bubbles se estremeció con el tono del muchacho, pensando en quién sabe qué hizo el estereotípicamente tranquilo rowdyruff boy para asegurar el silencio de su corpulento hermano.
Continuó. — Bueno entonces Butch no… ah, y Blossom… — recordó, con algo de vergüenza como había sido tema de conversación en el auto de Robin. Boomer abrió los ojos como platos mirándola, perplejo. La rubia levantó las manos para calmarlo. — ¡Pe-pero no te preocupes! A Blossom no le importas… o bueno, le importa tanto como a nosotros que nadie más se entere de eso, así que puedes confiar que ni una palabra saldrá de su boca. — "Me mataría si eso pasara…" pensó.
Boomer suspiró el aire que había contenido en sus pulmones, un poco más aliviado por lo que escuchaba de la chica, quién a pesar de todo, demostró ser alguien de confianza. — Qué bueno…— exhaló, por primera vez en un largo tiempo le dedicó una sonrisa genuina a la powerpuff azul.
La rubia le sonrió de vuelta mientras sentía como un calor poco familiar se expandía dentro de su pecho, la bruma de la culpa desvaneciéndose. El muchacho se veía mucho mejor sonriendo. Los hoyuelos se le marcaban, y junto a las pecas de su nariz lo hacían ver mucho más joven de lo que realmente era. También notó el aro pequeño que llevaba en una de sus orejas, de la cual colgaba una pequeña cruz. Cuando notó que ya lo estaba mirando demasiado, se despertó a sí misma de su ensimismamiento para volver a dirigirse al rubio.
— Hay algo que quisiera pedirte… — admitió la powerpuff azul, mientras se encogía dentro de su asiento y apartaba la mirada. — Tú… ¿Crees que podamos ser amigos… o algo por el estilo?
Rogó a todos los cielos porque no fuera inmediatamente rechazada, pero la pregunta pareció dejar frío al muchacho.
—¿Tú… quieres que seamos amigos? — preguntó el chico con extrañeza.— ¿Una puff y un ruff? — ¿Amigos? ¿Eso era algo posible? Por supuesto, colegas en la escuela parecía lo más razonable del mundo… ¿compartir conversaciones agradables? normal, ¿compañeros de besuqueo? ¡claro! ¿por qué no?.
Pero ¿amigos? Sonaba a algo ilegal y peligroso en su cabeza, una voz similar a la de Brick que vivía dentro de su cerebro le advertía peligro.
— ¡Sí! Incluso más que eso… — Exclamó la powerpuff, radiante. Le tomó la mano y entrelazo sus dedos con los suyos, provocándole un escalofrío al ex supervillano, quién observó el gesto con incredulidad. —
¡Podríamos llegar a ser incluso muy buenos amigos!
Boomer se sobrecogió ante las emociones intensas de la muchacha… pero tenía que admitir que ella no le resultaba desagradable. De hecho, pensándolo bien, podría decir que incluso y hasta le caía bien… ¡Y le gustaba Bjork! que era un plus dentro de su cabeza. Meditó la idea de una posible amistad pública con la muchacha… y no encontró ningún impedimento real que pudiera debatir la idea.
— Ahm… sí, seguro. ¿Por qué no? — sonrió tímidamente, aún sin poder zafarse del agarre de la muchacha.
— ¡Genial! — exclamó Bubbles brillando de felicidad, de repente recordando algo, mientras soltaba la mano con la que sostenía los ásperos dedos de Boomer. — Eso me recuerda…
El rubio la miró, extrañado.
— Boomer… — vocalizó, mirando el suelo mientras conversaban. La cabeza lila de Rose flotando dentro de la suya. — ¿Te gustaría ir al cine conmigo algún día? Una amiga y yo queremos ver una película que se estrenó hace un rato… y pensábamos ir el sábado ¿Quisieras ir con nosotras?
Una parte extrañamente egoísta de Bubbles de repente deseó que se negará a esto. Incapaz de saber como toleraría una cita donde haría de violinista para ambos… Apenas y había logrado que se vuelva su amigo y ya tenía que compartirlo…
Boomer percibió una especie de expresión forzada en la sonrisa amable de Bubbles, quizás un casi imperceptible temblor en la comisura de los labios, pero no lo mencionó.
— Seguro. ¿Por qué no? — acabó por responder, formando una pequeña sonrisa en su rostro.
El corazón de Bubbles se hundió en su pecho, pero gracias a sus dotes de actriz logró disimularlo. — ¡Genial! Entonces el sábado en el centro comercial… — le dedicó una última sonrisa amable antes de levantarse con su bolso colgado en su brazo. — Te daré mi teléfono para que podamos coordinar... — Le pidió el móvil a Boomer para poder registrar velozmente su número en su lista de contactos. —¡Nos veremos allá entonces!
Se despidió, agitando una mano con entusiasmo mientras se alejaba. Con curiosidad y una sonrisa casual, Boomer le devolvió el saludo levantando y agitando ligeramente una de sus manos en su dirección.
Bubbles siguió sonriendo con los dientes mientras se dirigía al estacionamiento, pero en cuanto se hubiera alejado lo suficiente del campo de fútbol su sonrisa se había desvanecido, siendo reemplazada por una mueca de insatisfacción.
Espero de todo corazón que la cita concertada haya sido suficiente para sus amigas…
La powerpuff no estaba segura de por qué, pero una oleada de disgusto le oprimía el estómago. Había sido sincera con sus intenciones de entablar una amistad con Boomer, eso podía darlo por sentado. Pero, a pesar de haberse ofrecido en hacer de cupido, le había comenzado a molestar la idea de verlos juntos a ambos. No se sentía cómoda con la idea de manipular al inocente chico con temor a las chicas con el propósito de que saliera con su amiga. No se sentía correcto.
Esa debía ser la razón de su inusual mal humor, sí…
Se dió una vuelta para mirar en dirección al chico una última vez, para luego salir volando hacia el firmamento.
Hola de nuevo, quisiera disculparme por la demora pero después de un hiatus de año y 3 meses siento que es innecesario. Estoy pasando por un período donde tengo un poco más de tiempo para escribir (ando sin chamba) así que he podido terminar este capítulo a un largo decente en menor tiempo que otros. El siguiente capítulo ya tiene el outline más o menos terminado, así que creo que quizá no demore mucho en ser actualizado.
Mi único problema con la manera en la que escribo es el pacing. Es mi waterloo istg. A veces siento que voy demasiado lento y puedo describir hasta la mosca que se posó en la mano de un personaje, y a veces siento que voy a 100 kilómetros por hora y todo ocurre en un mismo párrafo. Es difícil ser la editora de una misma ya que da mucha lata tener que volver a leer lo que ya has escrito una y otra y otra vez. Pero al menos me sirve para darme cuenta que lo que escribo no es tan aburrido como pensaba y si se me llega a entender.
Espero que el capítulo no se sienta tan aburrido como lo percibí yo en algún momento, es un poco más casual que el resto de caps. Sé que el progreso es lento pero prefiero un slow burn bien construido a un mete saca apresurado. Me gustaría por lo menos justificar que los personajes se gusten antes de juntarlos porque sí; y toma tiempo considerando que escogí mostrar a tres parejas hahahahahahaa (mátenme).
A partir de ahora subire el fic en otros medios como Ao3 y Wattpad (aunque no tenga experiencia con ninguno que no sea solo como lectora) ya que…. y pueden confirmarme si es cierto, creo que he sido víctima de shadowban en … mi fic no me aparece dentro del tag del fandom ni aunque permita la calificación M. Y unas amigas conocidas que también son lectoras me comentaron que no recibieron notificación de actualización. No se si es adrede o solo un problema temporal con la página… de todas maneras si pueden confirmenme si pueden ver el fic _U.
Muchos abrazos y les deseo un San Valentín donde echen pasión así bien puercote. ¡Hasta la siguiente actualización!
