Hace algunos capítulos.
-E-Eres alguien realmente alegra-Opinó Bell, sintiendo muy cerca la presencia de aquella chica.
-Sí-nya, es mi forma de ser-nya-Contestó ella sin duda alguna.
-Aunque a veces dicen-nya que soy molesta y tonta por ser así-nya...-Agregó, bajando sus orejas.
-Eso no tiene nada de malo-Interrumpió Bell.
-¿Nya?-Preguntó ella.
-Si de esa forma te sientes feliz, si ese es tu verdadero yo, no debes tener miedo a sacarlo a relucir a las personas, debemos estar orgullosos de quienes somos, al fin y al cabo, siempre habrán personas a las que les gustes, en lo personal, soy fiel fan de la Anya alegre, así que, no les hagas caso a las críticas-Agregó el chico a sus anteriores palabras, sonriéndole tiernamente, es sonrisa que alegra los corazones de cualquiera.
-Bell-nya...-Nombró ella, sintiendo como su ritmo cardiaco iba en aumento.
Con Anya, en la noche. Después de la visita del peliblanco a "La señora de la abundancia".
Anya yacía acostada en su cama. Al parecer dormida.
Sudor frío caía por su frente mientras su respiración se agitaba.
Un mal sueño al parecer.
Pero... ¿Qué tan malo debe ser como para que tuviese una reacción tan extrema en su cuerpo?.
Simple...
Para alguien que toda su vida la paso mal...
Alguien que desde joven perdió a quienes debían guiarla en su vida...
Sus padres.
Los recuerdos de aquello son borrosos.
Dolor...
Llamas...
Cenizas...
Sola sin que nadie le extendiese una mano.
O al menos eso pensarían más de uno. Sin embargo, tuvo a alguien que la apoyó y ayudó en esa difícil situación... su hermano, Allen Fromel.
Ambos, habiendo perdido a sus padres y cualquier adulto cercano que pudiese cuidarlos... tuvieron que arreglárselas por sí solos.
Allen fue quien más luchó.
Sacrificó.
Todo por proteger a su pequeña hermana.
Así fueron sus días juntos.
Su hermano se perdía con el pasar del tiempo vagando por un destino mejor.
Ese pequeño sonriente se desvanecía.
Anya luchaba por recuperarlo.
Lo quería de vuelta.
No obstante... no comprendía que él lo hizo por ella.
Debió madurar de prisa para protegerla.
Ser fuerte...
Porque perder a su hermana sería perderse a sí mismo...
Un día... llegó ella...
Freya-Sama.
Quien, por algún motivo que desconocen, los unió a su familia a pesar de que los hermanos Fromel no eran gente de renombre y mucho menos aventureros.
Tal vez... solo tal vez... vio fuerza dentro de ellos.
Los años posteriores fueron... un infierno aún mayor que el vivido desde que su vida cambió tras la destrucción de su aldea...
Luchas constantes...
Allen y ella no hacían otra cosa más que pelear.
Anya tuvo que ver como su hermano se perdía y se alejaba.
Intentaba recuperarlo pero... él ya no era suyo...
Ya no era el mismo...
Ahora le pertenecía a Freya.
Su mente...
Su cuerpo...
Se sintió recluida...
Abandonada...
-Lárgate gata abandonada...-Le dijeron cuatro hobbits con una mirada que reflejaba un asco profundo por la chica gato.
-¡Onii-Chan! ¡Por favor no me dejes-nya! ¡Seré más-nya fuerte! ¡Lo prometo-nya! Pero-nya por favor... por favor-nya... quédate conmigo-nya...-Lloraba Anya desde el suelo.
Sus piernas temblaban.
El dolor se intensificaba.
Solo las palabras de su hermano la salvarían.
Quería verlo de nuevo.
Abrazarlo de nuevo.
Que le dijera que todo estaría bien.
Sin embargo... Cuando Allen se acercó a ella...
Fue todo lo contrario a lo que esperaba.
No recibió tranquilidad...
No recibió ayuda...
Ni una pizca de apoyo...
En su lugar...
-Lárgate... inútil... solo nos frenas e impides cumplir la misión que Freya-Sama nos ordenó...-Dijo el hombre gato con la misma expresión que los hobbits de antes.
El corazón de Anya se quebró.
No podía hablar...
No podía expresar palabra alguna.
Lo veía alejarse.
Una gata abandonada...
Tal vez esos pequeños tenían razón...
Eso era lo que era.
La única persona que le quedaba la dejó a su suerte.
De ahí surgió el odio por su diosa a pesar de pertenecer a su familia.
Decidió no regresar.
Vagó por Orario sin rumbo alguno.
Hasta que una conocida suya le extendió la mano y le regaló un sitio en donde volver a sentirse querida.
Mama Mía.
No obstante... las heridas no cerraron.
Su humor alegre no era más que una fachada en la que ocultaba su dolor.
Toda sonrisa.
Toda palabra.
Toda reacción.
Eran simples mentiras.
Nadie la querría si demostraba su verdadero ser.
Un alma sumergida en la tristeza.
Que lloraba y tenía pesadillas todos los días.
Y hoy no fue la excepción...
-Onii-Chan...-Susurraba Anya mientras sus lágrimas de derramaban.
-Perdón...-
-Perdón-nya...-
La imagen en la que Allen la abandonaba se repetía cada noche.
No conseguía acostumbrarse.
El dolor sentido ni disminuía...
Así es la vida de una gata abandonada...
-Lárgate... inútil...-
Despertó de golpe tras esto.
Estaba agitada y su cola erizada.
Se sentó a un costado de su cama, abrazando sus piernas.
-Otra vez-nya...-Se quejó, mientras lloraba.
Sus rodillas se humedecían ya que hundía su cara en las mismas.
-Nadie-nya... Nadie me quiere-nya...-
-Estoy sola-nya...-
-Soy una inútil-nya...-
Los insultos a su persona continuaban sin la intención de parar.
Anya se odiaba.
Se odiaba por no poder luchar y recuperar a su hermano.
Su única familia...
Unas palabras resonaron en su cabeza.
"-Si de esa forma te sientes feliz, si ese es tu verdadero yo, no debes tener miedo a sacarlo a relucir a las personas, debemos estar orgullosos de quienes somos, al fin y al cabo, siempre habrán personas a las que les gustes, en lo personal, soy fiel fan de la Anya alegre, así que, no les hagas caso a las críticas-".
Aquellas palabras que cierto conejo le regaló con total sinceridad.
Esas que golpearon su corazón con un cálido sentir.
Las cuales le permitieron mostrar una sonrisa verdadera después de mucho tiempo.
-Eres fan-nya de una Anya falsa-nya...-Se lamentó.
-Aunque-nya... me hizo feliz-nya... que alguien me-nya dijera eso-nya...-Agregó con una pequeña sonrisa.
Pensar en Bell, por algún motivo, la calmó.
Poco a poco cerró sus ojos por el cansancio.
Volvería a dormir...
Esa calma momentánea desaparecería tan pronto sus ojos se cerraran y... lo hicieron.
Todo era oscuro...
Caminaba en las ruinas.
Sin su hermano.
Sola... una gata abandonada...
Hasta que alguien tomó su mano...
Ella levantó la cara para verlo... ver a su hermano...
No obstante... no fue él.
-Vamos... Anya... Todo estará bien-Susurró el extraño, sujetándola suavemente.
-Bell-nya...-La paz que esa simple sonrisa le transmitía calmó a su herido corazón.
Ambos caminaron y el cielo se iluminaba con el andar...
La chica gato lo miraba con admiración.
Sus lágrimas se derramaban...
Estaba feliz...
Ella, después de tanto, era feliz...
A pesar de ser un sueño... la alegría inundaba su ser.
La tristeza se desvanecía.
-¿Quién-nya eres... Bell-nya Cranel...?-Se preguntó, cerrando sus ojos y dejándose llevar.
Por primera vez en muchos años... Tuvo un dulce sueño.
Ninguna pesadilla.
