-Va ser una larga y pesada tarea ¿Verdad?-Preguntó Bell con Eina a su lado mientras observaba la gran cantidad de cosas que esta última poseía en aquel pequeño apartamento que ha frecuentado últimamente debido a la destrucción de la iglesia abandonada.

-S-Sí. No exagero al decir que tengo muchos recuerdos aquí. Cada cosa que hay aquí adentro cuenta una historia a lo largo de mi vida...-Respondió la semi elfo, con melancolía, pasando los dedos en estantes y muebles aledaños a su posición.

El peliblanco notó esto, sintiendo empatía. Él pasó por lo mismo el día que abandonó la cabaña donde vivió junto a su abuelo, tío y tía desde su nacimiento.

No es fácil separarte del pasado para dar un paso adelante. A muchos les toma meses o incluso años esa elección.

Podrá parecer una tontería, solo se cambiará de hogar pero soltar un sitio tan significativo para ti es cosa seria y merece meditación.

Bell la sujetó de la mano, transmitiéndole su calidez y tranquilizándola.

-Sé que fue impulsiva mi propuesta, sin embargo, no hay problema si decides negarte. Eso no evitará que venga a visitarte y pase los días contigo ¿De acuerdo?-Comentó, ante la mirada de su pareja, quien le sonreía ruborizada levemente.

Ella negó, moviendo al cabeza lado a lado horizontalmente.

-Hay muchos recuerdo aquí. No obstante, jamás elegiría separarme de ti ni un segundo. Estoy segura de que contigo crearé muchísimos más y estos estarán llenos de dicha, y felicidad-Contestó la asesora, entrelazando sus dedos con los de él y cortando el contacto visual para evitar que su vergüenza sea captada.

A este punto de la relación, llegando hasta donde han llegado, es increíble que nuestra hermosa castaña siga apenándose cuando pronuncia alguna frase romántica ante la presencia del responsable de su propia felicidad.

Pero ¡Hey! Es la primera relación de ambos, momentos como este no dejarán de ocurrir ya que al ser ese el caso vivirán el uno al otro las alegrías y desventuras que proporciona el amor en cualquiera de sus formas de primera mano.

-Empaquemos. Tal vez terminemos antes del anochecer si nos concentramos en lo indispensable. Vendremos por los muebles en otro día, posiblemente mañana porque Kami-Sama desea que descansemos de las aventuras luego del incidente con Jacinto demi espíritu-Expresó el conejo, rascándose la nuca y riendo nerviosamente.

Eina asintió, concordando.

-Creo que le pediré días de descanso al señor Royman. Debe dármelos teniendo en cuenta que me mudaré-Comunicó.

-Así que...-Se acomodó los lentes y agarró una liga para amarrarse el cabello.

-¡A trabajar!-Finalizó, haciéndose una coleta para que sus mechones no le molestaran en el trabajo.

Bell se sonrojó, quedando boquiabierto.

-¿Uh? ¿Qué pasa?-Le cuestionó la joven.

-¡Eh! ¡P-Perdón! Justo ahora te veías... Tan genial y hermosa...-Confesó, evitando incomodarla y arruinar el ambiente.

Presenciar a su amada con tal decisión aunada a aquel estilo que jamás había visto fue un golpe de amor para él.

-Fufufu-Eina rió, acercándose a él y abrazándolo.

-Ya hemos estado desnudos enfrente del otro. ¿Por qué te apena algo como esto?-Le interrogó, sonriéndole pícaramente.

Humo salió de la cabeza del peliblanco.

-P-Porque cada nueva cara tuya que conozco causa revoloteó en mi pecho. M-Me enamoro más de ti día a día y eso... Es genial...-Las emociones y sinceridad de Bell eran fáciles de entender. No por nada la semi elfo lo considera parecido a un libro abierto.

Eso evita complicaciones a la hora de indagar en él cuando sospecha que algo va mal.

Ella posó la palma encima del pecho del muchacho. La cercanía provocaba que los latidos en aumento de su novio sean sentidos mediante al tacto.

-Oye... Todavía te debo tu recompensa, héroe mío... ¿Cierto?-Le susurró al oído.

Los ojos del chico se abrieron totalmente, casi saliéndose de las cuencas.

-Fufufufu-Riéndose, Eina se separó rápidamente, aumentando la distancia entre ellos y posando los brazos detrás de la espalda mientras le sonreía, guiñándole el ojo.

-S-Sí... Un héroe merece ser recompensado tras cometer actos de heroísmo... ¿Usted será el premio, bella princesa?-Bell se metió en el papel de este pequeño acto que desempeñaban los dos amantes.

-Ven y averigüémoslo... Aunque es probable que no terminemos de empacar las cosas si te premio, mi amor...-Contestó, echando una mirada rápida a los alrededores y recordándole el objetivo principal de la visita al apartamento.

Bell, boquiabierto, tragó saliva y limpió el sudor que le bajaba por al frente.

Regresar a la mansión de la chimenea sin cajas que indiquen que empacaron para la mudanza significaría una larga y extensa plática con su diosa ya que ella es la fan número 1 de su relación amorosa y en definitiva no dejaría pasar por alto esta señal tan clara.

La decisión está en el aire y a él le corresponde elegir.

¿Lógica o Lujuria? El predicamento que azota a los hombres y puede desencadenar la muerte. A palabras de su abuelo Zeus, claramente.

Dos mini Bell aparecieron encima de los hombros del original.

El primero vestía el disfraz de ángel y el segundo de demonio.

Bell ángel sostenía el cartel que decía "Lógica" y el Bell demonio "Lujuria".

-Y-Yo... Compré distintos tipos de prendas... Sabía que tarde o temprano repetiríamos lo que ocurrió en Melen y quería... Mejorar la experiencia. Esa vez fue extremadamente repentino debido al terror que tuve de perderte cuando esas amazonas te secuestraron...-Confesó Eina, aún con las manos en la espalda. Sus lentes se movían de su nariz, inclinándose de forma sexy.

La temperatura corporal del peliblanco aumentó de golpe.

El cartel de "Lógica" fue tachado y cuando el mini Bell número uno lo volvió a mostrar decía "Lujuria", concordando con el segundo.

-¡Q-Que conste que si no te gusta es culpa de Misha y Rose! Ellas lo eligieron... Yo no sé absolutamente nada de atuendos como estos... Tampoco sé si siquiera te causa algo verme de ese modo... A parte son increíblemente i-incómodos...-Dijo Eina, colorada hasta las orejas, diciendo sartas de excusas para que sus dudas se disiparan en caso de que Bell eligiera mandar al carajo la mudanza.

El joven la vio fijamente.

Y en cuestión se acercó a ella velozmente, en la fracción de segundo donde Eina desvió la mirada y cerró los ojos.

En un abrir y cerrar de ojos estaban cara a cara, tanto que podían sentir la respiración del otro a sus narices.

-¿B-Bell...?-La asesora inclinó la cabeza hacia atrás, viéndolo fijamente. Cabe destacar que el peliblanco ha crecido en los últimos meses, siendo ligeramente más alto que ella. Eso deja en claro que él se está convirtiendo en un hombre hecho y derecho.

Él posó delicadamente la palma izquierda en la mejilla derecha de la semi elfo, transmitiéndole calor.

Ella, casi anonadada, no le quitaba el ojo de encima. Se le notaba cierta expresión fantasiosa que se deleitaba con el pasar de los minutos en dicho estado.

Eina encimó su mano derecha en la de él, presionando la de él y aumentando la cercanía entre sus pieles.

La respiración de Bell se aceleraba segundo a segundo, tanto que se escuchaba inquieta. La novia tampoco se hallaba de modo distinto, lucía deseosa por lo que estaba apunto de suceder.

Hacerlo la primera vez debería facilitar las siguientes consecuentes pero las emociones eran idénticas a aquella noche en Melen semanas atrás.

-Luces realmente hermosa ¿Lo sabes? Tanto que mi raciocinio me ha traicionado-Opinó el muchacho, quitándole los lentes a Eina con tacto y asentándolos en la mesa de centro de la sala. Los dos mini Bell levantaron los pulgares y se esfumaron sin dejar rastro alguno.

-Eres demasiado desvergonzado cuando hemos alcanzado este punto... ¿Tu abuelo te enseñó a ser así de pervertido?-La castaña lo atacó verbalmente aunque en sus palabras no existía ápice de enojo, solo ganas incontrolables de dar el siguiente paso.

-De ser ese el caso... ¿Te molestaría?-Cuestionó del mismo modo el joven enamorado.

-En lo absoluto... Me encanta cuando eres tan acertivo y cuando me mimas demasiado... Adoro que te comportes así-Expresó Eina, acercando los labios a los de él.

Bell puso de su parte, también acortando la distancia.

Los alientos golpeaban en el de enfrente desenfrenadamente.

Los corazones se aceleraban al ritmo del aumento de la temperatura mientras la separación disminuía hasta convertirse en nula.

Era el momento perfecto, el que compartían juntos. Siendo el preludio de lo que todos nosotros como espectadores de esta amorosa, a niveles extremos, pareja esperamos desde la finalización del juego de guerra.

El roce entre los carnosos y suaves labios de la semi elfo con los tersos y enrojecidos del conejo fue el inicio.

*Mua*

Se unieron, dándose un tierno beso.

El intercambio fue lento aunque...

Se separaron.

Hicieron contacto visual, tomando una pausa y...

*Mua*

Se besaron nuevamente.

Eina envolvió a Bell, arañando ligeramente la espalda del chico con la punta de sus uñas.

El susodicho no se quedó atrás. La agarró de las caderas y la acercó a la suya. Después se dirigió a las nalgas y apretó, sintiendo la perfecta circunferencia del trasero de su amada.

-¡Ahh~!-La castaña soltó aquel quejido breve aunque perfectamente audible.

Se tapo la boca con el antebrazo. Su pecho se inflaba y desinflaba repetidamente a consecuencia de su respiración alterada por la excitación.

-Vayamos...-Susurró la semi elfo, deteniendo la frase para agarrar bocanadas de aire.

Bell lucía aturdido, no obstante, permanecía consciente.

-A la cama...-Dijo con tono casi imperceptible pero no subestimes los sentidos de un aventurero.

Él la cargó desde abajo. Ella enrolló las piernas al rededor de la cintura y los manos se unieron detrás del cuello del peliblanco.

Se besaron ferozmente mientras chocaban con varias cosas, floreros y muebles en el trayecto hacia la cama ubicada en la única habitación.

Bell la arrinconó en una pared. La espalda de la chica tocó con la superficie porosa mientras el beso continuaba sin intenciones de detenerse.

Las lenguas se entrelazaban y los fluidos se compartían. Ni siquiera lo rompían en busca de aire a pesar de que se ha alargado casi 2 minutos.

Ella arañaba cada vez más profundo la espalda del chico. De no ser por la chaqueta y la camisa que él vestía las marcas serían profundas.

El peliblanco apretaba el trasero de su amada con mayor intensidad. De no ser por el beso los gemidos se filtrarían de ella. Sus dedos delgados y largos se acercaban peligrosamente a la vagina empapada de Eina. Ese líquido le humedecía las pantis y atravesaba el resto de las prendas aledañas, mojando los pantalones que vestía.

Mientras tanto, la ereccion de Bell se acrecentaba. Sin embargo, la ropa interior y el pantalón le impedían mostrar todo el potencial que posee. A tal punto que dolía y el Bell jr le rogaba salir.

Dejaron la pared de antes y regresaron al camino trazado anteriormente en dirección a la habitación.

La puerta se hallaba entreabierta por lo que de una patada fue abierta completamente, permitiéndoles entrar.

Eina rompió el beso, llenando de oxigeno sus pulmones. Su corazón latía realmente rápido, tanto que sentía que en cualquier momento se le saldría del pecho.

La piel de ambos se encontraba roja. No había zona que no hubiese adoptado dicho color.

Bell la acostó en la cama y ella no lo soltaba.

Él se le acercó al oído y le susurró.

-En Melen... Me di cuenta de... Algo...-.

La semi elfo divagaba, viendo estrellas en el techo.

-¿Qué cosa...?-Respondió.

-Tus orejas... Son realmente sensibles...-Contestó y procedió a lamer la luna de estas con delicadeza.

Ella sintió un choque eléctrico en la vagina gracias a la estimulación.

-¡Ahhhh~!-Gimió y espasmos en la cadera le siguieron.

-E-Espera... ¡Ahhh~!-Rogaba la pausa aunque sus súplicas fueron ignoradas por el conejo caliente, quien le mordió sin fuerza la oreja derecha.

Los espasmos volvieron al igual que el choque eléctrico.

A pesar de concentrarse en el placer percibió que algo se frotaba en su muslo entre tanto movimiento.

Se trataba del pene de Bell, el cual todavía permanecía dentro de los pantalones.

Ella sonrió lujuriosamente y, decidida, lo desabrochó.

El peliblanco sentía que su parte privada era tomada y detuvo lo que hacía.

No dejaría que el trato fuese unilateral.

Bajó dos de los dedos y los metió debajo de la ropa interior de Eina.

Estos se humedecieron debido a los líquidos que la vagina soltaba desde que el acto previo dio inicio minutos atrás.

Ambos dedos se filtraron a los adentros de la vagina, abriéndose paso.

Pequeños chorros se escurrían.

Eina detuvo lo que hacía y tapó su boca.

-¡Mmmmm~!-El quejido trajo consigo la expulsión del líquido vaginal.

Las piernas ya débiles de la semi elfo soltaron a Bell, quien se liberó y retrocedió varios pasos.

Al hacerlo presenció a su amada con los pantalones casi abajo mientras que las pantis le dejaron de cubrir completamente las partes privadas. Ella jadeaba y jadeaba reiteradamente. Su chaleco y camisa de mangas largas estaban arrugadas. Los botones de estas dos prendas se aflojaron, casi descociéndose.

Bell era consciente de que todavía no alcanzaron el final. Seguía lo más importante.

Se deshizo de su chaqueta, tirándola al costado.

Eina lo observó, entendiendo que a ella también le corresponde hacer lo mismo.

Desabrochó sus pantalones, dejándolos caer en el borde de la cama.

Sus pantis moradas seguían mojadas.

Tiró el chaleco lejos de ahí.

Quitó los botones flácidos de la camisa blanca de su uniforme y, al mismo tiempo que Bell se quitaba camiseta y pantalones, se sentó en el colchón, mostrándole la ropa interior de la que hablaba.

-B-Bell...-Lo nombró.

Él levantó la cabeza, respondiendo al llamado, y lo notó.

El color de las pantis que Bell vio anteriormente formaba parte del conjunto de ropa interior pícara que compró con Misha y Rose según comentó.

La segunda parte constaba de un sostén de ese mismo color con detalles en los bordes. Aunque lo que más le despertó interés fue el tamaño de este porque cubría la superficie media de los redondos y grandes senos de la semi elfo, permitiendo que el escote quede a la vista al igual que la parte baja de ellos.

Bell guardó silencio, encantado.

-¿Te gusta...?-Preguntó Eina, claramente insegura.

El peliblanco se acercó en silencio.

-¿A-Amor...?-La nula contestación confundió a la muchacha.

Bell la empujó a la cama, posándose encima de ella.

Sus brazos se pusieron a cada lado de la cabeza de la chica.

-Lo amo... Te hace lucir realmente hermosa. Pensé que era imposible que fueses más bella pero hoy me demostraste que tu radiante belleza no conoce límites-La halagó, bajando lentamente hasta contactar con sus labios.

Eina se conmovió por las gratas palabras que él le dirigió.

-Bésame... Mi héroe...-Dijo, abrazándolo.

Él hizo exactamente eso.

*Mua*

Se besaron nuevamente.

Compartiendo saliva.

Entrelazando lenguas.

Apretando los labios hasta que la distancia fuese mínima.

Llenos de amor.

Llenos de deseo.

Deseosos de ir más allá.

De fundir sus cuerpo el uno al otro y compartir este momento tan especial en pareja.

Esta relación carnal solo servía como complemento en la amorosa que sostenían desde el momento en que Bell le propuso que se uniesen en noviazgo. Solo confirmaba y afianzaba esos lazos que nacieron desde el día uno en que se conocieron. La fecha inolvidable en la que sus mundos dieron un cambio de 180 grados.

Bell, sin dejar de besarla, comenzó a masajear los enormes pechos de la semi elfo, metiendo las manos desde debajo del sostén.

Apretaba los pezones con la llena de los dedos pulgar e índice.

-¡Mmmm~!-Eina soltó el quejido ahogado.

Masajeaba la areola por algunos segundos y...

-¡Mmmmmmmmm~!-.

Apretaba la punta de los pezones.

El éxtasis en la joven castaña era tal que su vagina chorreaba por segunda ocasión, viniéndose sin siquiera ser penetrada.

Sus partes privadas se hallaban sensibles. Querían envolver el pene del peliblanco desde el primer minuto que estos juegos previos dieron inicio.

-¡Mmmmmm~! ¡Ahhhhhh~!-Gimió con gran potencia la semi elfo, rompiendo el beso y el hilo de saliva resultante.

Los espasmos provocaron que curveara la espada y aventara la cabeza atrás, sacando la lengua y jadeando descontroladamente.

Tiró su cuerpo a la cama, cubriéndose el rostro con los antebrazos.

-¿Tomamos... Una... Pausa...?-Preguntó Bell, al darse cuenta del agotamiento de su pareja.

-Mételo...-Pidió la castaña.

-¿Q-Qué...?-Dijo el muchacho. Creyó escuchar incorrectamente.

Ella bajó los brazos y estiró la ropa interior a un costado, enseñando su vagina mojada que sufría de breves espasmos. Sujetó los bordes de cada lado y la abrió.

-N-No me hagas repetirlo... Mételo...-Rogó con aquella demostración tal lasciva.

El poco raciocinio que quedaba en él se rompió como un hilo tensado.

-¡Ahhhhhhhhhhh~!-Gritó Eina al sentir que el pene de Bell se abría paso dentro suyo. Ni siquiera se dio cuenta cuándo es que la habían penetrado.

La velocidad nivel dos del conejo se puso en práctica fuera del calabozo.

*¡PAM!*

La primera embestida llegó.

El shock eléctrico se esparció desde su vagina hasta todo el cuerpo.

-Eres... Tan cruel... ¡Ahhhh~!-Le reclamaba mientras el glande de Bell se acercaba cada vez más a la cérvix de Eina.

El dolor se mitigaba con el placer tanto para ella como para él, a quien le clavaban las uñas en la espalda y rasgaban como si de las garras de un War shadow se tratase.

El ardor era ignorado.

-¿Cómo es posible que... ¡Ahhhh~! Me hicieses rogar así por ti... ¡Ahhhh~!?-La pregunta se pausaba seguidamente debido a los espasmos, gemidos y éxtasis provenientes de su vagina al ser penetrada poco a poco hasta que...

*¡PAM!*

El glande del pene de Bell tocó el fondo.

Eina abrió los ojos en su totalidad.

-¡Ughhhh! ¡Ahhhhhhhhhhhhhh~!-Gritó de placer.

Mua

Bell le selló los labios.

Se besaban arriba y abajo de forma lujuriosa y húmeda, expresando todos sus placeres y deseos carnales sin medida ni impedimento.

*¡PAM!*

La hermosa semi elfo resistía las embestidas.

*¡PAM!*

Golpe a golpe sus piernas temblaban y la excitación aumentaba.

Tampoco ayudaba que Bell apretara sus pezones sin miramiento. La estimulaban arriba y abajo, se ahogada en deleite.

Se separó del beso y posó la cabeza en el costado izquierdo del muchacho.

Mordió su labio, resistiendo el ser penetrada.

*¡PAM!*

-¡Ahhhhhh~!-Gimió.

Mordió el hombro de Bell, apaciguando su voz.

*¡PAM!*

*¡PAM!*

*¡PAM!*

El ritmo de las embestidas se acrecentó.

*¡PAM!*

*¡PAM!*

*¡PAM!*

El tiempo entre una y la siguiente disminuyó.

El útero de la castaña sabía lo que avecinaba y el hormigueo que la recorría le avisaba que se preparara para recibir aquel líquido blanco y espeso que en Melen la llenó.

-E-Eina... Me vendré...-Avisó Bell, confirmando las sospechas de su amada.

*¡PAM!*

-¡Ahhhhh~! ¡Mmmmm~!-Ella mordió nuevamente el hombro, resistiendo los besos en su cervix.

La marca de los dientes quedó en la piel enrojecida.

*¡PAM!*

-Venté dentro de mi...-Le murmuró.

*¡PAM!*

-¡Mmmmmm~!-Gimió.

Bell, teniendo la aprobación, se apresuró a llegar al clímax.

*¡PAM!*

*¡PAM!*

*¡PAM!*

Su pene golpeaba reiteradamente el útero de Eina, quien sentía entumida toda la parte inferior de su cuerpo, exceptuando sus partes sensibles.

*¡PAM!*

*¡PAM!*

-¡Me vengo!-Gritó el peliblanco y...

-¡Mmmmmmmmmmmmmmmm~!-La semi elfo enterró sus dientes en el hombro del conejo mientras era rellenada de semen.

Ella también se vino, expulsando su liquido vagina a chorros.

Ambos cayeron a la cama mojada de distintas distancias. Bell cayó encima de ella.

Cansados, sudorosos y agotados, se miraron a los ojos.

Eina lo vió sonrojada y fascinada.

Sin mediar palabra lo besó.

El beso fue corto antes de que los ojos Eina, quien se hallaba sin energías, se desmayara.

Nuevamente, no pudo aguantar la resistencia de un aventurero irregular de nivel dos como él.

Bell la acompañó en la siesta. A pesar de que podía continuar, decidió dar descanso.

Sacó su pene del interior de su novia y de ella se desbordó el líquido blanco que la llenó segundos antes.

"La mejor... Recompensa... De la vida..." Pensó, tirándose a la cama, justo al lado de la castaña.

En su subconsciente cierto anciano apareció, levantándole los pulgares y llorando orgulloso.

Bell lo paso por alto, cerró los ojos y, con su cuerpo desnudos, al igual que el de Eina, y abrazados, durmieron plácidamente sin medir el tiempo.

Horas después.

-¿Mmm?-Un quejido salió desde debajo de las sábanas.

-¿Q-Qué pasó...?-Lanzó la pregunta al aire, sosteniendo su cabeza que dolía.

Levantó la parte superior de su cuerpo, sentándose en la superficie del colchón.

-¿Estoy en cama? ¿Y mis lentes? No veo nada...-Dijo Eina, buscando los lentes.

*¡PAM!*

Al estirar los brazos golpeó con algo.

-¡Eso dolió!-Una voz conocida apareció en respuesta.

La semi elfo tomó el borde de la cobija y la jaló, destapándose en el proceso.

Ahí estaba Bell, tapando su nariz enrojecida por el golpe involuntario que le propinaron.

Eina quedó en shock al ver su cuerpo y el de su amado al desnudo hasta que recordó la serie de sucesos que ocurrieron antes de que cayese dormida.

-C-Cierto... L-Lo hicimos...-Se avergonzó.

-¡P-Perdón por ver!-Bell se disculpó, girando la cabeza y evitando observarla directamente en caso de que eso la incomodara.

-¡N-No es problema! Y-Yo soy toda tuya... Y ya en dos ocasiones ha sucedido esto...-La semi elfo lo tranquilizó, deteniéndolo.

-T-Tienes un punto...-Él confirmó, regresando la mirada lentamente.

Eina lo abrazó desde la espalda.

-Tienes una mordida aquí-Le dijo, apuntando al hombro izquierdo.

-¿Por qué será?-Preguntó de forma irónica el conejo.

-Fufufufu. Para alguien que ha aguantado que un minotauro le rompa los huesos te quejas mucho-Dijo la castaña, tocando con tacto la herida.

-Jejeje...-Bell se rascó la nuca.

*Mua*

Eina le besó a mejilla desde atrás.

-Oye... Creo que tendrás que cargarme otra vez...-Avisó.

-¿Eh?-Bell se confundió por aquella declaración.

-M-Mis piernas... No las siento... Es igual que en Melen...-Avergonzada, y sacando humo de las orejas, informó la castaña, desviando la mirada.

-Kami-Sama en verdad se dará cuenta de que lo hicimos...-El brillo en los ojos rojos del conejo se perdieron. Se aproximaba otra plática con su diosa, las cuales en verdad le incomodaban. Ni cuando platicaba de asuntos de ese estilo con su abuelo se apenaba demasiado.

-¿Se dará cuenta?-Eina ladeó la cabeza. Ella no sabe que Hestia es consciente de los actos sexuales que ambos han cometido. Según debía permanecer en secreto.

-D-De la mordida. A menos que use cuello largo en la camisa-Se justificó, esquivando la bala.

La atención de la semi elfo fue llamada por la ventana.

-Está anocheciendo...-Avisó, percatándose del cielo naranja y el sol ocultándose.

Bell también lo notó.

-Creo que no tenemos otra opción. Nos quedaremos aquí hasta la mañana siguiente-Declaró, agarrando de la mano a su amada.

-¿Eh? ¿I-Iremos por más? ¡E-Espera Bell!-Eina fue arrinconada.

-¡A-Aún sigo sensible!-Gritó sin ser escuchada.

Y de ese modo la noche se hizo larga para nuestra enérgica y joven pareja.

A la mañana siguiente, en camino a la mansión de la chimenea.

Bell y Eina caminaban tomados de la mano. Gracias a unas pociones que Bell tenía dentro de su mochila, la cual dejó en el apartamento después de finalizar el juego de guerra, consiguió que por lo menos la semi elfo caminara.

Ambos lucían radiantes y repletos de vida. Y sobre todo, felices.

Mientras avanzaban platicaban sobre pedir ayuda al resto para la mudanza, en al cual fallaron estrepitosamente tras desviarse de su objetivo original.

-¡Ya te dije que no seas ridícula!-Gritó una voz femenina y extraña al acercarse a la mansión de la chimenea, la nueva sede de la familia Hestia.

El par acudió a la vociferación.

Ahí se toparon con dos chicas. Una de cabello azul y largo que cubría la mayoría de su rostro. La segunda de cabello corto y rojo que lucía realmente irritada y jalonaba a la primera para que esta soltase las rejas de la mansión.

-Eto... ¿Cassandra? ¿Daphne?-Bell las reconoció, también Eina.

Cassandra, la primera de ellas, fue quien ayudó a Liliruca al darle la información necesaria respecto a Jacinto.

Daphne, la segunda, es quien abrió paso al resto de los integrantes a la hora del juego de guerra después de que la peliazul la convenciera.

-¡Hey! ¡Pequeño novato! Lamento la escena pero ella cree que perdió algo de aquí-Dijo la pelirroja, saludándolo y apuntando a Cassandra, quien se aferraba a los barrotes y lloraba, desesperada.

-B-Buenos días... Puedo preguntar... ¿Qué buscan?-Dijo el muchacho.

-M-Mi almohada favorita... No puedo dormir sin ella-Contestó la peliazul, derramando lágrimas.

-Mmmm ¿Dónde crees haberla dejado? Entraré a buscar-Contestó el peliblanco.

-No le hagas caso, es imposible que se quedara atrás-Daphne la trató de loca.

-Si ella dice que se le olvidó en la mansión no hay problema en checar. No perdemos nada-Eina interrumpió la conversación.

-Sus deseos son órdenes, mi señora-Dijo Bell, con un saludo militar.

La pelirroja puso cara de póker.

Ambos se acercaron a Cassandra, pidiéndole las indicaciones.

Ella, sorprendida porque ninguno la tachó de tonta, les describió detalladamente el sitio donde la dejó.

-De acuerdo. Vuelvo en un segundo-El muchacho corrió a la entrada de la mansión, dejando a las tres chicas.

Quería evitar que la tonelada de preguntas se dirigiese a Eina. Se arriesgaba por ella.

El silencio incómodo de dos humanas que no conocen a la semi elfo de enfrente no se hizo esperar.

-Eto... Señorita...-Cassandra le tocó el hombro.

-¿Uh? Dime-Eina le contestó, sonriéndole.

-¿De casualidad usted es la pareja de Bell Cranel?-Preguntó, sonrojándose.

-¡O-Oye! ¡No le preguntes eso!-Daphne le reclamó, dándole un zape en la cabeza.

*¡PAM!*

-¡Ay!-Se quejó la peliazul.

-Fufufu. No hay nada de malo. Sí, soy su novia-Respondió la asesora sin pena alguna.

Ninguna de las dos le inspiraban desconfianza. Después de escuchar que ayudaron a su amado, les está agradecida.

-El conejo blanco protegerá a su familia...-Susurró Cassandra.

-¿Disculpa?-Eina no lo escuchó claramente.

-¡Aquí está!-Alertó la voz de Bell, corriendo con una almohada blanca en las manos.

El rostro de Cassandra se iluminó.

-Uh. Si estaba-Se impresionó la pelirroja.

-Tenga señorita Cassandra-Dijo el conejo, abriendo la reja y entregándole aquel objeto.

La peliazul abrazó la pachoncita almohada, sonriendo.

-Muchas gracias por creerme... A los dos-Expresó.

-No es nada-Respondió la pareja al unísono.

-Veo que nos llevaremos bien-Declaró Daphne.

-¿Llevarnos bien?-Bell no entendió la declaración.

-¿Uh? ¿No te enteraste? En fin, en unas horas nos vemos, despídete Cassandra-Daphne dejó inconclusa la interrogante.

-A-Adiós...-La peliazul se despidió, haciendo una reverencia al inclinarse adelante levemente. La pelirroja la acompañó en ella.

Luego de aquello se retiraron.

-¿Adiós?-El chico levantó la mano y la agitó desconcertado.

-¿Qué quiso decir con "En unas horas nos vemos"?-.

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Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo como ya es costumbre.

En fin, déjenme sus opiniones.

¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?

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